Hemos pasado muchas cosas juntos estos últimos meses; has estado a mi lado en esta terrible enfermedad que me corroe y que no me deja vivir tranquilo. Cada día estoy peor y, aunque tú te quedes en silencio, lo sabes. Te has esforzado día con día en cumplir cada cosa que pido y no has tenido reparos en escuchar mis objeciones, mis quejas y mis achaques; jamás opinando pero descubriendo ese dolor que existe en mí.
Que me estoy muriendo, lo sé y lo sabes.
No recuerdo exactamente qué día fue el que me diagnosticaron la enfermedad; según el doctor muy rara y sin cura, sólo recuerdo que era martes. A estas alturas recordar una nimiedad como el día de la semana y no poder recordar ni cómo me sentí; mucho menos mes y día es bastante patético. Lo único que recuerdo es que tú te sentaste a mi lado y escuchaste mi silencio pasmoso y mi respiración entrecortada de la cual no podía encontrar nada. Estuviste ahí mientras yo estaba totalmente abrumado por la vida que, igual que ahora, sentía tan injusta conmigo.
Estuviste ahí, sin hacer preguntas de ninguna índole, aguantando mis largos periodos sin comer y sin querer estar a tu lado con un estoicismo y una perseverancia asombrosa. Digno de un Uchiha; del mejor de los Uchiha. Desde mis insultos a voz alta y mis insolencias contra la vida, hasta mis llantos silenciosos y secretos, de los cuales me sentía el único dueño; sin importarme siquiera que tú estuvieras sufriendo una carga que no te correspondía.
Tú me infundiste de ánimos cuando lo único que yo buscaba era la mínima provocación para dejarme vencer y matar a todos los demás conmigo; y todo eso lo hiciste sin derramar una sola lágrima y sin darme un solo abrazo que aumentara la terrible miseria y desolación en que me encontraba. Tú, Sasuke Uchiha, contrario a los demás no me mentiste cínicamente diciendo “todo estará bien” sabiendo que no lo estaría. Por supuesto, nunca tampoco me dijiste “Gaara, vas a morir”. Creo que eso te habría dolido más a ti que a mí porque significaría que tú serías quien seguiría sin mí; en lugar de eso, Jugabas con en extraño humor negro destinado a sacar risas donde no las había, haciéndome sentir un irónico consuelo en mi desgracia; eso me hizo vivir.
Te puedo decir, sin temor a equivocarme que esta enfermedad fue tan mía como tuya y que, incluso ahora eres la única persona con quien deseo compartirla…hasta las, ya no tan remotas, últimas consecuencias. Es ahora que puedo apreciar lo mucho que me amaste, dispuesto a sobrellevar conmigo un peso que no hubiera podido llevar solo. Me disculpo, de todo corazón por haberte gritado tantas veces que te mantenías a mi lado por lástima; cuando en verdad tú me amabas más de lo que yo me amé en toda la vida. Antes de ti estuve solo…
Es por eso que quiero pedirte que no llores cuando me marche; sé que será difícil pero, lo lograrás. Quiero que pienses en mí como la persona a quien salvaste de la miseria y de la soledad en que se encontraba, porque no fue hasta que no estuve a tu lado que me conocí a mí mismo. Incluso ahora, cuando sé que falta poco para que esa sombra se cierna sobre tu vida, te pido que no llores por mí.
Me cuesta escribir, y mi pulso tiembla demasiado ya a estas alturas de la vida; y esas enfermeras se esfuerzan en sonreír pesadamente. Sé que se preguntan cuándo será el momento en que parta. Estoy consciente de que no falta mucho para el temido momento final pero, creo que ya no importa. Sólo te he de pedir un último favor; lamentablemente el más difícil de todos los que te he pedido; cuando me llegue el momento en el que mi mente se vaya y no sea parte de mi cuerpo…mátame. No me dejes sufrir.
Prefiero que me recuerdes como el ser que te amó aunque no haya sido bueno para mostrarlo que como un vegetal postrado en la cama de un hospital y existiendo por voluntad de las máquinas. Tan pronto llegue ese momento, desconéctame por favor. No te ates a mí pensando que algún día volveré o que de ese modo seguiré a tu lado; eso sólo aumentaría el sufrimiento.
Siempre piensa en mí con una sonrisa en el rostro y siente que el amor que sentí por ti en vida seguirá existiendo por siempre, prueba fehaciente de que gracias a ti comencé a vivir. Cuando me marche no quiero que llores; recuérdame con cariño.
Gaara.