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Invasión al Espacio Personal. por Katsuu

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Notas del fanfic:

No es precisamente mi primer fanfic yaoi... pero sí es el primero que publico y le veo esperanzas. Espero que lo disruten. Es narrado por Takuya. Gran parte del fanfic va a estar basado en lo que escribe Miku en su diario y la reacción de Takuya ante cada una de las cosas, además de los acercamientos entre ellos dos. Espero que el comienzo no les dé una opinión equivocada sobre d elo que va en el fanfic x.x

Notas del capitulo: …ste capítulo no es más que un cutre, muy cutre prólogo -digo cutre debido a que es espantosamente corto, pero bueno-. Prometo que lo que sería "el primer capítulo" será más largo que esto, pero aquí lo pongo así para que se hagan más o menos una idea de lo que es el fanfic.
Espero que lo disfruten y no necesite usar un casco contra tomates e.e



Prólogo: Ahí fue cuando todo empezó.



Un gigante elefante de colores y monos grises saltaban por todos partes mientras tostadores voladores surcaban el cielo violeta. Las manzanas de chocolate nacían de los árboles de menta mientras que el aire se llenaba con un olor dulzón. Los pájaros de madera que descansaban al pie de los árboles color verde chillón empezaron a cantar. Emitían un sonido algo irritante al principio, luego, se volvió totalmente fastidioso. Con mucha paciencia y cualquier cosa que no fuera rapidez, la imagen de aquel maravilloso mundo iba desapareciendo en un extenso espiral negro. Lentamente abrí los ojos para encontrarme con que el despertador no dejaba de emitir ese estresante sonido y que el sol estaba atacando sin escrúpulos la tierna y fría oscuridad de mi cuarto. Gruñí mientras apagaba el pequeño -y despreciable- aparato. Odio que me despierten de mis -hermosos- sueños.

Me desperecé y, con parsimonia, me senté en mi cama. Con esfuerzos sobre-humanos me levanté de ella. Al dejar las sábanas atrás, el frío me dio directo en el desnudo pecho, provocando que mis manos restregaran al mismo por instinto, mientras abría la ventana de la habitación para que el sol terminara de dañar lo que era un perfecto ambiente de sueños. Al abrir la vente el fresco olor del otoño se apoderó de mi olfato. Con los ojos cerrados degusté aquella sensación de calor que había dejado el verano convirtiéndose en el frío que me acobijará todo el invierno. Abrí los ojos esperando con encontrarme con gente caminando desinteresadamente por las calles pero, lamentablemente, se encontraba frente a mí una chica de, tal vez, quince años; suspirando. Era aún muy pequeña, si intentaba cualquier cosa con ella, tal vez sería muy brusco. Le sonreí y evité su mirada mientras me dirigía al baño.

Al salir de la espesa neblina caliente de la ducha, me miré en el espejo. Tenía un ligero dolor de cabeza que, tal y como pensé, se fue de inmediato al tomar uno de los analgésicos de mi gaveta. Cepillé mis dientes y salí del cuarto de baño, directo a tirarme en la cama de nuevo, pero me vi interrumpido por un -debo decir, delicioso- olor a comida que provenía de la cocina, o tal vez la sala. Caminé hacia el lugar mientras me ponía mi ropa interior y secaba mi húmedo cabello con la pequeña toalla blanca que estaba en mis manos. Al llegar a la cocina, vi lo que menos me esperé: Una hermosa chica rubia de ojos azules -totalmente norteamericana- sirviendo un frondoso desayuno en mi mesón.

— ¡Has despertado!— me dijo con una sonrisa.

—No, estoy caminando dormido— le dije con media sonrisa mientras me sentaba en uno de los taburetes de madera, frente a un plato en el que abundaba la comida de buen olor y apariencia.

—Muy chistoso— dijo con una carcajada amarga mientras servía el café y jugo de naranja. Sí, totalmente a lo norteamericano.

— ¿A qué hora te despertaste?— le pregunté mientras comenzaba a degustar de mi desayuno.

—Hace poco, tengo que ir temprano al aeropuerto, hoy me devuelvo a América— dijo, mientras miraba su reloj. ¡Lo sabía! Es americana. —Iré a ducharme. ¿Tienes ensayo hoy?

—Así es— alcancé a decirle mientras asentía. Ella me acarició el cabello y rozó sus labios con los míos. Desapareció de mi vista y, después de unos minutos, escuché el sonido de la ducha.

Me imaginé la cara de disgusto de la pequeña que me esperaba en la otra ventana al ver a la rubia pasar frente a sus ojos. Una sonrisa burlona se pintó en mi rostro mientras lavaba los platos y escuchaba que el sonido de la ducha menguaba hasta llegar a cesar. Me dirigí a mi cuarto para empezar a vestirme y me encontré con algo que me dio gusto: la misma rubia de hace un momento con las bragas puestas y encajando uno de sus voluptuosos pechos en la parte superior de su ropa interior negra. Me miró a los ojos y, contrarrestando al sonrojo que se le dibujó en los cachetes, su sonrisa pícara me cautivó. Me acerqué a ella y, mientras miraba el rostro rojo y furioso de la chica del otro lado de la venta, tomé a la rubia de la cintura y la llevé a mi cama. No pasamos de unos besos y caricias, pero valió la pena. Nos terminamos de vestir y salimos, mientras me despedía con una sonrisa de la pequeña quinceañera, ahora sonrojada de vergüenza, al cerrar la ventana.

En la puerta de mi departamento me separé de la rubia, quien salió por la parte trasera -en donde hay unas escaleras negras- para que los paparazis que seguramente se encontrarían en la puerta de mi edificio no me vieran salir con ella. Al despedirme con un beso en los labios, me volteé, y vi al conserje, quien me miraba interesado. Crucé el largo y angosto pasillo, pero la voz del señor me paralizó.

— ¿Quién es la joven?— preguntó con una sonrisa amable, pero pícara. Creo que se ha acostumbrado a verme llegar y salir con diferentes especies de bellezas. Me volteé con media sonrisa para responderle pero, al buscar una respuesta, la sonrisa se perdió de mi rostro. Volví a sonreír con más ganas que antes.

—No tengo ni la más mínima idea, pero cocina delicioso, y hace muchas otras cosas— contesté, guiñándole un ojo. Su carcajada se escuchó por el pasillo y se perdió en cuanto las puertas del ascensor se cerraron. Acomodé mis lentes mientras me miraba al espejo y, al llegar al vestíbulo, salí por las puertas plateadas mientras me dirigía a las pequeñas puertas del modesto edificio. Al salir, acomodé mi suéter gris; al voltear, pude ver el lente de una gran cámara, con una persona que intentaba disimular su presencia con ropas negras y rojas –tal vez pensando que se camuflaría con las hojas que caían de los árboles- mientras sostenía al aparato fotográfico. Lo llamé con un siseo en voz alta y posé para él con rapidez. Caminé hacia el trabajo -que quedaba muy cerca- con una sonrisa escondida detrás de la oscura tela fina de mi bufanda.

Caminaba distraídamente por los largos y angostos pasillos de la compañía mientras me dirigía a la sala de ensayos. Mi concentración volvió cuando una chica cayó al piso por tropezar conmigo. La ayudé a levantarse y le pasé algunos papeles que, en ese momento, estaban tirados al piso. Me sonrió dejando ver unos brillantes dientes blancos entre el labial rojo que contrastaba con su piel nívea, al igual que su cabello azabache. Le devolví la sonrisa mientras la ayudaba a levantarse.

—Discúlpeme— dijo, excusándose, mientras cerraba sus grandes ojos azabaches y hacía una leve reverencia.

—No hay por qué disculparse— le dije sonriendo — ¿Cómo te llamas?

—Naomi— susurró en respuesta —Fugiyama Naomi— acotó sonrojada.

— ¿Sabes quién soy, verdad?— le dije, acomodando mis lentes y quitándome la bufanda, mientras la enrollaba en mi mano.

—No hay persona que no de su grupo en esta compañía, señor- contestó, mirándome directamente a los ojos.

— ¿Qué edad tienes?— le pregunté, mientras recorría cada parte de ella con la mirada.

—Dieci…nueve…— respondió mientras rehuía desviaba sus orbes negras en todas las direcciones que pudiera encontrar.

—Ya veo— le dije sonriendo —Toma— le dije, dándole mi tarjeta de presentación. Ella me miró dudosa —Llámame a las ocho si quieres, te puedo pasar buscando— le dije. Deposité un beso en su mejilla, muy cerca de su boca, haciendo que se el rubor de sus cachetes aumentara hasta alcanzar un rojo intenso. Reanudé la caminata hacia la sala de ensayos mientras ella se quedaba apoyada en la pared, con el labio inferior temblando y la mirada perdida. Su mano apretaba mi tarjeta de presentación. Sonreí de medio lado y entré a la sala, en donde todos los integrantes se encontraban haciendo bromas y boberías de las que hacían siempre. Una bola de pelos con un lazo rosa me saltó encima antes de que yo mismo me diera cuenta.

— ¡Buenos días Nyappy!— exclamé, mientras era atacado por pequeñas lamidas del animal.

—Llegas dos minutos tarde— me dijo Teruki, mientras cambiaba su semblante animado por uno serio.

—Lo siento, una belleza americana durmió en mi cama y cocinó en mi cocina, esta mañana me retrasé un poco— dije mientras dejaba a la perrita en el piso y Miku se carcajeaba.

— ¿Y ya sabes qué se acostará y despertará mañana en tu cama?— me preguntó el dueño del animal, mientras se acostaba con más comodidad en el sillón.

—Algo tradicional, una japonesa clásica— respondí, mientras conectaba mi instrumento al amplificador y me posicionaba en mi lugar

— ¿Cómo se llama?— preguntó Yuki desinteresadamente mientras observaba su teclado.

—Eh… ¿Cómo me dijo que se llamaba?— susurré, mientras hacía memoria — ¡Naomi!—exclamé al recordarlo

— ¿Te vas a enrollar con la pasante, Takuya?— Me preguntó Kanon con una sonrisa divertida.

—Sólo le di mi tarjeta de presentación, pero estoy seguro de que caerá— dije mientras estiraba mis dedos para empezar con el ensayo.

—Al parecer eso de los pensamientos negativos se está yendo— opinó Miku, poniendo a Nyappy encima de un bolso.

—Supongo, ahora empecemos— ordenó Teruki y, luego de eso, empezó un arduo ensayo. Aunque Miku fuera el dueño -por así decir- de la banda, siempre era Teruki el que actuaba como tal. Tal vez fuera sólo el querer parecer más maduro que nosotros por ser el mayor, pero la verdad me parece que es mejor… No me imagino a Miku actuando de líder.

Al terminar el ensayo nos quedamos unos minutos, en los que guardamos los instrumentos, dentro de la sala de ensayos. En el momento en el que estábamos por irnos, Miku nos detuvo.

—Chicos, tengo que decirles algo— Informó, mientras sus manos tomaban más férreamente a Nyappy —Me imagino que ustedes saben lo que era la meta del grupo…— empezó, con la voz temblorosa. Teruki dibujó una expresión de comprensión y calma en su rostro, mientras ayudaba a sentar a un tembloroso Miku aferrado a su mascota.

—Sigue, Tsukiyama— susurró el, ahora, azabachado.

—La meta era el Budokan Nippon ¿no?— vociferó Yuki.

—Así es— contestó Teruki por Miku

—Vamos a representar el Budokan, es definitivo— dijo Miku en un murmullo veloz. Quise preguntar exactamente qué significaba eso para la banda, pero la curiosidad de Kanon me superó.

— ¿Nos separamos?— preguntó Kanon con la voz ahogada

— ¡No! ¡Ni se te ocurra volver a pensar eso Shinya Sano!— exclamó Miku en un grito mientras señalaba al chico de cabello oscuro. Todos quedamos algo impactados, Miku no solía gritar así. Un fuerte suspiro hizo presencia en la sala —Vamos a tomar un descanso desde el día del Budokan… sería el a o 5 de Enero. Los directivos han dicho que lo merecemos y tenemos licencia. Podremos venir algunas veces a la sala de ensayos, pero no todos los días— Terminó de informar el rubio, mientras todo su interés se dirigía a su mascota. Los que estábamos de pie nos miramos sorprendidos… Eso era equivalente a vacaciones ¿no?

— ¿Cuánto durará el descanso?— Pregunté a Miku, pero al parecer estaba mucho más interesado en cualquier cosa que habitara en el pelo de su mascota. Abrí la boca para hablar de nuevo pero su voz me calló.

—Indefinido. Por el momento no se sabe con exactitud cuánto tiempo vamos a estar fuera de juego— contestó, volteando la mirada para ver, tal vez, si yo tenía lo mismo que su mascota en el cabello. Torcí el gesto y observé a Teruki, quien tenía una mueca pensativa

— ¿Qué ocurre?— preguntó Kanon.

—Debemos permanecer más unidos ahora que nunca— contestó en un susurro.

— ¡Tengo una idea!— Exclamó Yuki en un grito que me taladró los tímpanos —De aquí al Budokan vivamos juntos y, después, nos vamos de viaje juntos, y los últimos días cada quien se va para donde quiera y volvemos para volver a ensayar ¡Y todo listo!— chilló con emoción

—No todo es tan fácil Yuki— dije con aparente antipatía, pero no me importó. El realizar las cosas así se veía tan difícil como que cualquiera de los demás accediera.

— ¡Takuya idiota!— chilló Miku — ¡Yuki ha tenido una buena idea! ¡Podemos vivir en mi casa, todos caben! ¡Vamos! ¡Vamos!— empezó a canturrear, tomando a Yuki del brazo y dando ridículos saltos alrededor de la sala de ensayos. Miré a Teruki quien se encogió de hombros y luego a Kanon.

—Con tal y pueda ver animé— susurró Shinya, encogiéndose de hombros al igual que Teruki

— Será— susurré en un suspiro, a lo que los dos rubios gritaron algo parecido a “yai”. Decidí salir de una vez de la sala de ensayos, pero la mano perfectamente arreglada de Miku detuvo mi caminata.

—Hoy iremos a celebrar. Mañana empezarás a empacar— me ordenó con una ceja alzada. Le miré incrédulo y luego de oponer una inútil resistencia, nos encaminamos juntos al restaurante en el que Miku pretendía celebrar.

En el camino pensé en lo absurda que era la idea de irnos a vivir juntos ¿qué sacaríamos de aquello?... Si lo observaba bien tal vez si tendrían cosas buenas porque, si pretendíamos irnos de viaje juntos, nos acostumbraríamos a estar juntos pero el hecho de estar en una casa con demás gente quiero decir que no puedo llegar a la hora que me plazca, ni con quien me plazca, y bueno, tal vez sí pueda hacer lo que quiera en mi cuarto, pero despertar y dirigirme a la cocina para que luego se despierte la que sea a la que le toque esa noche y estar con el resto de los del grupo sería algo incómodo. Visto desde un lado racional, el estar juntos nos impediría en el futuro separarnos. Pero, vamos ¡¿Qué tiene de divertido no poder seguir con todas ellas en la noche?! Ya me había acostumbrado a esa manera de vivir. Bajé la mirada con pesadez y Teruki me observó con curiosidad.

—Tranquilo, Takuya. Tu cuarto será el más alejado y no se escuchará nada, pero asegúrate de que se vaya antes de que despertemos o de que Kanon apague la computadora— dijo en tono de burla. Yo lo miré con el ceño levemente fruncido pero, debido a la pegajosa risa del vocalista, no pude evitar empezar a reír también. Después de todo somos una banda, las cosas no podrían ir muy mal ¿verdad?

Al llegar, el dueño nos pasó a una sala que era únicamente para nosotros. No había más nadie, ni curiosos, ni nada por el estilo. Venían diferentes camareros cada vez que presionábamos el botón rojo para pedir algo. La idea de que se estuvieran turnando entre ellos para venir a ver a los “bichos raros que entraron en esa habitación” me hizo sonreír con sorna. El sonido de mi teléfono móvil me hizo desviar la atención de la escena que estaba montando Nyappy persiguiendo a un desesperado Kanon.

—Aló— vociferé cuando descolgué el aparato.

— ¿Ta... Takuya?— Preguntó una dulce voz.

—Así es…— afirmé mientras rememoraba en mi mente cualquier momento en el que le dijera a alguien que me llamara. La suave voz me trajo de vuelta al presente.

—Es Naomi— susurró. ¡Ella! Claro que me acordaba de quién era, mi ligue de ese día —Te llamo porque hoy ha habido inconvenientes y no puedo salir… pero quería saber si podíamos quedar después— me informó. La sonrisa de mi rostro se borró casi inmediatamente.

—Por supuesto— le contesté, mientras le daba un largo trago al vaso de ron frente a mí. —Nos vemos después, querida— le dije, mientras colgaba. Otro gran sorbo de ron se abrió paso por mi garganta, la cual ardió ante su contacto, y se dio camino hasta mi estómago, preparado para asimilar cualquier líquido que cayera en él.

Desvié mi mirada hacia los integrantes de la banda. Cuando me di cuenta, resulta que todos estaban –práctica y casi literalmente- del otro lado de la sala. Teruki observaba como Miku, Yuki y Kanon se tomaban fotos con la cámara y Nyappy de por medio. Torcí el gesto al escuchar los sollozos del pequeño animal en los brazos de otro pequeño animal: Miku. Tomé al animal -el que tenía el lazo rosa- en mis manos y suspiré. ¿Qué clase de vida llevará la pobre mascota en manos de un anti parabólico como Miku?

— ¡Devuélveme a Nyappy-chan, Takuya!— chilló Miku.

—No, terminarás matando a la pobre.

—Si fuera a morir por lo que sea que pienses que podría morir en mis manos ya lo hubiera hecho— dijo, arrastrando un poco las palabras. Se paró y atravesó la sala mientras que se tambaleaba y, algunas veces, sus pies se enredaban, dando la impresión de que se caería. Se echó a mi lado y el olor a alcohol se apoderó de mi olfato.

—No tienes aguante, Miku— mofé con una sonrisa divertida

—Sí tengo, simplemente tú tienes demasiado— me dijo mientras tanteaba en mi buscando a su mascota, la cual se había escabullido muy lejos de su dueño sin que este se diera cuenta. Por alguna razón desconocida, Miku comenzó a cantar en voz alta y con un acento que hacía notar claramente su estado de ebriedad.

La puerta se abrió de repente, haciendo que todos volteáramos a ver. La joven que la atravesó la volvió a cerrar y, poniendo el pie de limón frente a Yuki, nos observó a Miku y a mí con interés. Levanté una ceja mientras Miku seguía en su mundo cantando. Supongo que así se pone para componer las canciones “Nyappy”.

—Disculpen es que… soy una gran, gran admiradora— susurró ella en un hilo de voz. Teruki sonrió mientras Miku se callaba en su totalidad. Sus ojos, los cuales habían estado ligeramente desorbitados en medio de su canción, se enfocaron de la chica. Kanon y Yuki también le miraron con interés.

— ¿Quieres una foto de un… fanservice?— preguntó Miku de la nada. Un intenso sonrojo cubrió el rostro de la chica en el momento en que esta movía efusivamente la cabeza en señal de positivismo. Un celular fucsia lleno de calcomanías y con incontables llaveros salió del bolsillo de la chica.

—Oh, Miku, te gusta trabajar en horas extra— le dijo Teruki mientras la chica se acercaba temerosamente a donde estaba yo. Bueno, para ser más precisos, al lugar en donde yo mantenía con una mano la espalda de Miku para que no cayera al piso y se partiera la cabeza.

—Algo así— respondió el rubio mientras sonreía. Yo sólo blanqueé los ojos y esperé a que Miku le saltara encima a Kanon o a Teruki, pero eso no pasó. Cuando la cámara del teléfono de la chica estuvo totalmente lista, Teruki volteó su mirada hacia mí, mientras Kanon y Yuki contenían una risa que me hizo fruncir el ceño.

—Tú también trabajas horas extra, Takuya— me dijo divertido. Levanté una ceja y, en el momento en que abrí la boca para reclamarle, el cuerpo de Miku se posicionó sobre mi y su cabello rubio fue lo último que vi antes de que la humedad de su boca se apoderara de la mía. Yo me quedé totalmente pasmado debajo de él mientras que el flash de la cámara nos iluminaba continuamente, con efusividad. Miku sobaba su lengua con la mía y, al sentir el delicioso sabor, le correspondí con un poco menos que rapidez.

La chica agradeció y seguramente se inclinó y salió dando brincos debido a que tenía un inédito fanservice de Miku y Takuya que muy pronto estaría en todos los foros de internet. Yo odiaba los fanservice, me parecían algo que pondría totalmente en duda nuestra sexualidad. Me di cuenta de que todavía besaba a Miku cuando una de sus frías manos se coló debajo de mi camisa. Di un respingo y lo aparté con rapidez.

— ¡¿Qué crees que haces?!— pregunté después de balbucear algunas cosas sin sentido. …l me miró confundido y los demás incrédulos.

—Fanservice…— susurró Miku con una sonrisa que no me dediqué a descifrar.

—Sabes que eso no me gusta— le dije alterado mientras tomaba con rapidez mi suéter.

—Pero si la estabas pasando bien, Takuya— me dijo Kanon. Lo miré con repulsión y, apurado, tomé mi bolso. Desgraciadamente, al tomar el mío con tal alteración, tumbé el de Miku, y todas las cosas se mezclaron. Con un bufido recogí mis cosas y las metí en mi bolso. Cuando comencé a ordenar las de Tsukiyama, éste me detuvo.

—Tranquilo Takuya, vete a tu casa. Hablamos mañana, recuerda empacar todo— dijo, mientras se tomaba la cabeza entre las manos. ¿Había sido la borrachera una maraña para besarme? No lo creo, y menos lo creía de Miku.

Salí a zancadas del restaurante y, al llegar al estacionamiento y ver que mi auto no se encontraba, me acordé de un leve detalle. Regresé a la sala en donde estaba el resto de la banda con un bufido. Al entrar, todos los integrantes abrazaban a Miku. …ste me miró e, inmediatamente, les dijo que lo soltaran. Los miré con una ceja alzada, mientras Miku se enderezaba.

— ¿Qué ocurre?— pregunté, pero ninguno contestó.

— ¿No te ibas?— me preguntó Yuki.

— ¿Me estás corriendo?

—No, no, nada de eso— contestó, moviendo sus manos de un lado a otro. Perdió el interés en mi persona y lo dirigió directamente al dulce que descansaba en la mesa frente a él.

— ¿Por qué volviste Takuya?— preguntó Miku con la voz ligeramente temblorosa. Sus ojos estaban un poco enrojecidos y la cara también. Los signos de ebriedad habían desaparecido por completo. Me volví a plantear que tal vez simplemente era una jugarreta para hacerme enfadar.

—Me he venido en el carro de Kanon. No tengo el mío aquí— les recordé, mientras los miraba. Todos se miraron entre sí y luego Miku se levantó de su puesto, con una gran sonrisa. Lo único diferente de las demás, era que ésta no se contagiaba.

—Yo lo llevo. Me queda en el camino y creo que debería devolverme.
Aparte de que Nyappy tiene sueño, no creo que sea bueno seguir tomando— dijo, mientras se despedía de todos estrechándoles las manos. Tomó su bolso y salió de allí conmigo y con Nyappy.

Me monté en el puesto de copiloto y él se dirigió al puesto de atrás, mientras dejaba a Nyappy en el puesto de conductor. Iba a gritarle si de verdad se sentía bien cuando descubrí que simplemente estaba acomodando algunas cosas para poner a Nyappy atrás. Al terminar su labor, se sentó frente al volante.

De camino a mi casa todo fue increíblemente silencioso -y digo increíble porque era Miku el que iba manejando-. Al llegar, frenó con calma frente al modesto portal del edificio. Me miró mientras sus ojos color miel de repente parecían obtener un color más oscuro. No reparé en aquello y me despedí de él apretándole la mano. …l tomo mi mano con la suya y, mientras la sujetaba con fuerza, me atrajo hacia él. Caí en su pecho con la respiración ligeramente agitada mientras él pasaba su mano por mi espalda y luego daba algunas caricias en mi cabello castaño.

Tomó mi rostro con ambas manos y yo seguía petrificado. Besó mi cachete, muy cerca de la comisura de mis labios y, luego, dio un leve roce de sus rosáceos labios con los míos. Apenas pude sentirlo, había sido demasiado sutil, casi inexistente. Su pausado aliento, con un extraño olor a menta -el cual no se sabe cómo llegó hasta allá si se supone que estaba ebrio-, daba de lleno en el pequeño orificio de mi boca abierta. Se acercó a mi oído y susurró pausadamente “Buenas noches, Takuya”. Asentí levemente y salí del auto un poco conmocionado. Vi una pequeña lágrima brotar de su ojo y bajar hasta su mentón, pero seguramente fue mi imaginación.

Pasé el trayecto de planta baja a mi apartamento con la mente en blanco y, al llegar, lo único que se me antojó fue un baño. Un reconfortante baño.

Entré a la ducha, mientras había la llave, y el agua empezaba a correr por mi níveo cuerpo. Intentaba olvidar el beso. Intentaba olvidar la manera en la que con suavidad y a la vez frenesí Miku movía sus labios sobre los míos. Intenté lo olvidar lo suave de su lengua acariciando lo mía, mientras que el peculiar sabor de su boca inundaba por completo mi ser, haciéndome estremecer. Intenté olvidar el frío –y efímero- tacto de sus dedos sobre mi estómago, haciéndome desear. Antes de que pudiera darme cuenta, cada cosa, como el aliento y sabor de Miku, lo suave de sus finos labios, el ritmo con que lo hacía e, incluso, la manera en que sus manos se posaron sobre mi rostro y su mirada intensa se posaba sobre mi eran los dueños de mi mente. Di un golpe que dio de lleno en la pared, dañando mis nudillos, haciendo que sangraran. Muy poco me importó ése hecho.

—Maldito Akiharu Tsukiyama— susurré mientras cerraba la llave que daba paso al agua.

Salí de la ducha y me lancé en mi cama con un sonoro suspiro. Volteé el rostro para encontrarme con mi bolso. Lo abrí y empecé a rastrearlo para buscar mi celular, pero algo me llamó bastante la atención. Lo tomé con las manos y lo acaricié. Era un pequeño cuaderno negro cubierto por un sinfín de calcomanías -sabía que era negro por algunos espacios de las esquinas que, muy difícilmente, no lograban ser cubiertos-. Sabía que la curiosidad mataba al gato, pero ¿qué más da? Sería difícil que en aquel y pequeño libro estuvieran los secretos del mundo.

Abrí el pequeño libro y, antes de poder leer algo, me llenó el olor de Miku. Totalmente extraño. La primera página estaba en blanco, exceptuando la esquino inferior derecha, en la cual estaba escrito “Tsukiyama Akiharu”. Bueno, a eso se debía el hecho de que tuviera su aroma. Pasé a la segunda página y, al leer las primeras palabras, cerré inmediatamente el cuaderno. Lo tiré en la cama y medité unos segundos.

Después de estar pensando frenéticamente -y sin sentido- unos minutos, decidí que sería entretenido ojear. Cerré la puerta de mi habitación y me senté en la cama mientras el CD de música se reproducía en la radio que había cerca de la cama. Abrí el libro, dando pie a una larga historia de vida. “Mi querido Diario…” fueron las palabras que sirvieron para invitarme a deleitarme toda la vida si era necesario a leer el pequeño libro. Recordé que debía empacar para mudarme el día siguiente a la casa de Miku. Lo hice con parsimonia y, al terminar, vi la hora. Era muy tarde. Suspiré.

Me tiré en mi cama y me dispuse a dormir. El día siguiente me levanté más temprano de lo normal y, mientras esperaba la hora para salir tomándome un delicioso café, empecé a leer el pequeño diario del vocalista.

Ahí fue cuando todo empezó.
Notas finales: Bueno, espero que de verdad les haya gustado este prólogo O w O y que sepan más o menos cómo será la historia.
En el fanfic, abarcaré lo que viven el tiempo en el que están en la casa de Miku y el viaje de ellos. Lo pienso terminar cuando estén volviendo del viaje, cuando vayan con sus familias, ya que no sé cuándo estos chicos volverán de su descanso.
Ya saben, cuando el viaje esté por terminar, el fanfic será lo mismo XDDD están en sobreaviso~ -w-

Takuya: ¡Soy un protituto en tu historia! D:
Katsura: Mi almo ._. Simplemente tienes una manera diferente de ser XD
Takuya: Dejen rewievs para que mi historia continúe -w-~

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