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Noche Especial por Lugoth

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Notas del capitulo:

Este fic lo escribi en twckaulitz.com y en slasheaven, bajo el seudonimo de Lu_Vladimir o Lugoth

No entiendo como emilee me ha plageado!

Noche Especial.


 


Tiro con fuerza su mochila contra la banca vacía del patio del instituto, la rabia corría por sus venas al igual que un hilillo de sangre corría por su barbilla, se sentó y se cruzo de brazos, mirando al cielo, buscando calmarse.


Había sido expulsado del equipo de básquet del instituto por sus malas calificaciones en mas de cinco materias durante el ultimo semestre, el entrenador había perdido a su mejor jugador y sus compañeros había decidido amenazarlo “Mejora académicamente o te golpearemos”, las palabras le calaron en lo profundo.


Era el chico mas popular de todo su maldito instituto, las chicas y algunos chicos morían por el, estaba rodeado de los chicos mas ricos y guapos de toda la maldita secundaria, para que sus compañeros de equipo decidieran golpearlo al saber que su jugador estrella estaba expulsado por reprobar, era algo grave.


Bufo molesto y un profundo ardor en su mejilla le hizo gemir con suavidad, dirigió su vista a su alrededor, el equipo practicaba en las canchas a unos cuantos metros de el, suspiro cansado y se levanto con suavidad, podía ser muy fuerte y todo, pero tener a casi veinte chicos encima golpeándote y amenazándote era algo tortuoso, incluso para el.


Salió del gimnasio cojeando con suavidad, y sin mirar por donde caminaba, estaba solo, nadie le hablaría hasta que volviera a entrar al circulo del equipo y recobrara su gloria como el mejor jugador de toda la preparatoria.


Su cuerpo sufrió una fea sacudida que casi le manda al suelo, maldijo a los cuatro vientos a quien había osado meterse en su camino, sacudió su ropa y miro furioso hacia el suelo, donde un joven de trenzas negras y ropas anchas recogía desesperados sus libros y hojas académicas, suspiro y con suavidad se agacho al lado del extraño joven que al verle ayudarle se encogió en su lugar.


--L-l-lo…Lamento – La voz del joven de trenzas era suave y tartamudeaba con lentitud, su mirada estaba fija en el suelo mientras apretaba con fuerza los libros contra su pecho – D-debí fijarme...P-por d-donde iba – El muchacho estaba nervioso, sonrojado y tenia los ojos algo cristalinos, temió que se echará a llorar en ese lugar.


--Descuida…Fue mi culpa – Se encogió de hombros y trato de darle una sonrisa, nunca le había llegado a ver y si lo había hecho nunca lo había registrado.


--No es cierto…F-fui yo -  La mirada del de trenzas se conecto con la suya, sus ojos eran casi de un color avellana claro, de un hermoso color avellana cristalino.


--No importa – Le sonrió y paso su brazo por su cabeza, gimiendo al chocar con uno de los múltiples golpes que tenia.


--¿E-estas bien? – La mano fría del joven de trenzas se poso en su barbilla, limpiando con suavidad el hilillo de sangre que salía de ella, lo había hecho casi inconscientemente, por que luego había retirado su mano con rapidez y había comenzado a temblar en su lugar.


--Eh… - La lucidez se había ido, en su mente solo aquel contacto tan suave se encontraba – S-si – ¡Ahora era el, el que tartamudeaba! - ¿Cómo te llamas?


--Ah…Soy T-tom…Estoy en tu clase, d-desde hace c-cinco años – La mirada del otro fue a dar al piso de nuevo.


--¿El becado Trümper? – Recordaba haber escuchado de el, un chico becado y con un coeficiente intelectual sumamente alto, el mejor de su clase y según sus amiguitos estaba enamorado de el desde el primer grado, nunca había hecho  caso a aquellos rumores ni había mirado al chico en cuestión....Ahora lo tenia justo enfrente.


--E-ese Soy Y-yo  - Respondió el otro y una pequeña sonrisita se instalo en sus labios adornados por un aro de metal.


Una idea muy brillante le pasó por la cabeza, ese chico era la solución a todos sus malditos problemas: - - ¿Me podrías hacer un favor? – Se le acerco un poco más y el chico retrocedió, dejando recostada su espalda contra uno de los postes del pasillo.


--¿C-cual seria?  - El otro estaba sudando frio, temblando y comenzaba a tener un ataque al corazón, nunca había imaginado tener al chico de sus sueños tan cerca y hablándole.


--Como tu eres tan bueno y tan perfecto estudiando, podrías ayudarme a pasar por lo menos en cinco las materias que voy mal y así poder regresar al equipo de Básquet, ellos no pueden quedarse sin su mejor jugador ¿Cierto? – Pestañeo un poco, pegando sus cuerpos, como toda una mujercita, se pateo mentalmente por ello.


--C-cierto – Sentía la sangre agolparse en sus mejillas y como pronto moriría de un infarto de tener a aquel que en secreto idolatraba tan cerca de él.


--Entonces… ¿Me ayudaras? – Una sonrisa de oreja a oreja se instalo en su rostro, esperando la confirmación del de trenzas.


--Ah…O-o-Ok – Acepto con voz suave y quebradiza.


--Gracias – El otro sonrió y sin despedirse dio media vuelta y entro de nuevo al gimnasio.


--O-Ok – Asintió al aire y las lagrimas cayeron por sus mejillas, había soñado tanto con un momento así, que había sido tan diferente a lo que había pensado.


Bill Kaulitz, era le chico mas popular del instituto, el rebelde y rufián, desde primer grado, y desde ese mismo entonces el le amaba con una fuerza descomunal, llevaba años observándolo y admirándole en silencio, jamás se le había acercado por que el pelinegro nunca, nunca durante los años que llevaban siendo compañeros, le había dirigido aunque sea una mirada.


Influenciaba el hecho de que el era un desadaptado en el instituto, era el mas inteligente de su grupo, no tenia amigos y ninguna relación social con nadie, por ello y por muchas cosas mas que enumeraba a diario no se le acercaba a mas de un metro de distancia.


Se conformaba con solo verle así, de lejos y poder suspirar contento por ver su sonrisa encantadora o por escuchar a la lejanía su risa tan reconfortante, no seria capaz de sobrevivir al desprecio del pelinegro si se enteraba de lo que su corazón albergaba, por lo que, mejor estar así, a la distancia, pero amándolo aun así.


Bajo la mirada como ya era costumbre y con paso lento camino por el largo pasillo, rogando no encontrarse con nadie y sintiendo un suave calorcito en su pecho, producto de haber tenido tan cerca, al chico que su corazón amaba con tanta fuerza.


 


 


 


--Hallo Tom – La mujer le dio un beso en la mejilla como saludo y le dio espacio para entrar en la casa.


--Guten Abend Sra. Kaulitz – Sonrió y acomodo su mochila negra nueva en su hombro.


--Bill te esta esperando arriba – La mujer le sonrió amigable y le hizo subir las escaleras bajo su atenta mirada – Mas tarde les llevare la cena.


--Muchas gracias – Sonrió y camino por el ya bastante conocido pasillo en dirección a la habitación del pelinegro.


Como ya era costumbre dio dos toques suaves a la puerta y espero a que esta fuera abierta, unos segundos mas tarde frente a el, Bill se encontraba con una sonrisa cálida, le dio espacio y le dejo pasar.


--Hoy es la ultima vez – La voz suave de Bill le hizo hundirse un poco en la inconsciencia de la verdad.


--Eso es cierto, así que repasaremos todo lo que hemos visto  - Saco de su mochila un libro azul y sentándose al lado del pelinegro comenzó a leer con voz suave.


Llevaban ya casi cinco meses en esa misma rutina, cada lunes, martes y sábado en la noche se reunían y Tom se dedicaba a enseñarle un tema nuevo, con dedicación y pasión se esmeraba por que Bill entendiera todo, por aprovechar el tiempo que tenia junto al pelinegro que amaba en silencio.


Las horas, como cada noche, pasaron volando entre risas y bromas sin sentido mientras buscaban estudiar con algo de seriedad, Tom cerró su libro y lo guardo de nuevo en su mochila, se ajusto la cazadora negra y se levanto de su lugar, la misma rutina de todos los lunes.


--De acuerdo, hemos terminado – Sonrió con suavidad, los nervios aun le atormentaban al estar cerca del otro, pero había aprendido a manejarlo un poco, ha guardarse muy dentro aquel sentimiento que afloraba en su pecho.


--Muchas gracias, Tom – Se levanto y le sonrió, tendiéndole la mano – Espero que mañana durante la prueba no se me olvide nada de lo que me has enseñado.


--Espero no se así – Tom le abrazo con efusividad, le devolvió el gesto algo cohibido, pero con una sonrisa en el rostro – Adiós Bill – Se separaron con suavidad y se quedaron mirándose quietos.


A la mañana siguiente ya no serian nada, ni conocidos ni compañeros de estudio, ese era su pacto silencioso, Bill no le miraba y el no podía hablarle, para que ninguno de los amigos de Bill se diera cuenta “cuan bajo” había caído su compañero. A la mañana siguiente el no seria nada en la vida del hermoso peli negro de ojos avellana.


Bill se acerco un poco, sintiendo el cálido aliento de Tom chocar con sus labios, sus miradas aun estaban conectadas, se acerco un poco mas y cerro los ojos con suavidad y tomando aire, junto sus labios con los de el de trenzas que sorprendido no sabía que pensar.


17 segundos conto Tom en su mente que duro aquel suave beso, 17 segundos de felicidad y amor, 17 segundos tardo Bill en caer en cuenta de los que había hecho.


--Dios, lo lamento…Fue un error – Bill se alejo unos pasos de el.


Si Bill había tardado 17 segundos en recapacitar,  el solo tardo cinco segundos en procesar lo qué el pelinegro había dicho y dos en salir corriendo de la habitación del pelinegro, con el corazón hecho pedazos y las lágrimas corriendo por sus mejillas.


El otro se quedo ahí quieto, en silencio, con las lágrimas luchando por salir de sus ojos, todo había comenzado para poder recuperar su prestigio y su puesto en el equipo, pero los días y las semanas habían pasado y Tom se había hecho poco a poco su amigo, se había ganado su cariño. Habían pasado solo cinco meses, pero en ese tiempo, en ese corto plazo de tiempo, Tom se había convertido, de un desconocido a un amigo, de un amigo al ser que regia su vida, al centro de todo su maldito universo. Tom se había convertido en el centro de sus pensamientos…Y de su amor.


 


 


Dos meses después, ambos habían respetado el pacto que habían hecho aquella noche en silencio, cuando ambos quedaron destrozados, no se habían mirado, no se habían hablado, por más dolor que sufrieran y padecieran, mejor respetar al otro y el mutuo acuerdo que se había creado aquella noche de diciembre.


El ultimo juego de la temporada, el partido mas importante y el que menos le importaba, había algo mas dentro de el, algo mucho mas vital que debía hacer esa noche de febrero, y no era ganar ese estúpido juego, que siete meses atrás hubiera sido lo mas importante de todo.


--Esta noche es especial – Georg Listing le sonrió mientras se acomodaba su uniforme.


--¿Por qué? – Suspiro algo cansado mientras recogía su cabello negro en una coleta.


--Vendrán algunos representantes de universidades, buscando a los mejores jugadores…El entrenador dice que tal vez tengas oportunidad…Pero solo si mejoras el juego, has estado muy mal esta temporada – Se encogió de hombros, no le importaba nada lo que su compañero decía, no le importaba en absoluto.


La campana sonó y el solo asintió automáticamente, la cancha de juego le parecía algo sin vida, sin nada interesante, lo que mas deseaba era estar en casa, sentando en su cama, junto al de trenzas, riendo o leyendo algún libro, sentir su calor y sus labios unidos otra vez, no estar ahí, jugando sin jugar, deseaba que Tom estuviera ahí, pero no lo estaba.


 


 


 


Se enfundo un poco más en su chamarra negra y siguió con la mirada al pelinegro que se movía en la chanca con lentitud, estaba jugando pésimo, toda la temporada había jugado muy mal, suspiro y se recostó contra la pared de la entrada al gimnasio, su lugar habitual para esas circunstancias.


Casi seis años observándolo de lejos, mirándolo desde la ultima banca, dibujándole y escribiéndole canciones, rogando por que un dia le viera y se enamorara, seis años suspirando por el y llorando en silencio por el dolor en su pecho, soñando con que un dia le besara y le digiera que le amaba con tal fuerza que daría todo por el, esperando en vano que un dia se sentara a su lado y hablaran como viejos amigos, como dos enamorados correspondidos.


Hace siete meses hubiera dicho que Bill Kaulitz no era mas que la estrella mas brillante del universo, tan cercana pero tan lejana, imposible de tocar y de alcanzar para el, hace siete meses hubiera dicho con una sonrisa que se conformaba con ver de lejos, por que sabia, el pelinegro jamás llegaría a su lado, pero eso había sido hace siete meses.


Ahora era diferente, si antes soñaba con que le besaba, ahora rogaba por que lo volviera a hacer, por que antes imaginaba como seria, el ya lo sabia y deseaba de nuevo aquel contacto y qué no acabara jamás.


Por eso estaba ahí, decidido y repasando mentalmente lo que diría, había tomado valor y determinación, esa seria la noche, todo acabaría o todo terminaría, aquel amor que sentía era demasiado para el solo, si seguía de esa manera iba a morir de tristeza  por saberse lejos de Bill. Ya no había marcha alguna.


 


 


La primera parte del partido paso y el no se dio enterado de aquello, su equipo iba perdiendo por su culpa, no jugaba bien y sinceramente no le importaba si era así, paso la toalla por su ara y tomo un sorbo de agua, estaba solo a las afueras del gimnasio, pensando, como ya era costumbre, en el de trenzas negras.


--Estas jugando muy mal – La voz suave y varonil de Tom fue melodía para sus oídos, sus ojos se conectaron a la distancia, y una sonrisa broto de sus labios.


--¿No sabia que venias a estos juegos? – Su voz salió suave y Tom se acerco unos pasos más.


--Tenia que hablar contigo – Tom le sonrió con suavidad – Además, siempre eh venido a verte jugar, nunca me has visto porque me quedo arriba, lejos de todos.


--Yo… - Su corazón latía deprisa y sentía que pronto podría morir de un infarto de tener al de trenzas tan cerca.


--Tenia que decirte que…Seis años, seis años pensando en hacer esto y solo lo logro hacer hasta ahora…Se que siempre has sabido lo que siento, tus amiguitos te lo contaron, pero tu nunca dijiste nada, no te burlaste, no me humillaste, seguiste como si nada y no sabes cuanto te lo agradecí en silencio, me sentí afortunado considerando a todos los chicos que golpeabas y lastimabas por diversión, eres el chico mas popular y el maleante del instituto y no pude evitar sentirme privilegiado de que ignoraras lo que sucedía, porque no seria y no soy capaz de soportar un rechazo, me acostumbre a verte de lejos, en silencio, soñando e imaginando posibles encuentros y cosas así, tengo miles de dibujos de ti, bocetos y retratos, canciones y melodías llenas de dedicatorias a tu nombre, mi pasatiempo favorito era observarte y conocerte por lo que hacías…Jamás espere que sucediera lo que sucedió, pero ha sido lo mas hermoso que me ha pasado, porque estuve junto a ti, te ame a la cercanía y eso me hizo muy feliz…Por que yo de verdad Te Amo – Tom miro al suelo, con una sonrisa pequeña y con lagrimas rodando por sus rosadas mejillas, había dicho todo lo que tenia que decir, se había confesado.


El otro no dijo nada, sentía como su corazón saltaba de felicidad en su interior, como su mente le replicaba por ser algo mal visto el amor entre dos hombres, como sus ojos se aguaban y sentir aquel cálido sentimiento en el pecho, se quedo estatua, por la sorpresa y la felicidad, como una estatua, tanto así que no logro moverse al ver que Tom caminaba con paso lento por el pasillo, alejándose de el.


--Tom… Ich Liebe Dich- Pero Tom ya no estaba, solo el quedaba ahí, quieto y con aquella confesión en los labios.


 


La campana para el segundo tiempo sonó y el prácticamente huyo de ahí, sentía como si su corazón estuviera apunto de salirse de su pecho.


Respiro profundo y entro en la cancha, dirigió su mirada avellana al publico, donde un joven de trenzas negras, sentado en primera fila,  le miraba con los ojos iluminados.


Sonrió y pronto el juego se volvió algo interesante, al verse bajo la mirada de su Tom, pronto se movía con rapidez en la cancha rebotando con fuerza el balón de un lado al otro, tenia un plan y no tardaría en llevarlo acabo.


Los minutos corrieron y pronto el partido acabaría, un minuto, la última jugada, la definitiva, se mordió el labio y miro de nuevo a donde el de trenzas estaba, sonrió y con confianza renovada, lanzo el balón.


Los últimos dos puntos con los que su equipo reclamaba la victoria, eran gracias a el, sonrió ante los aplausos de los presentes, sin despegar su mirada de la de el de trenzas.


--¿Quisieras decir unas palabras? – El decano de su escuela le tendió el micrófono con una sonrisa orgullosa, el era el capitán del equipo por tanto el que daba la cara por todos, asintió con lentitud y tomo el micrófono y suspiro.


--Yo ya te escuche lo que tenias que decir – El gimnasio callo en silencio por la confusión  - Ahora el que hablara soy yo, y quiero que me escuches con atención – Levanto la cabeza y sonrió, con firmeza -Soy un idiota, un estúpido y el peor de todos, eso lo se bien…Tu eres el ser mas amable y lindo que conozco y yo no te valore como debía – Las lagrimas se acrecentaron en los ojos y un nudo se formo en su garganta – Pero debo decírtelo…Te amo…Te amo Tom y no quiero perderte, por que eres lo mejor que me ha pasado – Lo había confesado, lo había soltado todo, de una sola y con rapidez, Tom le miraba con los ojos abiertos y una sonrisa pintada en le rostro.


Lo demás desapareció en ese momento, solo estaban ellos dos, nadie mas, solo los dos.


 


 


 


Le beso con suavidad, pasando una mano por su cabello y la otra por su espalda, repartiendo besos por su barbilla y su cuello, haciéndole jadear con suavidad, le empujo con suavidad por el pasillo, estaban solos en su casa, nadie les molestaría, entraron en la habitación, mientras el no dejaba de besarle cuando estuvieron al pie de la cama se detuvo y Tom abrió los ojos algo confundido porque las caricias se habían detenido.


-- ¿Estas seguro de esto, Tom? — La voz de Bill salió en un susurro suave.


El de trenzas lo miró a los ojos y asintió suavemente antes volver a besarlo, con la misma intensidad que segundos antes.


--Jamás he estado tan seguro de algo – Le dijo rompiendo el beso – Además de que Te amo – Volvió a besarlo.


Estiro un brazo hacia los hombros de Bill y lo jalo hacia el, juntando sus cuerpos por completo, acerco de nuevo sus bocas, Bill le sonrió y tomándole de la cintura le beso, con fuerza, entrando con su lengua en la boca de Tom, reclamándola como suya, suya y de nadie, absolutamente nadie mas.


Tom solo se dejo besar, con una mano rodeaba el cuello de Bill y con la otra enredaba sus dedos en el sedoso cabello del pelinegro, gimió de placer cuando Bill le beso la barbilla con suavidad para luego bajar por su cuello dejando pequeñas marcas rojas en el.


--¡Dios! – Era la primera vez que le hacían algo así y se sentía en las nubes, estaba realmente excitado y Bill solo le besaba el cuello.


--Tom, Tomi – Bill metió sus manos por debajo de su ancha camiseta negra, pasando sus frías manos por su pecho, gimió por el contacto.


--Bill – Pego un gritito cuando su camiseta voló por la habitación y Bill comenzó a besar su clavícula, apretando con ligereza un de sus pezones – Te deseo tanto…Tanto – Su voz sonó algo carrasposa mientras apretaba ligeramente el hombro de Bill.


--Tomi…Mmm – Murmuró Bill empujándolo contra la cama con suavidad, el de trenzas cayó sentado, y el pelinegro se sentó sobre sus caderas, con una pierna a cada lado y siguió besándolo, mientras Tom luchaba con despojarle de su estrecha camiseta de rayas blancas y negras.


Se separo un poco del de trenzas y de un tiro se despojo de su camiseta, quedando igual que el otro, le sonrió y le hecho del todo sobre la cama para luego comenzar a besar su cuello y su pecho, bajando sus manos por su costado hasta su pantalón, tocándolo con suavidad, para luego comenzar a besar su pecho y hacer un camino de besos por el, hacínele gemir en susurros.


Bajo hasta la cintura y  volvió a subir, mordiendo ocasionalmente sus tetillas mientras con delicadez desabrochaba el pantalón de Tom, paso sus manos por sobre la tela del pantalón de Tom, sintiendo el bulto que delataba su excitación, sonrió mientras Tom jadeaba con algo de esfuerzo.


El de trenzas peleó con sus zapatos tratando de sacárselos lo mas a prisa posible mientras sentía como sus pantalones, junto con su ropa interior bajaban por sus piernas, Bill se puso de pie y jaló sus zapatillas y todas las prendas fuera, dejándolo completamente desnudo, se arrastró un poco mas dentro de la cama mientras miraba al otro de pie, delante de él.


La mira penetrante de Bill le hizo sonrojar, jamás había estado de esa forma con nadie, era nuevo y no sabia que debía hacer, tenia miedo, claro que lo tenia, por que sabia cual seria su lugar y no sabia si dolería o no, pero también estaba seguro de que quería eso, amaba a Bill mas que a cualquier cosa y estar así con el, era lo más bello que pudiera sucederle, tomo algo de aire, esperando por lo que vendría ahora.


Mientras tanto, Bill se tomo unos segundos para analizarlo, Tom le parecía perfecto en todo sentido, su cabello negro peinado en múltiples trenzas hasta los hombros, sus hermosos ojos avellana, su sonrisa cálida y sus mejillas sonrojadas e infladas, su pecho con abdominales marcados, sus brazos, sus piernas…Todo Tom era sumamente perfecto y el estaba contento de tenerlo solo para el, sabia y tenia claro que Tom jamás había llegado a estar con nadie, por eso quería que fuera algo especial, delicado y suave, algo que Tom jamás llegara a olvidar.


Lo que quedaba de su ropa desapareció con rapidez y se tendió al lado de el de trenzas, besándole con suavidad y pasando sus dedos por su cintura, haciendo círculos en la suaré piel de Tom mientras el se pegaba mas a su cuerpo, juntando sus pieles y rozando sus miembros erectos con suavidad, haciéndoles jadear un poco.


Tom se sentía en las nubes, en el cielo y en le paraíso, el miedo y los nervios de antes ya no existían, solo la felicidad y la emoción por lo que venia, quería ser uno con Bill, quería unirse con el pelinegro, que fuera el primero y el ultimo.


Bill se acomodo sobre el, repartiendo besos por todo su rostro y su cuello, haciéndole arquearse con ligereza, sus miembros se rozaron  esta vez con fricción y los hizo gemir mas audiblemente, Bill se volvió a mover, haciendo que sus miembros se tocaran, una y otra vez, arqueo la espalda con fuerza y de pronto Bill se detuvo.


--Te juro, que esto jamás lo olvidaras – Le sonrió y deposito un suave beso en la punta de tu nariz – Te va encantar – Asintió algo cohibido bajo la mirada del pelinegro.


Bill se levanto de su lugar y busco algo en los cajones de su cómoda, le sonrió al volver a su lado, mostrándole un pequeño frasco blanco que decía “vaselina”, comprendió de inmediato para que era y se sonrojo con ferocidad.


--Tranquilo, ¿de acuerdo? – Bill le acaricio la mejilla con suavidad y el de nuevo, solo se limito a asentir.


Abrió las piernas y dejo que Bill se acomodara entre ellas, gimió con fuerza cuando la mano de Bill se cerró entorno a su miembro caliente y palpitante, y comenzaba a masturbarlo con lentitud, subiendo y bajando su mano lentamente, se aferro a las sabanas blancas y empujo contra la mano del pelinegro, pidiendo que fuera mas rápido, que le atendiera a gusto.


--No tan rápido, amor – La palabras “amor” saliendo de los labios de Bill le hizo emocionarse y casi comenzar a llorar, tanto por el placer como por la felicidad – No te aceleres, que aun no se viene lo mejor  - Pego un grito por la sorpresa y el placer, al ver que la mano fría de Bill era remplazada por un cálida boca, alzo como pudo la cabeza y tomo a Bill del cabello, gimiendo por el placer que sentía en su miembro.


Bill alzo como pudo la mirada y vio como Tom suspiraba y dejaba caer la cabeza contra la cama, sonrió y supo que era el momento, como pudo metió tres de sus dedos en el pequeño tarro de vaselina y delicadamente comenzó acariciar los muslos internos de Tom, llevando sus dedos hasta su entrada, rozándola con suavidad, sin que el de trenzas lo notara. Introdujo el primero lentamente, no hubo resistencia por parte del otro, así que aumento las lamidas en le miembro del otro mientras sacaba y entraba su dedo con mas facilidad cada vez.


Tom se arqueo, siendo consiente de lo que sucedía, sabia que Bill le preparaba, que buscaba no hacerle mucho daño cuando llegara le momento, se aferro a la sabana al sentir un pulsante dolor, el primer dedo no lo había sentido mucho, pero definitivamente el segundo si había dolido.


No fue tan fácil ignorar la incomodidad en su parte trasera, pero la boca de Bill hacia un gran trabajo y pronto aquello quedo olvidado, luego vino el tercero, eso igualmente dolió, pero busco concentrarse en Bill entre sus piernas, jugando con su miembro, pronto aquellos tres dedos dentro suyo le causaban cierto placer, y comenzó a mover su cadera contra ellos, cada vez mas rápido.


Bill detuvo lo que hacia, saco con lentitud el miembro erecto de Tom de su boca y dejo de jugar con sus testículos, beso con suavidad su cadera y subió besando su pecho, hasta llegar a su altura, donde le beso con suavidad y ternura.


Tom sabía lo que venia ahora, le devolvió el beso al pelinegro y rodeo su cuello con sus brazos, estaba ansioso por ello. :-Hazlo ya.


--Tom… ¿De verdad estas seguro? – Bill le miro con los ojos oscurecidos por la lujuria.


--Hazme tuyo, poséeme y márcame como tuyo…Eres el primero y quiero que seas el único – Le beso y abrió un poco mas sus piernas, rodeando la cintura del pelinegro con ellas, tembló con ligereza, tenia miedo, pero estaba seguro de que eso era lo que quería.


--Mío – Gimió el pelinegro mientras con algo de esfuerzo cubría su miembro con la vaselina.


--Solo tuyo – Respondió sin despegar su vista del miembro erecto y brillante de Bill, debía admitir que dudaba que aquello entrara en el, tomo aire y lo contuvo, mirando los ojos de Bill, mientras sentía como la punta del miembro de este rozaba con suavidad su entrada dilatada.


Bill se empujo con lentitud, acariciando su cintura, buscando relajarlo, enterró su miembro con suavidad, sintiendo a Tom tensarse y como su miembro se abría paso en aquella estrecha cavidad que se negaba a dejarle entrar por completo, acaricio la mejilla de Tom, lo menos que quería era causarle daño y dolor.


El de trenzas voltio su rostro, aquello dolía, dolía demasiado, sentía como si le estuviera partiendo en dos, se mordió con fuerza el labio, evitando soltar algún gemido de dolor, sintió sus ojos aguarse.


--¿Quieres que pare? – La voz suave de Bill le llego como si estuviera a kilómetros de el, negó con la cabeza, ya era muy tarde para arrepentirse, tomo mas aire y con sus piernas empujo la cadera de Bill hacia el, haciendo que el miembro del pelinegro quedara por completo dentro de el, un desgarrador grito salió de el – Tomi – El pelinegro le acaricio la mejilla con una mano y con la otra comenzó a hacer círculos en su cintura -¿Estas bien? – No le respondió.


--Muévete – Le ordeno, tratando de alejar el dolor de su mente, el pelinegro salió de el con lentitud y volvió a entrar, era difícil alejar aquel punzante dolor, coloco su brazo sobre sus ojos, rogando por que aquella humedad en sus ojos fuera solo sudor, Bill volvió a salir y a entrar, las lagrimas bajaron con mas rapidez, ahogo un sollozo.


--Te estoy haciendo daño, no puedo seguir así – El pelinegro voltio su rostro y le beso las mejillas, retirando las lagrimas para luego besar sus labios y salir de el un poco, le beso el cuello y la clavícula, repartiendo besos por aquí y por allá, con suavidad, se retiro otro poco, no podía pensar solo en el, si a Tom le dolía, lo dejarían ahí, no lastimaría a Tom por nada del mundo – Aquí acabo, no voy a lastimarte mas – Le sonrió reconfortante y salió otro poco mas.


--No – Respondió y con sus piernas le empujo de nuevo hacia dentro, entro en el con fuerza, tocando algo blando, haciéndole arquear y vociferar una maldición con fuerza, por el placer que le había hecho sentir, aún había dolor pero el placer era mucho mas.


--  ¿Esta bien así? - Bill sonrió y salió un poco de el, entrando de nuevo, buscando el ángulo de la anterior penetración.


--Mmm…Dios…Si – Tom serpenteo en la cama cuando Bill volvió a tocar ese punto dentro de el – Otra vez – Pidió en una especie de ruego el otro.


Bill volvió salir y arremeter contra el, mientras, el de trenzas se aferraba con fuerza a las sabanas y gemía por mas. Tom ladeo el rostro, mordiéndose el labio por el placer proporcionado, si antes se sentía en el cielo, ahora estaba en el verdadero paraíso, gimió cuando Bill volvió a entrar en el, cada vez mas rápido de la anterior, cerro los ojos y jadeo con fuerza, al sentir la mano de Bill cerrarse sobre su miembro, masturbándolo al ritmo de las embestidas.


--Tomi…Mírame…Quiero que me mires cuando…Ah - Bill jadeo y con su otra mano enderezo su rostro de nuevo, haciendo que sus ojos se conectaran.


--Te amo…Te amo…Mmm…TE AMO – Grito con fuerza al sentirse cerca del final, comenzó a mover sus caderas contra las de Bill.


--Yo también te amo – Respondió el pelinegro, sintiendo como el interior de Tom se contraía y ejercía una leve pero placentera presión sobre su miembro.


--Feliz Dia Der Verliebt - Gimió al sentir como una corriente eléctrica recorría su cuerpo.


--Feliz 14 de Febrero – Jadeo el pelinegro al sentir como un liquido espeso y caliente le salpicaba el abdomen, Tom se había corrido entre ellos, al mismo tiempo que el se había venido dentro de el.


Tom le abrazo con fuerza, mientras Bill caía a su lado en la cama, saliendo de el, recostó su cabeza en el pecho del pelinegro, mientras, buscaban normalizar sus respiraciones.


--Gracias – Susurro – Por tan mágico momento, por amarme.


--No, yo soy el que te doy las gracias…Te amo Tom – La voz de Bill era suave.


--Y yo te amo a ti – Bill rodeo su cintura con su brazo y con la otra mano los cubrió con las sabanas, le dio un suave beso y ambos se quedaron ahí, quietos y en silencio, felices y sintiéndose amados.


Georg tenia razón, esa noche si había sido especial...


 


FIN…


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