Por fin Voldemort había sido destruido por “el-niño-que-vivió”. A pesar del cuidado que habían tenido al preparar el ataque, la Orden del Fénix había estado preparada. En el último momento, Lucius Malfoy había decidido traicionar al Dark Lord; pero no había sido el único: Bellatrix Lestrange, Rodolphus y Rabastan Lestrange, Ethan Nott, los Sres. Zabini y los Sres. Parkinson habían ido con él. Nadie se imaginaba que eso pudiese ocurrir, que el alto mando del que no debe ser nombrado le traicionase. Debido a la información que habían dado: lugares de reunión, nombres, escondites…, sus nombres habían sido limpiados, no se olvidaba todo lo que habían hecho pero si los habían perdonado. Cada uno de ellos pudo volver a hacer su vida normal, sin ser señalados por todos como mortífagos. Habría que corregir, no todos podían volver a la normalidad; Lucius Malfoy no podía pensar en volver a la normalidad sin tener a la persona que le importaba tanto como su hijo. Pero, ¿sería capaz de perdonarlo? Si no obtenía su perdón jamás podría volver a ser realmente feliz.
Recordaba perfectamente como había comenzado todo y como había terminado. Supo que se había enamorado por primera vez, estando en su tercer año de colegio; Severus estaba en segundo y apenas se relacionaba con nadie, pero eso no implicaba que no llamara su atención: ese cabello negro como la noche, a simple vista podía parecer grasiento pero en realidad era un hechizo que se lanzaba para que no se le ensuciara, sus ojos del mismo color y tan brillantes como ónices, su figura grácil y sensual, no había ninguna parte de él que no le engatusara. No le fue muy difícil conseguir enamorarle, pues parecía que él también sentía algo por su persona. Era tan irreal y a la vez tan tangible; la persona más insospechada había sido la que capturara su corazón y viceversa. ¿Quién hubiera imaginado que las dos personas más frías e insensibles acabarían juntas? Mucho menos, que duraran tanto tiempo; tantos años juntos, sin importarles nada para que todo se fuera al diablo por dos palabras: Narcisa Black.
Había logrado que su padre le comprometiera con ella, obligándole a separarse de la persona que más había amado. Le había perdido debido a su estupidez, y había dejado escapar a la persona que más amaba; estaba seguro que jamás podría recuperarle, a pesar de que lo intentara. Nunca le perdonaría el que le hubiera abandonado de ese modo; sin embargo, eso no era verdad pues un moreno de ojos negros se encontraba en ese momento ante la Mansión Malfoy, intentando reunir el valor necesario para afrontar al que había sido su gran amor durante cinco años. Finalmente, hizo sonar la puerta con un suave golpear, para ser atendido inmediatamente por un elfo doméstico.
-¿Se encuentra el señor en casa? –el elfo le hizo entrar y esperar en una de las salas mientras iba a avisar a su amo. Severus no sabía que le diría o como reaccionaría al tenerle de nuevo frente a él sin una varita en la mano, como había pasado la última vez que se vieron. Aunque no lo demostrara… tenía miedo de ver odio o indiferencia en esos ojos grises que tanto amó y que aún amaba. Sí, el miedo recorría su cuerpo, no podía evitarlo -¿Será posible volver a estar juntos? –la pregunta había sido lanzada al aire y recogida por unos ávidos oídos, deseosos de escuchar esas palabras. Silenciosamente, el hombre que acababa de llegar, se acercó hasta el ojinegro y le rodeó la cintura, acercándolo a su cuerpo y besando con suavidad su cuello.
-No lo pongas en duda. Desearía poder retroceder el tiempo y arreglar todas las estupideces que hice, pero no puedo. Sin embargo… puedo intentar borrar el dolor, si me lo permitieras –Lucius susurró esas palabras al oído del adusto profesor de su hijo. Su hijo, ¿cómo se tomaría aquello? ¿Cómo le sentaría que su padre comenzara a salir con su padrino y profesor? –Severus, te he echado de menos. No sabes el calvario que he tenido que pasar todos estos años sin ti –se estaba sincerando con su moreno, por primera vez en muchos años volvía a abrir su corazón -. Cada vez que tocaba a… Narcisa, mi mente te dibujaba a ti. Pensaba que eras tú el que estaba conmigo –podía sonar cursi, pero necesitaba sacar todo eso que sentía, demasiados años mostrando frialdad e insensibilidad y el que más había sufrido ese carácter había sido Draco. Su hijo se merecía una familia de verdad, no la farsa que había sido todos esos años -. Severus, ¿querrías formar una familia conmigo? Demasiado tiempo sin mostrarle afecto a mi hijo, va siendo hora de que tenga una familia auténtica. Y quiero que sea contigo –Snape estaba bastante asombrado. ¿Ese era el frío y calculador Lucius Malfoy? ¿El mismo que le había abandonado de esa manera tan cruel? ¿El que había levantado su varita contra él?
No debía pensar más en eso, lo pasado debía quedar allí, oculto y sin opciones a volver a invadir su mente de malos recuerdos. No quería que ese momento se estropeara, pero aún tenía miedo –Lucius… cura primero mis heridas y después podremos empezar como una familia –era su forma de decirle que sí, que quería formar una familia a su lado. Un recuerdo de una conversación similar vino a su mente.
************* Flash Back *************
Eran las vacaciones de invierno y ellos se habían quedado en el colegio. Estaban en su 5º y 6º año, y llevaban ya cuatro años juntos. En ese momento se encontraban en su habitación, en la casa de Slythering, tumbados en la cama que compartían desde hacía tres años; se encontraban desnudos, pues acababan de hacer el amor, sus miradas se encontraban y no era necesario decir nada más. Sus ojos decían todo, las palabras sobraban. El de ojos grises desvió su mirada un momento, sopesando las posibilidades de que su pequeño le respondiera de manera positiva.
-Severus, ¿querrías formar una familia conmigo cuando acabemos Hogwarts? –la pregunta había tomado desprevenido al moreno y, mirando al ojigris, se lanzó a sus brazos y le besó. En ese beso se encontraba impresa su respuesta, pues no era capaz de emitir palabra alguna –Te prometo que jamás te arrepentirás de esta decisión.
************* Fin Flash Back *************
Por desgracia, si se había arrepentido, y muchas veces. Lucius no había cumplido su promesa. Dos gotas saladas abandonaron sus ojos y recorrieron el camino hacia las manos del rubio, éste al sentir algo mojarle observó a su moreno. El rastro de esas dos gotas saladas se encontraba en su rostro, supo entonces que tendría que sanar bien ese corazón roto, no quería volver a ver lágrimas en sus hermosos ojos –Es hora de cumplir la promesa que hice hace más de veinte años –esas palabras llegaron hasta lo más profundo del corazón del profesor, haciendo que la esperanza volviera a surgir en él -. Es momento para ser felices, mi amor –la escena estaba siendo vista por otro rubio de ojos grises, el cual poseía una sonrisa sincera en sus labios; quizás eso hiciera que su padre saliera de la depresión en que había caído tras el fin de la batalla. Ahora serían una familia, aunque les llevara algo de tiempo en curar esas heridas.