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Sueño de Libertad por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Fic después de Decadencia Divina que también estare subiendo.

Notas del capitulo: Título: Sueño de Libertad
Fandom: Saint Seiya The Lost Canvas
Temas: Yaoi, drama, romance
Personajes: Defteros, Asmita, Aspros
Spoilers: Cap 152 pasado de Defteros.
Resumen: ¿Qué tan libre quieres ser, Defteros? Esa pregunta podría ser determinandote para la vida del geminiano, justo cuando parece que el tiempo esta por cumplirse. ¿Esperará a la promesa de su hermano o se aventurará a buscar su propia libertad?
Aquella tarde que lo vio pasar por el tercer templo jamás la olvidaría. Desde el escondite donde solía esperar a su hermano pudo ver el brillo de su hermosa cabellera dorada cruzar el pasillo oscuro de la casa y presentarse frente a su hermano, de forma cortes y al mismo tiempo severa. …l se asomaba un poco para poder ver más lo que estaba ocurriendo, aunque su interés mayor era ver el estado en el que había llegado. Para su sorpresa, no venía vestido por su coraza de oro, sino por un liviano y blanquesino traje que rodeaba uno de sus hombros y caía como cascada hasta el suelo. El gemelo oculto se extraño por verlo de esa manera, estando envolvía.

Intento acercarse un poco más, y observo la leve conversación que su hermano mayor y el invitado sostenían en medio pasillo. Se detuvo a dibujar desde su recóndito lugar la figura de aquel joven de cabellos de oro que estaba frente a su propia imagen aderezada por la luz. Aquella túnica blanca caía sinuosamente a través de sus músculos, por primera vez podía ver el cuerpo delgado aunque no por ello flácido de aquella persona a la que había estado esperando esos dos meses. Su piel blanquecina, tan pura, tan limpia parecía brillar incluso más que el mismo oro que tantas veces lo cubría. Los músculos se destacaban cuidadosamente, de forma perfecta, enmarcando el cuerpo de un santo guerrero. Nada tenía que ver con el grande y fornido cuerpo que el mismo gozaba, el de aquella persona era tan moderado, tan perfecto, tan delicado…

En algún momento vio como su hermano se hizo a un lado haciendo un gesto con su capa y dejando que el visitante abandonara la tercera casa hasta subir a su templo. Realmente estaba curioso por saber que habían hablado, pero sabía que a su hermano no le podría preguntar directamente, y si lo hacía recibiría una respuesta muy superficial, lo cual no era suficiente para calmar su ansiedad. Para complicar más el panorama, su hermano estaba más tiempo en el templo, por lo cual escabullirse hasta la casa de Virgo para averiguarlo por si mismo era virtualmente imposible. Así que se dejo caer a espaldas de la columna, mirando el techo tallado del templo que se había convertido en su hogar.

-¡Defteros! –Escucho el gemelo desde su posición-

El joven se levanto y se asomo detrás de unas columnas para ver el rostro resplandeciente de su hermano, engalanado por el brillo del oro que lo cubría, la vista de casi un dios para él. Espero en silencio sus palabras como muestra de respeto y sumisión.

-En un momento saldré con Aldebaran para verificar el entrenamiento de los aspirantes a Santos. Es posible que llegue tarde, así que puedes empezar a comer sin mí.

Defteros no supo si sentir tristeza o felicidad. Por un lado, no le gustaba mucho las oportunidades en que su hermano por el deber tenía que dejarlo demasiado tiempo solo en ese gigantesco lugar. Pero por el otro, pensó que no podía ser más oportuna la ocasión. En ese momento siguió a su hermano hasta la habitación, vio como recogía de su armario el casco de géminis y con ello termina de ataviarse para su salida. Sacudió un tanto su capa inmaculada verificando que estuviera pulcra y no mostrar un aire indecoroso frente a los aprendices. Su hermano cuidaba mucho su apariencia y es que para su objetivo era de vital importancia presentarse con aire de grandeza y calidez. Así que se esforzaba para ganar la admiración de todos aquellos que estaban en el santuario como parte de su objetivo mayor: obtener el puesto del patriarcado y así liberar a su hermano de esas cadenas que lo ocultaban en la sombra. Cada vez que recordaba ese sueño infundado en la noche estrellada de su niñez, Defteros veía en su hermano a su salvador. El hombre que le daría una identidad ante el mundo.

Aspros sacudió su capa hacia su espalda y sonrío por encima de su hombro hacia su hermano, en señal de despedida, antes de abandonar el templo. El gemelo espero desde el templo hasta ver que su hermano se encontrara debajo de las escalinatas con el santo dorado de Tauro, un hombre de impresionante altura y porte que infundía respeto a quien lo viere, pero cuyo corazón era tan tranquilo y sereno, lleno de ternura, como un gran padre. Vio como el gran toro poso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de su hermano, soltando una carcajada, para luego ver tímidamente como su hermano se soltaba del contacto, de forma educada, vislumbrándola sin embargo una sonrisa para evitar demostrar que fue un gesto incomodo.

Defteros se sonrío a si mismo viendo como su hermano se portaba cortésmente con sus compañero y deseándole allí todos los mejores éxitos. Cuando a su vista ya no estaba presente ni Tauro ni su hermano, entonces el volteo la mirada hacia atrás, dirigiéndose instintivamente hacía la sexta casa, no sin antes revisar los alrededores.

Anteriormente, él solo tenía que preocuparse por el guardián de la cuarta casa: Cáncer. Manigoldo no era una persona muy agradable y aunque no lo había tratado directamente si había sido testigo de algunos altercados con su hermano. Por mucho que Aspros intentara mantener la compostura, con ese italiano mal hablado era difícil. Varias veces tuvo que contener sus puños para no salir en defensa de su hermano cuando el cancerígeno drenaba por sus bocas palabras obscenas y maleducadas. Admiraba la forma como su hermano se mantenían en línea y firme a su objetivo, evitando encarar demasiado a su insoportable vecino, aunque varias veces dejaba salir su rabia en la oscuridad de la noche, quejándose con él y diciendo que cuando llegara el momento le hará tragar cada una de sus palabras.

Pero ahora, más que Cáncer, había un guardián mucho más peligroso. Se trataba del nuevo chico dorado, quien supuestamente entreno Sisyphus de Sagitario, pero a quien había visto más al lado de Aldebaran de Tauro. Ese chiquillo adolescente era incluso peor que Manigoldo y es que, precisamente, el peligro era el ser descubierto. Su capacidad innata y sus sentidos afilados eran increíbles, el mismo con años de entrenamiento con su hermano notaba que el joven dorado tenía todas las cualidades de un guerrero. Varias veces se ha visto en vilo cuando el niño empieza a buscar esa presencia que está a punto de cruzar su casa. Incluso recuerda aquella vez en la que Manigoldo gruñía con él, ya que el joven con sus ojos afilados decía: ¡Dejaste a alguien pasar! A lo que Manigoldo por razones obvias, negaba férreamente. Eso le había enseñado que debía usar todas sus facultades para pasar desapercibido de la mirada de león.

Finalmente, llego al templo de Virgo, el lugar en donde había deseado estar desde el momento que supo que su protector había llegado. Al entrar a la edificación se dio cuenta que Asmita no se encontraba allí, así que supuso que debió haber subido hasta la cámara del patriarca. Por ello se planto dentro del templo, escondido hasta que llegara la persona que esperaba.

Asmita había tenido que partir a Jamir durante unos meses para una misión especial, por lo cual tuvo que abandonar a su santa casa por un tiempo. Eso para Defteros le resulto algo difícil de asimilar, ya que acostumbraba subsanar la soledad de Aspros visitando a aquel amigo que lo escuchaba con el mayor de los intereses y de quien, de alguna manera extraña, se sentía atado. Lo que lo unía a él no era el respeto y devoción que sentía por su hermano Aspros, era algo que no podía entender e iba más allá.

Algunas veces había tenido la oportunidad de saborear la exquisita presencia de Asmita en sus salidas extrapolares, permitiéndole por un segundo sentir el tacto de sus cálidos labios aún estando con su máscara puesta. Aquellas oportunidades eran resguardadas con manojo de oro en el interior de Defteros, acunando esas memorias de forma especial. Asmita era muy gentil con él, permitiéndole sentir de forma curiosa sensaciones que pensó imposible de vivir, con una calidez que lo arropaba. Y el hecho de mantener todo en secreto incluso de su hermano le parecía incluso más jugoso. Le hacía entender que él tenía una personalidad, aunque no estaba del todo cómodo con la idea.

En ese momento sintió la presencia del santo acercarse a su templo. Pudo percibirlo, incluso el aura de la sexta casa pareció reaccionar al cosmos que se acercaba a sus adentros, como reconociendo a su entero compañero. Se quedo absorto observando como el joven de cabellos dorados se poso en la salida del templo de la virgen, con su cabello desmarañado pero reluciente, y con aquella túnica que lo hacía ver tan diferente. No importaba cuantas veces lo viera, el cuerpo de su amigo y compañero le parecía cada vez más seductor, delicado, pero fuerte y a la luz de aquel sol que iba reposando por las cordilleras, se veían incluso como un dios. El viento meció levemente la túnica y cabellera del dorado, mientras este viro su vista hacía el cielo que tomaba colores de acuarela ardiente, entre amarillo y rojo jugueteando con el naranja del otoño. La vista para Defteros era embriagante, parecía que veía la imagen de un angel encarnado en ese momento, brillante, tan inalcanzable que se sintió incluso privilegiado de solo observarlo. Casi sin pensarlo salió de su escondite para verlo, allí, dejando que el viento jugara con su cabellera y acariciar su tierna piel. En ese momento vio como el rostro de Virgo volteo hasta posarse sobre la posición donde se encontraba el gemelo, para luego dibujar en su rostro una hermosa sonrisa, cálida, como un añorado saludo.

-Te sentí en la casa de géminis. Pensé saludarte allí pero estaba tu hermano…

-Lo sé, también te vi llegar- Respondió Defteros embargado de diversas emociones-. Espere que mi hermano se fuera para venir por un momento y… saludarte.

Asmita respondió a esas palabras con una sonrisa llena de ternura, para luego caminar hacía donde se encontraba su visitante y luego ir tras las columnas para no ser visto por los de afuera. Defteros entendió el movimiento y también se escondió, sosteniendo su brazo izquierdo sobre la columna y observando como el cuerpo de Asmita se recostó sobre la que tenía detrás de él, a solo tres metro de distancia, recogiendo sus manos hacia atrás y mirando fijamente al frente aunque, con sus ojos cerrados.

-Estuve hablando con tu hermano. Tal parece que durante mi ausencia el santo dorado de Leo por fin tomo su puesto. Fue curioso, espere ver la presencia de alguien que igualara nuestra edad, y me encontré con un niño extremadamente interesante –Murmuro Asmita de forma pausada-. ¿Qué opinas de él?

Defteros por un momento se sintió descolocado ante esa pregunta. Aunque fue testigo del momento en que Regulus de Leo había obtenido el puesto, en ningún momento su hermano le habría preguntado algo como eso. Para él era obvio que su opinión al respecto de la casta dorada no tenía ninguna validez y tampoco habría razón para tenerla.

-No creo que mi opinión sobre el santo de leo sea muy importante- Respondió Defteros apenado, desviando su mirada hacía el centro del templo.

-¿Eso crees…?

Cuando Defteros volteo a ver la expresión de Asmita se encontró con un rostro serio, que lo miraba fijamente y aún con sus ojos cerrados podía sentir en su cosmos una mirada afilada. Parecía molesto por la respuesta obtenida y dicha expresión provoco en Defteros una corriente de pánico, quien pasmado solo trago grueso y respondió la mirada de Asmita con desosiego.

-¿Crees que si no tuviese importancia, me molestaría en preguntarlo? –Agrego Asmita con voz férrea, dura y soberbia. Defteros entendió inmediatamente su error.

-Lo siento… Yo solo…-El gemelo bajo su mirada un momento, respiro y devolvió el gesto de su compañero con fuerza-… Está bien, opino que es muy joven para combatir pero con grandes habilidades. Sus sentidos están totalmente agudizados y parece que aprendiera con el paso del tiempo. Es aún inmaduro, pero sus habilidades de combates son notables. Creo que han tomado una buena decisión al darle la envestidura de Leo.

Asmita suavizo su expresión, dejando que un mechón de su cabello dorado rodara por su hombro.

-Me parece intolerable cada vez que anulas tu misma existencia. Si tú mismo no crees que vale la pena respirar este aire, dime Defteros, ¿de qué valdrá que los demás piensen lo contrario?

-Cuando mi hermano logre liberarme de esta mascara entonces podré creer que si vale la pena.

La respuesta de Defteros, impregnada de dolor, sacudió el corazón de Asmita dejándolo sin respuesta. Más no tanto por la confesión entristecía de Defteros sino por la idea que le estaba asomando. “Cuando mi hermano me libere de esta mascara…”

-¿Y como se supone que piensa hacerlo? –Pregunto Asmita casi inmediatamente, apenas la pudo armar en su cerebro

Defteros cayó en cuenta de lo que había hecho, ahora arrepintiéndose y preocupándose a la vez. Había hablado de más. Tembló dentro de sí pensando en el grave error que había cometido. Asomarle esa idea a Asmita, una persona extremadamente curiosa y capaz de desenterrar sus más profundos secretos lo hizo caer en horror. Defteros volteo, quitándole la vista al santo dorado y cubriéndose con una mano la máscara, volviendo a sentir el tacto de aquel objeto que lo condenaba. Su corazón se aceleró, buscando mil y una maneras de quitarle la idea de la cabeza aunque sabía que era totalmente en vano.

-Dime Defteros, ¿Tu hermano te ha hecho esa promesa? –La voz de Asmita se sentía apresurada- ¿Te ha dicho que te liberara de la máscara?

-¡Quiero creer en eso! – Fue lo único que vociferó Defteros, asustado, delatando su nerviosismo a través de su respiración entrecortada, y cerrando su puño con fuerza, demostrando la impotencia que sentía.

Asmita pudo sentir perfectamente el estado de terror y angustia en el que había caído su amigo y decidió que iría directamente a encararlo. Dio unos pasos más, con lo cual comprobó la desesperación que ahondaba en el gemelo y mientras más se acercaba, más parecía acorralarlo. Cuando Defteros se sintió amenazado, hizo un vano intento de huir de la casa, a lo cual se vio frustrado por la mano de Asmita que fuertemente le sujeto de su antebrazo. Sentir el toque de la mano de Virgo totalmente en su piel, sin nada que lo cubriese, sin su armadura, termino dejándolo totalmente descolocado, sintiendo temor y deseos a la vez.

-Quítate la máscara- Escucho Defteros a sus espaldas, dejándolo aún más absorto de lo que ya estaba.

-¿Qué… has dicho?

-Lo repetiré una vez más. Quítate la máscara, Defteros.

Aquella proposición fue inesperada, pero fue mucho más imprevisto sentir como la mano que lo había sostenido en el antebrazo, subió delicadamente, palpando la curvatura de sus trabajados músculos hasta posarse sobre su hombro. Defteros se sintió totalmente acorralado entre el miedo y el placer.

-Asmita… tu…

-Quítate la máscara –Volvió a escuchar cada vez más decidido

Ahogado por el momento, Defteros voltea lanzando la mano de Asmita fuera de él, y mostrando un aspecto parecido al de una bestia acosada. Dicha imagen sentida a través del cosmos de Asmita le ardió por dentro.

-¡No puedo! ¡No puedo quitármela! –Grito Defteros adolorido- Tengo que esperar hasta que mi hermano me…

La mano de Asmita, en señal de alto, provoco que Defteros terminara tragándose las palabras que no pudo hablar. Acto inmediato, el santo de virgo volteo y camino hacia atrás, dejando al gemelo inmóvil ante la inesperada arremetida.

-Sal de mi templo.

Aquella orden, con semejante autoridad, sacudió las entrañas del geminiano, al punto de hacerlo sentir al borde del colapso.

-Asmita… yo

-No pienso repetirlo Defteros, sal ahora de mi templo.

La voz cortante del santo de Virgo pasó como un filo de diamante sobre su corazón, haciéndolo caer en pedazos. Nunca lo había visto de esa forma, Asmita era una persona extremadamente paciente por lo cual, tenerlo en esa situación significaba que había cometido un error irreparable. Sintió inmediatamente como sus ojos se embargaron de lágrimas y tantas palabras se quedaban atrapadas dentro de su garganta, sintiéndose indigno de estar allí. Finalmente, solo pudo dejar escapar un murmullo.

-Estás… molesto…

-No…-Respondió Asmita, dejándole un claro de esperanza que luego se vio súbitamente mancillada y aplastada por las más duras palabras. –Estoy decepcionado.

Con solo esa frase, Defteros se sintió caer por un profundo precipicio. Ahogo su llanto por dentro, dio un paso atrás sosteniendo su pecho como si intentase soportar entre sus manos los pedazos de su corazón. Veía que nada podía hacer, sentía como con el paso de los segundos la imagen de Asmita se alejaba cada vez más de él y sus ojos embargados de lágrimas le dificultaban la visión. Tembló un momento y después de un minuto de dubitativas, salió huyendo del templo. Por dentro sentía que sería la última vez que podría estar cerca de ese cosmos cálido que lo acunaba. Y ya encontrándose dentro de su templo, lloró, como un niño a quien hubiese dado el peor de los maltratos, encogiéndose entre su propio cuerpo y maldiciendo una vez más su máscara.

“Por favor, hermano, sálvame de esta maldición”

Fue lo único que pensaba el joven geminiano, llorando amargamente, creyendo que cuando su hermano logrará liberarlo de la máscara, por fin, podría darle a Asmita lo que buscaba.
Notas finales: Bueno, aqui dejo mi nuevo fic, contara de 4 capitulos, ya tengo hasta el 3. Basicamente quiero contar como fue el proceso de la relación de ellos y como la dependencia de Defteros hacia su hermano y su falta de iniciativa que empiez colocarlo en jaque. Basicamente esto sería unos meses de antes de LC, ya luego podrán posicionrlo en el tiempo apropiado.

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