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I need somebody por ines_kaiba_wheeler

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Prince of Tennis y sus personajes no me pertenecen. Son obra del gran Takeshi Konomi.

El título de la obra así como el hilo conductor de la historia proviene de la canción de los Beatles, Help!

Todavía no tengo decididas las parejas que tendrá el fic, pero bueno, id mirando en mis otros fics y más o menos (atended a ese más o menos, por favor) tendréis una idea de qué será lo que os espere.

Aparición de personajes originales como meros personajes de relleno para darle sustancia a la historia. Ninguno de ellos se liará de manera profunda con alguno de los protagonistas.

Notas del capitulo: El capítulo empieza con un fragmento del diario de uno de los protagonistas, así que no os asustéis antes de tiempo. Espero que disfrutéis de la lectura, del mismo modo que yo disfruto escribiendo para vosotros.

En las notas finales pondré las aclaraciones que hay en el capítulo, si de todas maneras hay algo que no entendáis, sed libres de preguntar.

¿Alguna vez has sentido la llama de la realidad quemando tu piel como si te estuvieran duchando con agua helada? Yo sí, demasiadas veces para mi propia desgracia, la gran mayoría relacionadas con el tenis. Esos baldazos de agua fría que te empapan cuando ves que ese tiro que llevabas semanas mejorando te lo devuelven con un ligero movimiento de muñeca y una sonrisa sarnosa en la cara. A veces me pregunto por qué no me retiré cuando tuve la oportunidad, ¿por qué me esforcé tanto? ¿Por qué dejé que me afectaran esas continuas desilusiones?

Después de esas preguntas siempre encontraba la respuesta. Sólo con levantar la cabeza para mirarlos la encontraba. Siempre he sido una persona indecisa, tímida y temida cuando una raqueta llegaba a mi poder, aunque sigo sin saber porqué, la verdad sea dicha, pero ellos siempre han estado ahí para aconsejarme y apoyarme en todo lo que he decidido desde que los conozco. A pesar de ser el peso muerto del equipo, el lastre que los ataba a una derrota, a ellos no les importó nunca, siempre sonriéndome, siempre diciendo que nunca me rindiera.

Ahora que llevo algún tiempo sin verlos me pregunto cómo estarán. ¿Seguirá Eiji dando saltos por cualquier muro con la mirada preocupada de Oishi clavada en su nuca? ¿Estará Momo aún en contacto con Echizen desde que se fue a Estados Unidos como lo está con el resto del equipo? ¿Habrá dejado Inui de lado sus zumos o sigue potenciándolos con más "verduras"? ¿Cómo le irá a Tezuka por Alemania y a Fuji por Osaka? ¿Kaidoh se habrá comprado aquel perro que lo tenía enamorado? Estén donde estén, algo me dice que están bien, disfrutando de la vida al máximo. Saben cuidarse y ahora ya no somos unos niños, no tengo razones para preocuparme por ellos innecesariamente.

Todavía no me creo que ya hayan pasado sólo dos semanas desde la última vez que nos vimos y ya esté pensando que han cambiado. Supongo que Kaidoh y Momo estarán haciendo un duro trabajo para hacer un buen equipo entre sus continuas peleas, pero sé de buena mano que será difícil. Al graduarnos los de tercero y Echizen irse a Estados Unidos, Seigaku quedó desértico. Con suerte algún novato talentoso se les une este año, después de todo, tuvimos suerte con Echizen el año anterior, ¿por qué este iba a ser distinto?

Por otro lado, estoy agotado. Papá es muy duro conmigo, pero se lo agradezco, si no fuera tan estricto nunca aprendería nada y yo quiero ser el mejor chef de sushi de Japón, después de todo. Sé que no le gustó que dejara el tenis, pero ahora le veo sonreír con más ganas al tenerme allí toda la tarde y eso ya me hace olvidar lo feliz que era jugando al tenis. Además, ahora ya no sería divertido porque no estamos todos juntos, así que es mejor así. Cada uno tiene que seguir el camino que se ha marcado, el mío es el sushi. No tengo nada que hacerle.

Ahora que me acuerdo. Mi hermana entró este año en el Seigaku. En su primer día, estaba tan nerviosa que casi se le olvida su mochila en casa. Supongo que nos debe de venir de familia a ambos lo de ser tan despistados, pero ninguno de mis padres es así. Cuando volvió estaba más radiante que nunca. Me dijo que dos de sus sempai le habían ayudado a llegar a su clase porque se había perdido. Tan pronto mencionó que una de ellas tenía dos trenzas larguísimas se me vino a la cabeza la imagen de la nieta de Ryuuzaki-sensei y a su inseparable amiga. Días más tarde, cuando le pregunté a que club se uniría, me dijo que se uniría al equipo de animadoras oficiales del club de tenis. Eso seguro que fue idea de aquella loca gritona, pero al ver a mi hermana tan contenta preferí no comentar nada al respecto. Ya se arrepentiría después...o no.

¡Vaya! Cuando mi madre me comentó que escribir en un diario hacía que te olvidaras del resto del mundo tenía razón. Cuando empecé a escribir aún era de día y ahora la luna ya está en lo alto del cielo. Supongo que debería dejar el bolígrafo a un lado e irme a dormir. Mañana será un día bastante duro ya que por fin empiezo mi vida oficial como estudiante de instituto (1). Hasta ahora sólo había ido allí para conocer el lugar, pero ahora es diferente, mañana empiezan las clases definitivamente y sabré quiénes estarán en mi clase. ¿Qué me deparará este nuevo curso? ¿Cuánta gente nueva conoceré? Quizá este año encuentre a alguien especial, con suerte...Hoy estoy despistado de más, se me olvidaba que Eiji, Inui y Akutsu también irán al mismo instituto que yo, así que no será tan duro ni me sentiré tan solo. Ojalá alguno vaya en mi clase, bueno, menos Akutsu. No sé hasta qué punto podría aguantar su aura asesina alrededor.

Mi madre acaba de venir a recordarme que deje el uniforme preparado ahora y ha visto el diario. Es la primera vez que la veo tan risueña en años, pero prefiero que esté así a no a que nos grite como es la costumbre. A veces llega a asustar incluso a mi padre de los gritos que pega, ¡estando él en el restaurante! Tiene un humor muy cambiante, a decir verdad, pero en el fondo es buena madre (que esto quede entre tú y yo, aunque bueno, a quién se lo vas a decir tú).

Anda, ¿quién me llama a estas horas? Oh, shit! (2) Akutsu...No pienso cogerle el móvil, ni aunque se me acabe la batería, ojalá eso pasase ahora mismo. ¿Por qué lo enchufé al cargador esta mañana? Ah, ya colgó. ¿Uh? Vuelve a sonar... ¿Por qué no deja de llamarme? Sabe que no le voy a coger y...Uhm...Definitivamente no contestaré. De nuevo el silencio, no sabes cómo me gusta el silencio...Es tan ameno, tan tranquilo, tan silencioso... ¡Agh, esto es acoso!

Takashi dejó el bolígrafo a un lado y miró fijamente su móvil, que se movía levemente cada cierto tiempo, emitiendo una musiquilla que empezaba a sacarle de quicio. Una pequeña gota de sudor recorrió su mejilla. No tenía claro porque Jin llevaba tiempo llamándole, pero no es que le interesase mucho. Desde las semifinales de los nacionales no había vuelto a verle, pero llevaba una semana llamándolo noche tras noche. La puerta de su cuarto se abrió y por ella entró su hermana pequeña.

-¿Por qué no lo coges de una vez y así deja de llamarte todas las noches?-preguntó sentándose a su lado, viendo como Takashi cerraba el cuaderno y lo metía entre sus libros.

-No lo sé-respondió en un murmullo.

-Entiendo-miró a su hermano, después al teléfono que todavía sonaba y nuevamente a su hermano. Una sonrisa pícara apareció en su cara y cogió el móvil. En un parpadeo, para desgracia de Takashi, ya había contestado-¡Buenas noches, Akutsu-san!-Takashi la miró, sorprendido por aquella reacción-¿Taka-niichan?-cuando su hermana miró hacia él, este hizo gestos para decirle que no estaba-¡Ah! ¿Te refieres a un muchacho de quince años, moreno él y que da la casualidad de que es mi hermano?-soltó una risilla-Justo delante de mí-a Takashi se le fue el alma del cuerpo, junto con todo el color de su cara-Pues poder, puede hablar, aunque en este momento lo dudo, y no, no tiene ningún síndrome extraño que le impida coger el teléfono cuando lo llaman-parecía que Jin le estaba contando alguna cosa muy interesante a juzgar por su cara-¡¿Qué?!-la exclamación de su hermana le recordó uno de los múltiples gritos diarios que soltaba su madre-¡Mentiroso!-Takashi suspiró con una sonrisa en la cara. Jin disfrutaba, hasta límites que se escapan a la lógica, el gastarle bromas a su hermana. Si estaba de humor como para tomarle el pelo a la pequeña, sus razones para llamarlo no serían tan malas-Este falso dice que quiere hablar contigo-su hermana le tendió el móvil y salió de la habitación levemente enfadada.

-Deja de meterte con ella, por favor.

-¿No me digas que se ha enfadado?-hacía demasiado tiempo que no escuchaba la voz de Jin, tanto que su corazón parecía estar corriendo una maratón por su propia cuenta-Tanto da, ¿por qué coño no me cogías el teléfono, Kawamura?

-Seguro que te importa bien poco lo que vaya a responder-respondió Takashi, no sabiendo qué decir.

-Cierto-a veces era muy previsible-Pero en esta ocasión me gustaría oírlo-otras era absurdamente desconcertante. La única solución que tenía Takashi era contestarle cualquier cosa que se le cruzara por la cabeza.

-Estaba colocando mi uniforme en un sitio visible.

-¿Todas las noches?-preguntó incrédulo.

-S-Simplemente estaba ocupado-de estar cara a cara, Jin sabría que estaba mintiendo, descaradamente además. El teléfono era un gran invento, sí señor.

-Bah, qué más da, no te molestes en mentir.

-No he-

-Sí, como sea. Con decirme que lo tenías en silencio me lo hubiese tragado, idiota.

-Akutsu, de verdad estaba ocupado-viendo como se movía el móvil de un lado para otro, pero ocupado de todas maneras. No era una mentira en su totalidad.

-No me importa.

-Mentiroso-murmuró Takashi tumbándose en el futón otra vez.

-¡Vas a hablar tú! A veces me pregunto por qué me molesto, la gente no me aguanta, ¡ni mi madre!-algo le dijo a Takashi que lo que necesitaba Jin era alguien que le escuchara o alguien que le dijera lo que necesitaba oír-Tú no eres muy diferente a ellos, ¿verdad?-Jin exhaló, indicio de que estaba fumando-Che...Olvídalo.

-Mucha gente te aguanta. Sengoku, el pequeño Dan...

-¿Tú me has oído? ¡Olvídalo!-estaba tan acostumbrado a que le gritara y le contestara mal que ya era un hábito hacer de sus quejas oídos sordos.

-Por supuesto yo también te aguanto y no porque me quede más remedio-al hacer una pausa y no escuchar una queja, siguió con su discurso-Desde que te conozco te he considerado mi mejor amigo, Akutsu, ni siquiera me enfadé contigo cuando me tiraste aquel refresco por la cabeza. ¡Me tuve que lavar el pelo siete veces aquel día y seguía pegajoso!-exclamó sonriente al recordarlo, pese a que el recuerdo no fuera muy alegre en sí-No se puede negar que eres-se calló un momento-un poco cabrón-realmente no había otra palabra para describirlo-pero eso no hará que la gente que te conoce deje de aguantarte. Soy la prueba a ese hecho.

-Explícame entonces porqué mi madre me ha echado de casa.

-¿¡Q-Qué!? ¿C-Cuando?

-Hace dos horas-de nuevo exhaló.

-No...No puedo creérmelo.

-Ey, no te culpo. Me había amenazado tantas veces que pensé que esta sólo era una más. Tanta seriedad junta en esa mujer hizo que me diera cuenta de que esta vez era de verdad.

-¿Q-Qué vas a hacer ahora?

-No tengo ni puta idea-Takashi vio como la puerta de su habitación se abría y su madre entraba por ella otra vez, dejando ropa limpia encima de la cómoda-Ni una jodida idea.

-¿Pasa algo, hijo? Te veo pálido.

-Mamá, ¿podría venir un amigo a dormir hoy?

-No sé hijo, ya es tarde-el moreno la atravesó con ojitos de cachorro abandonado-Mira que te tengo dicho que no me mires así, eres peor que tu hermana. ¿Qué amigo?-la sonrisa temblorosa de su hijo la hizo sospechar-Takashi, como de tu boca salga el apellido Akutsu...

-¡Por favor! Nunca te pido nada, ahora sólo te pido eso-se inclinó hacia su madre.

-Está bien, pero me da que esta semana saldrás lo justo de casa.

-Por mi genial-tentado estuvo de abrazar a su madre, pero eso sólo agravaría más las cosas, un castigo de un mes o algo por el estilo. Una vez su madre salió de la habitación volvió toda su atención al móvil-¿Has cenado?

-Sí, pero-

-Sin peros.

-Kawamura-

-Siempre cuido de mis amigos, Akutsu, y tú eres el mejor que tengo.

-Está bien, tú ganas. Que me caiga un rayo encima si te entiendo-Takashi se rió.

-Menos mal que no me entiendes entonces. Te veo en un rato.

-Sí.

Minutos más tarde, Takashi esperaba sentado en la barra del restaurante, ya cerrado, a que Jin llegara. Su hermana, al enterarse de que se quedaría a dormir, bajó con él también para esperar y que no estuviera solo, aparte de que no podía dormir por culpa de un dolor que todas mujeres conocen una vez al mes debido a todo el mundo sabe qué.

-¿Cómo es que se queda a dormir?-de nuevo, Takashi no sabía qué contestar a eso ya que tampoco quería que su hermana supiera lo de Jin.

-¿No puede?-preguntó dudoso.

-Claro que sí, el caso es que es raro, admítelo-a veces le sorprendía la perspicacia de su hermana-Obviamente no me voy a meter donde no me llaman-colocó sus manos en su nuca y cruzó sus piernas- Lo que sí me gustaría saber es porqué aguantas que te castiguen por su culpa.

-Lo entenderás en unos años-ella se encogió de hombros.

-Si tú lo dices, te creo-de otro lado de la puerta se escucharon unos pasos y Takashi caminó hacia ella lentamente. Se escuchó un profundo suspiro que el moreno identificó rápidamente con Jin, por lo que abrió la puerta, encontrándoselo de frente-Bueno, me voy entonces a dormir. Esto me está matando-ambos muchachos la miraron con una ceja levantada hasta que ella dejó caer su mano bajo su abdomen, entonces soltó una carcajada al ver la cara de asco que se les quedó a los dos. Una vez subió las escaleras, Jin pasó hacia el interior del restaurante con dos mochilas colgadas al hombro.

-Vete subiendo y trata de no hacer ruido.

Jin sólo gruñó como toda respuesta. Ya había estado muchas veces en su casa, por lo que no tenía problema en ir delante. Sabía perfectamente que la habitación de Takashi estaba en el segundo piso, al igual que la de su hermana, el salón y la cocina. La habitación de sus padres, en cambio, estaba en el tercer piso. Takashi volvió a cerrar la puerta y se aseguró de que todo quedara limpio y ordenado, pero al parecer su padre había recogido todo antes de subir. La efectividad del maestro ante la incompetencia del alumno, se lo repetía muchas veces, era como un mantra para él.

Cuando llegó a su cuarto vio a Jin mirando por la ventana con una mirada triste que nunca le había visto. De estar en su lugar, seguramente él también se sentiría así, o quizá no habría dejado de llorar en una esquina cualquiera. Dio gracias a su hermana por contestar esa noche su móvil o si no se arrepentiría toda su vida por no haberlo cogido. Al cerrar la puerta, el sonido de la madera chocar hizo que Jin girase su cabeza para mirarlo. Si al mirar por la ventana tenía una mirada triste, la de ahora era más triste aún y Takashi se temió lo peor. Jin abrió la boca para decir algo, pero pronto la cerró de nuevo. Estaba sin palabras, completamente en blanco, no sabía qué hacer o a dónde ir, quizá por eso estaba allí, esperando a que Takashi lo mirase con esa sonrisa milagrosa y consiguiera animarlo un poco. Y llegó, tímida pero sincera. El día que Takashi dejara de sonreír, definitivamente sería el fin del mundo.

-Deberías cerrar la ventana o pillarás  un resfriado-como no tenía ganas de discutirle, básicamente no tenía ganas de nada, hizo lo que le dijo sin decir una palabra y después se sentó en uno de los lados del futón. Era bastante grande, lo suficiente para dos personas, ya lo tenían probado. Takashi se sentó a su lado, con las piernas cruzadas delante de él. Tampoco sabía qué decirle, se le veía tan apagado que daba verdadero miedo, más que sus miradas asesinas.

-Deberías dormir, mañana tienes clase, ¿no?

-No tengo sueño-sabía que Jin también tenía que ir a clase, pero no se atrevió a preguntarle al respecto. Por suerte para él, era muy fácil de leer.

-Me dijo que seguiría pagando lo que tuviera que pagar para que siguiera en el instituto, pero que en casa no me quería. Ahora duerme.

Takashi negó con la cabeza, tras eso, la dejó caer en el hombro de Jin, sobresaltándolo levemente. Ninguno dijo nada, tan sólo se quedaron así, en silencio. Takashi no sabía que decir y tampoco podía abrazarlo sin recibir un golpe en el camino, por lo que esa era la muestra de ánimo más sutil que podía hacer. Por otro lado, Jin empezó a tener sueño. Se encontraba realmente cansado, demasiado estrés en un solo día para alguien que nunca ha tenido que preocuparse de nada. Se dejó caer hacia atrás con los ojos cerrados y al poco rato estaba completamente dormido.

Takashi lo observó sin moverse de donde estaba. ¿Qué podía hacer por él? No tenía ni idea. Su madre no le permitiría tenerlo en casa otra noche más, de eso estaba seguro. Tampoco sabía cuánto dinero tenía Jin en su poder, aunque jamás permitiría que le dejase dinero, era un hecho. Se levantó y caminó hacia la ventana, mirando las estrellas fijamente. Tenía que poder ayudarlo en algo, ¿pero en qué? Pasó tanto tiempo dándole vueltas al asunto que ni siquiera se dio cuenta que el cielo empezaba a iluminarse. Cuando el despertador sonó con fuerza él ya no estaba en la habitación.

Jin abrió los ojos pesadamente, intentando ubicarse tras haber silenciado el ingrato pitido que o había despertado. Su madre lo había echado de casa, había acabado su última cajetilla de tabaco, su único amigo se había apiadado de su alma...Ya caía donde estaba. Apartó la sábana que lo cubría, seguramente Takashi lo había tapado tan pronto se quedó dormido, pero no lo vio a su lado y para más desconcierto, su lado del futón estaba helado, como si se hubiera levantado hacía bastante tiempo.

-Buenos días-Takashi entró por la puerta de la habitación con dos tazas en las manos y una libreta bajo el brazo-¿Café?

-Sí-alargó su mano para coger la taza.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que la ropa que llevaba Takashi era la misma del día anterior. Alzó la mirada hasta clavar sus ojos en los del moreno, descubriendo sus ojos rojos y unas ojeras que no tenían nada que envidiar a las suyas propias. Aquel idiota se había pasado la noche en vela. Que lo partiera un rayo si lo entendía, de verdad que sí.

-¿Y eso?-miró hacia la libreta mientras preguntaba. No podía evitar la curiosidad aún sabiendo que seguramente no obtendría respuesta. Takashi sonrió.

-Mi diario-dio un sorbo de la taza-Me desperté pronto y me apetecía escribir-era otra mentira parcial. Sí le apetecía escribir, pero dormir no había dormido en toda la noche. Eso era algo que ambos sabían, pero que no querían hablar de ello.

-No sabía que tuvieras uno.

-Hace poco que lo empecé-lo guardó entre sus libros otra vez-Deberías ducharte o llegaremos tarde-Jin miró hacia el despertador que le señalaba Takashi y vio que en una hora tendrían que estar sentados cada uno en sus respectivas clases. Cogió de una de sus mochilas el uniforme y ropa interior, dirigiéndose tras eso al baño con la cabeza gacha y los ojos a medio abrir, dándole por el camino la taza a Takashi, ya vacía.

Mientras Jin se duchaba, Takashi recogió el futón y lo metió en el armario. Sabía que su madre lo lavaría tan pronto se despertara, pero no le gustaba tenerlo en medio de la habitación, estorbando. Abrió las ventanas para airear un poco, recibiendo la brisa fresca de las mañanas de primavera en la cara. Sin duda, aquello lo acababa de despertar por completo. No se sentía cansado, es más, estaba cargado de energías. Las tres tazas de café que se había tomado habían hecho su trabajo perfectamente.

-Taka-niichan-la voz somnolienta de su hermana llegó a su habitación-¿Te importa que me apropie del baño después de Akutsu-san?-él negó con una sonrisa-Por cierto, ¿cómo es que llevas aún la ropa de ayer?-Takashi se miró, descubriendo una gran verdad de la que no se había dado cuenta-¡Ay!-devolvió la mirada a su hermana-Menudas ojeras. ¡Pareces Akutsu-san!

-Deja de gritar, ¿quieres despertar a mamá?-la pregunta hizo que se callase de manera automática.

-No, pero-hizo una pausa, girándose en redondo hacia el pasillo-En serio, pareces él.

 -Bueno, al menos no me parezco a mamá.

-¿Eso ha sido una indirecta, niichan?-preguntó desconfiada.

-No, pequeña-le sonrió-Ha sido bastante directa-antes de que su hermana pudiera lanzarse a su cuello, Takashi cerró la puerta de su habitación mientras no dejaba de reír. En este tipo de ocasiones entendía por qué Jin se metía con su hermana, era una completa gozada.

Después de ducharse, del desayuno y de una pequeña charla entre ambos adolescentes, comentando lo cómodos que eran sus nuevos uniformes, hubo una lucha para ocupar el cuarto de baño para lavarse los dientes. Acabaron ganando Jin y Takashi, haciendo que la pequeña tuviera que subir al baño de la habitación de sus padres. Los tres llegaban tarde a clase por lo que apenas tardaron tres minutos en salir por la puerta del restaurante. Por el camino, Takashi suspiró. Era el primer día de clase y ya tenía ganas de volver a casa para poder recuperar esas ocho horas de sueño que había perdido aquella noche. A quién se le ocurre hacer semejante tontería. A él, a quién sino.

Nada más llegar al recinto escolar, un objeto no identificado, al menos no inmediatamente,  se abrazó a la espalda de Takashi, haciendo que se desequilibrara momentáneamente y que Jin se alejara un par de pasos de él. ¿Asustado? Jin Akutsu no se asusta y de ser así, jamás lo admitiría. El moreno podía reconocer ese abrazo en cualquier lugar del mundo bajo cualquier circunstancia y tras haber sido abrazado por miles de personas antes.

-¡Eiji, abajo!-exclamó liberándose de las garras del pelirrojo. Al girarse vio esa mirada infantil y la sonrisa pícara que se asomaba en su cara.

-Veo que sigues igual de tímido, Taka-chan-eso no lo dijo Eiji, había sido una voz de chica, que salió de detrás de Eiji para saltarle al cuello a Takashi-¡Tiempo sin vernos!-bajo la mirada de todos los que se paseaban por allí, le plantó un rápido beso en los labios. Tras la sorpresa inicial, Takashi la bajó de encima de él, revolviendo su pelo.

-Deja de hacer eso, Aki-chan. Te traerá problemas-la chica parpadeó antes de sonreír abiertamente.

-No te creas. ¡La tengo controlada!-aseguró con firmeza, girando su cabeza hacia la puerta principal-¡Ahora voy!-gritó antes de despedirse de Takashi y de Eiji.

-Veo que Aki-chan sigue igual que siempre-el moreno se rascó la nuca, algo avergonzado-Menos mal que su novia no es celosa, Taka-san, o sino estarías muy muerto.

-Eso no me anima en absoluto, Eiji-miró de reojo hacia Jin, quien se había quedado sorprendido y sin palabras, para que negarlo, tras aquel acto que había presenciado-Esa era Aki-chan, venía en mi clase el año pasado.

-En segundo y primero también-la voz tranquila, pausada y seria de Sadaharu se coló en sus oídos-Aki Tanaka, quince años, libra. Utilizaba a Kawamura para que los chicos no se le acercaran. De no ser porque tu segundo botón del uniforme (3) desapareció misteriosamente el año pasado, seguro que se lo llevaría ella. Algo que se escapa de mis datos es porqué sigue dándote esas muestras de cariño cuando tiene pareja y todo el mundo sabe ya que los tíos no le van precisamente-con su bolígrafo señaló la muestra de cariño, nada comparable a la que le dio a Takashi, que le entregaba a su nueva pareja.

-Dice que es porque-el grito de Eiji lo sobresaltó, interrumpiéndolo, mientras que a Sadaharu sólo lo dejó murmurando y apuntando en su libreta. Jin había desaparecido justo en ese momento, harto de tanta mariconería.

-¡Taka-san!-ese grito de terror le puso los pelos de la nuca de punta. Eiji volvió a abrazarse a él, clavándole las uñas en los hombros.

-Eiji, abajo-parecía un perro, o un gato, al que darle órdenes era la única solución para mantenerlo tranquilo.

-No quiero-lloriqueó-¡Sálvame!-fue Sadaharu el que lo separó de él al agarrarlo por la parte trasera del cuello del uniforme-¡No quiero, no quiero! ¡Me matará!-empezó a gritar, sacudiéndose para soltarse del agarre del chico de los datos.

-Kikumaru, nadie te va a matar-miró de reojo su libreta-No hay indicios de momento.

-¡Akutsu viene en mi clase! ¡Claro que hay indicios!-Takashi suspiró. La gente tenía mala opinión de él. Muy mala, pero al menos no iría en su clase. Quiso patearse a descubrir que realmente él tampoco quería estar en el lugar de Eiji. ¡Menudo amigo era!

-Quizá deberíamos mirar en qué clase nos ha tocado, ¿no te parece, Inui?-preguntó el moreno rascándose la nuca.

-Eso proporcionaría buenos datos a mi investigación-sus gafas brillaron de manera sospechosa.

-¿Investigación?-una fuerza superior a él impulsó a Takashi para preguntarle eso a su amigo. Un escalofrío lo sacudió de pies a cabeza al ver la sonrisa de Sadaharu.

-Secreto-empezó a caminar hacia el lugar por el que había venido Eiji, mientras el pelirrojo y el moreno lo miraban con el miedo corriéndole por las venas.

-Trama algo. Me atrevo a decir que peligroso.

-Tranquilo-intentó calmarlo Takashi-¿Qué puede haber peor que los zumos de Inui?

-Tienes razón-ambos sonrieron con nerviosismo-¡Taka-san! ¡Vayamos a ver tu clase!

-Vamos pues.

Con el humor recuperado y la desaparición del dolor de sus hombros debido a las uñas de un gato sin domesticar, caminó tras el saltarín Eiji con una sonrisa en la cara. Tenía ganas de saber cómo terminaba ese día que parecía estar lleno de sorpresas.

 

Notas finales: (1) estudiante de instituto. Haber, eso es lo más cercano en España que hay para el curso que empiezan. Vendría a ser high school o escuela superior, no sé. Pongo instituto porque fue lo que más pronto se me vino a la cabeza.
(2) ¡oh, shit!. Bueno, todos conocemos al pequeño Taka-san y sus pequeños tributos al inglés. Por si a alguien le queda la duda, vendría a significar ¡mierda!.

(3) el segundo botón. Seguramente hayáis visto en algún anime o manga esa costumbre de que, al graduarse, se entrega el segundo botón a la persona de la que estás enamorado. Esto viene a ser porque es el que más cerca está del corazón, con lo consiguiente de que sus sentimientos son verdaderos.

Bueno, espero que os haya gustado. Con este fic empiezo mi incorporación al fandom de nuevo tras dos meses de baja estacional

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