Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Porque estoy besándote... por suzu

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Algo que salió del baúl de los recuerdos, más conocido por el sobrenombre de "carpeta de acabados y olvidados". Hasta que alguién lo rescató de debajo de pilas y pilas de bytes en forma de escritos sin pies ni cabeza, y decidió que lo publicara. ¿Nunca habéis sentido un par de ojos clavados en vuestra nuca? Yo sí, ahora mismo, así que aquí lo dejo pese a que personalmente no me gusta. Es corto y lo encuentro escaso de contenido, pero así están las cosas.

Uh, lo de los personajes y demás pertenecen a J.K. Rowling viene aquí ¿no? Pues aprovecho para mandarle un saludo a mi mamá y a mi perrito Furia que me estarán viendo ^^

Besándote

Recuerdo aquel día como si fuera ayer. El Gran Comedor estaba lujosamente adornado para la ocasión. Todos los rostros ocultos tras diferentes máscaras, y, sus dueños, ricamente ataviados. Luciérnagas, hadas y velas iluminaban la sala. El techo encantado era surcado, una y otra vez, por brillantes estrellas fugaces. Por todos lados había guirnaldas con los diferentes colores de las casas. Y, a intervalos regulares, una lluvia de confeti, caía sobre nuestras cabezas.

Entraste por la puerta como un señor. Ataviado con una elegante capa larga de satén, la camisa blanca, como todo lo demás. Blanco puro que sólo aumentaba mis ganas de mancillarte con caricias lascivas. Lucías una máscara elaborada con plumas, que enmarcaban un rostro de piedra, frío e inexpresivo como el tuyo propio, jalonado por una miríada de pequeños rubíes que bajaban desde los agujeros por donde se veían tus ojos, como un infinito reguero de lágrimas brillantes.

Sabía que no vendrías solo. Draco Malfoy nunca aparecería en un baile sin acompañante. Y desee estar en el lugar que, inmerecidamente, ocupaba aquella muchacha fea y desabrida. La verdad es que a tu lado, todos me parecían ridículos y sin gracia. Siempre hermoso, siempre regio, siempre tú.

El movimiento incesante de las plumas cuando caminabas, el momento en que te paraste al lado de Snape y con un gesto elegante te quitaste la máscara. Como pasaste la mano por tu pelo, y como desee yo ser tu mano para poder acariciarte así. No, no estoy llorando. Tú odias que llore, lo sé, aunque nunca me lo hayas dicho. Mejor continuo, ¿no? Aquel día podría haberse aparecido Voldemort en medio del Gran Comedor y te juro que no habría podido despegar los ojos de ti aunque me hubiera lanzado mil crucios seguidos. Cada gesto, cada mirada... me hechizaste, y yo caí, porque entre todos los horrores de mi vida, tú eras lo más hermoso que había visto, sin dudarlo.

Empezó la música y me retiré a un lado. Verte bailar era un espectáculo. Supuse que tu padre te había enseñado, y desde luego lo había hecho muy bien. Te movías con una soltura increíble, girando de un lado a otro. Exhibiendo tus artes con una nota de lujuria que no desentonaba para nada con mis ánimos en aquella velada. Te amé durante el vals, y me rendí minutos después. Porque, ¿Quién querría acercarse a alguien como yo? Lo intenté, pero sabes que en el fondo, el negro siempre ha sido mi color. Odie a Zabini por la manera de acercarte las copas, y a Parkinson por la gracia con la que te llevaba de un lado a otro de la pista; a Crabbe y a Goyle por poder ser tu sombra mientras que yo tenía que conformarme con adorarte desde lejos, escondido tras una columna como si mi anhelo fuera un pecado. Y es que lo era. En menos de un año te convertirías en un mortífago, y no uno cualquiera, no. Serías el hijo de uno de los Ángeles de la Muerte del Señor Oscuro. Y sin embargo, aquella noche, yo mismo me hubiera grabado la Marca a mordiscos sólo por poder llevarte a la cama conmigo y fundirte en mi cuerpo hasta que fuéramos uno. Pensé en la suerte que tenía el maldito Riddle, que se llevaba a un ángel a sus filas sin haber hecho nada para merecerlo. La vida es una maldita ironía, ¿verdad mi amor?

La pieza que siguió era un vals lento. Y aun no entiendo cómo, te quedaste solo en mitad de la pista. Si fueron las Nornas, recuérdame que les dé las gracias cuando llegue al infierno. Quizás si no me hubiera precipitado, si no hubiera estado lo suficientemente borracho... los eternos quizás que jalonan nuestra vida. Pero lo hice. Caminé con paso seguro hacia donde estabas tú. Sentía todo mi cuerpo vibrar por la anticipación. Sentenciando a mi corazón a una caída libre, que sólo frenaría si tú lo recogías impidiendo que se estrellara contra el suelo. Mi capa negra ondeó, y mis botas altas repiquetearon en la piedra. Pude leer la sorpresa en tus ojos cuando te tomé de la cintura y comencé a girar llevándote conmigo. Se que viste la sonrisa en mis labios rojos, y que aun así, no me reconociste. Ahora no tiene la más mínima importancia, pero entonces, dolió. Porque quería y no quería, como la balanza que no desea parar su vaivén, porque si me decidía por una u otra cosa, ya no habría vuelta atrás.

Giramos y giramos. Y entre una vuelta y otra, logré sacarte de allí. Jadeabas ostensiblemente, y yo quería oír tus gemidos cerca de mi piel. Sentir el electrizante sabor de tus labios que tanto prometían cuando estaban quietos. Te llevé al jardín sin dejarte protestar. Cuando alcé mi varita te alarmaste, pero el brillo de tus ojos volvió cuando hechicé a las luciérnagas para que bailaran a nuestro alrededor. Y reíste cuando conjuré un pianista y una cantante solo para ti. Porque no te engañes, mi amor, aquel baile fue solo para ti. No lo he repetido nunca, y nunca lo repetiré.

Me pediste que me quitara la máscara, con tu voz melosa y acariciante. Y, por un momento, reconozco que sentía la tentación de hacerlo. ¿Habría cambiado algo? Seguramente sí, seguramente lo que pasó después nunca hubiera tenido lugar.

El orgullo puede aguantar mil embates

La fuerza nunca decaer

Pero al mirar las estrellas sin ti, mi alma llora

Cogí la mano con que intentabas quitarme mi escudo de terciopelo y plumas, y la bajé con suavidad. "La curiosidad mató al dragón, Draco." Susurré sobre tus labios. "Los dragones somos inmortales y no tememos lo desconocido." Sonreí. Siempre tan orgulloso, siempre tan altivo. Un príncipe que no se doblegaba ante nada ni nadie. Volví a cogerte, acercando tu cuerpo al mío. Sintiendo el calor que emanaba de tu carne que yo sabía pálida y tierna. Deseando morder cada pedazo de ella para que nunca pudieras ser de otro que no fuera yo. Y lo conseguí. Nunca le perteneciste a nadie.

El corazón valiente está lleno de dolor, oh, la aflicción

Porque te estoy besando, te estoy besando...

Quité tu máscara y la lancé lejos. Sin importarme donde cayera ni si se hacía pedazos. Nunca lograría superarte en belleza. Protestaste, y simplemente callé tus quejas juntando nuestros labios. Dulce y salado al tiempo. Como canela y menta. Un sabor refrescante que no hacía más que ahogarme entre deseo y pasión. Una mano en tu nuca y la otra en tu cintura. Mi lengua abriéndose paso entre tus dientes, buscando un pedazo de eso que se conoce como paraíso y que yo sólo he podido encontrar en tus labios. Y me correspondiste. Sin saber quien era, ni porque lo hacía. Te perdiste entre mis brazos y relegaste mi cordura a una esquina profunda de mi pensamiento. Jugaste con mi boca como un niño hambriento por descubrir un nuevo sabor, el mío.

Puro y verdadero

Mi regalo para siempre...

... porque te estoy besando.

El baile pasó. Tú seguiste el camino que tenías marcado y yo hice lo mismo. Nunca supiste quien era... y si lo intuiste, yo no me percaté. Te marchaste con ellos, y yo me quedé junto a los míos. Por las noches leía y releía a Shakespeare. Romeo y Julieta, que ironía. Nunca fuimos como ellos. Nunca nos dieron la oportunidad. El rayo verde que salió de mi varita acabó con todas las posibilidades. Y no pude volver a besarte hasta que ya estabas muerto. De verdad que quise decírtelo. De verdad que quise evitarnos este final. De verdad que lo siento.

¿Dónde estás ahora?

Porque yo sigo aquí, besándote.

- Señor Potter, es hora de marcharnos. - Un Snape canoso y de espalda encorvada por el peso de la vida, puso la mano sobre el hombro de Harry. Él no se inmutó, aun quería estar más tiempo allí. Sabía que le contaba la misma historia, año tras año, pero no se resignaba. Deseaba que estuviera escuchando, que entendiera lo que él quería decir sin palabras. Otra palmada y se levantó. Se había convertido en un hombre. Vacío y solitario como su maestro de pociones. Con demasiado horror en su mirada como para que nadie se parara a verle más de dos segundos seguidos. Dejó la rosa junto a la lápida. Un año más. Cogió la máscara y la guardó en su capa.

 

- ¿Crees que me engañaste? - dijo una voz que arrastraba las palabras con sorna. - Soy el Príncipe de Slytherin, gato tonto. Ningún Gryffindor puede engañarme.

Harry intentó abrir los ojos, pero sus párpados pesaban y sentía el cuerpo pegado a la cama como si fuera víctima de un embrujo. Escuchó una risa familiar y volvió la cabeza hacia ella, o eso le pareció que hacía. El eco de un piano tocando añoradas melodías, se interpuso entre la risa y él. Quiso alzar la mano, pero sus miembros no le respondían. Gritaba en su cabeza, pidiéndole a la voz que no se alejara. Necesitaba oírlo todo, saberlo todo, estar con él. Una ráfaga de aire con olor a canela y menta subió hasta su oído.

- Vamos Harry, abre los ojos... - dijo - ... si no, no podrás venir conmigo.

 

Triste despedida para el salvador del mundo mágico.

Ayer una de las figuras más ilustres del mundo mágico fue hallado muerto en su casa de Grimmauld Place. Fuentes oficiales han confirmado que Harry Potter, El Niño Que Vivió, murió mientras dormía, de forma natural y sin que se hayan encontrado evidencias de magia oscura relacionadas con su repentino fallecimiento. Contrariamente a lo que cabía esperar, sus restos mortales han sido trasladados al panteón familiar de los Snape, donde también fue enterrado, hoy hace diez años, el mortífago Draco Malfoy. El propio Severus Snape ha realizado los trámites pertinentes, sin que ninguno de los allegados del señor Potter haya puesto pega alguna...

 

Dos lágrimas fue todo lo que salió de los ojos de Severus Snape. Una por cada uno de ellos. Dejó la rosa y la máscara, sobre la lápida. Una tumba para dos personas que en realidad siempre habían sido una.

La brisa de la tarde trajo el eco apagado de un piano, y Severus juraría que junto al piano había oído una voz.

Porque te estoy besando... te estoy besando.

Notas finales:

¿Ya está? ¿Sólo eso? Pues sip. Es un asco.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).