Era un día como todos en la organización akatsuki. Todos los miembros eran asignados a sus respectivas misiones. Y como siempre la pareja de inmortales discutía por ninguna razón en especial.
-¿Por qué mierda, siempre tenemos que ir por una recompensa? - reclamó Hidan saliendo de la cueva, junto a su compañero.
-por que así lo dice el líder- le respondió Kakuzu sacando un mapa de su capa. El inmortal lo miró con odio y siguió caminando. Siempre el maldito dinero. Pensó Hidan- no me mires así- le advirtió Kakuzu, que se había percatado del odio en la mirada de su compañero.
-¡yo te miró se me da la puta gana, ateo de mierda!- le escupió el albino muy enojado.
-cállate, estas loco- le respondió el otro con una aparente tranquilidad
-Jashin te castigará- le gritó de nuevo el peliplata apuntándolo con el dedo, pero el tesorero no le hizo caso y siguió caminando, enfureciendo más al religioso. Hidan odiaba que lo dejaran hablando solo, pero lo que mas odiara era que esa persona fuera Kakuzu, su solo nombre lo molestaba. Siempre lo había odiado, y la razón era muy simple. Estaba profundamente enamorado de él y Kakuzu jamás le correspondería.
-¿Hidan, has pensado en cambiarte de religión?- le preguntó de repente el tesorero. Causándole extrañeza a su compañero. ¿A que vendrá tal pregunta?
-¿y por que carajos haría eso?- respondió Hidan algo ofendido. No aceptaba que nadie pusiera en duda su fe. Cualquiera que lo haya echo terminaba siendo un sacrificio para su Dios.
-por que es malo adorar a alguien que no existe- le explicó el avaro con una sonrisa algo burlona. Quería provocar a Hidan. Todo el día hablando de una persona que no existía, según Kakuzu, era una perdida de tiempo, y perder tiempo era perder dinero. Pero la verdadera razón por la cual odiaba a Jashin, era por que Hidan lo adoraba más que a él, y el avaro era tremendamente celoso.
-voy a hacer como si no hubiera escuchado eso- dijo el peliplata tratando de contener su ira.
-¿Cómo puedes creer en tal mierda?,¿ solo por que alguien dijo que existió alguna vez lo crees?- le volvió a provocar el pelinegro- ¿acaso lo has visto?- le preguntó subiendo el tono de voz- no puedo creer que haya gente tan estúpida que crea en algo que nunca ha visto- le dijo finalmente con desprecio y siguió su camino. Hidan se quedo atrás. Esta vez su compañero había sobrepasado todo límite.
-¡¡te voy a matar!!- le gritó desde atrás y le lanzó la guaraña. Por suerte el tesorero alcanzo a esquivarla, solo lo rozó, no es grave, pensó el moreno al ver un poco de sangre que caía por su mejilla.
-eres un idiota Hidan- le reprochó el herido, sacándose la mascara, para que la sangre no la manchase-si lo haces de nuevo te voy a matar- le advirtió, pero lo que vio enseguida lo dejo paralizado. Hidan había echo un circulo en el suelo y su piel tenía otro color- no puede ser- susurró impresionado. Estaba dentro de la maldición del inmortal.
-si Jashin no existiera, yo no podría hacer esto- le dijo muy serió el religioso, sacando una vara negra de sus ropas-¿no crees, kaku-chan?- se mofó Hidan.
-Hidan, ten cuidado, no vayas a hacer algo de lo que después te arrepientas- le dijo el avaro con tranquilidad y algo de miedo.
-ahora podrás sentir lo que yo siento- le dijo el albino- y veras como duele- se rió de manera diabólica. Ahora el destino del tesorero estaba en las manos de un loco fanático. Kakuzu lo miraba horrorizado. De seguro Hidan lo iba a matar.
Continuará………………….? ¿