No había sido fácil para ninguno de los dos. Quizá el mundo piense que es simple acabar una relación para la persona que decide ponerle fin, pero Kyuhyun podía asegurar que no era así.
El nunca había querido hacerle daño…
El nunca había elegido deshacerse de sus sentimientos, pero parecía que, a medida que el cansancio y el estrés se hacían dueños de él, éstos habían huido su corazón, dejándolo vacío e incapaz de albergar algo más que puro aprecio por esa persona.
Quizá habría sido mejor que aquellos sentimientos se hubieran llevado también eso, y los recuerdos que todavía latían dolorosamente en su mente. Se aferró a ellos para intentar llevar adelante aquel romance que tanto calor le proporcionó en un principio, pero todo fue en vano. No quería mentir más… Mentirse más.
Estaba agotado, e intentar seguir con una relación que debían ocultar, que nadie más que su más cercano entorno parecía entender, que quizá sólo era una salida a la soledad emocional que una vida como la que llevaban provocaba –y no tenía por qué ser amor verdadero– agotaba la poca energía que podía conservar.
Nunca podría olvidar la expresión de Ryeowook aquella noche. Había intentado ser sincero y dulce a la vez, pero las cosas amargas nunca pueden camuflarse de ese modo. Cada una de las lágrimas de Ryeowook ardían contra su pecho, mientras éste se aferraba a él con fuerza, llorando desconsoladamente y rogándole que no le dejara.
—Lo siento…—fue lo último que dijo Kyuhyun, antes de deshacerse de su agarre con delicadeza y secar sus mejillas.
Después, se fue sin mirar atrás.
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El sufrimiento es un traicionero y embustero bastardo. Puede esconderse fácilmente tras la risa y escabullirse en un engañadizo olvido durante todo un día de interminables tareas, sólo para atacar con más fiereza cuando más cansado está el cuerpo. Cuando más daño va a hacer.
En su caso era por las noches, cuando volvían a sus apartamentos.
Ryeowook evitaba ir a cenar para no encontrarse con Kyuhyun y, no importaba cuánto insistieran sus compañeros, jamás salía. Al final, Yesung siempre le acababa trayendo una bandeja con una pizca de comida que le había reservado, de la cual apenas era capaz de tragar un bocado. Era como si e su garganta se hubiera formado un nudo del que no conseguía deshacerse.
Lloró. Lloró hasta secarse y un poco más. Lloró en más hombros de los que era capaz de recordar –era patético, siempre dependiendo de los miembros– y especialmente en el de Yesung, quien siempre tenía tiempo para él, y un lugar entre sus brazos para las noches en las que Ryeowook se sentía diminuto y solo y necesitaba que alguien lo abrazara únicamente para recordar que había algo más que oscuridad a su alrededor.
Amanecía con los ojos rojos por todas las lágrimas derramadas y con una ronca voz que le daba problemas en los ensayos, lo cual le hacía deprimirse todavía más.
Fueron tantas las ocasiones en las que Kyuhyun intentó hablar con él y Ryeowook simplemente se escabulló sin ser capaz de siquiera mirarle.
Tal vez si lo hubiera hecho habría descubierto las grandes ojeras que el más joven lucía y que demostraban que él tampoco lo estaba pasando bien. Quizá si hubiera prestado atención a la preocupación en las palabras de Sungmin cuando hablaba con Kyuhyun sobre su estado…
Pero Ryeowook sólo tenía oídos para la voz de Kyuhyun cuando él cantaba, queriendo imaginar que aquellas letras llenas de romance estaban dirigidas a él, y que aquella maravilla seguía siendo suya.
No quería levantar la vista por temor a encontrarse frialdad en los ojos de Kyuhyun o escuchar a Sungmin ante el miedo de descubrir que Kyuhyun había encontrado en él lo que Ryeowook –por mucho que lo deseara– ya no podía darle.
—No te preocupes—le decía Leeteuk a veces—. El dolor acabará pasando.
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A Ryeowook no le gustaba nada poner en duda a su líder, pero lo cierto es que cada día creía menos en que lo que Leeteuk le había dicho fuera verdad.
Habían pasado meses y, aunque, ciertamente, ahora podía tratar con mucha más naturalidad a Kyuhyun, se sorprendía a sí mismo muchas veces soñando despierto con sus besos y sus caricias.
No sabía –ni jamás había sabido– qué era lo que le llevó a desarrollar un sentimiento tan fuerte por el más pequeño de todos ellos. En un principio, tal vez sólo fue la obligación de cumplir su papel como hyung lo que le llevó a acercarse a él. De ese modo, pudo ir conociéndole en profundidad. Le gustaba escucharle hablar sobre sus ambiciones, adoraba oírle cantar. Se sintió tan complacido consigo mismo cuando aprendió a ver más allá del sarcasmo y el retorcido sentido del humor que Kyuhyun solía mostrar y se dio cuenta de que no era más que una coraza con la que trataba de protegerse.
Porque, pese a todo, Kyuhyun era una persona honesta y muy considerada, que nunca renunciaba a ayudar aquellos a los que quería, pero que tampoco se acobardaba a la hora de expresar su opinión, si lo consideraba necesario. Aprendió mucho de él: cómo ser un buen hyung, y cómo ser un mejor dongsaeng.
Durante aquella temporada en la que Kyuhyun todavía no disfrutaba del privilegio de dormir en una cama, en muchas ocasiones le ofreció Ryeowook prestarle la suya aunque fuera por una noche y cuando Kyuhyun se negaba bromeando sobre que “era el magnae y tenía que aceptar esas cosas”, insistía en, al menos, darle un masaje.
Fuera como fuera, un vínculo muy especial empezó a formarse entre ellos. De hecho, resultó tan extremadamente especial, que Ryeowook no supo reconocerlo. Sólo sabía que cada segundo al lado de Kyuhyun era como estar en un paraíso privado.
De cualquier modo, el amor nunca es fácil, y menos cuando la presencia de éste es algo desconocido que se manifiesta en forma de caos. Reconocer que, sí, les gustaba un hombre y que éste era parte de Super Junior les costó mucha incomodidad y más de una discusión.
Necesitaron de un accidente que casi se llevó a uno de ellos –“Dios mío, Kyuhyun, no me dejes, por favor, por favor…”– aceptar lo innegable.
Fue el mejor tiempo de su vida…
Y ahora que la maravillosa burbuja había estallado, Ryeowook todavía quería flotar dentro de ella.
—Te mereces algo mejor que yo—le dijo Kyuhyun la primera vez en la que Ryeowook accedió a hablar con él, después de la horrible ruptura.
—Ni lo quiero, ni lo necesito.—fue su simple respuesta.
Todavía seguía pensando lo mismo.
“Te amo, y creo que no puedo dejar de hacerlo”.
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Era raro encontrarse a Kyuhyun de esa manera, acurrucado en una esquina del baño, con las rodillas contra su pecho y llorando así. Contrastaba completamente con la imagen de despreocupado bufón que solía tener.
Del mismo modo, era extraño encontrarse a Yesung al otro lado de la puerta, golpeándola suavemente con los nudillos, llamando al magnae con palabras dulces e intentando convencerle de que hablara con él.
Pero había ocasiones en la que esto ocurría. Porque Kyuhyun era el más joven y había muchos aspectos de la vida de los que todavía tenía tanto que aprender, y porque Yesung, además de contar con más años de experiencia, había aprendido muchísimo más desde su observador silencio y de su capacidad de ver más allá de lo que la mayoría podían.
—Creo que estás cometiendo un error, Kyuhyun…
A Yesung no le habían dado su apodo únicamente por su voz, preciosa como pocas, sino porque, realmente, podía hacer arte con ella… Expresar cada matiz de emoción que albergaba y, también, leer lo que se escondía detrás de las canciones de los demás.
Y, si bien ya había detectado resentimiento y arrepentimiento cuando KRY eran llamados para practicar juntos y a Ryeowook y Kyuhyun no les quedaba más opción que cantar las más emotivas baladas uno junto al otro, o cuando sus miradas se cruzaban estando en el escenario, nada era comparable a lo ocurrido cuando se les pidió grabar aquella canción.
“Love Disease”.
El tiempo en el estudio había sido tenso para todos los que habían participado en la grabación. Las miradas de Donghae y Sungmin se paseaban preocupadas de Kyuhyun a Ryeowook, mientras Yesung observaba algún punto en la infinidad, aparentemente abstraído, pero escuchando cada una de las palabras, suspiros y respiraciones que llenaban la sala.
Sabía que Ryeowook sólo quería salir corriendo de allí y dar rienda suelta a sus lágrimas y que Kyuhyun habría dado cualquier cosa por quedarse mudo y no tener que hacer frente al temblor en su voz.
A duras penas habían podido completar la jornada.
Y ahora, de vuelta al apartamento, Ryeowook se había escabullido a la planta de arriba, deseando refugiarse con Leeteuk durante un buen rato y Kyuhyun… El sólo había podido correr al baño, encerrarse dentro y dejar que sus sonoros sollozos lo delataran.
—Kyuhyun ah… Vamos, déjame entrar.
Hubo un movimiento en el interior, tras lo cual se escuchó el inconfundible sonido del pestillo y la puerta comenzó a abrirse lentamente. Yesung la empujó con impaciencia hasta apartarla completamente de su camino y levantó la vista para encontrarse con el rostro de Kyuhyun.
El más joven lucía un aspecto horrible.
—Hyung…—comenzó, pero su voz se quebró antes de poder continuar.
Yesung sonrió y le abrazó. Por supuesto, no le gustaba que ninguno de los miembros lo pasara mal, pero si era Kyuhyun, siempre estaba agradecido si era a él a quien se le daba la oportunidad de ayudar. El crío a veces era tan pícaro que le desesperaba, y le gustaba saber que en el fondo confiaba en él.
—No pasa nada, todos nos equivocamos. Lo importante es darse cuenta.
Kyuhyun se aferró con las fuerza a él.
—Yo… En ese momento… No me encontraba bien… No creía que pudiera seguir…—intentó explicar, mientras su cuerpo se agitaba contra el de Yesung.
Este acarició su cabeza.
—Lo sé… Es normal. Cálmate.
Yesung suspiró y cerró sus ojos cuando éstos se humedecieron. Su vida no era nada fácil. Cuando el exceso de trabajo y la falta de un descanso apropiado hacían estragos, era común que el cerebro de una persona lo protegiera bloqueando otras emociones. La apatía, la falta de motivación y de calidez era una señal frecuente de que se estaba alcanzando un límite.
El lo sabía muy bien.
Con otro pequeño suspiro, se separó de Kyuhyun y le miró fijamente.
—Lávate la cara. Vas a ir a hablar con Ryeowook.
—¿Cómo?—la expresión de Kyuhyun mostró algo de terror.
—Eres consciente, ¿no? Sabes que todavía quieres tenerlo a tu lado…
El aludido asintió tras unos segundos. Era cierto. Se sentía tan estúpido… Había necesitado tanto tiempo para darse cuenta de que, pese a que lo había hecho creyendo que separarse de Ryeowook sería un alivio, al final eso sólo le había arrebatado otro pedazo de felicidad.
Cuando Kyuhyun se giró para volver a entrar al baño y mejorar un poco su patética imagen, oyó al mayor repetir una vez más:
—Todos nos equivocamos.
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Heechul alzó una ceja cuando abrió la puerta del apartamento y se encontró con Yesung y Kyuhyun. Este último todavía tenía sus ojos hinchados y las mejillas enrojecidas por las lágrimas.
Resopló.
—Ryeowook está con Teukie en su cuarto.—informó al tiempo que se hacía un lado para dejarlos pasar.
Kyuhyun le sonrió en agradecimiento y se apresuró hacia el interior. Mientras tanto, Yesung se quedó justo bajo el marco de la puerta, mordiéndose un labio dubitativo. Cuando Heechul le miró, pareció encogerse de terror.
—¿Te vas a quedar ahí?—le espetó el más mayor.
—Ehhh… Hyung, yo…
Heechul puso los ojos en blanco.
—Hankyung está en su dormitorio también. ¿Es lo que querías saber?
—La verdad… Sí.
El otro fingió molestarse.
—¿Es que nadie viene a verme a mí? Primero aparece Ryeowook reclamando a Jungsoo, y ahora vosotros dos… Todos con vuestras tonterías amorosas. Aunque si al menos logras que Hankyung cambie esa cara larga que tiene últimamente, estará bien. Esto se está volviendo lamentable.
Yesung asintió antes de dirigirse hacia la habitación del miembro chino, ignorando las palabras de Heechul. Era su modo de reprenderle haber tardado tanto en darse cuenta de su idiotez. De hecho, si no hubiera visto la misma situación desde fuera con Kyuhyun y Ryeowook, tal vez nunca habría dado ese paso.
Detrás de él, Heechul dibujó una pequeña sonrisa, que se borró tan pronto como comprendió de que había quedado a volverse solo y de que sus planes de ir a molestar a Hangeng durante un rato se habían visto frustrados.
No obstante, se arrepintió de sus pensamientos cuando vio a Leeteuk aparecer.
—Mi dormitorio ha sido invadido…—miró a Heechul con ojos implorantes—¿Me dejarás dormir en el tuyo? Prometo ocupar sólo un pequeño trozo de suelo.
—¿Y tenerte que aguantar por la mañana? Olvídalo.
Y mientras se alejaba del líder para buscar algo que hacer y olvidarse de la estupidez general, pensó que quizá era él el que estaba siendo el más imbécil por buscar excusas para no compartir más espacio con Leeteuk del necesario, queriendo evitar acabar igual que los miembros que aquella noche habían aparecido por su apartamento, pero sin poder librarse de aquella sensación de envidia que le recorría a veces cuando los veía juntos.
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Yesung ya no notó nada de tensión en las voces de Ryeowook o Kyuhyun la primera vez que tuvieron que cantar “Love Disease” en vivo. Todos los duros recuerdos de un tiempo en el que habían sido obstinados habían sido enterrados por la felicidad del presente.
El problema es que a veces el sentido común también queda olvidado, pensó, mientras él, Donghae y Sungmin intentaban lograr como buenamente podían que el público no viera el apasionado beso en el que Ryeowook y Kyuhyun estaban unidos en ese momento, justo detrás de ellos.
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