Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Desmontaje por chibiichigo

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer habitual que todos se abstienen de leer: Naruto no es mío.

Notas del capitulo:

Hola. Bueno, esto lo pensé porque hoy fui a un museo (MUAC) y una expsicion me impactó. Es una manera de perder un sueño.

 

Además, quiero que sepan que el título extrañamente viene a colación con lo que les quiero expresar. 

A partir de ahora me declaro UNA ESCRITORA EN HUELGA porque ya nadie (salvo una que otra excepción) me apapacha como antes. Los reviews ya no me llegan y siento que nadie aprecia mi trabajo ni me ama. 

Esos son los motivos por los cuales me abstendré de subir algún escrito a la página hasta que vuelvan a consentirme como antes... Seguiré escribiendo, sí, pero nadie podrá leerlo salvo...yo.

 

Al apagar la colilla del cigarrillo que hasta hacía poco rozaba sus labios se quedó abstraído de nueva cuenta en el planteamiento que le había hecho su pareja pocas horas –aunque parecía una eternidad– antes. Negó con la cabeza, sin decirle “no” a nada ni a nadie en específico. Sólo para poder alborotar todas esas ideas que se agolpaban en la parte delantera de su cerebro interrumpiendo el flujo normal de su mente.

Era cineasta. Un artista que había consagrado su vida al llamado séptimo arte con la finalidad de ser portador de las grandes verdades del  mundo; presentarse como testigo ante un mundo que cada día se volvía menos habitable gracias al consumismo y a las ansias casi patológicas de crecimiento económico. Al menos esa había sido la idea inicial.

“¿Qué le pasó a nuestro sueño?” la voz aterciopelada de Sasuke Uchiha, su pareja y uno de los más importantes productores de cine de arte de Japón, resonó en su cabeza incómoda pero fuertemente.

Eso era precisamente lo que el de cabellos escarlata se estaba preguntando en ese instante. A sus veinticinco años, los sueños que lo habían ayudado a forjar su vida parecían desaparecer de su vista sin siquiera notarlo. De ser un cineasta decidido a mostrar las injusticias y problemáticas del mundo de manera gráfica, a fin de que fueran comprendidos en la creciente cultura virtual en que se veía inmerso el mundo, se había convertido en un profesionista dedicado a masticar toda la información que entregaba a la gente y a esconder – e incluso negar – que todo lo que acontecía era un hecho real.

Entregaba opacos fantasmas en el lugar donde debía proporcionar una rápida mirada al mundo que contagiara a la gente. Eso le sentaba mal.

-¿Qué le pasó a nuestro sueño?- bisbisó mientras hacía el amago de encender el encendedor y darle la calada inicial al pitillo que sostenía entre los dedos.

Recordaba que siempre había sido un idealista, casi un loco que rayaba en la temeridad con tal de mostrarle al mundo toda la basura en que estaba sumergido, sin saberlo o quizá sólo sin interesarse por ello. Provocaba a la gente casi por todo, viendo como su más grande enemigo al sistema que denominaba, a raíz de una película de los hermanos Wachowski, “The Matrix”. Para él, nada parecía causar más odio que el sistema que mantenía adormecidas a todas las personas que, en vez de discutir, se contentaban con ser engañados y pretender que nada había ocurrido por el mero hecho de no ver afectada su triste y monótona rutina.

Su familia, al igual que muchas otras en el mundo, se había roto. Sus padres se habían divorciado a raíz de que su madre – una vedette – se largara con un hombre que había conocido hacía poco tiempo, dejando a su padre – un alcohólico empedernido – al cuidado de sus tres hijos. Quizá no de la manera más cordial, lo cual añadía un toque de sufrimiento a su situación, se habían separado. Igual que muchos otros.

Sabaku no Gaara – un apodo que se había ganado años después, tras filmar una película en el cinturón de la pobreza* de África – no había tenido una infancia fácil, cosa que no deseaba que sufrieran los demás niños en el mundo. Nunca había sido amado ni reconocido por su familia, lo cual lo había dejado con una sensación de vacío existencial que había mermado con una obsesión casi  patológica por desintegrar verbalmente todos los aspectos de la vida que reconocía tan podridos como su interior. Era su manera de obtener el reconocimiento que tanto ansiaba, de asegurarse que el mundo tendría la huella de su paso por él.

Había huido de su casa a la temprana edad de trece años, comenzando a trabajar en oficios varios con la única finalidad de darse sustento. Desde cocinero en cadenas de hamburguesas, plomero y vendedor de seguros hasta, a la edad de dieciocho, haber sido descubierto por un moreno de cabello largo.

Itachi Uchiha, fotógrafo en una revista de modas, se había quedado maravillado con el chico. Según él, Gaara se convertiría en la nueva cara de la moda. El mundo parecía abrirse para el chico de cabellos grana…

Hasta que enarcó la ceja – o el espacio destinado a ella – y de manera muy poco cordial emitió un “muérdeme”. Posteriormente, se había dado la vuelta y marchado para continuar vendiendo las pólizas de seguros.

Curiosamente el mismo día que había conocido al que en un futuro se convertiría en su cuñado había tenido su primer acercamiento –bastante hosco, cabe mencionar – con el más joven de la familia Uchiha en un problema sin relevancia alguna, y del que no se acordaría hasta años después, a la salida de un bar…

Y había empezado a filmar su primera película, valiéndose únicamente de una cámara de video de segunda mano y muchos boletos para transportes públicos, tratando de denotar la falta de servicios de calidad que tenía la ciudad así como exponer todas las actividades –tanto lícitas como ilícitas- que se llevaban a cabo en los andamios y vagones.

 

Suspiró ante el recuerdo, exhalando el humo del cigarrillo que iba a medias ya. Le costaba creer que hacía casi siete años se había “graduado” como cineasta; como un revolucionario que intentaba abrirle los ojos a aquellos que no sabían cómo ver.  Se miró de reojo en el espejo, sabiendo que a causa de las ojeras que delineaban sus ojos le daban apariencia de ser mayor. Apenas había cumplido los veinticinco un par de meses atrás.

 

-Gaara…- escuchó la voz molesta y adormilada de su pareja, esperándole metido entre las sábanas de la cama.

 -¿Qué ocurre?- contestó al llamado en voz baja, sereno como siempre.

-Ya ven a la cama. Es demasiado tarde…

-Iré en un segundo- contestó, acurrucándose más en el sillón que daba de frente al lecho. Quería pensar un poco más; sumergirse en los recuerdos que casi nunca acaparaban su mente y rehacerse la pregunta que parecía irlo persiguiendo, en busca del sitio preciso donde había acaecido el cambio del revolucionario para convertirse en el creador de fantasmas.

Sintió de nuevo la molesta sensación en su pecho indicándole que, o había fumado en exceso o que no podría dormir hasta no zanjar esa cuestión y darle pie al cambio.

Miró en la penumbra la silueta de su pareja, intentando reprimir la sonrisa nostálgica que se estaba formando en sus labios. No pudo evitarla, ni tampoco deseaba hacerlo. No esa noche, en la soledad de un cigarro.

 

A su mente vinieron las escenas de la primera plática que había entablado con él. Para ser completamente honesto, incluso mientras rememoraba, su primera impresión de Sasuke Uchiha era la de un patán engreído y soberbio; incluso le habían dado ganas de golpearlo.

Aparentemente, la primera frase que había salido de la boca de ese productor, había sido la más grande lección de humildad para el de cabellos rubíes – aunque, como era evidente, no había dicho nunca a nadie –. Su primer comentario había causado un impacto negativo en el chico:

-Tu película es más mala que la vida. Deberías encontrar otra cosa que hacer...mocoso.

Ante el comentario, los puños del más joven se crisparon. ¿Quién se creía ese imbécil para ir a decirle que su película no era buena? Rebatió sin pensarlo dos veces, movido por la indignación de las palabras del contrario.

-No soy ningún mocoso, imbécil- fue lo primero que atinó a decir, antes de formular – Y tú no eres quién como para decirme que la película es buena o mala.

-Si no puedes soportar las críticas, por lo menos deberías salirte de aquí sin protestar por lo que se te dice- dijo en tono soberbio e incluso cruel, para concluir con una sonrisa socarrona- Y yo soy quién. Mi nombre es Sasuke Uchiha.

Iba a volver a replicar, pero contrario a lo que todas las fibras de su cuerpo pedían con desespero, optó por el silencio. Tenía que morderse la lengua, y eso era algo que debía aprender a hacer si quería mejorar. Que su película le gustaba y representaba todo su esfuerzo, eso era cierto; que fuera buena y merecedora de ser exhibida, a su parecer sí aunque quizás para los demás no.

Se dio la vuelta extrañamente indignado; reprimiéndose para no despotricar y descargar su furia contra todo lo que pudiera moverse. Sus movimientos fueron bruscos, evidenciando su estado de ánimo, y desgraciadamente eso tuvo repercusiones al sentir el cuerpo de otra persona colisionar con el suyo.

Bufó molesto, culpando en su fuero interno al desconocido por no tener cuidado dónde andaba, y con un movimiento rápido lo esquivó para continuar con su camino. Sintió que una mano le tocaba el hombro, haciendo que volteara.

-¿Qué? – lanzó hosco. No estaba de humor como para pretender que nada le importara.

-Vaya- dijo la persona con la que se había estrellado, con un inconfundible tono de felicidad y entusiasmo-…Tú eres el chico que se negó a ser modelo.

Elevó los ojos claros hasta la cara de su interlocutor y se encontró, como era de esperarse, al hombre que le había hecho la proposición apenas un año antes.

-Sí- dijo suavizando un poco el tono de voz, aunque sin perder la molestia.

-¿Esta película la hiciste tú?- preguntó sonriendo.

-Así es…- no tenía muchos deseos de hablar del tema. Finalmente, se sentía burlado.

-A mí me pareció que era buena- dijo con lo que a Gaara le pareció cortesía.

-¿En serio?- contestó, incluso sabiendo que si la plática continuaba encaminada hacia eso explotaría- Pues aparentemente al idiota productor le pareció “más mala que la vida”.

El azabache soltó una carcajada que murió tan sólo ver la mueca de indignación y enfado en la poco expresiva cara del chico de piel marmolea.

-El idiota productor es mi hermano- dijo con calma-. Él fue quien me invitó a venir.

Si hubiera podido, se habría metido bajo tierra o matado a ambos hombres por, en apariencia, desear que la velada de la presentación de su película fuese un tormento. Buscó una excusa mal elaborada para zafarse del hombre, aunque murió en sus labios antes de poder siquiera ser expresada.

-Si quieres después de esto podemos tomar un café. El idiota productor no es tan malo si le conoces bien- aseguró el de cabellos negros. Gaara se quedó callado, considerando seriamente marcharse sin decir nada. En verdad no quería ir…

 

 

Repitió la acción que había realizado más de tres veces esa noche, colocar la colilla del cigarro en el cenicero y girarlo para apagarlo totalmente. Seguía mirando embebido la figura de su pareja, quien había resultado ser menos molesto en la cafetería que habían visitado esa noche y en la que los dos habían discutido, jurando que tenía cada cual la razón, acerca de lo que hacía aun filme bueno o malo. Jamás concordaron.

 

Junto al menor de los Uchiha había elaborado cine de arte como nadie. Las escenas fuertes, donde se mostraban las vejaciones que sufría la gente en lugares pobres e incluso dentro de las sociedades “primermundistas”, daban al espectador una mirada mucho más profunda de lo que esperaban e incluso duraba todavía la sensación uno o dos días después de haber abandonado la sala de proyecciones.

En ese momento disfrutaba de lo que hacía puesto que tenía la certeza de que estaba impactando al público de la manera que quería; a su manera. Todavía, a la edad de veintiún años, tenía la impresión de poder cambiar el mundo por medio de los mensajes masivos y de la filmación de cosas que a pocas personas les importaba filmar.

Todo iba bien hasta que el dinero se volvió un impedimento, así como las facilidades para poder ofrecer sus obras al público. El capital con que contaba el azabache caía vertiginosamente a los peligrosos “números rojos” de las deudas y ninguno de los proyectos que terminaban, ya fueran en conjunto o por separado, tenían mucho alcance – en parte por las crecientes restricciones del gobierno para el cine de arte que difundiera mensajes “no aptos”-.

“Nos ofrecieron un proyecto Gaara”-anunció Sasuke una noche sin mucho entusiasmo mientras hacían la edición de un cortometraje.

El pelirrojo de sobresaltó. Era fabuloso y podía ser la oportunidad para recuperarse económicamente.

-¿De qué es el trabajo?- preguntó, intentando no emocionarse de más.

-No te va a gustar- vaya, justo lo que se temía. Suspiró y decidió afrontar el posible desafío –Es una película sobre soldados.

-¿Guerra?

-No, una historia estilo Forrest Gump, donde la gente vea en segundo plano todo y atienda a los soldados.

-Mierda…- bisbisó molesto el de ojos aguamarina.

-Sabía que no te gustaría. Diré que no- suspiró el moreno mientras daba “click” con el mouse a algo en la pantalla.

Después de unos momentos de reflexión, donde el teclado era lo único que emitía sonido, la decisión que había tensado el aire se logró formular.

-Lo haremos- resolvió Gaara levantándose, admiró la mirada desconcertada del moreno- Tenemos que obtener el dinero para poder hacer lo nuestro. Es lo único que queda.

-Todavía nos queda un poco…- contradijo el Uchiha.

-Ese poco no se va a gastar- La voz de Gaara era amenazadora, pero consciente. Sabía que no podía disponer de lo último que les quedaba en la cuenta de ahorros para apostarlo en una obra que sabían prácticamente perdida a causa de los obstáculos sociales.

Y no se dijo más del tema.

 

Se levantó y acercó a la cama, percibiendo el momento exacto en el cual había comenzado a desviar su vida. Había cometido el error, aunque necesario, de dejarse influir por el dinero y dejar su sueño traspapelado entre los guiones que antes escribía. Dejó la libertad por la esclavitud, y no sólo eso. Había ansiado volverse esclavo pensando que así encontraría el camino a la libertad y había errado.

Volvía a la pregunta crucial: ¿Qué le había pasado a su sueño?

Ahora conocía, y con amargura aceptaba, la respuesta. Se había tenido que cernir al sistema para sobrevivir. La “Matrix” le había ido absorbiendo poco a poco; ahora lo único que podía hacer era observar cómo el único recuerdo de esa libertad de expresión que había tenido se desvanecía en la nada, buscando el sueño que él había opacado y cambiado por esas películas que no mostraban más que los fantasmas de problemas que deberían ser prioritarios.

 

-¿En qué piensas?- Sasuke levantó la cabeza de la almohada únicamente lo suficiente para que sus ojos le alcanzaran. Gaara dudó antes de contestar:

-En nuestro sueño.

-¿Huhhhh?- evidentemente se encontraba completamente descolocado. Luego de unos segundos, reaccionó – No me digas que sigues pensando en eso…

Un leve asentimiento fue la respuesta.

-Rojo, ven a dormir- pidió el azabache, con un tono semejante al hartazgo y al reproche.

-Es que… Creo que lo perdí de vista-dijo, todavía manteniéndose de pie. El más alto encendió la luz de la lámpara. Pocas veces su pareja externaba su sentir personal y algo le decía que debía escucharlo.  El otro siguió hablando, mientras caminaba un poco para poder liberar la lengua.

-Es como si de pronto todo se hubiera ido. Es como el terrible desmontaje en el cual me doy cuenta de que nada de lo que he hecho ha servido. Sigo siendo sólo el hombre que provee las películas en una sala de cine de la cual las personas salen y no recuerdan nada. Soy un imbécil que creyó poder luchar contra un sistema que le ha impedido seguir su sueño; todo comenzó por el dinero.

-Esa no es excusa- Sasuke nunca había brillado por su tacto al decir las cosas, además, su mal despertar no ayudaba a la situación- Ya tienes todo el jodido dinero que necesitas pero crees que necesitas más para poder emprender tu sueño. Yo mismo te he dicho varias veces que pongo el capital para alguno de tus proyectos. Creo que es sólo que disfrutas sentirte miserable en vez de intentar “remontar” el desmontaje que hiciste.

-…

-Tienes que recuperar tu sueño en lugar de ver cómo se va y lamentarte. Esas no son las actitudes del hombre del que yo me enamoré, sino del mocoso simplón que conocí el día de la presentación de tu película.

Esas palabras le habían dolido mucho, pero se mantenía sereno. Finalmente, Sasuke tenía razón… Él era quien tenía que tener la fuerza para librarse del desmontaje de sus sueños.

-Si quieres discutir sobre esto, lo haremos en la mañana- puso un ultimátum el mayor, volviendo a colocar la cabeza en el cojín.

-No quiero- Gaara se metía en las sábanas y buscaba el calor del hombre con quien compartía cama. Se acurrucó cerca de él, pasándole su brazo por el torso.  El Uchiha devolvió el gesto.

-Mañana- comenzó el de cabellos esmeralda reprimiendo un bostezo-…voy a iniciar el remontaje.

 

 

 

 

·         Cinturón de la miseria – Una zona geográfica donde no se encuentran los recursos naturales suficientes para subsistir. Generalmente sufren vejaciones económicas.

Notas finales:

Bien, eso es todo.

Cuidense... los quiero aunque sienta que ustedes no me quieren y no me mimen. Sí, soy una niña con complejo de necesidad de atención y por lo mismo soy mimada y me gusta que me traten bonito. 

Esta es la última historia que publico hasta que decida lo contrario... Y o, no es una forma de lograr que me pongan reviews acá, sino porque de verdad siento que no están respondiendo como me gustaría y posiblemente sea yo quien falla como escritora. 

Besos y a partir de ahora sale la bandera de 

 

Escritora en Huelga

 

Hasta que vuelvan a quererme


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).