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Las idas y vueltas del amor por Varda

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Capítulo 5: La promesa

Shaka realmente se dio cuenta de lo que hacía cuando ya habían pasado segundos desde que iniciara el beso. Le sorprendió mucho que Ikki le respondiera, dado que inconscientemente se estaba jugando a un feo rechazo ya que el tenía entendido que el Fénix era de Hyoga. Los brazos del Fénix lo envolvieron logrando sentir el calor que emanaba del caballero, cualquier duda que tenia se borró en ese instante, rindiéndose a la pasión y a un nuevo sentimiento.
Shaka deseaba que ese beso durara eternamente y así poder estar entre los brazos del Fénix por siempre. Nunca había sentido nada igual, ni siquiera estando con Mu, una sensación de protección y ternura lo envolvía. Lentamente se separaron y se miraron a los ojos. Shaka se sonrojó al igual que Ikki, y estuvieron momentos sin hablar, como si buscaran con las miradas la respuesta a ese acto.
- Yo... - comenzó a decir Shaka sin saber realmente como empezar -
De pronto sintió como su lengua se trababa ante la mirada penetrante del Fénix, ahora era él el que sentía que los ojos de Ikki lo escudriñaban, como si sondeara su alma. Ni el mismo comprendía del todo lo que le pasaba, desviando la mirada se apartó de Ikki.
- Shaka - lo llamó Ikki agarrándolo para que no se vaya -, yo... no te vayas - suplicaba con la mirada -
- Yo no quise... - sonrojándose aun más - No quiero que tengas problemas con Hyoga - soltándose del Fénix -
Ikki estaba dubitativo, en el fondo era lo que más deseaba, ¿Pero por qué? ¿Acaso sentía algo por ese rubio angelical? Había tantas cosas en su corazón y todas ellas llegaron de golpe. "Tener problemas con Hyoga" - pensaba Ikki mientras veía como Shaka entraba a la mansión -. Vio sus cabellos moverse suavemente a la brisa matutina y los dorados rayos del sol reflejarse en los rubios cabellos del caballero de Virgo. No podía dejarlo irse, no podía verlo con esa sonrisa triste.
- Espera - tomándolo de la muñeca para evitar que se vaya -, entre Hyoga y yo... - buscando las palabras correctas - El y yo sólo somos amantes, no hay amor entre nosotros.
"Amantes..." - resonó en la mente de Shaka -, "Y cual es la diferencia - pensó - ¿Por qué me meto en estos líos?". Shaka volteó para encontrarse una vez más con la clara mirada del Fénix, caballero al cual jamás pensó en besar.
- Y tu... - dijo Ikki nervioso - ¿Tu no estas con Saga? - esperando sacarse la duda de una vez -
Shaka se sorprendió, ¿Los habrá visto?, "Si supiera los líos de mi vida..." - se decía Shaka resignado -
- No realmente, lo que viste anoche no fue más que una tontería... - moviendo la cabeza en señal de negación -, lo cual me recuerda que no debo tomar tanto alcohol.
Ikki sentía como su corazón se agitaba, nunca había sentido tal cosas desde... Le dolía recordarlo, probablemente por eso trataba de no sentir ese tipo de cosas. Pero como dicen los que saben el amor siempre llega de improviso, cuando uno menos se lo espera.
Shaka se arrepintió de haber hablado, ahora Ikki pensaría cualquier cosa de él y no quería que así fuera. Se moría de ganas de dejar de hablar y de besarlo nuevamente pero en ese preciso instante estaba petrificado de los nervios.
Ikki lo observaba detenidamente, le pareció como si la mirada del rubio de Virgo tuviera un dejo de tristeza, ¿Por qué? Se acercó de a poco, deseaba probar sus labios una vez más... A Shaka le sintió que los ojos azul noche de Ikki lo hipnotizaban, cada vez se acercaba más. Lamentablemente ese hechizo se rompió cuando alguien entró a la terraza.
- ¡Vaya! Con que aquí estaban - exclamó Dohko quien entraba como si nada a la terraza - Y nosotros que lo buscábamos por todos lados.
Shaka e Ikki tomaron algo de distancia para evitar confusiones al tiempo que el caballero de Libra les contaba que acababan de llegar y que los habían estado buscando en la disco hasta que se dieron cuenta de que el auto de Ikki no estaba en el estacionamiento. En eso llega Milo a quien le resulta extraño que Shaka e Ikki se hubiesen ido por su cuenta. Shaka se retira de la terraza diciéndose a Ikki un tímido "adiós", dejándolo solo allí con el corazón agitado.

Recién a las cinco de la tarde todos pusieron despertarse, había algunos zombies dando vueltas desde el mediodía, entre ellos Shion, Shiryu, Saga y Aioros. El resto dormía profundamente en las habitaciones. El efecto post mucho alcohol afectó a Afrodita peor que la bebida misma, se levantó con un dolor de cabeza diez veces peor que el de anoche y sin mencionar la terrible sed que sentía. Además el hecho de haber dormido mal le provocó una ojeras espantosas. Sin embargo todo eso no era nada, absolutamente nada en comparación a lo que le había sucedido anoche. Esperaba no cruzarse a DeathMask por algunos años o tal ves siglos, iba a sentir mucha pena si se lo encontraba.
El "almuerzo" se pospuso para la tarde, para la hora en la que la gente normal tomaba su merienda. Afrodita sale de su habitación más dormido que despierto cuando ve aparecer a DeathMask por el pasillo.
- Ehhh... Hola... - trataba de saludar DeathMask con un nerviosismo raro - ¿Co-cómo te sientes? - intentado ser amable -
- Yo... Estoy bien, gracias - se apresuró a decir el caballero de Piscis mientras se sonrojaba -
Un incómodo silencio surgió.
- Ehh... yo.. iba al comedor - comentó DeathMask mientras trataba de evitar ver hacia Afrodita y sentirse peor - ¿Tu?
- Yo... yo también. ¿Vamos? - tratando de seguir la conversación - Sino, se acabarán toda la comida - con una sonrisa nerviosa -
Aioros no pudo dormir, le fue imposible. Miles de cosas comenzaron a rondar por su mente, o no, mejor dicho, era una sola y esa cosa era tan grande que ocupaba toda su cabeza. Se preguntó si Afrodita había logrado acercarse a DeathMask, "El al menos quiere intentarlo" - pensó el caballero de Sagitario -. "Y yo... Diablos, que cobarde soy". Le dolía ser su amigo, le dolía estar cerca de él y no poder abrazarlo, le dolía verlo con otro. ¿Y Shura? Lo quería, nada más, pero sólo como amigo. Y eso le era terrible, se había resignado a dejar las cosas como están. Quizá con el tiempo lograra olvidarse de esa "tontería", que injusta que era su vida. Después de tomar algo de la heladera al mediodía, pues intentó dormir esa mañana y no pudo, se fue a caminar un poco por la ciudad y así poder despejar su mente. Llegó a la tarde a la mansión, "ya estarán todos despiertos" - pensó -; tendría suerte, justo estaban por "almorzar".
- Bien, será mejor que me anime o sino Shura empezará a preguntar - decía en voz baja Aioros antes de entrar a la gran casa -
Al entrar al comedor Aioros vio un gran lío y no pudo evitar sonreír al ver a sus amigos despeinados y muy dormidos. Sólo Dohko estaba en condiciones ya que la noche anterior no lo había afectado en lo más mínimo. Vio a Saori regañando a Seiya quien de torpe derramó sus cereales con leche encima suyo. "Parece un niño" - pensó el caballero de Sagitario -. Hasta el mismísimo Shion se había quedado dormido. Pero dejó de sonreír cuando vio hacia donde Shura y DeathMask estaban, quienes al parecer se divertía con algo.
- ¡Ven Aioros, vamos a almorzar! - lo llamaba Shura - ¡Hey! ¿Dónde te habías ido amigo? - tan alegre como siempre -
- Ah... sólo salí a caminar... por ahí - tratando de parecer alegre -
- ¡Hermano! - lo llamó Aioria - Oye hermano, ¿Estás bien? - en voz baja -
- Claro Aioria, sólo un poco cansado. Eso es todo - esperando que Aioria no le haga más preguntas -
Sin embargo Aioria no era ningún tonto, conocía bien a su hermano mayor y sabía que en el fondo había algo que lo preocupaba. El siempre veía una luz especial en el semblante de Aioros, pero desde hacia un tiempo que esa luz de su rostro de había apagado.
- Aioros, ¿Puedo hablar contigo después? - preguntándole a su hermano - Si no tienes problema, claro.
Aioros aceptó, y ya se imaginaba como Aioria comenzaría a indagar sobre su vida. No le molestaba eso, al contrario, agradecía que su hermano estuviera cerca de él. El problema era que el no planeaba decirle nada, "Este problema es mío y de nadie más" - pensaba Aioros cabizbajo en la mesa -. A lo sumo le diría a Aioria que estaba bien y que no le pasaba nada, ni más ni menos que una gran mentira. ¿Pero a quien le importaba realmente su situación? Ya estaba acostumbrado a estar triste sin que lo demás sepan, pues se las ingeniaba bien para eso. ¿Qué más daba? Si total todos lo creían contento. Maldijo una y mil veces el momento en que se enamoró de Shura, no dejaba de preguntarse por qué fue. "¿No podría haber sido de otra persona?" - de preguntaba constantemente -. "De seguro fue su luz y su alegría..." - se decía -. Ahora sólo tenia que aparentar un poco, con eso sería suficiente.
La mayoría ya estaba sentado, algunos dormitaban en la silla y otros trataban como sea de mantenerse despiertos. Seiya había vuelto a dormirse en la silla, esta vez tiró los cubiertos sin darse cuenta. Saori le lanzó una mirada asesina al caballero de Pegaso y luego le tiró el agua de su vaso. Seiya se despierta sobresaltado y sin entender mientras todos comienzan a matarse de la risa. Ikki estaba sentado al lado de su hermano en la otra punta de la mesa, cabizbajo y pensativo. Siente que Hyoga toma la silla que estaba vacía a su lado.
- ¿Te encuentras bien? - preguntaba Hyoga mientras bostezaba - Te noto más serio que de costumbre.
Mientras Hyoga hablaba tan sólo pensaba en una cosa: en los labios de Shaka. Se moría por tener al caballero de Virgo entre sus brazos nuevamente. Eso sólo significaba una cosa: se había enamorado. El paso siguiente sería hablar con Hyoga, pues recordaba su promesa.
El caballero del Cisne hablaba animadamente con los caballeros que estaban más cerca. Ikki se limitaba a escuchar y a observar la mesa. De pronto sintió como si el tiempo se congelara: Shaka entró al comedor. Las miradas de ambos se cruzaron, Shaka se veía triste y más al ver que Hyoga estaba al lado del Fénix. Luego fue el turno de Ikki de sentirse mal, vio como Shaka se sentaba en la única silla vacía, al lado de Saga.
Tenía que hablar con el rubio de Virgo, pero antes debía enfrentar a Hyoga, tenía que decirle lo que sentía por Shaka. Estaba confundido, jamás pensó en enamorarse de alguien, fue todo tan rápido y extraño. ¿Cuándo fue que se enamoró así de del caballero de Virgo? Solo recordaba que cada vez que lo veía con alguien le daba un ataque de... ¿Celos?, si debía ser eso. Sería muy tonto que se engañara a sí mismo. No podía encontrar el momento exacto, muchas imágenes comenzaron a aparecer en su mente. Se acordó cuando se cruzó con el rubio cuando llegó a la mansión, "Sus ojos... me hechizaron..." - pensó Ikki -. Luego recordó como se encuentra con él en el centro comercial, disfrutó mucho aquella tarde. Y por último ese beso... Nunca jamás nadie lo había besado de esa manera, con tanta dulzura... jamás había sentido algo parecido. "Si, debo ya mismo hablar con Hyoga, tal como lo prometí".

- Puedo hablar contigo Hyoga - preguntó Ikki mirándolo a los ojos -
Había llevado a Hyoga al parque, allí nadie los molestaría. Hyoga quiso saber que pasaba pero al ver la mirada de Ikki se dio cuenta de que era algo importante.
- Dime, te veo preocupado - esperando que Ikki comenzara -
- ¿Recuerdas la promesa que hicimos? - alzando la vista al cielo - Prometimos que si uno se enamorar de otra persona lo diría, ¿Verdad? - ahora mirando al caballero del Cisne -
Hyoga estaba atento a las palabras de Ikki, "¿Acaso el se había enamorado de alguien? " - pensó Hyoga -. Hyoga asintió.
- Pues me he enamorado de alguien Hyoga - dirigiendo su mirada azul hacia el rubio -
Ikki no sabía como iba a tomar las cosas el caballero de bronce, esperó ansioso su reacción.
- Entonces me alegro por ti Ikki - sonriendo -, ¿Puedo saber quién es el afortunado?
Ikki no pudo evitar sonrojarse ante la pregunta. Estaba aliviado, Hyoga lo tomó bien después de todo.
- Es... - poniéndose rojo - Shaka...
Hyoga no lo podía creer, sin darse cuenta Ikki le dejó el camino libre. Si la situación hubiera sido al revés seria él quien enfrentara al Fénix diciéndole que amaba a Shun. Con esto pudo ahorrarse los problemas.
- Prométeme que serás feliz Ikki - sorprendiendo al Fénix con un abrazo -
Shun vio desde la ventana de su habitación a su hermano y a Hyoga en el parque abrazándose. Tristemente corrió las cortinas pues la imagen lo lastimaba. Intentaba olvidarse de Hyoga mas le era imposible, lo amaba demasiado pero estaba con Ikki y eso para él era sagrado. Jamás se atrevería a meterse en la relación de su hermano al que quiere tanto, de todas maneras Ikki nunca supo nada sobre sus sentimientos hacia Hyoga y jamás los sabría.

La mente de Shaka era una gran panacea de pensamientos y emociones contradictorias, decidió regresar a su habitación luego de la comida. Saga estuvo tratando de llamar su atención pero no estaba de humor para nadie, tantas cosas le pasaron y todo demasiado rápido. Quizá meditando podía llegar a despejar las dudas de su mente y su corazón. No podía creer que casi fue ayer cuando rompe con Mu, "Todo fue tan veloz..." - se decía para sí el caballero de Virgo -. Quería descubrir lo que sentía por Ikki, ¿Se había enamorado acaso? "Probablemente sea eso..." - pensó Shaka -. Ikki tenía algo que lo atraía, ¿Qué era? Su presencia irradiaba un extraño misterio, como si fuera un hechizo. Sus labios y su calor, se sintió tan bien cuando Ikki lo abrazó, como si en esos brazos pudiera encontrar la protección que su alma anhelaba. Sin embargo lo vio salir con Hyoga, en ese momento recordó que ambos eran amantes. Eso fue lo que Ikki le dijo, y aunque le aclaró que entre ellos no había amor de todas maneras estaba unido a otra persona.

Mu trataba de no pensar en Shaka, aun creía amarlo. Durante toda la semana permaneció lo más alejado posible del rubio, aprovechó para pasar momentos agradables con sus amigos de siempre y así evitar estar triste. La compañía de ellos le hacía más llevadera su vida, eso sí, cuando se hacía de noche su lecho parecía terriblemente frío si no estaba con Shaka. Era normal después de una separación sentirse así, "Me ilusioné demasiado, creí que todo iba a ser eterno" - pensaba Mu -. No debió hacerse tantos castillos en el aire, ese fue su error. Aun así no podía odiar a Shaka pues éste le fue sincero. "De seguro el estará tratando de rehacer su vida" - se decía el caballero de Aries -, "Esta bien, supongo. No puedo culparlo si lo hace" - pensaba -. Buscaba refugio en su mejor amigo, Aldebaran. El siempre le decía que tenia que tomar la vida desde otro punto de vista, uno mucho más alegre. Aldebaran siempre fue un optimista sin remedio pero Mu no, pues el se tomaba demasiado en serio las cosas que le ocurrían. Pensando en esas cosas una silenciosa lágrima surcó su rostro en la oscuridad de su habitación y de su alma.

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