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Cuando las luciérnagas toquen a tu puerta por Lalamy

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Notas del capitulo: Bueno lo siguiente es mas o menos el lugar en que me inspire (agradecimientos a un amigo por mostramelo) para describir a Karuba, quizás la descripcion no fue tan buena, pues aqui le dejo una idea de lo que es...



http://ecosistemaurbano.org/wp-content/uploads/2008/04/ciudad-amurallada-de-kowloon.jpg

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http://www.arqa.com/wordpress/wp-content/files/2009/11/kowloon-walled-city-china.jpg
Capítulo V: No te vayas.


Cuando Francisco decidió apagar las luces aquella noche, Miguel me tomó del brazo y me llevó hasta la azotea de aquel inmenso edificio, no recuerdo cuantos pisos subí ¿Quince? ¿Veinte? En fin, cuando llegamos me sobresalté al notar que estar allí arriba, en la cima de la ciudad que jamás dormía por completo, habían puentes, que si olvidabas que estabas tocando el cielo, podría ser perfectamente un camino, eso si, un camino lleno de cables como telarañas en una casa abandonada, pero que al menos parecía más agradable pasearse por allí, que con la multitud de abajo.

- Es increíble- dije asombrado abarcando con mis ojos el mayor espacio posible.
- Si, los niños se esconden aquí haciendo de esto su único lugar para jugar sin ser perturbados por los degenerados, los narcos, o las prostitutas.
- ¿Niños?- dije pasmado- No me digas que en este basural hay niños.
- De todas la edades, mijito- sonrió este sacando un cigarrillo del bolsillo de su camisa escocesa que llevaba por debajo de su polerón oscuro- a veces sus padres son tan enfermos que los arrastran hasta aquí, puede sonar aberrante, pero las leyes están bien torcidas, haciéndolo posible- y le prendió fuego con un encendedor plateado que brillaba en la oscuridad nocturna reinante.

Ambos nos sentamos a la orilla del edificio para ver como unas manchas oscuras se paseaban bajo nosotros.

Y recordé la razón por la que estábamos allí.



- ¿Qué debes hablar conmigo- pregunté.

El miró fijamente hacia el firmamento, y con una sonrisa hizo que me impacientara… aquel pliegue de su boca era melancólico, una contradicción completa de lo que la sonrisa significaba, ¿A que se debía aquello?

- Me llegó una carta, con la orden de reclutarme como oficial patrullero… dentro de una semana.

“¿Ah?”


“¿Un oficial?” “¿Dijo *oficial*?” “¿Qué los oficiales no eran unos matones que se violaban a la gente, unos *cerdos* como los llamó el?”

Quedé impactado con tal noticia.


- ¿Pueden hacer eso?- fue lo único que salió de mi boca entumecida por la estupefacción.
- Si. Dicen que por mi buena conducta, y por los años que llevo aquí “el general de la puta”, mentira, se llama Del Puttli… o algo así, quiere que preste mis servicios al regimiento, petición que no puede ser rechazada, o será sancionada con la tortura eterna.
- Pero… eso es terrible.
- Lo sé, pero bueno, al menos comeré bien.
- Pero no quiero que te vayas, te estoy tomando cariño…

El me miró de reojo.

- No puedo hacer nada al respecto.
- Pero…
- ¡NADA!- arrojó el cigarrillo- Mira Evan, sé que en un principio me echarás de menos, lo sé, es normal, pero pasará el tiempo y te olvidarás de mí, porque así son las personas “olvidadizas” y “olvidables” ¿Comprendes? Después sólo recordarás a al tipo que te consiguió empleo y que se convirtió en oficial, y se acabó, no tienes nada más que recordar, porque no hay nada más.
- Realmente te has vuelto alguien importante para mí…
- ¡Por favor Evan, no seas dramático! ¿Cuánto hemos estado juntos? ¿Una semana? ¿Cómo alguien se puede volver importante en tan sólo una semana? ¿Qué sabes de mí? ¿eh? ¿Qué sabes? Ni siquiera tienes idea porque yo estoy aquí ¿Me lo has preguntado? Jamás. Entonces ¿Cómo puedes decir que soy importante, sin siquiera tener idea de quien soy?

Y ahí estaba Miguel, otra vez, recriminando nuevamente mi estupidez ¿Por qué siempre termino viéndome como un idiota?

Y agaché la mirada, él tenía razón, pero tampoco era para que se comportase así, yo no quería que desapareciese de mi vista, no quería que fuese parte de aquellos sanguinarios… ¿Es tan difícil comprenderlo?

- Háblame de ti…- le dije casi como un susurro.
- ¡Ja! Ahora…-sonrió molesto, desviando su mirada hacia unos cachivaches sin ninguna relevancia.
- Realmente me interesas…lo que pasa es que todavía estoy enojado porque me pegaste la otra vez por lo del arroz.

Y me miró atónito.

- Dime que es mentira- me dijo.
- Es mentira- sonreí.

El me empujó con violencia, y luego tomó mi brazo con la misma brutalidad y me llevó hasta él abrazándome.


Me sentía como un peluche.

- No puedo enojarme contigo, aunque quiera ahorcarte a veces, se me hace tan difícil concretarlo…
- Ya te dije, soy adorable… creo…- dije en tanto sentía como me ahorcaba con su brazo, por mi comentario- Por favor, háblame de ti- dije casi sin voz.
- ¿Para que? No me verás más- dejó de asfixiarme.
- Quiero recordarte para siempre, así que debes plagarme de detalles acerca de tu persona.
- ¿Recordarme para siempre? Eso es demasiado- murmuró apoyando su mejilla sobre mi cabeza.
- Déjame intentarlo…
- … está bien…- hizo una pausa- mi vida fue corta, pero intensa, me enamoré de un bastardo que me llevó a una vida llena de excesos, y nada de responsabilidades. A los quince años me salí de la escuela, y me la pasé en antros consumiendo todo tipo de alucinógenos, me acosté con muchos sujetos, sólo para complacerlo ya que tenía ese extraño morbo de verme follar a desconocidos, en especial a los vírgenes. También cometimos muchos robos con intimidación, y hasta apuñalé a una chica una vez en el que la heroína ya no podía mantenerme lúcido- tomó un papel que estaba en el suelo y comenzó a manipularlo- Un día me sentí muy débil, llegando hasta el extremo de desmayarme, y enflaquecer, cuando vi al medico me dijo que era Sida, tuve la estúpida idea de contárselo a mi novio, y emputecido me abandonó para siempre, ya cuando me di cuenta de mi estado, y de mi vida, me percaté que estaba realmente cagado, fue cuando me dejé seducir por la autoflagelación, terminando en suicidio…fin.


- Tu vida fue horrible- lo único que pude decir al respecto.
- Ja ja ja ja ¿Tú lo crees? Porque déjame decirte que me la pasé muy bien… no como tú, envuelto en ese cúmulo de buenos sentimientos y romance empalagosamente cursi, apuesto que eras virgen cuando te entregaste a él-rió- No… no disfrutaste ni la mitad de tu vida, yo al menos probé de todo, y no me arrepiento.
- Tenemos una visión distinta de la vida, eso es todo.
- ¿Y que? ambos terminamos en el infierno, la diferencia está en que yo me porte mal y me la pasé bien, pero tú fuiste un niño de bien y terminaste igual aquí.
- Hablas como un idiota.
- ¿Cómo me dijiste?- se separó un poco de mí.
- Idiota, un idiota cuadrado que no comprende que yo fui feliz a mi manera.
- ¿Y si eres tan feliz por qué te mataste?
- ¡Tu sabes bien por qué!- me alejé por completo.
- Ah, de veras, “por amor”- se mofó, riéndose como un imbécil en mi cara.
- ¿Sabes que? si, tenías razón me apresuré al decir que te echaría de menos, y que eras importante para mí, no eres más que un imbécil, te olvidaré rápido- me levanté enojado, odiaba que la gente se burlara de mi, y de mis sentimientos, yo sé muy bien lo patético que suelo ser, no era necesario que me lo refregara en la cara.
- No seas pendejo… son sólo bromas- el también se puso en pie, y me abrazó por detrás.

Sentí sus brazos fuertes apretar la boca de mi estómago, para estrecharme contra su cuerpo, yo estaba petrificado, no podía creer que estuviese haciendo aquello. El acercó sus labios a mi oreja derecha, y yo sólo atiné a prestar atención a lo que deseaba decirme…

- No vuelvas a romper mi corazón, prometiéndome la eternidad para quitármela de inmediato.
- Es… que te pones estúpido…
- ¿Sabes que es lo que ahora deseo?
- ¿No?
- Quiero estar en segundo lugar, después de Julián ¿Podría serlo, si desaparezco?
- ¿Y por qué estás diciendo estas cosas?- fruncí el ceño.
- Porque desde que te conocí creí en el amor a primera vista- y me apretó con más fuerza- Pero no quiero interponerme en tu camino…y a la vez quiero desviarte ¿No suena horrible?

Demasiado para mi gusto.

- ¿Crees en los demonios?

“…”

- No lo sé… jamás he visto uno…
- Pero crees en Dios, y jamás has tomado el té con él.
- Bueno… si…
- Ya… el diablo también existe…- me susurró en el oído- Y los demonios son distractores para que almas buenas se pierdan…el secreto es… que yo soy uno de ellos…
- Deja de hablar mierda- me reí.
- Ja ja, bueno…- me soltó y me dio vuelta besándome en la boca súbitamente, sujetándome la cara con ambas manos grades y ásperas.

En un principio me mantuve anonadado, ni siquiera atiné a cerrar los ojos, jamás me hubiese imaginado por parte de él una acción así, pero cuando me abrazó con esa fortaleza característica, no pude evitar recibirlo, después del trato hostil de aquel infierno, sus manos afirmándose de mi cintura y su boca masajeando la mía con sutileza fue reconfortable… completamente reconfortable…

Cuando dejó de besarme se distanció unos pasos de mi, pero continuó sosteniendo sus manos en donde las había colocado.

- Lo siento…- murmuró con la mirada gacha- tu estás aquí para buscar a tu amado, no para serle infiel.
- No te preocupes- sonreí- nos dejamos llevar por un momento aparentemente romántico.

Y era cierto, la vista desde aquella azotea mostraba un cielo oscuro y despejado de toda maldad, las estrellas era pintas blancas hechas al azar, que me hacían recordar cuando en un dibujo las formaba con corrector, me entusiasmaba tanto que terminaba creando constelaciones eternas…

- Dios es injusto- oí a mi amigo decir, alzando la vista al igual que yo para contemplar el firmamento absorbente.
- ¿Por qué?
- Deja que una persona como tú caiga en un basural como este…
- No, no es injusto…- lo miré.
- ¿Por qué?
- Porque me trajo a ti.

Miguel correspondió mi mirada, sus ojos brillaban más que las estrellas mismas, e intentando brindarme una sonrisa me volvió a abrazar, pero ahora abarcó mi cuello con sus brazos.

- No quiero que te vayas…- le susurré en el oído, no entendía la razón de tal emoción, una emoción de miedo, mezclado con tristeza, yo no lo conocía, pero sabía bien quien era…

El era mi milagro…


- Haré la posible por conseguirte información de Julián ¿bueno? Estando allá será más simple…
- Pero…
- Sh… silencio. No puedo escapar de mi destino, así que al menos tomaré provecho de él y te ayudaré a encontrar tu amor, porque para eso te aventuraste, para encontrarlo ¿O no?
- …
- ¿No?
- Si…

Y comenzó a besarme la mejilla una y otra vez, en tanto yo cerraba los ojos sintiendo la humedad llevarse mi alma, su calor envolvía mi cuerpo experimentando algo que jamás había sentido por otro que no fuese Julián, si, no soy tonto, sé lo que significaba, Miguel me estaba conquistando, por eso no quería dejarlo ir, pero no podía hacer nada al respecto, y no debería tampoco, por una pasión pasajera no. Así que guarde esa sensación, emoción, o sentimiento extraño y disfruté de su compañía, antes de no verlo nunca más.

Bueno, debo aclarar que más de eso no sucedió entre nosotros, pese a lo arrebatado que podría llegar a ser Miguel, él me respetó, aunque sintiera que su miembro estuviese duro a través de su pantalón- y el mío también- no insinuó nada.

Era mejor así, terminando aquella noche acostados en el suelo, con la vista perdida en el cielo hasta el punto de quedarnos profundamente dormidos- yo abrazado a él- hasta el amanecer, y pese a que mi espalda estuviese hecha pedazos no me arrepentía de nada.


La mañana en la que Miguel se marchó, una semana después de aquella noche mágica, una furgoneta negra lo vino a buscar, llevándose las pocas cosas que tenía. Francisco lloraba como una madre desconsolada, en tanto los restantes, yo incluido, nos mantuvimos inertes ante su presencia.

- Cuídate ladronzuelo- dijo Tomás, el flacucho, quien le dio u leve empujón en el hombro derecho- No te metas en problemas.
- No prometo nada.
- ¡Y más te vale que si vienen a apresar gente, nos eches una mano!-exigió Javier, el del colmillo de oro.
- Ya lo dije “no prometo nada”- rió- obvio que si, para eso están los amigos.

Y tomó un ligero bolso carcomido por las polillas, y lo cargó en uno de sus hombros, haciéndonos un gesto con la mano en forma de despedida, diciendo antes de partir.

- Cuídenme al chico ¿eh?
- ¡Por supuesto!-Francisco me abrazó.
- Tendrán noticias mías…- y noté que tragó saliva, yo quise correr para abrazarlo por última vez, pero… creo que sería demasiado.

Y se fue.



Subió a la furgoneta conducida por un hombre con chaqueta negra y larga, y una gorra del mismo color, con su visera rígida y reluciente, poniendo en marcha al vehículo…




Realmente lo echaría mucho de menos.








- ¿Cómo puede ser que alguien se vuelva tan impredecible en tan poco tiempo?- le pregunté a Sandra mientras limpiábamos las mesas tranquilamente, puesto que la dueña se encontraba ausente esporádicamente.
- Ehm… ha eso se le llama “química” querido. Puede que conozcamos de toda una vida a una persona y nunca nos llevemos bien. Y otra veces no llevas conociendo ni un día a alguien y ya te das cuenta que tienen de todo en común.
- ¿Y si no se tiene nada en común, pero aún así te grada demasiado?

La mujer de las rastas rubias y rostro enjuto me miró pícara.

- ¿Estás enamorado?
- No, no, claro que no…- aceleré el ritmo de la limpieza un tanto ruborizado.
- ¿Entonces por qué te importa tanto?
- No es que me importe…- traté de evadir- sólo fue una pregunta...
- Bueno mentirosillo, pues yo si estoy enamorada- sonrió, dejando el trapo sobre la mesa- Su nombre es Rigoberto, es un nombre del asco, pero es todo un semental. El otro día me llevó a su habitación y te juro que de todos los tipos que me han follado en esta vida, y en la anterior, Rigoberto me hizo chillar como la primera vez ¡Dios mío! ¡Orgasmo, tras orgasmo…!
- Ah…

“Que interesante” pensé, por un momento tuve la inocente idea de que me diría algo más… romántico… después de todo dijo “enamorada”. Quizás la forma de ser conquistada era distinta a la mío… al menos es lo que supongo.

De repente entre nuestra conversación, irrumpió Don Rodrigo, o “Chochi” como le conocían la mayoría de los empleados, yo me pregunté que es lo que hacía allí a tan tempranas horas, pregunta que fue concretada por las palabras de Sandra.

- Vengo a hablar con este- me miró pendenciero.
- ¿Conmigo?- murmuré confundido.
- Sígueme.

Miré a Sandra quien arrugó las cejas al parecer con los mismos pensamientos dudosos que yo. Yo no entendía porque el dueño necesitaba hablar conmigo, así que para saberlo lo seguí silenciosamente, sin adelantar o alcanzar su paso, me mantuve como una sombra, en tanto me guiaba hasta el edificio que estaban construyendo, a un lado del local, entrando así a una oficina estrecha y oscura del primer piso…

- Toma asiento- dijo áspero, en tanto el lo hacía del otro lado del escritorio repleto de carpetas.

Obedecí.

- Te preguntarás el por qué te traje aquí.
- Si…
- Estoy muy, muy, muy molesto con tu amigo, demasiado.
- ¿Miguel?
- Si, ese mismo bastardo, no puedo creer que haya accedido a reclutarse con los oficiales, y abandonarme ¿Sabes lo peligroso que es eso?
- ¿No…?- no me gustaba el tono con la que comenzó a tonarse la conversación.
- Yo le di la opción de zafarse de la orden de esos hijos de puta, porque tengo los contactos para hacerlo, pero no… la rechazó con una sonrisa de oreja a oreja, dejándome como si yo fuese un trapo sucio ¿Es justo?...
- No, no sa…
- ¡¿ES JUSTO?!- gritó dándole un golpe a la mesa.
- No…- susurré, ni siquiera sabía que responder, sólo dije lo que el deseaba escuchar.
- Que bien, que bien…- se relajó y echó su cuerpo hacia atrás- ¿Sabes las consecuencia de su traición?
- No.
- Que tú pagaras por su error, pequeñito…


“¿Yo?”

“Ah, no… no puedo dejar que me coloque la pata encima”

- Déjeme decirle- me puse en pie repentinamente- que yo no tengo nada que ver con la decisión de Miguel, y como veo que esta conversación no me concierne, me i…
- Siéntate, si no quieres que me ponga violento.
- No, no me voy a sentar.
- ¡QUE TE SIENTES MIERDA!- se puso en pie, y corrió a donde estaba yo, y me arrojó al asiento con prepotencia- ¡¿Es que no escuchaste que tengo contactos entre oficiales para que te lleven detenido?! ¡¿Es que no comprendes que mi palabra es la ley?!

Tragué saliva y no dejé de mirarlo desafiante.

- Ahora tengo poder sobre ti, y vas a tomar el puesto de Miguel, y si no haces lo que yo quiero me veré con la obligación de denunciarte, para que tres mil soldados te follen, y que te amputen dedo por dedo cada vez que esa boquita se rehúse a obedecer ¡Por que ellos si que no tienen contemplación!- y el muy asqueroso escupió en mi cara.
- ¡No es justo!-protesté.
- ¡Cállate mierda!- y me abofeteó tan fuerte que pensé que me rompería la mandíbula-¡Aquí se hace lo que yo digo y si te pido que te desnudes LO VAS A HACER!


“No es justo” pensé…


No lo hallaba justo…


- Ya, y ahora levántate y apoya tus brazos sobre el escritorio.
- No…-y negué con la cabeza también- por favor no…
- Que te levantes y apoyes las manos sobre el escritorio- dijo entre dientes.

Me mantuve inmóvil, con la respiración acelerada provocada por el miedo.

Y nuevamente a regañadientes me dijo que lo hiciera, pero ahora me tomó con violencia del brazo y me arrojó contra el mueble, comenzando a bajar mis pantalones, yo me resistí, le arañaba las manos para que dejara de hacerlo, pero lo único que recibí con eso fue que me tomara del pelo y me inclinara con brutalidad hasta tocar con mi pecho la superficie del escritorio…


Me sentí completamente humillado, y a la vez asustado.


- Mientras menos resistencia pongas, más benevolente seré contigo…

Yo no quería que fuese benevolente, quería que no lo hiciera, y cuando me di cuenta que era imposible luchar cuerpo a cuerpo contra él porque me doblaba en altura y fuerza, le rogué con la voz quebradiza que se apiadara de mí, se lo supliqué, se lo imploré, pero no… nada podía evitar que el lo hiciese.


Cerré los ojos, apreté los puños temblorosamente, y pensé que esto terminaría luego, que terminaría y me iría, desaparecería y no volvería a sucederme, que en menos de lo que imaginaba estaría en la calle…

Pero fue más terrible de lo que imagine.

Me penetró con violencia, me dolió demasiado, mis lágrimas brotaron en tanto el animal me follaba con tal potencia que el escritorio se remecía. De mi sólo salía uno que otro quejido, me estaba tragando toda la mierda que sentía, toda la rabia, el dolor, la impotencia… quería matarlo.

De repente sentí la puerta abrirse, apareciendo dos tipos que no pude ver, me sentía peor de lo que ya estaba, estos se quedaron parados en tanto aquel desgraciado se detenía, sin sacar su pene dentro de mí, tuve la tonta esperanza de que estos me ayudasen, pero no, sólo cerraron la puerta por dentro y vieron como yo continuaba siendo violado.

Ahí fue cuando lloré más, en silencio si… como siempre.

Pasaron unos minutos, largo minutos cuando oí:

- Ya, déjame hacerlo a mi también- dijo uno de ellos, ansioso, pude oír que su voz estaba excitada.

Y comenzaron a turnarse, Dios, juro que fue horrible… el dolor era insoportable, claro, estaba siendo penetrado sin piedad, y estando tenso se hacia todo mas difícil, él último recuerdo que estaba tan hediondo que de sólo dar un mínimo respiro me daban ganas de vomitar sobre las inmundas carpetas, manoseaba mi miembro con sus sudorosas y negras manos, y jadeaba tanto que me provocaba nauseas de sólo oírlo

Pasé por un momento en el que me desligué de la realidad desparramado sobre el escritorio acumulé un sin fin de emociones que no eran nada sanas para una persona como yo…










- Hola mi Evancito ¿Por qué te demoraste tanto en llegar?- me dijo Francisco después de unas horas.
- Me dieron trabajo extra- murmuré cerrando la puerta con lentitud.
- ¿Pasó algo?¿Discutiste con la dueña? ¡No me extraña! Esa vieja es tan jodida!
- Mm…- me dirigí al baño.

Fue cuando sentí su mirada inquisitiva.

- No… ese rostro no es de haber peleado con la dueña.
- Si, si pelee con ella, soy muy sensible… eso tu lo sabes- sonreí forzadamente.

El continuó sosteniendo esa mirada.

- ¿Qué pasó?-insistió.
- Ya te dije, no me hagas repetirlo- ingresé al baño, mas al momento de querer cerrar la puerta, Francisco con la mano lo impidió- Ven…- me tomó del brazo con ligereza.

Estaba tan debilitado adolorido, que dejé que me llevara hasta el sillón podrido por el tiempo. El se sentó a mi lado y con sólo mirarme a la cara mis lágrimas fluyeron, si, puede que sea débil, pero es que jamás me sentí tan pasado a llevar como aquella maldita tarde…

Francisco había entendido lo sucedido, sin la necesidad que dijera algo, y me llevó contra su pecho como una madre consuela a su hijo y yo lo abracé con fuerza, mientras sollozaba tanto por el dolor de mi cuerpo, como el de mi orgullo.

- Nunca pensé que pasaría por esto, y tengo tanto miedo de que se repita- dije.
- Ya, mi niñito, ya… tranquilo…- me acarició la cabeza con mesura- quédese tranquilo… esto va a pasar…- susurró.

¿Por qué no podía tener el mismo desprendimiento que Miguel? ¿Por que no me hacía hombre de una buena vez y me aguantaba todo lo que este maldito lugar quería hacer conmigo?

Y entre mis pensamientos oí que Francisco se preguntaba por qué Dios era tan cruel y dejaba que alguien como yo estuviese pudriéndose en el infierno, al igual como lo preguntó Miguel aquella noche…


… ni siquiera lo pude justificar…






















Notas finales: Muchas gracias por leer.

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