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Lunes por la madrugada por Aphrodita

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Notas del capitulo: Dedicado muy especialmente a Niriel: Más que como regalo de cumpleaños atrasado, quería hacerte este fic para agradecer tu constante presencia. Gracias Ni, por toda tu ayuda, y por estar siempre, aquí, en el foro que ya hace un tiempito creamos ilusionadas con darle un lugar más merecido a Seiya n.n

Espero que este song fic te guste. Besos y sé feliz.

La canción que utilizo, en mi país, es muy vieja. Le pertenece a “Los abuelos de la nada”, una banda bastante conocida en mis pagos. Si bien yo no existía cuando se creó esta canción, la conocí por mis hermanos, todos me llevan una gran diferencia de edad, sobre todo la mayor, y esos trece años de diferencia me permitieron conocer canciones del año del jopo. La letra me agrada bastante y la música me pone nostálgica. Me recuerda a una de las personas que más quiero: Mi hermana n.n Mas que nada cuando ella la escuchaba en la radio tomando mate, depilándose y cantándola a los gritos ¿? Jajajaja!

Les dejo el link del tema, igual, la letra no es muy fiable, es decir... encontré en varios sitios leves cambios en palabras, así mismo, cuando escucho el tema, en la parte que dice “De haber dado lo mejor” toda mi vida y aun hoy pienso que dice “De haberte dado lo mejor” XP

http://www.tolaca.com/artista/abuelos-de-la-nada

Tienen que seleccionar la canción

Una ultima aclaración antes de pasar al fic (Sí, sí... ya me voy y los dejo con la historia) como es una frase muy común en mi país pero quizás en otros no, cuando dice “Pateando en una ciudad” se refiere a “caminando en una ciudad”. Aunque uno suele utilizar la palabra “pateando” simplemente como “caminando”: “Me fui pateando al trabajo”, también puede referirse a caminar mucho “Pateé y pateé” jajajaja! XD ¡Ahora sí, chau!
Despertó a causa de un inoportuno rayo solar, se desperezó sintiendo un peso sobre su pecho y recordó donde estaba... Abrió sus ojos, para observar el tranquilo sueño del mayor quien, ajeno a esa secreta invasión visual, se mantuvo con la boca ligeramente entreabierta, roncando sutilmente.
El morocho intentó salir del lugar sin despertar a su amante, pero no tuvo éxito, no era precisamente delicado, o mejor dicho, sigiloso, para esos tipos de movimientos.

—¿Qué pasa?—Preguntó el peliverde parpadeando aun dormido.
—Ya es de día—Susurró el menor regalándole una sonrisa y logrando finalmente sentarse en la cama.
—¿Qué hora es?—Bostezó largamente.
—Ni idea... —Se sinceró dándole la espalda
—Quédate un rato mas—Pidió en un susurro abrazando la cintura del Pegasus—Aun es temprano—Afirmó sin saberlo en realidad.
—No creo que sea conveniente—Por condescendencia, quizás, tomó entre las suyas, la mano de Andrómeda.

No hacia falta acotar nada más... Y no, no era por temor a que Ikki o cualquier otro los descubriesen así, se corría el rumor, al menos: Era un secreto a voces su fugaz relación. Pero así había sido desde el primer día y aparentemente así seguiría siendo. Una cosa era que todos en la Mansión sospechasen lo que ellos dos hacían, y otra muy distinta era confirmarlo... Lo mejor, había dicho el mismo Seiya tiempo atrás, era mantener todo como estaba para evitar malos tragos y momentos... Shun estuvo de acuerdo.
Estuvo, pero ahora no estaba tan seguro, sin embargo no encontraba ni el momento ni las palabras adecuadas para conversarlo.
El Pegasus se puso de pie, dejando toda su desnudez latente, y buscó con tranquilidad su ropa desperdigada en la habitación de su amigo. Andrómeda lo observó con serenidad sin atinar a pronunciar palabra alguna o gesto, sin embargo se preguntó que le diría o haría el castaño si él propusiese algo mas... Serio.
Creía conocer a Seiya, y él no estaba, en ese momento, para relaciones serias... Conocía sus andanzas muy bien, pues era el mismo Pegasus quien se las relataba a un atento Andrómeda que se mostraba falsamente como un buen confidente y amigo, puesto que el joven peliverde jamas, nunca, había mostrado un atisbo de celo o de posesión con su amigo.


Lunes por la madrugada,
Yo cierro los ojos y veo tu cara
Que sonríe cómplice de amor


Seiya salió del cuarto de Shun preguntándole antes de desaparecer del todo si bajaba a desayunar, Andrómeda solo asintió y estuvo a punto de frenarlo para contarle algo que no había podido hacerlo antes, tal vez por temor. Sin embargo ¿A qué podía temerle? Seguramente que el Pegasus se asombraría e entristecería exactamente igual que Shiryu o Hyoga, o inclusive Tatsumi, con dicha novedad.
Con notable pereza se puso de pie y antes de salir de su cuarto se dio una ducha. Cuando bajó a la sala todos se encontraban reunidos, allí su hermano ya había contado la decisión de partir muy pronto, en cuanto vio al peliverde, con algo de alegría, acotó:

—Y esta vez Shun vendrá conmigo ¿Verdad?—Ikki le dio un sorbo a su café.
—Así es... —Se aclaró la voz y se sentó en compañía de sus amigos sin poder posar la vista en ninguno de ellos, en especial, en Seiya.
—¿Cuándo se van?—Sorpresivamente, fue el mismo Pegasus quien lo preguntó.

Recién en ese instante Shun elevó su mirada y notó el semblante relativamente feliz del castaño, y para completar esa tragicómica escena acotó:

—Que bueno, ojalá les vaya bien.

Andrómeda tomó aire y su rostro serio agravó mas sus facciones: “Que bueno, ojalá les vaya bien”. Iluso si creyó que su castaño amigo seria capaz de demostrarle algún tipo de emoción distinta.
Sin embargo Seiya era así... Aunque se estuviese muriendo por dentro, jamas haría algo que lastimase a otras personas. Jamas diría algo que interfiriese en la vida de Shun; si este había elegido partir con su hermano rumbo a Tokio era quizás porque su felicidad estaba allí.
Eso no quiso decir que realmente estaba feliz por él. ¿Hipocresía? Tal vez, pero prefirió serlo antes que arruinarle un sueño a Shun con promesas vacuas de un amor eterno y duradero entre dos hombres, los cuales viven en un mundo repleto de odio, resentimiento y discriminación hacia los de su tipo.
Que se fuese, que conociese a una linda chica, que se enamorase y que se casase con ella para luego tener hijos; él procuraría hacer lo mismo, pero no lo ataría a su lado por un egoísmo o capricho... Prefería ser hipócrita y falso.

—¿Cuándo parten, tienen todo listo?—Investigó Shiryu entre dichoso y entristecido.

La Mansión no sería lo mismo sin las discusiones entre Ikki e Hyoga, entre Ikki y Seiya, entre Ikki y el mismo Dragón, entre Ikki y... No. Sin dudas no sería lo mismo. Ni comentar la falta que le haría la dulce presencia de Shun, siempre atento. Con Seiya podía reírse, con Hyoga podía hablar seriamente, con Ikki podía discutir... Pero con Shun siempre hallaba un amigo comprometido, leal, servidor y sincero.

—El catorce... —Respondió el Phoenix poniéndose de pie con su taza para llevarla a la cocina—Ya tengo las llaves de la nueva casa y todo arreglado en el trabajo.
—Tu allá podrás estudiar Bellas artes—Dijo el Cisne dirigiéndose a Andrómeda.

Este asintió sin lograr que la voz le surgiese y se contentó en jugar con su cereal. Intentó disimular, pero nunca podía cuando se trataban de sus sentimientos, sobre todo cuando estos surgían con semejante ímpetu desde lo mas profundo de su ser.

—¿No estas contento?—Averiguó Seiya sin dejar de sonreír, agregando con algo de euforia: —Allí en la ciudad lo tienes todo a tu alcance: Diversión, trabajo, estudio.

Shun elevó sus cejas asintiendo nuevamente reiteradas veces, era cierto... Allí tendría todo lo que siempre deseó, o casi todo, ya que el amor era algo que aun no había conquistado y ese había sido durante toda su vida, su mayor anhelo.
Los días transcurrieron sin mayores contratiempos hasta el día previo a la partida de los hermanos. Los demás Santos decidieron organizar una cena especial aunque no se atrevieron a bautizarla como de “despedida” ya que para ellos no lo era. Tantas veces habían estado separados por motivos mucho mas irremediables y nefastos que no se amargarían por estar a varias horas de distancia, teniendo además medios de comunicación prácticamente instantáneos como el teléfono o Internet. Y en tal caso de una urgente necesidad, el pasaje se podía costear.
Esa noche, mientras Shun armaba un inventario sobre las cosas que había dentro de cada caja en su cuarto, Seiya pasó a despedirlo. Golpeó la puerta entreabierta por cortesía e ingresó parloteando sobre diversos temas hasta que previsiblemente la conversación derivó y se centró en la partida.

—Estaremos lejos—Dijo Andrómeda disimulando un poco la pena.
—Sí—Reconoció el Pegasus sentado en la cama donde tantas veces había estado, desnudo, con el dueño de esa habitación—Te extrañaré—Se sinceró.

Pero no hubo sentimientos en esa frase, o al menos el peliverde no sintió que fue dicho con verdadero sentir.
De ahora en mas, sus caminos se dividían y cada uno debería buscar lo que había hallado en el otro. La necesidad de sentir el calor humano, de recibir un abrazo o escuchar palabras que eleven una autoestima derrumbada. Habían sido compañeros de batalla y de cama, no más. Habían sido amigos, antes que amantes.
Sin nada mas por decir, el castaño se puso de pie con el fin de irse del cuarto de Shun, pero este lo frenó, había aun muchas cosas por decir, al menos de su parte.

—Gracias Sei.—Andrómeda sonrió con sinceridad—Cuando más necesité de alguien, tu estuviste ahí para mí.
—Eres mi amigo—Seiya dijo lo primero que le vino a la mente, pues la sorpresa de oír aquellas palabras no le permitieron pensar correctamente una respuesta sincera.—Haría eso y mucho más.
—No encuentro... No sé como expresarme—Se angustió Andrómeda—Pero para mí tú eres una persona muy especial ¿Entiendes?—El otro asintió, sintiendo exactamente lo mismo en su interior—Y no me refiero al sexo, que es bastante bueno—Reconoció el joven—Si no a la compañía que me has brindado, el apoyo y tus consejos desde lo que pasó con Hyoga—Iba a acotar algo más pero su amigo lo interrumpió algo ofendido.
—¡Hey! ¿Bastante bueno? ¿Solo bastante?

El peliverde echó a reír, no fue su intención herir su ego masculino, y entre risas se olvidó que había tomado la decisión de decirle o al menos intentar explicarle al otro lo difícil que le resultaba alejarse de su lado.
Cuando Seiya se fue, Shun se sintió algo estúpido, infantil y exagerado. No lo amaba, o eso intentaba repetirse una y otra vez. No era amor, nunca lo había sido y no cambiaría, pues el Pegasus no era “esa” persona especial que él estaba buscando. Tan solo, a veces, se preguntaba que pasaría si él hubiese apostado todo por una relación seria con el castaño... Sin dudas, conociéndose, se hubiese enamorado perdidamente, pero ¿Y Seiya? Seguro que no, no porque Andrómeda no tuviese las cualidades necesarias para enamorar a una persona, simplemente que el Pegasus aun no estaba listo para afrontar responsabilidades de ese tipo, él estaba bien como estaba, no necesitaba complicarse la existencia más de lo complicada que había sido en un pasado.
Miles de miedos y tabúes, excusas, algunas valederas: ¿Y si no funcionaba?, En ese caso ¿Cómo se suponía que seguirían adelante? La amistad entre los cinco no sería la misma si ellos cometiesen un error.
A decir verdad al mayor siempre le aterró resultar herido, pues Shun conocía perfectamente sus propias debilidades, y jamás el Pegasus le había dado seguridad al respecto. Y esa inseguridad era su mayor obstáculo.
Esa noche se acostó sin poder conciliar el sueño, cuando apenas comenzaba a sentirse adormecido, el sol y el llamado de su hermano mayor lo despertó del todo... Ya era hora de partir a Tokio.
Al menos él, había intentado ser sincero con Seiya, al menos le había dado las gracias, porque bien o mal, el Pegasus a su manera, estuvo a su lado haciendo un poco más llevaderos sus malos días. Por su parte, se pudo ir tranquilo, aunque algo dolido ya que le hubiese gustado que el castaño le diese pie para decirle otras cosas que por pusilánime e inseguro callaba.
No quería sufrir de nuevo, ya lo había hecho con Hyoga, el cual sin saberlo había lastimado al peliverde. No se había sentido preparado en su momento para afrontar una relación, cuando apareció Seiya en su vida como un amante; pero ya había pasado el tiempo, había crecido y madurado, y en su interior anhelaba enamorarse perdidamente de alguien que le correspondiese... De alguien, a esas alturas no le importaba el rostro; pero cada vez que pensaba en ese alguien, era el rostro de Seiya quien se presentaba nítidamente en su mente.
Los hermanos desayunaron en compañía de los demás, se despidieron por un largo rato y en el auto de Ikki, con todo listo, finalmente partieron, tenían unas cuantas horas de viaje por delante, demasiado tiempo para pensar.


Días en la carretera
Yo siento aquí dentro la emoción
De haber dejado lo mejor


Ikki notó el semblante opaco en su hermano, pero supuso que era evidente, y aunque sabía disimularlo, para él tampoco resultaba fácil alejarse de todos y de todo lo que conocía de pequeño para emprender un nuevo camino con un rumbo totalmente incierto. Les podía ir muy bien, como muy mal. No lo sabrían nunca, si no lo intentaban.
Pararon varias veces para comer y estirar las piernas, cambiaron lugares dos veces mientras conducían, y a medida que el tiempo pasaba y se iban acercando a la ciudad, esta los deslumbraba cada vez mas con sus altos rascacielos, algunos portadores de llamativos y luminosos carteles de neón.
Quedaron estupefactos ante semejante monstruo de ciudad, pero estaban tan cansados que solo pensaban en llegar al nuevo departamento, descansar y dejar el paseo para el otro día. Shun no lo podía creer. Si tan solo un año atrás alguien le hubiese dicho que él terminaría viviendo en Tokio, se hubiese reído por semejante idea. Pero allí estaba, tan o más asombrado que su hermano, por la nueva posibilidad que se les brindaba ante sus estupefactos ojos.
Llegaron por fin al edificio donde vivirían, si todo salía bien, por un buen tiempo. El lugar era perfecto, a estrenar, con blancas paredes y ventanales enormes que daban a un balcón cuya vista al vacío daba vértigo. Piso veinte, las personas se veían como pequeños puntos negros y las luces de los autos decoraban a esa ciudad siempre despierta.
¿Cómo dormirían con tanto ruido? Se preguntaron ambos... Pero en ese momento, era lo que menos les importaba.
Shun espió su cuarto semi vacío, al menos hasta que llegase el camión de la mudanza con todas sus cosas. Era un cuarto relativamente pequeño, pero suficiente para él, tenía lugar para una cama, un escritorio y su PC. El ropero, amoblado a la pared, era inmenso y aunque la vista de su ventana no le agradaba tanto como la que le había tocado en suerte a Ikki, todo le pareció perfecto... tan perfecto que toda esa tristeza y dudas se habían borrado de repente.
Comió con su hermano, se dio una ducha y se acostó a dormir sobre el tatami, lo único que por el momento tenía allí además de su bolso repleto de ropa y cajas pequeñas con lo más elemental.

Mientras tanto en la Mansión un castaño se encontraba desparramado en el sillón de la sala viendo un estúpido programa de televisión y jugando con una pelotita de plástico que lanzaba al aire para volver a tomarla con la palma abierta.
Si tan solo Shun estuviese allí... No estaría tan aburrido. Seguramente se encontrarían los dos encerrados en un cuarto revolcándose acaloradamente en una cama. Ante esta idea, antes, hubiese sonreído morbosamente, pero en el presente Seiya no pudo mas que suspirar profundamente.
¡Maldición! Extrañaba a Shun, ¡Horrores!. Y tan solo iba un día de su partida ¿Qué le quedaba por delante?
Los días transcurrieron, y el Pegasus encontró en que perder su tiempo, pero nada tenia sentido sin Andrómeda... le faltaba alguien que se riese de sus chistes, que aplaudiese sus ocurrencias y que le siguiese la corriente.
“Lo extrañas” Le había dicho Shiryu una noche que lo descubrió viendo fotos en su PC de los cinco, en la ultimas vacaciones que habían tenido. Se habían quedado unos cuantos segundos observando una en particular en donde el peliverde posaba para la foto junto a él.
Fue ese día que lo aceptó... Que aceptó que extrañaba a Shun al borde del sadismo pero ¿Qué podía hacer para remediarlo? Tenia que esperar a su propio cumpleaños o a Navidad para volver a verlo.
“Llámalo” Le dijo un día Hyoga como consejo, y eso hizo, lo llamó una tarde y habló largamente con él. Le preguntó con fingido desinterés si ya había conocido a alguien, y que alegría desconocida hasta ese momento sintió en su pecho cuando Andrómeda respondió que “Aun no”. La conversación al final derivó, como supusieron los dos que ocurriría, en sexo. La abstinencia amenazaba con matarlos, y ambos se rieron de sus desgracias y ambos confesaron que se extrañaban mutuamente.


Yo no sé si es en vano este amor
Aquí no hay luces de escena
Y algo en mí no se serena...


Finalmente, un día, luego de una larga y distendida charla con el Dragón, Seiya llegó a una conclusión que, aunque suene extraño, le provocó una paz mental y espiritual que tanta falta le había hecho en ese mes: Extrañaba a Shun y no podía vivir sin él.
O sí, vivir podía, ya que aun respiraba, comía y caminaba, pero todo había carecido de sentido desde que el peliverde no estaba allí con él. Una apatía hacia todo tipo de actividad o interés lo había embargado, sumido en una cotidiana rutina que solo lograba ponerlo de un mal humor que rayaba y fácilmente competía con el de Ikki en sus peores días. …l se había mentalizado que era la falta de sexo lo que lo ponía así, pero tuvo que reconocer que era la falta de Shun lo que en verdad lo dejaba patas para arriba.
¿Y porque no ir a buscarlo? Si tanta necesidad tenía de verlo. Sí: era una locura, un impulso, pero Seiya era así, “Primero actúo luego existo”
¿Qué le diría? Cuando lo tuviese frente a él “Hola Shun, vine corriendo porque me moría de ganas de verte” No estuvo muy seguro de que decir o hacer en esa situación, ya lo vería llegado el momento, por lo pronto había tomado una decisión y eso, cuando le pasaba al Pegasus, era irreversible.
Le tomó solo unos segundos pensar con claridad para saber bien como hacer para llegar a Tokio. Un pasaje de avión era algo caro aunque Saori pudiese pagarlo, por lo que optó por un viaje en bus aunque este tardase una eternidad y media.
Apareció en el despacho de Saori estampando la puerta, intempestivo como solo podía serlo el castaño y avisó de su partida a una asustada Athena.

—¡Me voy a Tokyo! Solo necesito que me des dinero para un pasaje en bus ¡Por favor!—Suplicó con sus manos entrelazadas—Te prometo que te lo devuelvo en cuanto pueda.
—¡Que susto Seiya!... —La dama se llevó una mano a su pecho en donde su corazón latía furioso—Por tu entrada pensé que algún Dios con sed de venganza había reencarnado—Buscó en su cajón una chequera y firmándola, quitó el cheque y se lo extendió a su Guerrero con una sonrisa.
—No Saori... Es mucho dinero.
—No importa.
—Sabes que no te lo devolveré—Se sinceró el joven.
—Lo sé, pero no importa. Prefiero darte ese dinero para que estés unos días allí, arregles tus cosas con Shun y te quites ese humor de perros del cual nos creímos librados cuando Ikki se fue.
—Gracias.

Seiya depositó un fugaz beso en la mejilla de su Diosa y saliendo como había ingresado, cual maremoto, subió los escalones hasta llegar a su cuarto y tomar algunas cosas útiles para ponerlas en una mochila. En menos de lo que cuece un huevo, el Pegasus se encontraba saludando a todos prometiendo llamarlos para avisar que había llegado a destino y que todo estaba bien.
Ninguno atinó a desearle buena suerte, o a comentar algo sobre Shun, mas que nada por respeto al castaño quien, aparentemente, había sido el ultimo en enterarse que quería a Andrómeda como nunca antes había querido a otro ser humano.
Se fue a la mañana y llegó de noche a destino, con cansancio y hambre, pero era lo que menos le importaba en ese momento, lo importante antes que nada era no perderse en ese mar de gente.
Personas iban de aquí para allá, hablando rápido, caminando rápido, llevándose a todos por delante sin detenerse a pedir disculpas y sin que nadie se quejase, como si todos estuviesen acostumbrados a ese tipo de atropello. Llegó a informes e hizo la larga cola sólo para preguntar como hacía para llegar a la Manzana 8, calle 16, casa 4, departamento 20. Pero la joven no supo o no quiso decirle, y antes de que él pudiese hacer otra pregunta la muchacha gritó a viva voz “¡El siguiente!” y el joven Santo de Athena terminó siendo arrastrado por una ola de gente.
No quedaban mas opciones que llamar un taxi, lastima que no era fácil conseguir uno. Para colmo los hermanos antes de irse habían aclarado que quedaba a pocas cuadras de la terminal de bus. Sin saber bien que hacer, tomó su teléfono y llamó a Shun.


Yo ya no comprendo nada,
Tantas caras dibujadas
Como manchas en una pared


Mientras tanto en Tokyo un peliverde se encontraba saliendo del instituto en donde iba a estudiar idiomas, era de noche y el clima estaba agradable, mañana no tendría trabajo y creyó que lo mejor era ir a caminar un rato solo.
Solo... Estaba cansado de estar siempre solo, pero contradictoriamente tampoco quería compañía. Una persona agradable como él, siempre atrae a otros seres. Shun era muy simpático y sociable, o al menos así lo conocían sus mas cercanos. Sin embargo Tokyo había despertado en él una faceta que desconocía, una faceta antisocial y quejosa.
Le gustaba la vida en Tokyo, sin embargo la gente no terminaba por convencerlo. Es que tampoco les daba lugar. Poco y nada hablaba con sus compañeros de trabajo y clase, buscaba huir de toda salida y contacto social.
Se sentía bien allí, en compañía de su hermano, pero los jóvenes de su edad solo pensaban en salir y divertirse. No es que él pretendiese hablar de filosofía con ellos pero cuando intentaba indagar sobre otras cosas se llevaba la agradable sorpresa de que no pensaba mas que en el baile y el karaoke. A él también le gustaba divertirse, ¡Se divertida de lo grande con Seiya en la Mansión! Solo que había otras cosas aparte de la música electrónica y de la moda actual que le llamaban la atención.
Era mucho pedirle a un joven, el cual había pasado su infancia y parte de la adolescencia combatiendo por su Diosa y el mundo, viendo sangre y destrucción a su lado, que no se preocupase por el bienestar del planeta y que en cambio se vistiese a la moda o escuchase la música que escuchaban sus compañeros. ¡Un comino le importaba todo eso!
Se contentaría con trabajar y estudiar a sol y sombra, y a salir adelante junto a su hermano. Pero más pasaban los días y mas se arrepentía de estar allí... Mas extrañaba la Mansión y mas extrañaba a Seiya.
Se sentó en un banco, preguntándose que estaría haciendo el Pegasus en ese momento sin sospechar que se encontraba arribando en la terminal de Tokyo. Suspiró, observó el agua en la fuente y buscó su celular para ver la hora. Había olvidado que lo tenía apagado, solía hacerlo cuando iba a estudiar para no interrumpir la clase y cuando lo encendió recibió un mensaje tras otro. Una llamada perdida de Ikki y cinco de Seiya. Arqueó sus cejas sorprendido ¿Le había pasado algo que insistió tanto? Se preocupó, pero no tenía crédito suficiente ni siquiera para mandar un mísero mensaje.


Noches de melancolía
Pateando en una ciudad vacía
En mi oscuridad te busco a vos


Seiya suspiró en parte aliviado cuando no pudo comunicarse con Shun, pues no supo que excusa darle para explicar su repentina decisión de ir allí. Ser sincero, ¿no?, Eso era lo mejor.
Harto de dar vueltas optó por la ultima opción que había considerado: Ikki Kido. Lo llamó al celular y éste sí le atendió.

—Hola Ikki... No sé como decirlo... Yo... —Tragó saliva—Estoy en Tokyo, mas perdido que Hyoga en el desierto del Sahara ¿Cómo hago para llegar a tu casa?.

Del otro lado, el Phoenix sonrió divertido y acotó con algo de emoción.

—Era hora pony... Te tardaste.
—¿Eh?—El Pegasus se desconcertó y por eso su amigo aclaró.
—Pensé que ibas a venir a ver a Shun mucho antes... Y te soy sincero, si en esta semana no venias, ya te hacia la cruz.—Apagó la hornalla y comenzó a preparar el te—Dime donde estas.
—Mmmm... —El castaño elevó su cabeza buscando entre tantos carteles uno que le indicase algún punto de referencia—Aquí tengo, frente a mis ojos, una fuente con dos ángeles poco pudorosos.
—¿Algo mas?, Hay muchas fuentes de ángeles desnudos.
—Aquí hay una empresa que dice “Power Denki”
—Allí trabajo.—Se sonrió el Phoenix—Te fuiste para el otro lado burro idiota. Da la vuelta por donde viniste y sigue derecho, te encontrarás con una estación de servicio y ahí doblas a tu izquierda, luego...

Pero Seiya se perdió, en su mente esta vez. Demasiadas explicaciones ¡Y demasiada gente en la calle! Ikki se frotó la sien, y acotando entre dientes le sugirió que se quedase allí que intentaría comunicarse con Shun para que fuese en su búsqueda ya que por la hora supuso había salido del instituto.
Al escuchar ese nombre, el menor palideció... Se moría de ganas de ver a Shun, pero a su vez la simple idea de volver a estar frente a su esmeraldina mirada le aterraba.
Cortaron la comunicación, pero Ikki no se pudo comunicar con Andrómeda, este tenía el teléfono apagado, por lo que le mandó un mensaje en el que simplemente le decía “Seiya está en la puerta de mi trabajo, pasa a buscarlo, el idiota se perdió” y se quedó tranquilo. El no iría en busca del castaño, que lo hiciese su hermano y que hablasen sus cosas.
Y cuando ese mensaje llegó y Shun lo leyó, rió incrédulo ¿Seiya en Tokyo? Elevó su vista, se puso de pie y se dio cuenta de que estaba dándole la espalda a la puerta de la empresa, entonces ¿Seiya estaba allí? ¿A escasos metros de él?.


Quizás hoy sí te pueda encontrar
Más allá de toda pena,
Siento que la vida es buena


Cuando volteó para ir hacia Power Denki se encontró con el castaño que estático se había quedado mirándolo a lo lejos cuando lo descubrió sentado en la fuente.
Fue un instante en el cual los dos tardaron en reaccionar, fue Shun el primero, quien caminó hasta el encuentro de su amigo y solo pronunció:

—Seiya... que sorpresa, no imaginaba encontrarte en Tokyo así ¿Sucedió algo?
—Te extraño—Dijo el menor sintiendo que con profesar esas simples palabras se quitaba un enorme peso de encima—Y te extraño horrores.
—Jajaja... Yo también—Andrómeda bajó la vista al suelo algo confundido pero luego la levantó para acotar: —¿Recién llegaste?
—Ajá...
—Vamos a casa, así comes algo y descansas—El peliverde intentó caminar pero la mano de Seiya tomando su brazo lo frenó.
—Espera... No he hecho todos estos kilómetros para decirte solo que te extraño.—Lo miró fijo a los ojos y con profunda dulzura confesó: —Te necesito.
—Yo también Sei... Este mes y medio ha sido una tortura, a este paso no duro un año en Tokyo.—Shun no supo si reír o llorar por la veracidad de sus propias palabras, le dio pavor admitirlo.
—Ven conmigo, vuelve a la Mansión—Lo atrajo hasta su cuerpo para estrecharlo entre sus brazos—Ya no me aguanto mas a mi mismo... No es lo mismo sin ti.
—Sei... No puedo.—Susurró con suma pena.

Cuanto le hubiese gustado escuchar eso surgir de la boca de ese chico el día en que decidió partir. Sin embargo Seiya había elegido, sin dudas, el peor momento para hacerlo. Andrómeda guardó silencio unos segundos, el Pegasus lo soltó inmediatamente cuando escuchó su respuesta y dolido bajó su vista al suelo gris de la acera.
Tanto viaje, tanto lío, tanto trastorno, para que el peliverde le diese una patada en el trasero. ¡De haberlo sabido de antemano se hubiese quedado en la Mansión a ver la cuarta temporada de Friends!

—Lo siento Shun, soy un idiota—Se rascó el cuello e intentando sonreír acotó —Ya sabes como soy, actúo sin pensar.

Shun al verlo tan derrotado al invencible Pegasus se acercó a él y tomó entre sus manos su rostro, para depositar un cálido beso en sus labios. Había deseado tanto eso, que Seiya lo tomó por la cintura y hundió su lengua para saciar esa sed interior que venía acarreando desde la Mansión.
Muchas veces, antes, se habían besado, de mil formas distintas... Sin embargo en ese momento el beso tuvo otro sabor, uno muy distinto... Y una sensación que nunca antes habían experimentado dominó sus corazones.
Tal vez porque era la primera vez que se besaban conscientes de lo mucho que amaba uno al otro.

—No puedo regresar a la Mansión así como así—Dijo Andrómeda al terminar aquel beso—No puedo dejarlo a mi hermano solo, después de que me pagó el instituto y alquiló un departamento con dos habitaciones.
—Lo sé...
—Quizás todo eso te parezca una tontería, algo material... pero mi hermano tiene muchas ilusiones con Tokyo, quiere que nos vaya bien... No puedo ir y decirle como si nada que me voy.—Suspiró entristecido ¡Había deseado un momento así y ahora debía rechazarlo!—Además de que estoy estudiando, también estoy trabajando, ya me anoté para bellas artes, y...
—¡Ya! Entendí—Seiya rió apenas al verlo al mayor dando tantas excusas y hablando sin parar como si se tratase de él mismo.

Lo tomó entre sus brazos y lo abrazó con fuerzas, apoyando su mejilla en el hombro del peliverde, quedándose en silencio, disfrutando del momento: lo tenía allí, con él... Podía morir que sin lugar a dudas lo haría feliz.

—¡Ya se!—Explotó el castaño elevando velozmente su cabeza.
—¿Qué?
—Puedo quedarme yo.—Dijo pletórico de felicidad.
—Estas loco—Shun negó con su cabeza al borde de la carcajada—Otra vez estas actuando sin pensar.
—Y nunca me va mal cuando hago las cosas así—Se jactó Seiya—Mira como me han salido las cosas por pensar tanto.
—¿Cómo te han salido?—Shun frunció su frente extrañado.
—Mal... Muy mal... Te dejé ir solo porque pensaba en que aquí tendrías un montón de oportunidades que allá no. Y eso me pasa por pensar.
—Pensaste en mi, en mi bienestar pero no en el tuyo.
—Por eso—Asintió el Pegasus satisfecho con su decisión—Si no te molesta que te siga haciendo la vida a cuadritos aquí en Tokyo, como te la hacia en la Mansión, me quedo.
—Pero ¿Qué harás aquí? Piensa un poco Sei...
—Trabajaré, estudiaré... primero trabajaré para pagarme un lugar donde vivir; mientras tanto, si papá pollo no se opone, puedo... —En ese instante titubeó, su magnifico plan no era tan magnifico, tenia fisuras. La sonrisa en sus labios se esfumó de repente—Si a Ikki no le molesta puedo quedarme con ustedes... ¡Provisoriamente!—Aclaró con efusividad.
—¿Estas seguro?—Investigó el peliverde luego de unos segundos de reflexión
—No... No lo estoy, es mas, estoy aterrado con la simple idea—Rompió a reír ante tanta verdad—Pero si no lo hago, sino lo intento—Haló con energía señalando la estación con su dedo índice—Y si me tomo un avión o un bus y vuelvo a Tokyo, me arrepentiré el resto de vida.
—Oh... Sei...
—Quiero estar contigo... —Lo tomó de los brazos a Shun y lo sacudió apenas, como si eso lo hiciese entrar en razón, como si lo ayudase a comprender el sentimiento que lo había dominado en ese instante—No quiero que conozcas a otros chicos, quiero que estés conmigo. No me lo perdonaré nunca si te dejo ir de mi vida así.

Shun, con semejantes palabras, no pudo mas que abrazar a su chico y llorar en silencio sobre su pecho. Pequeñas lagrimas de felicidad.
Seiya acarició sus largos bucles en consuelo aunque no había nada que consolar, disfrutando del estrecho contacto.
Le iría bien, le iría mal... Si no lo intentaba jamas lo sabría y en tal caso podía volver a la Mansión. Las puertas nunca estaban cerradas; y si lo están, siempre queda una ventana abierta.
Encerrados en su burbuja personal no se habían percatado de que estaban en medio de un lugar publico rodeado de gente, pero nadie parecía prestarles la mas mínima atención, la gente parecía tan ocupada en sus cosas que simplemente eran ignorados.


Yo sé que no es en vano este amor
Más allá de toda pena
Siento que la vida es buena... hoy.


Al final volvieron juntos caminando por las calles de Tokyo como un par de enamorados, dialogando sobre futuros proyectos, hasta llegar al departamento. Allí encontraron a Ikki dormido en el sillón quien al despertarse y encontrarse a solas con su hermano en la cocina mientras Seiya se daba un baño, no se sorprendió con la petición de que este se quedara con ellos provisoriamente hasta que encontrase un empleo y un lugar donde vivir.
Por supuesto que aceptó y las cosas cambiaron rotundamente para Shun. La gente ya no le parecía desagradable, con el tiempo había hecho de amigos tanto en el trabajo como en el instituto y tenia su agenda casi siempre ocupada con diversas actividades de las cuales el cincuenta por ciento incluían al Pegasus.
El castaño encontró un buen empleo gracias al Phoenix en la compañía donde este trabajaba, y alquiló un departamento relativamente cerca al cual se llevó al peliverde, charla mediante con el hermano mayor. El peliazul, nuevamente, no se opuso, ¿Por qué hacerlo? Si su pequeño hermano nunca había estado tan feliz. Bendito sea el burro alado por ser la dicha de su otouto, entonces.
Y los tres, en las fechas más importantes, en los fines de semana largos, y en cuanto podían se escapaban a la Mansión para visitar a sus otros dos hermanos y a su Diosa.
Las cosas en Tokyo les había ido de maravilla, especialmente a Seiya y Shun, por que cada uno había hallado su lugar en la tierra junto a la persona que amaba.


FIN
Notas finales: Como muchos dirían: Un final norteamericano xD
Espero Niriel que te haya gustado, soy pésima para los songfic, pero hete aquí mi intento.
Nos estamos viendo, gracias por leer.

Besos.

20 de noviembre de 2008
Merlo, Buenos Aires, Argentina

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