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.:: Lógica y Corazón ::. por KakaIru

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Notas del fanfic:

Aca está la segunda parte de la serie .:: Espíritu ::.

Espero que les guste! ^^ Como dije, no es absolutamente necesario leer la parte anterior, pero ayudaría a que no se perdieran leyendo.

Y ueno, este iba a ser el regalo de cumple de Mika-chan, pero creo que le gusto mas el otro! xDDD Pero aprovecho para decir: FELIZ CUMPLE, MIKA-CHAN!!!!! (aunq tecnicamente su cumple haya sido ayer! xDD) Besos!!! *3*

Notas del capitulo:

¡GaaLee!

xD

Lógica y Corazón.



Nunca pensé que las cosas con Gaara fuesen a marchar de este modo. Nunca imaginé que la vida a su lado fuese tan... excitante. Por supuesto que yo había previsto que, en el preciso momento en el que me mudara a su departamento, nada volvería a ser lo mismo. Probablemente mis días volverían a ser interesantes, como en los lejanos momentos de mi adolescencia. Ahora que soy un hombre pensé que mi existencia se volvería una aburrida espiral inacabable, pero claro, en ese entonces no conocía a Gaara; no amaba como amo ahora.


Como decía, ahora es todo mucho más interesante, lejos de lo rutinario.


Nunca imaginé, de hecho, que pudiera existir una persona como él, tan llena de misterios, extrañas manías y deliciosas maneras. Aún ahora, luego de tantos meses viviendo juntos, llego a sorprenderme de la infinidad de cosas que es capaz de hacer, los tantos matices que me hace experimentar. Las sensaciones nunca han sido tan intensas como ahora y a menudo pienso que no soy merecedor de toda esta felicidad que llega a mí en tan grandes cantidades.


Gaara es mucho más de lo que alguna vez hubiera podido desear.


Con sumo cariño, y no sin cierta vergüenza, recuerdo los primeros días de nuestra ahora compartida vida cuando, sin darme cuenta, había descubierto en Gaara esa faceta de amante insatisfecho que parecía perseguirlo como una sombra. Aún ahora no soy capaz de complacerlo como debiera, lo sé y me duele un poco pensar en ello, pero hay una cierta parte de él que no muestra ni siquiera a mí, y me manejo a tientas en un terreno desconocido que, por momentos, me abruma por completo. Pero todas estas pequeñeces parecen carecer de significado cuando lo veo frente a mí, con su excitante mirar clavado en mi persona, observándome fijamente, haciendo creciente mi nerviosismo. De alguna forma es como si me atara con su mirada, como si buscara algo de mí, algo que no sé qué pueda ser. Cada vez que me observa es como... no es como si me desnudara con la mirada, realmente para eso él suele usar simplemente sus manos, pero el calor que siento en mi pecho, en mi cabeza... me mareo tan sólo de contemplarlo. ¿Es tan grande el poder que tiene sobre mi persona?


De alguna forma Gaara es como un diablo, un pequeño y caprichoso diablillo que se molesta cuando no sigo sus órdenes. Y, a pesar de su aparente fuerza y toda su absoluta dejadez, sé que siente algo por mí, un fuerte sentimiento que no es capaz de comprender por completo.


-Gaara...


Su nombre escapa de mis labios sin siquiera darme cuenta y de pronto vuelvo a la realidad de nuestra habitación, tan sobriamente decorada pero despampanante en la belleza de sus fotografías.


En momentos como estos, mientras observo los bellos modelos que engalanan las paredes del cuarto, me siento un poco solo porque, a pesar de mi arte, Gaara y yo somos completamente diferentes. Él siempre ha estado rodeado de belleza, glamour y todo el elegante mundo de la fotografía. Los rostros de sus imágenes están cargados de elitismo, del sabor de la alta sociedad y, a pesar de ser hermosos (porque sí que lo son), los sentimientos parecen estar plastificados en una mueca abstracta. Mi arte es completamente opuesto. Mis pinturas son el reflejo de mis vivencias, de las personas que he conocido y han significado algo para mí. Mis cuadros están llenos de pobreza, lealtad, amistad, necesidad, cariño, desesperanza, tristeza... mis pinturas son mi alma. Yo soy lo que mis manos dibujan, soy un lienzo triste dispuesto para la obra del Destino. Y entonces me pregunto, ¿cómo es posible que estemos juntos, él y yo?


Pero en el fondo lo sé.


Yo deseo un atisbo de su universo. Me siento atraído hacia él como una polilla a la luz. Él es hermoso, la criatura más hermosa que haya visto nunca. Su belleza va más allá de lo físico, también es lo que transmite, es la soledad en su mirada, el hambre voraz que devora su existencia, es la perfección de cada línea de su rostro, de su cuerpo, de todo él.


-Gaara...


Vuelvo a llamar su nombre y siento la ansiedad consumirme. ¿Por qué tarda tanto?


Mi mano se mueve nerviosa sobre la mesita de noche que descansa a un lado de la enorme cama. Gaara marchó esta mañana y no ha vuelto ni ha llamado siquiera. Simplemente dijo, antes de despedirse, que trabajaría con una agencia de modelos que había requerido sus servicios y cuya paga era bastante buena. Por supuesto que me puse muy feliz por eso, después de todo esa es su profesión, ¡y claro que no me molesta que pase todo el día rodeado de hermosas mujeres y enloquecedores hombres! Es sólo que... lo extraño. Lo extraño tanto que siento que no puedo respirar. No he comido nada en todo el día y tampoco tengo hambre, pero lo realmente importante es la espera. Esta espera me está matando.


Desvío la mirada hacia la ventana que se encuentra sobre la cama y mi vista se pierde en las nubes borrascosas que poco a poco invaden la ciudad. Las noches son más oscuras y solitarias sin él, ahora que lo pienso.


De pronto un ruido distrae mi atención y dirijo mis ojos hacia la calle frente al departamento. El ruido proviene de un auto lujoso, como todos dentro del condominio; y del flamante coche azul baja mi adorado/amado pelirrojo. Dios, es tan hermoso, aún con su rostro inexpresivo y aún cuando se despide de la bellísima chica rubia con un beso en los labios...


Un beso en los labios.


Mi corazón se detiene al contemplarle. Mis ojos muy, muy abiertos como si fuesen a saltar de mis cuencas. Pero es que... ¡es imposible! ¡Gaara está besando a esa chica!


Aprieto los puños cuando siento salir la primera lágrima.


Un resplandeciente fuego rojo arrasa lentamente con cada uno de mis matices, el verde se convierte en óxido, la alegría se transforma en cenizas, el dolor es como un vaho invisible y visible al mismo tiempo. Me muerdo los labios para evitar soltar un grito. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede hacer eso? Se supone que él... que nosotros... ¿¡COMO!? Cierro los ojos con fuerza y trato de calmar los latidos de mi corazón, pero los fuertes temblores que me recorren traicionan todos y cada uno de mis intentos.


Entonces no quiero pensar en ello. Quiero engañarme y decir que no he visto nada. Mi Gaara aún no llega a casa, mi Gaara está aún trabajando, no se adentra en el edificio y, minutos después, siento abrirse la puerta principal del departamento. No, mi Gaara no se acerca a nuestra habitación y me observa callado desde la puerta, apoyado en el marco y luciendo tan apuesto como siempre.


-Lee...- no, no, ¡no! ¿Por qué me estremezco al escuchar mi nombre siendo pronunciado por sus labios? ¿Por qué el aire me falta y la tristeza en mi pecho se intensifica?


-La cena está en la cocina- digo sin siquiera mirarlo-. Sólo tienes que calentarla.


Puedo sentir su intensa mirada sobre mí, estudiándome como de costumbre. Me estremezco tan sólo imaginando los pensamientos que pasan por su cabeza. Entonces se marcha, de forma silenciosa, y yo escucho sus suaves pasos hacer eco rumbo a la cocina de su departamento. Su departamento, su casa, su profesión, su vida... ¿Por qué de pronto me siento como un intruso? ¿Realmente debería estar aquí, junto a él? Nuevamente mis ojos se desvían a cualquier sitio lejos de su presencia.


Y nuevamente ahora vuelvo a recordar aquella primera vez en la galería. Mis ojos quedaron prendados de él desde el primer momento, como si todo el mundo pasara a segundo plano y sólo estuviésemos él y yo, juntos en un mismo espacio que desconocíamos pero, de alguna forma, buscándonos en silencio. Aquel lejano encuentro significó muchísimo para mí, literalmente mi vida cambió a partir de ese instante. En cambio ahora...

-¿Qué sucede?- su grave voz me saca de mis pensamientos, y me sorprendo al darme cuenta de que no le había notado.
Mis ojos entonces se clavan en él, y soy perfectamente consciente de las lágrimas que se encierran en mis pupilas, cuando en vano trato de apartarlas del presente momento. Entonces reparo en su pregunta...
-¿Por qué lo preguntas?- inquiero nerviosamente mientras agacho el rostro, y es que es la única forma que tengo de enfrentarlo.

Entonces ahora me doy cuenta de que he cambiado mucho. Antes resultaba imposible que bajara la mirada ante alguien, en cambio ahora... Al parecer, Gaara me ha cambiado o de alguna forma yo me he adaptado a él, permitiéndole hacer conmigo lo que le plazca. ¿Qué pasó entonces con mi antigua y siempre creciente alegría? ¿Qué pasó con mi resuelta actitud que solía hacer tan orgulloso a mi maestro? ¿Dónde está el espíritu guerrero que guiaba mis acciones? Realmente... me desconozco.


-Estás demasiado callado- murmura mientras se acerca a nuestra cama, donde yazgo sentado, contemplando de forma ida las nubes negras que se arremolinan en el cielo, augurando una fatal lluvia.


La lluvia es un hecho extraño, casi ambiguo, pero infinitamente triste. Para mí representa aquellos días junto a mis seres queridos, cuando el amor era lo que nos movía porque era lo único que teníamos. Pero entonces me había abandonado a mi eterna pasión, tratando de descifrar un montón de cosas que se ocultaban de mí. Los rostros se escondían, y las emociones y las sonrisas, ¡pero nunca me rendí! Entonces apareció aquella magnánima galería y me obsequió al hermoso Dios... El Dios que me mira con intensidad, como si buscara encontrar cada uno de mis pecados y redimirlos... o condenarme por ellos.


Entonces siento dos fuertes manos acariciar mi rostro y suaves labios se posan sobre los míos en un beso intenso. Su boca sabe a fuego; a fuego, deseo y añoranza. Él busca, siempre lo hace, entre mis labios, cuando muerde mi lengua y me hace ahogar un gemido, como ahora, cuando sus húmedos besos descienden por mi cuello y yo sólo me estremezco de placer y agonía. Sí, una agonía placentera y casi sublime, deseando enterrar mis dedos entre sus finas hebras rojas que ahora invaden mi vista. Lentamente desciende, con una pericia asombrosa, y se deshace de cada uno de los botones de mi camisa. Sé lo que viene a continuación... Sé lo que hará y quiero detenerlo a pesar de que sé será imposible hacerlo. Estoy plenamente consciente de que sus manos me recorrerán, ávidas por ese anhelo de tomar todo de mí, y sus dientes morderán mi piel y me harán gritar de puro éxtasis; mis ojos derramarán lágrimas de placer y pediré ahogadamente que entre en mí e inunde todo mi ser.


Sí, eso sucederá, y mis mejillas se colorearán cuando sienta la primera embestida que siempre es la más fuerte y me arrebata un agudo grito. Entonces mi alma se contraerá y perdonaré cada uno de sus defectos porque lo amo demasiado, lo deseo demasiado, no puedo separarme de él.


-G-Gaara...- aquí viene mi debilidad, mi entrega inmediata y sin dilaciones. Casi puedo percibir su sonrisa ególatra al saberme rendido ante su dominio, y succiona con más fuerza, casi enloqueciéndome- D-Detente...


Extrañamente se detiene.


Se detiene y me observa, sorprendido a más no poder y, probablemente, esa misma sorpresa se ve reflejada en mi rostro. ¿Realmente le pedí que parara? Probablemente ni él puede creer lo que dije, así que vuelve a lanzarse sobre mi pecho y saborea mi piel cual peor adicto y yo, sin poder moverme, tan sólo le siento. Mi piel se eriza al sentirle desabrochando mi pantalón. Quiero detener sus acciones pero me encuentro demasiado excitado ya, casi con ningún control sobre mí. ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto?


-¿Qué pasa?- pregunta.


Nuevamente hay silencio, y sorpresa y momentánea confusión al ver su rostro tan cerca del mío. Mis ojos se abren y se cierran. Mi garganta está seca, adolorida. ¿Realmente sus besos saben a 'traición' o es sólo mi propio dolor tratando de burlarme? Entonces veo algo... No sé qué es... Es su mirada que parece brillar. ¿Qué sucede? Entonces comprendo...


-Lágrimas- explica únicamente, como si tan sólo con esa palabra definiese el estado de mi alma. Lo más escalofriante es que lo logra- ¿Qué sucede?


Un sollozo escapa de mi garganta. Me aparto suavemente de mi pelirrojo, no estando dispuesto a dar explicaciones. No quiero explicar realmente, tan sólo hundirme una vez más en mí. Entonces siento que la pena es enorme y sé que quiero desahogarme; tomar mis implementos y dibujar toda la noche, lo que salga, lo que sea, pero con tal de apartar de mí esta sensación. ¿Por qué debe ser así? Cuánto quisiera poder estar seguro de los sentimientos de Gaara y así poder hacerle partícipe de lo que siento. Pero no voy a arriesgarme a un rechazo seguro. Por más que lo ame, no estoy dispuesto a dejarle quebrarme.


Pero me quiebra.


Sus brazos rodean mis hombros y me hace quedar frente a él, sin escapatoria, sin salida, tan sólo las saladas lágrimas bañando mi rostro como única prueba de mi existencia.


-Explícame- murmura contra mis labios, pero no hay respuesta, tan sólo un movimiento muerto porque quiero respirar, necesito respirar o me ahogaré.


Suelto un jadeo y él me atrapa. Me abraza con demasiada fuerza, como si quisiera quebrar mis huesos. Un grito estrangulado brota de lo más profundo de mi ser y cierro los ojos ante el dolor a causa de tan sorpresiva acción. Pero no se detiene... De nueva cuenta sus dedos se mueven hasta desnudarme.


-No... por favor...- no quiero rogar, no quiero pedir, pero le siento desabotonar su pantalón y separar mis piernas. Si tan sólo contara con la fuerza necesaria; si al menos pudiese dejar de quererlo; si pudiera hablarle cuanto menos...- Gaara, ahora no, por favor.


¿Pero cuándo ha hecho lo que yo le he pedido? Por toda respuesta tan sólo me besa, y sus boca hambrienta busca la mía mientras su lengua trata de despertar mi lengua. Ese sabor no es el sabor de ella; este es el adictivo sabor de mi pálido pelirrojo que se aferra a mis caderas y gime de anticipación. No necesito preparación, no hay necesidad de ello porque realmente nunca me ha lastimado. Y aún le deseo tanto.


-Tu dolor pasará- dice con la voz grave a causa de su propia lujuria, y justamente ahora me doy cuenta de que solucionamos nuestros problemas siempre de la misma forma: él moviéndose dentro y fuera de mí.


-No es cierto- digo de pronto, comprendiendo por vez primera, y lo observo fijamente, sin desviar la mirada y sin evadirlo. No lo enfrento a él realmente, sino a su calculadora forma de ser y sus eróticas caricias; sus pecaminosos besos y toda su enloquecedora presencia. Me niego a ser su juguete... Me niego a ser el muñequito de alguien que ni siquiera me ama. Pero me hiere y me entristece este conocimiento.


-¿Qué pasa contigo?- pregunta por tercera vez, y nuevas lágrimas recorren mis mejillas.


-Gaara...- duele, duele tanto reconocer cuánto lo necesito- yo no pertenezco a este lugar.


Su ceño se frunce y esta es la primera vez que veo semejante reacción en él.


-¿Qué?


Silencio.


-¿¡QUE!?- mis ojos se abren con suma sorpresa al escuchar semejante grito. ¿Realmente Gaara está gritando? ¡No puede ser! Pero lo es... Grita y sus manos aprietan mis brazos con extrema fuerza; estoy seguro de que mañana tendré una buena marca pero no es lo que importa. Lo que realmente interesa es la forma en que sus ojos me observan, con una mezcla de furia, desesperación y ansias, que me aturde. ¡Esta es la primera vez que le veo tan emotivo! Eso quiere decir... ¿que mi Dios sí tiene sentimientos?


Su respiración se agita, su pecho sube y baja a una velocidad imposible y por su rostro descienden pequeñas gotitas de sudor, como si estuviese haciendo algún tremendo esfuerzo por contenerse. ¡Pero no! ¡Yo no quiero que se contenga! Yo quiero conocer a la bestia, al verdadero Gaara, a aquel que no piensa y sólo siente.


-Gaara...


-¿Que no perteneces a aquí, dices?- siento que su voz se quiebra. Su voz se rompe y mi pecho arde porque sus palabras escuecen. No, no pertenezco. Me siento como un extraño, como si no tuviese nada que ver contigo, como si no me amaras... ¿No me amas? ¿Ni aunque sea un poquito? -¡¿Cómo puedes decir eso!?


Se exalta y me sacude. Mi cabeza golpea la almohada y mis sentidos se desestabilizan. Su cabello es una sombra borrosa y casi no siento los dedos de mis manos. Aprieta los dientes con furia, su rostro desconfigurado en una mueca espantosamente diabólica. Pero... sigue siendo hermoso. Aún con la rabia, la rudeza, la violencia excesiva. Porque es él. Es él quien me azota contra el suave colchón una y otra vez; es él quien acerca su rostro al mío; es él quien se acomoda entre mis piernas; es él quien me penetra con rudeza...


-¡¡¡Aaaaahhhh!!!


Arqueo la espalda ante el dolor tan grande que me invade. Inconscientemente trato de apartarlo de mí pero sin resultado alguno. Esta vez sí me ha lastimado. Y el dolor es enorme, de verdad que lo es, y cierro los ojos con fuerza tratando de no prestar demasiada atención al ardor en mi entrada. Entonces le siento con más intensidad y, tras esa fuerte embestida, se está calmado. Su respiración rompe contra mis oídos pero no se mueve. Su corazón late a prisa pero no se mueve. Su miembro está tan profundo en mí ¡pero no se mueve!


-¡Gaara!- chillo con desesperación, pero él continúa abrazándome tan fuertemente que escasamente puedo respirar.


El dolor, sin embargo, va tornándose lejano, casi invisible, como si nunca hubiese estado allí en primer lugar. Entonces la sensación es lentamente reemplazada por un vago placer que a duras penas puedo distinguir. Y él me mira, con los ojos brillando de rabia; se muerde los labios cuando intento alejarme, pero no me permite moverme. Finalmente, aún a pesar de mis esfuerzos, mi cuerpo empieza a rendirse, como por inercia, y tenues jadeos abandonan mi garganta. Cierro los ojos con fuerza, negándome. ¡No quiero ceder! Y él se adentra un poco más en mí y yo araño su espalda porque finalmente es sólo placer lo que recorre por completo mis extremidades, mi vientre, mi pecho, mi cabeza, todo yo...


Puedo sentir entonces su respiración agitada, los rápidos latidos de su corazón que se desbocan más alocadamente con cada segundo que transcurre... en silencio. Estamos en completo silencio, fundidos en un solo ser. Él dentro de mí, como es costumbre, pero esta vez tan juntos. Esta vez su calor no me abandona. ¡Y es demasiado! ¡No puedo soportarlo! Quiero que se mueva, por favor, Gaara, muévete un poco... Pero no lo hace. Tan sólo acerca sus labios a mi oído y me besa dulcemente. Es tan extraño sentirle de este modo.


-Gaara...- me estremezco al sentirle tocando profundamente mi punto más erógeno. ¡Por amor de Dios, Gaara, necesito que te muevas!


-¿Por qué?- su voz no tiembla, pero puedo percibir el deseo y las ansias tan visibles a mi vista y audibles a mi oído. Sé que está haciendo su mayor esfuerzo por controlarse y, al mismo tiempo, sé que se encuentra profundamente perturbado. ¿Es a causa mía que se halle de esta forma? Pero no entiendo su pregunta... ¿Por qué 'qué'?- No comprendo...


Pues vaya casualidad, yo tampoco entiendo nada...


-Ella estaba allí- dice, y no puedo evitar prestar toda mi atención. ¿Qué tienes que decirme, amor mío, que pueda hundirme más?-. Pensé que... Creí que podía hacerlo.


¿Hacer qué?


-Me dijo que era tu esclavo- mis ojos se abren, sorprendidos, pero su rostro no está a mi alcance-, así que iba a demostrarle lo contrario. Yo la deseaba... Siempre la he deseado.


Me muerdo los labios ante la confesión. Sí, lo está diciendo, que la deseaba a ella. No voy a llorar... no voy a hacerlo... pero sollozo levemente y trato de moverme, nuevamente infructuoso mi intento. Respiro agitadamente, completamente mareado, abrumado entre sus palabras y su miembro que aún presiona excitantemente lo más hondo de mí. Alejo mis manos de su piel y, en su lugar, aprieto las sábanas blancas.


-Ah...- no puedo reprimir los tenues gemidos que salen de mis labios- Gaara... por favor...


Te necesito. Te necesito pero no con esta pasividad. Quiero sentirte, aunque sea una última vez. Quiero que entres en mí con fuerza y me hagas gritar de dolor y éxtasis. Anhelo el contacto y los agudos besos; las infinitamente placenteras caricias y la fuerza con la que sueles sostener mis caderas, cuando arremetes con fuerza y mi vista se nubla por el placer de sentirte calando hondo en mí.


-Gaara...


-Ella estaba allí- me ignora cruelmente, torturantemente, enloqueciéndome por completo-. Yo iba a tomarla... Era perfecta. 


No qiero escuchar, ¡no me importa escuchar! En este instante no tengo pleno control de mí mismo. No me importa lo que digas, sólo quiero que termines lo que has empezado. Y llegado a un punto no puedo escucharlo más... El placer es gigantesco y se vuelca sobre mí, me invade y me inunda, estremeciendo todas y cada una de mis células.


-¡Gaara!


-Pero no pude hacerlo...- se muerde los labios y me observa fijamente ahora, con los ojos exageradamente abiertos y la expresión crispada; fuertemente sostiene ambos lados de mi rostro y me obliga a mirarle- ¡¿Por qué?!- nuevamente grita- ¿¡Por qué no pude hacerlo!?- nuevamente pierde el control- Cuando intenté besarla, ¡estabas ahí! Cuando intenté tocarla, ¡estabas ahí! ¡¡¡Su cuerpo era tu cuerpo y sus ojos eran tus ojos!!! ¡¡¡No comprendo!!! ¡¿POR QUE?!


Me besa rudamente. Se lanza contra mis labios como si fuese un enemigo y sus dientes hacen brotar la sangre que no lo detiene, al contrario. Su húmeda lengua abarca hasta los lugares más recónditos de mi cavidad y entonces...


-¡Aaahhh!


Arremete con fuerza. ¡Y es lo que estaba esperando! Pero...


-¡Gaara!- sin ninguna consideración me embiste, entrando y saliendo a una velocidad increíble. Y el placer está ahí, a pesar de todo, como un enorme manto que nos encierra. Prontamente mis gritos invaden nuestra pieza, y la nueva melodía está compuesta por leves gruñidos, extasiantes gemidos y el sonido de su carne entrando en mi carne, abriéndose paso con vehemencia, quitando del camino cualquier obstáculo que pueda impedirle llegar hasta mí.


Y no hay nada mejor que esto, porque a pesar de todo es lo único que puedo pedir en este instante. Es sentirlo plenamente, amarlo plenamente, entregarme plenamente sin importarme lo que pueda ser de mí. Y ahora sé que estoy llorando pero no quiero que pare.


-¡Más fuerte!- grito arañando de nueva cuenta su espalda, sintiendo el placer concentrado en mi vientre y lentamente haciéndose más fuerte- ¡Más! ¡Más profundo!


Lo hace.


Entra más profundamente y embiste con más fuerza. Entonces lo siento... ¡Estoy tan cerca ya! Un poco más... tan sólo un poco más... Un poco más fuerte, un poco más rápido, ¡lo necesito!, nuevamente, así... ¡No te detengas! No te detengas porque yo...


-¡Aaahh!- un agudo gemido es proferido y siento mi semilla derramarse sobre mi vientre desnudo y, al mismo tiempo, la esencia de Gaara me invade las entrañas.


Respiro agitadamente y me apresuro a envolverlo entre mis brazos en el preciso instante en el que cae sobre mí, sin fuerzas, sudando copiosamente, jadeante... Mi Gaara. Beso con cuidado sus húmedas hebras y su mirada, casi dolida, se encuentra con la mía. Hay tanta confusión en sus ojos, como si fuese un niño perdido que buscara a su madre desesperadamente.


-Te amo- susurro quedamente pero sé que me escucha porque su mirada resplandece.


Asiente y respira. El viento que entra por la ventana es refrescante y yo aún le siento dentro de mí, como tantas noches antes. Entonces se separa, suavemente, de forma cansada, y me observa. Sin decir nada toma mi mano y me obliga a levantarme. No quiero moverme pero no tengo otra opción. Asimismo no digo nada, tan sólo le permito guiarme hacia una de las habitaciones del departamento que nunca antes había visitado, es más, ni siquiera sabía que existía. ¿De dónde salió esa puerta, en primer lugar?


Con la sorpresa invadiendo mi rostro, además de la curiosidad, le veo abrir, casi con pesar, la ligera lámina de madera. Dentro está oscuro pero aún así entramos. Un ligero sonido hace que las luces se prendan y la claridad del lugar me enceguece, por lo que me obligo a llevar ambas manos al rostro tratando de acostumbrarme a tanto brillo. Entonces, pasados unos segundos, finalmente mis ojos se acostumbran y observo a mi alrededor.


Y yo...


Me quedo sin aliento.


Mi rostro, en este momento, ha de parecer un poema, pero es que...


-Gaara- susurro tapando mis labios. No puedo creerlo.


Ese que está allí... soy yo. En aquella gigantesca fotografía estoy yo. Y en la otra, y la otra y también la otra ¡y en todas! Allí, aquella fotografía, de nuestra primera vez, cuando le conociera. Luego otra de cuando me mudé a su casa y lo hicimos durante todo la noche. Y tantas, tantas fotos, que me estremezco. ¿Así que es aquí donde coloca todas esas fotos que me toma cuando terminamos de hacer el amor? ¿Es aquí donde vienen a parar? Me pregunto entonces, ¿qué hace él con ellas? ¿Acaso viene a este cuarto y las observa sin detenerse, parado en medio de la habitación como si se tratara de una sombra, pensando en quién sabe qué cosas, tal vez preguntándose qué significo para él?


-Este es... el corazón de la casa- murmura con voz grave, y su figura desnuda se acerca a una de sus obras. Mi rostro, allí plasmado, tiene las mejillas sonrojadas, los ojos entrecerrados, la pequeña sonrisa que casi pasa inadvertida... Sus dedos acarician la piel de su imaginación y allí, de repente, veo la misma belleza que observo en mis lienzos. Porque él... él ha hecho de mí una obra de arte- Este es... mi corazón.


Entonces me observa duramente. Uno y mil reproches escapan de sus gemas azules. Cientos de condenas que me roban la respiración.


-¿Y dices que no perteneces aquí?


Trago saliva con dificultad.


-¿Te atreves a sugerir que no tienes un lugar en esta casa?- su voz es calmada, como siempre desde que le conociera, pero puedo notar la nota de tristeza en su tono.


Más lágrimas amenazan con brotar de mis ojos. Agacho el rostro y observo fijamente el suelo.


-Lo siento- murmuro, y mi corazón se agita ante este nuevo conocimiento. Finalmente, ¡represento tanto para él! Y fui tan egoísta... No supe apreciarlo y dejé que mi propia inseguridad, el amor que siento por él, el anhelo por su presencia, todo esto y más... dejé que me dominaran y le exigí algo que ya me pertenecía. Su amor, su entrega y adoración... ¡Yo le pedí una prueba cuando él nunca me ha exigido nada!- ¡Lo siento tanto!


No puedo evitar llorar. ¡Merezco estas lágrimas!


-No llores- dice, y esas palabras, en sus labios, son como una orden.


Lo miro entonces. Mi perfecto dios de ojos azules... Mi Gaara. Sonrío tenuemente cuando extiende una mano en mi dirección que no dudo en tomar. Siento su poderoso abrazo y me pierdo en la calidez de su cuerpo.


-Perdóname- pido aferrándome a su figura.


-No tengo nada que perdonar. Sólo...- besa mi frente y me suelta; de forma resuelta se dirige a la salida- Sólo no vuelvas a decir que no perteneces a aquí.


Asiento débilmente.


-Ahora vamos, hace frío y tienes sueño.


Llevo una mano a mi pecho y sonrío irónicamente. Tengo sueño. No lo había dicho pero tampoco era necesario, porque toda duda ahora está de lado y sé que no necesito más. Así que sólo me resta tomar esta nueva invitación y perderme en los placeres de nuestra cama, cuando el infalible Dios me permita acurrucarme contra su pecho desnudo y me acune con los latidos de su corazón.


Y entonces mi Dios me abraza y sonríe... 


Sonríe ahora porque me encuentro en sus sueños...


Y yo le tengo en los míos.


Entonces dormimos, abrazados y, cuando el día llega y rompe contra mis párpados, me encuentro nuevamente solo en el cuarto. Pero es todo esto ya tan común y tan corriente que no me sorprendo en lo más mínimo. Con paso cansado me dirijo al baño y me aseo, mis ojos un tanto hinchados a causa de las lágrimas pero, finalmente, completamente feliz. ¿Y cómo no estarlo si mi persona más preciada en el mundo entero me ama mucho más de lo que me había supuesto en un comienzo? Porque sin darme cuenta, y tal vez sin que el propio Gaara lo notara, yo había empezado a convertirme en su todo, dejándole sin capacidad de mirar a otra persona, de amar a otra persona, de pensar siquiera en otra persona... Pero, a fin de cuentas, ¿qué es el amor sino esa falta de lógica ante los designios del corazón? Porque sé que ama, aunque no lo diga, aunque no lo susurre tenuemente contra mi oído sé que lo hace. Y yo me doy por satisfecho.


Unos sonidos me sacan de mi momentánea ensoñación.


Es la puerta, y me pregunto quién podrá ser...


Los toques son suaves, repetitivos, y me hacen apresurarme. Ya vestido y listo para desayunar, atiendo la puerta y mis ojos se abren de forma desmedida.


Es ella.


Su pelo es rubio, precioso, largo casi hasta su cintura; sus ojos son azules, no tan bellos como los de mi Gaara pero sí muy hermosos; su piel es blanca, aparentemente suave y sí, es bella. Y tiene una voz tan dulce...


-¿Tú eres Lee?- pregunta con una sonrisa que no sé cómo calificar. ¿Está siendo amable de veras o simplemente finge conmigo?


-Gaara no se encuentra- respondo evasivamente.


-No quería hablar con él- dice con una nueva y más grande sonrisa en el rostro-. ¿Tú eres Lee?- repite.


No sé qué decirle. ¿Y si es una de esas mujeres que hacen lo que sea por conseguir el amor de un hombre? ¿Y si viene a intentar arruinar nuestra relación?


-Así es, mi nombre es Lee- respondo nerviosamente, y creo que mi expresión es demasiado obvia porque ella suelta una pequeña risita y se lleva una mano a los labios de forma coqueta. Ahora entiendo porqué Gaara decía desearla... Es realmente linda.


-Ya veo- habla finalmente, y sus ojos se cierran y suelta un audible suspiro que no sé cómo catalogar-. Ya entiendo por qué está tan maravillado contigo.


¿Qué? Abro los ojos al máximo. ¿Me engañan mis oídos? ¿Es una risa limpia y serena lo que brota de sus rosados labios? Extiende una mano en mi dirección y toca mi mejilla, casi con cariño. Me mantengo inmóvil, casi sin respirar, no sabiendo cómo reaccionar. No comprendo nada... Porqué el afecto, y la taimada sonrisa y la dulce voz...


-No deja de hablar de ti y ya veo porqué- a pesar de lo que dice me resulta bastante extraño pensar que Gaara pudiera hablar de mí con alguien. ¿Con sus modelos? Mi rostro se tiñe de fiero rojo. Su suave mano aún descansa sobre mi cara ahora caliente, pero no hago amago de apartarme. De algún modo me siento cómodo con la caricia, con el sentimiento de simpatía que desprende y que me inunda-. Tienes mucha suerte, ¿sabes?


Asiento, también sonriente.


-Lo sé- digo apartando su mano con la mayor de las cortesías.


-Bueno, creo que ya debo irme- me avisa sacando la lengua de forma juguetona, como si se tratara de una niña-. Sólo quería ver con mis propios ojos a aquel que le robó el corazón al siempre frío y reservado Gaara.


Mis mejillas vuelven a sonrojarse.


-Gracias- musito en voz baja y ella tan sólo se encoge de hombros.


"No es nada", responde mientras se pierde por el largo pasillo. 


Sí, sé que Gaara estuvo a punto de acostarse con ella y sé que ella se lo hubiera permitido, pero no puedo odiarla. No puedo sentir rencor hacia alguien así. Porque es tan amable y tan sincera... Y también porque, al final, gracias a ella, Gaara se ha dado cuenta de algo que es sumamente importante para mí.


Y eso es lo que necesito, así que, con ánimos nuevamente renovados y con un empezar maravilloso, entro nuevamente al departamento y me dirijo directamente al teléfono. Marco el número de la galería y me atiende una conocida voz.


-Con Hyuga Neji, por favor- suave y distante parloteo-. De parte de Rock Lee- leves segundos de silencio y una voz seria que conozco bastante bien-. Sí, soy yo- un saludo cortés y medido; su tono es reservado y casi mecánico-. Quería avisarte, Neji-kun, que seguramente añadiré otra pieza a la colección- preguntas interesadas; es bueno saber del negocio-. Así es... Lo antes posible... Entiendo... ¿Qué?- duda en mi voz y una sonrisa de obviedad- Porque he visto a un ángel...- menciona que estoy un poco loco y yo suelto una risita- Sí, comprendo. Lo único que puedo decir es que esta nueva pintura es una preciosidad de pelo rubio y ojos como el océano. Entiendo... entonces nos veremos pronto. Adiós...


Cuelgo el aparatito telefónico y me muevo con paso alegre por la sala.


Definitivamente, mi nueva creación será especial. Tan especial como la alegría que me invade y las ganas que tengo de volver a ver a mi pelirrojo. 


De forma disimulada me paseo por el Corazón de la Casa y sonrío como tonto.


-Te amo mucho, Gaara...- susurro con el corazón latiéndome a mil por hora.


¿Y no lo había dicho yo antes? Las cosas no podrían ser más excitantes con él.


FIN.

Notas finales:

Fin! jejeje espero que les haya gustado!!! ^O^ Muchos besotes a los que leen y a los que opinan!! *3*

Mika-chan!!! Besotes para ti!!!!!! *O*


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