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Vagabundos del destino por Ter_Killer

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Notas del fanfic:

¡Hola! Al fin me he decidido a publicar esta historia. Un fic de Naruto en el que los vampiros tendrán un importante papel. Sobra decir que es ligeramente AU (no creo que en la serie aparezcan vampiritos pululando por ahí...lo más parecido era Orochi y ese era serpiente u.ú >.>)

Como todos sabreis Naruto ni sus personajes me perteneces ú.ù Yo sólo los tomo prestados para crear este fic XDDD

Quiero dedicar el fic a dos personas =3 A Ritsuka-sensei ,por sus animos respecto a este fic y porque se lo prometí XD, y a Akane Miyano, que me hace el gran favor de ser mi beta y a la que además le gusta esta historia ^^

 

Nada más, ahora disfruten ;)

Notas del capitulo:

Algunas aclaraciones:

- Dialogo-

"Pensamientos"

« Recuerdo »

En este capi no habrá mucho problema, pero no soy de poner sólo los pensamientos de un único personaje. Según desde el punto de vista del que esté narrando, o a quien describa en ese momento, de ese personaje serán los pensamientos.

 

Gracias a mi nee-chan Akane por betearme.

"Vagabundos del destino"

 

No la había sentido. A pesar de estar en una misión en la aldea, en uno de los bosques que esta poseía. A pesar de que iba atenta dando lo mejor de si, aunque fuera una misión de bajo nivel. A pesar de todo eso, no había conseguido ni oírla.

Sabía que no era una de las ninjas más destacadas, que no poseía un gran poder y que su cuerpo seguía manteniendo aquel aspecto frágil. Sin embargo, con el tiempo había ido mejorando sus técnicas, había perfeccionado su uso del byakugan y ya no necesitaba que estuvieran salvándola y protegiéndola siempre que salían de misión.

Se sentía orgullosa de haber mejorado. Entrenaba todos los días para seguir mejorando, para volverse una ninja tan buena como Naruto-kun o su primo Neji. Pero a pesar de todo eso...no la había sentido.

No la había oído venir, no la había visto. Sólo la había sentido cuando ya era demasiado tarde, cuando la agarró de la cintura, cuando aquellos colmillos...

Y ahora estaba allí, con el rostro bañado en lágrimas, con el cuerpo tembloroso y débil, casi gateando por el suelo, las manos y las rodillas manchadas de tierra y sangre, y la garganta ardiendo por la sed.

Sed, tenía mucha sed. A pesar de todo el dolor, el miedo, la desesperación...por sobre todo eso prevalecía la sed. Había intentado beber en el arroyo, pero al primer trago desistió al notar como su garganta se cerraba y su estómago daba un vuelco.

«Tendrás sed pequeña y deberás ir en busca de tu primera víctima. Sólo la sangre calmará tu sed y devolverá tus fuerzas, hija mía.»

No había querido oír más, no había querido escuchar más a aquella mujer extraña y había corrido tambaleante entre los árboles hacia la aldea, las lágrimas anegando sus ojos y la sed comenzando a hacer mella en su cuerpo.

Y había...había...¡Oh Kami-sama! Se había topado con un aldeano que también paseaba por allí. Y no había podido evitarlo, no había podido evitar ese instinto monstruoso, nuevo en ella, cuando aquel aldeano se había acercado preocupado intentando ayudarla.

Cuando se percató ya hacía tiempo que había clavado sus, ahora, filosos y largos colmillos en la garganta de aquel pobre hombre, hacía tiempo que la sangre había comenzado a llenar su estómago de forma presurosa, y también hacía tiempo que el corazón de aquel aldeano había dejado de latir.

Al volver en si, se había separado rápidamente del cuerpo inmóvil del hombre, sintiéndose terriblemente mal, apoyándose en un árbol cercano para vaciar todo lo que tenía su estómago. El haber ingerido tanta sangre de una forma tan rápida y, además, haber seguido bebiendo cuando el corazón de su ‘víctima' había dejado de latir le había provocado unas nauseas y un malestar terrible.

Cuando se había recuperado algo siguió corriendo, alejándose del lugar donde yacía el hombre que ella había matado, debatiéndose entre ir hacia su casa en busca de seguridad como le pedía su corazón o de huir fuera de la aldea para no hacer daño a nadie más como le gritaba una voz en su cabeza.

Sin embargo, la sed había vuelto a hacer mella en su cuerpo antes de que decidiera que hacer, y junto a la desesperación que sentía se había quedado como un animalillo tembloroso que no podía casi moverse.

Entre sus sollozos pudo escuchar un ruido en la vegetación, y deseó más que nunca que fuera un animal del bosque, cualquier cosa menos un ninja de la villa, un conocido, un...

-¿Hinata-chan? - un gemido lastimero y desesperado escapó de su garganta al oír aquella voz, mientras agachaba su rostro y arañaba la tierra bajo si. "Tú no por favor. Tú no, Naruto-kun."- ¿Hinata-chan, estás bien?

La voz del rubio se escuchaba preocupada, y se acercó a la chica de forma rápida mientras miraba alrededor. En el estado en el que se encontraba la heredera del clan Hyuga sólo se podía pensar que la habían atacado, y quien fuera que lo hubiera hecho podría aun estar cerca.

- ¿Qué ha pasado, dattebayo? ¿Hinata-chan, quién...?

- No te acerques, por favor Naruto-kun.- a medida que el rubio le hablaba se había ido acercando a ella, dispuesto a levantarla y ver sus heridas. Pero no podía permitir que se acercara.

- ¿Pero qué dices? Estás herida, tengo que llevarte al hospital.- le dijo sorprendido por aquella actitud, viendo cada vez más preocupado como el pequeño y tembloroso cuerpo de la morena hacía intentos por alejarse de él.

- Por favor márchate Naruto-kun, no quiero hacerte daño. No a ti.- volvió a sollozar. La sed se hacía más fuerte y juraría que casi podía oír el latido del corazón del Uzumaki.

- Hinata-chan, me estás asustando.- le dijo sin salir de su asombro, pero decidió no hacer caso a la chica. La Hyuga tenía sangre en la ropa, parecía muy asustada y no paraba de temblar y llorar. Tenía que llevarla al hospital ya.

- Vete...

-No me iré sin ti. Voy a llevarte al hospital dattebayo.- declaró enérgico acercándose con decisión a la morena que desesperada hizo intentos por alejarse, pero fueron inútiles, pues la cogió del brazo y la alzó cargándola, dispuesto a comenzar a correr rumbo al hospital. Sin embargo algo se lo impidió.

Todo pasó muy rápido. No había terminado de acomodar a Hinata en sus brazos cuando sintió un dolor punzante en el cuello, abriendo desmesuradamente los ojos, sintiendo como se le iban las fuerzas. Y después un golpe que le hizo acabar en el suelo.

- ¡No!- gritó la joven también en el suelo. Tenía los labios manchados de sangre. Sangre de su amigo, de una de las personas que más admiraba.- No quiero, no...- se encogió llorosa mientras golpeaba el suelo con los puños, negando con la cabeza.

El rubio miraba la escena con los ojos bien abiertos, incorporándose un poco mientras apretaba con una mano la herida de su cuello. Al separar esta pudo ver como su palma estaba manchada de sangre. No podía creer, no podía ser que la kunoichi le hubiera hecho eso.

- Perdóname...perdóname Naruto-kun. Lo siento tanto, no pude evitarlo, no puedo controlarme. Mi cuerpo ya no me responde.- empezó a decirle la chica entre sollozos constantes.- Tengo tanta sed...Ella, ella me hizo esto.- al alzar el rostro Naruto pudo ver como aquellos ojos blancos estaban anegados en lágrimas. Lágrimas que recorrían las ahora enrojecidas mejillas e iban a caer en la ropa y al suelo.- Ella me ha convertido en vampiro. ¡Me ha convertido en un monstruo!

- Hinata-chan.- susurró. Algo dentro de él se removió al oír aquel tono tan desgarrador. Él, él más que nadie sabía lo que era ser diferente, lo que era tener algo peligroso en su interior, lo que era que lo llamaran monstruo, día y noche.

La tierna y frágil Hyuga no merecía aquello, no merecía aquella tortura. Había oído de los vampiros, pero sólo comentarios de chicos de la escuela, cuando contaban historias de terror sobre fantasmas, un loco que vivía en una casa oculta en la aldea o cosas así.

Seres pálidos sensibles a la luz, aunque podían estar expuestos a ella si no era muy intensa y por periodos no muy largos. Con mayor fuerza, agilidad y velocidad que los humanos y que además...se alimentaban de sangre. Las leyendas contaban que masacraban pueblos, que secuestraban personas y que las desangraban, por eso la gente los perseguía hasta cortarles la cabeza para deshacerse de aquel mal, de aquellos demonios.

Eso le hizo levantarse con una decisión. La morena no podía quedarse en la aldea. Si la veían, si descubrían en lo que había sido convertida la matarían. La villa ya lo soportaba a él de mala gana, no quería ni imaginar lo que le podrían hacer a la pobre Hinata.

Rasgó un trozo de tela de su pantalón y se vendó la herida del cuello antes de acercarse al cuerpo trémulo de la joven. Haciendo acopio de valor, o de su estupidez como diría cierto moreno engreído, acarició los largos cabellos de la kunoichi.

- No eres ningún monstruo Hinata-chan. Para mi no lo eres, dattebayo.- sonrió sinceramente cuando los ojos blancos de la joven se fijaron en su rostro.

- Pero Naruto-kun. Yo ahora soy...

- Lo sé dattebayo. Pero aún así para mí no eres ningún monstruo.- retiró su mano y puso los brazos en jarras, resuelto a explicar su decisión.- Tenemos que marcharnos de aquí. Si te ven los otros seguro te atacarán. Debemos abandonar la aldea.

- Pero ¿Y tu sueño de convertirte en Hokage? Naruto-kun, no puedes abandonar tus sueños. Además, te considerarán desertor si abandonas la aldea.- exclamó la Hyuga. Ella no podía pedirle eso al Uzumaki. No podía pedirle que se sacrificara así por ella.

- Ya está decidido, ttebayo. Y Uzumaki Naruto nunca se echa atrás.- declaró orgulloso.- Además, estaba pensando en escabullirme de la aldea para ir a buscar a ese baka.- sonrió zorrunamente, rascándose la nariz mientras decía aquello.

En su día había prometido a Sakura-chan traer al Uchiha de vuelta a la aldea y Uzumaki Naruto nunca rompía una promesa. Por mucho tiempo que le costara, lo haría.

- El problema es...-miró a la morena. Aún tenía los labios un poco manchados de sangre y de su labio inferior sobresalían unos pequeños colmillos.- Deberemos solucionar lo de tu sed, dattebayo.

La chica se giró ruborizada y apenada por aquello. Pero sabía que tenía razón. Aún tenía sed, y eso significaba que era un peligro para su rubio amigo. Un ruido le hizo voltear la mirada para ver como el Uzumaki se internaba en unos matorrales para salir a los pocos segundos sonriente con un conejo agarrado en una mano.

- No se si esto servirá...- dijo no muy seguro, rascándose la nuca con la mano libre mientras le entregaba el conejo a la chica. Esta miró al animalillo entre sus brazos y luego al rubio, ruborizándose aún más.

- Gracias. Esto...Naruto-kun, ¿podrías girarte?- pidió mirando hacia el suelo. El rubio entendió que le daba vergüenza que la viera hacer aquello, seguramente porque lo consideraba un acto propio de un monstruo, así que obedeció al pedido.

Miró al frente, dejando de sonreír ahora que la chica no lo miraba. Salir de la aldea no sería muy fácil. Además tenía que conseguir una ropa nueva para la chica, pues las que llevaba estaban manchadas de sangre y eso era muy llamativo.

El dónde irían ya lo pensaría más tarde. De momento tenían que alejarse y buscar un sitio tranquilo y seguro para esconderse, para que la chica le explicara que había pasado.

- Naruto-kun.- la dulce y queda voz de Hinata lo sacó de sus pensamientos. Al girarse la vio con el rostro agachado y jugando con sus deditos, nerviosa como cuando tenían doce años y se avergonzaba al hablar con él. Eso le sacó una nueva sonrisa.

- Vamos, tenemos un largo camino por delante. Saldremos por una de las salidas secundarias de la villa. Y veremos si conseguimos algo de ropa, armas y provisiones, dattebayo.- la morena miró sus ropas apenada. En verdad estaban muy manchadas.- ¿Lista?

- Lista.- dijo decidida, correspondiendo a la sonrisa zorruna del otro, acercándose a él agradecida antes de que ambos comenzaran a correr por aquel bosquecillo, dejando su pasado atrás rumbo hacia un nuevo y desconocido destino.

 

 

 

 

 


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