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Hasta que Mueras por Celen Marinaiden

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Notas del capitulo:

Muajajajajaja... eh... es decir... aquí vengo con otra de mis rarezas x.X y noten de entrada que titulo más ¿oscuro? ¡Hasta parece un buen titulo para una canción de Panda! (voy a ver si se los sugiero por correo, jajaja).

- ... diálogos

ŞaşΰŊąŞaşΰŊąŞaşΰŊąrų -cambio de escena

Datos del fic:

Titulo: “Hasta que mueras”.

Autor: Celen Marinaiden.

Genero: Shonen-ai, romance, two-shots, AU, mucho OOC, algo de drama y ¿Cosas de fantasmas?

Parejas: SasuNaru.

Dedicatoria: Para la siempre amable y linda de Noemi-chan. Yo sé que hubieses querido algo más hermoso para tu cumpleaños, pero créeme que le di vueltas y vueltas y esto fue lo mejor que me salió x.X

Disclaimer: Naruto obviamente no es mío y ninguno de sus elementos me pertenecen, Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto. No escribo esto con fines de lucro (porque nadie en su sano juicio me va a pagar), hago esto solamente por diversión y quizás un poco de ocio. Y claro, porque soy una enferma del yaoi y adoro ver a Naruto enrolado con Sasuke xD

¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸, HaSta QuE MuErAs ¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,

First Shot

Uno de los peores males de la humanidad era la soledad. La soledad era una enfermedad viciosa que se iba adueñando del cuerpo, alma, mente y corazón... y si no se atendía a tiempo, entonces podría ser capaz de provocar la muerte ¡Como un cáncer!

Naruto sabía muy bien de esto.

Naruto en cuestión tenía veintiún años cumplidos desde hacía tres meses. Cabello rubio como el oro, ojos azules como el cielo y piel pimentada con el sol, sí, aquellas eran formas de describirlo. Aunque “despreciado”, “rechazado” e “inapreciado” también eran buenas.

Cuando tenía nueve años había perdido a sus padres en un accidente de avión y quedó al cuidado de su hermano mayor: Minato Uzumaki, que tenía el mismo nombre que el padre difunto de ambos. Minato además de llevarle diez años era bastante diferente a él, su cabello castaño y sus ojos verdes en combinación con su piel más clara siempre hacían que las personas preguntaran realmente si Naruto era su hermano, ya que no se parecían en lo más mínimo. Esto únicamente lograba que una sensación melancólica se apoderara del menor de los Uzumaki, odiándose por no poder ser un poco más semejante al único familiar con vida que tenía y que le quería -sin contar claro, con su sobrino-.

A pesar de no tener a sus padres consigo, Naruto había vivido relativamente feliz algunos años antes de llegar a la adolescencia donde sus problemas habían comenzado. Al cumplir los catorce su hermano decidió cambiarlo de escuela, pero desgraciadamente el primer día de clases no había caído bien a una tal Karin, ya que la chica en cuestión había encontrado que las cicatrices en las mejillas de Naruto -tres marcas en cada una, que se extendían a lo largo- eran algo detestable, y se valió de eso para comenzar el primero de sus ataques. Karin era la típica líder que movía masas usando sus “encantos” pero que no tenía ni una pizca de cerebro ni de madurez. Naruto entonces tuvo que vivir el primero de los siguientes difíciles años que vinieron, entre burlas, desprecios, bromas crueles y el completo rechazo de casi todos los miembros de su aula, quien para colmo habían esparcido aquel rencor hacia su persona en el resto de los alumnos de otras clases en la escuela.

Desde luego aquello no había sido fácil, y luego de dos años de no soportar su situación tan penosa, cayó en la típica desesperación juvenil que tiene como lema el suicidio, odiar a las personas y autodestruirse a si mismos. Cosas que Naruto había hecho a la perfección, sin que su hermano -o su reciente esposa en aquel tiempo- siquiera se hubiesen dado cuenta por lo que estaba pasando el rubio. Desde luego, esto pudo desembocar en uno o dos intentos de acabar con su propia existencia que obviamente fallaron, y quizás pudieron venir algunos más que no sucedieron gracias a la aparición de Hinata Hyuuga en su vida.

Hinata era una chica de cabello negro-azulado, y unos peculiares ojos casi blanquecinos que solían provocar escalofríos en las personas. Pero Hinata a pesar de ser tímida, callada y sensible, tenía también un gran carácter valeroso que de alguna forma contagió a Naruto con él. Ella jamás se amedrentaba cuando alguien quería molestarla, y aunque sus palabras a veces temblaran, sus ojos claros jamás dejaban de mostrar una enorme determinación por no permitir que le pasaran encima. La compañía de aquella chica fue como una cura para la ya de por si desquebrajada alma de Naruto.

Se podría decir que gracias a ella, Naruto se había salvado a sí mismo del hoyo negro y profundo en el que estaba hundido. Y claro... su hermano y su cuñada jamás pudieron darse cuenta de las cosas que pasaba, porque habían estado demasiado ocupados atendiendo a su primer hijo.

El ultimo año que Naruto tuvo que pasar en la escuela no fue tan doloroso como los otros, y agradeció hasta la saciedad a Hinata por los cambios que ella había obrado en él. Sin embargo, al terminar la escuela Hinata tuvo que partir al extranjero para estudiar en el mismo lugar que su primo, y entonces Naruto se quedó sin aquella mejor amiga que había conseguido rescatarlo de si mismo.

Durante un año más todo estuvo bien, Naruto solía comunicarse muy seguido con su amiga y hablaban regularmente por teléfono. Sin embargo el año siguiente la comunicación que mantenían comenzó a hacerse más distante, hasta el grado que recibía noticias de ella cada tres o cuatro meses. En la actualidad aunque le mandaba correos electrónicos, recibía una corta contestación de Hinata, que se excusaba de tener muchas cosas que hacer, y muchos proyectos que llevar a cabo.

Bueno, hasta las mejores amistades del mundo se rompían.

Luego de tres años de arreglárselas a su forma, Naruto ya estaba cansado y asqueado de su propia vida.

Desde que recordaba, había estado huyendo de la terrible soledad que lo perseguía con su sombra a todas partes desde el mismo instante en el que sus padres fallecieron. De allí que en el presente Naruto fuese una especie de erudito que sabía casi de todo. Había tomado por pasatiempo los videojuegos -que eran un método efectivo de olvidarse completamente del mundo-; comenzó a leer de forma compulsiva en la escuela, en medio de cada clase y en los descansos, todo para no tener que recordarse a si mismo que nadie le hablaba en la Universidad a la que asistía; escuchaba todo tipo de música en los trayectos de su casa a la escuela -por lo cual también se hizo un conocedor de casi todos los géneros importantes habidos y por haber-; después se interesó por la pintura y el dibujo así que comenzó a tomar clases. Por las noches cuando no podía dormir tomaba su computadora portátil y comenzaba a teclear pensamientos sueltos, para después enterarse de las últimas noticias que corrían por la red, además de tomar un montón de cursos que lo convirtieron en todo un as de la computadora y en un sinfín de programas. También en esas noches en vela solía subir a su tejado y utilizar el telescopio de su hermano para mirar las estrellas, así que aprendió sobre astronomía. Se compró también un gato al cual mimaba cada vez que podía y con el que pasaba horas en silencio. Leyó sobre diferentes culturas del mundo; empezó a hacer reparaciones en casa y pronto tenía una caja llena de herramientas de una enorme variedad de formas y tamaños las cuales todas sabía utilizar. Se dio a la tarea de aprenderse el nombre de los componentes de los medicamentos más usados para las enfermedades comunes, además de sus efectos y las reacciones que podrían crear en el cuerpo humano. Miró programas sobre ciencia genética, criminología, esoterismo, mecánica, historia y hasta aprendió a reparar motocicletas, a cocinar, a leer notas musicales e incluso a tallar figuras en jabón con una navaja.

Hasta ese grado había llegado su vida. A ese maldito grado tan horrible y desesperado.

Actualmente cuando llegaba a la casa en la que vivía con su hermano, su cuñada y su sobrino, siempre solía encontrarla desabitada. Minato trabaja hasta tarde, Kaori -su cuñada- estaba todo el tiempo visitando a sus hermanos, a sus padres, a sus tíos o vaya saber el demonio que familiares, y se llevaba siempre consigo a Kino -su sobrino-. Naruto subía entonces a su habitación y solía pasar horas muertas hasta que anochecía y se iba a dormir, para volver a vivir un día exactamente igual que empezaba con la mañana siguiente.

Últimamente ninguno de sus muchos “pasatiempos” viejos o nuevos eran capaces de calmar la ansiedad que tenía dentro. Las lágrimas en ocasiones se atrevían a querer hacerse presentes en compañía de los pocos amigos que tenía -y ninguno de ellos perteneciente a su Universidad- ¡Sin razón alguna!. Estar en casa le desesperaba, pero tampoco deseaba estar afuera sin compañía, por eso siempre invitaba a sus amigos a comer, a ver alguna película o simple y sencillamente iba a sus casas a pasar el tiempo. En ocasiones cuando no podía verlos, les llamaba entonces por teléfono para tener una plática poco profunda y hasta cualquiera, todo por no sentirse solo. Odiaba la compañía de la mayoría de las personas, pero aquellas a las cuales apreciaba le hacían sentir la necesidad de estar en su presencia.

Pero no siempre sus amigos -que lamentosamente no eran muchos- tenían tiempo para él, porque todos tenían cosas que hacer con su vida como pasar tiempo con su familia, sus otros amigos o sus novias o novios.

Sin embargo ¿Quién podría notar eso en Naruto Uzumaki? ¡Nadie! Porque para todos, Naruto era el chico de la eterna sonrisa, quien era tan hiperactivo que por eso siempre tenía que estar haciendo algo como tomar cursos de artes marciales, ir a hacer piruetas con su bicicleta -patineta o hasta patines, lo primero que encontrara-, comprarse todo tipo de videojuegos, pasearse con sus amigos ¡O hasta saltar en paracaídas!. Bah, ni siquiera su maldito hermano se había dado cuenta de toda la desolación que escondían sus ojos azules.

Si Naruto no despertara un día, entonces sería lo mejor que pudiese pasarle.

- ¡Naruto-oji-san!

Aquel gritó hizo sobresaltar al rubio, quien se enderezó en su asiento en aquel momento.

- ¿Qué pasa, Kino? -preguntó Naruto, girándose hacia un lado-.

- ¡Ya llegamos, Naruto-oji-san!

Sólo entonces Naruto se permitió estirarse todo lo que pudo, olvidándose de sus terribles cavilaciones, que no habían hecho otra cosa más que ponerlo más depresivo de lo que usualmente era.

Un amigo de su hermano acababa de abrir una posada en un pueblo bastante pintoresco cerca de Londres, lo que hizo que ellos tuvieran que tomar un avión -con los muy bonitos recuerdos que le traía a Naruto, ja- y tener que viajar casi tres horas en automóvil.

Pero al fin habían llegado al lugar que estaba preciosamente cubierto de árboles, tenía un jardín florido en la entrada y la espectacular fachada de una casa antigua pero preciosa de color blanco. Tenía toda la apariencia de haber sido sacada de un libro de historia.

Con entusiasmo Kino se desabrochó el cinturón de seguridad, y abrió la puerta del automóvil saliendo mientras daba un chillido de alegría. Kaori ya había bajado y Minato ya se hallaba frente a la cajuela bajando el montón de maletas que trajeron consigo. Naruto todavía sentado en el automóvil se encogió más sobre si mismo y la chamarra naranja de cuello alto que traía puesta logró esconder su mentón.

- ¡Hey! -Kaori se asomó por una puerta abierta- ¿Qué no piensas bajarte?

- No me gusta -respondió sencillamente Naruto-.

- Oh, por favor ¡No empieces! -gruñó la joven mujer-.

- Yo les dije que prefería todo menos venir aquí... hasta sugerí el seppuku y no me hicieron caso.

- ¡Naruto! -el rostro de Kaori se contrajo con molestia- Sabes que no me gusta que digas esas cosas con Kino-chan cerca.

- Vamos -Naruto volvió a encogerse de hombros- Él no sabe lo que es, y te aseguro que tú con gusto habrías sido mi kaishaku.

- ¡Naruto! -gruñó ella de nuevo-.

- Te estas volviendo blanda, mujer, vivir en Inglaterra te echó a perder ¡Regresemos a Japón con sus bonitas tradiciones de suicidio!

- ¡Ya bájate y deja de decir esas tonterías!

- De acuerdo, pero no hay porque ponerse agresiva, dattebayo.

Con una risa burlona, Naruto se desabrochó el cinturón y bajó al igual que lo había hecho ya su “familia”... si es que a ellos podía llamarlos de esa forma.

A pesar de que el lugar era muy bonito, el rubio no se sentía nada feliz ni entusiasmado con la idea, pero no quedaba más remedio que el haberla aceptado. Únicamente sería una semana a la cual tenía la esperanza de sobrevivir, estando alejado de su computadora, sus videojuegos y de cualquier otra cosa que pudiese haberlo mantenido entretenido.

En medio de aquel lugar tan natural y enorme... únicamente se sentía más solo.

El amigo de su hermano los recibió calurosamente y les dijo que por el momento únicamente se encontraban dos familias más en la casa -que de verdad había que darle merito por su tamaño-, pero que al día siguiente llegarían más.

Al verse libre de las odiadas cortesías obligatorias, y con la luna ya en alto, Naruto decidió que tenía todo el derecho del mundo de irse a dormir para intentarse librar del dolor de cabeza que lo había atacado. Su habitación también tenía aquel aspecto exquisitamente antiguo como el resto de la casa -que mejor sería llamarla “mansión”-, por lo cual al acostarse con la luna filtrándose por el gran ventanal que se extendía hacia arriba, el rubio decidió que iba a imaginar con sus muy maduros veintiún años que se encontraba viviendo en una época de hacia dos o tres siglos, o quizás encontraría como su nuevo pasatiempo coleccionar hojas de árboles, rocas, mariposas -así podría meterse en el campo de la insectología- o alguna idiotez similar, únicamente para pasar las horas y agregar una cosa más a su largo historial de lo que sabía y/o podía hacer. Un historial que a nadie nunca jamás le importaría, porque nadie estaba lo suficientemente interesado en él.

Naruto no se equivocó mucho con lo que ya había pensado anteriormente, ya que el día siguiente estuvo lleno de actividades que realizar con el amiguito de su hermano -el tal Andrew que Naruto deseaba que jamás Minato hubiese conocido, así no tendrían que estar allí- y con el resto de los invitados. Y lo peor había sido cuando al regresar por la tarde de una excusión despreciable -desde el punto de vista del rubio Uzumaki- se habían encontrado con la sorpresa que les comunicó la esposa de Andrew, sobre que ya habían llegado el resto de los invitados que resultaron ser cuatro o cinco familias más. Justo antes de que empezara la comida -y seguramente ahora si la maldita mesa extra larga del comedor iba a llenarse al tope- Naruto decidió que lo mejor sería correr por su vida, ya que había visto como mínimo que habían diez -o quizás más- niños de edades semejantes a las de su sobrino... y Naruto ya se esperaba escuchar a su cuñada pidiéndole que cuidase de Kino, y obviamente Kino querría jugar con aquellos mocosos y entonces el rubio terminaría jugando a ser la niñera de los mini monstruos o algo así.

- ¿Estas seguro, Naruto? -preguntó su hermano, mirándolo fijamente-.

- ¡Claro, dattebayo! -asintió enérgicamente el rubio- ¡No tengo hambre! Ni un poco, mejor iré a mi habitación a leer o a dormir.

- Naruto -Minato dio un suspiro- Te traje aquí para que te distrajeras.

- ¡Y lo quiero hacer! Pero primero me obligaste a ir a pasear al lago sin peces y después a visitar el bosque lleno de sabandijas, así no puedo distraerme mucho.

Minato lo miró unos segundos más antes de plasmar una sonrisa condescendiente en sus labios, mientras que colocaba una mano sobre los cabellos rubios de su hermano y los agitaba un poco.

- Pórtate bien, Naruto -pidió como era la costumbre- Sí estas más cómodo en tu habitación entonces ve, yo iré a verte después.

- ¡Bien! -asintió él, sonriendo-.

- Te la pasaras mejor mañana, te lo aseguro.

- Por supuesto, sólo si no me obligas a ir a más de esas cosas.

El ojiverde ya no dijo nada, así que se limitó a revolver nuevamente los cabellos de su hermano.

- Que descanses.

- Igualmente -respondió el rubio-.

Y mientras se alejaba por el pasillo que afortunadamente había estado libre de terceras personas, Naruto comenzó a cantar.

- Crawling in my skin, these wounds they will not heal, fear is how I fall...

Minato lo observó perderse por una esquina, y entonces se permitió suspirar entristecido mientras que negaba con un movimiento suave de la cabeza, preguntándose a donde se había ido su cariñoso hermano de nueve años, que era un pequeño sol que iluminaba todo donde estaba. Ahora su hermano de veintiuno parecía ser una sobra que no se molestaba en oscurecer pero tampoco en iluminarse ni aunque fuese un poco.

El mayor de los Uzumaki sentía que lo único que podía hacer era sentarse a mirar, y a esperar que de alguna forma Naruto algún día volviese a ser como antes, porque la verdad era que Minato no sabía que hacer para ayudar.

ŞaşΰŊąŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą

Era una pena que las palabras de Minato no se hubiesen cumplido realmente, ya que al día siguiente Naruto comenzó muy mal la mañana cuando su cuñada vino a la puerta de su habitación a dejarle a su sobrino mientras ella tenía que irse a hablar con sus nuevas “amigas”. Obviamente el rubio deseo decirle un par de cosas -cosas nada amables- pero tuvo que contenerse y además de ello, cuidar también de su sobrino que cuando se lo proponía se podía llegar a convertir en todo un desastre andante.

Lo peor había sido que Kino quiso jugar con el otro montón de niños que estaban allí, y tal como infelizmente predijo Naruto, terminó siendo la niñera de un montón de niños medio salvajes, los cuales muchos de ellos sin duda merecían que los amarraran o algo parecido.

Luego de una comida a la cual esta vez fue obligado a ir por su hermano, el ojiazul estaba listo para regresarse corriendo a su casa ¡Y con gusto viajaría en avión! No importaba si el maldito avión se estrellaba, ya que no podía ser tan malo como aquello a lo que Naruto estaba siendo sometido. Sin embargo su tortura no acabó con la finalización de la comida, sino que Minato le obligó a permanecer más tiempo en presencia de personas que no conocía y que iban y venían. Cuando gloriosamente se vio libre, no dudó en escabullirse como el día de anterior, deseando más que nada el poder mantenerse alejado lo más posible de ese ambiente que ya no soportaba. Así que entró a su habitación y tomó un libro rápidamente de la pila que estaba colocada sobre la mesita de noche, y entonces volvió a salir corriendo casi de forma despavorida, porque bien sabía que de quedarse su cuñada o su hermano podrían irlo a buscar para obligarlo a hacer algo que no iba a gustarle, casi hasta podía apostarlo.

El rubio caminó entonces por algunos pasillos que antes había vislumbrado, alejándose de donde se encontraban el montón de familias felices que tanto disgusto le causaban. Finalmente pudo dar con una perfecta escalera de madera y si no se equivocaba con lo que había escuchado del parloteo de Andrew el día pasado, aquellas escaleras entonces serían las que daban directamente al ático, lo cual le decía a Naruto que aquel debía de ser indudablemente el lugar más desabitado de la casa. Lo único que esperaba era que Minato no fuese a ir a buscarlo allí.

Le dio un vistazo rápido a su alrededor para asegurarse de que no había ninguna persona cercana, ya que lo que menos deseaba era que fuesen a delatarlo cuando estaba haciendo tan “brillante” escape.

Mientras subía por los escalones, Naruto se asombró de ver que aquellas eran las primeras escaleras de madera que pisaba y no rechinaban. Con entusiasmo ante la perspectiva de encontrar paz y soledad -sí, aquello también debía de tratarse de una infeliz ironía-, apresuró sus piernas para subir el montón más de escalones que le faltaban, y que no había pensado que fuesen a ser tantos. Sin embargo, alcanzó el ultimo y se encontró con la perfecta vista de una duela de más madera pulida, dos pares enormes de puertas que se abrían hacia el exterior, dando directamente a la terraza donde estaba colocado a la perfección un telescopio. Aquello le valió una sonrisa sincera y una exclamación de gusto, animándose por fin a pisar sobre la tarima, mientras que dejaba que su vista se perdiese por el cielo que se apreciaba afuera. Tenía toda la intención de dirigirse a la terraza cuando un fuerte crujido lo sobresaltó, y le hizo mirar alrededor del lugar con la intención de descubrir el causante del mismo, y con algo de sorpresa notó que no se encontraba solo.

En una silla -que seguramente debía de haber sido colocada allí como decoración igual que el resto de los muebles-, se encontraba sentado un chico de traje. Naruto asumió que seguramente tendría una edad cercana a la suya, pero otros detalles fueron los que llamaron su atención. Su cabello era de un negro brillante, el cuerpo delgado hacía lucir aun más el traje que portaba, y la piel blanca resaltaba bastante los ojos negros que se clavaron en los suyos.

La mirada del otro le produjo un incomodo escalofrió, ya que en ella había una intensidad inusual. Naruto abrió la boca con la intención de decir algo, tratando de recordar si lo había visto antes abajo, pero el rubio estaba seguro de en el resto de los invitados no había alguien que pudiese tener su misma edad. Así que no habló, sintiéndose tonto principalmente porque no era muy dado a entablar conversaciones con gente a la cual apenas acababa de toparse, además, algo en aquella actitud tan indiferente del otro, en esos ojos ónice que comenzaban a ponerle nervioso, le provocó el deseo marcharse. Cuando aquel misterioso sujeto entrecerró la mirada, otro estremecimiento recorrió al ojiazul de que ya no tenía duda alguna que lo mejor sería marcharse... quizás molestaba al otro chico con su presencia, después de todo el moreno había llegado primero.

Estaba ya por dar el primer paso hacia atrás, cuando el desconocido desvió la mirada hacia el frente y Naruto vio como sus labios se movían para después escuchar una voz que le hizo temblar inconscientemente llevándolo fácilmente a la sensación del miedo.

- Soledad acompañada, soledad endemoniada...

Cuatro palabras, cuatro sencillas palabras que ya lo hacían querer correr, pues mientras aquel moreno las decía nuevamente había girado a mirarlo con ese par de cuencas negras y fijas.

Pero tan solo dos segundos después Naruto pudo ser capaz de hacer una conexión con lo que acababa de escuchar, y entonces se animó a hablar también pese a sentirse un tanto pávido.

- Tantos gritos, tantas luces, tanta gente y soledad -dijo por fin el rubio, encogiéndose un poco sobre si mismo-.

Los ojos negros del otro se abrieron entonces un poco más, dejando ver que ahora él aparentemente era el sorprendido.

- Te referías a eso... ¿No? -dijo nerviosamente- A ese poema... la soledad es un espejo que no miente, la soledad es ese montón de sonidos que no escucha nadie pero que...

- Hacen demasiado ruido -la voz del moreno, tan profunda se hizo escuchar nuevamente-.

- Entonces sí lo hablabas de eso -Naruto sonrió- Vaya, no me esperaba algo así.

El otro le miró unos segundos, antes de ponerse de pie al tiempo que su semblante variaba un poco, y casi por arte de magia Naruto notó que el ambiente tan pesado que sintió hacia unos instantes se desvanecía

- Soy yo quien no se lo esperaba -aclaró el desconocido-.

Ya con confianza, Naruto se encogió de hombros relajándose.

- Oi ¿Qué se supone que pretendías hacer? ¿Asustarme?

El moreno sonrió entonces, de una forma bastante confiada.

- Precisamente.

Naruto lo observó con escepticismo y después con indignación.

- Tienes un problema -dijo, torciendo la boca- No has de ser bueno haciendo amigos.

El pelinegro sonrió, pareciendo divertido.

- No lo soy -reconoció- Porque no los busco.

- Cielos, entonces seguro eres del tipo antisocial... así que mejor me voy y te dejó seguir asustando a la gente que suba, ha de ser la mar de divertido o algo así.

- No tienes que irte -dijo, aunque después extrañado de sus palabras- Además, eres el primero que sube desde que remodelaron este lugar.

- ¿Y tú no cuentas o qué? -Naruto comenzó a caminar un poco por el sitio- ¿Eres amigo de Andrew?

- Lo conozco -dijo impasiblemente-.

- Soy Naruto ¿Y tú?

El moreno guardó silencio, antes de suspirar y responder.

- Sasuke.

- ¿Sasuke?... ¿Dónde he oído eso antes? -el ojiazul se llevó un dedo al mentón- Ah, ya, Kozuki Sasuke ¿De allí salió Sarutobi Sasuke, no? La verdad es que no recuerdo mucho de eso, y además ¿Qué a los que tienen ese nombre no los consideran traidores o una tontería así? -preguntó con ingenuidad-.

Sasuke nuevamente tenía aquella mueca que parecía ser que denotaba algo asombro, como si todo lo que dijera el rubio fuese motivo de sorpresa.

- Ramen -fue todo lo que salió de boca del ojinegro- El naruto es un ingrediente del ramen.

Naruto sonrió con algo de vergüenza, mientras que asentía ante la inminente verdad.

- También eres japonés ¡No había conocido a otro japonés aquí! -el Uzumaki parecía encantado- ¿Tienes mucho tiempo en Inglaterra? Yo llegué a los cinco años.

- Tengo mucho tiempo -aclaró-.

- ¿Y que te parece occidente? En lo personal me gusta más... es decir, he viajado a Japón pero cada vez que voy me molestan todas esas normas de educación que tienen, además de su... moral -hizo un gesto de desprecio con la mano- ¡Tienen más pudor que una virgen! Y además, están más reprimidos que una monja.

Los ojos negros de Sasuke estaban bien abiertos, como si las palabras del ojiazul no le hubiesen caído en gracia, por lo cual Naruto pensó que quizás sus comentarios no hubiesen sido bien recibidos, ya que pudiera ser que el moreno fuese un japonés bien educado -cosa que Naruto afortunadamente no era, ya que disfrutaba demasiado de su libertad como para condicionarse-.

- Entonces no ha cambiado mucho desde la ultima vez que estuve allí -Sasuke volvió a hablar- Siempre creí que un cambio no les vendría mal.

Naruto asintió de acuerdo ante las palabras del otro, sintiéndose extrañamente cómodo en su presencia. Era una suerte que Sasuke no pareciera ser alguien desagradable, porque entonces no sabría como sobrellevarlo mas que alejándose.

- Tú... ¿Lees a Poe?

Naruto arqueó una ceja ante aquella pregunta, mirando seguidamente al libro que tenía en manos y el cual efectivamente se trataba de uno escrito por Edgar Allan Poe.

- Sí... esta es una recopilación de sus mejores historias.

- ¿El cuervo?

Naruto asintió.

- ¿El gato negro?

- Sí, el cuervo, el gato negro, el corazón delator, el escarabajo de oro -citó-.

- Supongo que entonces también están los crímenes de la Rue Morgue, la caída de la casa Usher y la carta robada.

- Desde luego -el ojiazul asintió, fascinado con que el otro conociera aquellas obras-.

- Poe es una buena elección ¿Has leído a Shakespeare?

- ¡Obvio! A él y a muchos más, Shakespeare es básico en mi gran biblioteca.

- No creo que debas presumir tanto.

- Conozco una infinidad de libros, Sasuke, te lo puedo asegurar.

- Entonces, dime ¿Quién escribió “Demian”? Es un clásico, tienes que saberlo.

- Herman Hesse -respondió automáticamente-.

Sasuke arqueó una ceja, sin parecer que su rápida respuesta lo hubiese convencido.

- La Divina Comedia -dijo el moreno, a modo de seguir indagando-.

- Dante Alighieri.

- Werther.

- Johann Von Goethe.

- El Conde de Montecristo.

- Alexandre Dumas.

- Drácula.

- Bram Stoker.

- Cumbres Borrascosas.

- Emily Brontë.

- De Profundis.

- Oscar Wilde.

La mueca que adornó las atractivas facciones del otro sin duda alguna ahora era admiración, y Naruto no pudo evitar que un cosquilleo le recorriera placenteramente.

- Vaya contigo, dobe ¿Quién lo diría? No pareces de los que leen ¿Estudias literatura?

- ¿Dobe? -repuso, frunciendo el ceño- ¡Dobe tú! Más respeto, Sasuke -torció adorablemente la boca- Y no, estudio Leyes... pero me gusta leer buenos libros.

- Es... peculiar -dijo al fin- Ya no se encuentran personas como tú en este tiempo.

- No seas tonto, Sasuke -resopló- Querrás decir que ya no se encuentran personas como nosotros, supongo que tú también has leído esos libros.

- Sí, los leí -asintió- Hace mucho en realidad, pero nunca pude olvidarlos.

- ¿Has leído a Anne Rice?

Pero Sasuke negó, a pesar de lo que Naruto esperaba.

- Tiene buenas historias y algunas de vampiros que valen la pena, otras no tanto.

- ¿Vampiros? -sonrió tenuemente- ¿Crees en eso?

- Para nada -se encogió de hombros- Pero si existieran serían geniales, eso no lo niego.

- Usuratonkachi -dijo con suavidad-.

Al instante Naruto se sobresaltó, mirándolo con una expresión de completa ofensa.

- ¿Qué paso con el respeto, teme? -le miró con molestia- ¡Ni media hora que nos conocemos y ya me insultas! Tus relaciones publicas están por lo suelos ¡De eso estoy seguro!

A pesar de la mueca molesta del rubio, Sasuke se permitió sonreír con diversión.

- Mis relaciones publicas están literalmente muertas -sonrió con arrogancia- Pero es muy amable que lo notes.

- Y es bueno que tú lo aceptes -reviró los ojos- Y a todo esto ¿Qué haces aquí? ¿También estas huyendo?

- ¿Huyendo? -Sasuke enarcó las cejas- ¿Eso haces tú?

El rubio debía de admitir que la pregunta le causaba un cierto bochorno, pero ya que había abierto la boca y dicho eso, lo menos que le quedaba era al menos aceptarlo.

- Sí -dijo finalmente- Hay mucha gente allí abajo y yo le tengo fobia a las personas.

- ¿De verdad?

El pelinegro realmente parecía haberse creído lo que había dicho, por lo cual fue inevitable que Naruto soltase una corta carcajada mientras negaba encarecidamente.

- No, claro que no -aclaró sonriendo con diversión- La verdad es que no me gusta estar con montones de personas que no conozco, no me siento cómodo y eso.

- No pareces antisocial.

- Tú no sabes -dijo con una sonrisa que mostraba sus dientes- Pero no hablemos de eso, no me has respondido qué haces aquí.

- Me gusta este lugar... es el más agradable de toda la casa.

- No he visto toda la casa... pero con lo poco que ya vi te doy la razón.

Sasuke sonrió encogiéndose entonces de hombros, mostrando una expresión en su rostro completamente serena.

- No me creo que eso de que únicamente conoces esos libros porque te gusta leer, así que cuéntame la verdad.

- ¡Es la verdad! -replicó- Es más, yo podría decirte lo mismo a ti ¿Por qué leerías esos libros?

- Porque soy una persona muy culta.

- Y seguramente modesta, dattebayo.

Al instante Naruto quiso haberse tapado la boca, sintiéndose tonto por haber dejado salir aquella palabrilla sin significado que había aprendido de su madre. Su madre siempre solía acompañar sus frases con ella, por lo cual Naruto adoptó la misma costumbre. A pesar de haber crecido se negaba a dejar de usarla porque ya era parte de su forma de hablar -y además era un recuerdo muy preciado de su niñez-, pero siempre la decía en presencia de su familia, ya que usarla con el ingles era algo que sonaba totalmente fuera de lugar. Sin embargo era inevitable que de vez en cuando se le saliera por equivocación, y el terminara sintiéndose tonto.

Para su suerte, Sasuke no se dio cuenta de su desliz.

- También soy modesto, créeme. Además, de donde venía era importante que la gente como yo fuese muy letrada.

- De acuerdo, yo te cuento la historia de por qué soy un ratón de biblioteca y tú me cuentas en qué raro lugar te obligan a ser letrado.

- Me parece bien.

Y sintiéndose con un nuevo amigo ganado, Naruto no pudo hacer otra cosa más que sonreír.

Sasuke le sonrió de vuelta también.

ŞaşΰŊąŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą ŞaşΰŊą

Aunque ya la noche había caído, para Naruto las horas habían corrido de una forma que ni siquiera se había percatado del tiempo, es totalmente cierto lo que dicen sobre que el tiempo vuela cuando uno se esta divirtiendo. Hablar con Sasuke había sido un gran desahogo en muchos sentidos, y Naruto había podido hacer gala de las muchas cosas que sabía, notando que Sasuke también tenía su propio stock de cosas interesantes para compartir.

- ... al final el comercial decía: “Estamos trabajando para que la droga no llegue a tus hijos” -seguía contando Naruto mientras miraba al otro- Así que mi sobrino despegó la vista de la televisión y volteó a ver a mi cuñada y le pregunto: “Ah, entonces por eso tú trabajas, mami” -dijo agudizando la voz tratando de imitar una infantil-.

El rubio soltó una carcajada alegre escuchando vagamente la risa más discreta de Sasuke que le acompañaba.

- Los niños dicen cada cosa -continuó hablando el ojiazul- De vez en cuando entretienen mucho.

- Sí, como tú, dobe.

- No voy a quejarme, es obvio que el respeto se fue al demonio, teme.

El ojinegro sonrió, aunque esa sonrisa vaciló por unos segundos.

- Ya es tarde, sería mejor que volvieras a tu habitación.

- Tienes razón -Naruto estiró los brazos al aire- Tú también tendrías que hacer lo mismo, deben estar preocupados por ti, hemos estado aquí mucho tiempo.

- En realidad todos saben que estoy aquí... es en tus familiares en quienes deberías de pensar.

- Seguramente creen que estoy encerrado en mi habitación -se encogió de hombros- Si me estuvieran buscando entonces ya me habrían llamado al celular, aunque la cobertura de aquí no sea tan buena.

- ...

- Aun no me creo que no tengas un celular.

- Yo no tengo ese tipo de cosas.

- Deberías actualizarte más.

- Debería -coincidió-.

- Como sea ¿Qué dices si nos vamos yendo?

- Adelante.

Ambos comenzaron a caminar entonces hacia las escaleras, mientras que seguían hablando con la misma naturalidad con la cual habían pasado tantas horas juntos. Naruto estimaba que era mucho más de la media noche y por ello, ahora todos los pasillos de la casa estaban desiertos aunque las pequeñas lámparas que colgaban de las paredes mantenían todo lo suficientemente iluminado como para que no se perdieran.

Finalmente llegaron a un pasillo que se dividía en tres más.

- Yo me voy por aquí -Naruto señaló hacia el centro- ¿Y tú?

- Por aquí -señaló entonces Sasuke hacia la derecha-.

- Bien ¿Nos vemos mañana?

- Sí -asintió- En el mismo lugar... no querrás toparte con la gente que tanta fobia te causa.

El ojiazul sonrió, pensando en que aquella era una excelente idea. El ático era muy acogedor.

- Y sólo porque soy cortes diré que ha sido un gusto conocerte, Sasuke.

- Lo mismo digo.

- Hasta mañana entonces.

- Sí, claro, mañana.

Naruto agitó su mano en señal de despedida mientras que Sasuke apenas levantaba la suya sin moverla ni un poco. El rubio casi corrió silenciosamente entre los pasillos semi-oscuros con una enorme sonrisa se mostraba en sus labios; sin poder contenerse una risilla se escapó de su boca mientras se encogía de hombros y cerraba los ojos. Se sentía inesperadamente feliz ¡Claro que sí!, ya no se sentía deprimido ni trágico como cuando llegó, de hecho estaba ansioso por que llegara el día siguiente y esperar que ambos se quedaran hasta que cayera el anochecer, así podría utilizar el telescopio de la terraza para mirar el cielo con Sasuke... porque ciertamente nunca había mirado las estrellas en compañía de alguien más.

Mientras el rubio se perdía de vista, Sasuke continuó de pie en el mismo lugar sin despegar sus ojos negros del camino que había tomado Naruto. Sin embargo su atención se desvío después hacia abajo al notar como las sombras que se formaban a partir de las cosas en el pasillo comenzaron a deslizarse como tinta sobre el suelo, arrastrándose y avanzando de forma insólita hacia la misma dirección que tomó el ojiazul.

Sasuke entonces entrecerró apenas los ojos antes de que sus labios se abrieran suavemente.

- A él déjenlo tranquilo -ordenó con un tono de voz silbante- Molesten a cualquier otro.

Y aquellas sombras que parecían haber cobrado vida se retorcieron, deslizándose hasta encajar nuevamente en sus lugares originales, dejando nuevamente una apariencia normal al ambiente.

Sasuke giró y avanzó unos pasos dirigiéndose al corredor menos iluminado, desapareciendo así entre las penumbras.

Continuara...

Notas finales:

O.o ... eh... ejem... bueno, sí, es una historia rara xD pero es lo mejor que pude hacer para Noe-chan, simplemente se me vino la inspiración y así comencé a escribir esta nueva locura. Tsk, he de decir que no puedo ser una niña normal y siempre termino escribiendo cosas extrañas.

Este fanfic esta planeado para dos capítulos y un posible epilogo. El pedazo de canción que Naruto cantó pertenece a “Crawling” de Linkin Park, y es una de las canciones más ¿emo? que se escribieron aun cuando lo emo no existía xD, el fragmento que dice: “Soledad acompañada, soledad endemoniada...” y lo que se supone que es el respectivo “poema”, fue sacado de un videito que tengo por allí de Ricardo Arjona, así que esas en realidad son sus palabras, no mías. Y pues, no tengo nada más que decir ¡Que disfrutes este humilde regalo, Noemi-chan! Muchas gracias por ser tan buena conmigo y por ser tan linda como para hacerle dibujos hermosos a mis fanfics tan horribles, jaja.

Bien, yo me retiro, tengo que escribir el siguiente capitulo de Anuario porque “alguien” (tú sabes que hablo de ti, guarri-chan ¬¬) quiere que ya lo publique (tsk... ni que fueran enchiladas o algo así).

.:¤°—— .ČeĻeŋ Marΐŋaİđεŋ. “¿Quién te dijo que yo era el sueño que soñaste una vez?...” ——°¤:.


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