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Un alma por Gadya

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Notas del fanfic:

Ninguno de los personajes nombrados me pertenece... le ertenecen pura y exclusivamente a Kurumada-sama, que jamás nos deleitará haciendo yaoi porque a él eso no le gusta... qué más salida nos queda que hacerlo nosotros...

UN ALMA

 

Las manos se encontraron en el aire, suspendidas en la oscura habitación vacía de nada que no fuese ellos… cinco dedos enredados en otros cinco, explorando el mundo reducido  al metro cuadrado que ambas anatomías ocupaban, sentadas frente a frente en el incómodo piso de mármol frío,  buscando, analizando, desarmando una realidad que, en su ingenuidad, no podían entender aunque quisieran, una verdad escondida en la mera apariencia, en la similitud de sus cuerpos, de sus almas, de sus destinos. Dos pares de ojos azules, tan azules como el cielo que, fuera el recinto, esperaba por aquel par de niños raros, se encontraron, uno lleno de dudas, el otro, con la desesperanza de saberse imposibilitado de encontrar alguna respuesta a la confusión que aquellas orbes destilaban en las suyas propias, tan iguales, tan distintas, tan azarosamente armadas en un juego de espejos que reflejase el reflejo de sus propias pupilas  reflejadas en las ajenas, en los esquemas que ambos jugaban a armar sabiéndolos imposibles.

 

-Yo soy tu…-

 

El murmullo apenas audible se enredó entre las falanges finamente entrelazadas, buscando comprobar la verdad irrefutable de aquella declaración, un ser dividido en dos cuerpos, un alma a la mitad buscando su compañera, su parte faltante para saberse completa. El cabello azul, repetido en  azul cabellera, danzaba en la brisa apenas perceptible que se colaba bajo la vieja puerta de madera separando su mundo, el de ambos, del otro mundo, el de aquellos que no eran ellos, que no eran como ellos, los otros… Ellos no entendían, jamás entenderían que no era pecado aquella atracción sin sentido que impulsaba a sus diez años a compartir enfermizamente cada minuto del día, cada canto de las aves, cada rayo de sol; ellos jamás comprenderían que sus manos se buscaran inconcientes, que sus labios se juntasen sin escrúpulos, que sus corazones, aún sin comunicación, estuviesen en mágica sintonía, esperando el momento exacto para saltar de sus pechos y completar su destino

 

-Tú eres yo…-

 

No… jamás entenderían que no era narcisismo las largas horas que compartían frente a un espejo, ni  insana curiosidad infantil sus dedos regordetes palpando sus formas bajo las sábanas de lino, nunca comprenderían que no era errado capricho el amor que los unía hasta el límite de lo indecoroso. Eran uno, la misma persona, la misma esencia que, por juegos del hado había sido dividida en dos seres como envidioso castigo a una felicidad que nunca poseería,  la misma alma que, cansada de los años transcurridos separada, buscaba incansable regresar a ser una, una sola existencia, un solo camino.

 

-Tú eres Saga, yo soy Kanon-

 

La débil vocecilla afirmó, fijando sus claras orbes en los pozos azules que lo miraban desde su rostro repetido, invitando a la soledad que los cubría a mezclarse en el  extraño ritual que por años había madurado entre sus juegos de niños, sus preguntas sin respuestas, su atracción desmedida. Se vio sonriendo en los labios de su hermano, su gemelo, su compañero en la vida y en la muerte, y supo que, sin importar cuanto lucharan, algún día ellos lograrían separarlos, arrasarían cruelmente con su indisoluble unión, y sembrando envidias entre ellos, los apartarían irremediablemente, asfixiando su destino de unirse hasta que ya no quedase más que un triste recuerdo de un amor que debió ser, apagado entre rencores injertados. Lo supo en sus temores, en su silencio, en las sombras reinando su pequeño mundo y las pisadas de su Maestro resonando en el suelo, más allá de la puerta…

 

Todo cambiaría, pero aquella imagen perduraría por siempre, como el recuerdo de esa piel amada entre la suya, esperando por el día en que no tuviesen que esconderse. En el centro de la habitación, sus manos seguían juntas, contándole misterios en lenguas extrañas que no pudo desentrañar… y cerró los ojos.

 

El tiempo arrastró entre sus cabellos la memoria de aquellos tiempos perdidos que pugnaban por salir, como un profundo océano en sus orbes azules, como un dolor en el pecho anudado en la garganta. Abrió los párpados nuevamente, y su mirada se encontró con otra que bien conocía, dos cielos azules bajo un azul firmamento de cabellos reflejando el paso del tiempo en su propia humanidad. Dieciocho años les había cobrado el tiempo desde aquella última vez, esa última tarde limpia de rencores, desconociendo la competencia que los llevara a odiarse hasta la muerte; dieciocho años y una vida entera de batallas inútiles y aún más inútiles deseos  de media alma despechada llorando la falta de su otra mitad, de sangre y muertes que traían más vidas, mas peleas, más regresos a un reino estéril de puros lamentos sin sol, esperando.  Sus manos aún continuaban allí, en el centro de la habitación que alguna vez les hubiese pertenecido, las cuatro paredes que, cómplices, había presenciado en silencio su época de aprendices, de redescubrimientos varios siempre de a pares; aún seguían allí las ventanas, las baldosas, las patas de la cama bajo las que, una vez, grabaron su promesa incumplida de un mundo para ellos, un mundo sin otros; y allí seguían ellos, dieciocho años más viejos, sentados en la misma habitación, con las mismas preguntas y una respuesta diferente, una repuesta a todo bailándoles en la mirada añeja de mil veces volver a vivir.

 

-No soy tú…- declaró Kanon, y su voz resonó segura en las paredes de piedra

 

-No… ni yo soy tú- respondió Saga, como toda una verdad universal –Pero aún seguimos siendo nosotros-

 

Kanon sonrió en los labios de su hermano reflejándose en los suyos, dos frases resumiendo sus eternas dudas respirándose en el aire. Eran dos, eran ellos, y sus manos enredadas en el aire se dijeron al oído lo que en sus labios sonó a un “te amo”. Y el alma, dividida en dos cuerpos, regresó a ser un alma.

 

 

Notas finales: Viruso no, por favor, que tengo que aprobar Arte Digital para recibirme

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