Prologo: El invierno casi está aquí…
Los primeros copos de nieve comenzaban a cubrir la ciudad, lamentablemente el ambiente todavía no era lo suficientemente helado como para que esa “agua-nieve” no se derritiese en tan solo una noche. Seguramente al día siguiente no quedaría mas que un simple rastro de rocío matinal en lugar de ese maravilloso manto blanco que se había formado con mucho esfuerzo por parte del señor clima invernal, y ese viento frío que arreciaba de poco a poco.
El humo del cigarrillo que llevaba en mano se perdía con la ligera ventisca invernal acompañada de pequeñas partículas de nieve. Sintió escalofríos recorriéndole el cuerpo. En definitiva ese suéter, tejido a mano por su madre, en conjunto con una delgada bufanda no le eran de mucha ayuda… pero, bien, él se había hecho el valiente de salir del estudio para darse un respiro en medio del ensayo con la banda.
Todavía le parecía que la música retumbaba en sus oídos, era hasta molesto, todo este tiempo había continuado creyendo en la equivocada idea de que sus dedos sobre las cuerdas de su bajo podrían relajarle_; pero hoy, había sido ya simplemente insoportable el ambiente… tenía ya demasiado miedo…
Comenzaba a temerle a esas miradas llenas de amor que le eran dedicadas…
Temía a esas magnificas notas con esa guitarra, que entre líneas le decían de manera disfrazada cuanto le adoraban, cuanto… le amaban…
-…- un largo suspiro salio de sus ahora agrietados y fríos labios, para luego sentir como de un momento a otro era arropado por su abrigo que se había olvidado en el estudio. Al instante adivino quien le había hecho el favor de traérselo-…
Cuanto le temía a esas adorables mejillas ahora coloradas por el viento helado, que miedo le provocaban esos labios curvados en una tierna y conciliadora sonrisa. Pero por sobre todas las cosas… que vulnerable se sentía ante esa mirada enamorada que se le dirigía debajo de esa mata de cabellos castaño rojizo.
-Kanon…- un nuevo ataque de escalofríos hizo que toda la piel se le erizara, al escuchar su nombre salir de esos labios, los cuales en contadas veces se había atrevido a probar.
-Gracias…-respondió dejando caer su cigarrillo, que término de consumir su fuego al contacto con lo helado de la nieve en el suelo- Takuya…
La sonrisa del más joven se amplio antes de arrojarse a abrazarle escondiendo su rostro en su pecho. El por su parte le atrajo más, posando su mano en la nuca del pequeño guitarrista, le revolvió un poco los cabellos. Le agradaba aquel calorcito que le proporcionaba ese niño, y se sentía tan bastardo al caer en la cuenta de que nunca podría corresponder a ese cariño que le profesaban y que él se atrevía a recibir a manos llenas.
El dolor y la repugnancia que se provocaba a si mismo incrementaban al recordar como es que se había atrevido a “formalizar” algo con ese chico…
Para terminar el acto, ahí venían esas palabras que tanto le herían escuchar…
-Te amo, Kanon-san…
El abrazo se estrecho todavía más y el pelinegro no atino a más que perderse en el fresco perfume de ese pequeño ángel que desde hacía unos meses se había propuesto a quitarle ese dolor que le venía acompañando el alma desde que cierta persona se marchase de su lado…
-“Bou-kun…”- fue el nombre único que cruzo por la mente del bajista, ya iba siendo hora de irse olvidando de eso…
Era momento de que con ese frío invierno se fueran todos los recuerdos que le eran dolorosos.