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À la Lune por Yoru Eiri

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Notas del capitulo: ¿Se puede mezclar la realidad con la fantasía?

Su pecho se oprimía bajo el yugo de la ropa que utilizaba... y la chica salió corriendo sin decir a donde iba tan apresurada. El trapecista le vio de lejos y pudo adivinar que la chica le temía al circo...

 

 

-¿Por qué lo hiciste?- Himiko estaba de pie junto a una cuerda a pocos centímetros de altura.

 

-¿Qué?- Hyde se paseaba en aquella cuerda.

 

La carpa estaba puesta, las bancas estaban ya enumeradas, y los artistas practicaban en el centro para el gran espectáculo de la primera noche. Los payasos, los trapecistas, los magos, y los demás que formaban parte del gran circo.

 

-Le diste los boletos a la primera chica que viste- Himiko tomó un listón y comenzó a hacer un espiral- ¿por qué? ¿Acaso te gustó?

 

Hyde bajó de aquella cuerda y se acercó a su querida amiga con maldad en sus ojos y un toque perverso. Miró primero que Johan y Ken estuviesen lo suficiente cerca como para escuchar lo que tendría que decir.

 

-Yo se muy bien- puso una mano sobre el hombro de su amiga- que tu querías que se los diese al chico guapo que te miraba al otro lado.

 

La trapecista enrojeció y giró su mirada hasta la de sus demás compañeros.

 

-¡¿Qué?!- Johan dejó los malabares a medias para acercarse a escuchar- ¿¡como que un chico?!

 

-Si- Hyde rió burlonamente- uno que miraba a Himiko y ella le miraba también. Simplemente intercambiaban miradas seductoras mientras hacia piruetas.

 

-¡No es verdad!- Himiko tomó a Johan de un brazo para calmarlo.

 

-¡Explica eso!- y Johan podía hacer notar sus celos en el simple actuar y tono de su voz.

 

Hyde sonrió y les dejó solos, aunque no tenían ninguna relación, bien sabía que se querían más que cualquier cosa en el mundo. Si se amaban ¿por qué no estaban juntos? Era algo que no podía responderse... él pensaba que cuando encontrase a su amor, no le dejaría ir nunca y siempre estaría junto a él.

 

-Dime, a mi entonces- Ken se acercó por detrás- ¿por qué le diste los boletos a esa chica?

 

-Porque lloraba- Bajó la mirada y la perdió en algún adorno de su traje- estaba triste... se veía mal. Y además, le tiene miedo al circo, o le disgusta demasiado.

 

-¿Cómo sabes eso gran Hideto?- tomó las pelotas de los malabares que había estado haciendo y las puso a un lado del escenario.

 

-Simplemente lo se- murmuró por lo bajo, para luego levantar la mirada hasta la cuerda que estaba en lo alto- es como cuando estas arriba y  te puedes dar cuenta de la gente que le disgusta el verte... Se veía en sus ojos que quería esos boletos, y cuando se los di, pude ver un poco de brillo.

 

-Eres tan extraño- le sonrió a su compañero- pero como te gustan tanto los niños, asumí que se los darías a algún bambino.

 

-Ella los necesitaba mas- suspiró- creo que fue buena idea habérselos dado a ella...

 

-¡Prepárense!- la voz de la dueña se hizo presente en el lugar- Ya empezará la función.

 

Dicho esto, todos se retiraron, dejando el espacio vacío, esperando ser llenado con luces y destellos de alegría.

 

La gran carpa del circo que todos admiraban a lo lejos; aquel recinto que ocultaba los más fantásticos seres que la realidad podía brindarles. Las personas que volaban y las que desaparecían, todas ellas que hacían cosas imposibles... todas admirables... todas con un gran espíritu por dentro.

 

 

 

En el espesor de la calle, se sabía ya que pronto nevaría; eso era incontenible por el cielo gris que se extendía sobre los que le miraban. La sombra de la chica que corría con los boletos del circo apretujados en su pecho, se hizo presente en un pequeño banco de la plaza principal... frente a aquella fuente con forma de aves que se detuvo debido al frio.

 

-Lo siento- Ayana se disculpó ante la figura frente a ella.

 

Se inclinaba delante de la banca en la que había estado sentada y respiraba profundamente debido a la agitación de su cuerpo.

 

-Está bien- el joven que estaba sentado en la banca se puso de pie para auxiliarle- pero, ya es un poco tarde para que podamos platicar, y además nevará pronto- sus palabras frías... un sentimiento de amor fingido, un asco inevitable y el maldito romanticismo que estaba destinado a sentir. 

 

El joven retiró su abrigo y lo puso en los hombros de Ayana. Le miró como solía hacerlo, con culpa e inestabilidad, y al momento de suspirar, se dio la media vuelta para dirigirse a su cálido hogar.

 

-¡Tetsu!- Ayana no pudo mas que tomar por la muñeca al que se alejaba- no me dejes ahora- lloraba, todos aquellos sentimientos que había tratado de reprimir al fin habían salido para ver al portador de su desgracia- tenemos que terminar esto... para bien o para mal.

 

De nuevo la culpa que le atragantaba y no le dejaba comer... ese era Tetsuya Ogawa, la persona que hacia sufrir con sus frías palabras y quería terminar con esa chica que había amado para el bien de ambos. Sentía la culpabilidad aún... sentía que era su culpa, el estado de su antiguo amor.

 

-Yo... no llegué a tiempo porque estaba en el desfile del circo...

 

-El circo- Tetsu saboreó las palabras en su boca. Y es que tanto le anhelaba...

 

-Y...- Ayana quitó sus manos de su pecho y le mostró los dos boletos- quería que fuésemos juntos...- lo decía con la mirada baja y las manos temblorosas.

 

-Son de primera fila- el joven repasó los boletos- ¿quién te los obsequió?

 

-Un trapecista- su voz tembló al recordar la mirada de aquel ser- él me dijo que fuera... por favor... será la última vez que te miraré... ya no volveré a molestarte, después de esta noche, ¡Todo se acabó!

 

Su voz decidida tuvo que causar un efecto irreversible, y la promesa que conllevaban tuvieron que sacudir los pequeños copos de nieve que comenzaban a caer.

 

-Esta bien- Tetsu tomó los boletos que se le ofrecían- iremos al circo como nuestra última cita- el sentimiento de frialdad que asaltó las palabras que salieron de su boca no le llegó al corazón.

 

Con los boletos en la mano se frotó las manos una contra la otra y tomó el camino que indicaban las luces que se alzaban a lo lejos; el circo que se iluminaba entre la nieve que pronto caería. Ayana sonrió tristemente, sus manos aún temblaban, pero podía saber que dentro de ella quedaba tan sólo una gota de esperanza que podría devolverle al hombre que siempre había amado.

 

¿No es el amor el que siempre tiene que ser correspondido? ¿Acaso el amor no correspondido esta mal? Todas esas preguntas que nunca tuvieron una respuesta... y nunca la tendrán...

 

Caminaron lado a lado entre el frío invierno, y aunque ella llevaba puesto el saco de su amado, por alguna extraña razón, esa prenda no le calentaba; le hacía sentir más frío del que había sentido cuando estaba sola en aquella banca.

 

Y las luces que se alzaban hasta el fondo del paisaje invernal, se vieron cerca una vez más en su vida...

 

-El circo...- volvió a saborear aquella palabra en su boca. Tetsu tenía una infancia rodeada de aquella palabra, el circo lo era todo para él, su todo- Entremos entonces- soslayó su mirada hacia su acompañante para entrar al recinto de la magia.

 

Al entrar a la carpa se le iluminaron los ojos, y hasta pudo escuchar los pequeños gritos que solía escuchar cuando era pequeño.

 

-Bienvenidos- una adorable muchachita les sonrió en cuanto entraron- me permiten sus boletos, por favor.

 

-Claro- Tetsu cedió los boletos de la felicidad a las manos pequeñas de la que sonreía a cada momento.

 

Caminaron guiados por la muchachita y se sentaron en los asientos más caros y codiciados de la carpa entera. La vista más bella para apreciar los animales, los malabaristas, los magos, ser victima de los payasos; pero sobre todo, observar desde abajo a los trapecistas...

 

-Cuando era pequeño solía venir mucho...- no pudo soportarlo, tenía que sacarlo de su garganta, su afición por ese lugar, su felicidad; su regreso a los cinco años.

 

-Ya me lo habías dicho- Ayana estaba un poco molesta, se podía ver en sus facciones; odiaba el tema- una vez me hablaste de eso.

 

Tetsu le miró, a la bella señorita que le amaba... pero no lo suficiente. La sonrisa que se había dibujado en su interior, se desvaneció al ver los ojos de la belleza efímera.

 

-¿Ahora entiendes el por qué no podemos estar juntos?-  sus frialdad, pero lloraba internamente- ¿lo ves? Tenemos pasiones totalmente distintas...

 

-¡Eso no es verdad!- tomó las manos de su amor en un intento desesperado por no perderle- vengo al circo porque se que es lo que mas amas. Tu sabes, que lo odio... pero vengo, solo por ti.

 

Que lastima. La palabra que podía tomar significados diferentes y propósitos inservibles. La dama que quería complacer simplemente, sin darse tiempo ni espacio a ser adorada; no se valora lo suficiente, es una basura, sólo quiere el cariño de aquel que complacerá hasta la muerte porque eso le hace feliz... ¿o no?

 

-Por mi- se repitió eso mentalmente y desvió la mirada hacia el escenario.

 

El espectáculo estaba a punto de comenzar....

 

Las luces se apagan... el escenario se enciende... el presentador hace una caravana con una máscara en su rostro y da comienzo a la función que nadie sabe como terminará...

 

¿No es así la vida?... exactamente igual... comienza la función.

 

Algo que llamaba la atención a primera vista y todos los artistas salieron a escena con máscaras en sus rostros, ocultando esas identidades. Una historia, si, era un historia. La bella dama lloraba en el escenario con la máscara aún puesta, sus manos se movían hechizando al público. Su amado no aparecía.

 

-Es un tanto interesante- Ayana comentó, esperando una respuesta positiva de parte de su amado.

 

Pero Tetsu no dijo nada, ni siquiera le escuchó, su alma estaba en el escenario con aquella bailarina.

 

La historia continuó su curso, haciendo reír, conmoviendo y sorprendiendo. Los trucos de magia, los niños riendo, los payasos mirando, las bailarinas bailando, la música cautivando y los corazones brillando. El amor estaba cerca, se podía sentir, se podía saber. Todos podían decirle a la dama que lloraba, que el amor estaba cerca.

 

Ella se quitó la máscara, dejando ver su elaborado maquillaje, pero sin deshacer el hechizo que tenía a todos completamente pasmados.

 

-Parece que la historia llegará a su final- Ayana trató de nuevo de hacer un comentario que ahora sería escuchado.

 

-Al parecer- su amado le respondió con una mueca de tristeza- parece que no habrá trapecistas...

 

-¿Trapecistas?- ella le miró con temor- les odio.

 

Tetsu no hizo ningún comentario, volvió sus ojos expectantes al escenario, esperando con anhelo aquellos seres que volaban, aquellos que hacían que todo se volviese realidad.

 

La que lloraba bailaba amargamente mientras los demás se reunían a su alrededor para escuchar su pesar... puras palabras que no podían comprender y su baile que les daba a entender que estaba dolida.

 

No llores más...

 

Y la música paró abruptamente, ella se desvaneció en un chasquido y las luces se apagaron completamente.

 

Con el corazón al máximo, esperando algo enloquecedor que retara todas aquellas leyes de la naturaleza que Dios había descrito. Los labios saboreando cada movimiento que se haría... aún esperando.

 

Se escuchó un columpio y después nada... se escuchó un aterrizaje y después de nada... se encendieron las luces y se pudo ver al fin, en las alturas de la carpa, los trapecistas que subían las escaleras para alcanzar los columpios.

 

-Fantástico- murmuró para si mismo al ver los seres que se preparaban y se columpiaban.

 

Los que habitaban el cielo podían volar con las cuerdas que sus manos sostenían con tanto afán, y sus ojos fijos en los movimientos que seguían. Sus trajes que brillaban con tonalidades blancas en un fondo negro como el cielo nublado.

 

-Les odio- volvió a comentar la chica sentada a su lado- me dan miedo- acercó su delicada mano hasta el hombre a su lado y le sostuvo esperando un apretón como protección. Lo recibió de inmediato, pero era frío como el hielo.

 

Los que volaban, concentrados...

 

¿Dónde estas?

 

La chica que lloraba volvió a ser iluminada con un reflector, miraba hacia el cielo, aún danzando, buscando a su amor, aún esperando.

 

La música se sacudió y las luces dieron a parar con un solo trapecista, él que aún no se había columpiado, el que esperaba a los cambios en la música. Su atuendo era totalmente diferente al de los demás, y su destreza en las alturas era incomparable.

 

Sus ojos fijos en cualquier punto que no fuese el suelo, no miraba abajo, él sabía que era un ser celestial que no podía mirar la tierra a la que los demás  se aferraban con los pies.

 

Allí estas...

 

La chica seguía bailando en la tierra y sonrió al reconocer el amor que danzaba en las alturas al igual que ella en la tierra. Seguía sus pasos en la tierra conectaba sus sentimientos y entregaba su corazón. Con tanta pasión, anhelo y esperanza albergada que se convertía de inmediato en una verdad.

 

-Él es el trapecista que me dio los boletos- Ayana apuntó al ser divino que se diferenciaba de los demás.

 

-Es hermoso- Tetsuya sonreía de par en par, miraba como hipnotizado al que volaba.

 

Y en las alturas se podía seguir la historia de los dos enamorados que no se podían alcanzar, aquellos que no podrían estar juntos hasta que uno bajara o el otro volara.

 

Concentrado en su actuación podía ver las luces en el fondo, pero no debía mirar abajo o se caería y se acabaría la magia... debía continuar, pero algo le molestaba.

 

-Diablos- murmuró al tomar una cuerda mal.

 

Se columpio hasta llegar al lado del que debería de estar... ahora seguía aquella parte donde se mostraba a los dos enamorados de los cielos...

 

-¿Qué demonios fue eso?- Ken le reprochó cuando estuvieron en la oscuridad y soledad de las alturas, esperando de nuevo su turno para salir- ¿no viste la cuerda? La agarraste mal.

 

-Lo se- Hyde bajó la mirada- es que hay algo que me molesta...

 

-¿Qué es? Acá arriba no hay nada, ni siquiera puedes ver a la bailarina, solo finges que es tu amor verdadero- fingió la voz- cursi, pero lindo.

 

-No es ella, no es nada de lo que te imaginas... hay alguien que me ve mucho.

 

El espectáculo seguía en lo que los reflectores querían mostrar. La bailarina se desvanecía de nuevo para observar a los amantes de danzaban en las alturas, se daban las manos y estaban lo suficientemente cerca... en verdad muy buenos y hasta enamorados el uno del otro sin darse cuenta.

 

-Eso es imposible Hideto- le volvió a reprochar- hay miles de personas allí abajo que no puedes diferenciar, y hay tantos actores en escena, que no puedes saber ni a cual prestarle atención- sonrió- claro que si fuese yo, le prestaría atención a alguno de los malabaristas de allá abajo.

 

-Si claro, préstale atención a tu novio- sonrió picaronamente- pero hay alguien en el público que solo me mira a mí... sólo a mi- se llevó las manos a su pecho agitado

 

-Te mira porque eres el mejor y el principal- tomó la cuerda que estaba a un lado suyo, pronto tendrían que salir de nuevo- eso es algo obvio.

 

-Quizá yo soy el que se siente acosado- sonrió y se agarró de las muñecas de su compañero- pero tendré que verlo de cerca...

 

Se acercaba el último acto, los amantes de los cielos desaparecieron entre las luces de neón y se dio un espacio para escuchar el lloriqueo que le dama que danzaba, y los demás actores trataban de animarle con sus acrobacias. El cielo se apagó por unos instantes.

 

-¿Dónde esta?- Tetsu se preguntó a si mismo, buscando en los cielos oscuros un rastro de ese trapecista hermoso que había cautivado sus ojos.

 

La dama tendría a su amor... le llamaría desde la tierra para que él bajara.

 

-No fuiste muy atento- Johan ayudó a Hyde para el último acto- te equivocaste.

 

-Pero nadie lo notó- hizo una mueca y preparó sus manos para no resbalarse- podré ver los ojos de aquel que me mira- sonrió- ¿verdad Ken?

 

-¿Eh?- le miró confundido- ¿cómo?- se subía al columpio con las piernas, quedando al revés.

 

-Estaremos tan cerca de la primera fila- le guiñó un ojo- el chico que me mira... está sentado en ese lugar.

 

-Ese- Himiko sonrió ayudando a sus compañeros.

 

Hyde se tomó de los antebrazos de Ken.

 

-Buen viaje- los amantes sonrieron al momento que les daban un pequeño empujón.

 

Las luces se encendieron y el público se sorprendió al ver que el amor caía del cielo. Se columpiaba e iba descendiendo, justo como la dama había añorado.

 

Mi amado

 

Los trapecistas que caían del cielo, agarrados firmemente de los brazos para no caer, perfectamente equilibrados y luciendo todo su ser alrededor de la carpa.

 

-Que inesperado- Ayana volvió a comentar algo.

 

Pero ahora su amado estaba hipnotizado con la hermosura que se iba acercando a la tierra con su amada que bailaba. Oh, el amor que cae del cielo, la que espera a que el milagro suceda y todos viven felices para siempre... eso es tan solo un cliché.

 

-Allí esta- murmuró Hyde aún en brazos de su amigo.

 

-No debes hablar en plena función- hacía su mayor esfuerzo, estaba sudando, pero el perfecto maquillaje no le arruinaría.

 

-Pero... es él- clavó su vista en el muchacho que le miraba anonadado- es el acompañante de la chica a la que le di los boletos- sonrió a su público espectador y clavó su mirada en el que le admiraba.

 

El último esfuerzo para llegar al final... los trapecistas se acercarían a los espectadores de la primera fila para después llegar a la tierra prometida.

 

-Amore...- Hyde soltó uno de sus brazos cuando estuvo tan cerca de su espectador, tocó la mejilla del que le miraba y se alejó sonriendo.

 

Tetsu se quedó estupefacto al recibir tal caricia y después ver como se alejaba sonriendo. Sólo mágico y romántico, no pudo ser más que divino y espectacular. Ayana miró indignada a su amado y sintió que el corazón se le helaba por primera vez en mucho tiempo...

 

La dama recibió a su amado en brazos y bailaron una última pieza. Los seres divinos que habían descendido hicieron una última despedida y el amor triunfo ante lo imposible... el circo estalló en aplausos y los actores se pudieron despedir de su público con una caravana.

 

La gente se puso de pie para aplaudir, y los actores salieron del escenario con una sonrisa en sus rostros. La carpa se iluminó, dejando toda fantasía atrás y dando bienvenida a la realidad de sus vidas.

 

-Quiero volver a venir- un niño pequeño le decía a su madre- por favor.

 

Ayana sólo pudo observar como su amado sonreía al comentario del niño y se enfureció. Cerró los puños con fuerza y salió de la carpa, estaba decidida a hacer algo, tenía que hacer algo o sus lágrimas se congelarían al intemperie.

 

Salió sin esperar a su amado y se dirigió a donde estaban los remolques de los artistas.

 

-¿Disfrutó la función?- la muchacha que había hecho el papel de la dama que lloraba se encontró con Ayana y sonrió- ¿esta buscando algo?

 

-Me lo arrebató- fue lo único que mencionó e hizo a un lado a la chica para seguir con su búsqueda, tenía que encontrar a aquel ser que le había arrebatado a  su amado.

 

Los artistas le abrieron el paso, y aunque estaba prohibida la entrada a esa parte, todos le temían a la pasión en sus ojos.

 

 

 

El cielo gris comenzó a desahogar su crueldad en las personas de abajo y los copos de nieve ansiados hicieron su aparición.

 

-Supongo que no podía esperar- Tetsuya salió de la carpa con sus ojos expectantes, buscando a la persona que había prometido no volverle a ver- tal vez es menos doloroso para ella...- asaltó los caminos marcados por la gente con sus ojos y siguió un pequeño sendero que conducía a la parte trasera de la carpa... necesitaba encontrar a Ayana y recuperar su abrigo.

 

 

 

Mientras la nieve pasiva iba cubriendo más y más aquella pequeña ciudad, todos corrían a sus casas y refugios, esperando encontrar una fogata caliente que les resguardara del frio.

 

Hyde estaba ya frente a su espejo de siempre, cogió una toalla mojada y comenzó a quitar todo el maquillaje espeso de su rostro. Desmaquilladores y demás, para que su rostro volviera a su persona real, dejar de ser el ser divino y convertirse de nuevo en Hideto Takarai, un trapecista que tenía inseguridades y miedos escondidos dentro de su traje. Pero al menos podía sonreír ante el cruel espejo, porque había probado algo real mientras estaba en la fantasía.

 

Miró su mano y recordó aquella caricia dada sin ninguna mala intensión, tan sólo una probadita de la realidad en el mundo fantasioso. Quitó las plumas de su peinado y comenzó a quitar pasadores de su cabello. Uno por uno hasta que pudo sentir su cabello, libre de nuevo.

 

-¡Ábreme la puerta!- escuchó que alguien le llamaba- ¡Abre!

 

Se puso de pie, y caminó hasta la pequeña puerta  para recibir a la chica que ya conocía. Se sorprendió al verle de nuevo, pero esperó una felicitación de su parte o algo parecido.

 

-¡Devuélveme a mi amado! ¡Devuélvelo!- Ayana lloraba mientras apretaba los puños- ¡Lo quiero de vuelta! ¡Tu lo hechizaste! ¡Devuélvelo!

 

Hyde le miró con tristeza... y aunque no sabía lo que la chica se refería, podía ver en sus ojos aquella pasión y desamor; no había ni uno pizca de magia en ellos.

 

-¡Ayana!- La voz de Tetsu se escuchó no muy lejos- ¡¿Qué estas haciendo?!- apresuró el paso hasta llegar con la joven.

 

-¡No te acerques!- sus ojos llorosos de nuevo se encontraron con los de aquel trapecista- ¡Tú me lo quitaste! ¡Tú lo hechizaste! ¡Por eso me diste los boletos! ¡Tú me lo arrebataste! ¡Tú te robaste su corazón! – se llevó las manos al rostro, no podía mas.

 

-Ayana...- Tetsu se acercó para abrazarle, y aunque no le amaba, quería dejar de sentir esa culpa.

 

-¡Déjame!- ella le miró con rencor- ya no te quiero...

 

Esas palabras que a Hyde le acusaron un dolor interno, para Tetsu fueron la llave que desataba las esposas, el alivio que había estado esperando de parte de la belleza efímera.

 

Ayana no pudo soportar la indiferencia, se sacó el abrigo que traía puesto y lo aventó al dueño sin sentir ni siquiera algo. Se alejó corriendo, sin mirar atrás, perdiéndose en la espesa nieve que ahora caía.

 

-Fue para bien- Tetsu suspiró al tomar su abrigo en brazos.

 

-Perdón...- Hyde estaba en el marco de la puerta, destrozado- lo siento tanto- desvanecido y llorando la pérdida de algo que estaba seguro que era realidad, pero lo había deshecho con algo que era fantasía- perdón... no fue mi intención- sus manos en sus rostro y los sollozos que no podían ser escuchados por nadie mas.

 

-No es tu culpa- Tetsu sonrió- fue para bien.

 

-Pero no... Lo siento... Yo no sabía que ella era tu novia... Si lo hubiera sabido, no hubiera hecho eso... perdóname por favor.

 

Lo hecho, hecho esta...

 

-Tetsuya Ogawa- dijo al momento que estiraba una de sus manos hacia el joven que lloraba.

 

Hyde levantó su mirada, sorprendido ante el hombre que podía ser tan frío ante esa situación.

 

-Vamos a caminar un poco- le ofreció el abrigo que Ayana le había devuelto y el joven lo aceptó gustoso.

 

Paisaje nevado que inspiras a una escena romántica o a una triste... se hacía presente ante las dos únicas almas que caminaban por la ciudad que cerraba sus ojos para dormir. Los copos que brillaban con fijarse bien y las promesas que rompían el maldito romanticismo. El amor era tan sólo una estrategia de mercado, un arma poderosa, una simple fantasía de circo...

 

-No digas que lo sientes- Tetsu caminaba al lado del trapecista que acababa de conocer.

 

-Esta bien... Tetsuya-  Hyde portaba el abrigo encima de su traje, por alguna razón, era más cálido de lo que imaginaba- dime... ¿por qué me ofreciste caminar?- había cogido sus zapatos a la pasada pero no podía sentir el frío de la nieve.

 

-Pues, no me gusta ver llorar- le sonrió- y quería decirte que lamento que te hayas visto involucrado en este asunto- suspiró- Ayana no es mi novia, lo fue hace mucho tiempo. Me trajo al circo prometiéndome que era la última vez que me insistiría...

 

-A ella no le gusta el circo- seguía caminando con los brazos abrazando su pecho.

 

-Me sorprende que lo sepas... ella lo odia, pero yo lo amo, es lo que más me gusta...- ahora su sonrisa se tornó la de un pequeño- adoro sentirme en el circo. Hacía veinte años que no venía un circo a esta ciudad... pero ahora que volvió, pienso ir todos los días.

 

Logró sacarle una sonrisa al que caminaba a su lado, y se paró en seco para admirar la nieve que caía sobre si mismo.

 

-Es como si vivieses una fantasía- Tetsu podía sentir la nieve entre sus manos.

 

-Es una fantasía- Hyde rectificó.

 

Observaron la nieve cayendo por unos instantes, estando en silencio, y por alguna razón, pudieron darse cuenta que ahora estaban en escena y el espectáculo ya había comenzado.

 

-Tetchan- Hyde miró al que estaba a su lado.

 

-¿Si?- sus miradas se clavaron en si mismas por segunda vez.

 

-Hideto Takarai- extendió su mano y sonrió.

 

-Mucho gusto- rió al recibir el apretón de manos- Entonces sería... Hide?

 

-No, Hyde esta bien- soltó la mano que le ofrecía calidez- mi nombre artístico esta bien.

 

-Entonces Hyde, mucho gusto.

 

-El gusto es mío Tetchan- su mirada se iluminó por un instante.

 

Eso era la magia, ¿no es así? Su corazón podía sentir esa extraña calidez que nunca había sentido cuando no actuaba... ¿sería que la realidad se volvía a mezclar con la fantasía? Volvía a sentir la extraña mezcla peligrosa.

 

Y en ese estado de fantasía, cuando no estaba en el cielo, pudo sentir la necesidad de estar más cerca del que actuaba frente a él. Se acercó lentamente lo más que pudo hasta quedar los suficientemente cerca.

 

-No debí sacarte con este frío- Tetsu le abrazó al sentirlo tan cerca- de seguro mueres de frío- no podía romper el contacto que hacían sus ojos.

 

-Esta bien, estando junto a ti no tengo frío- se acercó más a esos labios que rogaban por un beso.

 

Sólo un beso, es lo único que pedían en ese instante nevado, sólo un pequeño roce. Las palabras ya no hicieron falta al momento que se acercaban más y más a la boca de ambos; la necesidad de sentirse más cerca de lo que podían experimentar hablando de cosas sin sentido. Y sin más, se dejaron llevar por la parte del guión que les tocaba y juntaron sus labios en una necesidad de calor mutuo. Aún abrazándose pudieron sentir sus deliciosos labios por un instante en que todo se detuvo.

 

Un beso que poco a poco se fue transformando en una pasión desbordante... Tetsu pudo sentir ahora que sus barreras de hielo se desbordaban y podía besar al hermoso joven que abrazaba con pasión. Podía aferrarse a aquellas caderas por la eternidad, pero no debía hacerlo... abrió lentamente su boca para poder besar a su acompañante con más pasión, introducir su lengua en la boca de Hyde y pudo sentir un pequeño espasmo de placer... por un solo beso apasionado. Sintió un cosquilleo recorrer su estómago y terminó el beso.

 

Se quedaron callados por unos instantes pero sin dejar de mirarse.

 

-Será mejor que me vaya- Hyde bajó la mirada- se hace tarde y tengo que practicar mañana- estaba completamente sonrojado.

 

-Esta bien, que descanses- sonrió.

 

-Igualmente Tetchan- comenzó a quitarse el abrigo pero Tetsu evitó que lo hiciera.

 

-Puedes dármelo después...

 

-Pero tu...- subió su mirada para ver a los ojos al hombre que había besado.

 

-Por mi no hay problema, estoy bien, ese beso fue más cálido que cualquier abrigo.

 

El comentario hizo que Hyde se sonrojara aún más y sonriera tímidamente.

 

-Se que es algo extraño decir esto ahora, pero...- Hyde le miró decidido- me gustas mucho.

 

Tetsu sonrió y acaricio su mejilla.

 

-Tú también me gustas mucho.

 

El primer acto se ha acabado... la función debe continuar....

 

Notas finales:

Gracias por leer esto que es mi obsecion, muchas gracias de todo corazón...

Si, habra lemon, claro que si, pero tienen que seguir leyendo

Ah! todos los capitulos tienen nombres de canciones del circo soleil (no me pertenece) así que si quieren, pueden escucharlas para un mejor ambiente n__n

Atte: Vianka 


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