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I fall in Love with you por airam-chan

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Notas del capitulo:
Ohaio!! Loquitas del yaoi llamando a mundo ghei-friend!... ^^U cielos, creo que ahora nos vamos enterando de donde sacamos ideas tan disparatadas, si hasta nosotras vemos que nuestra cabeza es un caso perdido. Podrán decir «Es un hecho, estas no tiene ni oficio, ni plata para el psiquiatra», pero la verdad es que agenda nos falta y al loquero no lo queremos, *-* no si nuestra mente perversa puede darnos deleites como los que nos alucinamos y que a veces podemos darnos el lujo de teclear y traer para compartir, -.- aunque sean rarezas de esta índole.


○R Disclaimer: Los personajes de Naruto pertenecen a Kishi-sensei… ¬¬ muy a nuestro pesar. Nosotras solo nos robamos a los bombones para deleite personal a cambio de lemon´s, u.u|| y precisamente por ello, se están pensado en demandarnos por abstinencia.

••▪▫●ؤ I fall in Love with you ¤Ø●▫▪••




Aquél día en particular, el despertador… lo traicionó.


Sus azules ojos se abrieron a la primera, reaccionando cuando los recuerdos le agolparon y el motivo de que la noche anterior hubiera dormido particularmente poco espabiló su mente en solo fracciones de segundo.


¡Sasuke!


Sentándose tan rápido como había despertado, alcanzó el reloj del buró entre sus manos y su boca se abrió de sobremanera en una mueca de horror total al verificar la hora.


–¡¿Las doce menos veinte?! – Escandalizó, justo al momento de arrojar su único reloj-despertador por la ventana de la segunda planta.


Así, tras el inesperado asesinato de su regalo de hacía dos navidades, botó las sábanas y se levantó tal cual poseso.


Corrió, y prácticamente trastabilló por el desorden de la habitación, subiéndose a brincos un jean de mezclilla y abotonando una camisa blanca que topó camino al baño, cepillándose los dientes con una mano mientras mojaba su corta, pero alborotada y rebelde, cabellera rubia con la otra.


Listo en un instante, tomó el saco del perchero de la entrada y su maleta deportiva –que afortunadamente si había preparado durante su larga noche de insomnio– calzando para cerrar la puerta tras él y bajar en un santiamén los dos tramos de escaleras que separaban su diminuto departamento del conocidísimo restaurante de Ramen, El Ichiraku, el cual atravesó en las mismas condiciones.


–¡Naruto, ¿Cuántas veces tendré que pedirte que no corras en las escaleras?! – Reprendió una potente voz desde el interior del local – ¡Verás que un día de éstos bajarás rodando!


Volteando apenas subió en su pequeña motoneta amarilla, ya afuera del local, el rubio alzó la mano a modo de saludo-despedida y sonrió al regordete dueño del lugar, quien irremediablemente imitó su acción al ver que, tan encantador como siempre, se colocó el casco, arrancó y aceleró a tope.


Si Naruto pensó en algún momento lamentar lo sucedido a su vieja alarma, lo omitió al intuir que él sería el siguiente en pasar a mejor vida si no conseguía llegar a tiempo. Así pues, apuró en voz alta cada semáforo en el camino y se alargaba en el asiento durante los eternos cambios de luces, casi contando las cuadras que faltaban para llegar.






Finalmente, tras un recorrido estrambótico con infracción de tránsito incluida, Naruto tuvo que dejar su motoneta en la calle y correr a pie el tramo faltante: la pendiente de escaleras y la explanada.


Comprobó incluso que, tal y como esperaba, ya no quedaba nadie en los jardines de aquél vistoso y elegante recinto religioso. Vaya, ¡Era tan tarde que ni siquiera topó con la esperada seguridad del evento! Por lo que no fue problema plantarse en el umbral y abrir de par en par la puerta doble de la iglesia.


-¡¡No te atrevas, maldito imbécil!! – Gritó, decidido a que el eco se colara hasta por el último rincón del lugar.


Notó perfectamente como la totalidad de la larguísima lista de invitados giró el rostro hacia él, algunos más sorprendidos que otros, quizás hasta escépticos ante lo que acababan de escuchar.


Retomando sus antiguas sospechas sobre la seguridad, los guardias en la puerta no tardaron en sujetarlo. De hecho, amagaron con sacarlo hasta que el contundente ademán del novio –ya de pie en el altar junto a su sorprendida casi-esposa– frenó aquella acción, inundando el sitio en una ola de cuchicheos imposibles de disimular.


Una sonrisita maliciosa apareció en el rostro del rubio: Infiltración a la ceremonia religiosa, exitosa.


Libre de agarres, Naruto plisó su saco y dio un repaso rápido al lugar. Saltándose la elegante decoración, la sarta de flores blancas, y hasta la única fila donde halló gente conocida, para enfocar su decidida mirada azulina en su objetivo.


El novio.


De ojos tan yermos y azabaches como su corto cabello en punta, y vistiendo un elegantísimo esmoquin negro, Sasuke todavía bajaba la mano tras el ademán con en el que le había conseguido apenas unos segundos, sin poder contener esa mirada de completa sorpresa en su ya de por sí pálido y níveo rostro.


Lucía sumamente atractivo. Dios, joder que sí…


Cabeceando en negativa, Naruto tomó aire con exageración… dos veces. Y, sin poder quitarle realmente la mirada de encima, lo soltó.


–No puedes casarte, Sasuke – Empezó – No puedes hacerme esto. Sabes de sobra que te quiero más que a nada en el mundo. Creí que te habías dado cuenta, con cada beso, en cada caricia… ¡¿Dónde está ahora el amor que jurabas tenerme, eh?!


El silencio que plantó aquella confesión fue contundente, casi ensordecedor, provocando que la descolocada multitud mirara esta vez al mudo y perplejo azabache, aguardando cualquier reacción por parte de aquel particular y ahora polémico par.


Pero, como si fuera inmune a la presión social, aquél rubio escandaloso sonrió cálidamente, alzando la palma derecha al frente, hacia Sasuke.


-No nos hagas esto. Vamos, teme, sácame de aquí.


Ahora con temores ciertamente infundados, la novia sujetó a Sasuke por el brazo, ganando su sorpresa por un segundo mientras ella le miraba con una mezcla de enfado y angustia, pidiendo en silencio palabra o gesto alguno al que aferrarse, obteniendo la respuesta casi al instante. Aunque no fuera la deseada.


–Lo siento – Murmuró él. – Pero bien sabes, que te lo advertí.


Ignorando a su ahora ex-prometida, quien se desvaneció sobre las madrinas, y el grito de su padre cuando pasó de largo la primera fila, Sasuke salvó el largo y alfombrado pasillo, sonriendo al sujetar aquella mano y atraer a Naruto hacia él, abrazándolo fuertemente sin importar ya la opinión pública o los fastidiosos comentarios de sociedad.


–Voy a matarte por esto – Susurró fugazmente a su oído, aprovechando la cercanía – Lo sabes ¿no?


Separándose para emprender la huída, Naruto le sonrió ampliamente, apretando el agarre de sus manos durante toda la carrera de vuelta. Por supuesto que lo sabía, pero que importaba ya.


Misión: Sabotaje de matrimonio forzado, exitosa.


– ¿Qué sucedió con tu motoneta? – Interrogó el azabache cuando subió al vehículo tras él, percatándose enseguida del vistoso raspón que ésta tenía en la parte frontal.


–… – Con lagrimones en los ojos, Naruto infló los mofletes para volverse hacia el despreocupado moreno – Me debes una capa de pintura por lo de hoy, ¡Y no creas que se me va a olvidar esta vez, teme! – Sentenció.


–Heh, usuratonkachi – Sasuke esbozó una sonrisita ladeada, rodeando su cintura y aferrándose bien a él cuando se alejaron de la iglesia.


Y con las mismas prisas que Naruto llevaba siempre en la vida, lo alejó de sus responsabilidades, sus obligaciones y también de su prestigiado estatus social.


Con un demonio, ¡Era libre al fin!


Cuando la noche pasada –después de buscar mil salidas sin éxito– su blondo amigo le pidió que no se preocupara por su boda, no creyó que usaría métodos tan efectivos para romper las cadenas sociales que lo esclavizaba a los Uchiha. …l lo había intentado antes, pero nunca había podido zafarse del todo, y esta vez, sudó la gota gorda al haber estado realmente frente al altar.


Pero ahora, todo sería solo otra anécdota más al montón. Estaba seguro de que la humillación social a la que había sometido a los Uchiha provocaría que su nombre desapareciera del árbol genealógico ese mismo día.


¡Increíble!


Sin poder contenerlo carcajeó, inevitablemente feliz, desestabilizando el vehículo un momento al haber distraído a su amigo oji azul al volante.


– ¿Los traes? – Preguntó entonces, curioso, y más animado de lo que jamás había estado.


Sin poder voltear de nuevo, Naruto y palmeó el portaequipaje bajo el asiento, sitio donde había guardado la maleta deportiva, sonriendo a la par que aceleraba.






Aún era algo temprano, pero eso no importaba.


Salieron al mismo tiempo, cada uno de un cubículo diferente de aquél baño público. Naruto se colocaba el saco de su viejo uniforme de instituto, mientras que Sasuke simplemente lo abalanzó por encima de su hombro derecho, ambos sonriendo como en antaño mientras caminaban a la salida con un deje despreocupado y de completa elegancia.


Afortunadamente para ellos, su cuerpo no había cambiado gran cosa desde que vestían a diario aquella muda escolar, y si alguien que los hubiera conocido en aquella época los viera, seguramente diría que el tiempo era injusto y notoriamente indulgente con aquél dueto de la secundaria Konoha, luciendo tan atractivos y magnéticos como en aquél entonces.


El truco era simple, y la magia de aquella manía, sumamente efectiva.


Al vestir sus viejos uniformes dejaban sus difíciles, pero pasables, veintidós, para volver a los divertidos dieciséis, época en la que sus vidas cruzaron por vez primera; los tiempos donde Naruto era un monta follones bravucón, y Sasuke, el típico mocoso rico y arrogante que quería experimentar lo que era estar en una escuela pública. Obviamente fueron como el agua y el aceite, hasta que se reconocieron, forjando entre ellos una amistad hasta ahora inquebrantable.


En el antro, pasaron del sorprendido guardia con credenciales de adulto en mano, perdiéndose entre la multitud que disfrutaba de la música, uniéndose gustosos al ambiente del lugar, celebrando la libertad de Sasuke y su nuevo estatus de pobreza, aquél que aceptó desde el instante mismo en que dejó que Naruto se encargara de su rescate, consciente de que ahora era un Uchiha exiliado, y probablemente, repudiado también.


Aunque, a decir verdad… el motivo les daba igual. Siempre y cuando pudieran seguir con aquél ritual que hacía tanto practicaban, y que los aislaba exitosamente de sus respectivos –y hasta ahora diferentes– mundos.


–¡¡Kampaiii~!!


Chocaron las copitas de Sake y bebieron eufóricos, acrecentando el número de botellas vacías en la mesa, riendo de cualquier tontería, haciendo planes a futuro, pensando en las mil y un formas no tan disparatadas que Naruto tenía de sobrellevar la vida y que ahora, Sasuke, seguramente tendría que adoptar…





Lento, un paso siguió al otro. Cuidando de no perder él mismo el equilibrio, Sasuke buscaba levantar a Naruto por momentos, a quien apenas llevaba cargando a cuestas, cuando sentía que su peso resbalaba peligrosamente de su espalda.


Dobe. Pero sabía que nunca se le había dado demasiado bien la bebida, eran contadas las ocasiones que aguantaba despierto y, al día siguiente, le era totalmente imposible recordar lo que había hecho o dicho antes de caer muerto.


Un traspié, y Sasuke se apoyó en las relucientes baldosas de la pared de aquella estación de metro, teniendo que usarla como soporte para seguir avanzando hasta llegar y lograr sentarse en una de las banquitas de espera.


Con sus afilados y adormilados ojos, evaluó rápido a su alrededor.


A excepción de ellos, no había signo de vida alguno, y con seguridad eran los únicos disparatados que buscaban transporte a semejante hora. Borracho, pero no tonto, Sasuke había dejado la motoneta en el mismo estacionamiento en que la habían resguardado todo el día, optando por comprobar si alcanzaban el último tren para volver de una forma más rápida, barata y segura.


Ahora dudoso de su decisión, enfocó el túnel negro al fondo de la estación, aguardando mientras procuraba oír el zumbido típico del aquél transporte… Nada. Quizás debía esperar un poco más.


Con el silencio reinante, no le costó oír el suspiro que pegó Naruto a su lado, quien se removió apoyado en su hombro, buscando acomodarse para seguir con su tan merecido descanso.


Naruto.


Una pequeña sonrisa suavizó las facciones del moreno mientras lo contemplaba de cerca, observando detenidamente cada detalle de ese rostro ahora tan irreconociblemente sereno, uno a uno, hasta que terminó inclinándose sin pensar. Juntó sus labios a los suyos un momento, saboreando la típica mezcla de sal y sake que el oji azul siempre tenía al final de sus salidas… Aunque el dobe jamás se enterara de que él conocía ese sabor.


Su sabor.


Desencadenado por aquél roce, Naruto se inquietó de nuevo, terminando por recostarse en su regazo antes de volver a quedarse inmóvil. Y de repente, una idea igual de impulsiva que sus alcoholizadas acciones azotó la mente de Sasuke. Quizás, ahora que era libre de compromisos, podía arriesgarse, probar suerte, y repetir aquél gesto mientras Naruto estuviera despierto.


Si, tal vez.


–Hum~ hum – Tarareando para tratar de hacer más corta la espera, Sasuke lo acomodó mejor entre sus brazos – I fall in love~ with you, There´s nothing nothing I can do~, hum, hum~…


Acunado, y aún con los ojos cerrados, Naruto no pudo evitar sonrojarse con la canción. Suerte y Sasuke no podía ver su expresión ahora.


–Estúpido mercado libre*.


Y la risa estuvo a un paso de traicionar a Naruto con semejante comentario, disimulando una mueca en su rostro. Aunque, ahora que Sasuke era de su misma clase social, ya no había necesidad de permanecer dormido, ¿cierto?


La tentación de “recordar” por primera vez lo que pasaba al final de sus salidas era realmente seductora.


Con agallas, Naruto…, Sin saber si sería lo correcto o no, entreabrió sus zafiros, tomando aire mientras pensaba que decir.


… y con suerte, con mucha suerte.



Notas finales:

* Mercado libre ○R: Compañía de ventas por internet.


Wahh!! He aquí el momento en el que la frase «Rarezas de esta índole» retumba en nuestra cabeza tal cual eco montañoso… “ignorando las alucinaciones auditivas y fingiendo recompostura”… Owo well, como íbamos diciendo, solo pasábamos por aquí en busca de musa, quien ha vuelto a huir de casa, ¬¬ tan bien que la tratamos… ^^ en eso estábamos cuando vimos el promocional del susodicho mercado libre*, sonando con la hermosa cancioncita de “I fall in love with you” de Aselin Debison como ambientación, y he aquí el resultado: una historia de lo más rosa. Any way, esperamos lo hayan disfrutado aunque sea un pelín.


Saludos y besos~ :D


Ǻiŗaμ

••▪▫●ؤ• Picosita la emoción, amarga la decepción y agridulce el amor. No hay como saborear la vida •¤Ø●▫▪••


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