La historia se desarrolla en Domino City, un suburbio que cada dia avanza mas y mas la tecnología, pero todavía hay muchas personas que prefieren tener un estilo de vida tradicional o ciertos detalles que la hagan normal y no tan industrializada. Tal es el caso de las parejas enamoradas, quienes tímidamente se galantean entre ellas con sonrojos, sonrisas, besos ligeros y delicados o un ramo de flores.
Para el último caso, los enamorados prefieren acudir a florerías para comprarles arreglos a sus amadas o simplemente para dar algo de vida a su hogar. Uno de esos negocios era Spring Paradise, una pequeña tienda cuyo dueño se distinguía por su elegancia, sus modales tan finos y sus impactantes ojos azules. Su corto cabello castaño y su imponente aspecto de príncipe atraía a muchas clientas a la florería, pero el solo tenia corazón para sus amadas rosas.
Esas flores eran el único recuerdo que le quedaba del amor de su vida, aquel joven que hizo posible que el continuara vivo. El dueño actual de Spring Paradise tenía 39 años a pesar de parecer muy joven y antes era conocido por ser el hijo del CEO de una empresa sumamente importante a nivel mundial. El nombre de ese joven es...
Seto Kaiba.
Tal vez él podía ser un hombre adulto joven, pero en su rostro se le notaba una expresión de suma nostalgia y en sus ojos había un brillo tenue. Quienes le conocían bien podían adivinar que estaba a la espera de algo...
La muerte...
Justamente en este día soleado y precioso, se le ve regando las plantas y brindándoles todo su amor a esas flores que significan tanto en su vida. Afuera de la tienda están dos chicas que miran a Seto a través de la ventana, una de ellas toca el vidrio y este voltea, deja la regadera y toma dos rosas amarillas, las cuales entrega a las jóvenes. Una de las chicas tiene cabello corto y de color rojo, se notaba que era escandalosa pero la otra era mas tranquila y tenía una gran belleza, en gran parte a su rostro pálido y a su cabello negro.
- - Buenos días, señoritas. Espero que les gusten estas rosas.
- - Muchas gracias. Son muy hermosas.- susurro la pelinegra.
- - Si, yo también pienso que son bellas.- dijo Kaiba sonriendo.
Cuando las dos se retiraron, la chica que había tocado el vidrio olio su rosa y miro al chico con infinita piedad. Ambas muchachas tomaron asiento en una de las bancas del parque y observaron a Seto trabajar. A pesar de que eran hermanas, las dos tenían una gran diferencia de edades pero casi nadie lo notaba.
- - Oye, ¿no crees que el dueño estaba guapísimo?.- preguntaba emocionada la pelirroja.
- - Si, pero el no es mi tipo.
- - ¿Por qué lo dices?
- - Por nada en especial. Además, el solamente tiene corazón para Joey.
- - ¿Joey? ¿Quién es ese?
- - Es un chico muy lindo, pero el mundo no fue digno de el y ha ido a abrir sus pétalos al cielo...
- - Tú siempre andas inventando cuentos, pero este se ve interesante, ¿Por qué no me lo dices?
- - Muy bien, te voy a relatar la historia de la flor que nunca se marchita...
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La primavera era la época favorita en la vida de Joseph Wheeler, pues es en esa temporada cuando las flores están en su máximo esplendor y belleza. Desde pequeño, al rubio siempre le habían gustado las flores y la jardinería. En su vecindario se destacaba por ser cuidadoso con las plantas de su pequeño jardín, especialmente con las rosas, pues estas delicadas flores eran sus preferidas. Cuando sus padres fallecieron, el ya era mayor de edad y se sumergió de lleno en la floristería, fue por eso que los escasos ahorros de la universidad los uso para abrir una florería.
Estuvo semanas buscando el lugar perfecto para establecer su negocio, o como decía el "su santuario" y finalmente se decidió por un pequeño local que se ubicaba frente a un parque. La renta era barata y con el resto podría comprar lo que habría de venderse.
En su casa hizo las cuentas de lo que invertía y las flores que se habrían de vender, las rosas eran las que destacaban por su atractivo, el estaba muy orgulloso de sus preciadas rosas, pero en el fondo de su corazón lo cubría un halo de tristeza debido a que nunca había sido afortunado en el amor y las flores eran lo único que aliviaban aquel dolor tan profundo. Sin embargo, un día ocurrió algo sorprendente.
Esa mañana estaba mucho mas contento que de costumbre, pues las rosas que tanto apreciaba habían florecido por primera vez. Mientras las regaba y les brindaba los cuidados necesarios para que aumentaran su salud y belleza, vio que un joven de aspecto triste pero fuerte. Sus ojos azules reflejaban la soledad que vivía todos los días en ese hogar ceniciento, un lugar oscuro y frio que era reinado por su padre, un hombre cruel que no prestaba atención a la familia, pues su hijo solo había nacido para heredar su emporio y nada mas.
Ese chico era Seto Kaiba.
Joey estaba tan embelesado por la presencia de aquel príncipe de ciudad que no se dio cuenta de que estaba regando de más las rosas, y cuando se dio cuenta del problema, ya había un enorme charco de agua en el suelo.
Entonces, el rubio tomo una flor de cada especie, formo con ellas un gran ramo y las sujeto con un listón. De inmediato corrió hacia donde se encontraba Seto leyendo un libro a la sombra de un árbol, pero al mirarlo de cerca vio que este se había quedado dormido. Con una sonrisa, Joey dejo en ramo en los brazos del chico y le toco la mejilla suavemente, se quedo contemplando unos minutos hasta que Kaiba comenzó a despertar y se llevo la mano a la cara, tocando la mano del ojimelado. Joey era tan tímido que prefirió correr de vuelta a su santuario de flores.
Cuando Seto despertó por completo, se llevo una gran sorpresa de tener las flores en sus manos y de inmediato se asomo a todas partes buscando a quien le había dejado tan llamativo regalo, hasta que sus ojos dieron con la tienda. Se levanto y afino mejor la vista para ver dentro a un precioso chico rubio de ojos azules y de vivaz pero tierno aspecto.
Como no sabia ni que decir, solo espero a que Joey lo mirara de nuevo y cuando lo hizo, sus miradas coincidieron provocando el sonrojo de ambos. Joey volvió a los suyo sonriendo con pena, Kaiba pro primera vez se sintió tan vivo que pensaba que se encontraba en medio de una utopía.
Al llegar a casa, Seto repartió las flores entre la servidumbre y hasta se dio el lujo de bailar por unos instantes con la cocinera. Eso si, el solo conservo una rosa amarilla para guardarla como recuerdo de aquel momento tan fugaz pero placentero para el. Aun así, la felicidad duraría como siempre muy poco, pues pronto su padre se entero de que su hijo se encontraba haraganeando y entre la servidumbre se corría el rumor de que el señorito estaba enamorado. El señor Kaiba comprendió que Seto ya estaba en edad de comprometerse y por eso decidió comprometerlo con la hija de un amigo suyo que también poseía una gran empresa.
Así, Kaiba Corp., mejoraría y el señor Kaiba estaría aliviado de que su hijo no cometiera un error.
Cuando se entero de que estaba destinado a casarse con una desconocida que no amaba y que ya no podría volver a ver a ese chico rubio, Seto cayó en una profunda depresión. Solo su mejor amiga se dio cuenta de que a él le aquejaba un terrible dolor, de aquellos que solo los que aman de veras sufren al no estar cerca de su verdadero amor. Aprovechando que ella conocía a muchos en Domino City, decidió investigar quien era el que obtuvo el corazón de Seto.
Ella dio pronto con Joey y también se quedo maravillada de ver a un rubio tan lindo, con un aura muy cálida y una sonrisa preciosa. De tan solo verlo en medio de tantas flores, llego a pensar que se trataba de un ángel terrestre con su propio paraíso. Pero eso no llegaba a un enamoramiento, y no le extrañaba nada que Seto se hubiera enamorado de semejante chico.
Una vez que hizo su "investigación" ella se quebraba la cabeza tratando de pensar en ayudar a Seto pero no se le ocurría nada, entonces le vino a la mente que si cubría a Seto por unas horas, el podría salir con Joey. Eso debería bastar por el momento antes de pensar en algo grande. Cuando le conto su idea al ojiazul, este no supo si abrazarla o besarla por la felicidad. Pero ella comenzó a darle empujones diciéndole que se apresurara y que regresara máximo en dos horas, pues seria muy difícil engañar al señor Kaiba.
Seto corrió tal cual pájaro liberado de una jaula y se apresuro a correr hacia la florería para reencontrarse con su amado, al cual encontró en el invernadero. Y sintió que su corazón reaccionaba desenfrenadamente al verlo desnudo del torso y con la piel húmeda por el agua. En cuanto ambos se vieron, se acercaron lentamente y se tocaron cada centímetro de piel que tenían. Seto le susurro su identidad al oído del joven jardinero y el rubio hizo lo mismo, después volvieron a mirarse y se sonrieron.
Seto observaba a Joey como si fuera la primera vez que veía algo así, definitivamente eso era estar enamorado... sus labios hicieron contacto y se disfrutaron porque ansiaban estar juntos por toda la eternidad...
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- - ¿Eso es todo?
- - Claro que no. Pero todavía eres muy chica para que te cuente el resto.
- - Pero si ya casi cumplo 17.- protesto la pelirroja.
- - Que no, pero te puedo asegurar que Seto y Joey disfrutaron de un tórrido y corto romance. Sin embargo...
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Cuando Seto se dio cuenta de que ya había terminado su tiempo para volver y que de hecho se había pasado de la cuenta, se despidió de Joey con mucho dolor pero le prometió regresar tan pronto fuera posible, y esta vez escaparían a Paris para poder estar juntos sin que nadie lo pudiese detener. Joey le obsequió una rosa roja y le dio un beso para dejar huir a su recién encontrado amor, esto era como el escape de la Cenicienta pero mas tortuoso.
Seto corrió sin detenerse, el cielo comenzaba a mostrar nubes negras augurando la tragedia que estaba por ocurrir...
Al llegar a la empresa, Seto buscaba desesperado a su amiga para averiguar como se las ingenio para cubrirlo pero luego se percato de que ella estaba empacando sus cosas en una caja. Ella no estaba ni triste ni enojada pero el si lo estaba, se acerco para preguntarle que ocurría y la chica simplemente dijo que su padre descubrió todo y la había despedido porque, según el, no necesitaba empleados que se atrevieran a mentirle. El ojiazul no entendía nada pero esa ligera sonrisa que ella le daba le aseguraba que aun seguirían siendo amigos.
Seto fue directamente a hablarle a su padre sobre sus derechos a ser feliz y vivir una vida completamente a su gusto, pues ahora que ya era mayor de edad, debía tomar sus propias decisiones. El señor Kaiba se rio y dijo que ningún hijo suyo se casaría con alguien que el no aprobara y que se dejara de sofismas porque eso solo le traería la ruina al buen nombre de los Kaiba.
Así estuvieron discutiendo por un buen rato pero el señor Kaiba finalizo la platica diciendo que Seto se casaria en una semana, ni un día mas. El castaño dejo el lugar bastante deprimido, molesto y dolido en el alma por nacer en un hogar sin amor, eso era lo único que el quería.
El cielo lloraba a mares por el porque Seto era incapaz de hacerlo por si mismo. Y tan distraído estaba que no vio a Joey en la otra calle, y tampoco se dio cuenta de que la luz del semáforo cambiaba de "Walk" a "Stop". Justo cuando se encontraba en medio del camino, un auto se aproximo cada vez mas y mas a el, era obvio que su vida estaba a punto de tener fin...
Entonces...
Seto sintió que un par de manos le tocaban bruscamente la espalda, como si lo empujaran y el cayo al otro lado de la calle, lejos de la zona de peligro. Pero al voltear, vio atónito a un joven rubio tirado en el suelo. Su cuerpo se encontraba cubierto de sangre y no se le podía ver bien la cara, había petalos de rosas de diferentes colores mezclados con el vital líquido rojo.
Seto y algunas personas mas se acercaron a ver de quien se trataba y cuando Seto sostuvo en sus brazos el cuerpo de su salvador, se dio cuenta de la terrible realidad...
Era Joey...
El castaño sintió que le clavaban una estaca en el corazón, Joey abrió ligeramente los ojos y con esa mirada tan afligida y lastimosa comprobó que su amado continuaba sano y salvo. En cambio, el tenia heridas muy graves de las cuales jamás podría recuperarse. Adviniendo su muerte, toco por última vez el rostro de Seto.
- - Se... seto... estas a salvo...
- - Si... gracias a ti...
Los dos se dieron un beso y Kaiba sostuvo la mano de Joey hasta que este dejo de respirar. Desesperado trato de revivirlo pero sus intentos eran en vano. Aquel amor había vivido lo que viven las rosas, el espacio de una mañana...
Joey tuvo un funeral muy elegante y emotivo, pues los gastos corrieron a cargo de Seto quien consideraba todo eso la peor situación de su joven vida. Ya nada tenia sentido para el, y tampoco deseaba comer, ni dormir. No le importaba ni siquiera su propio bienestar, pasaba todo el día encerrado en su habitación y no recibía a nadie. Cada vez que lo molestaban se ponía histérico por lo que todos decidieron dejarlo solo.
Viendo que la única forma de volver a ver a Joey era acabando con su propia vida, Seto se encamino hacia la ciudad. La noche solo lo veía avanzar con la mirada perdida, subió el puente que estaba encima de la autopista y observo por un momento los automóviles que pasaban por debajo de el. Lentamente comenzó a treparse a la orilla, pues tenia la intención de lanzarse al vacio.
Justo cuando su cuerpo caía lentamente, una mano lo sujeto de ambos brazos y al darse la vuelta, el ojiazul vio a una chica que le era conocida y que le reclamaba muy molesta. Después, esta le dijo que no sabe respetar el valor que tuvo la vida de Joey, pues el lo dio todo por hacerlo vivir un poco mas, y que si lo amaba, debía esperar a que la muerte viniera por el y no antes. Ese sin duda habría sido el deseo del rubio.
Cuando esas palabras llegaron a sus oídos, los ojos de Seto se humedecieron porque se daba cuenta de que ella tenía razón y le pidió perdón a su ángel por haber tratado de acabar con su vida de esa manera. Tal y como el ojimelado lo deseó antes de morir, él viviría y seria paciente, pues solo así podría volver a verlo y estar con el para siempre en el mas allá...
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- - Y eso fue lo que ocurrió.
- - Órale, esta vez tu cuento fue interesante.
- - No es un cuento, esa historia es verdadera.
- - ¿Ah si? ¿Y como es que te la sabes tan detalladamente?
- - Porque yo era la amiga de Seto... ahora el no me recuerda bien, pero parece que todavía me tiene cierta simpatía.
- - ¿Y porque él esta en la florería y no en la empresa como debiera?
- - Porque cuando Joey murió, Seto renunció a su fortuna y decidió comprar lña florería para no perder lo único que le quedaba de aquel rubio sonriente.
- - Oye, tenemos que volver a casa o mi cuñado nos matara por no haber hecho la comida.
- - Pues para eso se invento la comida rápida, ¿no? Volvamos a casa.
A la par que las chicas se retiran, Seto les da una leve caricia a las rosas y un ligero viento hace que estas se muevan. El castaño sabe que Joey esta siempre con el aunque no pueda verlo, pues su brillo dorado le ilumina el alma y le enseña que la esperanza alimentada con fe puede hacerle llegar hasta el limite y romper obstáculos muy fuertes.
Spring Paradise era el paraíso primaveral de aquel amor tan fugaz y que terminaría de brotar en el cielo...