-Bien hijos míos, he de decir que estoy complacido con todos sus esfuerzos, o al menos de la mayoría -Todos se quedaron impacientes por saber lo que estaba pasando... menos Lust. -Envy ¿me podrías decir en que estabas pensando al mostrarte ante Edward Elric?
-Yo...
-No solo eso -Interrumpió ya molesto -Has hecho algo tan asqueroso que ni me quiero molestar en decirlo.
-...-Me quedé en silencio antes eso, no podía decirle nada aunque quisiera. Miré a mi alrededor como buscando algo, en eso choqué con la risa burlona de Lust, silenciosamente me decía que ella era la que se había hecho cargo de hacerle saber aquello a Padre.
-Pero soy benévolo con todos mis hijos, te daré una segunda oportunidad, espero que no la desperdicies o terminarás mal Envy, te lo advierto. -Casi nunca se levantaba de su trono, esta vez lo hizo solo para tomar unos cuantos libros de su mesa -Desde hoy dejarás de seguir al alquimista de acero, te ocuparás de quitar los estorbos que tenemos en la ciudad del este.
-Como ordene Padre -Tuve que doblegarme ante sus deseos, después de todo no quiero terminar como el traidor de Greed.
-Fuera de mi vista.
Todos abandonamos el recinto, cuando estuvimos a una distancia prudente comencé a atacar a la que se hacía llamar mi hermana.
-¡¡Perra desgraciada!! ¿¡¡Qué te hace pensar que puedes meterte en mis asuntos!!?
-¿Tus asuntos? ¡No me hagas reír engendro! -Esquivó uno de mis ataques usando sus afiladas uñas, no por nada la llaman la lanza definitiva -Nunca fue tu asunto en primer lugar, debiste limitarte a hacer lo que te ordenaron... ya hasta pareces un patético humano. En fin, te he ayudado a que te deshagas del mocoso, si gustas puedes ir a hacerle una última visita a tu querido humano, creo que al menos mereces ver de lo que te libraste.
No le hice caso a lo último que me dijo, pero he de admitir que eso que escuché me había inquietado. Si se había atrevido a contarle todo a Padre ¿qué no le habrá hecho al alquimista?
Llegué a donde te estabas alojando, todo estaba silencioso y oscuro, era de noche y tu hermano no estaba; entré hasta donde se suponía debías estar durmiendo, al abrir la puerta tuve que volver a cerrarla pues te habías abalanzado hacia mí con tu brazo transmutado en una cuchilla, de poco sirvió que me hubiera protegido con aquel trozo de madera, tu lo hiciste añicos con tu alquimia.
-¿Hasta dónde planeabas llevar todo esto? -Un nuevo ataque llegó hasta mi, esta vez sí acertaste y me hiciste un corte poco profundo en el brazo -Pensé que tu... soy un idiota.
Me mirabas con furia, pero aun así, esa manera de verme, no cambiaba, el enojo solo hacía que le diera un matiz diferente pero no dejaba de ser la misma mirada que siempre me dabas solo a mí.
-He venido a despedirme enano, pero creo que fue innecesario, de todas formas parece que ya te has hartado de mi presencia.
Te di la espalda, la herida que me habías hecho ya no estaba sangrando, de hecho ni una cicatriz había quedado de ella. Tú te detuviste en seco al escuchar aquello, podía percibir cierto deje de dolor en tus facciones, pero debe ser mi imaginación.
-Adiós y cuídate bien las espaldas... porque yo no lo haré nunca más.
-¡¡Espera!!
No quise escucharte ni verte más, sentía algo en el pecho que me oprimía y me dificultaba el respirar, decidí que debía olvidarme de aquellas sensaciones, enterrarlas y no volver a sacarlas a la luz, el estar lejos de ti me ayudaría a ello.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Ya ha pasado tiempo, por fin he logrado controlar aquello que intentaba estallar en mi pecho, aquello que no me dejaba cumplir con mi deber. .. Justo en este momento es en el que pienso que el destino está empeñado en jugarme chueco... y no es que crea en ello de todos modos.
Ahí estas tu frente a mí en un lugar en el que no deberías de estar, en primer lugar ni siquiera debía verte de nuevo hasta que todo estuviera en su lugar. Estas herido y escuchas algo que no te está permitido, quisiera dejarte saberlo todo, así quizás me comprenderías un poco, pero... no puedo, simplemente no puedo.
Destrocé el recipiente donde se encontraba cautiva aquella alma corrupta, tuve que golpearte, burlarme de ti pues ahí estaba la arpía que Lust, la que terminó todo aquello con solo abrir la boca, no puedo dejar que haga algo más en tu contra. Ya no quería seguir peleando contigo por dos razones: no me gustan las peleas y... aun tengo cosas pendientes contigo que no quiero terminar, hay algo que debes saber.
Te tuve que dejar inconsciente pues no querías dejar de lanzar golpes, Lust se fue dejándome a cargo de tu seguridad advirtiéndome que ahora si hiciera las cosas bien. Cuando estuve seguro de que nadie estaba en las cercanías (tuve que revisar para ello) volví a probar tus labios, admito que los extrañaba demasiado al igual que el calor de tu cuerpo, te tomé en brazos alzándote del frío suelo, tu aroma no ha cambiado y mientras tuviste los ojos abiertos pude comprobar que tu mirada hacia mi seguía como la recuerdo... tan cálida, tan mía.
Acerqué mis labios a tu oído, se que no podrás escucharme pero es algo que necesito hacer, algo que quiero que quede contigo...
...dos palabras que espero queden grabadas en tu ser aunque no las puedas recordar, siente mi calor a través de ellas y recuerda mis besos.
Ese ha sido mi última debilidad para contigo. Te recargué en mi hombro como si fueras un costal de papas y te saqué de aquel edificio que comenzaba a colapsarse desapareciendo también aquello que no debió pasar, pero de lo cual no me arrepiento.