Kakuzu caminaba por los pasillos de la guarida, ya era de tarde y después de haber dormido todo el día estaba de buen ánimo.
-me disculpare con ese pobre diablo- pensó mientras buscaba a Hidan con la mirada. Pasó por varias habitaciones hasta que lo encontró sentado en el sillón con Tobi a su lado. Tenía coceduras muy mal echas por todo el cuerpo. Los akatsuki lo habían mutilado por gastar sus sueldos.
-¿quien carajo te cosió Hidan?- preguntó el avaro acercándose al sillón, pero no obtuvo respuesta. El inmortal ni siquiera se digno a mirarlo.
-Tobi lo hizo- gritó el lolipop levantando los brazos muy alegre. El tesorero lo miró con odio y volvió a hablarle al peliplata, esta vez de una manera mas tierna.
-¿Estas enojado conmigo?- preguntó acariciando la blanca cabellera de su novio.
-¡Jodete!- le gritó el inmortal zafándose de la caricia. Estaba realmente molesto. Él siempre trataba de hacer cosas buenas por Kakuzu y este le devolvía la mano engañándolo y maltratándolo, pero ya no mas-vete de aquí pagano de mierda- dijo acercándose a Tobi- no vez que estoy con mi nuevo amigo- declaró Hidan.
-¡¡wii, Tobi tiene un nuevo amigo!! Chillo este abrazando al inmortal. La cara del avaro se deformo de la pura rabia ¿Cómo se atrevía siquiera a tocar a Hidan?
-Tobi…… suelta a Hidan- le pidió el tesorero al borde de una crisis nerviosa.
-NO- dijo el Uchiha de manera infantil- Hidan-san ahora es mío- Hidan sonreía triunfante devolviéndole el abrazo para sacarle celos a Kakuzu. Deidara, quien iba pasando por el pasillo quedó sin habla mirando la tan rara escena.
-¿Tobi que haces? Suelta a Hidan y vamos- ordenó el rubio entrando a la sala.
-Tobi se quiere quedar con Hidan sempai- dijo el azabache remarcando el seudónimo SEMPAI. Kakuzu y Deidara se miraron con horror, había que separar a esos dos a toda costa, la sola idea de un *Tobihi* o un *Hidato* les causaba nausias (yo ya busque la imagen en internet y fue perturbador¬¬).
-Bueno- dijo Hidan tomando su guaraña y levantándose del sillón-¡¡ vamos a difundir la palabra de Jashin-Sama!!- gritó el albino.
-¡¡vamos, a Tobi le encanta difundir cosas!! – afirmó el ignorante azabache, siguiendo a su nuevo sempai. El tesorero y el artista no reaccionaban, no podían entender en que momento perdieron a sus uke.
-tenemos que hacer algo- expresó el avaro arrodillándose y tomándose los cabellos con desesperación-¡¡ ya se, mataré a Tobi y después enterrare a Hidan y no se podrán ver nunca mas!!- rió diabólicamente. El rubio lo tomo de la capa y le dio una bofetada para traerlo a la realidad.
-cálmate……………….. Hay que pensar bien las cosas- le susurró Deidara mirando a su alrededor con desconfianza.
-Deidara si no los detenemos Hidan va a terminar siendo el seme de Tobi- le señaló el pelinegro a su compañero. Este se quedo pensando, estaba muy dolido, Tobi era cariñoso solo con él y al verlo así con Hidan lo izo hervir en celos. Por su parte Kakuzu estaba totalmente trastornado la sola idea de que Hidan no lo quisiera mas, lo desquiciaba y desesperaba enormemente. Los dos se echaron en el sillón solo les quedaba esperar que sus compañeros volvieran para hablar con ellos.
Ya era de noche y ni el peliplata ni el lolipop daban señales de vida. Los dos seme se habían quedado dormidos en el sillón, y no se percatado de la presencia de Zetzu que se había sentado al medio de los dos esperando el momento preciso para devorarlos.
-¿Qué hora es Zetzu?- pregunto le artista abriendo los ojos con pesadez.
-son las 11:30 pm- le contestó la planta mirándolo de pies a cabeza, Deidara debe saber a plátano, pensó con una sonrisa. Se dio vuelta y miró a Kakuzu que también despertaba, y Kakuzu a uva, se saboreaba Zetzu.
-que miras- le dijo el tesorero sacándolo de sus sueños.
-nada- dijo Zetzu rápidamente.
-¿has visto a Tobi y a Hidan?- le preguntó Deidara acercándosele un poco.
-si los vi pasar hace un rato- respondió el bipolar disfrutando del dulce olor. Se le hacía agua la boca.
-vamos rubia- le ordenó el tesorero a Deidara salvándolo sin querer de ser la cena de Zetzu. Los dos caminaron con decisión hacía sus cuarto, abrieron la puerta y entraron a sus respectivos cuartos.
-¿Qué planeas?- le preguntó desafiante el tesorero al su compañero que estaba en la cama acostado.
-nada- le confesó el religioso con tranquilidad. El solo ver la cara de angustia de Kakuzu le causa una gran satisfacción, sabía que le dolía en el alma ser ignorado- buenas noches- se despidió dándole la espalda. El tesorero apagó la luz y se acostó sin animo al lado de su compañero, sabía que lo que había echo ayer estaba mal, pero le costaba mucho reconocerlo. Se acercó a Hidan y lo rodio con su cuerpo de una manera suave. El peliplata se hizo el dormido, tenía que resistirse a las caricias de su amado, quería darle una lección. El avaro empezó a besarle el cuello lentamente, luego le besó la mejilla con delicadeza, quería que su novio lo perdonara.
-perdóname Hidan- Le suplicó finalmente con una voz ahogada al borde del llanto. El inmortal no le respondió, costaba creerle a alguien que lo trataba tan mal día adía-tu sabes que te amo- siguió diciéndole al oído abrazándolo con mas fuerza. A diferencia de otras veces Hidan podía sentir el calor que emanaba el cuerpo de Kakuzu, era un calor delicioso y muy cómodo y sin darse cuenta se quedó dormido de verdad dejando la pregunta sin responder. El pelinegro lo seguía besando en el cuello, pero al poco rato se quedo dormido también.
A la mañana siguiente Hidan despertaba lentamente, pero sintió un vació en su espalda. Estaba solo en la cama Kakuzu ya se había ido. Camino hacia la cocina y se encontró con sus compañeros tomando desayuno. Kakuzu incluido, se sentó en silencio. Las palabras y el comportamiento de su novio lo habían dejado pasmado.
-hay algo que les tengo que decir- dijo el tesorero llamando la atención de todos. Parecía algo importante.
………
Continuará…………..?¿