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¡SERÁS MIO! por Lalamy

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Notas del capitulo:

¡Hola! Siento la tardanza, al fin logré terminar este capítulo, en las notas finales comentaré más cosas- innecesarias- al respecto.

 

 

 

-        Lea…lea…- oí que me susurraban-Leandro, despierta, es tarde…

 

 

Murmuré algo parecido a un “¿Qué?”, muy lento, carente de toda modulación, un sonido que emané por inconciencia.

 

 

-        Es tarde, al menos come algo- abrí un ojo, genial Lein jodiendo de tempranito.

-        Pero… yo… papá ¿Qué haces despierto a estas horas?

-        ¿”Estas horas”? No seas bestia, son las once de la mañana- rió.

-        Las on… ¡¿Las once?!-grité sorprendido, sentándome de golpe sobre la cama- ¡¿Pero como?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué hiciste?!

-        ¿Cómo que “que hice”? Tú te quedaste dormido, no yo…

-        ¡¿Pero por qué no me despertaste?!

-        Vine a despertarte dos veces, pero no me hiciste caso…

-        ¡Pero que ejemplo de padre!

-        Porque soy tu padre decidí no insistir más…

 

“¿Eh?”

 

Mi padre y sus surrealistas intenciones, y yo con la cabeza hecha mierda  con tanto lloriqueo de niñita.

 

 

 

-        Noté que estuviste llorando toda la noche…- confesó.

-        ¿Se oyó?- dije aterrado, me aseguré esa noche de no armar ninguna clase de escándalo.

-        No, pavo, es sólo cosa de verte la cara- se burló-. Mira, aunque pienses lo contrario, no soy tonto, ayer llegaste mal, y… digamos que te di permiso para que faltaras, y así poder recobrarte ¿Entiendes? Rara vez te ausentas a clases, y no creo que sea tan malo hacerlo de vez en cuando…

-        ¿No te cansas de ser tan mal padre?- le dije molesto, ni si quiera medí mis palabras, simplemente me incomodaba que él notase que yo me sentía pésimo.

-        ¿Realmente crees que soy un mal padre?- se sentó  al borde de mi cama.

-        Ay, no… son sólo estupideces que digo, no lo dije en serio- dije refregándome los ojos, Dios, sí que me dolía la cabeza.

 

El sonrió desviando la mirada.  Me sentí el peor hijo de las historias yaoi, después de todo,  se percató de mi mal estado y fue comprensivo pese a que no le dije nada. Sin embargo, pese a su piadosa acción,  me molestaba que fuese incapaz de querer violar mi privacidad haciéndome preguntas indiscretas como todo buen padre fisgón, ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué jamás me cuestionaba? Muchas veces le echaba la culpa a él por mi comportamiento caprichoso, pues siempre me dejó ser  libre.  A veces simplemente pensaba que yo no le interesaba, siempre estaba ahí, era responsable, simpático, comprensivo… pero demasiado  flexible como para parecer que me quería.

 

Y sorpresivamente me acarició la cabeza.

 

 

-        ¿Te sientes mejor?- me preguntó con voz serena.

-        Algo…- murmuré.

-        Y… ¿Está relacionado con ese niño que te gusta?

-        Eh…- hice una pausa para ver si mentía o no, fue algo que no lo vi necesario- sí…

-        Ah…- asintió con la cabeza.

 

Y nos quedamos en silencio.

 

El dejó de acariciarme  y se puso en pie para marcharse, me sentí incómodo, como si estuviese esperando a que yo tomase la iniciativa y le dijese algo ¿Por qué tenía que ser así?

.

 

Sí, lo sé, los padres no tienen que saber todo de uno, para eso existen los amigos…

 

…pero yo no tengo amigos, tal vez por eso me sentía tan desesperado por una atención paternal, y para sumarle puntos a mi patetismo le diré que los únicos quienes podrían atender a mis berrinchudas narraciones, aparte de mi progenitor, serían unos primos que tengo, mas allá de eso, nada…

 

 

 

-        Papá…- dije con la voz quebrada, él me miró calmo.

-        Dime- miró hacia atrás.

-        El no me quiere…- mis ojos se humedecieron-me equivoqué y ya no me quiere…

 

El sonrió levemente y se volvió a sentar a mi lado, luego de eso me abrazó, y yo me quedé como un indefenso niñito en su regazo. No lloré mucho, no me gusta llorar, pero sentir ese abrazo me hizo mas vulnerable al mundo, sensación que me asustaba, porque vulnerabilidad era igual a debilidad, y jamás me permitiría ser débil.

 

-        ¿Pero que hiciste?

-        ¡Puras pendejadas! ¡Pura imbecilidades!- dije con una voz mas aguda- ¡El no me quiere porque soy hombre! ¡Porque soy pendejo! ¡Porque soy su…!

 

“¡CALLA!” me dije a mi mismo, ¡Mierda! Estuve a punto de develarle mi secreto más profundo: Quien era él.

 

-        Eres su…- quiso saber como terminaba mi oración inconclusa.

-        No, nada- dije alejándome de él, limpiándome la nariz con la manga de mi polerón.

-        Pero que cerdo, toma…- rió, y me cedió un pedazo de papel higiénico, él estaba un poco resfriado y por eso lo llevaba consigo, no porque fuese Doraemon- un dibujo animado que, pese a los casi cincuenta años de trayectoria sigue siendo reconocido.

 

 

Yo acepté avergonzado, y agradecí a voz baja.

 

 

-        ¿Estás seguro que es algo definitivo?

-        Con él todo es definitivo.

-        ¿Será…? La gente cambia sus características dependiendo de la persona, sobre todo si esa persona se empeña en enmendar su error demostrando su arrepentimiento- me dijo con la mirada adherida a mis  ojos, yo los desvié hacia la ventana que se encontraba a mis espaldas-, eso puede variar siempre y cuando él haya mostrado interés en ti.

 

“¿Interés en mí?” “A Bastián lo único que le interesa es hacer que su vida sea normal, alejando a cualquier agente extraño de su estúpida rutina” pensé, luego de este despechado pensamiento extirpé aquellas palabras cargadas de molestia de mi mente, para volver a enojarme conmigo, pues yo había cometido el error, no él, Bastián había accedido a mi loco trato pese a su cuadrada forma de ser, pese su convencionalismo, exigiendo que aceptase mi personalidad, sin caer en cuenta de que yo también debía de aceptarlo a él y respetarlo.

 

Nuestra pelea sin duda había sido pendeja, de seguro él también estaba de acuerdo con eso pero si bien podría percibir aquello, todavía no lograba entender que es lo que pensaba él de mí.

 

“Me da miedo descubrirlo”

 

 

-        Gracias papá. Creo que estoy comprendiendo un poco las cosas.

-        Tranquilo, todo a su tiempo, no te esfuerces, tal vez fue una peleita tonta, no  le tomes mayor peso a asuntos que no lo merecen.

 

 

 

 

 

 

Antes de que Bastián y Naomi llegaran de la escuela, yo me marché para evitar toparme con él. No estaba preparado para dedicarle una fingida sonrisa de bienvenida, ni hacer que todo estaba normal, quería alejarme de él, quería alejarme de todo lo que conocía, así que tomé el metro subterráneo y viajé por las estaciones sin un destino previsto, no estaba repleto como me lo imaginé, hasta me senté en uno de aquellos resplandecientes y anaranjados asientos, del que me tuve que salir para cederlo a una anciana… no es de malo, pero jamás podía sentarme por prolongado tiempo, y eso me fastidió en ese instante ¿y qué? Nunca dije que era un buen chico.

 

Me bajé aleatoriamente en Salvador, el lugar en donde se asentaban la mayoría de los canales televisivos- y los más respetados-, recordando el trabajo esforazdo de mi padre-él era parte de un canal por cable, es decir, sin mucho presupuesto-, intentando crear distintos proyectos que fuesen un real aporte para la sociedad y a su vez atractivos, sin caer en los prejuicios de la televisión, un trabajo sin duda exhaustivo y que lo ha llevado a reiterados conflictos tanto con sus pares, como monetareos.

 

Me tumbé en el césped de un parque muy pulcro y decente, con una enorme fuente que por las noches expulsaba agua que se iluminaba con una variedad de colores realmente hermosos – no lo he visto en persona, pero doy fe de que lo son, al menos las fotografías lo develan-, y me pregunté que mierda haría con mi vida después de la escuela…

 

 

No llegué a ninguna respuesta.

 

 

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente volví a mi rutina, me levanté temprano, me bañé, me coloqué mi gastado uniforme y desayuné con los mismos desquiciados ánimos de siempre. Estábamos los tres hermanos solos, pues Leonardo y Lein se habían marchado a sus respectivos trabajos, cada uno con sus diferentes formas de demostrar que querían holgazanear en  la casa.

 

Naomi hablaba acerca de los ovnis, no entendí bien, se emocionaba tanto en su narrativa que carecía de todo sentido, mezclando hechos, palabras, y pensamientos de ella misma. Bastián intentó hilar cada palabra en voz alta, pero terminó por decirle que comiera o sino cometería suicidio.

 

 

Mi hermana… bella, popular, toda una atleta, y una nerd retorcida amante de los vegetales,  pro-animal.

 

 

 

 

Al llegar al salón junto con ella, nos separamos para cada uno sentarse en su respectivo rincón, me di cuenta que no le dirigí ni media palabra a lo que es mi…hermano, y eso estaba bien, era perfecto, pero a su vez me sentía triste, sobre todo cuando me senté a la pared junto a un compañero de banco que jamás quise a mi lado porque era un odioso que no hablaba, alrededor de compañeros que si bien hablábamos eran demasiado fanáticos del futbol para mi gusto, tendiendo a hablar pura mierda cuando no se trataba de ello.

 

 

Al recreo Gonzalo me fue a buscar a la sala.

 

-        Oye, ¿Por qué faltaste ayer?- me preguntó inmediatamente.

-        Salúdame primero, que no dormí contigo- gruñí.

-        Uh… que genio, eso es novedoso. ¿A que se debe el mal humor?

 

Suspiré por lo bajo, y pegué mi vista a Bastián quien se encontraba del otro lado de la escuela con su grupo de amigos.

 

Quise ir hacia allá, lanzarme encima, girar sobre su propio eje, y tirarlo al suelo como una especie de aplanadora- técnica de lucha libre-, como muestra de cariño.

 

 

-        ¿Qué pasó?- insistió mi primo.

-        ¿Te acuerdas de la salida de Bastián?

-        Si… ¿Qué pasó? ¿Cómo te fue?

-        Pésimo, el se dio cuenta que lo espiaba por culpa de un gigoló con pinta de Trasher, y… tú lo conoces, tiene su carácter y ante eso me rechazó rompiendo el trato que habíamos “pactado” en palabras.

-        ¿En serio? Que mal…- murmuró, yo lo miré de reojo para ver su expresión meditante.

-        Si…

-        ¿Y que vas a hacer? ¿Lo dejarás en paz? Porque si es así será tan extraño ver tu intento de superación, que quizás necesite pastillas para dormir.

-        No, aquí no hay nada que superar…

-        ¿Entonces?

-        Digamos que… lo dejaré tranquilo, ya sabes “tiempo al tiempo”, pero esto sólo va a ser momentáneo, por mientras intentaré hacer algo con mi vida, y cuando él menos lo espere ¡Zas!, daré el zarpazo y volveré  al campo de batalla- tomé aire, y dirigí mi mirada hacia mi receptor-. Él tomó una decisión aparentemente definitiva, pero también fue impulsada por el fastidio momentáneo. Jamás tomo en cuenta las palabras en medio de un conflicto, suelen ser propulsadas por la pasión, lo que bloquea la razón, haciendo que muchas veces se digan cosas con el sólo afán del desquite temporal, sin representar precisamente lo que se piensa, o siente en la mayoría del tiempo…

 

Gonzalo se quedó suspendido, yo no sé si lo que hablé lo dije  mal, es decir,  las ideas las vomité de tal manera que se hicieron ilegibles. O la velocidad  con las que las disparé fue muy apresurada…

 

-        Leandro…- terminó por decir volviendo a la realidad- ¿Sabes? Eres muy inteligente, muy perceptivo, muy audaz, pero esa misma inteligencia, compadre, te va a jugar en contra.

-        ¿Por qué?

-        Porque tienes el horrible defecto de subestimar a los demás.

-        ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué me siente, que haga caso omiso de la basura que me dijo, y me olvide de toda posibilidad de reivindicarme? ¿O acaso quieres que llore? Claro… que llore como una Magdalena en la triste falda de mi padre, o en el buen hombro de un amigo, sufriendo por mi amor platónico- dije con tono burlesco-,  y escuchando canciones en la radio, cual patética víctima, creyendo que cada canción cebollera describen lo que siento, y se las dedique mentalmente a él.

-        ¡¿Ves?! ¡Ese es tu maldito problema!- alzó la voz molesto- ¡No puedes ser espontáneo!

-        ¿De que hablas? Claro que lo soy…

-        ¡No! ¡No lo eres! Siempre tus acciones y reacciones van ligadas a un plan, todo tiene que se maquinado, procesado… ¿Qué tiene de malo llorar? ¡Todos lo hacen! ¿Qué tiene de malo recibir consuelo? ¡Todo el puto mundo lo necesita! ¡¿Por qué te empeñas en ir contra la corriente?! ¡¿Por qué no dejas de hablar sobre el amor  como si tuviese un instructivo, un objeto que se arma, y se utiliza según lo que te dicte un maldito papel?!- bajó la voz-  Ahora entiendo a Bastián, sé perfectamente  lo que le provocas y porque jamás se fijaría en ti.

-        Ah… ¿Si…?

-        Sí. Le das miedo. Teme a tu obsesión, tu frialdad, las cosas que pasan por tu mentecita, cada palabra más falsa que la otra. Uno no puede sentir pena por ti sin pensar que el sentimiento que uno te va a manifestar ha sido manipulado…

-         Yo no soy así- fruncí el ceño.

-        Lo eres, eres incapaz de demostrar una mísera emoción sin ser previamente evaluada…

-        No, yo…

-        ¿Qué hiciste cuando Bastián cortó contigo?- me interrumpió sádicamente, quería hacerme sentir mal… y lo estaba consiguiendo.

 

Yo pensé en mi respuesta.

 

-        Traté de arreglarlo,  y luego me quedé callado- respondí.

-        ¿Por qué callaste?

-        No quería dar pena.

-        ¿Alguna otra razón?

 

“Mierdoso” pensé.

 

No, aparentemente no habría otra razón, busqué entre mis pensamientos, entre mis sensaciones, ¿Qué quería que le dijera? Esa era la razón fundamental, no habría otra…

 

Bueno, eso creí hasta que me salió lo siguiente:

 

-        No quería decir nada que perjudicase mi situación actual, para así luego… poder hacer algo.

 

Tan simple como eso.

 

 

 

Me dio tanta rabia conocer, la parte más vacía de mi persona.

 

De ahí vino el remate.

 

 

-        Piensa muy bien antes de decir que estas “enamorado” de Bastián, puede que eso también sea parte de un plan, por quien sabe retorcida razón- colocó sus manos en sus bolsillos de aquel pantalón grisáceo que todos utilizábamos, y se dio media vuelta para marcharse, pero antes de eso giró la cabeza mostrándome una ligera sonrisa que contrastaba todo lo malo que me dijo- Te dejaré una tarea…- no estaba molesto, sólo quería joderme la existencia- piensa cuando fue la última vez que te sorprendiste, y por qué… quizás no tenga ninguna importancia, pero… puede que ayude en algo, no soy psicólogo, nunca lo sería, detesto leer.

 

 

 

“¿Cuándo fue la última vez que me sorprendí?”

 

Ni idea…

 

“No, esa no debe ser la respuesta”

 

-        Ya,  ahora me voy a hablar con un profe, después te sigo despedazando- y se marchó.

 

Era un sujeto bastante extraño, géminis tenía que ser, él y su doble personalidad.

 

 

Me senté en el último peldaño de la escalera, y recreé cada palabra que me dijo entre exclamaciones, para que seguramente surtieran más impacto en mí, y un tanto desanimado- más de lo que ya estaba- escondí mi cabeza tras mis brazos que abrazaban ambas rodillas huesudas.

 

 

Según él era incapaz de ser espontáneo, nunca lo había visto de esa manera, y no estaba muy orgulloso de tenerlo como opción a mi posible personalidad.

 

Me pasé varios minutos en la misma posición.

 

-        Cómprate un amigo…- sentí que me decían  desde arriba… ¿Dios?, no, era algo parecido.

 

Alcé la mirada súbitamente.

 

Bastián se sentó a mi lado, sorprendiéndome…

 

“Esta es la última vez” me dije.

 

 

 

-        ¿Qué pasó?- me preguntó con la voz un poco ronca.

-        Eh… nada, nada, sólo… - me despabilé- ¿Qué haces aquí?

-        Estaba caminando con mis compañeros cuando de repente vi una cosa negra sentado en la escalera-  en alusión a mi cabellera negra, y polerón del mismo color.

-        Ah… estaba haciendo tiempo hasta que tocasen para entrar.

-        Uh... que divertida tu vida…- ironizó con seriedad.

-        Si, lo sé, un bulevar de acontecimientos extraordinarios- hice una pausa- ¡Igual me quieres!- lo abracé, él se puso tieso, y me dio un fuerte codazo en mi costilla izquierda.

-        No te entusiasmes, sólo vine a corroborar que estuvieses bien, bajo tus estándares de bienestar, porque para mí eres un enfermo mental.

-        ¿Enfermo mental por ti?

-        No- dijo cortante-. Y me largo, creo que me precipité al venir a verte- se colocó de pie.

-        Bastián…

-        ¿Qué?

-        Te amo…

 

 

Y bufó fastidiado, marchándose. Quizás el pensó “Mierda, debo dejarlo solo o jamás se desprenderá de mí”,  después de ese pensamiento,  acerca de sus pensamientos, pensé que pensaba demasiado…

 

-lo dije a propósito-

 

 

El día pasó sin llamar mi atención, tenía pereza, estaba triste, y sólo pensaba en dormir, dormir, dormir, dormir... y dormí, a la noche. Me pasé el día entero en el computador tratando de animarme con una buena historia de amor…

 

Fui a molestar a Gonzalo a su salón al día siguiente, estaba con unos amigos, que a su vez yo simpatizaba con ellos, pero que no sosteníamos una relación más íntimas, puesto que se creían geniales, viéndome muy “pequeño” para ellos- a decir verdad, sólo me ganaban por un año.

 

 

-        ¡Leandro! Justo estaba pensando en ti.

-        Olvídame, nunca me enamoraré de ti…

-        Uh… que rudo…- bromeó uno de los tipos que era bien amigable, y peludo.

-        Eh… si, eso lo tengo claro, sufriré para toda la vida- me dijo mi primo.

-        Si, a ti te gustan esas cosas…- murmuré- ¿Y qué pasó? ¿Qué pensabas?

-        “Pensábamos”- corrigió sonriendo  de lado-. Bueno en base a la conversación que tuvimos ayer, que no se la comentaré a nadie- se dirigió a los demás- así que no me jodan…

-        Buh…- dijo el grupo al unísono, realmente se pasan de idiotas.

-       ...se me ocurrió, ya que no haces nada productivo en tu tiempo libre, que te metieras a esto…- y me entregó una hoja con la lista de talleres que comenzarían dentro de dos semana supuestamente.

 

Mis ojos se detuvieron en una línea amarilla fluorescente que, al leer lo que destacaba, me provocó una risita divertida. 

 

-        ¿Teatro?- dije mirándolos a todos.

 

“Teatro” volví a decir, pero en mi mente.

 

-        ¿Por qué teatro?

-        ¿Por qué reaccionas como un enfermo?

 

“Segunda vez que me llaman así, me lo terminaré creyendo”

 

-        P… porque es raro…

-        Las inscripciones se adelantaron para el lunes-me dijo Nicolás, no sé quien era en realidad, sólo que se llamaba así- ¿Por qué no lo piensas? La pasarás bien, yo he sido parte del taller durante tres años…

 

“¿Pensarlo?” “¿Actuar?” ¡Jamás había actuado! ¡¿Qué les hacía creer que sería bueno en ello?! ¡¿O que sería al menos “aceptable”?!

 

Y me la pasé el resto de los días cuestionando la propuesta, sin decirle a nadie al respecto para que no se rieran de mí.

 

No iba a inscribirme, seguramente me lo dijeron sólo para burlarse de mí, como en toda mi vida. No tengo personalidad para esas cosas, soy tímido  ¡Y eso lo saben! Tuve que reunir mucho coraje para declararle mis sentimientos a Bastián, una preparación de años, y ya hecho me lancé como kamikaze con todo lo que tenía…

 

Pero una noche de insomnio, mientras oía música debajo de la oscuridad imperante, imaginé como serían esas clases, quizás conocer gente nueva me haría bien, quizás ocupar mi tiempo en ello me ayudaría a ejecutar mi plan de “hacer algo con mi vida, hasta atacar nuevamente”, sería un pasatiempo, sólo eso, no quería transformarme en un buen actor…

 

Y luego de una tediosa meditación me enlisté para sorpresa de mi profesora de Lenguaje y Comunicación, quien risueña me dijo que le parecía excelente que demostrara interés en algo relacionado con la escuela. Ese comentario se debía quizás a que fue mi profesora jefe los dos años anteriores, y por eso me conocía, mas allá de eso no entendí bien lo que trató de decir- ya lo sé, está más claro que el agua, pero de verdad no sé en base a que lo dijo-, tampoco me interesó demasiado.

 

Bastián fue el primero en burlarse, haciéndome recordar que las presentaciones que hace ese taller en el auditorio son tan bizarras como vergonzosas…

 

-        ¡¿Qué?! ¡Eso es mentira!- exclamé aterrado.

-        Me encantaría decir que no, pero sí, hasta tu las has visto ¿O acaso no recuerdas esa obra de la zanahoria que se enamoro de un melón? El trasfondo era bueno, pero los disfraces dejaban mucho que desear…

-        ¡NOOOOOOOOOOOO! ¡LO RECUERDO! ¡ES HORRIBLE!

-        “Fue” Lea, la obra se montó hace un año…

-        ¡No! ¡Es horrible lo que hice! ¡No quiero ser una berenjena!

-        Y volviste a desquiciarte, tómate una pastilla…

 

Y bueno quise consolarme entre sus brazos, pero se alejó de mí en cuanto se percató de mi intento de aprovechamiento del pánico…

 

Aún estaba molesto conmigo.

 

 

 

 

 

 

Las clases comenzaron el miércoles.

 

 

 

 

 

Avergonzado me asomé por la sala en donde comenzaría la clase, habían muchos alumnos hablando animadamente, temía de que no hubiese un nuevo, soy pésimo sociabilizando en primeras instancias, tiendo a ser un imbécil, bueno, eso no es novedad para nadie.

 

Noté a un chico que era nuevo, un tipo muy menudo y enérgico.

 

-        ¡Hola! Soy Jaime… ¿Todos ustedes son antiguos?

 

La masa asintió amigablemente, o al menos eso noté a primera vista.

 

Me quedé helado… yo no podía presentarme así, ¡¿Por qué me hicieron tan cohibido?!

 

Entré procurando ignorar a todos,  juro que sentí el peso de sus miradas, y coloqué mi mochila sobre una enorme mesa en la que todos pusieron sus pertenencias, y me hice el ocupado con… un papel, como si fuera la cosa más importante del mundo.

 

-        Hola…- oí, miré de reojo a ver si me saludaban a mí.

 

Si, todos me miraban.

 

 

-        … hola…- dije a voz baja.

-        ¿Cómo te llamas?- me preguntó una muchacha extremadamente delgada y alta.

-        Leandro…

-        ¿Leonardo?- preguntó.

-        Leandro…- corregí alzando la voz, ordenándome avanzar para que no creyesen que soy un antisocial.

-        Ah… ¿Y de que curso eres?

-        Tercero “F”…

-        Ah…

 

Volvieron a hablar entre ellos acerca de un alguien, ¡Mierda! Fui muy hostil, a diferencia de mí el otro nuevo, Jaime, se puso a conversar con ellos, y yo como un bobalicón me quedé varado maldiciéndome por haberme inscrito en algo que ni siquiera sabía si era bueno, o me gustaba…

 

 

 La profesora al ingresar nos hizo sentar en las sillas, me instalé en la última supuesta fila, pues todo estaba desordenado.

 

 

Eran muy pocos los que se encontraban allí dentro, en su mayoría eran más mujeres que hombres, y todos eran muy dicharacheros, bueno, salvo yo y un tipo con un polerón de… un conejo sin ojos, era la primera vez que veía un polerón así, y me gustaba. Él usaba gorra y poco parecía tener que ver con los demás, al parecer era nuevo también.

 

 

-        Ya, entonces como la gran mayoría son antiguos, que se presenten primero los nuevos, diciendo su nombre, el curso, y que los motivó a unirse a este taller- dijo la profesora que en ese instante la odié.

 

El detestable de Jaime se puso en pie-lo siento, ante momentos de nerviosismo me pongo un poco insoportable con gente a la cual envidio.

 

-        Hola soy Jaime, soy del Segundo “A”, y me metí al taller porque siempre me ha encantado actuar, desde chico hacía representaciones, tanto en el colegio, como en mi barrio. Mi papá es actor, y mi mamá maquilladora, vengo de una familia artística..

 

“Woh…” oí que decían todos.

 

 

“¿Qué voy a decir?”

 

 

Pensé en lo que iba a hablar, saldría de esta glorioso, como siempre, sólo era cosa de inventar algo medianamente creíble. Una tipa con pinta de hippie se levantó y tan espontánea como el anterior se presentó…

 

Creerán que soy un exagerado al hacer tal dramón por sólo unas míseras palabras acerca de mi persona, pero es que de verdad soy vergonzoso, y al estar vergonzoso sumado a nervioso por sentirme como pollito en corral ajeno, hablo mierda, mucha, mucha mierda…

 

-        Leandro, preséntate…- me dijo la profesora.

 

Me puse de pie.

 

-        Eh… soy Leandro- todos me miraron-, tengo…

-        Más fuerte Leandro, no tengas vergüenza- me alentó la señora.

-        Soy Leandro- dije violentamente fuerte- voy en el tercero “F”, y me metí a esto porque…

 

“Pequé de influenciable”

 

 

-        …es la primera vez que me detengo a pensar si tengo talento en algo.

 

 

 

 

…Silencio colectivo…

 

 

 

 

Lo siento, no puedo dejar de ser sincero, por muy meado del susto que esté.

 

 

Me senté con una sonrisita estúpida pegada a mi infantil rostro, y el resto se presentó también. El más atractivo era Juan Pablo, siendo el aparentemente más simpático de todos, él iba en el mismo nivel que yo- tercero-, y confesó que le gustó el teatro desde que acompañaba a su ex-polola a los ensayos de su taller.

 

Néstor se llamaba el tipo del polerón del conejo ciego, era de cuarto año, y entró al taller porque todos decían- según él- que era un diamante en bruto de la actuación, y resultó ser cierto…- esto también es según él.

 

 

 

Nunca había conocido a un arrogante.

 

 

 

Comenzó la clase con un ejercicio de lo más novedoso para mí: saltar y aplaudir.  Si uno aplaudía al mismo tiempo que otro, ambos se iban eliminados… es bien raro, si uno lo piensa bien- o yo lo entendí mal-, pero según la profesora servía para la concentración  y el trabajo en equipo- yo perdí de inmediato pese a que me esforcé mucho.

 

Y bueno, todo fue muy divertido, y… estúpido, a decir verdad yo soy muy estúpido. Había una actividad en donde debíamos simular que estábamos en una peluquería, colocando las sillas en una redondela- como en la sillita musical-, me tocó ser peluquero, y mi deber era simular hacer un corte o un peinado, en tanto conversaba con mi “cliente”, cuando la profesora decía “cambio” uno debía rotar, y comenzar otra nueva conversación con otro “cliente”, es decir, un juego de sólo improvisación…

 

Todos destacaron lo parco que era, pero eran muy sutiles para decirlo, incluso llegaban a ser graciosos, hasta que me tocó esa persona…

 

-        Si, acabo de salir de un taller de teatro- dijo Néstor, en su papel de cliente-, estuvo “tolerable”, como siempre, salvo por un pendejo que aún no comprendo que monos pinta ahí.

 

 

Era una clara indirecta directa.

 

 

 

 

-        ¿Por qué dices eso?- dije disfrazando mi molestia, y mis ganas de retorcerle el cuello con unas tenazas, despedazarlo, tragarlo y vomitarlo para que un perro desquiciado se lo comiera- ¿Tuviste problemas con él?

-        No, pero de su sola presencia loser y poco talentosa, me hace querer cuestionar su vida por él…

 

Muchos comenzaron a disminuir la velocidad de sus “conversaciones” para sólo prestar atención al ataque de aquel engreído hacia mi, su adorado héroe.

 

-        Ah…- fingí apacibilidad-comprendo, debe ser de los típicos aficionados que no tienen ni siquiera carisma.

-        Exacto.

-        Pero bueno, para eso están los talleres más profesionales, y no lo de escuelita para los principiantes. En esas academias no se encontraría esos especimenes, los eliminarían al sólo decir su nombre. Me extraña que un actor de tu calibre aún siga perdiéndose entre los aficionados.

-        Claro…- murmuró ¿A caso creyó que me ofuscaría? Por favor, soy yo, Leandro, ante un ataqué “frontal” no pierdo los estribos, soy como una pantera, observó a mi presa con cautela y paciencia, hasta determinar el momento justo para precisar mi ataque, y claramente aquel no era el momento de actuar, sólo de aguardar.

 

Y porque tenía cara de seudo intelectualoide, debió de comprender mi postura, ya que después de eso me cambió el tema preguntándome acerca de mi familia ficticia, y si bien por unos segundos me hizo creer que iba a dejar las indirectas para otra instancia, volvió a molestarme ahora insinuando que como yo era peluquero, era homosexual.

 

-        ¿Y Jacinto? ¿Cómo va tu pololo con eso  de las hemorroides?

 

Sentí que muchos reían.

 

-        Muy bien, tu entiendes como es de fastidioso aquello, pero dentro de lo que se puede ha estado bien- hice una pausa para pensar en algo que no lo dejara con la última palabra-. Recordé que tú me habías dicho que tuviste problemas con cierta “cosita” cariño, ¿Tu pololo terminó de burlarse por eso? Creo que  lo que te sucedió fue un tanto dramático e insólito, en especial para el orgullo de un hombre que aparentemente se declara "sexualmente activo".

-        Ok, cambio, cambio…- dijo la profesora sonriente,

 

 

Luego de unos minutos la clase terminó, y el tipo ese tomó su inmunda mochila negra- uh que sorpresivo-, yo iba a hacer igual cuando Fabián, un chico más bajo que yo, pero que en edad me superaba en demasía, me comentó.

 

-        Oye,  pero que tipo mas odioso ¿no? Es así con todo el mundo…

-        ¡Sí!- exclamó la… chica que parecía jirafa, por ahora no recuerdo el nombre porque es sumamente extraño, al parecer era árabe-. Se cree el mejor actor a nivel nacional, si es que no a nivel universal…- esto último lo murmuró- Pero bueno, si unimos fuerzas derrocaremos a ese petulante.

-        Cállate tonta, vamos a pagar la cuenta de la luz mejor-otra chica le tomó del brazo y se fueron.

 

 

 

 

Y bueno, así comenzó mi nueva etapa de "hacer algo con mi vida, hasta atacar nuevamente”, y había empezado bien, pese a que la primera reacción fue arrancar, ahora sólo quería volver, pero no precisamente para actuar- me di cuenta que lo odiaba-, sino para compartir con aquellos freakis  simpaticones que, luego de unos días, comenzaron a saludarme y a molestar como si yo les hubiese dado pase para que lo hicieran, pero como quería tener amigos, tuve que fingir que amaba con pasión que se burlaran de mi “atípica” forma de ser…

 

 

 

Atípica es Naomi, quien aún sigue hablando de los ovnis...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Ok ME SALIO MAS LARGO QUE LA VERG...

Ya, detesto que me salgan largos, sé que son buenos lectores, pero  no debo abusar de ello.

Realmente lo siento, por razones que van mas allá de mi alcance no pude actualizar antes, además que releí, releí, releí el capítulo para disminuir las faltas gramaticales a 0 ¿Y saben que? Apuesto que aún así se me escapó más de una... no, si me detesto, pero bueno, muchos ya me conocen.

Espero que esten bien, gracias por pasarse, y por sus comentarios.

 

Saludos!

 

 


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