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Me lo llevo por Paz

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Notas del fanfic:

 

Gracias a todas las hermosas personas que cada vez me dejan sus comentarios. Un saludo a todas las lectoras afines a mis dramas y a modo de desagravio un especial saludo para VeKo.

Notas del capitulo:

Aquí tenéis un nuevo fic con la pareja HanaRu. Lo terminé la semana pasada pero me fue imposible subirlo, porque me olvide el "pendrive" en la oficina, pasé los últimos tres días que me subía por las paredes creyendo que había perdido el trabajo de los últimos seis meses. Afortunadamente no ha sido así. Este fic no contiene lemon, disfrutar una romántica historia de amor a distancia.

 

 

 

Me lo llevo

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Rukawa es consciente de su soledad, al principio a poco de quedar huérfano, pensó que era lo mejor que podía pasarle, sus padres eran apenas personas a las que veía raramente en casa, dos seres fugaces que pasaban por su lado entre viaje y viaje, ni siquiera en vida de ellos podía recordar sus rostros, ahora solo le quedan viejas fotografías que rara vez mira.

Tenía trece años cuando inesperadamente, le comunicaron que sus padres habían fallecido en un naufragio, durante varias semanas equipos de salvamento les buscaron pero sus cuerpos nunca fueron recuperados. Lo único que reconocía bueno en ellos fue la previsión respecto a  su futuro. Habían tenido la precaución de dejar testamento, especificando todos sus bienes, materiales e inmateriales, dejando constancia de su emancipación en caso de su fallecimiento antes de su mayoría de edad. Como así fue pudo disponer de su propia vida sin interferencias de desconocidos. Sus bienes eran administrados por personas leales a su padre y ahora a él, y que no interferían en su decisiones, como la de dejar la casa paterna, despidiendo al servicio y solo dejando en ella a un matrimonio con su hijo minusválido para cuidar que todo estuviera bien, él prefirió trasladarse a un pequeño piso en Kanagawa, lejos de los mal llamados amigos de sus padres que estuvieron atosigándolo durante semanas queriendo tomarle bajo su custodia, con toda seguridad pensando que al ser pequeño les sería fácil meter mano a sus bienes.

No se puede decir que huyó de su casa, más bien quiso dejar claro que era capaz de vivir solo y así fue, más ahora, al cabo de los años la soledad comienza a pesarle.

Necesita sentirse menos solo, pero no sabe como hacer amigos, por lo que su existencia fuera del entorno estudiantil o deportivo transcurre sin pena ni gloria. Ni siquiera sus habituales entrenamientos con Sendoh o Sakuragi consiguen que se abra a una incipiente amistad con ambos, sabe que la oportunidad la tiene, sin embargo permanece envuelto en ese halo de impenetrabilidad que es todo él.

Algunos días, mientras espera en el parque, por momentos se queda ensimismado, intentando darse valor para hablarle, sin embargo, cuando le ve llegar, su lengua se traba siendo incapaz de pronunciar una palabra coherente. Finalmente se da por vencido y se resigna a seguir viéndole solamente en los escasos momentos del día en que practican en el gimnasio o cuando se reúnen en una pequeña cancha de un conocido parque de la zona próxima a Shohoku.

Un día yendo de camino a su apartamento, se sintió atraído por el contenido de un escaparate donde exhibían muchos juguetes y peluches, uno de ellos especialmente curioso llamó poderosamente su atención, no era exactamente un maniquí, tampoco un peluche normal y corriente, podía creerse que era un hombre lobo, sonrió ante la comparación, estaba recubierto de un pelaje oscuro, excepto el rostro, que era de gamuza, sus ojos de cristal parecían fijarse en él y seguirle con la mirada, por eso se detuvo y le miró con atención y las crenchas que rodeaban su cabeza, tenían un tono marrón rojizo, se encontraba atrás, sentado en una silla baja, con sus largas piernas estiradas, donde parecían montar a caballito los peluches que le acompañaban, la primera impresión al verle era que se encontraba fuera de lugar, pero no era así, su tamaño y su posición le hacían destacar y aunque a su alrededor se veían otros peluches él solo se fijó en ese, llevado por un impulso irrazonable entró al establecimiento, apenas traspasó la puerta, escuchó un alegre...

-¡¡Irassheimase!!

Se acercó hacia la vendedora mientras dirigía una mirada de soslayo hacia el objeto de su deseo, al mismo tiempo que señalándolo dijo:

-Me lo llevo.

-Disculpe, no esta en venta, sino en exposición -explicó sorprendida ante la solicitud del chico.

-Quiero comprarlo... -insistió.

La vendedora miró perturbada al chico alto preguntándose quizá si no estaba bien de la cabeza. Intento explicarle que no podía venderlo porque no estaba en venta.

-Me lo llevo, dígame cuanto, póngale un precio. Lo quiero.

Ante la tozudez que mostraba ese joven cliente, que no entraba en razones le pidió que esperara.

-Voy a consultarlo..., espere un momento.

Rukawa asintió. La vió salir de detrás del mostrador y dirigirse al fondo de la tienda. Llamó a una puerta e inmediatamente la abrió, su ausencia se mantuvo durante unos cinco minutos, durante ese tiempo se asomó una cabeza mirando hacia él viéndola desaparecer tras cerrarse la puerta.

No tuvo que esperar demasiado. Volvió a salir la muchacha acompañada del hombre que instantes antes se había asomado, quien se acercó a él con expresión desconcertada.

-Mi hi... -se interrumpió un segundo rectificando al momento- mi empleada me dice que quiere comprar....

-Si.... -cortó sus palabras, estaba perdiendo mucho tiempo y deseaba volver rápido a su apartamento- Dígame una cantidad.

-Si se trata de un regalo... -su mirada se volvió hacia las estanterías llenas de juguetes y peluches.

-Quiero ese... -su fría mirada se posó imperturbable en el rostro del hombre, haciéndole saber que no iba a claudicar. Solo le interesaba el que estaba en el fondo del escaparate. Ningún otro.

-Lo lamento... pertenece a mi hijo... no puedo venderlo, es... es más que una mascota. -insiste con la intención de hacerle cambiar de idea- Puedo ofrecerle otro, pero ese no.

-Solo quiero ese... dígame un precio.

El encargado miró al chico preguntándose a que se debía ese interés en el peluche. Pensó que si pedía una cantidad exagerada se volvería atrás, en cualquier juguetería, comprar un osito de peluche con una pregrabación que podían ser mensajes de amor o canciones infantiles o sonidos de animales, podía llegar a costar unos dos mil seiscientos yenes, incluida la tarjeta con el nombre que se le da al peluche y la dirección de su dueño, aquel lo compró diecisiete años atrás y a pesar de su tamaño fue una verdadera ganga.

Le miró evaluándole, vestía ropa deportiva y llevaba al hombro un bolso con una reconocida marca de zapatillas. Su ropa informal, su aspecto y sobre todo su juventud, le llevaron al convencimiento que si le daba una cantidad exorbitante se volvería atrás.

-Ya le he dicho que se trata de la mascota de mi hijo... pero si tiene tanto interés por ella... -dudó unos segundos antes de mencionar la cifra- veinte mil yenes.

-De acuerdo... -era consciente que no valía ni la mitad de esa cantidad, más no le importaba pagar esa suma- Me lo llevo... -de su bolso deportivo sacó una cartera, poniendo en sus manos una tarjeta dorada.

El hombre se quedo mudo de la impresión, la vendedora, a pocos pasos de ellos, abrió sus ojos como platos, sabiendo que a su hermano no iba a gustarle enterarse que su padre había accedido a vender a Ohkami.

-También me llevo el zorrito que tiene en los brazos -dijo Rukawa mirándole desafiante como esperando alguna negativa.

Lo miró mientras obedecía la orden, no sin antes dirigir curiosas miradas hacia el comprador, decididamente estaba loco.

-Sácalos del escaparate y envuélvelo. Va a ser un regalo? -se dirigió hacia la joven que aún permanecía inmóvil de la sacudida que recibió al oírle aceptar pagar ese precio.

No le sacó de su error y se limitó a asentir. La operación de compra tardó apenas unos minutos. Pasado un rato salía con una enorme bolsa con el contenido de su compra. Los ojos de la vendedora quedaron unos segundos clavados en los suyos y él sintió una extraña sensación que no supo identificar, nunca antes le había pasado con una chica, por ello sacudió levemente la cabeza como pretendiendo alejar esa impresión y partió calle abajo.

Por primera vez en mucho tiempo se sentía satisfecho consigo mismo. Había llevado a cabo una acción dejándose llevar por un impulso y no se arrepentía.

Para él, aquella compra, era algo más que un simple peluche, apenas lo vió comprendió que solo a través de él podía abrirse hacia la única persona que le interesaba. Con su ayuda y con tiempo estaba dispuesto cambiar su personalidad, era su deseo comportarse de manera diferente, solo no sabía como hacerlo, pero con él todo sería diferente.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-Que has hecho que? -gritó Hanamichi cuando durante la comida su padre expuso los pormenores de esa venta.

-Me vi obligado... no creí que fuera a aceptarlo. -dijo sin apartar los ojos de su hijo.

-Era mío...

-Lo se. Te daré la mitad de lo que pagó. -dijo para contentarlo.

-La mitad? -Gritó exaltado- Has vendido algo que me pertenecía, dámelo todo. -Era práctico, ya que no lo tenía, por lo menos sacaría partido del dinero, mientras buscaba el modo de encontrarlo para recuperarlo.

-Lo dejaste en mi negocio, la mitad o nada.

-Serás caradura... -dijo sin ningún respeto.

-¡¡Hanamichi, disculpate con tu padre!! Ese no es modo de hablarle. -su madre intervino seria.

-Lo lamento... -le miró sin arrepentirse de lo que dijo.

Su padre así lo comprendió pero lo dejo pasar, después de todo Ohkami era suyo y él no tenía derecho a venderlo. Ni siquiera paso por su imaginación que un muchacho, que no debía alcanzar la mayoría de edad pudiera poseer una tarjeta dorada. La transacción se llevó a cabo sin ningún inconveniente, por lo que no pudo rechazar esa venta apelando a alguna irregularidad en la posesión de la tarjeta. Apenas el muchacho salió del local llamó para confirmar que la tarjeta no era robada y le confirmaron que todo estaba correcto, la tarjeta correspondía a la cuenta personal del mayor accionista de una empresa multinacional, cuyo nombre no figuraba como medida de seguridad. Cualquier uso que se hiciera a través de esa tarjeta era correcto.

-A quién se la vendiste? -estaba pensando que iba a hacer todo lo posible para rescatarlo.

-Era un chico joven... supongo que deseaba regalársela a su hermano pequeño.

-Le dijiste que llevaba un sistema de vigilancia?

-Creí que lo habías sacado. -le miró sorprendido al oír su pregunta.

-Por qué iba a hacerlo? Se suponía que siendo mío no tenía razón para quitarlo. Además dentro de su cuerpo no molestaba.

Algunos minutos después concluida la cena, se despidió.

-Me voy a dormir...

Sus padres se miraron extrañados.

-Van a dar tu serie favorita... -intervino sorprendida su hermana.

-Cuéntame mañana el capítulo... ahora estoy cansado.... -llevó la mano al rostro, al tiempo que miraba hacia otro lado, como si ocultara un descarado bostezo.

Mientras se marchaba, sus padres y su hermana se quedaron mirando su espalda con incredulidad. ¡¡Era increíble verle irse!!

Se encerró en su dormitorio, asegurándose así que no iban a interrumpir lo que se proponía hacer. El receptor que llevaba Ohkami tenía un largo alcance, con un poco de suerte podía enterarse quien lo tenía para recuperarlo.

Sabia que actuaba incorrectamente al pretender escuchar conversaciones ajenas, se trataba de algo más que una mascota, había crecido con él y apenas supo hablar le dio nombre: Ohkami. Se lo regalaron sus padres enseguida de nacer, así se enteraban cuando se despertaba o cuando lloraba por el motivo que fuera y cuando fue un poco mayor, su madre acudía rápidamente cuando pasaba mucho tiempo sin escucharle porque le hacia saber que estaba realizando alguna travesura, pillándole in fraganti más de una vez. Soltó una carcajada al recordarlo.

Cuando tuvo cama propia le metía con él y cuando llegó el invierno dormía calientito, se acostumbró a hablarle contándole sus cosas sin saber entonces que todos sus secretos no eran tales, sus padres estaban al corriente de todos ellos.

Agarró una rabieta cuando se entero de la existencia del receptor y transmisor.  Tenía once años y no le pareció correcto por parte de sus padres no enterarle antes de su existencia. Hubiera guardado para si mismo sus secretos. Ahora sus padres sabían de qué pie cojeaba y no le pasaban una.

Para entonces ya era difícil romper con su costumbre de hablarle, era un amigo más y siguió haciéndolo aún después de conocer a su Gundam, hasta Yohei se ponía celoso porque decía que le contaba cosas que le callaba a él. Tenía razón, porque no siempre le contaba todos sus secretos a su amigo.

Ahora él lo iba a utilizar para espiar con toda seguridad a un niño. Solo esperaba que no se encariñara con Ohkami llegando al extremo de no querer desprenderse de su nuevo y espectacular peluche.

-Quién será el imbécil que le regala a un niño un peluche de ese tamaño? -olvidando momentáneamente que él solo era un bebe de pocas semanas cuando su padre lo sentó en una sillita baja para que le hiciera compañía y también para vigilarle.

Comenzó a buscar el receptor que le permitía escuchar lo que se dijera, siempre y cuando estuviera presente Ohkami, lo había guardado convencido que nunca iba a necesitarlo y le costó poco más de media hora dar con él.

Satisfecho lo encendió. No se escuchaba ningún sonido y creyó que la distancia era tanta que no le llegaba la señal.

Estaba a punto de apagarlo con expresión exasperada cuando un leve sonido llegó a través del micrófono.

Supuso que se trataba de una puerta al ser abierta y luego unos pasos que se acercaban porque se volvían más nítidos.

-Ahora voy a buscarte alguna ropa... no puedes seguir estando así... como desnudo... tampoco puedes quedarte en mi cama... no sería correcto.

La voz le llegaba distorsionada y la risa que burbujeaba en su garganta le hizo sonreír. Aquella no era la voz de un niño, seguro que el chico lo compró para él, para hacer cochinadas a Ohkami, esa idea no resultó de su agrado.

-Tienes suerte que no estas al alcance de mis puños, como le hagas algo extraño a mi amiguito, te buscaré y no te gustará lo que haga contigo -farfulló enojado ante su propio pensamiento.

-Veamos donde puedo colocarte...? tiene que ser un lugar especial... qué dices? Que te gusta mi cama? No, ya te dije que no seria correcto.

Pasos que se alejaban y nuevamente esa voz que llegaba hasta él deformada, como metalizada.

-Aquí estarás cómodo, si te aburres puedes ver la televisión... -se hizo una pausa larga y enseguida volvió a escucharse la voz- Yo no tengo tiempo para verla, siempre regreso cansado. Buenas noches.

Escucharle iba a ser divertido. Además podía enterarse de algunas cosas que le ayudaran a dar con él, por de pronto sabía que trabajaba.

Era su primera pista.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Apenas llegó a su apartamento, se dirigió directamente a su dormitorio, dejo apoyado sobre la cama el paquete, decidido primero a ocuparse de si mismo. Tras asearse se sumergió en la tina llena de agua caliente, relajándose durante un largo tiempo hasta que la sensación de hambre alertó sus sentidos procediendo a salir de allí, tras secarse se vistió un yukata y pasó a la cocina no sin antes dirigir una mirada  a la bolsa.

Se detuvo mirando dubitativo su contenido.

-De acuerdo... me ocuparé primero de ti. -dijo en voz alta.

Agarró la bolsa sacando el enorme paquete, con firmeza desgarró el papel que lo envolvía. Lo enderezó, la empleada le había doblado en dos para achicarlo dejándole allí tumbado en su cama, Era tan grande que prácticamente la ocupaba toda.

Recogió el papel que metió dentro de la bolsa de plástico dispuesto a llevarlo a sus respectivos contenedores de basuras.

-Voy a cenar... quieres acompañarme...? -le miró desde la puerta como esperando su respuesta, luego despacio la cerró.

Su ausencia se prolongó durante poco más de media hora, al cabo de ese tiempo regresó a su dormitorio, enseguida de abrir la puerta miró la cama.

Él continuaba allí. Al verle pensó que no podía dejarle así y no dudo en manifestarlo en voz alta, dirigiéndose hacia la figura tendida.

-Ahora voy a buscarte alguna ropa... -abrió su armario, buscando uno de sus mejores pantalones, uno de cuero negro que nunca se había atrevido a llevar, era consciente que llamaba la atención no solo de las chicas, si llegaba a ponerse esa prenda, que se le ajustaba al cuerpo como una segunda piel, no quería ni imaginarse lo penosa que seria su existencia, si además de su club de fans femeninas se le agregaba uno masculino, decididamente le quedaría mucho mejor a su nueva adquisición, también sacó una camisa de seda de color rojo, sin olvidar calcetines y zapatos- no puedes seguir estando así... -le miro, sus ojos parecían pedirle explicaciones- como desnudo... -le enseñó lo que había elegido- tampoco puedes quedarte en mi cama... no sería correcto.

Tardó poco en vestirle y calzarle, sonrió al ver su obra, viéndole así no tuvo ninguna duda que cada minuto que transcurría le notaba cierto parecido con él.

-Veamos donde puedo colocarte.... -miró a su alrededor, sin encontrar un lugar adecuado para dejarle- tiene que ser un lugar especial... qué dices? Que te gusta mi cama? No, ya te dije que no seria correcto.

Lo levantó en sus brazos, como si de un niño se tratara y le llevó al salón. Era de estilo occidental, así que no tuvo ningún problema en sentarle en una de las butacas, justo la que quedaba de frente a la puerta, siempre que llegará estaría allí para recibirle.

-Aquí estarás cómodo, si te aburres puedes ver la televisión... -se quedo un largo rato observando su obra, cualquiera que lo viera, creería realmente que estaba ante una persona de carne y hueso, esa idea le divirtió, llevado por otro impulso puso el zorro en peluche en su regazo, su expresión era como si le escuchara hablar- Yo no tengo tiempo para verla, siempre regreso cansado. Buenas noches.

Apenas su cabeza se apoyó sobre la almohada se quedo dormido, en sus labios asomaba una tierna sonrisa.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Salió corriendo apenas acabo el entrenamiento, dispuesto a llegar rápido a su dormitorio, quería enterarse que pasaba alrededor de Ohkami, esa mañana apenas se levantó encendió el receptor, ningún sonido se escuchó a través de él. Lo que le hizo recordar que ese tipo trabajaba y al parecer había madrugado más que él. Con un poco de suerte podía enterarse de más cosas, como si estaba casado, tenía hijos o perro, esa idea le hizo reír, la gente con la que se cruzaba le miraba como si de un loco se tratara.

-Ya he llegado... -dijo enseguida de entrar en la casa.

-Que pronto has venido hijo... -se mostraba sorprendida.

-Estoy muy ocupado... -no añadió más, que ella pensará lo que quisiera, si creía que era un trabajo escolar, era problema suyo.

-Estarás hambriento?

-Eso no se pregunta... me haré un bocadillo y me lo llevaré arriba con un vaso de leche.

Minutos después tras asegurarse que la puerta de su dormitorio quedaba trabada y que durante un par de horas hasta la cena nadie le molestaría, encendió el receptor y espero mientras devorada el enorme bocadillo que se había preparado.

Apenas terminó de comer, se tumbó en la cama, al parecer ese individuo llegaba tarde, era bastante extraño, a las ocho de la mañana ya no estaba en su casa, doce horas después seguía sin oírsele. Dónde trabajaría? Qué él supiera las oficinas cerraban a las cinco de la tarde. Tal vez no se trataba de un oficinista, podía tratarse de un obrero, comenzó a pensar en las profesiones que podía ejercer, podía trabajar en la construcción, o tal vez era fontanero, o pintor de brocha gorda, o electricista, o carpintero, o cualquier de esas profesiones agotadoras, donde tenían que trabajar a destajo.

Estaba haciendo sus elucubraciones cuando de improviso se sobresalto al escuchar la voz junto a su oído, había dejado el aparato sobre la almohada y del sobresalto casi lo tira, lo rescató antes que llegara al suelo.

-Ya estoy en casa.... me has echado de menos? -Se escuchó un sonido de una puerta al abrirse- Dame unos minutos y prepararé algo para que comamos... -el sonido llegaba lejano, pero aún así lo identificó. El tipo se estaba cambiando de ropa, a los pocos minutos identificó el sonido del agua al caer, su mente le jugo una mala pasada al imaginarlo desnudo bajo la ducha, se dio un golpe contra la pared para despejar su mente de tales pensamientos pecaminosos- Hoy hemos tenido un fuerte entrenamiento... Uff... lo olvidaba te he...

-¡¡¡¡HANAMICHIIII....!!! -El estentóreo grito de su madre se dejo oír en toda la casa- Baja a cenar, no me obligues a llamarte otra vez. -advirtió con seriedad.

Apagó el aparato y bajó a reunirse con su familia.

-¡¡Qué aplicado estás últimamente!! -dijo sorprendida su hermana- No hay quien te saque de tu habitación.

-Tengo cosas que hacer... -replicó intentando no ruborizarse al tener ante su mente la imagen de un hombre sin rostro y sin ropas que le cubrieran. Sintió un fuerte tirón en su entrepierna, controló con gran esfuerzo su reacción y ninguno de los presentes advirtió nada extraño en su comportamiento.

-Estas irreconocible, no es cierto? -miró a su padre buscando confirmación- No estarás maquinando alguna de las tuyas? -sus ojos se posaron en él especulativos pero también con un brillo divertido. Ella no se creía que su hermano mayor estuviera estudiando o preparando sus clases. Qué estaría tramando? Se preguntó.

-Ya era hora que Hana-kun sentara cabeza -dijo su padre.

-Gracias por tu confianza -Hanamichi miró triunfante a su hermana.

Tres cuartos de horas después subió rápido a su dormitorio, apresurándose a abrir su transmisor. El silencio era total. Solo se oía la estática del aparato.

Frustrado lo apagó y se acostó. Pensó que tenía una segunda pista de ese sujeto. Al parecer entrenaba, lo que le hizo saber que si era deportista debía ser relativamente joven. Ese pensamiento le hizo recordar que también él había entrenado mucho esa tarde. Miyagi no tuvo piedad del equipo y les mantuvo entrenando durante más de dos horas. Lo que le llevo a pensar que ese sujeto era más joven de lo que había pensado al principio. Tal vez se trataba de un universitario y no de un trabajador cualquiera, si era así su primera pista se disolvía como el humo. Lastima que su madre le interrumpió en el mejor momento, qué estaría por decirle?

Tardó bastante en conseguir dormirse, escuchó como sus padres se retiraban a su dormitorio y como su hermana trasteaba en su propio cuarto, cuando el silencio fue relativamente completo consiguió dormirse.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Apenas llego a su piso se apresuró a llegar hasta el salón

-Ya estoy en casa.... me has echado de menos? -inquirió con una breve mueca que quiso ser una sonrisa.

Abrió la puerta de su dormitorio, dejando en la terraza su bicicleta, volvió al salón. Miró hacia su acompañante inanimado.

-Dame unos minutos y prepararé algo para que comamos... -regresó al dormitorio y comenzó a quitarse la ropa, había salido corriendo apenas acabo el entrenamiento y ni siquiera perdió tiempo en ducharse. Pensó que ahora que tenía a su nuevo amigo, tenía que pasar con él más tiempo. Se duchó rápido dejando la puerta del aseo abierta, minutos después regresó junto a su reciente amigo, iba secándose los cabellos. Se detuvo a mirarlo, y cada vez que lo hacia se le parecía más y más, sus ojos marrones parecían mirarle, las comisuras caídas de sus labios le sonreían a él y ese olor que desprendía y llenaba sus fosas nasales era el mismo que tan solo con olerlo sabía que él había pasado por allí. Era capaz de identificarlo solo por su aroma. Dándole la impresión que él estaba a su lado.

-Hoy hemos tenido un fuerte entrenamiento... Uff... lo olvidaba -regresó al interior de su dormitorio y salió con las manos en la espalda- te he comprado un regalo, seguro que te gusta,-le mostró lo que ocultaba tras su espalda. Era un sombrero Stetson- Lo ví en un escaparate y supe enseguida que te gustaría tenerlo. -Se lo puso sobre la tupida cabellera rojiza. Lo ladeó ligeramente y alejándose un par de pasos lo miró evaluándole- Te queda perfecto. -sus ojos de cristal parecían tan reales que tenía la sensación que seguían sus todos sus movimientos- Se ha hecho tarde y estoy hambriento, tú no?

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Era media hora más temprano de lo habitual cuando el despertador le sacó de su sueño. Su primer movimiento fue detener la alarma, luego encendió el transmisor que guardaba bajo la almohada.

Del otro lado no llegaba ningún sonido.

-Qué pasa con ese tipo... es que nunca duerme -farfulló medio dormido, intentando llegar incólume al aseo para darse una ducha y despejarse.

Durante largos minutos lo mantuvo encendido sin que se escuchara ningún sonido del otro lado. Como si ese tipo viviera solo. Y si era así? Se preguntó mientras se despejaba bajo el chorro de agua fría. Tal vez por ese motivo solo le oía a él.

Era una tarea ardua descubrir quien estaba al otro lado del transmisor, si solo hablaba a Ohkami, nunca iba saber de quien se trataba.

Sus pensamientos iban errados, porque las pocas veces que consiguió escucharle fue conociendo y descubriendo en él una persona que hablaba de soledad, de amor no correspondido, de tristeza.

Aquella tarde, tras una mañana aburrida escuchando a los profesores, apenas llegó a casa, se preparó un bocadillo y subió a comerlo a su habitación. No cerró la puerta porque estaba solo, su hermana tenía clases de ballet y su madre se reunía con sus amigas del Club de Bonsáis del que formaba parte y su padre estaba atendiendo solo la tienda de juguetes que poseía.

No esperaba escuchar al desconocido, sin embargo, inesperadamente, su voz le llegó con nitidez.

-¡¡Tadaima!!.....

Escuchó un sordo sonido, como si hubiera dejado caer un bolso al piso.

-No quise demorarme y vine sin ducharme. Estoy todo traspirado... ufff apesta... Espérame, no te impacientes y enseguida comeremos algo. No tardaré...

El sonido del agua se dejo oír algo lejano, supuso que había dejado medio cerrada la puerta, realmente se apresuró a bañarse porque en pocos minutos se escuchaba el arrastrar de sus zapatillas.

-Ya estoy aquí, has visto como he sido rápido. Hoy comeremos yakitori.

Escuchó un leve ruido como si moviera algo y supuso que había recogido lo que hubiera tirado. No necesariamente tenía que ser un bolso, podía tratarse de cualquier cosa, aunque él había mencionado en una ocasión su entrenamiento, no volvió a hacerlo, estaba como al principio, lo ignoraba todo de ese tipo. Sus pasos le hicieron saber que se dirigía a la cocina. Por los ruidos que le llegaban lejanos y apagados se lo imaginó trasteando entre cacharros.

Dirigió su mirada al reloj que había dejando sobre la mesilla de noche. Las agujas marcaban las siete y media. Ese sujeto tenía un horario parecido al suyo pensó.

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Se sentía impaciente por llegar a su piso donde él le esperaba, apenas abrió la puerta atravesó el pequeño pasillo avisando de su llegada.

-¡¡Tadaima!!..... -Dejó caer su bolso deportivo en el piso de su dormitorio, miró hacia la figura sentada con una sonrisa- No quise demorarme y vine sin ducharme. Estoy todo traspirado... -levantó su brazo olfateando su sobaco- ¡¡Ufff..., apesta!! Espérame, no te impacientes y enseguida comeremos algo. No tardaré... -Se apresuró a dejar caer el agua sobre su cuerpo, al mismo tiempo que tomaba un paño echando sobre él una generosa porción de gel, con olor a cereza, se enjabonó concienzudamente todo el cuerpo, al rato abrió nuevamente el paso del agua y se liberó de toda la espuma cerrando a continuación el paso del agua. Enrolló alrededor de su cintura un paño suave al tacto, su piel era muy sensible y la aspereza de algunas telas enrojecía su epidermis. Calzó sus zapatillas y volvió a la sala secándose el cabello que chorreaba sobre hombros y espalda- Ya estoy aquí, has visto como he sido rápido. Hoy comeremos yakitori.

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-Te gusta mi olor, es cereza, a mi también me gusta el tuyo. Cuál es tu flor preferida? A mi me gusta caminar por los paseos bordeados de sakuras y cuando el viento se lleva sus hojas rosadas y revolotean a mi alrededor, me siento acompañado de su delicado aroma... es agradable.

-¡¡¡¡Rukawaaaa!!!! Imposible, no puede ser él. -gritó exaltado a las paredes de su dormitorio levantándose de la cama donde estaba tumbado boca abajo mientras escuchaba las nuevas confidencias que ese desconocido contaba a Ohkami.

-Qué ocurre, Hanamichi-kun? -la voz de su madre se dejo oír al otro lado de la puerta.

-Nada... nada... todo esta bien -dijo mirando con desconcierto al pequeño aparato que seguía dejándole oír la irreconocible voz de Rukawa, no tenía ninguna duda..., ahora comprendía todas esas coincidencias que había notado entre ellos.

-Quien esta contigo? -escuchaba una voz rara.

-Es la radio... -dijo deseando que no quisiera comprobarlo.

-Pues déjala ya y baja a cenar.

-De acuerdo... ya voy... -se dispuso a apagar el transmisor cuando unas palabras dichas por él confirmó su identidad sin lugar a dudas.

-Le echo de menos... qué será de él? Lleva una semana sin aparecer. Qué le habrá pasado? Sabes? Solo por él, soy capaz de soportar al otro idiota, estoy cansado de ver esa sonrisa estereotipada y su pose de conquistar... ufff... es demasiado!!!...

-¡¡¡Hanamichiiiii!!!

-Voy...!!!

Mientras se dirigía al comedor, ya no tenía dudas..., era él.

Una sonrisa feliz iluminaba su rostro cuando se presentó ante su familia.

La cena transcurrió con total normalidad, su padre hablaba de las incidencias ocurridas en la tienda, nada que pudiera interesarle, que si un niño lloraba por un peluche que su madre no le podía comprar y como no, su padre con total falta de sentido mercantil, no dudaba en regalarlo, que si unas jovencitas chillonas revoloteaban por entre los distintos pasillos llenos de estantes abarrotados de peluches marchándose al final sin comprar nada.

-Hitomi? ... -llamó la atención de su hermana interrumpiendo la perorata de su padre- Cuéntame otra vez lo que me dijiste esta tarde.

-Por qué? -cuando se lo dijo no le hizo ningún caso y ahora no comprendía su repentino interés.

-Porque lamento no haberte prestado atención, tú venías muy ilusionada y prácticamente te eche de mi dormitorio... -bajó la mirada con expresión arrepentida.

-Eres un payaso!! Conoces a mi amiga Maroko?

-A cuál te refieres? A flacucha de las piernas largas, que siempre se queja de que nadie la mira o la exuberante monada que exhibe sus encantos con prodigalidad.

-¡¡¡Hanamichi, has escuchado mis conversaciones!!!

Su madre le miró censurándole por su actitud.

-Yo?? -la miró ofendido- Hablas demasiado alto... -se justificó- Qué fue lo que te dijo? Me pareció oírte decir algo referente a un compañero.

-Esta enamoradísima de Rukawa...

-No es la única... -dijo con sorna. Su enamoramiento hacia Haruko había concluido cuando comenzó su segundo año, cuando su padre mantuvo con él una charla muy aleccionadora sobre sus rotundos fracasos amorosos haciéndole saber que debía plantearse pensar que sus continuos devaneos amorosos escondían una verdad que ni el mismo se atrevía a pensar en ella. Su padre era muy comprensivo y le hizo pensar en lo que quiso decirle. No es que no fuera inteligente, solo bastante vago cuando se trataba de pensar o razonar, por esa motivo ese pensamiento nunca.... nunca paso por su mente, hasta aquella tarde cuando su padre le abrió los ojos a la realidad.

Desde entonces su actitud hacia cierta persona cambio porque comprendió que realmente no odiaba a su compañero de equipo, un sentimiento más hermoso llegó inesperadamente a su corazón y supo que le amaba, pero también que nunca se atrevería a decírselo, por esa razón buscó su compañía y se hizo el encontradizo con él, sus practicas fuera del instituto se volvieron más competitivas cuando comenzaron a jugar un uno a uno, hasta que una tarde les vió el puercoespín y arruinó sus planes de estar a solas con su kitsune. Seguramente que Sendoh estaba aprovechando su ausencia para pisarle el terreno, las palabras de Rukawa le confirmaban en esa suposición, estaba pensando en olvidarse de Ohkami cuando esa tarde le oyó decir algo que le recordó el intento de conversación que tuvo su hermana.

-Quieres saberlo? -insistió Hitomi sacándole de su ensimismamiento.

-Por supuesto.

-Mañana es el día de los enamorados y me pidió que la acompañara a buscar un regalo apropiado para acompañar los chocolates, esta dispuesta a declarársele y fue entonces cuando le ví, estaba en la sección de perfumería, eligiendo gel de ducha. Le reconocí apenas fije mi mirada en él, sin pretenderlo llame su atención, me vió y supe qué él me recordaba. Maroko se sobresaltó al ver nuestro intercambio de miradas y me sacó corriendo de la tienda, luego me dijo que era el chico que le gustaba. Fue entonces cuando conocí su nombre real, porque el que figuraba en la tarjeta con que pago no era el suyo.

No vió el brillo que asomó en sus ojos al oírle mencionar la cercana fecha. En que mundo vivía que casi dejaba escapar su oportunidad. Ya no había ninguna duda, Ohkami estaba en poder de Rukawa. ¡¡Qué increíble coincidencia, Ohkami y Rukawa juntos!! Y entonces comprendió que él estaba intentando abrirse, escapar de su cerrada personalidad y él escuchando sin ningún rubor todas sus confidencias.

-Gracias, hermanita...

-Por qué? -extrañada.

-Había olvidado que tengo que buscar algo especial.

-Estas enamorado... -sus ojitos brillaron luminosos- Por eso motivo estas siempre encerrado en tu cuarto...

-No exactamente, aunque pensándolo bien se relaciona.

Sus padres ya se habían retirado, y estaban en el salón con la mirada fija en la pantalla del televisor.

-Me dirás su nombre... mejor aún, es chico? -preguntó con picardía.

-¡¡Hitomi!!! -se ruborizo sin poderlo evitar, y él que creía que no lo sabía- Mamá lo sabe? -preguntó bajando la voz.

-Yo no se lo dije, pero recuerda que las madres lo saben todo de sus hijos.

Hanamichi gimió.

-Te duele algo, hijo? -Preguntó su madre desde el otro extremo del salón- Quieres un té?

-No, mamá, no necesito nada. -hundió el rostro en un almohadón para exhalar un ahogado suspiro. Su madre acababa de hacerle saber que aún por encima del sonido de la televisión estaba escuchando su conversación.

Hitomi rió suavemente divertida por la situación.

-Ven... quiero enseñarte algo -su hermano merecía ser feliz y si estaba en su mano ayudarle lo haría aunque él se molestará por invadir su intimidad. Levantó la voz dirigiéndose a sus padres- Nos vamos arriba...

-Que descanséis -le deseo su madre.

-No os entretengáis mucho rato hablando -recomendó su padre.

-Solo será un ratito.

Hanamichi se dejo llevar al dormitorio de su hermana, miró con curiosidad el conjunto en si, tenía buen gusto su hermanita, informal y al mismo tiempo acogedor.

-Que querías enseñarme? -preguntó parado en mitad del cuarto.

-Ya sabes quien tiene a Ohkami -no era una pregunta, más bien una afirmación, abrió el cajón de su escritorio y sacó un objeto que no le mostró porque llevó su mano a su espalda.

-Si, lo sé.

-Se que no debí hacerlo..., pero sentía curiosidad por saber que hacías... -se justificó en parte- Aproveche la tarde que estuviste entrenando hasta tarde... recuerdo que volviste muy enojado porque había faltado uno de tus compañeros, dijiste que siempre tenía excusas para no ir.

-Que hiciste? -recordaba esa tarde, solo habían trascurrido dos días y se sintió muy molestó cuando llegó al entrenamiento y vió que por primera vez Rukawa no estaba presente. Todos quedaron muy sorprendidos, no solo él.

-Entre a tu cuarto y busque entre tus cosas, encontré el transmisor, lo encendí sin querer y le escuche... al oírle supe que te gustaría saber lo que decía y corrí a buscar mi grabadora... -alargó la mano hacia él, mostrándosela en la palma abierta.

La agarró en silencio, después de todo la curiosidad femenina podía ayudarle a saber más de Rukawa. Hizo intención de encenderla.

-No, ve a tu cuarto..., luego si no quieres hablarme más lo comprenderé... -dijo con expresión compungida.

-¡¡Eres tonta, hermanita!!! -dijo sin enojarse mientras salía llevándose la pequeña grabadora.

Esta vez no cerró la puerta. Al parecer todos estaban enterados de lo que hacia, recogió el transmisor que guardaba en una caja bajo su cama y lo encendió. Solo se oía la estática, eran las once de las noche, o Rukawa dormía o estaba practicando en alguna cancha próxima a su casa. Miró la grabadora encendiéndola.

El principio de su monologo no había quedado registrado, pero la voz  distorsionada de él se escuchaba con claridad.

-... no... no... así no.... parezco una niñita tonta declarándome... Tengo que decírselo con voz firme... sin titubeos...practicaré contigo... seguro que no te molesta... Toma son para ti, espero que sean de tu agrado... no... no... suena muy tonto. Cómo decirle lo que siento? Sabes, me siento bien hablando contigo, apenas te vi en el escaparate de esa tienda. Fue como si te conociera de siempre. Una extraña sensación. Cuando nos conocimos, fue como un deja vu, tú y yo teníamos que encontrarnos, esa certeza se desmoronó cuando te oí decir que estabas enamorado de esa niña tonta. Ahora estas solo... igual que yo... si tu quisieras, podíamos... -su voz se volvió un susurro y no pudo entender que decía, cuando la elevó le escuchó decir- ...me dirás que solo amigos. Me conformare con tu amistad. -creyó escuchar un sollozo- Se mi amigo, por favor. No quiero seguir solo toda mi vida... te necesito, estos días te he extrañado tanto... tanto...

Ya no tuvo ninguna duda, su llanto llegaba desgarrador hasta sus oídos.

-Kitsune...

Actuó sin pensar. Recogió su zamarra saliendo apresuradamente de su dormitorio.

-Tengo que salir... -dijo apresuradamente al cruzarse con sus padres que ya iban a acostarse.

Ni siquiera les dio tiempo a contestarle.

Una hora después se detenía ante un portal, afortunadamente encontró la puerta abierta, algún vecino se había olvidado de cerrarla. En los cajetines de correo encontró el nombre y el número del piso de Rukawa. Subió a pie los tres pisos y se detuvo ante la puerta, llamó un par de veces sin obtener respuesta. Tampoco quiso insistir más porque podía despertar al resto del vecindario. Junto con sus llaves llevaba lo que necesitaba para abrir la cerradura. Estaba seguro que Rukawa no iba a denunciarlo por invadir su intimidad.

*******************************

Emergió del sueño poco a poco, sus sentidos reaccionaban con lentitud, se estaba a gusto en su cama, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo, suave cuerpo de... piel? -su mano se deslizaba con suavidad, confirmando que bajo la palma de su mano la tersura y el calor de la piel era real. Cómo había llegado a esa situación? Si mal no recordaba había dejado a su lado a su muñeco, quien entonces estaba allí? O acaso no estaba en su casa? Se decidió a abrir los ojos y lo que vió le hizo da un salto quedando sentado en su propia cama mientras intentaba cubrirse pudorosamente con la sabana y dejando a Hanamichi completamente desnudo ante su mirada perpleja? Extasiada? Mudo quizá debido a la impresión.

-No crees que soy mejor que tu amiguito? -preguntó divertido ante el sobresalto de Kaede al encontrarle en su cama en sustitución de su amiguito. Había sido un juego de niños abrir la cerradura de su piso, introducirse en su casa para quedarse sorprendido al encontrar a Rukawa y a Ohkami compartiendo el mismo lecho, y aunque en sus mejillas se notaba el rastro de sus lágrimas, la sonrisa de sus labios iluminaba su rostro mostrándole una expresión que le dejo embelesado mientras le contemplaba. Tampoco fue complicado sacar el muñeco y acostarse él a su lado.

-Mucho... mucho mejor...-murmuró cuando pudo pronunciar palabra. Verle allí y cerciorarse que era real y no un sueño le había dejado sin habla. Cómo... como has entrado?

-Eso fue un juego de niños... tienes una cerradura muy fácil de abrir.

-Qué te hizo venir? -seguía mirándole como si pensará que en cualquier instante su figura se iba a esfumar y él seguiría solo.

-Ya que no puedo recuperar a Ohkami vamos a compartirlo -dijo riendo sin valor para decirle que le había espiado.

- Ohkami? -ahora comprendía porque le resultaba tan familiar el olor que desprendía. Era el olor de su do'aho, el mismo que en ese instante impregnaba sus fosas nasales.

-Aha...

-El dueño de la tienda dijo que era de su hijo...

-Ese soy yo...

-Volví a ver a la chica... sus ojos... me resultaron familiares.

-Es mi hermana Hitomi. -Le miró divertido- Vas a seguir acaparando la sábana? Es que me estoy quedando helado.

Kaede le miró y al instante se turbó.

-Ven a mis brazos -dijo estirándolos hacia él.

Kaede se refugio en ellos feliz, se abrazaron bajo la ropa de cama.

-Feliz San Valentín, Kaede... -murmuró junto a su oído.

-Feliz San Valentín, Hanamichi. Aishiteru. -supo que todo estaba dicho, no había que agregar más restregó su mejilla en su pecho, sabiendo que teniéndole a su lado nunca más volvería a sentirse solo.

Fin

4 de diciembre de 2007

Paz

Glosario de japonés

Irassheimase: Bienvenido.

Tadaima: Algo así como "ya estoy en casa" y se le responde con un "okaerinasai"  que quiere decir "que bueno que ya has vuelto" o "bienvenido a casa".

Ohkami: Lobo

Notas finales: Aunque menciono San Valentín no se trata de un adelanto de esa fecha... ha sido mera coincidencia.

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