Naruto era un joven ninfa de los bosques, parlanchino y alegre. Con su charla incesante entretenía a Shizune, esposa de Jiraya, y estos eran los momentos que el padre de los dioses griegos aprovechaba para mantener sus relaciones extraconyugales. Shizune, furiosa cuando supo esto, condenó a Naruto a no poder hablar sino solamente repetir el final de las frases que escuchara, y el, avergonzado, abandonó los bosques que solía frecuentar, recluyéndose en una cueva cercana a un riachuelo.
Por su parte, Sasuke era un muchacho precioso, hijo de la ninfa Mikoto. Cuando él nació, el adivino Suigetsu predijo que si se veía su imagen en un espejo sería su perdición, y así su madre evitó siempre espejos y demás objetos en los que pudiera verse reflejado.
Sasuke creció así hermosísimo sin ser consciente de ello, y haciendo caso omiso a las muchachas que ansiaban que se fijara en ellas.Tal vez porque de alguna manera Sasuke se estaba adelantando a su destino, siempre parecía estar ensimismado en sus propios pensamientos, como ajeno a cuanto le rodeaba.
Daba largos paseos sumido en sus cavilaciones, y uno de esos paseos le llevó a las inmediaciones de la cueva donde Naruto moraba. Nuestro ninfa le miró embelesado y quedó prendado de él, pero no reunió el valor suficiente para acercarse. Sasuke encontró agradable la ruta que había seguido ese día y la repitió muchos más.
Naruto le esperaba y le seguía en su paseo, siempre a distancia, temeroso de ser visto, hasta que un día, un ruido que hizo al pisar una ramita puso a Sasuke sobre aviso de su presencia, descubriéndolo cuando en vez de seguir andando tras doblar un recodo en el camino quedó esperándolo. Naruto palideció al ser descubierto, y luego enrojeció cuando Sasuke se dirigió a el
sasuke:¿Qué haces aquí? ¿Por qué me sigues?
naruto:Aquí... me sigues... fue lo único que Naruto pudo decir, maldito como estaba, habiendo perdido su voz.
Sasuke siguió hablando y Naruto nunca podía decir lo que deseaba. Finalmente, como el ninfa que era acudió a la ayuda de los animales, que de alguna manera le hicieron entender a Sasuke el amor que Naruto le profesaba.
El le miró expectante, ansioso... pero su risa helada lo desgarró. Y así, mientras Sasuke se reía de el, de sus pretensiones, del amor que albergaba en su interior, Naruto moría.
Y se retiró a su cueva, donde permaneció quieto, sin moverse, repitiendo en voz queda, un susurro apenas, las últimas palabras que le había oído... "qué estúpido... qué estúpido... qué... estu... pido...".
Y dicen que allí se consumió de pena, tan quieto que llegó a convertirse en parte de la propia piedra de la cueva... Pero el mal que haces a otros no suele salir gratis... y así, Tsunade, diosa griega que había presenciado toda la desesperación de Naruto, entró en la vida de Sasuke otro día que había vuelto a salir a pasear y le encantó hasta casi hacerle desfallecer de sed.
Sasuke recordó entonces el riachuelo donde una vez había encontrado a Naruto, y sediento se encaminó hacia él. Así, a punto de beber, vio su imagen reflejada en el río. Y como había predicho Suigetsu, esta imagen le perturbó enormemente.
Quedó absolutamente cegado por su propia belleza, en el reflejo. Y hay quien cuenta que ahí mismo murió de inanición, ocupado eternamente en su contemplación. Otros dicen que enamorado como quedó de su imagen, quiso reunirse con ella y murió ahogado tras lanzarse a las aguas