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Fárfara por Sorgin

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Notas del fanfic:

 

 

 La muchacha de largos cabellos castaños llamó a la habitación de su padre, preocupada. Eran más de las once y aún no se había levantado. Algo extraño para un hombre que sin importar el día que fuese se levantaba a las ocho y media de la mañana. Después de intentarlo durante unos minutos ordeno abrir la puerta a la fuerza.

 

El detective entro en la estancia, el equipo de forenses hacía rato que habían llegado. Les saludo con la cabeza y observo la escena atentamente. Un hombre yacía recostado contra el cabecero de la cama con la camiseta del pijama arrugada. Una taza de té estaba situada sobre un plato en la mesilla. El equipo lo analizaría después. Entre las manos el difunto aún tenía un libro abierto. Se acerco y sonrió irónicamente al ver el título.

 

-¿Qué es lo gracioso jefe?- Pregunto su ayudante de melena pelirroja.

 

-El guardián entre el centeno.- Cito el título.- Es el mismo libro que llevaba el asesino de John Lennon el día que lo mató. Se dice que es una lectura común entre los asesinos.- El pelirrojo saco su libreta de notas.

 

-La víctima es  el señor Usami. Propietario de la casa y del bufet de abogados que lleva su nombre.- Era mejor dar los detalles antes de que le preguntara.- Lo encontró su hija. Al parecer era un hombre terriblemente costumbrista. Siempre se levantaba a la misma hora ocho y media. Tomaba un café y dos tostadas. Su hija se preocupo por que eran las once y no salía de su cuarto. Llamó a varios criados y echaron la puerta abajo. Su ama de llaves nos telefoneo.

 

-Han dado algún resultado preliminar los del laboratorio.- Preguntó el detective de cabellos verdes. Su ayudante reviso sus datos hasta dar con el requerido.

 

-Según su hija estaba totalmente sano. Los forenses dices que pudo haber sido un infarto.-Cerró la libreta.- En mi opinión el hombre estaba tranquilamente en la cama cuando le dio un infarto.- Los ojos gatunos del detective revisaron la habitación.

 

-¿Estaba completamente solo, Hiro?- El aludido asintió con la cabeza.- ¿Qué extraño?

 

-¿El qué?- Expulso el humo impregnando con su aroma el aire cercano.

 

-Me parece raro que a un hombre le diera un infarto sin hacer ningún tipo de deporte.-Miro la televisión.- Y con la tele apagada. ¿Te importaría apagar el cigarrillo?- El muchacho se sonrojo al hacerlo.

 

-Quizás estaba viendo una peli porno y su hija apago el televisor para encubrir semejante falta de puritanismo.- Dijo cómicamente.

 

-Esa es la diferencia entre cuatro y diez años de experiencia. ¿O vas a decirme que también le lavo y se la guardo?- El pelirrojo se encogió de hombros.- Será mejor hablar con lo forenses.- Su expresión se volvió triste al ver a la muchacha que sollozaba en la entrada del cuarto.- ¿Esta bien señorita?- La joven desvió sus ojos rojos e hinchados hasta él.

 

-¿Ya han acabado?- Pregunto con un deje de voz; Ryuichi asintió.- ¿Puedo despedirme de él?- Sus manos temblaban. El detective hizo un gesto con la cabeza y el equipo salió del lugar dándola el pésame.

 

-No es conveniente que se quede mucho rato sola. Mandare que su ama de llaves suba dentro de unos minutos.- La mujer asintió. Salió de la habitación pero antes de poder cerrar la puerta vio como la muchacha se desplomaba sobre el pecho del fallecido llorando desconsoladamente.

 

Dos horas después se dirigieron al centro forense. Aparcaron en la primera planta del parking. Llamaron a la puerta antes de entrar. Un muchacho de veintiséis años cabellos negros y aspecto juvenil les recibió con una sonrisa traviesa.

 

-Llegáis a tiempo.- Sonrió.- ¿Os quedaréis a ver la intervención?

 

-¿Cómo puedes sonreír mientras abres a un muerto? Realmente eres espeluznante.- Apostilló Hiro.

 

-Solo cumplo con mi trabajo, como tu con el tuyo. Hacía mucho que no coincidíamos en el turno Ryuichi.- Saludo tomando un bisturí y dibujando una Y sobre el pecho de su víctima, que no tardo en profundizar.- Hora de la muerte sobre las seis de la mañana. Interesante.

 

-¿El qué?- Pregunto Sakuma acercándose. Por su parte Hiro salió del lugar sintiendo unas terribles nauseas.

 

-Nunca llegará a ser un buen detective de homicidios sino puede ver un cadáver.

 

-Basta Tatsuha.- La mirada fría de Ryuichi no le hizo perder la sonrisa.- No vuelvas a meterte con mi compañero.- Ignorando el último comentario continuo con su trabajo.- ¿Qué has encontrado?

 

-He encontrado curioso que no hallas vuelto a llamarme desde que empezaste a trabajar con él.

 

-Quieres centrarte en el trabajo. Se supone que eres un profesional. –Dejó caer el bisturí furiosamente.

 

-También se supone que me llamarías para darme una respuesta.- Cruzo los brazos para dar énfasis a sus palabras.- Y aún la espero.

 

-Oye, ¿podríamos hablar esta noche tomando una copa?- Tatsuha volvió a retomar su tarea, la idea parecía haberle gustado.

 

-El paciente muestra mayor rigidez en el brazo izquierdo. Vemos que las arterias coronarias han sido obstruidas por un trombo, que podría tratarse de un coagulo de sangre. Parece que el trombo causo una disminución en el canal arterial que impidió el trasporte de oxígeno hasta desde el corazón produciendo a su vez una falta de riego que derivo en el fallo del miocardio. Causa de la muerte infarto de miocardio.- Sentenció quitándose los guantes.- Causa natural. ¿Dónde me llevarás a cenar?

 

-¿Natural?- Preguntó mirando con sorpresa al médico que tiraba los guantes a la basura.

 

-Hoy en día se puede decir que es una manera natural de morir Ryuichi. Estrés, prisas. La gente se toma la vida demasiado en serio. Y la verdad no logro saber porque, después de todo no vamos a salir vivos de ella.- Le dijo sacándole la lengua mientras le acompañaba a la salida de la morgue.

 

Ryuichi se puso la sardina negra y se sorprendió al ver a su compañero que le giraba la cara señalando una dirección. Ambos hombres se quedaron sorprendidos al encontrarse con la señorita Usami en una butaca del pasillo.

 

-Detective.- Se puso de pie y elimino la distancia que les separaba.- ¿Lo han averiguado?- Los hombres se miraron entre si antes de preguntar.

 

-¿A qué se refiere?- Pregunto levemente sonrojado Ryuichi.

 

-¿Quién ha asesinado a mi padre?

 

-Señorita es una grave acusación.- Le dijo el médico de cabello negro. La muchacha le miro sin comprender.- Soy el forense que ha llevado el caso de su padre. Puedo asegurarle que su padre no ha sido asesinado.- Aclaró.- Su padre sufrió un infarto.

 

-No puede ser.- Replicó angustiada.- Todo eso se lo esta inventando. Esta claro que mi padre ha sido asesinado. Jamás estuvo enfermo y menos del corazón.- Se quejo.

 

-Señorita si me permite, creo que de entre los dos soy yo el que ha estudiado ciencias forenses.- Tatsuha levanto la cabeza mientras lo decía. La muchacha se quedo sin habla al igual que Sakuma.- No me gusta decirle a la gente como ha de hacer su trabajo y si me lo permite tampoco acepto réplicas de inexpertos.- Dijo mientras regresaba a la cámara de difuntos.

 

-Discúlpeme.- Ryuichi salió apresuradamente alcanzando a Uesugi.- ¿Qué crees que has hecho?

 

-Simplemente he dicho la verdad.- Sonrió llamando al ascensor.

 

-Su padre acaba de morir.- Se llevo las manos a la cabeza.- ¡Por Kami-sama ten un poco de tacto!

 

-¿Y? Lo único que quiere es a alguien al que poder culpar de la muerte de su padre. Bien pues ya tienes un asesino para ella.- Abrió la puerta de la nevera.-La naturaleza. Oye, no pienso permitir que una cría cuestione mi trabajo. Soy un profesional y sino me crees pide una segunda opinión.

 

-Se ha largado.- Dijo Hiro interrumpiendo la escena.

 

El detective golpeó furioso la pared. Era cierto que si el mejor forense del país daba su opinión final era casi imposible que estuviese equivocado. Sin embargo su carácter a veces era tan frío como los pacientes con lo que trabajaba. Aunque en el fondo debía reconocer que comprendía a Tatsuha el mismo odiaba cuando le cuestionaban su autoridad. Resignado suspiro sabiendo que la cena quedaba cancelada.

 

Sin tener muy claro el motivo el detective Ryuchi Sakuma se encontraba llamando a la puerta de la mansión Usami. Quizás en cierto modo fue para disculparse. O simplemente por curiosidad. Una mujer de avanzada edad a la que reconoció como el ama de llaves que les había llamado la noche anterior. La sonrió y pidió hablar con la señorita.

 

-Lo siento mucho, pero la joven señora no quiere recibir a nadie. Esta muy afectada por lo sucedido.- Dijo con la pena reflejada en los ojos.

 

-Como todos.- Y la mujer asintió recordando lo buen amo que había sido.

 

-Era un gran hombre, si señor. Un gran amigo de sus amigos siempre cuidándoles. Fíjese el día que murió había cenado con el señorito…- Ryuichi la miro con curiosidad- Ay Kami-sama que cabeza la mía no logro acordarme, es un buen muchacho. Sí toco el piano en la fiesta de cumpleaños de la señorita, como era…

 

-No se preocupe oba-chan con la descripción que me ha dado estoy seguro de que sabré de quien se trata.- Mintió.

 

Al día siguiente hiro entro en su despacho con un informe en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda. Sus ojeras le hicieron saber que había cumplido su misión.

 

-No te vas a creer a quien se refería esa arpía.- Su sonrisa pícara le decía que sería algo interesante.

 

-Sorpréndeme.-Entrelazo las manos sobre la mesa.- Y no insultes a la mujer.

 

-Tohma Seguchi. ¿Te suena? -Ryuichi trato de recordar donde había escuchado ese nombre con anterioridad.- No te esfuerces jefe que te puede dar dolor de cabeza.- Se burlo Hiro apagando su cigarrillo.- Es el presidente de una productora de música, la NG Records.

 

-Y eso significa ¿qué? …

 

-Debemos ir con cuidado y ser muy amable sino queremos que sus abogados nos hagan picadillo.- Sakuma miro con curiosidad el informe y no le sorprendió ver que el muerto era su abogado principal.

  

Los policías abrieron la boca inconscientemente ante la presencia de la gran mansión. Las verjas con la figura de un dragón de hierro forjado se abrieron para permitirles el acceso. Tardaron casi cinco minutos en llegar en coche. Una mujer mayor les esperaba con expresión ceñuda y les acompañó al interior de un gran salón estilo renacentista.

 

Había una gran mesa de cristal en el centro con una tetera y tres tazas servidas. A ambos lados había unos sofás de dos plazas tapizados en terciopelo de color vino. A la derecha se encontraba una chimenea de piedra con dos ángeles en los costados, al fondo un gran ventanal cubierto por cortinones del mismo tono que el tapizado, corridos para dejar entrar la luz del día. En la pared izquierda había un minibar, lleno de botellas de extrañas formas. No había fotografías, todo era demasiado impersonal, estaba claro que se trataba de la habitación donde recibía las visitas.

 

Un hombre de cabellos dorados y ojos verdes entro en la estancia saludándoles con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa.

 

-Buenos días detectives.- Los dos hombres se levantaron para hacer una correcta reverencia. El dueño de la casa tomo asiento enfrente de ellos.- Gracias oba-san puede retirarse.- La mujer salió del lugar tras inclinar la cabeza.- Según tengo entendido están aquí para hacerme unas preguntas; sin embargo, nadie a podido explicarme sobre que tratan.- Bebió un poco de su té.

 

-Verá Seguchi-san. Somos los detectives de homicidios Ryuichi Sakuma y este es mi compañero Hiroshi Nakano. Creo que tiene constancia del reciente fallecimiento de Usami-san.- La sonrisa se transformo en una mueca inexpresiva.

 

-Si. Estuve en el entierro. Fue muy triste pobre Ayaka, primero perdió a su madre y ahora a su padre.- Los ojos azules del detective se entrecerraron inspeccionando a la persona que estaba frente a él.- No entiendo como Kami-sama puede permitir tanto sufrimiento.- Dijo suspirando.- Pero en fin, ¿qué es lo que desean de mí?

 

-Tenemos razones para creer que estuvo en casa del señor Usami la noche en que murió.- El rubio dio un nuevo sorbo a su té.

 

-Pues me temo que les han informado mal.- Dejo la taza sobre la mesa y cruzo las piernas. Después les dirigió una fría mirada que hizo temblar levemente al pelirrojo.- Hace más tres meses que no veía a Usami y la última vez que lo hice fue en una reunión no en su casa.

 

-Tenemos un testigo ocular que le ha reconocido.- Las dos miradas se cruzaron desafiantes. La sonrisa reapareció en el rostro del rubio.

 

-Los testigos oculares son menos fiables que las pruebas escritas.- Dijo con tranquilidad.- El día que falleció me encontraba en Los Ángeles. Me reuní con un grupo y firme un contrato de desarrollo con ellos. Regrese para el funeral. Y sino me creen estaré encantado de que certifiquen la compra y el uso de los billetes.

 

-En ese caso y con su permiso lo comprobaremos de manera rutinaria.

 

-Hagan lo que quieran.- La puerta de la estancia se abrió antes de que pudiese agregar algo más.

 

-¡Oh! Lo lamento Tohma-san.- Los ojos cafés del joven se clavaron en los detectives. Un  oscuro brillo apareció en sus retinas al mirar a uno de los agentes más detalladamente.

 

-No pasa nada Suguru, no son clientes. Son los detectives, Nakano-san y Sakuma-san. Están aquí por el fallecimiento de Usami-san.- El muchacho hizo una mueca de que no supieron reconocer.- ¿Has visto a Ayaka-chan hoy?- El menor negó con la cabeza.

 

-No ha acudido a las clases. Iba a telefonearla antes de comer.- Hizo una reverencia y abandono el lugar dirigiendo a los policías una mirada fría.

 

-Les pido disculpas por su actitud. No le gustan los policías.

 

-Supongo que a su edad a ninguno nos gustaban.- Le sonrió Hiro.- ¿Quién es?

 

-Mi primo. Acaba de hacer los dieciséis, esta en una edad difícil.- Dijo con una triste sonrisa.

 

-¿Y sus padres?- Se aventuro a preguntar el detective de ojos azules. Tohma le miro con un deje de tristeza y asintió.

 

-Es usted muy perspicaz. Hace diez años sus padres murieron en un accidente de coche.- Sus manos temblaban sobre las rodillas por la rabia contenida.- Suguru iba con ellos apenas tenía seis años pero, ese no es el tema.- No estaba dispuesto a dar más detalles.

 

-Sino es mucho aventurar, ¿puede ser su primo el que cenase con Usami-san la otra noche?- Hiro trato de cambiar de tema con un nudo en la garganta.

 

-Discúlpeme, pero creo recordar que Usami-san murió de un infarto.- Sakuma le miro sin decir nada.- Y a no ser que este insinuando lo contrario esta conversación ha acabado. Oba-san.- Llamo en voz alta alisando el pliegue de sus pantalones dorados.- Acompáñelos a la salida y asegurese de que no se pierdan.

 

Los detectives salieron de la casa y se dirigieron al coche. Sakuma desvió sus ojos al segundo piso y pudo ver la figura del adolescente que les observaba. Sus miradas se chocaron durante un segundo pero el joven no cerró la cortina. Simplemente se quedo ahí mirándole con curiosidad.

 

-Ese hombre nos ha mentido.- Hiro miro a su compañero sorprendido mientas subía al coche.- Nos esta ocultando algo.

 

-Ryuichi, todo el mundo oculta algo.- Le recordó.

 

-Lo mató él. No se como ni por que, pero se que fue él.

 

-¿Y como lo hizo? Cogió un avión para presentarse con los dichosos pantalones dorados capaces de dejarte ciego si los miras demasiado y le presento el último grito enloda de U.S.A. Claro el hombre miro, grito, le dio un infarto y la palmo.- Sakuma subió en el lado del co-piloto riendo por el chiste de su compañero.

 

El dueño de la casa les observo desde la ventana del salón. Sus fríos ojos esmeraldas taladraron el coche hasta que le vio desaparecer en el camino. Después con paso lento se acerco al estudió donde su primo deslizaba ágilmente los dedos sobre el piano de teclas de marfil y perla negra que le había regalado en su último cumpleaños. El adolescente no se dio por aludido mientras el rubio cruzado de brazos se quedo contemplándole con una extraña expresión.

 

La noche se hizo eterna para el detective de homicidios Ryuichi Sakuma, giro en su cama dando vueltas una y otra vez a la visita que había realizado aquella tarde. Allí había visto algo curioso pero aún no lograba comprender él que. Salió de la cama furioso consigo mismo y se dirigió a la ducha. A penas eran las tres de la mañana pero sabía que el descanso había terminado.

 

Tras acicalarse y vestirse, tomo su coche para dirigirse a gran velocidad a la comisaría. Gracias a la fluidez del tráfico estuvo en ella en apenas diez minutos. Se sirvió una taza de café y saludo a algunos conocidos del turno de noche para a continuación dirigirse a su despacho. El ordenador no tardo en estar conectado a la red. Introdujo el nombre de su “sospechoso” en el ordenador y busco. Una taza de cerámica se estampó contra la mesa de cedro sobresaltándole.

 

-¿No me digas que no tienes apartamento?- Sonrió traviesa mente el forense de cabellos negros. El agente de la ley bostezo y se acomodo en la silla.

 

-¿Crees que vivo aquí como tú?- Le sonrió y apagó la pantalla del ordenador.

 

-Tengo turno doble; así que decidí salir a dar un paseo antes de quedarme como mis “pacientes”. Allí hace un frío horrible. ¿Cuál es tu excusa?

 

-Tengo un caso que me esta volviendo loco y necesitaba aclarar algunos puntos para poder dormir.- Tomo un sorbo y se relamió al descubrir el capuchino.

 

-Eres demasiado responsable.- Su busca sonó. Se levanto refunfuñando de la mesa y le dio un suave beso en la mejilla.- Espero que no le sigas dando vueltas a aquel infarto, porque créeme que eso me molestaría. Y mucho.- Se despidió con la mano.

 

En cuanto estuvo solo, cerro la puerta echando el cerrojo y bajo las cortinas. Encendió de nuevo la pantalla y abrió el fichero. Se trataba de un caso de muerte accidental. Hacía más de diez años. Un recorte de periódico digitalizado había sido añadido. Era del funeral. Tohma Seguchi recibía el pésame de Usami-san, la actual víctima. Sujeto de su mano iba un pequeño de cabellos verdes que reconoció al instante una gota de sudor se deslizo por su frente.

 

Guardo una copia y apago su unidad. Necesitaba más cafeína o algo más fuerte con lo que calmar sus nervios. Decidió bajar a  la cafetería. Cruzo el pasillo sin darse cuenta de que alguien le seguía. Una figura de largos cabellos estiró su mano para posarse sobre la del detective que se giro sobresaltado.

 

Hiro casi dejo caer su cigarrillo al ver a su compañero a primera hora de la mañana en la comisaría. Era algo sabido por todos que a Sakuma le encantaba dormir. El susto le obligo a volver a la realidad y darse cuenta de que no era un sueño.

 

-¿Qué haces aquí?

 

-La víctima y el fallecido se conocían desde hacía muchos años.- Contesto como respuesta. Hiro le hizo un ademán que le dio a entender que en ningún momento eso había sido negado.-Piénsalo, era un hombre importante de negocios.

 

-Seguchi-san también y su muerte no le beneficia en lo más mínimo. Además perdió a su amante.- Hiro le dedico una mirada “seguroquetuereselmayor” y Ryuichi no pudo evitar sonrojarse.- Es una muerte natural, acéptalo y cerremos el caso.

 Tras el desayuno regresaron al despacho que compartían desde hacía varios meses. Y Hiro abrió el ordenador de su compañero. El propio no funcionaba y aunque era la tercera vez en aquella semana que llamaba al técnico no creyó que funcionaría de nuevo. Miro con curiosidad la fotografía que Ryuichi había guardado y no pudo evitar reír ante la imagen de un niño pequeño vestido con un traje hecho a medida y corbata en color negro. 

-Hiro.- Le reprendió.

 

-Lo siento Ryuichi, pero es que no acabo de encontrar el problema. Muchos hombres mueren de infartos y sus casos son archivados sin investigaciones. Sinceramente me parece que estas paranoico. No hay nada extraño en ello. Cierto que se conocían de antes, pero ¿cómo le pudo provocar un infarto desde los Ángeles?- Le tendió el informe de comprobación de los billetes de vuelo.

 

-Lo sé, pero… tengo la sensación de que hay algo que no esta en su sitió.- Se froto las sienes con fuerza.- Hay algo en ese hombre que no acaba de gustarme. Esa fría sonrisa.

 

-No puedes meter a alguien a la cárcel inventándote un crimen por que no te guste su sonrisa.- Le recriminó Hiro y suspiró antes de añadir.- El crío dijo que era compañero de clase de Ayaka-cha, podríamos hacerla una visita a la salida y sería una casualidad si nos lo encontrásemos para hacerle unas  inocentes preguntas.- La sonrisa de Sakuma se ensancho.

 

Tuvieron que espera hasta que finalizaron las clases. Ayaka Usami no había acudido pero si el muchacho. Salía de las clases una sonrisa en los labios. Junto a él caminaba un muchacho de cabellos rosados que parecía bastante escandaloso.

 

-Podríamos ir a los recreativos.- Decía el pelirrosa con ojos violetas.- O al cine, o a cualquier sitió pero, ¡necesito salir! Mi hermana me esta volviendo loco.- El de los ojos cafés rió.

 

-Suguru.- Le llamo un hombre de cabellos verdes y penetrantes ojos felinos. El muchacho se giro y su buen humor se disipo, solo quedo la sonrisa familiar, algo más tirante que la de su primo.

 

-¿Quiénes son?- Hiro saludo con un gesto de mano quedándose un poco alejado del lugar.

 

-Son policías. Ayer estaban en casa. Mi primo dijo que le preguntaron por el padre de Ayaka.

 

-Vaya yo creía que la había palmado de un infarto al enterarse de que Ayaka se había besado con su profesora de piano.- Se tapó la boca con la mano.- Gomen, supongo que no esta bien decir cosas malas sobre los muertos.- El policía ensancho su sonrisa.- Permítame, soy Shindo Shuichi.

 

-Habíamos venido a ver a la señorita Usami, pero al parecer no ha acudido a las clases hoy tampoco. Supongo que debe ser duro para ella.- Terció Hiro.

 

-Figurese.- Resopló Shuichi.- La pobre es hija única y su madre murió cuando ella nació y por si fuera poco su padre no quería oír hablar de sus gustos sexuales. Lo cual por otra parte es un alivio. En mi caso por ejemplo, desde que dije que me gustan los chicos no hacen nada más que buscarme novio.

 

-Shuichi, ¿podría hacerte unas preguntas a cerca de Ayaka-cha?- Pregunto Hiro acabando con su palabrería. El pelirrosa le siguió al grito de claro.

 

-Lamento que Ayaka no se encuentre aquí deberían probar en su casa.- La sonrisa del adolescente había desaparecido.

 

-Quizás tu podrías hablarme sobre ella.- ¿Crees que podría sacando de sitio la situación?- Los ojos cafés se endurecieron por un segundo.

 

-Su padre acaba de morir. Me parece lo más natural del mundo que la cueste asumirlo. ¿Quiere algo más detective…?, lo siento no recuerdo su nombre.

 

-Sakuma Ryuichi.- Le entrego una tarjeta que saco de su cartera.- La verdad es que quería hablar contigo. Lamento sinceramente lo de tus padres.

 

-Ya se que lo lamenta. Sus ojos cafés sostuvieron la mirada del otro.- Diez años.- Cruzo los brazos, la sonrisa había desaparecido completamente.- Si me disculpa he quedado con mi amigo para ir a los recreativos.

 

-Veo que no te caen bien los policías.- El muchacho suspiro y le miro.

 

-No es que no me caigan bien simplemente, les despreció. Pero supongo que mi primo ya le habrá contado lo de mis padre.- Ryuichi asintió.- Un hombre mato a mis padres y la policía todavía no ha sido capaz de atraparle. Ha si que perdone sino le tengo mucho cariño

 

-Comprendo lo que quieres decir, pero…

 

-¿Pero qué? Lo que significa su placa es impunidad para los crímenes. Los policías se burlan de la justicia que defienden. Un violador sale a las dos horas de la comisaría porque ya tienen sus datos mientras que la persona que ayuda a la víctima vuelve a casa a las seis de la mañana y debe pagar por agredir a un maldito hijo de puta que pegaba a una chica más joven.

 

-Eso no es cierto.- Comenzó Ryuichi y Suguru le miro incrédulo.

 

-¿A no?, busque la ficha policial de Shido, fue hace menos de tres meses. Lo lamento pero no me provoca ningún respeto lo que usted significa.

 

-¿Estás siendo injusto?

 

-¿Qué me dice del asesino del metro? Siete años reducidos a uno y medio por la vida de dos personas. Sinceramente eso no es lo que yo considero justicia. Y menos cuando su asesino había estado tres meses en la cárcel por agresión.

 

-Lo siento.- Dijo con sinceridad.

 

-No necesito su compasión. Deje en paz a Ayaka de una vez. Ya es bastante frustrante tener que enterrar a tu padre como para encima tener que escuchar que le mataron.

 

-¿Yo no he dicho que Usami-san fuera asesinado?- Le sorprendió Ryuichi.

 

-No. Lo he dicho yo. Los detectives de homicidio no hacen preguntas rutinarias. Eso solo existe cuando se supone que hay un crimen. Vamonos Shuichi.- Le llamo con voz cansada y el muchacho hizo una mueca de pena pero lo siguió.

 

-Suguru, ¿Por qué tienes tan mala cara?, ¿ha pasado algo desagradable?

 

-Sí. Eso.- Dijo señalando al peli verde.

 

-Déjame adivinar, cree que eres un metete, loco y payaso.-Dijo el pelirrojo acercándose a él.

 

-En el blanco.- Hiro exhalo el humo del tabaco.- Deberíamos cerrar el caso antes de que el jefe nos mate.

 

-Hiro, ¿nunca has tenido una corazonada?

 

-No, mis deducciones se basan en pruebas físicas. Sino existen evidencias no existe crimen. Así qué, ¿qué hacemos?

 

-Quiero toda la información que puedas reunir sobre Tohma Seguchi.-Su compañero le dirigió una mueca de desesperación.- Y sobre todo de la muerte de sus padre. Quiero saber que papel desempeño Usami.

 Suguru entro en su casa y dejo caer la mochila sobre la cama. Estaba furioso, se acerco a su escritorio y abrió un cajón tan solo un centímetro. Cogió un bolígrafo del escritorio que tenía el capuchón mordido y lo introdujo por un pequeño agujero que había en el bajo del cajón. Una tapa secreta se abrió y miro con atención su contenido. Había una carta perfumada con letra inclinada y clara y un pequeño bote de cristal perteneciente a la muestra de una colonia. El timbre de la puerta de hizo sobresaltarse y volvió a guardad todo en su sitió. Bajo las escaleras y una mueca de repulsión se dibujo en su rostro al escuchar la voz. 

-¿Esta Suguru-kun?- Pregunto el detective de ojos azules. El muchacho bajo las escaleras poniéndose a la vista.- Hola de nuevo.- Sonrió el detective.

 

-¿Ha oído hablar del acoso?- Pregunto con una mueca pícara. El policía se encogió de hombros.

 

-Solo quería disculparme. ¿No vas a invitarme a tomar un té?- Trató de negar con la cabeza, pero se perdió en el hechizo de esos penetrantes ojos azules.

 

-No.- Confirmo después de un rato.

 

-Entonces quizás podamos charlar un momento en otro lugar más apartado.- ¿Qué tal en tu habitación?- El muchacho abrió los ojos aterrado y negó con la cabeza.

 

-Fuera de mi casa.- Chilló.

 

-Eh tranquilo.- Le tomo de la mano para calmarle pero  la reacción no fue la esperada.

 El muchacho se puso a gritar como un histérico. Trato de golpearlo. Se araño la cara y lloro aferrándose a las piernas. El detective no sabía como detenerlo. La mujer que antes le había abierto la puerta se acerco al descansillo junto con un hombre. Ordeno que sacaran al detective de la casa y se sentó al lado del muchacho tratando de calmarle. Ryuichi escucho aún más gritos desde el exterior. Un gran estruendo se formo al golpearse algo cristalino contra la pared. 

No pudo dormir esa noche tampoco. El recuerdo de ese pequeño temblando bajo él le hizo sentirse culpable. Tal vez Hiro tenía razón después de todo  se estaba volviendo loco. Había asustado a un pobre muchacho sin necesidad. Aquel día fue temprano a trabajar. Se quiso servir un café pero su color le trajo recuerdos  nefastos por lo que al final se decantó por leche sola.

 

-Discúlpeme.-Pregunto un hombre con rostro angelical en la secretaría de la comisaría.-¿Dónde podría encontrar al detective Ryuichi Sakuma?- La muchacha contestó automáticamente sin dejar de mirar al hombre.- Gracias.- Se despidió con una sonrisa.

 

Tomo el ascensor hasta el piso tres como le habían indicado. Giro hacía la derecha y paso a través de las mesas de otros policías. Algunos dejaron de trabajar para clavar sus ojos en aquella figura. Su abrigo decorado con pelo en los puños y en el cuello se movía al ritmo que marcaban sus caderas. Sakuma salió de su despacho junto a su compañero. No le dio tiempo a defenderse, un puño fue estampado contra su cara. Algunos compañeros se levantaron para sujetar al rubio, que ahora trataba de patearle. Hiro ayudo a su compañero a levantarse.

 

-Maldito cabrón. Me importa una mierda que seas poli, voy a hacerte pedazos.- Forcejeaba con otros dos agentes.- Te voy a dar tantas hostias que les van a doler hasta a tus nietos.- Ante el alboroto el jefe de la unidad salió para encontrarse con la sorprendente escena.

 

-¿Qué pasa aquí?- Sakuma desvió la mirada al suelo, eso nunca era buena señal.-¿Sabe que golpear a un agente es un crimen penado por la ley?

 

-Y acosar a un menor que es, ¿una diversión?- Se soltó de los guardias bufando y se recolocó el abrigo.

 

-Creo que será mejor  hablar en privado.

 

-No tengo nada más que decirle. Pero si vuelvo a verte cerca de él me asegurare de que ni tu placa te sirva de protección.- Salió del lugar de la misma manera en que había llegado, como un exhalación.

 

-Sakuma, a mi despacho.- Se toco la mejilla y siguió a su jefe.- ¿Qué tienes que decir en tu defensa?

 

-Creo que el caso que se nos encargo se trata de un asesinato perpetrado por él.- El jefe le miro con incredulidad.

 

-Tus vacaciones comienzan ahora. Y no quiero oír un no. Definitivamente Ryuichi, estas demasiado estresado.- Ryuichi quiso protestar pero supo que era mejor no hacerlo. Probablemente todos tenían razón, como bien había dicho Hiro no existían pruebas materiales de los crímenes. Y encima estaba el muchacho.

 

Salió del despacho de su jefe con un único pensamiento en la mente. Guardo sus cosas en una caja mientras escribía el nombre en el registro. Su compañero pelirrojo toco la puerta con los nudillos y entro con su inseparable cigarrillo en la boca.

 

-Hiro, ¿crees que me estoy volviendo loco?- Le miro resignado.

 

-Creo que estas muy estresado. Oye ahora solo trata de relajarte y no pensar en nada más. ¿De acuerdo?

 

-Te juro que no le hice nada, solo hablamos.- Aunque la culpa se reflejaba en su mirada. El pelirrojo le acompañó hasta el coche masajeándole los hombros. Se dieron un apretón de manos como despedida. Hiro regreso a su despacho en cuanto dejo de ver el auto de Sakuma. Descolgó el teléfono he hizo una llamada.

 

-Hola Sakano, necesito un favor. No, no te preocupes no es nada grave. Solo quiero información sobre una persona. Tohma Seguchi, todo lo que puedas encontrar.- Colgó sin dejarle responder sabía que era la mejor forma de obtener resultados.

 

Tohma entro en su casa arrojando el abrigo al piso furioso para después darle una patada. Entorno la puerta del cuatro del pequeño y su rostro se endulzo al ver que dormía. Ese maldito bastardo le había asustado y eso no podía perdonárselo, pero tampoco podía matarle. Se dejo caer en el sofá de su salón privado. Allí era dónde guardaba sus buenos recuerdos. Abrió la bola del mundo y sirvió un Whisky con hielo. Sus pensamientos se perdieron en las fotos que tenía sobre la mesa.

 

La primera por la derecha era de cuando era pequeño, una de las pocas que conservaba de sus padres. Se veían realmente sonrientes. La otra era del nacimiento de Suguru. Era una gran fiesta en su casa, su padre era el único que no salía, debía de haber sido quien tomo la foto. La tercera era de cuando Suguru empezó a caminar. Hacía sol y estaban en el parque. No habían quedado muy bien, pero le encantaba esa foto, le traía buenos recuerdos, al igual que la siguiente; era tan solo de unos meses atrás Suguru estaba tocando el piano junto a él en la fiesta de cumpleaños de Ayaka. Estaba muy elegante con la camisa de color azul oscuro con estampados de flor de lis en oscuro. Unos pasos le sacaron de su ensimismamiento. La anciana ama de llaves abrió la puerta con cuidado.

 

-Señor, Uesugi-san esta aquí.- Sus ojos se deslizaron hasta la última fotografía. Tras ello se levanto y se encaminó a la puerta.

 

-Hola Yuki.- Los ojos dorados de su abogado personal se clavaron en su piel.- Hacía tiempo que no te veía, ¿te quedarás a cenar?- Trataba de entablar conversación, aunque sabía que iba a ser imposible.

 

-¿Creía que me había hecho venir por motivos laborales? - Encendió un cigarrillo y sus ojos otearon la oscuridad buscando algo concreto.

 

-Esta durmiendo ha sido un día muy duro para él.

 

-¿Qué sucedió?- Preguntó sacando su libreta de apuntes Tohma resopló.

 

-Suguru esta siendo acosado.- Espetó amenazadoramente. El rubio abrió la boca sorprendido y a punto estuvo de perder el cigarro.

 

-¿Qué Suguru qué?- Seguchi suspiro con pesadez.

 

-Supongo que leíste lo de la muerte de Usami-san- Yuki asintió en el instante en que la sirvienta traía dos tazas de té al frío e impersonal salón que tan buen conjunto hacía con Tohma.- Se dictaminó infarto, pero no se que diablos se le ha metido a un policía en la cabeza que se presento en el instituto para hacerle unas inocentes preguntas.

 

-Comprendo.

 

-Y luego ese cerebro de pulga con alzehimer le siguió hasta casa y trato de…

 

-…Forzarle…

 

-No, creo que solo quería asustarle. Lo mismo que yo quiero que hagas con él. Asegúrate de que sepa que no se debe jugar conmigo.- el rubio asintió.

  

En un bar a las afueras de la ciudad dos hombres se encontraban tomando una cerveza y un café. El joven de cabellos pelirrojos le dedicó una traviesa sonrisa mientras jugueteaba tocando con su pie las partes íntimas del hombre que no dejaba de sonrojarse.

 

-¡Hiroshi!- Chilló al final el castaño desesperadamente colorado.- Esto no es por lo que has venido, ¿o sí?- Preguntó con un deje de esperanza.

 

-No sé. Eso depende de lo que me hayas traído.- Sonrió picadamente y prendió su segundo cigarrillo.

 

-Eso te matará.- Sacó de su portafolios varios documentos que le entrego.

 

-Me preocupan más las balas que la nicotina.- Contestó revisando los papeles. La colilla cayó sobre la mesa cuando éste abrió la boca sorprendido.

 

-¡Hiro!- Gritó el otro apagándola en el cenicero, por suerte no había llegado a quemar nada.

 

-Realmente Sakano eres sorprendente.

 

-De verdad, ¿eso significa que me das otra oportunidad?- Sus ojos brillaron ilusionados.  

 

-Eres un genio en tu trabajo, pero sexualmente eres peor que un consolador de plastilina.- El pobre hombre sintió desesperarse.- Sin embargo, me encantaría seguir siendo amigos.- Se levanto del asiento para irse.- Te debo una cena.- Le plantó un beso en los labios.- En mi casa el viernes y trae el material escolar que te voy a dar clases nocturnas.- Su rostro adoptó el color del pelo de su amante.

 

Subió a su coche y marco un número en su teléfono. Encendió un nuevo cigarro y volvió a mirar la fotografía de archivo. El rostro y el nombre coincidían, le iba a dar una buena sorpresa a su compañero.

 

En la otra punta de la ciudad el detective Ryuichi Sakuma salió de la ducha corriendo al oír el sonido del teléfono. Se colocó los calzoncillos de color negro con rapidez, mientras tomaba el auricular; sin embargo la comunicaron se corto.

 

-¿Por qué siempre pasa esto cuando has estado a punto de matarte por salir enjabonado?- Suspiro resignado. El aparato se encontraba en la entrada del apartamento. El timbre de la puerta sonó, sorprendiéndole. Apenas en un segundo la abrió, para encontrarse con una figura vestida con unos dockers oscuros y dos bolsas de plástico en sus manos.

 

-¿No vas a ayudarme?- Sakuma no podía salir de su asombro- Bueno al menos apártate que esto pesa.- Tatsuha Uesugi, forense jefe del departamento entro en el apartamento de su amante.

 

-¿Qué haces aquí?- Pregunto sorprendido.

 

-¿No es obvió? Cenar.- Contestó con toda naturalidad.-Espero que te guste la comida china. He traído pollo con salsa de bambú y arroz tres delicias.- Abrió una bolsa y revisó su contenido.- ¿A ver dónde he metido el pan de gambas?

  

La tarde en casa de los Seguchi había transcurrido con casi completa normalidad, a excepción de que casi no había habido conversación entre ellos. Suguru se había alegrado al ver a Yuki, e incluso había abandonado la cueva, como describía Tohma su habitación para unirse a ellos en el salón. Parecía más animado y el humor del rubio había mejorado lo suficiente para invitar al abogado a cenar y evitar tocar el tema de su visita mientras estaría delante el muchacho.

 

-Tohma siento no quedarme pero quede con Ayaka para cenar.- El rubio no pudo evitar sorprenderse, pero sonrió.

 

-Bien no hay problema.- Se alegro de que su primo se hubiera olvidado del incidente de horas antes.- Pero llámame si decides quedarte.

 

-Por supuesto. Ha sido un placer volverte a ver Eiri-san. Espero poder disfrutar más de tu compañía la próxima vez. -Sonrió con dulce nostalgia.

 

-Hasta la próxima.- Le despidió. Sonrió recordando la primera vez que había visto aquel cabello verde. Su padre llevaba las cuentas de su herencia, tras su jubilación él se había convertido en su abogado.

 

-Es sorprendentemente rápido lo que tardan en recuperarse los niños.- Sonrió Yuki antes de acabarse el café dispuesto a marcharse.- Bueno me encargare de todo mañana a primera hora.

 

-Te lo agradezco.- Le estrecho la mano y le acompaño a la salida.- No hace falta que te pida discreción ¿o sí?- El rubio sonrió asintiendo.

  

En el departamento de Ryuichi el teléfono volvió a sonar. El detective se levanto de la silla de madera dejando las gambas de su arroz a merced del gran cazador Tatsuha.

 

-Vuelve pronto o me los comeré todos.- Le amenazo cuando ya le había robado otros dos.

 

-¿A que no adivinas que he averiguado?

 -Sorprendme.- Le reto. 

-No fue Seguchi quien toco en el cumpleaños de Ayaka-chan. Bueno si pero no.- Trato de aclararse.- Seguchi toco, pero su primito también. Obviamente a la prensa no le interesaba nombrar a alguien desconocido y omitieron al pequeño.

 

-Puede que tocara Hiro, pero ya sabes que estoy “de vacaciones”. No puedo volver a su casa e investigarlo. Sabes empiezo a creer que el jefe tiene razón. Lo estoy sacando de quicio. Ese pobre hombre estaba tomándose un té cuando le dio un infarto…

 

-No era té.- La voz de Tatsuha a su espalda le sobresalto.

 

-¿Cómo dices?

 

-Que no era té. Era gazpacho.- Los ojos gatunos le miraron sin comprender.- Sopa de tomate.

 

-Sopa de tomate.- Sin dejar de mirar al pelinegro retomo la conversación con el auricular.- Hiro quiero que vayas a casa de Usami-san mañana a primera hora. Habla con la ama de llaves. Muéstrale una foto del pequeño y pregúntale si le reconoce.

  

-¿Y cuándo diga qué sí?

 

-Que te diga todo lo que hizo mientras estuvo en la casa. Quiero saberlo con todo lujo de detalles.- Colgó cuando le confirmaron los pasos a seguir.

 

-¿Qué pasa?- Pregunto Tatsuha sin comprender.

 

-Creo que realmente si mataron a Usami-san.- Tatsuha bufó y se sentó de nuevo en la silla con los ojos llenos de incredulidad.- Solo escúchame un minuto.

 

-60, 59…- Comenzó la cuenta atrás.

 

-Creo que el primo menor de Tohma Seguchi le asesino.- Uesugi abrió la boca sorprendido.

 

-¿Suggy-chan?, estás loco Ryuichi. Suguru no podría ni matar una mosca.

 

-¿Le conoces?

 

-Claro que le conozco. Mi hermano Eiri es su abogado. Es un buen chico, algo tímido; pero desde luego no es un psicópata.

 

-¿Porqué estás tan seguro?

 

-Yo tengo cinco años de recuerdos para sustentar mi teoría ¿y tú?- Sakuma levanto las manos en señal de rendición.- Y menos mataría a Usami-san.

 

-¿Porqué?

 

-Pareces un niño pequeño con tanto porque. En fin,- Suspiró con resignación.- El viejo defendió su patrimonio cuando sus padres murieron.

 

-Pero dices que tu hermano es su abogado.

 

-Si bueno. Creo que el viejo y Tohma discutieron por algo, no estoy seguro de porque. El caso es que Seguchi le despidió y contrato a mi padre y cuando este murió le toco el turno a Yuki.

 

-¿Cómo puedes haberte enterado de todo eso?- El peli negro sonrió divertido.

 

-Por mi hermana Mika. Durante un tiempo ella y Tohma estuvieron saliendo.- Y de pronto empezó a reírse.

 

-¿Qué tiene tanta gracia?- Pregunto sorprendido ante la reacción.

 

-Es que si conoces a Tohma ya te habrás dado cuenta de que se escora en la otra dirección. Resignada Mika se acabo casando con un norteamericano que esta como una cabra.

 

-¿Crees que Usami y Seguchi pudieron tener una relación?- Tatsuha le miro con cara de asco.

 

-Oye, esto no lo sabe nadie más, pero me parece que Usami prefería los jovencitos.

 

-¿Te refieres a…?- Tatasuha asintió.

 

-A mi de hecho los tratos en una fiesta y sinceramente creo que Tohma se entero de sus gustos y prefirió que Suguru pasara el menor tiempo posible con él.

 

-Sin embargo el pequeño seguía yendo.- El moreno asintió.

 

-¿Es qué no lees los periódicos? Ayaka y Suguru estaban prometidos.- Quería dejarlo totalmente claro antes de que su novio volviera a preguntar.- Hasta que ella se enrollo con Noriko su profesora de piano.

 

-Creo que me duele la cabeza.- Dijo sobándosela.- Es que no me lo puedo creer.

 

-Por fin empiezas a entrar en razón.

 

-Ahora si estoy seguro de que Usami fue asesinado y se como y porque.- Tomo el teléfono y marco el número de Hiro.- Necesito que vayas ahora a casa de Usami-san. Rápido. Tatsuha lo siento pero…- El peli negro le mostró las llaves del coche, tenía la chamarra puesta.- Como quieras pero puede ser peligroso.

 

–Dudo que más que tú.- Subieron al coche y Tatsuha puso la radio para distraerse.

 

Suguru Fusijaki llamo al timbre de la puerta de su exprometida. Una mujer de avanzada edad le miro sin reconocerle. La mujer llevaba sufriendo desde hacía unos años problemas de memoria y casi nunca le reconocía. La sonrío y la recordó su cita con Ayaka. La mujer le dejo pasar después de unos segundos de incertidumbre.

 

-El pianista.- Era la única manera de reconocerlo. La mujer asintió y le permitió el paso.

 

Ayaka estaba tirada sobre la cama de la habitación de su padre. Estaba dormida y Suguru se demoro unos instantes. Con el codo aparto la puerta de la habitación de la muchacha y entro en ella. Despacio sin hacer ruido ni dejar marcas. Abrió el joyero protegiéndose los dedos con un pañuelo abrió el cajón secreto, que no debía conocer y coloco una carta en su interior. Salió de allí sin dejar rastro de su presencia y se sentó al lado de la muchacha acariciándola la mejilla con suavidad hasta despertarla.

 

-Buenas noches campeona.- Le dedicó una sonrisa sincera y ella le abrazo con ilusión.- ¿Has dormido bien?

 

-Sí.- Le dio un suave beso en los labios.- ¿Quieres cenar?- El muchacho asintió.

 

-Claro, ¿y Noriko?- Pregunto a sabiendas de que la muchacha mantenía una relación con su profesora.

 

-La mande a casa hace unas horas. Lleva días aquí y creí que sería bueno que desconectara de mí por un rato.

 

Bajaron a la cocina sin hacer ruido para que los criados no les molestases. Estaban dispuestos ha hacer la mayor locura de sus vidas cocinando por sí mismos. Aunque con algo de trampa, Ayaka encontró una cazuela con los restos de la sopa de tomate en el frigorífico. Pesaba y Suguru la ayudo a dejarlo sobre la mesa. La giro y la beso tiernamente para a continuación morderla la oreja, mientras que a su espalda vertía el contenido de un diminuto frasco de muestra de colonia, ocultando sus huellas con un pañuelo. Ayaka sirvió dos platos que metió en el microondas mientras enviaba a Suguru  a la bodega por una botella de vino. La muchacha miro el frasco con curiosidad y después de estudiarlo lo tiro a la basura. El pitido del grill la hizo sacar los platos y dejarlos sobre la mesa donde esperaban las copas y los cubiertos. El joven de cabellos verdes entro en la cocina.

 

La castaña se acercó a él dispuesta a abrazarle pero el timbre de la puerta sonó sobresaltándoles.

 

-¿Esperas visita?- Pregunto sorprendido el chico, ella negó con la cabeza.

 

-Será mejor que vaya a abrir oba-san cada día esta peor de la memoria. Figúrate creía que habías venido a comer el viernes.

 

-Si, es que ya es muy mayor.- Dijo entre dientes.

 

La muchacha descorrió el pestillo de la puerta principal y asomo la cabeza sorprendida de que el servicio de seguridad no la habría avisado de la intrusión.

 

-¿Sí?- Pregunto mirando al muchacho pelirrojo que se hallaba en la entrada.

 

-Disculpe que la moleste a estas horas Ayaka-chan, ¿puedo llamarla Ayaka-chan?- La muchacha le miro entrecerrando los ojos.

 

-Hiro-chan.-Dijo ella en burla.- ¿Qué le trae por aquí?

 

-¿Sigue colando lo de investigación rutinaria?

 

-No.- Le corto la broma el adolescente peliverde.- ¿Qué pasa se turna con su compañero para acosarme?- El pelirrojo le miro con una pícara sonrisa.

 

-Realmente solo estaba aquí para impedir que mataras a otra persona.- La voz de Sakuma sonaba fría detrás de la puerta.

 

-¡Usted!- Fujisaki dio un paso atrás sorprendido.- Esto ya es demasiado voy a llamar ahora mismo a mi primo.

 

-No lo hagas Suguru.- La voz de Tatsuha le sorprendió.

 

-Tu no has hecho nada malo, no tienen nada por lo que acusarte.

 

-Claro que sí.- Apunto Sakuma.- Y si nos permite pasar se lo contaremos todo.- Ayaka se aparto de la puerta con un gesto de permisión.

 

-Íbamos a cenar, pero supongo que puede esperar.- Les acompañó al salón y sin ofrecerles ningún refrigerio les exigió saber que les traía a su casa.

 

-Estamos seguros de que su amigo asesino a su padre.

 

-Si claro, ¿y también creen que tuve algo que ver con la desaparición de las armas de destrucción masiva en Iraq?- Espeto sarcástico.

 

-No intentes negarlo. Hasta hace unas horas no estaba seguro de que era lo que desentonaba en aquella habitación, pero lo comprendí esta noche.- Tatsuha lo miraba ofendido desde un sillón.- Cuando tus padres murieron la empresa de tu primo aún no había nacido. Fue pocos meses después gracias al capital invertido que te dejaron.

 

-Dígame algo que no sepa.

 

-Lo lamento señorita Usami pero esto va a ser duro para usted.- Sus ojos viajaron de la chica al chico.- Su padre tenía debilidad por los jóvenes y se mostró de acuerdo a defenderle- Señaló al peliverde.- sin cobrar por sus servicios. Al menos eso pareció en ese momento. Estoy seguro de que después de ganar el caso quiso sus honorarios y tratándose de un pederasta, es obvio lo que pidió.- Hiro se levanto de la mesa y comenzó a husmear por la casa.- Su primo entendió lo que ocurría y lo alejo de usted como pudo, pero cuando creció y Ayaka le volvió a ver en el instituto estoy seguro de que comenzó a tener confianza para hacerle venir a casa y estar a solas con él.

 

-Eso es enfermizo.- Grito la mujer al borde del llanto.

 

-No señorita es la realidad. Estoy seguro de que él se propaso con usted y por ello ideo el plan perfecto para asesinarle.

 

-¿A sí? ¿y cómo se supone que lo hice? ¿Le llame por teléfono y le grite que estaba embarazado? Por favor…- Dijo con exasperación.

 

-No le enveneno. Y lo hizo muy bien por cierto. Acepto una cita a solas con él para cenar y allí lo enveneno. Gracias a la sopa de tomate y al ácido eicosenoico.

 -¿A qué? 

-Puedes fingir lo que quieras pero te he cazado.- Suguru aplaudió.

 

-Bravo detective, es usted un gran guionista. ¿Va a venderle la idea a Hollywood?

 

-No bromees conmigo muchacho.

 

-Entonces parase a pensar en un punto realmente importante, como diablos voy a envenenar a alguien y que eso pueda pasar por un infarto.

 

-El ácido eicosenoico y la sopa de tomate producen un efecto que provoca un infarto de miocardio.- Aclaro Tatsuha sorprendido.

 

-Ah.- Suguru le miro asombrado por la explicación, realmente parecía que no sabía de lo que hablaban.- ¿Y de dónde voy a sacar yo ese ácido?, ¿Por qué dudo que lo vendan en farmacias?

 

-Del laboratorio del instituto.

 

-Fantástico, pero hay un pequeño problema. Yo no estudio ciencias. Hago letras, latín, arte y geografía. Lo único de la rama de ciencias que tengo son las matemáticas.

 

-Internet.- Apunto Ryuichi.

 

-Oiga ¿que problema tiene conmigo? Yo no he hecho nada. Tuve que hacer letras por que soy un negado para las fórmulas. Consulte mis notas siempre aprobaba con cinco y porque Ayaka me ayudaba.- En ese instante los ojos de los dos adultos se cruzaron para mirar a la muchacha que se cubría la cara con las manos.

 

-Ayaka ¿estudias ciencias?- Pregunto Tatsuha.

 

-Sí, pero yo no…- Se levanto asustada.- Yo no he hecho nada.

 

-Jefe.- Grito Hiro entrando en el salón.- He encontrado este bote en la basura y hay sopa de tomate de cena.- Suguru miro al pelirrojo y luego a la muchacha sin comprender.

 

-Ayaka, ¿qué ibas a hacer?- Pregunto en un susurro.

 

-Señorita Usami-san queda detenida por el asesinato de su padre y por el intento de homicidio de Suguru Fujisaki.- Dijo Ryuichi casi sin voz.- Hiro llama a la comisaría, quiero un análisis toxicológico del bote y la comida.

 

-Suguru yo no he hecho nada. Ví ese bote en la cocina lo juro. Solo lo toque para tirarlo. Yo no he hecho nada.- El muchacho se alejo de ella asustado mientras Hiro la esposaba.

 

Tohma Seguchi llego por la mañana junto a su abogado para encontrarse con las sinceras disculpas del jefe de la unidad de homicidios.

 

-Lamentamos sinceramente todos los problemas que les hemos causado. Su primo obviamente ha sido exculpado de toda duda.

 

-Eso espero.- Dijo Tohma serio.- Pero, me interesaría saber que diablos ocurrió.

 

-La señorita Ayaka sufrió abusos sexuales por parte de su padre, durante su infancia. Ese fue su móvil, en estos momentos esta con un psicólogo, no creo que fuese completamente consciente de lo que hacía. Sus huellas fueron encontradas en el arma del crimen. También encontramos una carta en su joyero que ha sido comparada con la letra de sus exámenes por nuestros peritos. En ella relataba como había llevado a cabo el asesinato de su padre y que no podía soportar la culpa. Tenemos razones para creer que iba a suicidarse de la misma manera esa noche y probablemente si mis hombres no habrían intervenido su primo habría sufrido la misma suerte.

 

Tohma estrecho la mano del hombre y después se dirigió hasta los pasillos donde su primo le esperaba con los codos apoyados en las rodillas. Había estado llorando aunque no había aceptado ningún calmante. Un hombre estaba parado a su lado, su cabello verde era distinguible a varios metros a pesar de las gafas de sol.

 

-Señor Seguchi.- Se retiro las gafas para encararlo.- Lamento enormemente todos los problemas que le he causado.

 

-Usted le salvo la vida a mi primo. Supongo que quedamos en paz.- Le tendió la mano que el otro no dudo en estrechar antes de salir del lugar abrazando al peli verde. El adolescente miro hacía atrás para encontrarse como dos agentes femeninas se llevaban a una drogada Ayaka. Hiro se unió a su superior.

 

-Estaba tan convencido.- Dijo en un suspiro.- Tan convencido que me quede ciego. Tenía delante la verdad y no fui capaz de verla.

 

-No fue culpa tuya.- Le reconforto.- Por lo menos te diste cuenta de que pasaba algo extraño. Y ni siquiera fui capaz de eso.

 

-Estuve a punto de meter en la cárcel aun inocente. Recuérdamelo la próxima vez que me embale.- Dijo chocándole la mano.

  

Tatsuha Uesugi dio un salto al descubrir la puerta de su casa mal cerrada. Entro con cuidado de no hacer ruido y miro en todas direcciones. Los rayos argentos de la luna se colaban por las ventanas produciendo un precioso efecto sobre la figura que le esperaba recostada en tu salón.

 

-¿Sabes el susto que me has dado?- Dijo dando la luz.

 

-Deberías ser más amable Tatsuha, cualquiera que te oiga pensara que no te alegras de verme.- Dijo con una sonrisa el adolescente de cabellos verdosos.

 

-¿Y debería alegrarme? He hecho todo lo que me has pedido. ¿Qué más quieres de mí? He cumplido con mi parte del trato.- Se dejo caer en el sofá al borde del llanto.

 

-Shhh. Ya lo sé Tatsuha.- Le acarició la mejilla derecha.- No te preocupes solo he venido para darte las gracias.- Coloco sus delgados brazos alrededor del cuello del castaño.- Todo esta olvidado. Estás perdonado.-Le dijo al oído.- Ni Tohma ni Yuki deben saber nunca lo que sucedió.

 

Le lanzo un beso a modo de despedida antes de salir del lugar. Y Tatsuha no pudo evitar sentir aquel frío en el estómago idéntico al diez años atrás.

 

Aún recordaba la noche en que había desobedecido a su padre. Había ido a una estúpida fiesta del instituto y bebió demasiado. Sus ojos se cerraban ajenos a su voluntad; a penas se dio cuenta de que había invadido el carril ajeno. Las luces cortas de un pequeño coche de color rojo. Escucho el grito de una mujer y le pareció ver como un hombre giraba el volante.

 

En una reacción natural golpeo el freno y su cuerpo se lanzo hacía delante, pero el cinturón de seguridad funciono repeliendo el ataque y produciéndole una quemadura que aún hoy, aunque con esfuerzo, era distinguible. Salió del coche suplicando que nada malo les hubiera ocurrido y se encontró con la peor noticia. Un hombre de treinta y pocos años tenía la cabeza incrustada contra el parabrisas; a su lado una mujer con una gran herida en la cabeza tenía el brazo partido hacía la espalda y a pesar del dolor buscaba con él algo. El adolescente miro la imagen espantado. La sangre manchaba el vehículo y un pequeño fuego amenazaba en el destrozado motor.

 

-Mi… ni…o- Susurro la mujer con espanto, mirando las llamas.- Mi...- Trato de hablar pero una flema de sangre se lo impidió. Los ojos negros del muchacho se giraron hasta la parte trasera del coche.

 

Abrió la puerta y vio a un niño pequeño en una silla especial para el auto. Sus ojitos cafés estaban empapados de lágrimas, estaba completamente aterrorizado. Sin pensarlo soltó los amarres que sujetaban al pequeño y lo montó saco. Un grito femenino le hizo saber que el coche estaba a punto de saltar por los aires. Corrió con el pequeño en brazos hasta su coche. Y condujo hasta  unos metros más lejos hasta un teléfono de ayuda en carretera. Lo tomo con la manga de la chaqueta.

 

-Ha habido un accidente de coche.- La voz de la telefonista le pedía calma y le aseguraba que la ayuda estaba en camino.- Aquí hay un niño pequeño. Y esta solo- Le paso el auricular al crío y volvió a montarse en el coche y salió d a toda pastilla.

 

Había olvidado el incidente hasta que su hermana Mika se había comprometido con aquel extraño hombre. Tohma Seguchi y a aquel pequeño de diez años que vivía con él. Un pequeño de cabellos verdes que reconoció al instante y comprendió por su mirada que ese sentimiento era correspondido. Sin embargo el pequeño no hizo ningún solo movimiento para delatarle y eso le hizo suspirar aliviado. Hasta aquella noche.

 

Fue en el aniversario del dieciseisavo cumpleaños de Ayaka Usami. Su hermano y el fueron invitados a la fiesta que se dio en su nombre y allí pudieron disfrutar de un concierto a piano en el que Tohma Seguchi interpreto algunas magníficas piezas tanto clásicas como modernas. Sin embargo una de ellas fue interpretada junto a su primo. Un ritmo difícil con constantes cambios que lleno la sala de aplausos. Usami se acerco para felicitar al menor y comprendió que algo iba mal.

 

A las nueve de la mañana del día siguiente lo encontró en la puerta de su casa.

 

-Tatsuha Uesugi.- Repitió el nombre como quisiera memorizarlo. -¿No vas a invitarme a pasar?- El moreno asintió.

 

-¿Qué haces aquí?- Pregunto casi sin aliento el peli negro.

 

-¿No es obvio? Cobrar tu deuda.- Tatsuha trago saliva.- Me debes una.

 

-Fue un accidente.- Se excuso.

 

-Nos abandonaste en la carretera.- Sus ojos verdes le miraban fríos.- Vamos, sabes que me lo debes. ¿Quieres qué se acaben tus pesadillas?

 

-¿Cómo sabes que yo…?

 

-Llevas esperando el perdón diez años Tatsuha. Y yo te lo daré a cambio de un pequeño favor.

 

-¿Qué favor?

 

-¿Recuerdas nuestro último encuentro en casa de Usami-san?- Uesugi asintió.- Ese hombre es odioso dice que cuando era pequeño el se ocupo de que la familia de mi padre no me quitase la herencia. Dice que tengo que pagarle por ese favor. Dice que sabe lo mío con Tohma y que ira a la prensa sino lo hago.-Cruzo las piernas sentándose en el sofá.

 

-Pero…

 

-Pero yo creo que no le debo nada. Dentro de tres días Ayaka ira a dormir a casa de una amiga y yo cenaré con él. Así que dime Tatsuha Uesugi, ¿cómo puedo matarle sin que la policía lo descubra?

 

-¿Cómo?-Se levanto de un respingo.- Estás loco. ¡Yo no puedo ayudarte a cometer  un crimen! Ahora soy forense trabajo para la policía.

 

-Por eso te lo estoy preguntando a ti.

 

-No soy un asesino.

 

-Pues lleva dos en tu haber.- Le recordó a sus padres.- Así que, ¿cómo puedo hacerlo?

 

-Sopa de tomate.- Contestó al cabo de unos minutos y Suguru le miro sin comprender.- Si a eso le hechas ácido eicosenoico provoca en la víctima un infarto de miocardio. Lo cogeré del laboratorio y te lo entregaré mañana. Pero no aquí, nos veremos en el templo.

 

-Entonces hasta mañana.- Le dio un suave beso en la mejilla. Mientras sacaba el móvil dispuesto a llamar a su cita y pedirle aquel extraño platillo.

 

Casi no podía creer todo lo que había hecho y dicho para asegurase su propia vida. Suspiro sonoramente mientras veía  como aquel muchacho estaba acercándose ala puerta para desaparecer para siempre de su vida.

 

-Espera.- Le llamó.- Aún no me has dicho porque has involucrado a Ayaka-chan en esto.

 

-Éramos ella o yo.-Contesto con una fría sonrisa.- No te confundas es cierto que tenía un plan alternativo por si algo salía mal. Pero esperaba no tener que utilizarlo. Así que no me obligues a poner en marcha el que tengo preparado para ti por si te portas mal.

 Lo último que vio de él fue esa fingida sonrisa y la frialdad en sus ojos oscuros. Y no pudo evitar sentirse responsable de los actos que aquel horrible accidente había provocado. Con una sonrisa volvió a suspirar a fin de cuentas el único crimen del que sentía culpable le había sido perdonado. Tomo el teléfono móvil y marco el número de Sakuma. Después de todo, ¿porqué no iba el poder seguir con su vida como si nada hubiera pasado? Si ya lo había vivido diez años con ese secreto podría guardar otro igual hasta el final. 
Notas finales: Este fanfic lleva dando vueltas en mi cabeza desde que acabe de escribir "el coleccionista de muñecas" en Yami no Matsuei pero no acababa de gustarme como quedaba, hasta hoy. Quiero darle las graicias a Arashi Nobutada que me animo ha hacerlo. Ya se que ha tardado en llegar, pero espero que te guste.

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