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Sueño de Libertad por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Aqui va el último capitulo. Defteros tomo una decisión, ¿hasta que punto la llevara a cabo? ¿Este será su sueño de libertad?

¡Un poco de Lime a la vista!
El aire refrescante agitaba los tenues cabellos castaños del guerrero quien dejaba descansar su rostro entristecido entre sus manos, al lado de su compañero, su más fiel seguidor, aquel que lo había estado acompañando en múltiples misiones. A quien le confiaría hasta su alma.

El Cid se quedo en silencio, solo sentado a su lado, sujetando sus manos entre sus piernas y en espera, de que en algún momento, su compañero hablare.

w22;Cid…w22;Murmuro el arquero aún con su rostro agachadow22; Puedes ver, todo lo que está debajo de nuestros pies, ¿cierto?

El español dio un vistazo general, observando como todas las casa, el campo de entrenamientos y edificios del santuario estaban, justo, a sus pies. Solo detrás de ellos se encontraba la cámara del patriarca, la habitación de Athena y los dos últimos templos.

w22;Así es.

w22;¿Puedes decirme que ves? –Pregunto de nuevo sagitario, con su voz ahogada en pesadezw22;

w22;Todo un santuario dispuesto a obedecertew22; Respondió El Cid decidido.

Sisyphus levanto su vista, dejando entrever sus ojos abrumados de la impresión. No le había pronunciado que era lo que lo agobiaba, pero parece que el ya lo sabía. El español respondió la mirada angustiada de Sisyphus con fuerza, con fluidez, con la tenacidad de su signo.

w22;¿Acaso dudas de ello?

w22;No lo dudo… pero aún así… w22;Sisyphus arranco la cinta que solía sujetar su cabello, dejando que este se viera azotado por la brisa que agitaba al santuariow22; ¿Cómo supiste?

w22;Los espectros están renaciendo, el viento de guerra se siente en el ambiente. La necesidad de ir escogiendo un sucesor es lo más lógico –Confesó El Cid, mirando hacia el frente, dejando que su cabellera negra siguiera el ritmo impuesto por la brisa w22;. Además, tu semblante es un espejo.

Sisyphus soltó una leve carcajada, que más de alegría, escondía un intenso pesar, cosa que para su compañero le pareció extensamente doloroso. De improvisto, Sisyphus se dejo caer sobre el hombro del capricorniano, acto que sacudió las membranas del santo de la decima casa desconcertado.

w22;Sisyphus, aquí…

w22;Solo un momento Cid, solo un momento…

Trago grueso, intento mantener la compostura y verifico que efectivamente nadie estuviera cerca para verlos. Luego, cuidadosamente, capricornio estrujo la mano fría de su compañero, infundiéndole compañía, respeto y complicidad.

w22;Yo, no sé qué hacer… Para cualquier santo, esto debe ser una oferta tentadora, pero me siento indigno de ella.

w22;Exactamente, ¿qué te dijo el patriarca? –Pregunto el español, deseoso de entender a cabalidad todo lo que estaba pasando.

w22;Cuando vio que estaba a punto de negarme, no me dejo hablar y me dijo que tenía todo este tiempo hasta la reunión dorada para decidir. Me confesó que siendo yo el más cercano a Athena y de gran estima para mis compañeros, veía que era el indicado, pero que no me viera obligado a aceptar la responsabilidad.

w22;Eso significa que tiene un apoyo en caso de que tú desistas.

w22;Tal parece…

El español apretó con mayor fuerza la mano de Sisyphus, como si con eso intentara infundirle valor aunque comprendía perfectamente el desosiego que sentía. Para alguien a quien amaba poner su pecho en frente para proteger a los débiles, debía ser terrible la idea de ver morir a los débiles para protegerlo.

w22;Sea cual sea la decisión que tomes, cuentas conmigo. Recuerda, yo siempre seré tu espada.

El susurro mudo, asintiendo, fue lo único que escucho de su compañero y así en silencio, se dejaron llevar por la dulce brisa que los acunaba, dejando que esta se llevara lejos todo lo que los agobiaba y así disfrutar, enteramente de la paz que les quedaba.

Al mismo tiempo que esto ocurría en la decima casa, la sexta estaba totalmente desconectada de las noticias de guerras, de los dioses e incluso del destino mismo. La mano de Defteros posicionada en la nuca de Asmita, pretendía sujetar su rostro como si fuese el mayor de sus tesoros, mientras se saciaba lentamente de esos labios que tanto había probado a través de pases astrales, que aunque le dejaban una satisfacción honda, no era comparable a lo que ahora era sentir sus labios directamente. Se retiro un momento para poder respirar profundamente, ya que aquel beso tan esperado durante años pareció absorberle el oxigeno de los pulmones. Abrió sus ojos azules para observar el rostro ruborizado de su compañero, quien ahogado, intentaba tomar aire en sus pulmones.

Defteros se sintió embargado de muchas emociones a las cuales no sabía cómo dejarlas correr sin atropellar con ello a su compañero, quien luego de haber recuperado el aire, le devolvió una sonrisa que le daba vía abierta a sus instintos. …l no espero, no tenía mucho tiempo tampoco para detenerse a pensar, así que simplemente tomo el cuerpo de Asmita sobre él rodeándolo con sus brazos, tiernamente, dejando que su brazo derecho soportara desde la cintura hasta sostener con su mano su delgado cuello, y con la izquierda, rodaba sus caderas hacía el. El santo le respondió simplemente dejando que una de sus manos seductoramente sujetara sus cabellos desparramados y ahora un poco humedecidos por el mismo, y la que tenía libre, presionar con fuerza la esbelta espalda del gemelo, fuerte, voraz, ardiente como las paredes de un volcán.

Solo eran besos… solo besos tras besos que parecían con ello pasar una larga factura de encuentros fortuitos y deseos negados que había ido acumulando a lo largo de su relación. Desde que se conocieron, hubo algo que innegablemente los ato. ¿El destino quizás? Asmita intentaba pensar en eso mientras sentía que su amante se volvía cada vez más apasionado. La fuerza de su agarre se hacía más potente y conforme seguían aumentando las caricias, ambos cuerpos parecían prepararse para una terrible erupción, que corroería los principios, la moral, la razón. Poco le importo eso al santo de Virgo, quien se detuvo solo a sentir la liberación de aquella bestia dormida, obligada a deambular por las sombras, pensando inútilmente que así doblegarían su fuerza. Nada podía estar tan equivocado.

Era fuerte, muy fuerte, y cuando pensaba en ello no se refería al beso desgarrador que le clavo en su cuello y que lo obligo a morder sus labios, para no emitir un ruido indecoroso que los delatase. Se refería a aquella personalidad que se había forjado tras el dolor, tras la subordinación, tras los años de sombra sucumbiendo a su propio yo. Asmita sabía que detrás de ello había una torrencial de fuerza que pronto se desbocaría y lo haría levantar, fuertemente, como un guerrero inclemente a quien muchos le implorarían misericordia. Deseaba ver ese día, el día en el que el mismo tiempo impartiría su justicia divina.

Entre tanto, el jazmín de su cabello lo tenía embelesado, ensimismado en un torbellino de sensaciones que no hacían más que acelerarlo. Por primera vez, libre. Por primera vez, vivo. Defteros sentía que conforme rodeaba el pecho de Asmita con sus besos, por fin, podía reclamar que algo le pertenecía. Sería lo único, tal vez, pero era enteramente suyo.

Conforme se unían, ambos entendían que al final ya nada podría separar la unión astral de las que estaban siendo testigos, cómplices y victimas. Mientras que Defteros era guiado dulcemente por Asmita y este simplemente seguía complacientemente cada uno de sus deseos, se ejecutaba un rito de lo cual solo ellos tendrían conocimiento. De alguna manera, en alma, en cuerpo, incluso con la esencia del cosmos, uno se buscaría al otro unidos por ese vínculo perfecto en el que se estaba convirtiendo sus cuerpos. Quien sabe cuánto duraría la guerra, ni de qué forma se verían devorados por ella, pero independientemente de eso, se buscarían, incluso en las mismas bases del infierno.

Finalmente, luego de que ambos cuerpos realizaran esa danza afrodisiaca de la cual solo el mismo universo conocía el ritmo, se dejaron caer, en medio de aquel pasillo que solo dejaba entrever un pequeño halo de luz de luna. El cabello alborotado de Asmita se desplazaba por el piso de mármol de forma graciosa, entre tanto Defteros simplemente sucumbió al placer, cansado sobre él, dejando que su torrencial cabello rebelde cayera a un lado y sosteniendo con su mano izquierda, aún posesionado por algún elixir, la dulce mano derecha que Asmita tenía extendida. No podía creerlo, no podía dar crédito en lo que había terminado su carrera, no… más bien su sueño de libertad. Porque definitivamente, este era la conclusión de su casi eterna búsqueda. Todo se limitaba a eso, un momento, en donde pudiera dejarse ir sin riendas, tomar lo que amase, recorrer los caminos que desease, experimentar, sentir. Un nudo en su garganta se formo, embargado de alegría, de sosiego, de paz.

En ese momento, sintió la dulce caricia de Asmita, quien tiernamente volvió a tratar de peinar ese cabello sin ley. Esa acción, hizo que Defteros se reincorporara un poco, para ver el rostro de quien lo había acompañado y volver a dibujar con sus manos las líneas que enmarcaban esos parpados que nunca han visto luz. …l le respondió con sutileza, una sonrisa sincera, que le hizo caer de nuevo en la más pura y valedera paz, aunque ya lejos de la pasión momentánea, Defteros recordó una de las razones por la cual se había atrevido a ir a su templo.

w22;Pude sentir a tu cosmos golpear este templo dos veces…w22;Menciono Defteros, con mirada preocupada y un tono asustado…w22; Mi hermano menciono que si seguías haciéndolo de esa forma podrías…

w22;shhh…

Asmita detuvo las palabras del gemelo tocando delicadamente su rostro y dibujándole una sonrisa de tranquilidad, para sosegarlo.

w22;No tienes de que preocuparte, estaré bien. Estoy consciente de que esa no era la forma de hacerlo y se reconocer cuales son mis límites. No pondré mi vida en juego tan fácilmente.

w22;¿Es una misión del patriarca? ¿Es tan peligrosa?

Ante esas palabras, el santo de Virgo se reincorpora, aún sentado, tomando aquella tela que lo cubría antes de haberse dejado llevar y echo su cabeza hacia atrás, pensativo.

w22;Es una misión que yo mismo me impuse Defteros. Solo el patriarca me dio la autorización de ausentarme más a menudo, aunque seguiré aquí… ¿lo entiendes cierto?

Defteros asintió, comprendiendo todo. Sus viajes fuera de su cuerpo al parecer serían más comunes y duraderos que antes.

w22;¿A dónde vas? –Pregunto el gemelo, dejando que una de sus manos recibiera la caricia de aquel cabello dorado y húmedo que se escapaban por la espalda de Asmita.

w22;Te diré en su momento. Confía en mí.

Acto seguido, el santo voltea y pícaramente besa los labios del gemelo, llevado por el olor que aún estaba impregnado su aliento. Defteros recibió ese dulce gesto como un bálsamo a la angustia que por un momento lo asalto y con delicadeza, tiro del brazo de su compañero hasta volverlo a acoplar a su cuerpo, al cual abrazo, cubriéndolo, como si quisiera protegerlo de todo.

w22;Pensé que ya no habría remedio… w22;Susurro Defteros, totalmente fuera de sí, dejando que el aire de sus pulmones se refrescara con el olor a jazmín.

w22;Sé que fui duro contigo. Aún así, creo que tú eres más duro contigo mismo de lo que yo podría llegar a ser para ti.

w22;Entiéndeme…

w22;Trato de hacerlo, créeme que trato de hacerlo… Pero hay muchas cosas de ti que no termino de comprender.

El sonido lejano de una campana llamo la atención de ambos. Debía tratarse de una catedral cercana en el pueblo de Rodorio, que cada 3 horas anunciaba el paso del tiempo a todos los cercanos, incluyendo al santuario.

w22;Asmita… debo irme… w22;Musito Defteros, cayendo en cuenta de que la noche avanzaba

w22;Lo sé. Te ayudaré a ponerte la máscara.

Defteros se sentó a su lado, negándose a sí mismo el tener que volver a ponerse esa carga que de seguro, lo devolvería irremediablemente a la cruda realidad que por un momento creyó haber abandonado. Asmita sintió eso a través de su cosmos, por lo cual tomo con dolor esa mascara, preparándose para ponerla y consolarlo.

w22;Defteros, un hombre libre elige sus cadenas, también el cuándo y cómo sostenerlas. Cada vez que desees, te ayudaré a quitarte esta mascara hasta que tú mismo puedas hacerlo.

w22;¿Te burlas de mí porque hace un momento no podía quitármela? –Pregunto Defteros dibujando una sonrisa picara, con una ceja arqueada de forma sinuosa, sin entender el verdadero significado de sus palabras.

w22;Para nada…

Ayudado por Asmita, Defteros volvió a colocarse aquella mascara, que por primera vez no le pareció tan pesada. Todo parecía más llevadero ahora.

De inmediato pensó, en como haría para despejar ese aroma a jazmín que había quedado impregnado en su cuerpo y así evitar, que su hermano sospechara lo que esa noche había ocurrido. En ese momento recordó aquella pregunta que le hizo a Asmita el día anterior y que él, magistralmente, se había encargado de evadir.

w22;Asmita, ¿realmente no sientes celos por mi hermano?

La pregunta al ser oída provoco un extraño desconcierto en él. No eran celos… era un presagio tal vez, una señal, algo que él no terminaba de descifrar. Pero definitivamente no eran meramente celos.

w22;Sé que tu hermano tiene una gran parte importante de tu corazón, pero también debes admitir que hay otra buena parte que me pertenece.

Defteros lo miro tiernamente, observando cómo sentado, ya con su pantalón puesto, dejaba que su cabello se precipitara por su espalda. Por supuesto, ese semblante confiado de sus palabras, le parecía sumamente jugoso. No le iba a refutar. Ciertamente aquella parte que su hermano no tenía, le pertenecía a él y por más creído que sonara, Asmita estaba totalmente convencido de ello y con toda razón.

w22;Quería comentarte, que si mi hermano, que es el hombre a quien más venero, me pidiera lastimarte, lo impediría, con todas mis fuerzas.

Asmita le dibujo una expresión de asombro ante esas palabras. Parece que aquello que lo alertaba se hacía cada vez más tangible y aún así, menos explicable.

w22;¿Crees a tu hermano capaz de algo así? –Pregunto el santo intrigadow22;

w22;No… quiero decir, en una situación hipotética…

w22;No vale la pena enfermar nuestra mente en base a hipótesis, pero entiendo lo que intentas decirmew22; Asmita se pone de piel, con una sonrisa encantadora w22;. Si, “hipotéticamente”, me tocara enfrentarte, antes de lastimarte intentaría, de mil y una forma hacerte entrar en razón. ¿Conforme con eso?

Con esas últimas palabras, Defteros abandona la sexta casa, escurriéndose entre los campos de entrenamiento. Sin saberlo, sin comprender en ese momento lo que les esperaba en el futuro. Esas frases al final se convirtieron en una promesa.

Asmita suspiro, satisfecho. El cansancio del día no fue nada comparado con la satisfacción que actualmente lo rebosaba. Aún así, algo en su pecho, tras esas palabras, quedó grabado con sangre y fuego.

El amanecer llego al santuario, forrando con los rayos del sol cada una de las edificaciones que se alzaban a lo alto. Desde temprano, Asmita se encontró realizando su misión, a la cual, extrañamente, sintió menos pesada que el día anterior. Entre tanto, Aspros se levanto confundido luego de ver a Defteros, durmiendo en un rincón, sucio, con algunas heridas en sus manos, como si hubiera estado entrenando toda la noche. El olor de jazmín no era detectable, precisamente para eso, luego de salir de la casa de Virgo, Defteros entreno fuertemente, sintiendo que tenía energías para cualquier cosa que le impusiera y para de alguna manera ocultar ese embriagante aroma que lo llenaba.

El ruido de la armadura dorada hizo que Defteros despertara de su letargo y observara, dormitado, a su hermano quien se colocaba su casco dorado, aquel de la doble expresión. Para su vista, iluminado por los rayos del sol que se escurría tras la abertura de su habitación, era como ver a un dios encarnado con su mismo rostro.

w22;Veo que entrenaste duramente en la noche.

w22;Así es, te prometí que sería alguien digno de ser el hermano de géminisw22;Murmuro Defteros

w22;Por supuesto, después de todo, yo te liberaré de la máscara –Aspros acaricio la cabellera enmarañada de su hermano, casi como si fuese un arrullo de cunaw22;. Ya falta poco, muy poco para nuestro día…

Defteros se dejo caer en los brazos del cansancio, solo escuchando desde lejos esa última frase sin ver el semblante de su hermano cuando la pronuncio. Aspros lo dejo atrás en su habitación y camino hacia la cima del santuario, recorriendo cada casa mientras recibía la acostumbrada señal de respeto que el tanto amaba, casi sintiendo entre sus dedos aquel trono que le permitiría alcanzar la cúspide y al final, ser reconocido junto a su hermano, su gemelo, la perfecta replica que él había creado para mostrar al mundo cuan fuerte eran y cuan equivocados estaban.

El destino escrito en las estrellas ya había dado su veredicto.
Notas finales: Aqui termino esta historia, fue mi primer multichapter, ¡asi que espero les guste! Espeor sus review.

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