Esa opresión en el pecho, impidiéndole reaccionar, estaba ocasionando que su capacidad de respiración comenzara a fallar. Observando con sus ojos al borde del llanto aquella fina figura que tanto amaba y deseaba frente a él, aquella figura que le pertenecía, dándole palabras que le eran tan dolorosas.
El viento despeinando sus suaves y delicados cabellos dándole un aire utópico ante los ojos del menor. Realmente le amaba, le amaba muchísimo, pero todavía no estaba listo para algo serio con él. Aún era un niño que quería experimentar y saborear su juventud, divertirse y sentirse libre, no estaba preparado para atarse a una única persona el resto de su vida a tan temprana edad, a pesar de que le amaba como a nadie.
El crepúsculo dándole unos colores sepia a la escena, iluminando los ojos del mayor manifestándoles una tristeza aún más profunda de la que poseían, los cuales retenían las lágrimas más por orgullo que por tristeza. Él le había prometido protegerlo, se había prometido a si mismo ser fuerte para protegerle y cuidarle, por eso no podía llorar, no podía demostrar debilidad frente a su pequeño. Las hojas meciéndose con tranquilidad entre las ramas que las protegían y las aferraban de manera sobre protectora desde su raíz, evitando que cayesen a pesar de que la nieve de aquel invierno se posicionara sobre ellas de forma cruel intentando separarlas.
Llevó su vista hacia ellas, cuanta envidia les tenía. Aquellas ramas luchando por sostener a sus hojas para no perderlas en una lucha contra aquel frío hielo. En aquel momento sintió que la rama que lo sostenía para que no cayese había decidido dejarse vencer. ChangMin había decidido darse por vencido ante su amor, abandonando todo ante el temor, dejándolo caer a un agujero sin fin.
“Lo siento hyung, quiero disfrutar más antes de meterme en algo serio”. Aquellas palabras le golpearon duramente cuando volvió la vista a su dongsaeng quien lo seguía observando imperturbable frente a él.
Las palabras fluyeron con tanta facilidad, aunque con un tono que denotaba la fina línea que separaba la calma de su histeria, que se sorprendió a él mismo de la conclusión que había sacado inconcientemente.
-¿Acaso es por alguno de los hubaes?
El menor le dio la razón al tiempo que entrecerró los ojos con un brillo que ya le conocía: culpabilidad. Lo sabía, lo sabía y nunca había querido aceptarlo. No pudo contenerse más, y tampoco quiso evitarlo, dejando una lágrima resbalar por su helada mejilla. Ya no le importaba nada, solo quería llorar por lo idiota que había sido, tenía todas las pruebas frente a él pero había decidido ignorarlas. Desde que habían aparecido ChangMin había cambiado drásticamente, no solo en su relación con él sino también en la relación que comenzaba a aparecer entre ellos dos. Tan juntos, pegados con el más potente pegamento, juguetones, bromistas. Siempre lo supo y nunca quiso aceptarlo, porque le dolía saber que su pequeño lo había dejado por alguien menor que si mismo. ¡Dios Santo! ¡Aún era menor de edad! Desde un principio cuando conoció SHINee y escucho el nombre de aquel chico que era parte de los cinco que formaban el grupo supo que le ocasionaría problemas, pero nunca a tal grado de destrozar su relación con ChangMin. Solo de algo estaba más que seguro, odiaba y detestaba con más intensidad que antes a TaeMin.
Sus ojos destellaron odio, odio hacia ese chico de dieciséis años que le estaba robando el amor de su pequeño de veintidós.
-Lo siento- fue lo único que salió de sus labios.
-¡Maldita sea! ¡Deja de disculparte! ¿Es qué acaso no ves que no sirve de nada más que hacerme sentir peor?
El menor bajo su vista apenado, le partía el corazón a él también dejar a esa persona que amaba. Pero quería y necesitaba otras experiencias porque sino la relación no funcionaría, y por más que alargaran el plazo, terminarían de igual forma.
-Será un tiempo para que ambos nos renovemos- finalmente se movió, había pasado tanto tiempo parado que no había notado lo entumidas que estaban sus piernas. Se sentó junto a su fantasmita manteniendo una distancia prudente.- Si seguimos, esto terminara mal Boo, y lo sabes. Para que la relación funcione es necesario este tiempo- lo miró, Jae seguía observando hacia delante, como si él nunca se hubiese movido de aquel lugar.- Además, sé que te mueres por estar con SeungRi- aquellas palabras le salieron cargadas de veneno e ira. El no era el único que guardaba secretos, sabía perfectamente que su pareja olvidaba el mundo que lo rodeaba cuando aparecía el coreógrafo de Big Bang y más cuando la molestia se reflejaba en su hermoso rostro al notar que el menor siempre iba en busca de JunSu, y eso había comenzado a ocurrir mucho antes de que SHINee apareciese en la industria de SM. JaeJoong lo miró con temor y angustia en sus ojos.- Siempre lo supe Boo, sabes que soy al único que no puedes esconderle nada. Y sé también que tu amor hacia mí es más grande que el deseo y lujuria que Seung despierta en tu interior- le tomó la mano, por fin su delicada pareja comprendía lo que quería decir- ¿Por fin me entiendes, no? No es que te haya cambiado por TaeMin, y sé que no me cambiarás por SeungRi. Pero ambos queremos estar con otras personas que despiertan sentimientos diferentes en nosotros y si los seguimos reprimiendo esto terminará realmente mal- suspiró, era complicado- No me agradará verte a los besos con ese como sé que no te agradará verme con TaeMin. Pero será una prueba que superar en nuestra relación. Quiero saber que es esto que ese pequeño despierta cada vez que lo veo. Sé que no es amor, estoy más que seguro de eso, pero tampoco lujuria, ni nada semejante- en un movimiento involuntario envolvió los labios de Jae con los suyos, realmente lo necesitaba.- Solo te amo a ti, y lo sabes.
-No quiero dejarte ir- el mayor se abrazó a su cuello. ¿Cómo podía ser que con esta conversación los papeles se invirtiesen tan rápidamente y con tanta sencillez?- Aunque sé que es inevitable y sé que es necesario.- su rostro rozando la suave y cómoda bufanda que protegía el cuello de Minnie dándole un poco de protección ante la helada ventisca.
-Siempre has sido testarudo- acarició sus cabellos, suaves y sedosos como la misma seda, o aún más.
-Lo sé, pero así me amas- levanto su mirada como cual niño que pide ser mimado.
-Así te amo- sonrió y volvió a besarlo. Su celular comenzó a sonar, rompiendo el mágico momento que se había creado a pesar de estar en una situación que no lo ameritaba para nada.- Lo lamento, debo irme.- lo observó y luego de dejar un fugaz beso en sus labios se levanto- Creo que, es momento de comenzar a renovarnos- sonrió y luego se quito el anillo de compromiso que compartía con el mayor entregándoselo- Guárdalo hasta el momento en que tenga que volver a colocármelo para no quitarlo nunca más- Jae le sonrió y recibió el anillo realizando la misma acción de su pareja minutos antes.
-Guárdalo bien y no lo pierdas- respondió mientras el menor lo tomaba entre sus finos y largos dedos.
-Jamás extraviaría algo tan importante para ambos- su celular sonó nuevamente.
-¿Es un tanto fastidioso, no lo crees?- Minnie rió bajito y Jae tan solo sonrió ladinamente.
-Estoy llegando tarde, tiene todo el derecho de quejarse- guardó el celular después de contestar el mensaje.
-Me alegra saber que solo para mí estas puntual.
ChangMin sonrió nuevamente y despidiéndose con la mano comenzó a caminar para la dirección en donde su dongsaeng se encontraba.
-¡Minnie!- sin darle tiempo a voltearse Boo ya lo tenía apresado entre sus labios en un beso demandante- Para que recuerdes que nadie puede besarte mejor que yo- el menor depositó un beso en su mejilla y finalmente se fue. El show había comenzado.
Aquel último beso sería el recuerdo de aquella ruptura tan dolorosa que le oprimía el pecho y lo dejaba sin fuerzas poco a poco. Aunque sabía que volvería con él en algún momento, era un lapso del cual ninguno de los dos estaba conciente de cuanto tiempo abarcaría, y eso lo desgarraba de una forma terriblemente punzante. Era momento de continuar y dejar los caprichos a un lado, tenía las cosas nítidas frente a él y ya no podía evitarlas e ignorarlas. Tenía que comenzar a afrontarlas.
Se situó nuevamente en el banco donde minutos antes había estado la mayor parte del tiempo sentado. Sacó su celular comenzando a marcar un número.
Muchas veces no solo las hojas caen, sino también las ramas, gracias al peso que ejerce el hielo sobre ellas rompiéndolas. Quizás su rama volvería junto a él, cayendo al piso a su lado. Pero mientras tanto su única compañía sería otra hoja que hubiese tenido el mismo fin que él. Quedando ambas sobre el frío piso cubierto de nieve sin ninguna contemplación. Recurriendo a un consuelo mutuo.
El teléfono ajeno fue atendido.
- ¿SeungRi?
FIN