Lobo Feroz
Sebastian me arropa cuidadosamente, ya estaba preparado para caer en mi profundo sueño. Se inclina ante mí y deseándome buenos sueños se retira.
- Se- Sebastian... ¿podrías acompañarme hasta conciliar el sueño?
Sebastian me sonríe como siempre, me sentí un poco avergonzado al preguntarle, así que mire hacia otro lado para que no notara que mi rostro se empezaba a enrojecer.
- Será un placer joven amo.
Apoyo sobre la mesa pequeña que se encontraba próxima a mi cama, cuidadosamente escuche sus pasos seguros acercándose hacia mí, hasta el pequeño golpe que hizo al apoyar el candelabro. Pero algo inesperado se introducía en mi cama con cautela, era él, que por alguna razón se metió en mi cama.
- ¡¿Q- Qué haces Sebastian?!
Sebastian me contesto con su sonrisa que en ese momento no me pareció para nada hilarante. Me abrazo con fuerza, me hizo sentir seguro en sus grandes brazos, me soltó con rapidez y agarro mis ropas de dormir y me las saco del cuerpo, Sebastian conocía mi cuerpo pero no pude evitar sentirme algo incomodo.
- ¡Sebastian ¡ ¿ pero qué haces?...
- Yo le sirvo a usted, mi señor, hoy usted me va a satisfacer...
- ¿Pero qué es lo que dices? Sebastian...
Por alguna razón lo entendía, él es mi sirviente pense que no seria algo malo complacerlo a él.
Me colocó boca arriba y beso mis labios temblorosos, paso su mano curiosa por todo mi pequeño cuerpo, su mano se sentía segura de lo que tocaba y suave, mi cuerpo lo aceptaba. Sebastian se acerco a mi oreja y dijo.
- Esto es el principio, mi pequeño amo...
- ¿Qué quieres decir Sebast...--?
No dejo que terminara de hablar, su mano cada ves era menos cuidadosa con mi cuerpo, me dolía.
- Sebastian... me duele...
No me respondió, cada ves me apretaba contra mi cama mas y mas, intenté escapara pero no tenia escapatoria. De mis ojos brotaron lagrimas de dolor, por alguna razón no pude contenerme.
Sebastian giro la cabeza hacia otro lado, se levanto con cuidado dejándome solo en el cuarto.
Cuando amaneció, me quede abstraído en lo que había ocurrido la noche anterior. Sebastian no se comportaba de manera inusual, me pregunto ¿por qué?... Mi almuerzo lo sirvió sin diferencias a los anteriores días, igual la tarde fue tranquila, tanto que en lo único que mi mente me dejaba pensar era lo de esa noche.
- Creo que no me importaría que él lo hiciese de nuevo... Murmuré con miedo de que alguien más escuchase lo que estaba diciendo.
Un manto oscuro cayo sobre el cielo, ya era de noche. Ciel estaba inquieto de lo que ocurriría aquella noche con Sebastian, mientras más pensaba más inquieto me sentía.
- ¿Vendrá?.
Espere sin cesar, pero, esa noche él no llegó. Quizás estaba siendo arrogante al pensar que vendría.
Pasó esa noche, la luz del día iluminó las calles, las casas y la mansión, sin embargo esa luz no alcanzaba iluminarme.
Sebastian, como acostumbraba hacerlo, me levantó, ordenó la cama prolijamente. Camino por los interminables pasillos de la mansión en búsqueda de mi oficina donde, al llegar, me informe de lo que ese día debía encargarme. La puerta se abrió haciendo ruido, al levantar la cabeza vi a Sebastian con una bandeja de metal trayendo té y un postre, que a simple vista se veía muy tentador.
- Se... ¿Sebastian?
- ¿Sí, joven amo?
- Na- Nada... Puedes retirarte.
Hizo una reverencia respetuosa y se retiro. Mis ojos siguieron sus pasos fríos, hasta que cerro totalmente la puerta del cuarto. Mi enojo crecía más, no lo entendía, eso era frustrante.
- ¿Porqué el tonto de Sebastian haría las cosas a la ligera?. El silencio invadió el espacio, pero era un ambiente apacible.
Las noches pasaron, junto con las tardes, pero Sebastian no aparecía para acompañarme en las frías noches de invierno. Al pensarlo, el crujido de la puerta delataba que se estaba abriendo, me di vuelta con euforia en busca de Sebastian, sin embargo, era mi otra sirvienta, Maylene, que buscaba dejar las sabanas limpias para el joven conde.
- Joven amo, ¿Se las dejo en la cómoda?
- Sí, Maylene- Conteste con desilusión y a la vez un poco avergonzado.
¿Porqué yo, el conde Ciel Phantomhive, dejaba desmoronar mi mundo por un sirviente? pensé fastidiado.
Aquella noche me decidí a olvidarme de lo que habia pasado, y de que Sebastian estuvo involucrado. Cerré mis cansados ojos, que permanecieron abiertos durante varias noches, pero un cuerpo envolvió el mío, era grande y caliente, cuando reaccione para darme vuelta era Sebastian que en cuanto me levanté me siguió.
- ¡Idiota, te estuve esperando durante varias noches!- Cuando termine la frase me di cuenta que lo que había dicho delataba que realmente lo esperaba. Mi rostro se enrojeció, la escondí para que él no supiera que estaba avergonzado.
- Lo voy a complace mi pequeño amo... – Me empujo hacia la cama con brutalidad al finalizar lo que había dicho.
Apenas llegue a tocar las frías sábanas, que esperaban ser usadas por Ciel esa noche. Sebastian se tiro sobre mí como un lobo que ansiaba probar la carne fresca de un conejo indefenso. Mi cuerpo estaba inmóvil, solo podía sentir el cuerpo de Sebastian que se aferraba al mío, hizo girar mi cuerpo dejándome boca abajo, fervientemente se introdujo en mi. Se acercó a mi oreja derecha lentamente.
- Joven amo ¿Lo estoy complaciendo? –Dijo murmurando en mi oreja. No vaciló en morder mi pequeña oreja produciendo que mi cuerpo temblara.
- Es el comienzo... – Al escuchar esas palabras me quede pasmado sin entender que es lo que él quería decir.
Sebastian comenzó a tocar mi cuerpo con mas fuerza haciendo que no pudiese evitar gemir. Lo escucho con mucha euforia y mostró su sonrisa funesta. La noche recién comenzaba...