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Rojo sobre Rojo por Kouryuu Shizuka

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Rojo
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Rojo


~ Capitulo 02~
"Rojo sangre"




Los días siguientes Mia no quiso apenas salir de casa, y si lo hacía... era para ir al instituto, y no sin más gente a su alrededor, pero no por petición de su padre, sino por la suya propia.
No quería... que volviera a ocurrir... además... ese día Sven conducía el Rolls justo cuando fue a recogerla a la institución para ir a casa de nuevo, y no Nyssa, cosa que le extrañó y preocupó.
- ¿Y Nyssa? - Mia se adelantó un poco hasta poder apoyar los brazos entre los asientos delanteros.
- Mia... vuelve a tu asiento...
La chica se dejó caer hacia atrás, hundiéndose en él, cruzándose de brazos.
- Vale... ¿pero dónde está? No le habrá pasado nada, ¿verdad?
Sven sonrió.
- Es increíble en como te preocupas por ella cuando hace unos días la criticabas...
- ¡Sven! - Mia perdió la paciencia y gritó.
- Pidió el día libre para sus cosas... aunque cuando salí de casa aun estaba allí, así que quizá la veas al llegar...
¿Un día libre?
Vaya, era el primero que pedía en tanto tiempo... ¿adónde iría? ¿Qué haría...?
Se moría de ganas y no sabía como podría saberlo...
Nada más cruzar la puerta de entrada Mia pudo ver como al otro lado, donde solían aparcar los coches, se encontraba el precioso jaguar propiedad de su padre.
Algo extraño ya que sólo él lo sacaba y conducía y precisamente en esos momentos no estaba en la casa; como de costumbre.
- ¿Qué hace el jaguar afuera?
- Tu ídolo lo va a usar.
Mia se ruborizó inmediatamente y tratando de disimular salió del coche nada más parar.
- No sé de qué me hablas - dijo finalmente, y tras recibir saludos de dos hombres de negro que había en la entrada, se metió en la casa.
Sven hizo una mueca de risa mientras dejaba el coche a otro chico para que lo aparcase y siguió a la chica dentro de la casa.
- Lo que tú digas... - dijo por lo bajo.
Aunque Mia sabía que Sven tenía razón.
Desde ese tiroteo... Nyssa, si antes era fría, ahora parecía que no existiera para ella.
Ni la dirigía esas escuetas palabras, la seguía, pero en completo silencio, y se limitaba a su trabajo como chofer y guardaespaldas fuera de la casa... Aunque el daño no era ese, el daño era que después de ese instante de haber sentido el calor de su cuerpo, no se molestó ni en preguntar cómo estaba, a pesar de que seguro la oía llorar en las noches.
Se había impresionado demasiado con aquel suceso... La verdad es que mucho, pero más le dolía aquello.
Al pasar por la puerta de su habitación un delicioso aroma llegó hasta ella...procedente de ese cuarto... cuando nunca había olido algo como eso relacionado con Nyssa.
Aunque antes de querer averiguarlo escuchó que se iba a abrir esa puerta y se apresuró a meterse en su habitación.. y mirar por entre una rendija como salía esa mujer al pasillo.
Iba diferente. Totalmente diferente aunque el rojo y el blanco predominaba en su vestuario... al menos el que se veía justo debajo de ese abrigo: unos pantalones rojos y unas botas de tacón de aguja blancas.
Quería ir con ella. Cielos, ¡iría con ella!
Tantas veces queriendo ir a conciertos con sus amigos o a dar un simple paseo le habían llevado a espiar detenidamente los cambios de guardia, los agujeros de seguridad que pudiera haber... pero... nunca se había escapado por pereza quizá.
Nunca.
No hasta ahora.
No hasta ese momento.
Mia se quitó rápidamente el uniforme escolar y puso en su cuerpo ropa oscura apresurándose todo lo que pudo. Con agilidad se deslizó en los pasillos de la casa sin ser vista hasta que pudo llegar al aparcamiento sin ningún problema... Allí aun estaba el jaguar, preparado para Nyssa... así que lo que hizo fue abrir el maletero y meterse dentro de él, sin llegar a cerrar del todo después para poder salir luego.
El corazón le latía con fuerza en la espera a que el auto arrancara... hasta que pudo sentir el abrir; en sentar del conductor y el cerrar de la puerta... y el encender del motor.
El viaje fue largo y en aquella posición comenzaba a dolerle la espalda. Al meno debía de dar gracias a que era pequeña o sino no habría podido entrar en ese lugar.
Tras pensar en que eso había sido una total locura, el coche se detuvo y la notó bajar. Unos minutos después Mia consideró que fue bastante tiempo como para poder salir.
Nada más tocar el suelo se cercioró de que lo cerraba y miró a su alrededor.
El jaguar estaba aparcado en un sitio al aire libre. Un aparcamiento aun así privado en donde el lujoso auto estuviera a salvo de robos... y no había nada más allí que un gran edificio donde entraba mucha gente joven y otros no tan jóvenes...
"Deseo", ése era el nombre del club.
Tras pagar una entrada y presentar un carnet que certificaba su mayoría de edad, logró entrar al lugar.
La verdad es que no era nada del otro mundo. Mesas acomodadas en una parte, sillones ocupando otras partes, barras donde servían la bebida; una enorme pista de baile con un pinchadiscos algo más que excepcional (según su gusto) y unas escaleras que subían a las plantas de arriba con dos tipos muy grandes vigilándolas.
Casi podían hacer competencia con los que había en su casa, así que pensó que eso era zona restringida y mejor era no acercarse.
Tras un empujón decidió que lo mejor era buscarla, pero por más vueltas que diera en esa enorme sala envuelta en la poca luz, no la encontraba, así que lo mejor sería sentarse en la barra, pedir algo y esperar.
Sino tomaría un taxi a casa y ya inventaría una excusa de cómo pudo salir de ella.
- Wow, ¿has visto a esa preciosidad? - escuchó Mia en boca de uno de los que estaba cerca de ella, pidiendo un trago.
Algo aburrida, removiendo su bebida con una pajita, desvió ese par de ojos azules hasta la pista de baile... y dejó de jugar con lo que tenía entre manos en ese momento.
El corazón se le disparó de inmediato contra el pecho y las mejillas le ardieron.
¿Qué era eso tan pequeño que lucía? ¿Y esos movimientos? Santo Dios, ¿en verdad era esa su témpano de guardaespaldas?
Nyssa se encontraba en la pista de baile, a solas, moviéndose de una forma provocativa con esa camiseta ceñida gris y esa falda del mismo color que era demasiado corta.
Era la primera vez que podía ver los muslos contorneados de Nyssa sin la tela del pantalón por medio.... y esas botas blancas hasta la rodilla la hacían aun más sexy si se podía... Aunque lo mejor era que su cabello lucía suelto, a lo largo de todo lo que era.
Prácticamente a ella le parecía una Diosa... a pesar de que en boca de esos pervertidos escuchó la palabra zorra...
Por largo tiempo la estuvo observando y observando también como muchos cerdos se acercaban a ella con intención de tocar más de lo permitido... y como ella les reuhía con facilidad vestida con una sonrisa picarona...
En su interior, cada vez que veía ese gesto, gritaba "¡Bien!", pero en su interior también se estaban revolucionando más cosas que la satisfacción de ver como los rechazaba a todos.
Es más, su cuerpo entero había comenzado a palpitar por ella... y Mia apretó fuerte un muslo contra otro provocándose una deliciosa sensación.
No podía ser... estaba excitaba a causa de una mujer... pero no de cualquiera, sino de ella, de su guardaespaldas.
Aunque... pronto se acabó su anonimato. En un momento esa mirada gris relució cuando se posó en la barra del bar y supo que la había visto al perder esa expresión traviesa.
Volvía a ser por un momento ese bloque de hielo... y entonces la vio mirar a un lado y otro y hacerle una señal con el dedo para que se acercara a ella.
Como hechizada... Mia se acercó adentrándose en la pista de baile... teniéndola frente a ella por completo y la arrastró a un rincón de la pista obligándola a que bailara sólo con un gesto de su cara.
Por el momento no dijo más y la música era movida hasta que todo sufrió un giro. El ritmo de la música fue cambiando hasta llegar a lenta y Mia sintió que dejaba de respirar al ver como Nyssa comenzaba a bailar muy junto a ella.
La luz estaba muy baja y sol se veían las siluetas de las personas... El momento era tan mágico que Mia se dejó llevar por él ya que Nyssa había rodeado su cintura con las manos y ella sin saber como atrapó entre sus brazos el cuello de la mujer.
Los cuerpos se rozaban en cada movimiento y los rostros permanecían muy, muy cerca. Nyssa había cerrado los ojos y puesto su frente contra la de ella; las narices se frotaban y los labios estaban a milímetro de tocarse.
Mia pudo ver que ella movía sus labios tratando de decirle algo, aunque la situación la tenía ya demasiado excitada movió su cabeza suavemente para poder su oído frente a su boca y así poder escuchar.
- Me queda muy claro que me has seguido, Mia. Bravo niñita, conseguirás que nos maten a ambas.
¿Por qué?
¿Por qué tenía que tratarla siempre de esa manera cuando sólo quería acercarse a ella?
Cuando todo su ser suspiraba por ella...
Mia no podía soportarlo más... no podía... aguantar más... así que la besó.
Electrizante fue la sensación que le recorrió el cuerpo nada más probar lo suave de aquellos labios y más ahí, frente a todas esas personas que hubiera en la fiesta...
Al principio pudo notar como el cuerpo de Nyssa se tensaba y trataba de apartarla, pero después de presionar un poquito más los labios de ella se abrieron y fue la que invadió su boca buscando fundirse con su lengua.
Nunca se había besado con una chica y menos de esa forma tan devoradora en un lugar público como aquel... aunque lo mejor de todo era que Nyssa respondía... ¡y de qué forma!
Mia podía morirse en ese momento... sino fuera porque Nyssa la apartó deshaciendo el beso... aunque la visión fue aun más perturbadora.
Sus ojos grises estaban encendidos de algo que podía llamar lujuria y que nunca creyó ver en esos preciosos ojos...
Aunque todo volvió a cambiar de repente.
Las luces se encendieron iluminando toda la sala y la pasión de sus ojos dejó paso a la profesionalidad extrayendo de su bota blanca una pistola.
Mira notó como la puso detrás de ella como protegiéndola de algo... y en efecto así fue.
Escuchó disparos en dirección a ellas. Nyssa le había cogido del brazo y también estaba disparando... Ella la protegía de las posibles balas y una alcanzó su brazo. Mia lo vio sangrar pero no por eso Nyssa dejó de disparar acertando a varios hombres mientras le gritaba indicaciones que no entendía entre tanto nervio como podía llevar a cabo.
Al final supo que estaban algo a salvo cuando Nyssa la tiró dentro del coche y el jaguar arrancó alejándolas de allí.
- Y-yo...
- ¡¡Cierra la boca!! - le gritó Nyssa - Sino la cierras te juro que seré yo quien te meta la bala entre ceja y ceja - amenazó y siguió conduciendo entre la oscuridad de la noche que había caído.
Mia estaba temblando. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.
Todos esos disparos... El beso correspondido... Todo...
Después de un rato supo que ese no era el camino a casa, pero no dijo nada.
Nada más se limitó a observar en silencio hundida en el asiento hasta que el coche se adentró en una zona residencial y condujo por las calles hasta detenerse frente a una preciosa casa de dos plantas.
Mia la siguió a través del jardín de la entrada y vio como sacaba una llave de un pequeño ladrillo suelto de la pared y con eso pudo abrir.
Al entrar y encender la luz vio que estaba el sofá y una estantería con premios. A su izquierda un pequeño sillón, una cadena de música; una estantería con libros y varios exquisitos tapices... A su derecha una gran mesa delante de una pared de cristal, dos puertas al fondo, una escalera más adelante y otra entrada...
Nyssa se había acercado al lugar de la estantería y cogido el teléfono marcando un número.
- Soy yo - se identificó la mujer - Mia me siguió y lo echó todo a perder... Está conmigo, pero por esta noche no vamos a regresar. Sí. Es un lugar seguro.
Y después colgó para activar la alarma que estaba justo al lado y se volvió para observarla, mientras se recogía el cabello con esa goma que tanto comenzaba a odiar.
- ¿D-dónde estamos? - se atrevió a preguntar después de mucho estando observándose la una a la otra.
- Es mi casa, un lugar más seguro que la que tienes por hogar - respondió con sequedad - ¿Qué se te pasa por la cabeza, Mia?
Mia desvió la mirada al cualquier otra parte.
- Yo sólo quería... verte...
Nyssa se desesperó con ese gesto.
- ¿Por qué estás tan empeñada conmigo?
Mia frunció el ceño en un gesto que pareció dolor.
- Porque yo... te quiero...
Nyssa no pareció sorprenderse.
¿Amor?
Esa chiquilla estaba mal de la cabeza.
- En vez de pensar en esas cosas deberías de comenzar a pensar en el por qué de que nos hayan disparado a boca jarro en la discoteca - sentenció la mujer mientras caminó hacia una de las puertas del fondo y Mia escuchó trastear.
Después de un poco caminó y se asomó viendo que era el cuarto de baño y de que Nyssa se curaba la herida que tenía en el brazo.
- ¿Te duele?
- Es sólo una herida superficial.
- Ah.
Mia se quedó observando como se aplicaba alcohol sin tan siquiera inmutarse.
- ¿Por qué disparaban?
- vaya, por fin te veo preguntar algo con sentido común - ironizó Nyssa - Son gansters... Te quieren muerta. Juntas llamamos demasiado la atención en ese momento y te descubrieron.
- ¿Por qué me quieren muerta? Precisamente a mí...
Nyssa terminó de limpiar su herida y sacó una venda blanca de su bolsita para empezar a desenrollarla por la herida.
- Tu padre es un traficante de drogas, Mia - las irises azules se dilataron nada más escucharlo - Y no uno cualquiera, es uno de los grandes... Si le hacen daño a lo que ama servirá como advertencia para que se retire del mercado... sólo que estos tíos son idiotas y esta vez en vez de hacerte daño simplemente, casi te matan.
- No, casi te matan a ti...
- Por mi cuenta me sé cuidar, pero no soy buena con una carga a las espaldas.
¿Eso era ella?
¿Una carga?
El corazón de Mia se encogió de golpe.
- Mia... ¿cuánto quieres a tu padre?
Esa respuesta la tomó por sorpresa y tras unos segundos que pareció pensarlo Nyssa había salido y dirigido hacia esa gran mesa deslizando la mano por debajo de la madera, sacando una pistola.
- Bueno... claro que sí, es mi padre...
- Eso no suena demasiado convincente, Mia.
- La verdad es que... no mucho...
Nyssa sonrió de forma macabra cargando el arma.
- Bien, porque lo voy a matar.

* * *

Mia se aferraba las rodillas encogida y sentada en el sofá de la sala.
No podía pensar fácilmente desde que Nyssa de aquella forma tan fría le había dicho que acabaría con la vida de su padre... y justo después había anunciado que se iba a dar una ducha y que ella podía usar el cuarto de baño del piso superior.
Pero se había quedado estática sin pedir ninguna explicación y se había sentado en el sofá sin pesar.
Solo escuchaba el lejano ruido del agua caer.
Ya ni siquiera pensaba en el beso o en cosas lujuriosas...
Poco después escuchó el ruido del abrir y cerrar de la puerta y sintió que Nyssa se sentaba en el sillón que estaba en el otro extremo, y notaba su mirada grisácea clavada en ella.
- Y si... te pidiera que no lo mataras... - murmuró por lo bajo.
Aunque Nyssa ni se inmutó y comenzó a secarse el cabello con una toalla blanca.
- ¿Por qué ibas a hacerlo? Tú misma has dicho que no le quieres - abofeteó Nyssa.
- Pero... ¡pero sigue siendo mi padre! - Mia gritó y se encaró con la mujer que seguía siendo distante.
Aunque la vio suspirar y secar un mechón de cabello con fuerza.
- ¿Lo seguirías pidiendo aunque supieras que él mató a tu madre?
Mia se quedó paralizada mirándola seriamente mientras una lágrima rodó por su mejilla de forma solitaria.
- No te atrevas a jugar con ella - indicó con furia - ¡¡No te atrevas ni a nombrarla!!
Mia agarró un jarrón que había en la mesa cercana y se lo tiró a Nyssa, pero ella lo esquivó con tan solo un movimiento y la porcelana se rompió contra la pared. En un veloz acercamiento que Mia no pudo ni distinguir, esa mujer la estaba sujetando de las muñecas con una fuerza que nunca creyó que podía tener una mujer.
- Ya he aguantado demasiadas tonterías por tu parte, y que me ataques de esa manera no va ser perdonado tan a la ligera, niñita - amenazó Nyssa y la soltó de una forma tan brusca que Mia se golpeó con la pared y el brazo del sofá se clavó en sus costillas - Voy a abrirte los ojos al mundo real.
La voz de Nyssa sonaba con crueldad y el interior de Mia sólo quería llorar.
- Soy una asesina contratada por tu madre para matar al que... "quería" matarla. Después de todo ya la mató por mucho que te dijera eso de una enfermedad secreta para no hacerte daño... - soltó de golpe y porrazo Nyssa, provocándole estremecimientos a la chica - Tu padre atravesaba ciertas dificultades gracias a un préstamo que pidió a unos tipos más peligrosos que él... y no lo podía devolver... Tu madre tenía un buen seguro de vida que arreglaría esos problemas... No es de extrañar, tu padre aprecia más su propia vida que la de los que están a su alrededor.
Aunque Nyssa pensaba que quizás con esa niña no era de esa forma, puesto que había contratado a alguien para protegerla...
- Tu madre fue quien me lo contó todo, pero desgraciadamente por tanta seguridad en esa maldita casa y a su alrededor no pude hacer mi trabajo antes de que la mataran a ella.
Mia se sentía cada vez peor... ¿eso era verdad?
- Mi madre ya está muerta... no tienes porqué seguir ese trabajo... - balbuceó ella en un tono bajo.
- Tu madre me pagó por adelantado, mi ética profesional me prohíbe dejar incumplido un trabajo.
Mia se rió nerviosa pasando una mano por su cabello corto y despeinándolo.
- Tu ética profesional... que idiotez - ironizó la mujer y Nyssa comenzó a peinar su cabello con los dedos - La futura asesina de mi padre trabajando para él y protegiendo a su hija... ¿no es demasiado sarcástico?
Nyssa asintió sintiendo la mirada azul de odio penetrante en cada célula de su piel.
- Cuando intenté matarlo, por casualidades del destino otros atacaron el mismo tiempo que yo y acabé salvándole la vida, matando a los otros. No permito que nadie se meta en mi camino.
- ¿Entonces también me vas a matar a mí?
- No lo sé, ¿te vas a meter en mi camino?
Mia... terminó negando. Si eso era cierto, ¿cómo iba a hacerlo? Su inexistente padre había matado a su queridísima madre por culpa de un seguro de vida millonario...
- Bien, porque mi trabajo también es protegerte...
Nyssa se tomaba muy en serio sus contratos por muy idiotas que pudieran parecer... pero siempre seguía la ética de permanecer fiel al trabajo, por muy duro o ridículo que fuera.
Por eso ahora tenía que proteger a Mia y abrirle los ojos era una manera de hacerlo.
Nyssa se levantó y cruzó la puerta del fondo regresando un poco después. Mia vio como le tendía algo en la mano y descubrió en su palma un anillo con un zafiro incrustado que reconoció como el que su madre usaba antaño.
Era verdad... era verdad después de todo...
Incontrolablemente lloró.
No podía dejar de hacerlo aunque quisiera, puesto que eso era algo demasiado difícil de asimilar...
Con un suave tirón de Nyssa se dejó guiar hasta el piso de arriba y cruzando un pequeño pasillo la internó en una habitación y la tumbó en una cómoda cama de matrimonio... donde Nyssa se tumbó a su lado... y la besó.
La besó a pesar de que no dejaba de sollozar y de tener las mejillas bañadas en agua salada...
El suave contacto de la lengua de aquella mujer lamiendo sus labios menguaba las lagrimas y en una vez que las bebió dejó de llorar.
- ¿Por qué?
- Porque si esto ayuda a que duela menos, lo haré - respondió tranquilamente Nyssa y descendió un poco hasta besar la piel de su cuello con suavidad.
- ¿Por qué? - volvió a repetir, cerrando los ojos envuelta por esa sensación agradable.
- Porque mi trabajo es protegerte...

* * *

Mia despertó por la claridad en la habitación sintiéndose extraña al abrir los ojos por no reconocer la habitación en la que se encontraba, pero cuando miró hacia un lado en esa inmensa cama, se topó con e rostro más precioso que jamás hubiese visto.
Nyssa dormía aparentemente tranquila y justo ese fue el primer momento en que no la veía tan distante ni tan fría.
Ojalá pudiera verla dormir siempre... pero no podría ser...
Con cuidado se deslizó por la cama hasta poner los pies en el suelo sin querer despertarla y caminó con los pies descalzos hasta la terraza que había junto a la habitación.
Era un día precioso a pesar de haber recibido tantos golpes en una sola noche...
Heridas abiertas que no serían curadas por los besos que Nyssa le dio, a pesar de que eso la hizo un poquito feliz... No ocurrió nada más que eso... y la verdad no sabía si debía de estar feliz o triste, puesto que lo había hecho por ella, pero solamente porque era su trabajo...
Mia sintió hambre y bajó las escaleras buscando la cocina sintiendo un dolor de cabeza... Ella misma mataría a su padre si pudiera... pero si era verdad que era un gangster... seguramente acabaría ella antes con un tiro entre ceja y ceja.
Mia se sorprendió en medio del salón al cabo de unos segundos notando las mejillas húmedas... y es que lloraba de nuevo. Se cubrió los ojos con las manos y se desahogó...
Su madre... su querida madre... no había muerto por enfermedad sino por un fajo de billetes...
Nyssa se incorporó de pronto escuchando los sollozos y al asomarse al hueco de la escalera vio al fondo a Mia.
Nyssa decidió no irrumpir.
Era su momento... era mejor que terminara por llorar toda la amargura... y se recostó en la pared cruzando los brazos sobre su pecho.
Varios minutos después Mia fue hacia el cuarto de baño y se lavó la cara, notando los ojos hinchados y rojizos... después fue hacia la cocina y buscó en los muebles algo que poder comer.
Con sorpresa se encontró más víveres de los que hubiera esperado encontrar y con eso podría hacer un desayuno más o menos decente: leche, zumo de naranja, tostadas, manteca y cereales...
Mientras se hacían las tostadas y exprimía las naranjas, halló una radio y la enchufó para que la música le distrajera un poco en su tarea.
La verdad es que Nyssa nada más escuchar la radio bajó las escaleras y se apoyó en el marco de la puerta viendo como Mia movía las caderas al ritmo de una rumba.
Nyssa carraspeó al rato haciendo que Mia volteara a verla.
- ¡Ah! - se asustó ella al verla de repente allí observándola - ¡¡Ah!! - y esta vez gritó porque las tostadas habían saltado, asustándola de nuevo.
- Eres demasiado asustadiza - Nyssa caminó para extraer un plato de un armario que había junto a ella y sacó el pan para ponerlo ahí, sin tan siquiera quejarse de si quemaba o no.
- Eso no es verdad - replicó Mia en un puchero, tirando las naranjas a una bolsa - Hice el desayuno...
- Es más que obvio - Nyssa se dedicó a coger los demás comestibles en una bandeja que sacó de otro armario y los llevó hasta la mesa del comedor, sentándose en una de las sillas y miró a través de los grandes ventanales al exterior de la calle, por donde pasaba algún coche casualmente y alguno que otro vecino paseando al perro.
Misa se sentó con el ceño fruncido.
¡¿Qué le pasaba a esa mujer?!
La noche pasada se la comía a besos y ahora parecía que la odiara.
Con fastidio se alcanzó un pan y comenzó a untarle la mantequilla y miró a través del cristal también.
Era un bello lugar, el cual no concordaba en absoluto con la imagen que Nyssa daba.
A ella le pegaba más una casa como la de la familia Adams o la de Cruela De Vil...
- ¿En serio es tu casa?
Nyssa arqueó una ceja y la miró expectante.
- ¿Acaso no va conmigo?
- No demasiado, la verdad...
- Qué sabrá una niña como tú... - contraatacó Nyssa.
- ¿Puedes dejarlo ya?
Nyssa mordió una tostada y la miró como quien mira un objeto sin valor.
- ¿Qué deje qué?
Mia resopló e hizo un gesto con una mano indicando su actitud.
- ¡Eso! - exclamó - Me fastidia mucho que me trates como una niña como algo sin valor, ¿es que no puedes ser un poco más amable o al menos civilizada?
Pero Nyssa no le respondió nada y se limitó a rodear la barbilla con la mano del brazo que tenía apoyado en la mesa durando varios segundos... y después Mia vio algo aun más increíble...
En aquel rostro serio y distante estaba apareciendo una sonrisa... una sonrisa que se agrandaba aun más y que terminó por desembocara en una preciosa risa descontrolada.
Al contrario de enfadarse, su corazón latió fuertemente viendo a una Nyssa que no conocía y que lo único que conseguía era enamorarla aun más si se podía.
Porque estaba enamorada de ella, sí...
El sonido de su risa era una melodía que acariciaba cada sentido y no pudo soportarlo. Mia se levantó como impulsada por un resorte y se subió a la mesa, derramando en ella el zumo de naranja, pisando con la rodilla las tostadas, arrasando todo a su paso con tal de llegar hasta la mujer y poder atrapar esa risa en su boca en el gesto de un beso.
Mia temía que la rechazara, pero no lo hizo. Sintió como Nyssa la empujaba pero con afán de profundizar ese beso todavía más y el corazón de la morena albergó al esperanza de que ella pudiera sentir algo.
Aunque solamente fuera lujuria... al menos sería algo.
Mia bajó de la mesa para sentarse sobre el regazo de la mujer frente a ella con las piernas abiertas y volver a besarla con mucha pasión y sentir su respuesta inmediata. Sentir como ella ponía las manos sobre sus nalgas para acariciarlas y apretarlas por encima de la tela del camisón.
Nyssa fue recogiendo lentamente la prenda hacia arriba hasta que la pudo subir hasta el abdomen. Los glúteos quedaron libres para poder acariciárselos con más fuerza mientras ella la seguía besando como una loca. De un solo tirón logró subir todo el camisón hasta el pecho y separó la boca de la suya para poder sacárselo por completo.
Nyssa cerró los ojos y acercó su boca para lamer sus pechos. Paseaba su lengua por toda la redondez de los pequeños senos y se dirigió a uno en especial para chupar y morder uno de los pezones.
Mia gimió excitándose aun más si se podía y enterró los dedos en ese cabello negro, apretándola contra ella.
Nyssa intentó despojarle de sus finas braguitas pero en aquella posición era demasiado difícil por sus piernas abiertas y sin demasiada pacienta tiró de un lado rasgándolas hasta destrozarlas y quedar en una prenda inservible, consiguiendo su propósito y estrechándola de la cintura contra ella.
En un acto de lucidez entre aquel arrebato Nyssa desvió la mirada hacia la calle a través de los ventanales para descubrir que un viejo vecino miraba con sorpresa y excitación... Nyssa sentó a la muchacha en la mesa y se inclinó un poco hasta dar a un botón y bajar las persianas automáticas que impidieron más la visión de ese íntimo encuentro.
Mia la esperaba de forma expectante... ansiando el seguir con esa locura tan cautivadora y su deseo no se hizo esperar. Nyssa regresó junto a ella y dejó sus senos para besar y morder la piel de su cuello, acariciándole a nuca.
Mia no podía esperar más y le quitó con rapidez el camisón que ella también llevaba puesto.
La una contra la otra, el cuerpo manchado de los alimentos que habían caído por encima de la mesa.
Ambas disfrutando de esa lujuria y recorriendo el cuerpo de la otra hasta experimentar ese placer tan intenso que provoca una unión de ese calibre.
Boca contra boca, entregándose cada parte de su ser.

* * *

- ¿Por qué asesina?
Mia se acurrucó contra esa piel desnuda tan cálida que permanecía junto a ella entre las ropas de la cama.
Nyssa escuchó pero no se molestó en abrir tan siquiera los ojos, a pesar de que Mia la miraba con absoluta adoración.
- No creo que te guste un trabajo así... - prosiguió ella, al no obtener una respuesta.
- ¿Por qué lo crees? - susurró la mujer.
Mia arqueó una ceja.
No podía gustarle un trabajo en el que implicaba matar gente, ¿no?
- Por tu silencio seguro que te lo estás preguntando - adivinó Nyssa, inquietándola un poco - Me gusta mi trabajo, sino no lo ahría, es lógico, ¿no?
- P-pero matas a gente...
- Mi familia está tan sucia como lo puede estar la tuya... Una familia de asesinos... Desde que tengo meses de vida he visto gente morir, así que no tengo problema.
Nyssa adoraba ese instante en que tenía en sus manos la vida de la otra persona, siendo la total jueza de dejarle la vida o condenarlo a muerte... Y en el instante en que podía ver ése líquido rojo era como si el suyo ardiera...
Quizá fuera porque desde pequeña su familia la había entrenado especialmente con ese objetivo, "seguir la tradición"; insensibilizándola al dolor...
Vaya, seguro que también si su familia la viera con una mujer en la cama pondría el grito en el cielo... No continuaría con la estirpe familiar...
Nyssa se rió por ello.
- ¿Y ahora eso te causa gracia?
Nyssa volvió a reír de una forma casi siniestra pero divertida y le acarició el cabello castaño, arropándola mejor.
- Duérmete mejor.
Mia pensó que, además de rara, era una mandona...
... pero aun así se había enamorado de esa mujer.


* * *

- Podríamos quedarnos aquí...
Pero Nyssa respondió negando la cabeza mientras cargaba ese arma con el cargador de las balas.
- Tengo trabajo que hacer - respondió sin más.
- Pero...
- Nada de peros, Mia - advirtió Nyssa con un dedo y se guardó el arma en la espalda sujeto por la cintura de los vaqueros y la cubrió con la camiseta que vestía.
Mia sentía el aire moviendo su cabello mientras se dirigían de nuevo hacia la casa.
- ¿Y qué hacías en aquella discoteca?
Nyssa rió con sarcasmo.
- A buenas horas preguntas...
- Después de todo lo sucedido lo increíble es que llegue a acordarme... - contestó Mia, frunciendo el ceño haciéndola reír -, ¿y bien?
Nyssa suspiró y aumentó la velocidad del jaguar.
- El hombre que liquidé el día que te acataron a la entrada de la escuela llevaba la tarjeta de ese club... Yendo allí quizá hubiera podido averiguar algo sobre quién está detrás de ti.
Mia torció los labios.
- ¿Y para eso tenía que vestirse "así" y provocar tanto? - recalcó Mia cruzando los brazos.
- ¿Celosa acaso? - contrarrestó Nyssa.
- Y si digo que sí, ¿qué?
Nyssa no respondió y fijó la vista en la carretera, con los cincos sentidos alerta al estar entrando en la ciudad de nuevo.
- De esa forma podría haber cazado a alguno perteneciente al grupo... Estaba infestado de ellos... Y lo hubiera conseguido sino hubiera sido por tu intromisión.
Mia decidió callar. En ese aspecto sí se sentía culpable, pero por otro lado estaba feliz porque si no hubiera ido nada de lo que había pasado entre ellas habría sucedido...
Aún así al regresar todo volvió a ser como antes y Mia creyó que había estado prácticamente en un sueño.
Pero era necesario.
Nadie en la casa podía sospechar de lo que ambas habían compartido y Nyssa se lo había dejado muy claro a Mia antes de llegar, aunque Nyssa veía como la joven hacía lo imposible para tener algún roce con ella.
"¿Acaso se cree que soy de piedra o qué?", pensó Nyssa, volviendo justo a su habitación y encerrándose en ella recargando la espalda sobre la madera de la puerta.
Esa Mia le había abierto la puerta del cuarto en toalla a propósito... Qué fácil podría haber sido quitarla y...
Nyssa movió la cabeza y posó dos dedos allí donde se estrechaba la nariz.
Tenía algo más importante entre manos que tener sexo con Mia... y era ese plan que había tramado para tratar de obtener un poco más de información sobre los que querían acabar con la chica.
Sino solucionaba eso no podría concluir con tranquilidad con su trabajo, y eso era algo realmente fastidioso.
Aunque pensando en su plan allí en la cama... era difícil no mirar a la pared de su habitación que la unía con la otra.

* * *

El lujoso coche recorría las calles de la ciudad con tranquilidad. Sven conducía y asintió al recibir una orden de la muchacha que iba detrás y entonces aparcó en un hueco libre.
Mia salió entonces y se despidió del "matón" para comenzar a caminar por las calles y parándose de vez en cuando a mirar algún escaparate de una de las tiendas.
Después de unos minutos caminando a solas, se detuvo frente a un cristal en donde lucían unas bonitas botas blancas... e instante después sintió un cálido aliento en su oreja y algo duro en su espalda.
El cañón de una pistola.
- Qué fácil me lo has puesto...
- ¿En serio? - se asombró Mia.
En contados segundos ella le había propinado un golpe en el estómago, otro en la mano que hizo que soltara el arma y después un rodillazo en toda la cara.
Con eso el hombre cayó al suelo sujetándose la nariz rota que no dejaba de sangrar y miró a la mujer.
¿Cómo podía una simple adolescente...?
Oh, pero... ¡es que no era ella!
La chica se quitó las gafas de sol dejando ver una fría mirada gris y después se agarró el cabello para tirar de él y dejar caer al suelo esa peluca café.
- Desde luego es que no pensé que fuera tan fácil...
La gente en la calle había comenzado a pararse para fisgonear, pero eso no era algo que a Nyssa le importara... después de todo el que llevaba el arma era él...
Nyssa se inclinó hacia él para tomarlo por el borde de la camisa y levantarlo hacia ella.
- Quién te ha mandado matarla - siseó con peligrosidad.
Pero él no respondió e intentó atacarla con una patada... que provocó que Nyssa le clavara en la rodilla el tacón de aguja de su zapato y se manchara los dedos de sangre cuando comenzó a retorcerle la nariz rota.
…l, por supuesto, gritó.
- Señorita, nosotros podemos ocuparnos de él... - había decidido intervenir un hombre con dos amigos a cada lado.
- Cállense - ordenó y le devolvió la mirada a él - No te voy a matar, ¿saber? Pero aun estando rodeada de gente puedo hacer daño, mucho daño, más que la propia muerte, y no me importa que observen...
El hombre comenzó a temblar.
- Ra... Raymond... bajo las órdenes de Raymond...
Nyssa no pudo evitar abrir los ojos para zarandearlo.
- ¿…se Raymond que estoy pensando?
El hombre asintió temeroso.
- ¿Por qué habría de creerte?
Pero no necesitaba la respuesta ya que le había dado la clave de algo que comenzaba a oler muy mal ahí.
Sven se ocupó del idiota ése que se quedaría como un bonito prisionero en alguna parte para que no pudiera volver con los suyos... Aunque si volvía lo matarían ellos por irse de la lengua... Así que con él no habría problema.
Cuando Mia pudo volver a Nyssa ese día, ya casi siendo medianoche, fue cuando bajó a la cocina a por algo de beber y pudo ver en actitud muy íntima a Nyssa y a Sven sentados en la mesa donde se comía.
Irremediablemente le asaltaron los celos.
- ¿Estás seguro? - insistió la asesina.
- Completamente - respondió Sven.
¿Qué era ése halo de complicidad que los envolvía a ambos?
Maldición, ¿seguro que lo que le dijo antes de entrar a la casa era cierto?
¿No sería una burda excusa para tirarse después al apuesto alemán rubio?
Mia decidió carraspear entonces.
- Ya sabíamos que estabas ahí - espetó Nyssa, nada más al escuchar el vano intento de llamar sus atenciones.
Eso molestó más a la morenita.
- Mia, ¿es cierto que tienes la clave de acceso al ordenador de tu padre? - prosiguió sin comentar nada más.
Vaya, ¿y eso?
- Sí... es fácil dar con ella aunque él crea que es un sistema infalible... - murmuró - ¿Por qué?
- La necesito - dijo sin explicar más - ¿Me la das?
¿Cómo le iba a negar algo...?
Mia suspiró y buscó algo en donde poder anotarla para después dársela a ella.
- Ahora vuelve a tu habitación - le ordenó, y ambos se levantaron de donde estaban sentados y tomaron un camino distinto.
Mia hizo una mueca y se volvió irritada hacia su cuarto, ¡pero no porque ella se lo ordenase!
Nyssa sin embargo no se inmutó cuando tomó en su mano el picaporte de la puerta y usó una ganzúa para forzar la cerradura del despacho de su "jefe".
Sven se quedó en el pasillo vigilando por si alguien viniera de improviso, aunque a esas horas la casa estaba muy tranquila y el dueño estaba prácticamente en el otro lado del país con sus negocios.
Por eso Nyssa comenzó a resultarle aburrido su trabajo ya que le estaba siendo demasiado fácil... más que nada porque se consideraba demasiado inteligente.
En la oscuridad del despacho la luz de la pantalla del PC se iluminó y tras cargarse los datos introdujo la contraseña, accediendo al sistema y a los ficheros.
Durante un buen rato estuvo ojeando papeles sin importancia, fichas de personas que no le interesaban los más mínimo... hasta que se dio con un fichero encriptado.
El único entre todos.
- Vaya, vaya, qué interesante...
Gracias a la conexión a internet pudo mandar ese fichero a uno de sus familiares expertos en ese campo... Después se ocuparía de borrar las huellas.
Así que sólo le quedaba esperar, así que se puso cómoda... y en una hora obtuvo el resultado.
- Joder... - masculló Nyssa, nada más ver los documentos.
Entre ellos se encontraba ese seguro de vida de la madre de Mia... junto a una ficha de uno de los grandes capos de la mafia italiana... junto con otro seguro de vida... de Mia...
Eso era mucho dinero.
Mucho más que lo que valía la vida de su madre...
Y entonces lo vio todo claro.
Raymond Lorens aun debía dinero e intentaba matar a su propia hija… echándole la mierda a ese hombre para librarse él.
Eso sí era tener sangre fría, matar a su propia familia por vivir él.
Oh, pero eso no iba a ser tan fácil...
- No mientras esté yo aquí... - susurró ella, apagando la máquina.
Al salir al pasillo le hizo una señal al alemán para que se retirase y ella se fue en dirección contraria... hasta detenerse en una bonita puerta blanca a la que llamó y que se abrió poco después.
No la dejó hablar.
Nyssa atrapó la barbilla de Mia con una mano levantándola hacia ella para poder besarla con fuerza y empujarla hacia adentro, cerrando la puerta tras de sí.

* * *

Lo había estado planeando durante toda la semana.
Justo ése día Raymond volvía de su viaje para estar unos días en la casa y quizá organizarse otro viaje más, mientras se revolvía por dentro viendo que su hija aun seguía viva gracias a las perfectas habilidades que Nyssa poseía, y que él no había advertido del todo...
- ¿Lo matarás? - le preguntó Mia, sabiendo de antemano la respuesta.
- Lo mataré. No lo pienses demasiado Mia, después de todo podrás vengarte de la muerte de tu madre.
Nyssa no le había dicho nada de lo que había descubierto. No quería provocarle aun más daño del innecesario, porque no se enteraría si nadie más le decía.
Solamente lo había hablado con Sven, quien le dio su apoyo total, e incluso se ofreció él mismo a acabar con ese hombre.
Sven desconocía lo que era ella, pero el alemán en verdad le tenía mucho aprecio a Mia... La quería como si fuera una hija para él... Y gracias a él sabía que ninguno de los guardas actuarían porque todos lo odiaban.
Raymond siempre los había tratado muy mal y más de uno habría deseado meterle ese tiro entre ceja y ceja que ella misma le iba a dar.
- Me alegra ver que dejé a mi hija en buenas manos - el hombre se levantó de su gran silla del despacho nada más que Nyssa entró en él.
"Hipócrita", pensó Nyssa.
Y la asesina se dispuso a darle su informe de lo ocurrido.
Raymond asintió complacido y nada más darse la vuelta Nyssa no perdió oportunidad para sacar su arma y apuntar justo a la nuca, rozando la piel.
- ¿Nunca le han enseñado a no dar la espalda? - preguntó Nyssa, con ironía en sus palabras.
- Nyssa, esto no tiene ninguna gracia...
- Dese la vuelta despacio... y con las manos bien altas... - ordenó en un siseo - No me gusta matar a la gente por la espalda.
El hombre lo hizo.
El un intento fallido quiso reducirla pero se encontró con una agilidad que desconocía en ella y con la rodilla en su entrepierna. El dolor le obligó a doblarse y a caer sobre las rodillas.
- ¿Qué se siente estando por debajo? - rió ella, de forma siniestra, apuntándole con el arma - O creyéndose tan listo para ser un pobre idiota... Todo su plan habría funcionado sin duda si no hubiera contratado a su asesina.
Raymond levantó la mirada penetrándola con odio.
- Su mujer me contrató para matarlo antes de que tú la mataras a ella... pero no llegué a tiempo.... Vaya pero mira... Ahora te tengo a tiro.
- Te daré lo que me pidas.
Nyssa arqueó las dejas.
- ¿Qué?
- Lo que sea, pídelo y te lo daré.
Nyssa pareció pensarlo durante unos minutos y Raymond albergó una esperanza.
Después de todo, todos los asesinos eran iguales.
Pero oh, qué delicioso era sentir ese sentimiento ajeno en cada célula de su cuerpo... Nyssa le sonrió macabramente.
- No.
Y disparó.
Un disparo seco y directo a su frente, que hizo que la sangra saltara y manchara parte de su traje y de la moqueta.
Después el cuerpo cayó al suelo.
Ambos trabajos habían terminado.
Mia lo supo en el momento en que oyó el disparo y salió de su habitación en busca de Nyssa.
Pero no la encontró en la casa, en ningún rincón, hasta que miró a través de un cristal y vio a la mujer guardando su arma mientras caminaba hacia la salida.
¿Se iba?
¿Se estaba yendo? ¿Así sin más?
¿Cómo podía ser tan cruel? ¿En verdad era incapaz de sentir nada?
No lo sabía pero... al menos tenía que intentarlo.
Mia corrió llamándola a gritos, unos gritos que hicieron que no se parase en ningún caso, hasta que pudo llegar hasta ella y detenerla aferrándole un brazo.
- No te vayas...
Nyssa se dio la vuelta despacio, hasta que Mia pudo ver en su cara unas manchas rojas, seguramente de sangre de su propio padre.
- ¿En serio eres capaz de convivir con una asesina? - preguntó secamente, tocando con sus dedos las manchas y después lamiendo la sangre - ¿En serio eres capaz de amar a alguien que mata?
Hubo un silencio.
- Soy capaz de amarte, no, ya te amo... - ratificó Mia, palabras que ya antes había dicho.
Pero Nyssa sonrió con sarcasmo y negó.
- Mi trabajo a concluido...
- ¡Entonces te contrato! - dijo de inmediato Mia - Aceptaste un puesto de guardaespaldas, ¿puedes volver a aceptarlo? ¡Esta vez te contrato yo!
Mia sentía como su corazón palpitaba con brusquedad, sintiendo que iba a sufrir un colapso de un momento a otro ante la quietud de la mujer.
Nyssa la miró y le atrapó la barbilla con los dedos y se acercó a ella hasta poder tener los labios bien cerca de los de ella.
- Acepto... - susurró entonces, y Mia derramó lágrimas de alegría mientras pudo saborear una vez más esos labios que amaba.
Sería su guardaespaldas...
Sería su asesina...
... por el resto de la vida...
... por que la amaba...

FIN

Imagen
de Nyssa

Imagen
de Mia

Mia y Nyssa

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