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Alguien en quien confiar por Cloud

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Notas del capitulo:

Bueno... Es el primer fic que hago sin una idea elaborada y cerrada... ya veremos cómo evoluciona...

 

Ya había pasado un día más. Mario estaba cansado de su rutina, tenía 28 años recién cumplidos y sentía como la vida se le escapaba sin disfrutarla. Atrás había quedado el alocado joven que vivía de fiesta en fiesta, desde que había heredado las empresas de su padre hacía ya 7 años no había vuelto a cometer ninguna de las locuras que fueron parte de su día a día en el pasado. No las añoraba, antes de que su padre le impusiera sentar la cabeza él ya hacía tiempo que se había dado cuenta de que aquel ritmo de vida no le convenía ni le satisfacía. Aunque lo que también tenía claro era que la vida que llevaba ahora tampoco lo recompensaba.

Tenía un hermano pequeño, el cual era tan o más alocado que él a su edad. Algunas de las empresas que dirigía pertenecían a su hermano, pero éste le pidió que se encargase de ellas ya que estaba claro para todos que si las dirigía él en muy poco tiempo estaría en la ruina. Su hermano no era una mala persona, tan sólo era un chico que había vivido siempre en una especie de burbuja en la cual o bien sus padres o bien su hermano mayor lo sacaban de cualquier lío en que se metiese (y no eran pocos...).

Mario estaba llegando a su apartamento metido en sus pensamientos, quería cambiar algo de su vida pero no sabía lo que. Pensó que lo que le faltaba era una pareja, que quizás así se sentiría mejor, por lo cual se buscó una novia. Salió con ella por unos meses, era una chica muy guapa y elegante y además era muy lista, lo cual hacía muy fácil estar con ella. Pero se dio cuenta de que lo que le faltaba no debía ser eso, ya que igualmente notaba ese vacío que le hacia sentirse incompleto.

Iba ensimismado en sus pensamientos hasta que pudo observar un coche deportivo negro que estaba aparcado enfrente suyo, enseguida lo reconoció cómo el de su hermano. Perfecto, seguro que ya se había metido en algún lío y estaba esperándolo en su casa (tenía una copia de las llaves) para pedirle ayuda.

Efectivamente, tan pronto hubo abierto la puerta de su casa notó como un bulto se le lanzaba encima.

- ¡Álvaro bájate ya que pesas! – Dijo Marcos apoyándose en la pared, no era para menos, su hermano, aunque sólo tuviese 18 años, ya tenía el cuerpo de un hombre.

-¿Cómo está mi hermano preferido? – Le respondió alegremente el chico ignorando las quejas de su hermano.

- Bien, hasta que vi tu coche en la puerta... ¿Qué has hecho ahora?

- ¿Yo? ¿Qué te hace creer que he hecho algo? – Le preguntó el menor poniendo cara de inocente.

-Venga ya... Sólo me vienes a visitar cuando estás metido en algún lío. ¿Me equivoco?

-Bueno... Puede ser.

Mario se encaminó hacia la sala de estar, sabía que aquello iba a durar un rato y se encontraba cansado.

- Espera...

Pero fue tarde, lo primero que vio al entrar en la sala fue a un chico bastante joven durmiendo en su sofá, se quedó mirando al chico y luego se volteó mirando inquisitivamente a su hermano.

- Mejor vamos a tu habitación.

- Está bien, pero espero que tengas una buena justificación. – Le dijo seriamente Marcos.

Una de las manías que tenía Marcos era que no toleraba extraños en su casa, a parte de sus familiares más cercanos eran pocos los que habían pisado su apartamento.

Al llegar a la habitación ambos hermanos se sentaron en la cama.

- Bueno... – Dijo Álvaro poniéndose serio – Tengo que pedirte un gran favor...

- Dime... – Mario estaba asombrado... en muy contadas ocasiones había visto a su hermano poniéndose serio.

Cuándo el menor se disponía a hablar, sonó su móvil. Álvaro leyó el mensaje que le habían enviado con una expresión aún más seria de la que tenía.

- Tengo que irme, escucha... necesito que cuides de Cris, es el chico del sofá... Tranquilo que no te va a traer ningún problema, es de confianza... Sólo déjale dormir en la habitación de invitados y que ande por casa, no va a salir. Se que suena raro... pero no lo presiones... dudo que te hable mucho y lo más seguro es que te evite. Aunque si por una de aquellas se te abre te pido que le escuches y le des seguridad.

- Es...espera... ¿Pretendes que me haga cargo de ése niño? – Mario no cabía en si del asombro. - ¿Cuántos años tiene?

- Te lo pido como un gran favor... Sabes que si no fuera necesario no te lo pediría. Y tranquilo que tiene mi edad. Volveré en cuánto pueda, por favor cuídalo bien.

Y dicho esto se fue cómo alma que lleva al diablo sin dejarle a Mario la oportunidad de quejarse o preguntar algo más. Mario se quedó pensativo en la cama, no se podía creer que ahora tuviese que hacer de niñera de un chiquillo del cual no sabía nada. Aunque confiaba en su hermano y sabía que aquel chico no debía ser mala persona, no le gustaba para nada la situación y estaba muy preocupado por su hermano. La próxima vez que lo viera no se le iba a escapar y le haría explicarle todo lo que estaba ocurriendo.

Se sentó en el sillón de la sala mientras observaba atentamente al chico que dormía en su sofá. Le costaba creer que tuviera 18 años, pues parecía más joven... Estaba muy delgado y aunque estaba claro que estaba dormido, su expresión no era en absoluto relajada. Su cabello castaño le cubría levemente el rostro, tenía una nariz pequeña y respingona y unos labios delgados y rosados que, al igual que las cejas, estaban levemente fruncidos. Marcos se preguntó de que color debía tener los ojos aquel niño.

Cris, por su parte, se sentía extraño, estaba muy cansado y su cuerpo le pedía a gritos que se relajase, pero su cuerpo estaba en una especie de estado de alerta que no le permitía descansar del todo, abrió un momento los ojos y lo que vio lo dejó sorprendido. Enfrente había un hombre muy parecido a Álvaro que lo estaba mirando intensamente. Pegó un brinco del sofá en el que se encontraba y se fue detrás de él, como si el hecho de que el mueble estuviera entre los dos le proporcionara seguridad. Se quedó observando al hombre que no había abierto la boca. Era un hombre bastante más grande que él, vestido con traje, su cabello rubio y corto estaba elegantemente engominado y su cara de ojos verdes y labios carnosos, de alguna forma desentonaba en aquella apariencia.

- Hola, me llamo Mario y soy el hermano de Álvaro. Según me ha dicho te vas a quedar unos días en mi casa, no es que esté encantado con tu presencia aquí pero el jeta de mi hermano se ha largado antes de que pudiera negarme. Según tengo entendido no vas a salir de casa, mientras no me molestes no me importa lo que hagas, es muy probable que no venga algunos días a dormir y tampoco acostumbro a pasar mucho tiempo aquí. Todos los lunes y miércoles viene alguien limpiar la casa, tienen llave, a parte de ellos no creo que venga nadie más, mi familia también tiene llave así que no se te ocurra abrir la puerta a nadie. – Mario se quedó satisfecho con su monólogo, pensó si se había dejado algo que objetar.- Ven, que te enseñare tu habitación. – Cris lo siguió por el pasillo.- Hace tiempo que no se queda nadie, por lo que tendremos que acomodarla.

Mario le señalo las diferentes puertas del pasillo enumerando las habitaciones que había detrás de ellas. Cris sólo asentía a lo que el otro le iba diciendo. El apartamento era grande y estaba decorado muy elegantemente, parecía que todo lo que había allí tuviera su sitio. En la entrada había un pequeño hall que daba a la sala principal de la casa, en ella había tanto la cocina como el comedor juntamente con la sala de estar. La cocina estaba separada de éstos por una barra americana delante de la cual había unos taburetes altos. En la sala había una mesa de madera con sillas en la parte mas cercana a la cocina y en la otra un gran mueble de pared lleno de libros y con una televisión y una mini cadena en el centro, delante de éste había un sofá blanco muy cómodo y dos sillones del mismo estilo y color. En la sala había también dos puertas, un daba a la habitación de Mario y la otra daba al pequeño pasillo que conducía al baño de invitados (la habitación principal disponía de baño privado), a la habitación de invitados y a un trastero.

El rubio se marchó a su habitación, a lo que Cris se sentó en el sofá sin saber muy bien que hacer. Al poco rato Mario salió cargado de ropa de cama y se dirigió hacia el pasillo, Cris se lo quedó mirando, al cabo de poco pudo oír la voz de Mario desde la habitación.

- No, tranquilo. No hace falta que ayudes, ya lo hago yo. – Dijo de forma irónica.

Cris se levantó enseguida y se fue a la habitación, entre los dos hicieron la cama y Mario le dejó un pijama y un poco de ropa encima de ella pues había observado que el chico no traía equipaje consigo.

- Yo me voy a dormir que tengo reunión a primera hora. En la nevera y en los armarios de la cocina hay comida, puedes coger cualquier libro o CD que quieras, o ver la tele... tú mismo. Eso sí, no entres a mi habitación. Bueno pues -Mario dudó un poco - buenas noches.

Se volteó sin esperar respuesta, pues ya se percató de que el chico no había abierto la boca en todo el rato. Así que se encaminó hacia su habitación.

- Buenas noches... me llamo Cris.

Mario se estremeció al oír esa voz tan suave, paró de caminar e hizo un gesto con la cabeza cómo respuesta mientras retomaba la marcha hacia su habitación.






Notas finales:

Sé que tengo otro fic que actualizar... Espero poder hacerlo pronto!

 

Muchísimas gracias por leer


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