Ya caía el atardecer y se podía observar, en la lejanía, un tren. En este había un pequeño chico de cabellos dorados que tenía la cabeza apoyada en el vidrio de la ventana; parecía que estaba dormido pero solo tenía los ojos cerrados… estaba pensando en que haría cuando el recorrido terminara y llegue a Central.
El vagón, en el que se encontraba Ed, estaba desolado, pues claro, los alquimistas tienen su propio vagón, debido a la gran importancia que representan para el Estado, aunque para muchos otros, solo eran los perros de los militares.
-Ese maldito recuerdo- era lo que pensaba Edward, mientras una de sus manos le cubría la cara y la otra intentaba formar un puño, pero por una extraña razón, no lo podía hacer. Una cristalina lágrima se hizo visible en su cara, que luego empezó a deslizarse por su suave piel hasta que cayó en su pantalón.
El trayecto del tren desde la ciudad del Oeste hasta Central era demasiado cansador, por el solo hecho de que se tardaban aproximadamente 7 horas para llegar a destino; además en esta época del año, (primavera) el calor azotaba el recorrido.
En Risembull, todo era tranquilo como de costumbre, aunque en la casa de Winry, pasaba todo lo contrario.
En el Comedor había un gran desorden, en especial en la mesa que estaba llena de cables y herramientas.
-¿¿¿¿¡¡¡¡QU…!!!!????- gritó la rubia muy alterada, luego hizo volar una carta que estaba leyendo. (Por eso había gritado. U- -)
-¿Qué pasa?- dijo Alphonse, mientras mantenía distancia de la rubia. (Estaba detrás del perro, temblando. UO.O)
-Winry muy enojada contesto- Es tu hermano, ahora me escribe una carta diciendo que no podrá venir, ¡¡¡Lo voy a matar!!!- agarró una llave mecánica y empezó a amenazar a Al, hasta que entró Pinako.
-¿Qué es todo este alboroto?- dijo mientras se acomodaba su pipa.
-Es que… - se puso la mano en la cabeza y dejó la llave sobre la mesa que estaba a su lado- Ed no podrá venir para mi cumpleaños.
-De seguro, tuvo algo urgente de último momento, algún trabajo que hacer.- dijo Al mientras se acercaba a Winry.
-Todos no podemos cumplir con tus caprichos- argumentó Pinako.
-Pero él no me puede hacer esto- mente de Winry- Le iba a decir que lo amo y le iba a pedir que sea mi novio, pero no. Ahora él se ve a Central para hacer algo importante y me deja sola… otra vez, esto no es justo. – Ed me prometió que iba a estar aquí y ahora no cumple.- Golpea la mesa y se va afuera.
-Winry, no es así…- gritó Al pero Pinako lo detuvo
-Ella es muy consentida, tiene que entender que todo el mundo no es de ella. –explicó Pinako.
-Eso lo sé, pero me preocupa que mi nii-san no pudiera venir. – dijo Al preocupado.
-Ya sabes cómo es el, así que no te preocupes.- dijo la bajita mientras caminaba hacia la cocina.
Al salió afuera para ver cómo estaba Winry; ella estaba sentada con la cabeza baja. El se sentó a su lado.
-¿Aun estas triste?- mirándola fijamente.
-Si, un poco.- se limpió de a poco las lagrimas que tenía y alzo su mirada – Yo quería que viniera para confesarle algo muy importante.
Al se quedó mudo.
El sol ya había desaparecido, de a poco aparecían las estrellas, una cálida brisa se podía sentir.
-mente de Al- Creo que ya se lo que le iba a decir a mi nii-san, pero mejor me aseguro- ¿Qué es lo que le ibas a confesar?-preguntó un poco confundido.
-Winry se ruborizó- Eh… Etto, creo que primero se lo iba a decir a Ed pero tú eres su hermano y guardaras el secreto.
-Si, supongo que sí, pero dime ¿Qué le ibas a decir a mi nii-san?
La pelirrubia tomó un poco de aire- Le iba a decir que lo amo, que lo quiero a mi lado, que él es el único que puede cuidar mi corazón, por eso le iba a preguntar, si quería ser mi novio.
Una repentina brisa fría hizo que el pelo de Al se moviera de manera brusca.
-Entonces era eso – en el interior se sentía decepcionado. –Mente – esto no puede estar pasando, ella si quiere a mi nii-san.
-Si, ahora guarda mi secreto y no se lo cuentes a Ed, excepto si yo digo que se lo digas- una gran sonrisa se notaba en la cara de Winry-Vamos Al, ya hay que entrar adentro.
Se levantó y entró a la casa, con una gran sonrisa dibujada.
-mente de Al-¿¿Por qué?? Siempre pensé que Winry quería a Ed solo como un amigo y hermano pero ahora me dijo que lo ama. ¿¿Por qué??- miró al cielo nocturno.- ¿Por qué me siento mal? ¿Por qué siento que Winry fue la espina que atravesó mi corazón? ¿Por qué estoy celoso de ella? ¿Acaso siento algo por mi nii-san?
Todas sus interrogantes confundían sus pensamientos. Se quedó solo en la oscuridad del cielo, mientras dejaba que su mente se calmara de esa complicada situación. Entre tantas estrellas pudo distinguir una fugaz, Al la miró detenidamente hasta que desapareció.
-Nii-san… yo…-cerró sus ojos y cuando pensaba continuar con la frase, escuchó un molesto ruido que lo hizo entrar en razón. Se imaginaran quien fue el ruido: Winry, que gritaba- Al, ya es hora de la cena.
Al se levantó y entró. La cena que lo esperaba era una exquisita comida preparada por la pelirrubia (cada uno se imagina su comida favorita -^^-) pero el pelicastaño no estaba de ánimo para comer, por eso, se fue directo a su habitación.
Entró, se puso su linda pijama que tenía estampada una carita de gatito en la parte de adelante y se soltó su largo cabello. Luego, apagó la luz de la lámpara y se recostó en la cama. Su último pensamiento antes de quedarse dormido fue: ¿Qué es lo que verdaderamente siento por mi nii-san? ¿Lo quiero como un hermano o algo más? El silencio dominó la habitación.
El recorrido del tren iba a terminar en las primeras horas de la mañana. Mientras tanto, Edward permanecía mirando a través de la ventana, el hermoso cielo estrellado; esta vista le traía viejos recuerdos de su infancia. Como él y Al salían a la noche y se recostaban en los tiernos pastos para observar el cielo estrellado y encontrar las constelaciones o inventarles nuevos nombres a ellas.
-Viejos recuerdos, si los podría revivir… -pausa y suspira- otra vez, ahora solo me agobia esa horrible sensación que la siento tan presente en mí. - ¡Al te necesito a mi lado!- exclamó Ed.
Parecía que el no iba a dormir en toda la noche. Su triste mirada reflejaba lo que sentía en su interior. Apoyó su cabeza en la ventana y siguió viendo el paisaje.
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Una noche especial, en la cual, los sentimientos y pensamientos se dejan llevar en lo profundo de la oscuridad.