Despertó debido a que los rayos del sol que se colaban por su ventana le daban de lleno en los ojos. Se los talló un poco y al girarse para ver a su pareja, se encontró solo. Intentó incorporarse mientras buscaba una razón suficientemente creíble para que Sasuke se hubiera levantado temprano. No era su costumbre.
Y de pronto, casi como si lo hubieran golpeado recordó que día era. Diecinueve de enero. Su cumpleaños.
No era que le emocionara esa fecha. A decir verdad no provocaba en él ninguna clase de sensación, ya que no consideraba que una situación tan fortuita como su fecha de nacimiento, o su nacimiento en sí, fuera causa de celebración. Se desperezó y se levantó de la cama, decidido a ir en busca de su pareja antes de que se le ocurriera alguna idea brillante que lo llevara a destrucción del inmueble o a daños a terceros.
Recordaba con desagrado sus cumpleaños pasados, en los cuales Sasuke en el afán de darle una sorpresa había incendiado la mitad de la cocina y los bomberos habían tenido que venir, todo por creer que los pasteles podían hornearse a máxima capacidad para que estuvieran listos más pronto; y el cumpleaños del año pasado, en el cual había organizado una cena a la luz de las velas y al momento de destapar la champaña el tapón había colapsado en la cabeza de una señora de edad avanzada que celebraba su jubilación. No comprendía por qué, pero cada intento de celebración que tenía el moreno se veía convertido en un fracaso total que, en el peor de los casos, ponía en peligro vidas inocentes.
Bajó a la cocina procurando no hacer ruido. Quería ver qué era lo que planeaba Sasuke en esa ocasión. La encontró vacía, cosa que le extrañó pero no decepcionó. Liberó un suspiro y caminó escaleras arriba para darse una ducha. A fin de cuentas, parecía que ese año estaría a salvo de celebraciones.
Se metió a bañar con la duda de dónde se encontraría su pareja. Sasuke no era de los que salían a hacer ejercicio todas las mañanas o de los que vivían en el gimnasio casi desde que abrían. Seguramente habría salido para sacar al perro a pasear o a comprar algo de último momento. Decidió no darle mucha importancia a eso.
Salió del baño envuelto en una toalla, que casi se le resbala al ver a su novio sentado en la cama con un ramo de flores y el desayuno. Intentó controlarse y parecer medianamente civilizado. Incluso sonrió, mientras que para sus adentros pensaba en todo lo que deseaba meterle las flores por la boca y hacer que las masticara. ¿A qué cabeza medianamente pensante se le ocurría darle flores? Era inconcebible. Sin embargo respiró profundamente y haciendo acopio de paciencia y tolerancia se repitió a sí mismo la típica frase de “la intención es lo que cuenta”.
-¡Feliz cumpleaños Gaara!- el azabache no se veía particularmente efusivo, e incluso sonaba un poco formal. Se acercó y lo besó antes de entregarle las flores junto con un sobre y abrazarlo con fuerza.
-Gra…gracias Sasuke- dijo incómodo e intentando liberarse lo más educadamente posible de su agarre. Se quedó mirando al sobre intrigado. ¿Qué era eso? Sin poder reprimir su curiosidad, pero sin hacer alarde de ella tampoco lo abrió. Dos pases para la función de teatro a la que había querido asistir desde que la vio anunciada en la cartelera. Sonrió débilmente a su pareja antes de besarlo de nuevo. No era propenso a esas demostraciones tan efusivas de afecto, pero la ocasión lo ameritaba. Se acercó al desayuno y comenzó a comerlo acompañado del hombre de su vida, sin más ceremonias. Estaba decidido a o hacer grades alharacas por su cumpleaños… por mucho que Sasuke se esforzara en lo contrario.
Salió de la casa a toda prisa. Le extrañaba un poco, pero no por eso se sentía decepcionado, que el teléfono no hubiera comenzado a sonar insistentemente. Pensó que sus amigos, e incluso familiares, lo habrían pasado por alto, tal y como él se había esforzado porque sucediera. Realmente el único que lo tenía presente era su novio… Suspiró mientras se apresuraba para tomar el colectivo. Había decidido no conducir hasta la universidad por el tráfico que había.
Al llegar vio a lo lejos a Naruto platicando con un grupo de chicos que no alcanzó a distinguir. Quiso acercarse para saludarlo, pero una mano lo tomó por el hombro, impidiéndoselo. Volteó rápidamente.
-Hola Gaara…- saludó un castaño- Te diría feliz cumpleaños pero eres demasiado problemático y podrías golpearme...
-Ahh- el pelirrojo sentía cómo su respiración se normalizaba después de ver a su interlocutor –Shikamaru ¿Cómo estás?
-Bien gracias… hace diecinueve años naciste, ¿sería correcto darte un abrazo?- preguntó mientras lo guiaba lejos de Naruto y los demás rumbo al salón de clases.
-Si lo haces, te corto un brazo y el otro te lo rompo en tres partes- dijo el de ojos aguamarina con una mirada que indicaba que no estaba bromeando. No hubo más comentarios por parte del castaño de coleta, que se sentó a su lado y comenzó a charlar con él acerca de los pesados proyectos parciales que se avecinaban.
Todo parecía en calma, lo cual le provocaba un aire de intranquilidad a Gaara. Podría sonar paranoico de su parte, pero tenía la impresión de que algo estaban planeando todos a su alrededor. No era costumbre de su rubio amigo dejar pasar fechas importantes como un cumpleaños, Navidad, el día del Árbol o cualquier otra celebración nimia e irrelevante. Se imaginó a su amigo trayendo al aula una botarga de Barney o un payaso mientras cantaba “feliz cumpleaños a ti” en quince idiomas diferentes. Sacudió la cabeza, intentando alejar los pensamientos tan enfermos que tenía.
Eso no ocurrió. El chico de apariencia zorruna simplemente llegó y se acomodó junto a él, saludándole como cualquier mañana y no hizo comentario alguno por la fecha. El pelirrojo simplemente sacó sus plumas y cuaderno para prestar atención a la clase. Estaba contento por pasar desapercibido en esa fecha.
-Naruto…hey Naruto- le susurraba Shikamaru, sentado del otro lado- Hoy es cumpleaños de Gaara…
-¿En serio?- preguntó no muy animado- Felicidades Gaara. Lo siento por no recordarlo pero he estado como poseso por los exámenes.- se excusó mientras se rascaba la parte trasera de la cabeza y sonreía inocente.
-Vaya, no hay problema. Yo tampoco lo tenía muy presente hasta que Sasuke me lo informó.
-Eso debe ser problemático…pobre Uchiha, tener que acordarse hasta de cumpleaños ajenos…
-¿Qué te regaló?- preguntó Naruto más inmerso en la conversación. El profesor estaba hablando de las diferentes aplicaciones de la filosofía para la psicología según “alguien” y o estaba dispuesto a escuchar nada de lo que dijera.
-Boletos para una obra de teatro. – contestó clavando la vista en el cuaderno. Estaba emocionado, pero no deseaba que lo notaran sus amigos- Había querido verla desde que la colocaron en cartelera, pero no teníamos tiempo para asistir…
-Bueno, pues que lo disfruten.- dijo sonriendo y apuntando las cosas del pizarrón. Gaara estaba seguro de que lo haría…
No hubo más comentarios al respecto.
Salió de la escuela rápidamente y se dirigió a la facultad de su novio, que lo esperaba impaciente para irse. Mientras veía a ese azabache de apariencia imponente se maravillaba a sí mismo de saberse con él desde los catorce años. Había sido su primer novio y era, hasta ese momento, la persona con la que deseaba compartir su vida por siempre. Llevaban viviendo juntos desde los dieciséis, cuando Gaara se había marchado de su casa y Sasuke había comenzado sus estudios universitarios. Llevaban casi cinco años juntos…
-Hola- dijo llegando frente a Sasuke. Se metió al auto y lo besó castamente. Nunca había sido partidario de esas muestras excesivas de cariño frente a otros que no fueran sus amigos. Sabía que había muchas personas que encontraban la homosexualidad extraña. Sintió sus labios unirse con los de su moreno, que lo abrazó fuertemente.
-Felicidades de nuevo mi amor…
-No tienes que felicitarme siempre- se quejó un poco incómodo. – Es sólo un cumpleaños. Un día como cualquier otro.
-Claro que no…- contestó su novio divertido y meloso- hoy se cumplen diecinueve años de la existencia del ser que llena mi vida. ¿En qué cabeza enferma podría no felicitarte mil veces?- ante esas palabras el pelirrojo se quedó callado y sintió un leve sonrojo.
Se dirigieron a comer antes de ir al teatro. No tenía idea de a dónde lo llevaría el Uchiha, pero confiaba en que fuera un lugar tranquilo. Sintió las manos de su pareja cubriéndole los ojos.
-¿Qué haces?
-Es una sorpresa. No la arruines- dijo guiándolo por la calle. Se sentía extraño. No le gustaba que le taparan los ojos… -Ábrelos- dijo después de unos minutos.
Sintió que la respiración se le cortaba… era el mismo lugar donde le había pedido que vivieran juntos. Ese sitio donde parecía que todo era cubierto por una mágica atmósfera de romance y perfección. Era un sitio de comida italiana, pequeño y tranquilo pero que para él simbolizaba todas las cosas bellas que había vivido con su novio. Lo miró a los ojos y no pudo reprimir un casto beso en la mejilla.
-Gracias… es hermoso…
-Bueno. No mereces menos- contestó el moreno con media sonrisa, antes de sentarse frente a él y disfrutar de una suculenta comida llena de felicidad, por mucho que el pelirrojo se molestara en no demostrarlo.
La función fue espectacular, y ya era de noche cuando volvían a casa. Esa idea de celebrar de manera discreta, y sin lastimar a gente inocente, le parecía perfecta. Quería que la noche durara por siempre y en ese momento, ideas poco castas pasaban por la mente de Gaara. Estaban por cruzar el umbral de la puerta cuando intentó formular su pregunta.
-Oye amor… ¿qué te parece si subimos y te empiezo a consentir un rato?- preguntó en voz baja y lujuriosa antes de buscar el interruptor a tientas- Sería una buena manera de terminar con mi cumplea…
-¡¡¡FELICIDADES!!!- escuchó tan pronto prendió la luz. Se sobresaltó antes de ver a su pareja con un pequeño reproche. Miró agradecido a sus invitados, entre los que figuraban Itachi, Shikamaru, Naruto, sus hermanos, Neji y Hinata y más compañeros suyos. Todos lo abrazaron antes de permitirle hablar. Sentía un nudo en la garganta. A decir verdad, esa sorpresa había resultado bastante grata para él.
-No pensaste que se me olvidaría el cumpleaños de mi mejor amigo ¿verdad?- preguntó el rubio con una sonrisa de oreja a oreja.- En la mañana estaba acordando con todos a qué hora debían llegar.- Entonces Gaara recordó que Shikamaru lo había llevado a otro lado en vez de acercarse al de ojos azules. Naruto lo abrazó fuertemente. El pelirrojo sintió como las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
-Gracias…
Salió un momento al jardín. Quería despejarse un poco de todo el barullo de la fiesta, que todavía parecía cantar “feliz cumpleaños” cada vez que pasaba. Escuchó pasos detrás de él.
-Tú lo planeaste todo ¿Me equivoco?- si siquiera tenía que voltear para saber de quién se trataba.
-Sí- contestó con voz grave Sasuke, al tiempo que lo tomaba por la cintura.- Quería que fuera un cumpleaños inolvidable… todavía no comprendo bien por qué no te agrada celebrar este día, pero quería que lo disfrutaras.
-Lo lograste- dijo volteándose un poco, justo para quedar frente a frente. Se acercó un poco al azabache y añadió en tono un poco juguetón- ¿Sabes por qué mi cumpleaños no es mejor que los demás días?
-Siempre he querido saberlo…
-Porque- se acercó a su oído- esto es confidencial, pero tú logras que cada día sea el más especial del mundo. No me interesa celebrar mi cumpleaños porque te tengo a ti a mi lado…
-Y eso será para siempre- aseguró el moreno, estrechándolo contra su pecho y besándolo. Gaara se aferró a él. Quería quedarse así para siempre. Siguieron besándose unos momentos, hasta que recordaron que adentro había una fiesta en su honor. Tenían que regresar. Se sonrieron discretamente y volvieron sus pasos. Después tendrían tiempo para ellos.