Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Error de cálculo por hefestion_amintoros

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Primer fic en esta pagina, eso es todo.
—¿Me puedes explicar esto? —dice Saga arrojándome unas facturas en la cara.
—Son facturas, ¿no?
—Milo, son facturas de un hotel y de un restaurante al que estoy seguro no he ido en toda mi vida, así que quiero una explicación.
—No la tengo, bueno, sí, pero no te va a gustar —le digo sonriendo, no sé porque sonrío, pero lo hago.
—¿Con quién estuviste?
—Con mi abuelita que esta muy enferma la pobrecita y te manda cariños —él parece estar a punto de estallar.
—¡Milo!
—Estuve con otro, y tú lo sabes. ¿Para qué las preguntas? Todo esta bien clarito, hombre.
—¡Maldito buscón!
—¿Yo? ¿Me insultas? Saga, por dios, si no hay plata no hay fidelidad y ya lo sabes. Ese ha sido siempre el trato, ¿te acuerdas?—no sabe ni que decir, pobre, a veces me da lástima, pero de la compasión no sé come, ¿verdad? Se come con plata, y a mi me gusta comer muy bien —Ya me voy, cuando tengas dinero, me llamas —le digo y tomando mi chamarra salgo de su oficina.

Si, esta es mi vida, y no me da pena, para nada, ¿por qué habría de tener pena? Sólo hago lo que se hacer mejor, follar. Y vaya que me gusta follar. Creo que los que no comparten mi gusto son anormales, digo, todos sabemos que la cama y la mesa son los grandes placeres del hombre, y yo soy todo un hombre, ¿alguna duda? Pregunten a cualquiera de mis amantes. La lista es larga, muy larga. Aunque todos tienen un denominador en común, están podridos en dinero. Es que me gusta la buena vida. Y me gusta mucho, demasiado. Como y bebo sólo lo mejor. No me drogo, esas cosas no son para mí, es basura, aunque lo he experimentado. Me gusta vestir bien, sólo hay ropa de diseñador en mi closet. ¿Qué como lo pago? Pues con mi cuerpo. Así nada más. Y no es porque sea un bruto, es que el trabajo no es para mí, ¿por qué matarme un mes completo para ganar lo que puedo conseguir en menos de un día? Todo lo que hago es aprovechar las cosas que me dio la naturaleza, y listo, consigo lo que quiero. Aunque a veces trabajo sólo para cubrir las apariencias.

Me llamo Milo Escorpión y soy lo que se dice, un gigoló. Pero no me acuesto con mujeres, eso si, las mujeres dan demasiados problemas, aunque son cariñosas. No entienden mucho de separar dinero y placer, así que son perfectas, pero, a mi no me gustan. Causan demasiados problemas, siempre lo he dicho, las mujeres deben quedarse en la cocina.

Me enfoco en los hombres, cuando sabes trabajarlos sueltan con facilidad la cartera y firman lo que quieras, así es como conseguí ser dueño del departamento al que me dirijo ahora. No vivo sólo, tengo un compañero nos cubrimos uno al otro cuando es necesario, así que más que una amistad, podría decirse que es una cuestión de conveniencia lo que nos tiene juntos.

Mi auto esta en la esquina. Cuando lo dejé ahí, sabía que no iba a tardar. Hice todo a propósito, puse las facturas en el saco de Saga cuando no me miraba, ¿para qué? Sencillo, para deshacerme de él sin problemas. Nunca hago nada que no me beneficie, es la verdad. Me metí con Saga por dos motivos, el primero y más obvio es su dinero, el segundo, esta casado, así que haga lo que haga con él, no se mencionará, y si algún día lo necesito, puedo chantajearlo.

Solté a Saga porque encontré algo mejor, y que será más fácil que él. Saga tendía a ser controlador y eso no me gusta. No me gusta nada.

Ahora tengo a alguien en la mira, he comenzado a moverme para conseguirlo. Lo conocí en una de esas fiestas pomposas en las que me cuelo para pescar. El hombre es apuesto, pelirrojo, un poco más bajo que yo y con aire de melancolía. Se llama Camus Albert. Está viudo desde hace unos meses, los venerables viudos son mi especialidad. Son tan fáciles los pobres. He conseguido colocarme como su asistente. No ha sido fácil, y lo cierto es que me repele la idea de levantarme temprano y encima tener que soportar a sus dos hijos, pero, la plata me llama.

Tengo lo suficiente para vivir un par de meses, pero no me gusta estar a la deriva tanto tiempo. Necesito asegurar a ese viudito a la brevedad. Aunque, por si acaso, he comenzado a trabajar a otro. Nunca es malo tener algo de reserva.

Llego a casa y me encuentro con que Afrodita ha salido, dejó un mensaje pidiéndome que si su amante en turno llama le diga que ha tenido que ver a su madre que se ha puesto mala. Espero que el tal Radamanthys nunca se entere que la madre de Afrodita lleva muerta hace una pila de años. Aunque me gustaría ver como sale de eso, la verdad.

Al día siguiente me levanto temprano, de malas y con el tiempo justo para poner cara inocente con el delicioso señor Albert. No hemos sido presentados formalmente, pero ya me encargaré de que él se entere de que existo. Tendré que agradecerle a Afrodita, de no ser por sus contactos no hubiera podido llegar a este punto. En fin, hora de comenzar.

Decidí tomar un taxi, no es tan bueno que llegue en el auto que tengo, no corresponde con la idea de lo que el asistente de alguien como Albert.. Bien, heme aquí. Le sonrío a mi reflejo en un cristal y entro al edificio decidido a hacer lo necesario para atrapar a Camus Albert lo antes posible.

Me dan ganas de reírme al ver la manera en que la recepcionista me mira. Como dije, las mujeres son fáciles, pero demasiado problemáticas.
—Buenos días, linda, ¿en que piso esta la oficina del señor Albert? Soy su nuevo asistente —le digo inclinándome con coquetería hacía ella.
—¿El señor Albert?
—Si, Camus Albert.
—En el penthouse, ¿eres su nuevo asistente?
—Si, hoy inicio.
—Pues buena suerte —me dice con una sonrisa tímida.
—Gracias, linda, quizá uno de estos días podamos tomarnos un café, para compensarte por tu ayuda, ¿ah? —digo, sí, no pienso cumplir eso, o tal vez lo haga, si necesito cubrirme en algún momento.
—Claro, si, gracias —la dejo con una sonrisa en la boca y me dirijo al elevador. Así que el penthouse, interesante, eso quiere decir que mi pronóstico acerca de su situación económica no estaba equivocado. Ahora todo lo que tengo que hacer es estudiarlo un par de meses y después, tender la red. Sólo eso.

He llegado a mi destino, todo aquí luce sobrio, pero elegante, diciéndolo de manera coloquial, huele a dinero y cosas finas.
—Buenos días, tengo una cita con el señor Albert. —digo al llegar a la antesala de la oficina de mi prospecto.
—¿A quién anuncio? —dice la secretaria. Parece que no le he caído bien.
—Milo Escorpión, el nuevo asistente —le digo con seriedad.
—Espere un momento, el señor Albert está atendiendo una llamada.
—OK —digo y me aparto del escritorio de esa chica.

La secretaria me mira de arriba abajo, todo parece indicar que tengo competencia. Por supuesto que esta pobre no entiende que esta tratando con un profesional. Me acomodo en el sofá, sospecho que esta chica es la responsable de que los asistentes le duren tan poco al viudito. Por supuesto que no ha encontrado a alguien como yo. No me va a durar ni diez segundos. Creo que la prioridad ahora es deshacerse de ella, si tienes esos aires es porque él confía mucho en ella, deben llevar años juntos o algo así. Eso no me importa, voy a deshacerme de ella a la brevedad, esa mujer huele a complicaciones. Seguro tiene la fantasía de enredarse con el jefe, como tantas, que pena que se cruzara en mi camino.

Diez minutos más tarde, me hacen entrar a la oficina de mi prospecto. El hombre se cae de bueno, esa es la verdad.
—Gracias, Hilda, puedes retirarte —dice, la rubia sonríe y agita el trasero, vaya, si que es tonta —. Buenos días, señor Escorpión, la agencia nos ha dado muy buenas referencias de usted —sonrío, por supuesto que tengo buenas referencias, pague bastante por ello.
—Buenos días, señor Albert.
—Por lo que puedo ver ha trabajado antes en posiciones semejantes a la que le ofrezco.
—Así es.
—Bien, si no tiene inconveniente, me gustaría que estuviese un mes a prueba.
—Por supuesto que no tengo inconveniente. al contrario —le digo intentando mostrarme sereno —. Quiero demostrarle que soy el adecuado para el puesto —Albert me sonrie.
—No será fácil, sus predecesores encontraron demasiado duro el empleo.
—No me asusto fácilmente, señor Albert.
—Me alegro, bien, entonces en cuanto se instale, Hilda le entregará mi agenda personal y de negocios, necesito que me auxilie hoy mismo con algunos trámites, la construcción que emprenderemos no puede avanzar sin los permisos que usted debe tramitar.
—Comprendo. Lo veré más tarde, señor Albert.
—Adelante —bien, así que tendré que esforzarme un poco con esto, pero la verdad es que vale la pena. Seguro me lo pasaré muy bien en la cama con el viudito. Los calladitos son los peores.

Justo como me imaginé, la secretaría me odia, ¿me importa? Claro que no. A mí lo que me mueve es la plata y ese Camus la tiene a montones, y yo sólo quiero un poquito.
—Esta va a ser tu oficina —dice Hilda abriéndome la puerta de un minúsculo cubículo, me guardo mis comentarios, que tengo varios, y le sonrío.
—Gracias, Hilda, la veré después —le cierro la puerta en las narices y me tomo mi tiempo para instalarme. Tengo lo que en toda oficina debe haber, computadora, escritorio, silla incómoda y demás. La verdad no me interesa mucho, pero no puedo aparecerme tan de pronto en la oficina de Camus, tengo que fingir bien esta vez, creo que él no es de los que caen tan fácil, si lo fuera, esa secretaría tendría mejor carácter.

Me pregunto, ¿cómo será en la cama? Ojala sea ardiente, no quiero tener que buscarme el placer en otra parte, eso complicaría las cosas demasiado. Saga no era malo en la cama, la verdad es que era bueno, ese era una de las razones por las que me tardé tanto en botarlo.

Me quedo en la oficina diez minutos más, no es bueno esperar demasiado. Me encuentro con que la amargada esa no esta por los alrededores, tendré que anunciarme sólo. Toco suave a la puerta y Camus me invita a pasar.
—Adelante…—dice, abro y me lo encuentro sin saco y sin corbata, luce mucho mejor, más guapo que antes, nunca me han gustado los hombres con corbata.
—Señor Albert…
—Ah, Milo, pase, por favor siéntese —dice y se pone de pie —Precisamente iba a buscarlo, tengo todo listo para que comience con los trámites que le comenté hace un rato.
—Como diga, señor Albert.
—No será difícil, seguro que usted sabe como son estas cosas, su currículo dice que lo ha hecho un montón de veces.
—Por supuesto, no voy a defraudarlo, señor Albert
—Tenga, aquí tiene los documentos necesarios para comenzar el trámite —dice y me ofrece una gorda carpeta que recibo sin chistar, no le diré que no tengo idea de que me pide. Diablos, creo que debí intentar otra estrategia y no esta, ¿cómo voy a tramitar esto si ni siquiera tengo idea de que es? —. Si se le hace tarde no regrese, ¿de acuerdo?
—Si, claro, aunque procuraré que todo este listo lo antes posible —le digo fingiendo interesarme más en los papeles que en él. Mientras hojeo la carpeta, le muestro mi mejor ángulo, es un buen comienzo, él está mirándome.
—Bien, entonces, vaya, Milo.
—Por supuesto, estoy a sus órdenes, señor Albert —digo con una sonrisa coqueta, él se ha puesto nervioso, creo que tengo que parar ahora, eso si no quiero echar a perder las cosas.

Bien, aquí voy, aunque no se ni que diablos voy a hacer con estas cosas. Pero no he llegado hasta donde estoy sólo por mi cara bonita, ¿eh? Yo sé como moverme, en más de un sentido de la palabra… tengo mis métodos, poco claros, pero efectivos. Llamaré a algunas personas y seguro que antes de mañana estará todo en orden. Tengo que impresionar al viudito.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).