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Te odio, con amor. por Nyan_Suzuki

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Notas del fanfic:

ahh pues que decir e esto u.ù

tomar muchas coca-cla me va a hacer mal xD

y como digo: 2Si tienes una buena idea, escribela!" xD

mis desvarios mentales/shoots ^^

ojala que les guste y dejen su opinion xD

Notas del capitulo:

Bueno, servido damas y no tan damas!

"Te odio, con amor "

 

Era otro día de trabajo más en el recientemente poco concurrido restaurante Kai´s Table , donde la comida francesa ha ido perdiendo su fama y exclusivismo con el pasar de los meses en aquel popular sitio de la ciudad de Tokio. El dueño, dependiente, y jefe de cocina, Uke Yutaka, mejor conocido por sus empleados como Kai-san, estaba hecho un manojo de nervios, con espuma sobresaliente de su cuerpo. El castaño oscuro hervía de rabia, confusión y tristeza ¡Su negocio había marchado tan bien! ¿Porque todo se estaba viniendo abajo en un dos por tres? Nadie tenía idea, muchísimo menos un par de colegas camareros que trabajan en aquel lugar...

Ambos camareros revoloteaban por el reciento enérgicos, vestidos de forma bastante sobria y cómoda. Una camisa blanca, una chaquetilla negra sin mangas, y un corbatín de color. El castaño que atendía al mismo tiempo las tres mesas que llenaban el local, traía una morada, mientras que su otro compañero, un pelinegro, traía una de color azul. Este se paseaba por la cocina ordenando platos, y entregándo los pedidos a los cocineros.

Esa mañana, una maliciosa idea había cruzado la mente del pelinegro, y con un atisbo de maldad y picardía, miró de reojo al castaño mientras atendía a los comensales.Hace mucho tiempo que le gustaba su amigo Uruha, que había conocido en composición, en la universidad de Tokyo hace un año, pero ambos tuvieron que dejar de lado sus carrera, ya que les hacía falta el dinero para costear los gastos.Ambos se encontraban trabajando en el mismo lugar, porque por suerte, el dueño era conocido suyo. Pero ahora que parecía que la quiebra estaba próxima, tendrían que buscarse un nuevo empleo ¿que podrían hacer?

En la casa de uno de sus amigos, vagamente Aoi divisó que Uruha poseía muy buenas piernas, y con tan bellos muslos podría trabajar facilmente en un café como mesera, y que el tal vez podría trabajar en como barman, en una gasolinería, o vendiendo helados en la calle. Pero nada de esto era lo que el pelinegro tenía en mente en este momento, ni él sabía por qué esa cruel idea se me le había metido entre ceja y ceja.

Trataba de quitarle lo malo al asunto para no sentir culpa, era solo aprovecharse de la situación para poder satisfacerse con una buena vista durante un rato. Era malo, ¿pero en realidad lo era tanto?Pregunta sin respuesta, no la contesto así mismo ni cuando vino a él, ni tampoco cuando salió de aquella tienda donde alquiló aquel traje, ni mucho menos en ese preciso segundo, donde estaba a punto de efectuar su macabro ataque contra el pobre y trabajador castaño.

-¡¡Uruha!! ¡¡Ven!! - Le gritó el pelinegro desde el interior de la bodega.

-¡¿Que quieres, Aoi?! - El castaño odiaba cuando el pelinegro lo distría, y mucho más cuando estaba trabajando.

-¡¡Necesito que vengas aqui!! 

-¡¡Espérame ya voy!! –Grito desde el otro lado de la puerta. Aoi sintió los pasos del castaño, hasta que el pomo de la puerta giró y esta se inclinó hacia adelante.- ¿Que sucede, algún problema? –Le preguntó rápidamente, mientras acomodaba un paño de cocina sobre su brazo.

-Quería proponerte algo... – canturreó con voz sensual e incitante, cosa que terminó por crear una venita en la sien del castaño.

-Demonios Aoi, estoy trabajando, y no es tiempo para tus cosas raras, tu también deberías salir de aquí y ganarte tu paga... - reprochó poniendo sus manos en su cintura. 

-Pero podría ser después del trabajo Uru-chan... - trató de convencerlo, utilizando la voz más convincente de su repertorio.

-Ok ok, dime qué demonios quieres...

-¿Querrías apostar conmigo? – Ahí está, el primer paso de la meticulosa hazaña que el pelinegro había planeado para con el castaño aproximadamente hace una semana ¿Lo que él hacía era una maldad? ¿Tenerle ganas a un amigo, y querer verlo con un lindo vestido de dama antigua era malo? 

-¿Y para eso me llamabas? –Le preguntó fastidiado el castaño, que estaba a punto de plantarle un puñetazo en la cara a Aoi por haberlo llamado solo para eso.

-Sip - contestó animado.  

-Te juro que no te entiendo ni a ti ni a tus ideas raras... –El castaño suspiró agotado- Está bien, pero será después del trabajo, y solo si lo que apuestas es interesante.

-Ok... – Canturreó mientras acomodaba unas cajas.

El castaño salió de aquel pequeño cuarto para volver a atender a los clientes, mientras el pelinegro se quedaba observando la puerta por la cual hace segundos había salido Uruha. De la nada, una sonrisa traviesa y maliciosa apareció en su rostro, y se volteo para poder sustraer de entre las oscuras sombras que provenían de las cajas, el bello vestido que había alquilado esa mañana.

-Uru-chan se verá tan hermoso - Cantó feliz, mientras tomaba cuidadosamente aquella prenda de vestir entre sus manospara volver a sonreír con cierta maldad al imaginarse al castaño dentro de aquel vestido.

 

11:05 Pm:

 

Aoi había soportado más de tres horas esperando al castaño, ya que no se había dignado a salir de aquel cuarto, al menos a atender el pedido de algún cliente. Siempre había odiado que lo trataran como a un sirviente, incluso si su trabajo implicaba esto. Digamos que Kai solo le pagaba por que era su amigo. En cambio Uruha, que trabajaba todo el santo el día para poder comer al siguiente, recibía la misma paga que el pelinegro.El de hace solo cinco minutos atrás, había sido el último cliente. Uruha entró nuevamente a la pequeña bodega donde estaba el pelinegro, y como si hubiese cargado con el mundo en sus hombros, se dejo caer agotado sobre la puerta, mientras suspiraba del cansancio.

-¡¡Por fin llegas!! –Exclamó feliz el pelinegro- ¡Ahora podemos jugar!

-¿No te aburres de joderme, no es así? – Le preguntó mientras apoyó sus manos en sus rodillas y suspiraba.

-Nop  –Le respondió con una sonrisa. Y como de un mago se tratase, de sus espaldas saco una bolsa de plástico negro, con papelitos blancos doblados dentro de ella, dibujadando una mueca de susto en el rostro al pobre Uruha. En parte ya no era tan raro, ya que el pelinegro en realidad era un espécimen bastante extraño, solía ser siempre muy burlón, y su humor era bastante extraño, único en su especie, digno de llamarse a si mismo Aoistralopitecus!

-Aún no entiendo porque tengo que jugar contigo –Lo miró de reojo, mientras su amigo cobraba un llanto falso, y los ojos brillantes: Su repertorio persuasivo.

-¡Pues ya me habías dicho que sí! -El castaño se mantuvo en silencio, mientras miraba con una ceja arqueada al pelinegro, que le  hacía pucheros tratando de doblegarlo.

-¡Está bien! –como siempre cedió, y su mano se estiro hacia adelante para sacar un papel de la bolsa. Ahora venían las típicas instrucciones del juego.

-Retira uno y cumples el desafío –le sonrió maravillosamente, mientras la expresión del castaño decaía aún más- Si no eres capaz, tendrás que hacer todo lo que te diga

-Ok, ok ... – Tomo un papelito, y resignado, se digno a leerlo- leeré este... –Enfocó la vista en el papel unos segundos, para luego estallar en una expresión de asombro y sorpresa total. El castaño puso el “¿¡NANI!?” en el cielo, después de leer lo que decía el dichoso trozo de papel. 

De todas formas, todos los papeles tenían el mismo mensaje, y por lo tanto la misma condición.

De forma sigilosa, el pelinegro se acercó por detrás al castaño, mientras este se mantenía boquiabierto, y con un intenso sonrojo, observando el papel. Las manos de Aoi lentamente se enredaron en su cintura, y apoyo su cabeza en su hombro, asomándose.

-¿Qué te salió Uru-chan? –Le preguntó sensualmente, sin recibir respuesta alguna, mientras lo ayudaba a sostener el papel que estaba a punto de caerse de sus manos. El sonrojo, y la expresión del castaño, ya era un regalo para él- ¿Hacerle un striptease a Aoi-shi? ¬v¬ -La malicia se hizo presente en cada una de las facciones de aquel pelinegro, mientras que las del castaño se volvían aún más torpes al escuchar las mismas palabras, pero dictadas por el que las escribió.

-¡No! ¡No pienso hacer eso! –Indignación total por su parte - A menos que me ofrecieces algo bueno a cambio.

-¿Por qué no? –le preguntó juguetonamente, mientras tomaba aún con más fuerza al castaño entre sus brazos, y sobaba su cuerpo contra el suyo.

-¡¡Porque NO!! –Exclamó rápidamente- ¡olvídalo.y, y...muérete! y... ¡SUELTAME! –Se despegó de sopetón del cuerpo de Aoi.

-Si no lo haces pierdes –Movió sus hombros y sus manos, en señal de poca importancia.

-Entonces pierdo... –espetó con todo el orgullo de mundo posible, en el suelo- Prefiero hacer cualquier cosa antes que eso... – Hizo énfasis en cada una de estas palabras, las cuales consiguieron avivar aun mas los seis sentidos del pelinegro (Tacto + gusto + audición + vista + olfato + sentido arácnido)

-¿Cualquier cosa dices? –Lo miró con lascivia

 -¡¡Claro!!  ¡Además ni siquiera sé porque carajo sigo jugando contigo! Ni si quiera estás ofreciendome algo que me interese ganar!

-¿Enserio? 

-Si - entrecerró sus ojos con recelo.

-Pues me alegra tener que informarte una cosa... –El pelinegro se arrodillo frente a las cajas, en las que anteriormente escondió el vestido. El castaño lo miró desentendido- tendrás que...

- ¿Tendré que...? –Un escalofrío recorrió la espada del castaño al oír al pelinegro reír de aquella forma tan horripilante ¿Que otra idea extraña había tenido su amigo? La última vez lo había obligado a tirarse en bungee desde un puente, gritando a todo pulmón que veía las telenovelas de la tarde mientras se depilaba piernas y cejas. El pelinegro adoraba usarlo como objeto de su diversión, y aprovechar cada oportunidad para burlárse de él.

 

¿Porque lo hacía? No tenía idea. Estar junto a aquel chico, simplemente le daba una pizca de locura a la vida, quizá más de la dosis recomendada, pero lo hacía. Aoi reía por lo bajo al imaginarse lo próximo que se vendría, ya lo tenía todo listo. Las mangas entre los dedos, y la posición perfecta para ponerse de pie en un segundo. Todo, solo para darle un buen susto al castaño, y en una de esas un ataque el corazón. Así tendría una buena excusa para darle respiración boca a boca.

 

-¡¡Tendrás que ponerte esto!! –Exclamó, con la dulce sonrisa que le ponía los pelos de punta al pobre de Uruha.

-¡¿What the..!? –el castaño abrió los ojos y la boca de manera exagerada al ver un bello vestido largo, similares a los de la época victoriana, con cuello bote, rosas adornando el escote, repleto con múltiples cintas de color violeta. El rostro de Uruha era un chiste, pero esa reacción de coma preocupo un poco a Aoi. Después de toda esa piel, y esa gruesa capa de malicia, había una persona de buen corazón.

-¿Uruha? –Lo llamó el pelinegro, mientras acariciaba suavemente su hombro derecho- ¿Uruha estas bien? –El castaño pestañeó, y logró despertar nuevamente. El carmesí recorrió su avergonzado rostro, y se volteo para mirar a Aoi.

-Aoi... –Susurró con timidez- ¿Por qué tengo que ponerme ESO? –hizo énfasis en la última palabra, mientras su dulce y tierna expresión apenada, ponía aún más al pelinegro.

-Por qué perdiste... –Suspiró como si de nada se tratase- Además te verías muy lindo...

-¿¡Por qué dices eso!? –Exclamó, aún más avergonzado. Sus sentidos se avivaron aún más después de esa respuesta, además añadida con la despreocupación habitual de su amigo.

-Por que es verdad... 

-¡¡Deja de hablarme así!! - Aún a pesar de ser amigos hace un tiempo, solía avergonzarse con aquel semblante del pelinegro.

-Ok... -Uruha volvió a mirarlo, más sonrojado- ¿Tengo que elegir? ¿No tengo una tercera opción? 

-No –Contestó en una risa

-¡Pero no se cual de las dos es más humillante!  –Aoi, ¿¡por qué me haces esto!? -Suspiró confundido, y se llevó las manos a la cabeza para poder pensar- Por un lado, no quiero tener que ponerme eso... –Frotó sus sienes- Pero por el otro no quiero tener que bailar casi semi-desnudo... -Miró a su lado, y no vio al pelinegro. Lo busco con la mirada, y lo divisó frente a una pequeña puerta que estaba frente a la de entrada y salida de aquella bodega. Esta era una más pequeña. Se estremeció al notar como Aoi lo miraba con una amplia sonrisa satisfecha.

-Entra y cámbiate aquí... –Le dijo con dulzura, mientras caballerosamente le abría la puerta.

-A-Aoi... No quiero... –Rápidamente, el pelinegro se acercó a él, y lo tomó de las muñecas, haciéndolo chocar contra la puerta, y que esta se cerrara de golpe. Lo tenía acorralado, completamente a su merced, llevaba tanto tiempo teniendo sueños eróticos con su compañero de trabajo, buscando desesperadamente dos minutos para ir corriendo al baño a masturbarse cuando este le inducía a pensar cosas malas. Clamaba llamar su atención, ser importante para él en todos los sentidos.

Lo que comenzó siendo deseo sexual, pasó a ser algo más doloroso e intenso ¿Se había enamorado? Si así era, no estaría atosigando a Uruha en estos momentos.Cuando este se vio interceptado por Aoi, el rubor que recorrió sus mejillas hace unos segundos, se había vuelto más notorio. Sudaba, y sus nervios le jugaban en contra...Sus cuerpos estaban prácticamente pegados. Sus respiraciones chocaban entre sí, los ojos del otro taladraban su mente, en busca de sentimientos que existían, pero no querían ser aceptados. Hace tiempo que el también sentía algo por Aoi, pero nunca quizá aceptar que se estaba enamorando de uno de sus amigos locos y sicópatas. De alguien que conocía hace tanto tiempo, y que era más su compañero, que algo parecido a un amante.Esta situación lo confundía y sobreponía sus nervios, no sabía qué hacer, la duda le atormentaba.

Lo que sucediera de ahora en adelante, dependía exclusivamente  de cualquier movimiento o palabra de Aoi. Como siempre, tenía todo entre sus manos, para hacerle caer redondito en su trampa de seducirlo.Aoi era bueno en eso, y el mejor que nadie lo sabía.

El pelinegro lo miraba con una sonrisa lujuriosa y autosuficiente, después de todo había logrado su cometido, al menos al paso uno o dos: conseguiría que Uruha se vistiera para él, y además le había puesto de los nervios. Eso era maravilloso el ver ante sus ojos, lo que el mismo provocaba, era algo que le sacaba de su racionalidad.Y además también hacia que la erección que se había formado en sus pantalones, estuviera tomando un buen tamaño mientras observaba al castaño.Inclinó su cadera hacia adelante, como si fuera a penetrarlo, como tanto ansiaba hacer, como tantas veces soñó, provocando que sus miembros ejercieran una fricción placentera entre ellos.Uruha gimió, y ahora el sonrojo se traslado a un embelesado Aoi al escuchar el agudo sonido de la persona que le gustaba.Suspiro, se puso firme, sonrió de lado, y acercó su rostro al del castaño, a una distancia demasiado no prudente.– Uru-chan...no quiero tener que obligarte... –El aludido intentó no caer y ser presa de los sugestivos ojos de Aoi. De forma rápida, desvió su vista de la del pelinegro ¡Se sentía tan débil en esas circunstancias! Aoi lo tenía casi encima, y este sostenía sus muñecaso se podía escapar ni hacer nada el respecto.

-P-Pero Aoi... –Su expresión era un encanto...¡Era un completo encanto! Uruha no lo notaba pero con tan solo uno de sus gestos lograba volver loco a Aoi.

-¿Te avergüenza? –preguntó como un niñito, mientras volvía a repetir el movimiento de su cadera. – El castaño volvió a gemir , a lo que el pelinegro sonrió al ver como una gota de sudor caía por su rostro- Aoi...suéltame...-Debía intentar persuadirlo, en realidad tenía ganas de ver a Uruha con ese bello vestido morado que tenía entre sus hombros.Algo que Uruha quisiese a cambio,seguramente el licor sería una buena opción.Sabía muy bien el castaño no se resignaría si tuviera una botella de vodka enfrente, ya que últimamente con la escacez de dinero, beber era casi un lujo.- Te propongo algo para que lleguemos a un acuerdo...

-¿Qué cosa? –Aún estaba nervioso, eso le gustaba...

-Si me haces caso, te doy un premio... ¿Qué te parece? –El castaño lo miró confundido

- Podrías haber comenzado por allí ¿Qué clase de premio? –Arqueó una ceja, completamente desentendido ¿Este acuerdo sería aún peor? Con Aoi, nunca se sabía nada, jamás se podía predecir que podría suceder después ¡Como demonios odiaba eso! ¡Y como odiaba que además todo eso le gustara!

-Te invitaré a una barra libre uno de estos días, además de reponer tu stock de bebida en casa. Además de entregarte la mitad de mi paga en alcohol. –Los ojos de Uruha brillaron.

-¿Lo dices enserio? –Las tensiones que alguna vez tuvo en su cuerpo, y el miedo que llegó a sentir al verse frente a frente con el pelinegro desaparecieron.Como le hacía pasar malos ratos, y hacerlo sentir mal a veces, también le hacía reír, estar feliz y trabajar a gusto todos los días.

-Bien bien... –soltó cuidadosamente sus muñecas, y levantó el poco peso que había ejercido sobre él. Le tendió el vestido, y volvió a abrirle la puerta- Ahora cámbiate... –le sonrió lascivamente, mientras le levantaba una ceja, y aprovechaba el castaño se había volteado para darle una palmada en el trasero.

-O-Oye no te aproveches... –Se quejó, y dicho esto, cerró la puerta de la bodega más pequeña, mientras Aoi lo esperaba afuera. Este, se dejó caer a peso muerto sore la pared cercana, mientras pensaba en el ajetreo inmenso que había hecho para conseguir lo que tanto había querido.Ahora que lo recordaba, ese pequeño cuarto tenía una ventana, pero era lo suficientemente pequeña como para que Uruha pudiera escaparse de él. Por un lado se sentía bien, había logrado su tan preciado capricho, pero por otro, no le gustaba burlarse ni hacer sentir mal a la persona que amaba, ¿Lo amaba? tal vez estaba demasiado confundido como para poder responderse esa pregunta en ese preciso momento.

11:47 Pm:

-Uruha ¿Estás listo? –preguntó el pelinegro desde el otro lado de la puerta, a lo que recibió un tímido susurro, casi inaudible. -¿Que pasa Uru? –de todas formas logró escucharlo. Imaginó que su querida persona había tenido inconvenientes con el cierre de vestido, u otro mínimo ajuste. Le encantaba verse bien con lo que tuviera puesto, era bastante vanidoso, conocía bien esa parte de el. Le encantaba pensar de que fuera algo así el supuesto problema que tuviera el castaño,así tendría que entrar, y verlo a medio vestir pidiéndole ayuda ¡Demonios! con algo tan simple lograba excitarse.

-Aoi... –Volvió a repetir tímidamente el castaño. Entreabrió un poco la puerta, y solo se veía su bello rostro sonrojado.-Ah...yo... –Estiró un brazo, cuberito por un guante largo de encaje blanco sin dedos, adornados con una rosa morada, y salió de la habitación, inmediatamente cerrando la puerta tras de sí con la misma extremidad.

Aoi estaba embobado...¡Uruha se veía precioso! Las cintas que adornaban su cabello le hacían lucir tan bien...El vestido no era ajustado...la cintura que se le hacía notar era en realidad la suya. El escote le hacía ver aún más sensual de lo que era, reluciendo sus marcadas clavículas. Desde su cadera hacia abajo caía el resto de la suave tela morada.Se veía realmente hermoso, nunca en la vida alguien hubiera pensado que ese angelito fuera en realidad un hombre. Se veía mucho mejor de lo que había esperado, mucho, mucho mejor.Verdaderamente, la estilizada figura del castaño no podía ser comparada con absolutamente nada en el mundo- Uru...chan... –Balbuceó, su boca se abrió, sus ojos también,no le quitaba la vista de encima al pobre castaño avergonzado.

-Aoi, no...Me mires así... –Se quejó, mientras miraba hacia otro sitio riendo nervioso. Intentó cubrir torpemente sus hombros descubiertos, sin resultado, y Aoi se inmutó aún más frente a sus delicados gestos. Acabó por comprobar que Uruha lo ponía, y de todo.

 

-Lo siento... –se disculpó, mientras se rascaba la cabeza, y no dejaba de mirarlo- pero es que te ves muy lindo...

 

- ¡¡Deja de hablar así carajo!!  -Se cruzó de brazos y desvió la mirada enfadado.

 

-¡Uruha no te enojes! –Rió el pelinegro, conmovido y divertido frente a su actitud

 

-¿Cómo quieres que no este enojado si me obligaste a ponerme este puto vestido?  –Cerró los ojos, y su mueca de disgusto seguía en pie. Sintió los pasos de su amigo cercanos y su calor cerca. Abrió con parsimonía los ojos, y se encontró con Aoi a pocos centímetros de él. Lo miró, con el mismo deje de timidez de hace un rato.- Ya ¿Y ahora qué demonios hago? –Preguntó nervioso, frente a la mirada pervertida que le otorgaba Aoi.

 

-Hmm....pues... –Se tomó el mentón con una mano, y puso cara pensativa. ¡Esa posición de estar pensando “que es lo que haré contigo ahora” era una de las cosas que más ponía nervioso a Uruha! Le enerbaba la sangre, lo exasperaba. Lo odiaba ¡LO ODIABA! Pero no sabía cómo rayos podía amarlo y odiarlo al mismo tiempo, era ilógico.

 

-Pues...¿Qué? – ¿Por qué no le daba la maldita respuesta ya? no creía que le habría insistido tanto, solo para nada. Sabía que lo hacía a propósito, ¡era malvado! Un diablillo que no recibiría regalos en navidad.

-Tendrás que quitártelo aquí y ahora, enfrente de mí... –Uruha escucho bien fuerte y claro, pero aun no parecía comprender la idea. Su rostro era un poema. En sus facciones se dibujbauna mueca de indignación y sorpresa.

- PUDRETE!!

-¡¡Uruha no grites!! Que me rompes los oídos hombre...

-¡¡AOI ERES UN GRANDÍSIMO OCIOSO DEGENERADO!! –Le gritó, en casi toda la cara, causando un huracán frente a los ojos del pelinegro- ¡No pienso hacer eso ni por cualquier cosa que me des NO voy a hacerlo! –Se volteó dándole la espalda, cruzando sus brazos. NuncaUruha le había reprochado algoasí en cara.Este chico en realidad era rudo cuando quería serlo y por más frustrante que suene, esto le ponía aún más. A todo esto, el castaño no tomó sus cosas y se largó indignado del lugar ¿Esa sumisión era indicio de algo? 

-Aoi, nunca pensé que fueras capaz de hacer algo así para burlarte de mí... –Se quedó en silencio unos breves segundos mirando el piso ¡Ahora la vergüenza se estaba apoderando de él! Si Aoi estaba haciendo todo esto era solo por dos cosas, gozaba burlarse de él por tener unas facciones y anatomía muy femeninas, o le tenía ganas! que avergonzado se sentía. Por más que luchase por reprimir sus sentimientos contra el pelinegro, le dolía. Le dolía sentirse pasado a llevar de aquella forma por la persona que quería. En el remoto caso de que los mismos deseos y sentimientos que tenía por el pelinegro fuesen correspondidos ¿Por qué nos se lanzaba de una vez sobre él para abrazarle y besarle, arriesgándose, confesándole que todo este tiempo ha estado enamorado de él? Aquel maldito orgullo se lo impedía. Y tampoco podía negar el terror que sentía de ser rechazado, y que Aoi solamente se estuviese riéndo de él.– Eres un degenerado y un loco...

-Degenerado no soy... –Contestó ingenuamente, mientras se acercaba por detrás a Uruha, el cual no se percató para nada lo cerca que tenía a Aoi. Tomó sus caderas, las rodeó con sus brazos y apegó su pecho a su espalda. El miembro de Aoi comenzó a tomar cada vez más forma al rozar de arriba a abajo con el trasero de Uruha. Este, al notar qsu cercanía, se sobresaltó e intento zafarse, pero ya no podía dejar de querer sentir al pelinegro.Le gustaba, le gustaba él, le gustaba tenerlo así de cerca.Los brazos de Aoi lo aprisionaban, pero ya no quería escapar. Subió besando la espalda descubierta del castaño, subiendo por sus hombros. Alcanzó el cuello de Uruha, removiendo algunos de sus largos cabellos hacia un lado, para poder continuar con su labor. Un suspiro ahogado se escapó de sus labios al sentir como las manos de Aoi acariciaban sus muslos por sobre la tela del vestido, y una risita traviesa bailoteó en los labios del pelinegro.- pero si loco por ti, Uru-chan.

 

-Que cosas dices... –susurró con dificultad, debido a las múltiples caricias que recibía su cuerpo- Aoi...estas...

 

-Loco...ya te lo dije... –Subió lamiendo y besando hasta el rostro del castaño. Besaba sus mejillas, la distancia entre su cuello y sus labios, todo.El sonrojo y los nervios de Uruha pasaron a ser cada vez más intensos, ya no podía reprimir las ganas que tenía de estar con Aoi. Llevaba mucho tiempo soñando con ello, y hoy por fin todo se haría realidad.- estoy así por ti, por nadie más que por ti Uruha... – murmuró contra la piel de su cuello, provocando un escalofrío en el castaño al sentir su respiración en esa zona.

 

-Ahh...A-Aoi... –gimió el castaño al notar una mordida en su cuello, la cual dejó un pequeño moretón, que con dificultad se iría.

 

-Hoy vas a ser mío Uruha –Quitó su mano de sus piernas , y la llevó hasta sus hombros, para retirar la tela y seguir besando dicha zona.-  solo mío...

 

Removió su rostro, y volteó su cabeza hacia atrás, e inmediatamente, los labios de Aoi atraparon los suyos.No tardó más de un segundo en convertirse  de un leve contacto,a un apasionado beso. Las lenguas se ambos se entrelazan entre sí con un fervor inmenso.Aoi recorría toda la boca de su acompañante de forma desesperada, grabando cada parte de su interior como si quisiera recordarla por el resto de su vida.Como había deseado besar a aquella persona que le robó el aliento desde el primer segundo, tenerla entre sus brazos y marcarlo como suyo. Ahora todo esto estaba a solo pasos de cumplirse, apenas podía creerselo el mismo. Se separaron por la vaga necesidad de aire en sus pulmones, pero esto no impidió que apenas acabasen de inhalar, se devorasen nuevamente. Uruha se volteo para poder corresponder mejor a todas las caricias y besos de Aoi, rodeando el cuello de este con sus largos brazos.

 

El pelinegro volvió a tomar las caderas de Uruha y aferrarse a ellas con una fuerza inmensa. La presión que ejercía en su delgado cuerpo, era la suficiente como para que el castaño perdiese el equilibrio y se inclinara hacia atrás, tropezándose con la pared. Uruha reaccionó rápidamente, y aproximo una de sus manos a la manilla de la puerta, para que ambos pudiesen entrar en el pequeño cuarto donde había una mesa desocupada, y unas cuantas cajas vacías. Aoi rió dentro del beso, al notar cómo le correspondía y se dejaba hacer por él. Empujó al castaño hacia adentro, y se metió el también, cerrando la puerta al instante. No les fue necesario buscar la mesa, por que Uruha chocó con ella. Seguían besándose, mientras Aoi le ayudaba a subirse encima, y quedar más cómodos. Se acomodó entre medio de esas perfectas piernas que tanto le gustaban, y llevó sus manos a la espalda del castaño, removiendo el cierre del ahora molesto vestido. Le quedaba algo grande, por lo que apenas el cierre estuvo completamente abajo, la parte superior se deslizo suavemente por su piel. Volvió a sonreír al ver pecho desnudo del castaño, y se inclinó para poder comenzar a besar y lamer aqul torso. Uruha acariciaba intranquilo al pelinegro, mientras suspiraba agitadamente frente a la sensación que llegaba a él al sentir esos suaves dedos sobre su fría piel. Aoi bajó más, hasta toparse con el resto de la prenda de vestir. Tomó las caderas de Uruha, y lo levantó un poco para poder quitárselo sin problema, dejándolo solo con la ropa interior puesta. El castaño hizo un puchero, y miró algo enfadado a su pelinegro.

 

-No es justo si solo yo estoy desnudo... –se quejó infantilmente, poniendo aún más acalorado al pobre Aoi. Sonrió frente a la queja de su castaño. El también debía sentir algo, no lo había rechazado. Le encantaba ver a su Uruha semidesnudo enfrente de él, completamente a su merced, sonrojado, observándolo de aquella manera tan sensual, con las piernas ligeramente abiertas.

 

-Eso se arregla Uru-chan. Si quieres verme desnudo, tú mismo tendrás que ponerte en marcha –Le sonrió con lujuria, a lo que el castaño le devolvió una sonrisa igual, o incluso más pervertida que la suya.

 

Tomó la corbata de Aoi, y comenzó a jalar uno de los extremos, hasta poder quitarla de en medio, desabrochando las prendas superiores de paso.Rápidamente desabrochó sus pantalones, de manera casi impaciente, jaló la hebilla del cinturón, y la cremallera de los pantalones negros, hasta dejarlo en las mismas condiciones en que se encontraba él.No fue necesario juguetear demasiado en el proceso, para que ambos quedaran completamente desnudos frente al otro. Aoi simplemente estaba embobado con el perfecto cuerpo de Uruha, su pequeña y pronunciada cintura, sus piernas, aquellos pectorales levemente definidos, todo. Y Uruha también observaba encandilado el cuerpo bien dotado que tenía su Aoi.

 

-No me mires así pervertido... -Rió el pelinegro

 

-Entonces tu también deja de hacerlo... –le devolvió la sonrisa, mientras se aproximaba al cuello de Aoi. Besó y lamió cada palmo de piel que estaba a su alcance, dejando pequeñas marcas rojizas. Hasta que llegó a una de sus tetillas, y comenzó a morderla, y acariciarla...poniéndola dura. Aoi suspiraba, pero intentaba reprimirse, el también quería hacerle algo a su castaño, odiaba que lo dominaran. Tomó el rostro de Uruha entre sus manos, y rápidamente le plantó un apasionado beso, que correspondió inmediatamente. Y aprovechó de recorrer con una de sus manos, todo el torso del castaño luego bajo por sus muslos, hasta su ya necesitado miembro, al cual no pensó dos veces en darle la atención necesaria.

 

Se separó de los labios de Uruha, para dar una larga lamida de su pecho hasta la ingle, arrancándole tímidos gemidos al castaño que aún hasta estas alturas del juego, intentaba contener todo lo posible sus emociones ¡Que idiota se sentía eso! Pero es que con Aoi todo era tan raro y especial. Este, terminó por ahora con su tarea, y se detuvo en uno de los muslos de Uruha, esos muslos tan apetecibles y perfectos. Mientras acercaba sigilosamente una de sus manos al erguido miembro de su castaño. Lo tomó cuidadosamente entre sus manos, acariciándolo suavemente, a lo que Uruha gimió ante la baja temperatura de sus manos. El pelinegro tomó una de las piernas de Uruha, y la situó sobre uno de sus hombros, he hizo lo mismo con su otra extremidad. Cuando acabo esto, lo tomó firmemente entre sus manos, y comenzó a masturbarlo frenéticamente. Los exasperantes gritos de Uruha inundaban la pequeña habitación. No tenían idea si alguien los escuchaba o no. La ventana estaba abierta, y quién sabe si afuera se oía algo, o incluso desde la cocina, quien sabe.Pero a ninguno de los dos parecía importarle aquello.

 

Sin preámbulos ni nada por el estilo, Aoi se metió de lleno en su boca, toda la virilidad de Uruha, robándole un fuerte gemido de placer al sentir la lengua de su pelinegro en su más sensible parte. Los juegos y los movimientos no tardaron en aparecer. Uruha hacía de todo para no gritar de manera indecorosa, y rogarle por más .El no era así, el no pedía más. Como siempre, su orgullo estaba por delante, y no se la haría tan fácil a Aoi. Total, este ni se molestaba en darle lo que quería, era mejor de todas formas, sus manos ansiosas revolvían su cabello marcando el ritmo de las estocadas, placer que le hacía sentir esa experta lengua era indescriptible.

 

El fin se acercaba y ambos lo sabían. Aoi aumentó el ritmo todo lo posible, y se preparó para poder recibir toda la esencia de su castaño en su boca.El sabor de esta era mucho mejor de lo que había esperado.Todo lo que había imaginado, hasta ahora, había sobrepasado los límites de todas sus expectativas.Y claro, eso era fantástico. Por parte de Uruha, este no había notado que se había corrido dentro de la boca de su compañero.Estaba demasiado sumido dentro de esa irrealidad mental que se había formado el solo, y apenas comenzaba a reaccionar.

 

Aoi retiro delicadamente las piernas del castaño de sobres su hombros para luego retirarlos restos de aquel liquido de la comisura de sus labios, ante la atenta mirada sonrojada de su compañero. Acaricio dicha los muslos de Uruha, mientras subía esparciendo besos húmedos alrededor de estos. El castaño ya no podía evitar reprimir todas las sensaciones que invadían su cuerpo.El placer de sentir los labios y las manos de su amante recorriéndolo con aquella suave lentitud le encantaba, era demasiado como para poder describir lo bien que se sentía aquello. El pelinegro logro acomodar a Uruha sobre la amplia mesa de madera, y ágilmente se subió sobre él. Se posiciono en medio de esas bellas piernitas que tanto le volvían loco, y acerco uno de sus dedos a la entrada del castaño.

 

Uruha gimió al primer contacto...Hace mucho tiempo que no practiaba sexo, y esta parte en especial le dolía un poco. Sus novios anteriores fueron bastante brutos con él, y a veces casi nunca se tomaban el tiempo de prepararlo, o siquiera, penetrarlo con un poco de cuidado. Pero Aoi estaba siendo tan dulce con él, tan delicado.Parece que a pesar de todas las bromas pesadas que le hania dirigido hasta ahora, aun así no pretendía hacerle ningun daño, pensamiento que logro que algo se removiera dentro de aquel castaño, que suspiraba de placer al notar los tres dedos de su amante, moviéndose en círculos en su interior. Luego de un rato, cuando ya estaba lo suficientemente dilatado, Aoi tomo su miembro entre una de sus manos, mientras que con la otra, sujetaba la pequeña cintura de Uruha. De la misma forma que antes, se fue introduciendo con sumo cuidado dentro del castaño. Gemidos y mas gemidos inundaban las cuatro paredes de aquella pequeña habitación.Respiraciones agitadas, acompañadas de un lento vaivén. El crujir de la madera, las bocinas de los autos que circulaban fuera.Podrían estar acompañados de esto y mucho mas, pero para ellos en ese momento, tan solo existía ese mundo imaginario donde ambos estaban sumidos dentro del placer que le hacía sentir el otro.

 

Cuando llegó al fondo, ambos estaban lo suficientemente empapados de sudados, e incluso algo agotados pese al esfuerzo que opusieron. Hacerlo sobre una mesa no era nada cómodo, tenía que tenerlo en cuenta.Para lo próxima vez debían hacerlo en una cama ¡Pero que! ¿Ya quería una segunda vez? ¡Y eso que ni acababa con la primera! Pero cada vez que vislumbraba el bello rostro de aquel castaño, mordiéndose con fuerza al labio inferior para no gemir, era algo que le ponía aún mas después de todo este inmenso jaleo.S us ojos entrecerrados, nublados por aquella indescriptible gama de sensaciones, lograba subirle la temperatura más de la cuenta, si es que se podía calentar más.

 

Uruha, por su parte, estaba en cielo. Sentir a su pelinegro tan profundo, dentro de él, era realmente lo mejor que había experimentado en su vida. Quería que el vaivén de incesantes embestidas empezara YA. Pero no tenía el valor de decirle: “Aoi...¿Podrías moverte y metérmela rápido?” no tenia personalidad para eso...Y tampoco tenía voluntad para dejar su orgullo de lado por un mísero momento que fuese...¡Como odiaba esa parte de él! Si no fuera por ese defecto, su vida sería un poquito más sencilla...pero que va, esa era uno de los tantos malos hábitos de castaño, que le encantaban a Aoi, así que era mejor dejarlo así tal como estaba.

 

El pelinegro, ya dentro, tomo la cadera de su castaño con ambas manos, y procedió aquel capricho que tanto ansiaba Uruha, casi tanto como él. Comenzó a moverse lentamente, para luego tomar un ritmo regular. Su amante se daba ni el lujo de mover su cadera con euforia...Quería mas...quería sentirlo más....Pero lo único que salía de su labios eran gemidos, y el nombre del pelinegro. Ni una súplica, ni ruego, ni nada por el estilo. Si él quería algo, lo conseguiría por su propia cuenta, siempre hacia las cosas así, y este caso no sería la excepción...no le rogaría por mas...Aoi no se saldría con la suya...

 

De manera casi inexplicable, Uruha logro invertir las posiciones: ahora él se encontraba sentado sobre las caderas de su pelinegro, con este, todavía dentro... el rostro de Aoi se crispo rápidamente de una mueca de sorpresa, a una de intenso placer al sentir como su miembro era apresado por la deliciosa estrechez de aquel castaño. Este soltó un agudo gemido al sentir como la longitud de Aoi conseguía entrar aun mas en el en esa posición...Posó ambas manos sobre sus hombros, y levanto su cuerpo un poco, para dejarlo caer suavemente otra vez sobre el del pelinegro. Otra oleada de gemidos, y el castaño simplemente no soportó el frenesí que invadió su sistema nervioso. Tomó con firmeza los hombros de su amante, y comenzó a moverse de arriba hacia abajo, a un ritmo completamente desenfrenado...

 

Aoi no tenía ni tiempo para poder respirar, ya que el aire se le iba con una rapidez impresionante...Los pequeños brincos de Uruha le daban un remezón de placer en varias cantidades...Sentía como si fuera jalado hacia el interior de su castaño, hasta quedarse literalmente enterrado dentro de él...Le encantaba la expresión que tenía aquel bello rostro frente a él...Los ojos cerrados con fuerza, su rostro fuertemente sonrojado... su cuerpo lleno de sudor, mechones de cabello pegados a su frente...Gemidos indecorosos escapaban de sus labios...Parecía ser el que más disfrutaba de todo esto....Ambos jadeaban incontrolablemente...el esfuerzo físico que ejercían era demasiado potente, y dentro de poco acabarían...

 

-Ahhhh.....Uru...Uruha...ahhhhh.... –De alguna manera, logro sostenerse de sus caderas, mientras que con su mano restante, intentaba sostener su peso.- q-que....mmm....necesitado......estabas.... –Le sonrió con malicia, lo cual el castaño ni se dio cuenta, por estar demasiado ocupado moviéndose sobre el pelinegro, y gimiendo de manera escandalosa. Jamás hubiera esperado esto...El que solo hace una hora le rechazaba rotundamente, ahora está montado sobre él gimiendo su nombre repetidas veces...Aunque no tenia de que quejarse, ya que le encantaba...

 

-Ahhhh....Aoi....¡Aoi! ...¡¡Ahhh!! –aquellos gemidos llenaban toda la habitación, resonaban en sus propios oídos...Pero ya no podía esconder todo el placer que sentía...Ni si quiera podía dejar de rasguñar y clavar sus uñas en los hombros y la espalda de Aoi...Pero por lo visto a ninguno de los dos parecía importarle aquello.

 

Ya quedaba poco para que aquel cacto carnal llegara a su fin....Solo era cosa de ser paciente para que el otro pudiera llegar agarrado de su mano a aquel paraíso llamado éxtasis...Era un sueño para ambos...no lo podían creer...Aún no podían creer que se encontraran entre los brazos del otro...

 

In Someone Place...

 

Un desanimado Jefe de cocina, camina cabizbajo por los pasillos de su recinto. Todo se veía tan vacío y sin vida...Sus sueños y su negocio se habían venido abajo tan rápido como el correcaminos desapareció de la ruta...Tenía solo tres cocineros, sin contarlo a él, dos camareros, y una auxiliar que limpiaba de vez en cuando...¡Y pensar que su local había conseguido ser uno de los restaurantes más famosos de Tokio! Estaba en decadencia...en decadencia absoluta...seguramente su negocio quebraría, y bye bye a los anhelos de ser chef profesional algún día. Quería ver su negocio estable, “por última vez”, ya que sus acreedores le habían advertido esa mañana, que si las cosas no volvían a marchar bien, dejarían de aportar dinero a la causa de mantener sus sueños con vida.

Paseo y deambula por los solitarios pasillos del recinto, cuando de sorpresa, recuerda que aquel local posee una bodega. Nunca se paseaba ni daba vueltas por aquel lugar. Le daba escalofríos...Pero la curiosidad termino por ganarle...Además, hace rato que no veía a Uruha ni Aoi...¿Se habrían marchado ya? ¿Y sin despedirse? De ser así, los regañaría al día siguiente por ser unos maleducados...más que mal eran amigos...¡Y hasta sus amigos lo dejaban! Que solo se sentía. De pronto, unos pequeños sonidos llenaron aquel silencio que invadía cada rincón del recinto. Inmediatamente las dudas y preguntas aparecieron . ¿Que será? ¿Uruha y Aoi? ...¿o una rata?

Se acercó a pasos inseguros hacia la primera puerta de entrada hacia la bodega, y aún con los nervios y el miedo impregnados de forma latente en su ser, abrió lentamente la puerta, y se encontró con esta frente a la otra, cerrada. No había nada ni nadie, pero los ruidos siguieron haciéndose paso dentro de sus oídos. No supo identificar quien era el emisor, ni que tipo de sonido era el que se efectuaba, solo le atinó a acercarse hacia la puerta, y apoyar su cabeza de lado para poder oír más claramente aquel sonido que le llamaba tanto la atención: “Ahh...ahhh...Aoi...” ¿Eh? ¿¡Que era eso!? ¡¡URUHA!!

 

-¡Ahh! Uru me...voy a venir... –Jadeó el pelinegro desde el otro lado de la puerta

 

-¡¡Ahhh!!...mmm...Aoi-shi, Aoi-shi...

 

La incertidumbre recorrió de lado a lado su mente, que se quedó en blanco al oír los fonemas que dictaron sus empleados...¡¡Estaban teniendo sexo!! ¡Además en su local! Podrían ser muy amigos suyos...¡Pero se las iban a ver con el ahora mismo! Y sin más abrió la puerta...Y se encontró con que estos ni lo tomaron en cuenta cuando dio su entrada triunfal dentro de aquella pequeña habitación...La mesa chirriaba...los fuertes gemidos de Uruha ensordecían, entremezclados con los de Aoi. Este, con los ojos cerrados, sosteniendo la cintura de Uruha, y este, de espaldas, saltando frenéticamente sobre las piernas del pelinegro, tenía su rostro hecho un poema erótico...

 

-Ahhhh....Uru-Uruha....ya viene.....Ahhhh..... –gimió el pelinegro, segundos antes de acabar en el interior de su castaño, que al sentir la tibia esencia de su amante dentro de él, se corrió a los pocos instantes, dejándose caer sobre los brazos de Aoi.

 

-Mmm...Aoi-shi.... –Susurró tiernamente, mientras su cabeza descansaba en su hombro- te quiero...te quiero mucho...

 

-Y yo a ti Uru... –Le sonrió, mientras envolvía el frágil y delgado cuerpo del castaño entre sus brazos.

 

-Ahora hay que vestirnos, antes de que Kai nos descubra –rió con dulzura.

 

-em...creo que ya nos descubrió Uru... –Dijo el pelinegro, que de improviso abrió los ojos y diviso a Kai, completamente pasmado apoyado sobre el marco de la puerta, como si su cuerpo se fuera a despedazar en mil y un fragmentos.

 

-Kai-san esto... –El aludido permaneció en silencio por segundos incalculables...Aún no le tomaba el peso a la situación...No solo estaban teniendo sexo en aquel despacho, también no se dio cuenta si habían cumplido con sus turnos, y peor aún...muy amigos suyos podrían ser...¡PERO ESTABAN LOS DOS DESNUDOS FRENTE A EL! ¡Eso era demasiado! ¿¡Es que acaso no tenían la decencia de reaccionar y cubrirse un poco!? ...Sus ojos comenzaron a viajar por la desnuda silueta de Uruha, su cintura, espaldas y piernas...Para poder hacerse paso a la figura del pelinegro...en aquel sexy y descubierto pecho bien marcado, pero...¡Que! ¡¿QUE carajo era lo que estaba mirando?! - ¡¿QUE MIERDA ERA LO QUE ESTABAN HACIENDO?!

 

-Pues sexo, grandísimo idiota -Le contestó Uruha, sin soltar ni separarse de su pelinegro ni un milímetro. Ya lo habían hecho...ahora por absolutamente NADA del mundo, lo dejaría ir. Aunque tuviera que aguantar sus perversiones, seguiría estando a su lado si este así lo quería.

 

-¡Que me contestas así! –Kai estaba indignado, estaba absolutamente indignado. Pero aún así no era capaz de poner un pie fuera de la habitación para que los otros se vistieran, y después se dignaran a explicarle que era lo que estaban haciendo...Bueno, mejor dicho decirle porque lo hacían, y justamente porque en el despacho, porque ya era demasiado OBVIO lo que los dos estaban haciendo, al menos hasta que Kai entro. - ¡Quiero que me den una maldita explicación! 

 

-Pues Yo... –Aoi intento hablar, per Uruha rápidamente lo interrumpió

 

-No te daremos ninguna explicación, por que lo que hagamos los dos no es de tu incumbencia  -Se colgó al cuello de Aoi como un niñito, “dándole la espalda” a Kai 

 

-¡¿QUE FALTA DE RESPETO ES ESA?!

 

-¡Que exagerado eres Kai! -Le reprocho el castaño- solo eres nuestro jefe no el señor dueño de nuestras vidas. 

 

-¡Querrás decir era su jefe! –Se preparó para poder gritarles en toda la cara- ¡POR QUE ESTAN DESPEDIDOS LOS DOS!

 

-Que bien, ya estaba harto de ser tu esclavo  -Uruha se levantó de sobre Aoi y comenzó a coger su ropa. Mientras Kai y el pelinegro observaban pasmados la escena- ¿Vienes conmigo Aoi-shii? –El nombrado asintió en silencio, mientras Uruha caminaba hacia la puerta, con una sonrisa satisfecha, y su ropa bajo el brazo.

 

-¡Y-Y no quiero volver a verlos por aquí!  

 

-No te preocupes, al menos a mi no me volverás a ver pasar por aquí... –Le sonrió, mientras caminaba completamente desnudo con los dos, siguiéndolo en fila india hacia la puerta de salida.

 

Ahí mismo, los dos comenzaron a vestirse, frente a la mirada de Kai y sus múltiples regaños y gritos...Pero ambos reían por lo bajo y solo fingían no escucharlo. Para cuando Kai yacía llorando de rabia por la partida de sus únicos dos camareros, estos caminaban bajo la fría y despejada noche de ese día...tomados de la mano, mirando hacia la luna, entre miradas y pequeños gestos que se dirigían.

 

-Jamás pensé que todo cambiara tanto en menos de una hora... –Rió Uruha, mientras enfocó su vista hacia sus pasos, que se movían en perfecta sincronía con los de Aoi.

 

-Si no hubiera tomado la iniciativa querrás decir –Uruha le golpeo el hombro mientras ambos reían.

 

-La pudiste haber tomado de una forma más normal y directa, ¿Sabes? Casi me da un ataque al corazón cuando vi esa cosa...

 

-No puedes quejarte... –Se detuvieron- te veías precioso –Tomó sus mejillas, y las acarició con cuidado, donde luego apareció un leve tono rosa, aun notable bajo la oscura noche- y déjame decirte que no será la única vez que te disfrazaras para mi...

 

-B-Bakka... –Se zafó- tú y tus ideas raras...no sabes como te odio

 

-Pero casi inexplicablemente, también me amas 

 

-Es una contradicción... –Dijo un meticuloso castaño- pero tienes razón –suspiró, a lo que a su pelinegro se le escapo una risa.

 

-¿Soy una contradicción? –lloriqueo falsamente

 

-Claro que no  -le sonrió divinamente.-  a veces me sacas de quicio...pero te amo igual  -Y dicho esto, ambos se besaron, bajo la fría noche de ese día, bajo el frío asfalto que dibujaba tímidamente sus sombras, bajo el farol donde tantas veces se encontraron antes de ir a trabajar...y de donde acababan ser despedidos...

 

 

2 meses después.

 

Se encontraban un avergonzado castaño, y un relajado pelinegro, este último, sentado sobre el sofá de su casa, esperando a que su novio saliera de la habitación...Mientras este salía “disfrazado” cerrando delicadamente la puerta, evitando hacer ruido alguno, se acercó a tímidos pasos al living donde descansaba su novio. Tomó su traje desde la parte trasera, jalándolo hacia abajo, intentando esconder algo de su trasero, pero no le servía de nada...El traje seguía siendo igual de corto, aunque lo jalara con una palanca con una fuerza de 1000n... mientras hacía esto, en sus manos había una tablita de madera con  un separador de metal, con papeles en blanco...Como los que usan las enfermeras para tomar sus notas de diagnósticos y cosas por el estilo...Tal como se lo había dicho su amado y malicioso pelinegro hace dos meses atrás: “No será la única vez que te disfrazarás para mí...”Irracional: lo odiaba, y lo amaba con toda su alma al mismo tiempo...

 

¿A eso se le podía decir que odiaba a su pelinegro con amor? Ni él lo podía entender...Pero las ideas comenzaban a desaparecer, y su mente a ponerse en blanco, mientas los pasos que daba, se acercaban cada vez más al sillón donde su pelinegro estaba acostado a peso muerto, esperando pacientemente por su “enfermera”

 

-A-Aoi... –titubeó el castaño, mientras intentaba nuevamente bajarse aquel trajecito que tanto le incomodaba, y dejaba al descubierto todas sus piernas... ¡Si tenía suerte de que esa cosa le cubriera la ropa interior! Las medias de color rosa claro le apretaban, la tiara del cabello le incomodaba...Pero todo lo hacía para complacer a su novio...

 

Aoi se volteó en silencio para poder ver a su Uruha, y se sorprendió a sobre manera al divisar lo bien que lucía su castaño vestido así... ¡Como siempre daba en el clavo con el asunto! Aunque Uruha hubiera quedado horrorizado al ver el vestidito, el supo inmediatamente que le quedaría divino...Claro, con ese cuerpazo que tenia, era imposible que algo le quedase mal

 

-...*¬* -El rostro de Aoi era uno de los mejores poemas pervertidos jamás escritos xD, y Uruha simplemente se sonrojo frente a la mirada que le dirigía en esos minutos, específicamente a sus muslos.

 

--pervertido... ¡Deja de mirarme así! –chilló avergonzado. Otra vez jaló hacia abajo intentado cubrirse un poco, pero la suave mano de su novio le detuvo.

 

-No hagas eso..te queda perfecto... –Le sonrió con lascivia. El color del rostro de su castaño se hacía distinguir cada vez más...Amaba cuando se ponía así de nervioso, lo amaba todo de él...Y poder verlo así de mono y arregladito con el trajecito ese de enfermera, era realmente un regalo de los dioses.

 

-...-Bajó su vista avergonzado. ¡Aún así llevaban dos meses de noviazgo y seguía sonrojándose con cualquier cosa que tuviera que ver con Aoi!

 

-Venga mi enfermera... –Le tomó suavemente del brazo- siéntese a mi lado –Uruha, casi automáticamente obedeció esa orden. De forma tímida, pero la obedeció. Ahora que estaba sentado no tenia que cubrirse el trasero, pero sus piernas quedaban aun más descubiertas frente a esto. Aoi no desaprovecho para nada la situación, y se acercó más a su castaño, hasta poder sentarlo entre sus piernas- ¿te he dicho lo mucho que te amo? –le preguntó dulcemente

 

-Es como la décima vez en el día –rió, lo cual le hacía ver más lindo.- ¿Y yo te he dicho lo feliz que me haces? –le hizo un puchero

 

-Siempre siempre –le devolvió el gesto, y se unieron en un pequeño beso- te ves muy sexy con eso... –Acarició una de sus piernas...

 

-No hagas eso... –gimoteó. Ya conocía muy bien los ritos “previos” a eso. Este, era uno de ellos.- me costó un mundo ponérmelo bien...y ahora me lo quieres arrancar... –Se quejó infantilmente

 

-Lástima que quiero quitártelo... –Lamió lentamente su cuello- pero puedo esperar un rato...quiero verte más tiempo con el puesto... –Dibujo el contorno de la cintura de Uruha con sus manos

 

-¿Ahora el doctor quiere que su enfermera le dé su atención especial? –Ambos rieron pervertidamente. Solo los dos sabían a que tipo de “atención” se refería Uruha

 

-Por favor... –Le susurró al oído, antes de devorarlo con sus besos una vez más...

 

 

Uruha, mi conejito play boy, pseudo actriz porno en las noches de calentura...

Uruha, mi enfermera que cura hasta eso...

Uruha, mi colegiala inteligente de promedio +10

Uruha, mi Sherlock Holmes, cuando pierdo alguna cosa o sucede algo extraño

Uruha, mi dependiente de una tienda, vendedor de rasuradoras y sonrisa convincente y persuasiva

Uruha, mi boca de patito, el más alto y sexy de todos

Uruha, mi niño berrinchudo, miembro numero uno de los alcohólicos anónimos

Uruha, mis piernas y trasero perfectos

Uruha, mi guitarrista sexy y experto

Uruha, uno de mis mejores amigos cuando siento ganas de golpear cosas

Todo esto y mucho más, junto a Takashima Kouyou...

Es todo lo que amo, ame, y seguiré amando

 

 

Yuu.

 

 

 

 Mientras tú me odias y me amas al mismo tiempo, yo te amo y adoro con la misma locura,

por la cual vivo y viviré por ti. Estás loco, pero te amo igual.

 

Fin


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