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Antidote por Riku Lupin

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Notas del fanfic:

¿Leed y no me matéis? XD

Notas del capitulo: La li lo la li lo! ~

~ Como hace muy poco que publiqué este one-shot dejo los mismos comentarios que puse en su momento XD ~

 

Historia escrita en un momento de inspiración. No quiero enrollarme demasiado así que… vamos a ello ^.^

 

Espero que os guste, y como siempre (todas mis historias menos una son así) es un yaoi/slash, o sea, que contiene relaciones entre chico/chico (no necesariamente explícitas, sexualmente hablando, como en este caso).

 

Disfruté escribiéndola durante dos mañanas harta de tanto estudiar y sin complicarme demasiado la existencia ;)

 

 

 

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ANTIDOTE

 

 

 

Hacía un mes que su mejor amigo le había confesado, junto a su peña (NA: grupo de amigos), que era gay y ahora se encontraba delante de él, con algo que decirle y sin saber muy bien cómo…

Mientras el otro le miraba con rabia.

 

Y recordó como había llegado a todo aquello…

 

La verdad es que cuando lo dijo ese día lo primero que le vino a la cabeza es que Eduardo estaba de broma, como siempre. Era el bromista del grupo. Pero al ver su posado tan serio, y preocupado, supo que lo estaba diciendo en serio.

 

Y no reaccionó. Vio como los demás le daban palmadas en la espalda diciendo que qué importaba eso, que era genial, que ahora podrían tener más puntos de vistas diferentes y que ya no se llevaría a sus enamoradas, cosas así… Y vio también como Edu le buscaba con la mirada, buscaba una respuesta de él, de su mejor amigo.

Y apartó la vista. Le giró la cara.

 

A pesar de eso Marcos, al día siguiente, se comportó con naturalidad. Fue a buscar a Edu a su casa (vivía a cinco minutos de la suya) y fueron andando juntos hasta el instituto.

Eduardo, unos ocho centímetros más bajo que Marcos, intentaba mantener una de sus típicas conversaciones sin demasiado sentido, por eso eran amigos, pero Marcos sentía que, a la vez, seguía pidiéndole con la mirada que le dijera algo, que le dijera que… que no importaba que fuera gay, que le gustaran los chicos.

 

Y Marcos no podía decirle eso, porque no podía mentirle. No a la cara al menos. Así que seguía evitando mirarle a los ojos.

 

Dos días después, siendo sábado, Marcos, sin ningún apetito, tuvo que ir hacer la compra por encargo de su (malvada para él) madre.

Al girar una esquina vio como, en la otra acera, su amigo hablaba animadamente con otro chico. Le sonreía e incluso, a vista del más alto, parecía que le coqueteara. ¿Estaría liado con ese? ¿Qué harían cuando estaban juntos?

 

Marcos regresó a casa sin haber hecho el encargo y con cosas en la cabeza que no quería pensar.

Entró en su cuarto ignorando los gritos de su madre, cerró la puerta con el pistillo y se dejó caer encima de la cama, cansado.

¿Quién era ese tipo? No lo conocía… ¿Desde cuando su mejor amigo era gay? ¿Desde cuando no se lo contaban todo? ¿Desde cuando iba con gente que no fuera él o gente que él conociera?

 

Una extraña rabia, con un poco de soledad escondida, le recorrió todo el cuerpo y decidió quedarse allí.

 

La verdad es que no se entendía… Nunca le había importado que alguien fuera homosexual o no, incluso le encantaban las pelis porno de lesbianas. ¿Por qué ahora se comportaba así? ¿Era por qué ahora le tocaba de cerca?

Podía ser…

 

Pasaron dos semanas y sus dudas seguían igual, y seguía sin poder estar con normalidad junto a él. Seguramente por ese motivo éste se había cansado ya de insistir, y ahora habían llegado al punto de incluso ignorarse.

¿Cómo habían llegado hasta ese punto? Aunque claro… la culpa era completamente suya, tal y como le decían sus amigos.

 

Le preguntaban constantemente qué le pasaba… que si era porqué Edu era gay, que no pensaban que yo fuera así, que no se lo esperaban, bla bla bla.

¡Estaba harto de escucharlos!

¡¿Se creían que todo eso él no lo sabía?! ¡¡Él era el primer sorprendido por su homofobia inesperada!!

 

Pero en dos semanas había descubierto algo… Lo que más rabia le daba del asunto es que Eduardo le hubiera ocultado algo así. Se lo contaban todo, lo sabían todo el uno del otro… O eso creía.

Lo conocía desde que tenía tres años y coincidieron el primer día en parvulario, y ahora se sentía… Traicionado. Aunque no tuviera derecho a sentirse así.

¿Habría besado ya algún hombre, a algún chico, tal y como le había visto hacer con alguna que otra chica?

 

Y al pensar eso su rabia aún se hacía mayor. ¿Solo había hecho todo eso para mantener su mentira de que era hetero o es que realmente no sabía que era gay aún? ¿Y desde cuando lo sabía?

 

¿Por qué? ¿Por qué no se lo había contado? ¿Por qué lo había hecho delante de todos? ¿Por qué no se lo había contado primero a él? ¿Como siempre?

 

A la tercera semana su madre lo acorraló a una de sus infernales conversaciones de: soy tu madre, se que te pasa algo, cuéntamelo que puedo solucionarlo todo. Odiaba esa maldita costumbre suya.

Pero total, ¿qué podía perder esta vez contándole lo sucedido? Tal vez ella si que lograra saber lo que le pasaba…

 

Y se lo contó, le contó que Edu le había dicho que era gay, y como se había sentido. Como se sintió cuando lo vio con ese otro chico y como se sentía cada vez que el otro le miraba a los ojos buscando una respuesta. Y como ahora ya ni siquiera se hablaban…

Como respuesta su madre hizo algo que hacía años que no hacía, le pegó un buen bofetón en toda su mejilla izquierda.

 

Lo tachó de tonto, de corto, y se puso a gritar a Dios que por qué le había dado un hijo tan estúpido. Pero al seguir viendo la cara de confusión de su hijo la mujer se volvió a sentar a su lado, lo miró a los ojos (haciendo que el chico sintiera que le atravesaba), le cogió de las manos y le dijo: “Hijo, eres gay”.

 

La cara de estúpido de Marcos en ese momento hubiera sido mítica y objeto de burlas si alguien lo hubiera fotografiado en ese momento.

Pero solo estaba su madre, que esperaba pacientemente la reacción de su hijo, que no tardó en llegar.

 

.- ¡¡¿Es que te has vuelto completamente loca por fin?!! ¡¿Qué madre  en su sano juicio le dice eso a su hijo?!

.- Una buena madre, supongo – dijo sonriendo.

.- ¡¡No estoy para gilipolleces!! No se ni para qué te cuento nada…

.- Cariño, piénsalo bien. Os he visto juntos, como estáis, que hacéis, y como os miráis… Lo que no sabía es que no te dieras cuenta tú…

 

He intentó acariciarle la cabeza como hacía cuando era pequeño, pero su hijo se apartó, se fue a su cuarto y cerró la puerta de un portazo.

Ella suspiró cansada mientras miraba preocupada una fotografía donde salían los tres, su hijo, su difunto marido y ella.

 

Marcos se dejó caer sobre la cama (que costumbre había pillado con eso) y, durante más de dos horas, buscó motivos por los cuales él sabía que no era gay.

 

1.- (Y el importante) Le gustaban las mujeres.

2.- (Consecuencia) Le ponían las chicas, y las pelis porno heteros.

3.- … No había tercera.

 

Pero pasado el tiempo se planteó aquello que no quería ni pensar… ¿Le ponían los tíos? Bueno… Nunca se lo había planteado antes.

Se incorporó de un salto y se sentó delante del ordenador.

 

Cinco horas después y con mucho sueño Marcos tuvo que reconocer que gay no era, pero bisexual podía ser que sí.

 

Durante todo el rato había estado buscando y descargando fotografías, películas,… lo que fuera, pero todo gay. Le había sorprendido ver la cantidad de cosas que había, sobretodo de dibujillos y cosas así… Incluso se había registrado en un foro para poder ver una sección solo para miembros.

 

A pesar de lo incómodo y, sinceramente, asqueado que se había sentido al principio por ver cosas así se dio cuenta de que no le apasionaban, pero tampoco le habían parecido desagradables e incluso se había sentido excitado por algunas.

 

Lo que sí que sacó en claro es que, cada vez, pensaba en Eduardo, y cuando lo hacía los retortijones desaparecían.

 

Le… Le gustaba su amigo.

Y se había portado fatal con él.


 

 

Y allí estaba. Había estado aún unos tres días resistiendo todo aquello… o intentando hacer ver que no era así, pero al ver a su amigo charlando íntimamente (demasiado) con un chico en los pasillos del insti se lo había llevado a rastras de allí hasta el patio trasero, donde ahora estaban solos.

 

.- ¿Quién era ese? – preguntó algo (mucho) celoso.

.- ¿Y a ti qué coño te importa? – respondió con claro resentimiento en la voz. El alto le miró de mala manera.

.- Soy tu amigo. Tu mejor amigo, Creo que merezco saberlo.

.- ¡Ja! ¿Amigo? No me hagas reír… ¿Hace cuanto que no me miras a la cara?

.- Un asqueroso mes – respondió con sinceridad – Pero ahora quien no me mira eres tú – dijo intentando que el otro le mirara.

.- Es que creo que si lo hiciera vomitaría – susurró lo bastante fuerte para que el otro lo oyera. A Marcos eso le tomó por sorpresa. ¿A qué se refería? Tal vez… ¿tal vez el otro sabía que le gustaba? Y eso le asqueaba…

 

¡Ahora sí que había logrado cabrearlo! ¡¡Mucho más que cuando se enteró que no le había contado algo tan importante!!

 

Lo cogió por el cuello ahogándolo y lo empujó contra la pared mientras veía su cara de dolor.

 

.- ¿Vomitarías? ¿En serio? – Edu forcejeaba mientras Marcos le obligaba a mirarlo cogiéndole del mentón. - ¿Está bien que otros coqueteen contigo pero si a mi me gustas no? Si tanto asco te doy, ¿por qué coño ibas conmigo?

 

Eduardo, al oír aquello, paró de resistirse, y lo miraba sorprendido. ¿Qué… qué acababa de decir?

 

.- Pe-pero… ¿Qué quieres de-…? – la pregunta murió en su boca, o en la de su ex-amigo, no estaba demasiado seguro de eso. El otro se había lanzado hacia él y le besaba con rabia, y con tanta fuerza que dolía.

 

Lo aplastó contra una de las paredes haciendo que abriera la boca por el dolor, cosa que el otro aprovechó para introducir su lengua en ella y explorarla. Pero lo hacía tan a lo bruto, tan a lo bestia, que no se acababa de sentir a gusto con todo aquello.

De pronto el alto se separó, y lo miró dolido.

 

.- Sabes, haz lo que quieras. Lígate a todo el colegio si te place, tírate a desconocidos y cuéntamelo todo si quieres, pero si vuelves a decirme que te doy asco te juro que te parto la cara…

.- Es-espera, espera… - aún le costaba un poco respirar, y Marcos seguía demasiado cerca suyo como para pensar con coherencia.

.- No quiero oírlo. Y punto. Solo te estoy pidiendo esto, que me mientas en cuanto a esto. No quiero volver a sentir lo que acabo de sentir.

.- Pero… en serio yo no…

.- Que no digas nada. Piénsatelo, ¿vale? Y si no lo soportas… Pues seguiremos ignorándonos y… Bueno, eso. – la idea no le complacía en absoluto, pero era la única salida que veía.

.- Yo…

.- Que no.

.- Pero te intento decir que no…

.- Coño, que no digas nada.

.- Pero…

.- No.

.- ¡¡Déjame hablar joder!! – al ver la intención del otro de volver a interrumpirlo tapó su boca. - ¡Que te calles te digo! – Marcos miraba a Edu sorprendido. Al final accedió y asintió con la cabeza. – A ver… ¿De dónde has sacado tanta tontería? – el alto lo miró interrogativamente. – Marcos… No me das asco. Se lo que he dicho – dijo otra vez impidiendo que el otro le cortara, y apretando más su mano contra su boca -, pero era más bien refiriéndome a lo que te pasaría a ti que a mí. Desde que os dije que era… bueno, desde que dije que me gustan los chicos has estado ignorándome. Has pasado de mí, y no soy tonto, porque no. No sabía que eras tan homofóbico, sino no te lo hubiera dicho… te lo aseguro. Perder tu amistad era lo que me tiraba más para atrás de contaros o no sobre mis gustos, y ya ves que ha pasado. Aunque no sabía que fueras tan retorcido, besándome por venganza, diciendo que te gusto… - sentía ganas de llorar, pero eso nunca lo haría. ¡Ni loco! Podía ser gay, pero su orgullo masculino seguía intacto, y así quería que siguiera. - ¿Dejémoslo, de acuerdo?

 

Finalmente sacó la mano, permitiendo que el otro, si quería, pudiera decir algo. Marcos miraba a Eduardo muy sorprendido.

“A ver… recapitulemos” pensó éste, intentando aclarar sus ideas lo más rápido posible.

 

.- Eduardo, no soy homofóbico. No lo he sido nunca – dijo ordenando aún sus ideas en la cabeza. Éste le miró con una ceja alzada, con clara señal de que no le creía. – Lo que me ha estado molestando este mes no es que te vayan los tíos, ni mucho menos, sino que no me lo dijeras. Estoy seguro de que hace tiempo que lo sabes… - el bajo apartó la mirada. – Y hasta ese momento no me habías contado nada. Ni lo habías insinuado… Y lo dijiste delante de todos, dejándome como un estúpido. Creía que entre nosotros… Bueno, que éramos como hermanos, que nos lo contábamos todo.

.- Los hermanos no se lo cuentan todo Marcos.

.- Ya sabes a lo que me refiero – respondió mirándolo seriamente. – Encima, después de decir eso – siguió – cada vez que te veo con un tío… Salto. Y hasta que mi madre no me dijo aquello no me di cuenta.

.- ¿Darte cuenta de qué? ¿Qué te dijo? – conocía a la madre de Marcos muy bien. Esa mujer no estaba del todo cuerda, y podría haber dicho cualquier cosa.

.- De que me gustas – dijo por segunda vez, pero esta era distinta. En esta… Edu casi podría creerle.

.- ¿Qué has almorzado hoy? – dijo medio sonriendo con burla.

.- Nada. Te lo digo en serio, me gustas. Cuando te veo con otro o con otra siento celos, no quiero que te separes de mi y tengo unas horribles ganas de besarte (NA: y más, pero no es plan que se lo diga) cada vez que te veo que no te las puedes ni imaginar.

 

Eduardo se había sonrojado, muchísimo, provocando en el más alto que las ganas de besarlo aumentaran.

Pero no quería ganarse un puñetazo de su amigo (que a pesar de ser más bajo y parecer poca cosa tenía una fuerza considerable), ya había hecho bastante besándolo antes (al recordarlo puso cara de estúpido durante dos segundos, a pesar de que no era el tipo de beso que quería darle).

 

.- Yo… - empezó Edu, mientras le cogía de la camiseta tirando un poco de ella. – No es que no confiara en ti, Marcos, en serio. Yo… - ¡Buf! ¿Cómo se lo decía sin sentirse estúpido? Admiraba la sinceridad despreocupada del otro.

.- ¡Jajaja! – Marcos no resistió el reírse, ganándose una mirada reprobatoria de su… ¿otra vez amigo? – Es que… tendrías que verte la cara. ¡Ni que fueras a decirme que estás enamorado de mí!

 

Eduardo alzó la vista y lo miró sorprendido, luego se sonrojó muchísimo para, finalmente, apartarla y mirar al suelo demasiado concentrado. En ese rato lo había soltado y ahora era su camisa con la que jugueteaba con las manos.

 

Marcos observó, atento, toda aquella escena que se le presentaba. La verdad es que siempre le habían dicho que era un poco tonto para captar los sentimientos de los demás, siempre que le pedía para salir alguna chica y días después ésta le confesaba que llevaba meses observándole, colgada de él… Se sorprendía. Y al contárselo a sus amigos estos se reían de él, ya que ellos si lo habían notado. Pero esta vez era distinto… ¡Estaba claro! ¡Y no podía creérselo!

Edu… le quería. Era más que obvio, aunque eso hiciera que él se avergonzara también. Y pusiera cara de estúpido. Y se imaginara a ellos dos en… ¡Mejor no seguir pensando!

 

.- Edu… - susurró, en un burdo intento de que su “amigo” alzara la vista y lo mirara, cosa que no consiguió. – Edu… - repitió, ahora obligándole a mirarle cogiéndole de la barbilla (esta vez suavemente). - ¿Me quieres?

.- Yo… - En ese momento el más bajo tendía unas ganas locas de estrangular aquel que estaba en frente suyo. ¡¿Cómo podía preguntarle algo así?! ¿Es que quería matarle? ¿Ahora tenía que decir un “¡Oh sí Marcos! ¡Llevo siete jodidos meses enamorado de ti, o sabiendo que lo estoy! ¡Cada vez que me la casco pienso en ti y al imaginarte, o verte directamente, con otra tía me pone enfermo!”? Difícilmente él diría algo así… Era demasiado embarazoso. Su amigo podía ser lo valiente que quisiera en cuanto a palabras, pero lo suyo era más de…

.- ¿Me quieres? – repitió el chico, empezándose a preocupar. ¿Y si le decía que no? ¿Y si lo había malinterpretado? Podría ser que…

 

Pero éste, poniéndose un poco de puntillas, llegó hasta a él y le dio un pico. Marcos le miró, como buscando algo en su mirada, y al final sonrió como un estúpido enamorado, y lo abrazó con fuerza, ganándose un pequeño sonido de sorpresa y dolor de su ¿novio?

 

.- Yo también te quiero Edu. De verdad que lo hago.

 

 

Dos semanas después se sintieron lo suficientemente seguros, y lo suficientemente valientes, como para decirles a sus amigos que salían juntos. Por lo que cabía, se lo tomaron bastante bien.

 

Definieron su relación como el “antídoto” perfecto. Si ya no podían ser amigos ni hermanos, que fueran novios, o amantes.

 

 

 

 

 

 

FIN

 

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Muy sencillita, pero me gusta así. Ha sido muy divertida escribirla, y muy fácil, la verdad. He terminado cogiéndole cariño a Marcos y Eduardo, a pesar de que en la historia no se vea muy claro sus caracteres en mi mente están muy definidos.

¡Se os quiere chicos!

 

 

Espero que os haya gustado aunque sea solo un poco ^^

 

 

 

 

 

Byby of Riku Lupin

Notas finales:

Como siempre... ¿Reviews?

¿Tomatazos? XD

 

 

 

~ NOTICIA: he empezado ha hacer unos drabbles con este par de protagonistas... ¡Sht! ¡No digáis nada! ¡Que esto no lo sabe nadie! XD 


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