-Kirihara Akaya- susurro, después de haber leído una y otra vez la información que recolecto de su kouhai a lo largo de estos, ya casi, dos años. Sentado en una de las bancas del vestuario, en soledad, no podía hacer más que reprocharse por lo ocurrido esta mañana, él, de por si es un chico tranquil y seguro de si mismo, pero, ese pequeño demonio es quien da vuelta su mundo. Ya hacen varios años de su primer amor verdadero, Sadaharu, al cual lastimosamente perdió para siempre (Si!Rangiku es feliz!xD), quizás si hubiera tenido la oportunidad y la valentía de confesarse, no hubiera sido tan difícil como es en este entonces. Es en este momento donde toda autoestima y seguridad baja, incluso siente repulsión hacia el mismo, por caer a tal punto de querer, no, la palabra indicada es amar, si ama a Akaya, a estas alturas lo reconoce por mas que le cueste la vida aceptarlo, adora la inocencia e ingenuidad del menor, si tan solo no llevara esa carga de ser uno de los tres demonios de Rikkai Dai, al menos podría acercarse a él, y tratar de llevar esa amistad al siguiente nivel. Lo único que puede hacer es ayudarlo con su entrenamiento especial, con los deberes de la escuela e incluso ahora son compañeros de dobles, poder compartir esos lapsos, gratifican su corazón, claro, esto no lo admitiría ni aunque le apunten con un revolver a la cabeza. Ama a Akaya por su porte de niño, por ser tan simple y puro. Aunque hay algo que realmente le molesta, le fastidia hasta el fondo de su ser, el hecho de que no se percate de sus sentimientos, hasta el hecho de atreverse a golpearlo, solo por eso, sin duda, él, es complicado. ¿Realmente pretende humillarlo al tener que pronunciar esas, cursis, palabras? “Te amo, me gustas, quiero que seamos novios”. Yanagi Renji no puede, y jamás podrá decir algo semejante a un chico como Kirihara, o al menos en un lapso de diez años. Pero la necesidad de estar con él y el deseo son fuertes, quiere cuidarlo, hacerlo suyo, mimarlo y demostrarle que lo ama, aun así Yanagi Renji no puede y no debe darse un lujo como ese, porque él mismo no se lo permite. ¿O acaso alguien se lo prohíbe? Nada ni nadie.
Arrogante, pretencioso, engreído, altanero, despreciativo, orgulloso, todo eso y más es, a quien llaman, The Master.
Pero este es el presente, lo que importa, ahora y aquí mismo. Si lo ama lo hará, tarde o temprano. ¿Perder a alguien nuevamente? No.
Un largo y duro camino le espera, porque le gusta complicarse, ¿o realmente no tiene la capacidad de hacer algo, según él, tan insignificante como es confesarse? ¿Probabilidades? ¿Cuáles son las probabilidades de que Akaya le corresponda? Nulas, ¿acaso el menor puede sentir algo que no sea solo admiración por su juego? ¿Que podría verle? Cuando se supone que es otro de sus superiores que pretende arruinarle el resto de sus días, o... Kirihara nunca podría enamorarse de un “aburrido” y “amargado” como él. Otra excusa, porque incluso no es sincero consigo mismo. No puede ver que es un cobarde. Busca pretextos para escapar a la realidad.
¿Realmente vale la pena? ¿Akaya le entendería? Prosiguió con su porte de niño inteligente.
Pero él que no entienda nada es él, contradiciéndose solo logra confundirse.
-¡Yanagi-sempai!- grito el chico de cabellos azabaches desde la puerta.
-¿Qué?- camino hacia él, mirándolo con indiferencia.
-Etto…Sanada-san dijo que ya debemos irnos, esta anocheciendo.
-Akaya…-titubeo, para luego aclarar su garganta- ¿quieres ir a cenar conmigo?- el menor le miro sorprendido por la propuesta- pero sino quieres no me importa.- aclaro, no era sincero consigo mismo menos lo seria con el pequeño.
-Ah, claro. Vamos, entonces.
-Primero, tú no me mandas. ¿Entendido?
-Si, si.- Esa respuesta tan simple le molesto, el hecho de que Akaya no le reste importancia a sus palabras. Ambos caminaron hasta la entrada principal, donde los esperaban Nioh y Marui.
-Apurémonos, chicos.- dijo el chico de cabello blanco
-Etto…Yanagi-sempai y yo vamos a cenar…- dijo Kirihara.
-¿Puedo unirme?- dijo el pelirrosa.
-Tonto. ¿No te das cuenta que es una cita?- dijo Nioh.
-¿Una cita?- comenzó Kirihara- no, no es una cita.- Nunca, en sus 14 años, había conocido a una persona tan ingenua como el pelinegro.
-No hables de lo que no sabes, Nioh.- le reprimió el tensai.
-Jeje, ya tengo hambre sempais.- susurro el as de segundo. Esas palabras no eran las que esperaba, pretendía que el menor mandara a Masaharu y a Bunta a su casa. Ya que él, por obvias razones no lo haría. Si continuaba de esa manera no llegaría muy lejos.
En el restaurante.
Para comer pidieron hamburguesas, aunque le hubiera gustado ir a un local de sushi (R:gomen, la verdad no lo recuerdo y me da fiaca fijarme u.u), que es la comida preferida del ojiverde. Se ruborizo al caer en cuenta del extremo al cual había llegado.
-Akaya, no es bueno que comas tanta comida chatarra.- le regaño, cuando el menor iba ya por la tercera, al igual que sus superiores, estos se miraron cómplices al oír las palabras de Yanagi.
-Yanagi-sempai ¿de verdad le importo mucho? Me reta por cualquier cosa.- dijo, Kirihara, inocentemente.
-Sabes, Akaya, eres un idiota, solo lo hago porque eres parte del equipo, no puedo permitir que uno de los titulares, sea tan…como tu.- suspiro, siempre termina diciendo lo indebido por orgulloso.
-Estas exagerando.- dijo Nioh.- bien que en los vestuarios no le quitas el ojo de encima, te he estado observando.
-¿Qué clase de estupidez es esa?- golpeo la mesa con el puño cerrado, para luego levantarse con la intención de marcharse.
-Yanagi-sempai se enoja por todo.- comento Kirihara.
-Idiotas…-susurro, dirigiéndose a la salida.
Seria suficiente si únicamente lo supiera él, pero el demonio es tan ingenuo. ¿O verdaderamente pretende burlarse? Solo puede atinar a pensar en ello al recordar la escena anterior.
Continuara…
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