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Adicto a ti por Astrea

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Capitulo 10: Jugadas decisivas

Hanamichi notaba como sus nervios, completamente desbocados, segregaban sudor a través de las palmas de sus manos buscando una válvula de escape urgente antes de hacer explotar su maltrecho corazón. La firmeza con la que había dejado salir al mundo su declaración se había evaporado en las lides del silencio torturador del zorro y la incredulidad que transmitía su cristalina mirada.

«¡No, zorro! No apartes la mirada, sigue en mí, ¡acéptalo!»

—No… no… no puedo creerte—Rukawa parecía exasperado y esa misma desesperación se la estaba contagiando al pelirrojo, porque estaba comprendiendo que desconocía la manera de llegar hasta Kaede Rukawa. Atormentaba saber que el amor no era suficiente—. Tú…—Kaede volvió a buscar la segura mirada de Hanamichi con el corazón en un puño— el otro día dijiste que la persona de la que estabas enamorado es genial y yo…

La mirada del moreno quedó arraigada en el vacío. Aturdido. Aún no era capaz de procesar que se había equivocado de una manera completamente catastrófica. ¡Sakuragi no estaba enamorado de Miyagi!.... ¡él!... ¡era él la respuesta a las preguntas de Sendo! Cuando este se transformó en un malmetido periodista del corazón, en el momento que estaban en la sauna. Quería calmarse, controlar el fugaz movimiento sube y baja de su pecho, completamente turbado, ansioso en busca de aire.

Hanamichi creyó comprender la actitud del moreno, no sin cierta sorpresa. La arrogancia de Rukawa era proverbial en la secundaria, «a juego con la mía». ¿Acaso era una máscara personal del zorro y más allá del baloncesto se evaporaba en la nada? Entornó los párpados, buscando la reacción, buscando el orgullo.

— ¿Tú que, Rukawa? ¿Acaso no piensas que eres el mejor jugador de nacionalidad japonesa?

—Lo soy

—Entonces, ¿qué problema hay contigo? ¿No puedes ser tan buena persona como jugador?

Rukawa, dolido, bajo la cabeza ocultando sus dos vidriosos y afligidos ojos —No es eso, do´aho

Hanamichi se impacientaba, consumido de ver cómo el zorro se sumía en el mutismo. ¿Tan difícil era hacer hablar a ese hombre? Sus dedos comenzaron a repiquetear  sobre el colchón viscoelástico que enmudecía el tamborileo sin sentido.

— ¿No puedes darme una respuesta?

—Sakuragi, yo… — ¿Qué decirle? ¿Qué estaba contento? Lo estaba. Estaba pletórico de una manera indescriptible, pero que no estaba contento también era verdad. El miedo lo tenía paralizado. Necesitaba tiempo— ¿puedes… puedes darme una hora?

El pelirrojo se quedó pillado por la inesperada petición. Al cabo de unos segundos y después de un gran suspiro, comenzó a asentir indulgentemente con la cabeza

—De acuerdo, pero tomate la medicina zorro, te lo pido por favor. Si no lo haces, me cabrearé y mucho

Hanamichi salió cerrando la puerta tras de sí. Por un momento, permaneció allí, con la entrada a la habitación del moreno a su espalda, solemnemente quieto, echando raíces en el suelo. Lo único que daba señales de vida de todo su ser era su músculo central palpitando desbocado. Sobrecogido, su mano derecha subió hacia la parte izquierda de su pecho. Sus ojos se abrieron de par en par alborotando sus iris castaños hasta el punto de que lucían con plena excitación.  

«¡Me acabo de declarar! ¡ME ACABO DE DECLARAR! ¡OSTIA PUTA!»

Necesitaba algo. Algo. Pronombre indefinido que designa lo no se puede nombrar. ¡No tenía ni puñetera idea de que era! ¡Tampoco tenía ni puñetera idea de que iba a hacer ahora! Solo tenía ganas de correr pasillo arriba, pasillo abajo gritando, ido, a lo Macauly Culkin en “Solo en casa” (1). ¡Ya! ¡Un cabezazo mortal ayudaría! ¡Siempre infalible! Constando en el acta que la escritora del fic no recomienda este método bajo ningún concepto. El pelirrojo, con la sana intención de despejar su mente, colocó sendas manos a un lado de la pared y echó su cuello hacía atrás. ¡Pum!

«¡Cagonlaputa! ¡Estoy viendo doble!»

El bravo pelirrojo se sobo el chichón recién aparecido en su frente. Era como un anuncio de neón que decía que era subnormal perdido. Debía dejar de hacer esas gilipolleces dignas de un manga.  En la vida real nunca funcionan. ¿Uh? Bueno, depende para que, porque estaba convencido de que acababa de aboyar la pared. Así que si dejaba el baloncesto y le cogían en un equipo de demolición como ariete humano tendría futuro.

Una voz conocida le devolvió a la realidad, rescatándole de las nubes de una emoción sentimental de la que no quería ser salvado. ¿Para qué? Si era la experiencia que había deseado vivir tanto tiempo,  por la cual su cabeza ilusoria fantaseo hasta estar deseando con todo su ser fundir los límites de la realidad y el sueño

—¿Todo bien sexy pelirrojo?

¡Sendo! Hanamichi tomó actitud retadora y se cruzó de brazos ante el exjugador de Ryonan, mirándole a través de su diferencia de alturas.

— ¿Te importaría si así fuera?

—Sí, y a ese encanto chiquitín de Miyagi también. Además nos debes una—Sendo señaló con el dedo índice a la habitación contigua, dando un suave puntapié a la puerta, dejando ver quién y que había dentro— Tenemos algo muy importante para ti, algo que saciará la bestia que llevas dentro—la picardía de sus palabras exigió que guiñara el ojo—…en tu estómago… tenemos tu cena…

Ryota le esperaba sentado en una silla, con el rostro iluminado de expectación, mirando distraídamente dos bandejas llenas de comida. Hanamichi, por su buen amigo y por qué no sabía muy bien a donde ir durante los siguientes sesenta minutos sin que las probabilidades de emparanoiarse fueran muy grandes, se decidió a entrar. Y pensar que Rukawa estaba debatiendo en el cuarto de al lado le ahogaba de excitación. Tan lejos y a la vez tan cerca.

—Ryochin

—Hana—el base alzó la cabeza, comprobando visualmente que el pelirrojo estaba allí sano y salvo. Claro que esto era un decir, porque en cuanto vio la tamaña rojez de su frente su boca se contrajo en una mueca de dolor. ¡Eso parecía el monte Fuji!. Resopló y movió las manos en una pantomima con claro significado de “escúpelo ya”

El pelirrojo miró a Sendo  con el reparo pintado en su cara

—Hana, te aseguro que puedes confiar en él

A la vez que Miyagi pronunciaba estas palabras Sendo movía las cejas a lo “sepsi estile”, que no” pepsi estile”,  siendo solo posible conseguirlo con un subidón de refrescos de cola de susodicha marca

—Pues si, a lo mejor mas que en ti—Hana se fue corriendo a susurrar a Ryota. Su tono de voz transmitía puro enojo— ¿Cómo se te ocurrió enseñar el retrato a Rukawa?

Ryota empalideció «¡Ay! Que pena morir tan joven, sin haber hecho tantas cosas… Terminar de ver el dorama nuevo de la NTV, redecorar mi vida, hacer un deporte de riesgo como tirarme en paracaídas… ummm… esto creo que paso. Ver a Hanamichi echando fuego por los ojos, con el pelo como el del motorista fantasma, la cara como… ¿un tomate? ¡Ostia pues si! Parece un tomate asesino gigante»

—Hana, Hana escucha

—He sido yo—dos pares de ojos volaron, fugaces, hacia Sendo—Sakuragi, solo dime que no ha funcionado y dejare en paz el tema. Es más—siguió conciliador Sendo—Me iré. Me marcharé de la habitación, de la selección y de lo que tú quieras

Sakuragi quedó callado, sus puños se cerraron violentamente sobre sus palmas. En verdad deseaba golpear a ese erizo. ¿Cómo se atrevía a meterse donde no le llamaban? ¡Joder!. Pero ya no tenía quince años, no iba repartiendo ostias a la gente, no al menos si no te apellidabas Kiyota. ¿Y cómo saber si había funcionado realmente? Podría ser. No se había parado a pensarlo en demasía. Vale que por parte del zorro no había salido una mala palabra en relación al retrato, pero volvía a lo mismo: en todo caso no le gustaba ni un puto pelo que se metieran en sus asuntos sin ser invitados.  Con el gesto hosco, se levantó y arrinconó a Sendo

—No te vuelvas a inmiscuir, esto es entre Rukawa y yo, ¿de acuerdo?—El pelirrojo discerniendo, en que si finalmente el retrato hacía que todo se decantará a su favor le debería una al erizo, moderó su ira, la misma ira que hacía saltar chispas de sus ojos color café—  Por favor

Con unas formas un tanto violentas soltó a Sendo, el cual se acomodó el hombro de una manera un tanto ufana y sin perder la sonrisa de la cara

—Vas en serio Sakuragi. Eso me gusta, pero ahora vamos a dejar todas las cartas sobre la mesa: en caso de que pueda ayudarte, te ayudare ¿ok? Eso es lo que hacen los amigos. Y metéoslo en la cabeza, ya no sois dos, somos tres —y añadió con una arrogancia amable—Athos, Phortos y Aramis

—Me pido Athos, me gustó Kiefer Sutherland en esa película (2)

Sakuragi se quedó ojiplatico y boquiabierto mirando a su mejor amigo, el mismo que le acababa de romper todos los esquemas—¡Ryota!—¡Eh! No, no, no… ¡a mí no me lieis! ¡Dejaos de gilipolleces!—señaló al chico de pelos de punta, que estaba riéndose por la inesperada salida de Miyagi—Sendo…. ¡Joder erizo! ¿Qué también eres duro de mollera? Recuerdo haberte dicho que no te metieras

—Sí, tienes razón, pero es que los dos más tozudos sois tú y Rukawa—Sendo, carraspeó, ahora se acordaba de que también había acordado con Eiji no meterse. Sawakita era demasiado bueno y demasiado iluso para intentar meterle en vereda. Miró a Hanamichi a los ojos, de forma limpia y clara—Sakuragi, no tienes porque avergonzarte de nada. Tu dibujo es una maravilla, que digo… ¡digno de un genio!

El halago hizo efecto en el pelirrojo que se llevó una mano tras la nuca autocomplacido, pero acabo gruñendo—grrr, pero nada de mirar más—«Joder, con la vergüenza que me da»— y déjate de “Amos”…P…P…y el del anís o ¡lo que sea!

— Venga ya Sakuragi, no me digas que no sabes nada de Dumas y sus tres mosqueteros—Sendo cruzó una mirada divertida con Miyagi y después tomó la sabía opción de cambiar de tema ante la cara de mosqueo del pelirrojo— ¿Y bien?

Sakuragi parpadeo sin saber muy bien que le pasaba a Sendo ahora

— ¡Por Dios! ¡Por lo que más quieras! Cuéntanos!  No ves que nos morimos por saber que leches ha pasado

¡Ah! Hanamichi dirigió a su mejor amigo una la mirada cargada de preocupación y ansiedad.  Dio un par de pasos bamboleantes y dejó caer su gran cuerpo sobre el duro colchón.

—Me he declarado

Miyagi y Sendo intercambiaron una mirada capciosa, pero no abrieron boca dejando que el pelirrojo continuara relatando

—Pero Rukawa parece tener…—Hanamichi se autosilenció solo para tratar de encontrar las palabras adecuadas—… reticencias. No se lo creía

El pelirrojo apretó los labios, se acababa de dar cuenta de que era posible de que aquella vez que salió corriendo le pasara factura de más de una manera. «Tengo que volver y explicar a Rukawa totalmente lo que sucedió ese día»

— ¡Qué raro!—interrumpió Akira—Ese tío, cuando se trata de baloncesto es un hacha pero en lo personal… ¿Cómo es posible que tenga la autoestima tan baja?

Los dos amigos se quedaron mirándole, Ryota habló primero—O toy kofvecio d´ay ´lgo

A Hanamichi se le arrugó el entrecejo. No estaba entendiendo una mierda de lo que decía su amigo

—ke procupa y vuelfo a dejfir

No, no era que Ryota Miyagi se hubiera caído y se hubiera roto los piños o de repente le diera por hablar klingon, elfico o polaco a la vez. (3)

—Ryota, ¿desde cuándo estás jalando? Deja de hablar con la boca llena que no se te entiende ni patata…

Miyagi se apresuró en defenderse de tamaña acusación de gorronear cenas ajenas—¡Eh! No he podido cenar porque tenía cerrado el estomago. ¡Casi te pilla el Yakuza!. Menos mal que a Sendo se le ocurrió algo—se encogió de hombros—Lo que decía es que estoy convencido de que hay algo que le preocupa. Todo el mundo tiene secretos y Rukawa nunca ha hablado de su vida, eso suma muchas lagunas a su alrededor

Esas palabras activaron la neurona “rukawapensante” del pelirrojo «El cementerio». Esa debía ser la clave. ¡Tenía que ser la clave! Bueno,  y el padre del zorro también. Hanamichi suspiró, lo que provoco que Sendo sonriera. Le hacía gracia ver a esos casi dos metros de estatura tan absortó por causa y consecuencia de una sola persona. «Que suerte tienes jodío Rukawa» Se levantó y acercó su cara a Hanamichi

—Voy a pasar la cena a Rukawa. Deberías aprovechar antes de que  Miyagi engulla todo. Con el estomago vacío nadie va a ningún lado y viendo lo que tragas tú, tu porcentaje de batería se reduce drásticamente

—No, dijo que quería una hora

Tanto Akira como Ryota no entendieron la última frase del pelirrojo. Extrañados le miraban como si hubiera hablado en un idioma más extraños de los de arriba mencionados. Sendo empujó el plato de ensalada de pasta hacía el pelirrojo—entonces explícanos de que va ese tema y come tu también ahora. Lo necesitas

 

 

Rukawa se tomó las pastillas después de estar contemplándolas como si de un objeto místico se tratara. La magia del reino depende de la revelación que transmitan y él tiene el rol del sabio estudioso y salvador.  Un héroe. No, él no era un temerario redentor, desde luego que no. Suspiró. Lo único que había hecho desde que el pelirrojo se había ido, hace pocos minutos, es quedarse absorto en una medicina sin ser capaz de reaccionar, de encontrar el camino de vuelta al mundo real.

Se mesó las hebras oscuras hacía atrás, como si ese simple gesto le fuera a ayudar a pensar con más claridad y carraspeó para quitarse la molesta sensación de raspadura sobre su garganta. Tosió

«Hanamichi Sakuragi está enamorado de mí»

Se lo repetía como un mantra porque él podía creerlo. Recordó todos sus intercambios de idiotas y kitsunes. Sus golpes. La vez que lo conoció en la azotea y pensó que era peligroso. Si, lo era. Hanamichi Sakuragi, como un explorador moderno, había arrancado la maleza de su selva interior y se había construido una casita a salvo, dentro del territorio hostil que era su corazón y por mucho que lo diera vueltas y vueltas, no le iba a desalojar tan fácilmente.

«Esto es irracional. ¡No tiene sentido!». En efecto, Kaede Rukawa, daba sus primeros pasos a ciegas comprendiendo que el amor no tiene lógica ninguna por mucho que los científicos quieran atarlo a las leyes de la física y la química.

El zorro salió de entre las sábanas, poniéndose en pie, caminó con pasos silenciosos hasta la ventana. Apartó las espesas cortinas y oteó el cielo que le acompañaba aquella noche, tímidamente estrellado. Las nubes de tormenta hacía tiempo que se había alejado y el horizonte estaba limpiamente despejado.  Apoyó su hombro contra la pared, sus ojos estaban cubiertos por la niebla de la aflicción

« ¿Qué hago mama?»

Kaoru Rukawa no podía contestarle, pues se había quedado muda en cuerpo y alma la aciaga noche que Kaede vino al mundo. Atormentado, Rukawa jamás se había permitido pensar en ella como una sagrada necesidad, una confesora celestial, pero en estos momentos, exigía a alguien, algo, lo que fuera para descargar sus pesarosas dudas. Aunque se tratara de una estrella manifiesta que se asomaba con fuerza en el oscuro y lumínicamente contaminado cielo de Miami. Necesitaba dolorosamente que alguien le contestara a la pregunta: ¿Merezco amar y ser amado? Si, si, si. Si no lo pensaba mucho, su corazón contestaba de manera rotundamente afirmativa. Dicotomía. Su cabeza era la otra cara de ese debate sentimental, susurrando atrayentes “noes”.

Se mordió el labio. Estaba perdiendo el control de la situación y no le gustaba lo más mínimo. Cuanto más pasaban los segundos menos claro tenía quien era él y que quería.  Si, tal vez se reducía a la primigenia cuestión: ¿Quién era él? 

Era un jugador, y daba lo mejor de sí mismo bajo presión. Miró el reloj, quedaban veinte minutos para que el pelirrojo regresara. El era un jugador, se recordó a sí mismo

 

 

Con la cabeza dando vueltas a su infortunio como una noria macabra de una feria de terror, Kiyota Nobunaga bajó al bar del hotel furtivamente. Si, no debía estar allí y menos bebiendo un whisky doble con hielo que si no contaba mal era el tercero de la noche. ¡Que iba a hacer! ¡Si no podía pegar ojo! Aún en la oscuridad veía la firme espalda de Jin y el mundo se le caía encima. Tenía, metafóricamente, un chichón en la cabeza de nombre desesperación.

«¡Me cago en mí mismo y en todo lo que se menea!  Retiro todo lo que dije a mi hermana de la pavisosa de Miki Koishikawa (4), ¡joder! Esto de amar es muy jodido»

Ni siquiera tenía remordimientos por falta a su palabra con Miyagi y Sakuragi. Eso era lo que necesitaba ahora. No sermones, ni consuelos de tres al cuarto. Olvidar un momento es todo cuanto deseaba.

Iba a enfilar el vaso y meterse otros 40 grados de alcohol entre pecho y espalda a la salud de Yuu Matsura, cuando una mano se poso en su antebrazo deteniendo la bajada a los infiernos de la locura etílica

No, Nobunaga Kiyota, you must not do it. You are a sportsman (5)

¡Éramos pocos y parió la abuela! El masajista potentorro de nombre Victor y apellido desconocido se iba a erigir salvador de su noche.

El mono salvaje resopló, ni pillar un pedo decente le dejaban… ¡No hay derecho! ¿Dónde está el defensor del pueblo? ¡A él la legión… y la cabra! Acaso… ¿No hay justicia en refugiar las penas de amor y olvido entre los vapores taciturnos y amargos de la bebida?, ¿o qué? Otros miles, de subnormales emos como él se habían puesto más ciegos que Stevie Wonder y Jose Feliciano juntos. ¡Y a él era al único que venían a detenerle! ¡Que no había pedido ayuda! ¡Ni más discursitos como el del pelirrojo! ¡Que se enteraran de una vez!

—¡Te enteras contreras!—vociferó al mundo, a dios, a E.T, al pianista del bar, a quien cojones le quisiera oír… y entendiera japonés. Desquitado y con evidente ebriedad, procedió a llevarse el vaso a los labios

Sin embargo, para su irritación, tan mala cara debía de tener que el guaperas le tomó de las mejillas cubriendo con las palmas de sus manos toda la cara de Kiyota, apartándole del whisky y con una ensoñadora preocupación le preguntó

Are you ok?  (6)

Kiyota no entendió ni papa, entre que su inglés se quedó en Secundaria y tampoco que le ponía mucho empeño puesto que estaba mirando de reojo que no se le escapara el vaso «Ok….¡Ah ya!..okey makey…» —Yep

Victor dejó su cara en paz, pero seguía mostrándose intranquilo de que ese chico tan guapo y tan exótico tuviera una cara en la que se podía leer “voy a dejar las existencias del bar en bragas”. Así que ni corto ni perezoso se atrevió a preguntarle lo siguiente—Do you go with me?

—Yep—respondió, en modo loro, Kiyota ingiriendo su primer trago de la noche.  Él no pilotaba inglés ni para atrás y pensando que así le dejarían en paz solo se le ocurría asentir a todo como un pelele

Victor le cogió de la mano, tironeó de él lo suficiente para que los 1,80 metros de estatura de Nobunaga Kiyota no se retorcieran para huir, y se lo llevó a la parte donde estaban las habitaciones del personal del hotel. El mono le seguía pensando en que si le daba bebercio todo iba dabuten. ¡Un segundo! ¿¡Dabuten?! ¡Joder! ¡Que hablaba como su padre intentando no parecer un carroza! Jijijijiji. Resopló y se animó a preguntar

—yu drinkin mai?

Victor se giró. A pesar de que le faltaban unos centímetros en relación al jugador de baloncesto, encaró la altura del chico asiático. Sus ojos sonrieron a Kiyota con una brillo pícaro y un gesto travieso de oreja a oreja que hizo estremecerse al japonés.

«¡Coño! Pues si que esta bueno… aunque es bajito, vamos no es un enano como el Miyagi, pero es pequeño… tamaño pocket… no… tan pequeño no. ¿No hay algo mediano?»

Ahora que lo pensaba… ¡parecía Muzzy(8)! Soltando “inglesadas”, ahí,  tan simpático él. Kiyota comenzó a producir una risa achispada: jijijijijijiji.

 El masajista, finalmente, le condujo a su propio cuarto. No había nada destacable, era como otra habitación de hotel, pero para una sola persona, con algún que otro objeto personal para dar calor intimo a cuatro paredes anónimas.

¡Ostia! Ahora que se daba cuenta, nunca se había liado con un tío. Eso de bi, homo, hetero le quedaba lejos.  Porque el beso que el masajista le había dado en la tarde no contaba, él se había empalmado pensando en que era Jin. No sabía si una experiencia total podría gustarle y en este preciso momento tenía a mano la opción de probar un cuerpo de primera.

«¡Joooooder! Me esto… estoy mareado… ¿Por qué coño me viene enrollarme con él a la cabeza? No, ni pedo… ummm… fallo… estoy pedo, ¿estoy pedo? No, no lo suficiente»

Nobunaga pidió a lo “english mai” que le sirviera un trago, a lo que Victor se negó tomando, de nuevo, su cara con las dos manos

My exotic savage, That  worries you?(9)—Por más que preguntaba solo tenía frente a él una cara completamente empanada con una expresión de ojos entrecerrados, boca fruncida y nariz arrugada que significaba que el ebrio cerebro del japonés echaba humo intentando averiguar que porras le había preguntando en inglés. A esa escasa distancia pudo comprobar, mediante el olor a bebida alcohólica que desprendía Kiyota, que estaba a un punto de alcanzar la borrachera perfecta. Victor esbozó una sonrisa cálida. Ese chico no solo le ponía cachondo, si no también le enternecía un poco. Deseando comunicarse con él a cualquier precio, comenzó a hacer aspavientos con las manos invocando el idioma universal: las señas. Después de un rato llegó a una conclusión. ¡Elemental! Sherlock Holmes estaría orgulloso—oh! You want to forget (10)

Kiyota se estremeció cuando Victor rodeó su nuca, viéndole de cerca estaba aun mas bueno de lo que le había parecido en un principio. ¿Eso era científicamente posible? ¡Bah, no estaba para elucubrar “jipotesis” de esas!  Jejejeje. Cerró los ojos esperando el beso que venía a continuación y se abandonó a ello. Volvía a sorprenderle de no encontrar apenas diferencia entre el beso de un hombre y de una mujer. El contacto labial lo engulló por completo. Ese tío dominaba realmente bien su lengua. ¡Joder y tan bien! Estaba provocando moverse a la suya a la misma intensidad

Nobunaga empezó a jadear con un gato en celo. Victor notó la creciente excitación del japonés. Sus manos pasaron a acariciar su torso con destreza colándose bajo la camiseta, llegando a pellizcar suavemente sus pezones. Kiyota, despejado de tanta tontería etílica, supo que si había un momento para detener aquel peligroso camino de evasión sería este, de lo contrario sería muy tarde. « No», rectificó para sí mismo, «ya es muy tarde». Estaba palote. Rígido como una tabla, ligero como una pluma… ah no, no, eso es otra cosa. Su entrepierna se sentía como una piedra y de ligera nada monada, le dolían los huevos a tope. Además, le estaba dando igual, eso le estaba ayudando a no pensar. Ese tío acariciaba de miedo, no le costaba nada dejarse llevar y cuando sintió que una mano se colaba bajo sus pantalones deportivos  en buscar del premio gordo se estremeció de pies a cabeza.

Presa de la lujuria buscó el fuerte torso del masajista con torpeza. Algo mareado sí que se sentía, pero no podría elucubrar con certeza a que era debido. Victor contribuyó abandonando sus manos en el momento,  quitándose la camiseta, mostrando su modelado cuerpo. Kiyota parpadeó, flipando en colores. ¿Eso era de verdad? Palpó el pecho perfecto del americano. Parecía un muñeco de acción. Prfff. Tragó saliva, esos ojos verde-agua le estaban mirando con tal ansia que tragó saliva acojonado. ¿Hay que mantenerse iguales? Ok, pues lo haría. ¡Fuera camiseta!

Dos torsos desnudos ahora, uno bronceado y el otro pálido, destacaban en la minimalista habitación.

A Victor le hicieron chiribitas los ojos y fue directo a lamer los solitarios pezoncillos de Kiyota. «¡Por la gloria de mi madre!»

Besos y lametones. Mordidas y mimos. Caricias y roces. Kiyota cada vez estaba más duro que el clavo de un ataúd y el experimentado masajista era plenamente consciente. Sabía que este rollo de una noche iba a durar menos que la sintonía del telediario y no quería que el japonés le hiciera parar en el mejor momento. Así que, procedió a regalarle uno de sus placenteros juegos de manos. Tiro al japonés del pantalón, que lo dejó sacar y cuando tuvo a tiro su miembro se deshizo en complacerle.

Nobunaga cerró los ojos—¡Aarg!— Salió de su garganta como un papagayo clueco. Este tío se la estaba machacando de una manera genial. No, si lo de masajista venía por algo. ¡Ay! ¡Se iba a correr ya!

Se apoyó en el respaldo, con los pantalones por la rodillas, los ojos cerrados y soltando gemidos completamente berraco. Kiyota abrió los ojos cuando el placer cesó de manera repentina. ¿Qué pasa? ¡Ostia! El masajista se estaba despelotando y tenía la polla como un camión. Kiyota se quedo mas tieso que su miembro, con los ojos fuera de las órbitas. Había escuchado mil y una historias sobre tíos que no podían andar después de hacer “eso”.

—No, yoooo…. Basketball….—Kiyota hizo como si botara un balón—por culation no run

Victor se quedó a cuadros mirando al mono salvaje y de repente se echó a reír con todas sus ganas. Se levantó, tomo un preservativo e hizo tumbar a Kiyota

Leave everything to me (11)

Victor se empaló el mismo y Nobunaga se puso bizco del placer. El tío se movía como una fiera, encima de él, masturbándose a las acometidas de su mini galopada infernal. Porque fue contar pim, pam y…. ¡toma gatillazo!. El masajista iba a su ritmo y al poco se corrió, dejando todo su pecho manchado y luego cayó exhausto a su lado. En una fracción de segundo, más lejos del cielo y cada vez más cerca de la tierra, Kiyota comprendió que quería decir Sakuragi con su advertencia. El cuerpo que necesitaba sentir a su lado era el de Jin y, aunque su cuerpo se sentía exultante, su corazón le decía que todo aquello era una pura porquería. 

«Odio cuando es tu mismo quien te lo dice...pero …¡lo sabía!… la mejor opción la borrachera y si, definitivamente soy bisexual…  aunque me hubiera molado ser biodegradable y tierra trágame! ¡Joder!»

 

 

Sakuragi echó un vistazo fugaz al reloj de la mesilla con expresión ansiosa. ¡Genial! Habían empezado a sudarle las manos al comprobar que los sesenta minutos estaban por alcanzar su cenit. Bebió, de un copioso trago, el agua que quedaba en su vaso. Se levantó resoplando como un brioso caballo. Hizo acopio del valor dormido que latía por sus venas y paso a paso comenzó a caminar hacia la puerta

—Nos vemos luego, os avisaré para cambiar de habitaciones y dormir… o eso espero…

— ¡Hana!

El pelirrojo tuvo que coger al vuelo el ovni que le tiró su amigo. Un objeto volador no identificado que se desclasificó cuando constato que era la tarjeta llave que de su habitación, la que su amigo compartía con el zorro de sus amores.

— ¡Gracias tío! ¡Cómete el resto de mi cena!

— ¡Ok!

Ante las miradas y palabras de ánimo de su mejor amigo, en ausencia de Yohei, y su nuevo amigo se deslizó hasta el pasillo.

—Oye Miyagi—inquirió Sendo cuando no hubo ni rastro pelirrojo en la habitación— ¿Tú quien crees que sería D´Artagnan

—ñam, ñam, Rufguagua

Akira asintió completamente convencido—Yo también lo creo

 Bufó. Ahora que Hanamichi Sakuragi estaba delante de la puerta no sabía si llamar o no. ¿Molestaría al zorro? ¿Y si pasaba de abrirle y le decía que se perdiera por ahí?

Nervioso, sacó el regalito de Miyagi y se internó en el cuarto, intentando calmar el acelerado golpeteo de su corazón, que parecía un alborotador GPS. ¡Pom, pom! ¡Pom, pom! Todo el hotel iba a enterarse de su ubicación.

La luz estaba apagada. A oscuras, se acercó sigiloso.

— ¡CAGONLAPUTA!

Desde luego el no iba para espía, se acababa de dejar la espinilla en la pata de una de las camas del cuarto. ¡Joder, dolía un huevo! Su mano fue directa a su boca para morder el puño y así amortiguar el sonido. Como suponía, el zorro estaba durmiendo.  Se dio media vuelta para dejarlo descansar. Otro día más, todo en suspenso

—No tan rápido Sakuragi

El zorro no estaba por la labor de aplazar la jugada, a pesar de que su respiración se había paralizado cuando Hanamichi puso un pie en esas cuatro paredes de nuevo. Su cabeza iba a explotar, su piel sofocaba febrilmente y su nariz era una fábrica de mocos pero quería terminar con esto. Era su decisión

—Zorro…—Sakuragi quedó en silencio. Tanto para decir y tan pocas palabras capaces de transmitirlo. —pensaba que dormías. Sé que te pones como Terminator (12) cuando te despiertan

A pesar de introducir una broma, Rukawa ni se inmutó. Estar tan pétreo era una forma de no dejar traslucir los fatales nervios que le cosquilleaban, traviesos, por sus venas

—Idiota—dirigió la vista a la cama que estaba a su izquierda, la que ocupaba Ryota. Sakuragi comprendió de inmediato. Arrastró su culo hasta ella y esperó a que Rukawa continuara hablando. Cuando lo hizo todo su estomago se retorció en un calvario silencioso— ¿Por qué te fuiste del cementerio?

El interrogatorio daba comienzo. Hanamichi, en un bravo ejercicio de madurez, controló la tensión que quebraba su ser en esos momentos. Le debía una explicación, así lo había sentido por tres largos años. Y sobre todo necesitaba purgar su alma. Anhelaba que Rukawa le creyera como en las fantasías que su imaginación había labrado en todo este largo tiempo que había estado sin verle. Resopló y habló con voz queda.

—Tenía miedo— Un silencio incomodo tomó de nuevo la habitación. Nadie dijo que fuera fácil comenzar desde el principio, por mucho que en su cine mental hubiera preparado el guión. Allí no había director, no había actores. Era la vida real. Cruda y sincera—Estaba acojonado, acojonado por ti, acojonado por mí. Por lo que me hiciste sentir. Eso… eso… me sobrepasaba totalmente—Hacia aspavientos con las manos, como si le ayudara mejor a sacar la mierda que llevaba dentro—lo que pensé en ese momento era que quería besarte, zorro. Y hasta donde yo sé, no hubiera sido muy normal que te hubiera consolado morreándote

El pelirrojo se sorprendió de encontrarse totalmente tranquilo mirando fijamente a los insondables ojos zorrunos que no revelaban nada, al menos sus mejillas desvelaron algo al  colorearse fuertemente.

—Tú lo has dicho bien zorro, antes, al formular la pregunta: huí, pero ahora es diferente porque sigo teniendo ganas de besarte y no pienso largarme a ninguna parte

Hanamichi, con la incertidumbre amenazándole a arrastrarle al abismo, tragó saliva. Rukawa seguía sumido en el mutismo. Ese torturador zorro mudo iba a lograr que le diera un ataque al corazón. Si, un final fugaz, indoloro, pero si moría nunca sabría que le pasaba por la cabeza. Impetuoso, se levantó de un salto y se sentó en la cama donde estaba el zorro, justo a su lado

—Rukawa, por favor, ten compasión de mí, dime algo

Suplicó con un tono tan lastimero que la mirada del moreno se nubló de pesar y de las dudas que agitaban su pecho

 —Idiota—Se quedo observándole en silencio. Ese do´aho siempre había hecho honor a su apodo, pero podía ver la sombra que le habían dejado el paso de estos tres años. Madurar lo llaman algunos—Me… me hiciste daño

Rukawa se sorprendió a si mismo añadiendo sus propias confesiones y Hanamichi se consoló sumergiéndose en los pesares de Kaede—lo siento Rukawa, lo siento con toda mi alma

Terriblemente avergonzado, Sakuragi retiró la cabeza y fijó la vista al suelo. Parecía haber una muralla invisible entre los dos. Se mordió los labios, haciéndose daño adrede, autoprovocandose reaccionar. Su puños se cerraron sobre sus palmas violentamente—No sé como pedirte perdón. Yo… no sé… ¡joder! Se suponen tantas cosas zorro—Sakuragi afrontó a Rukawa—como que yo debería tomar la iniciativa de algo que no conozco. ¡Joder!. ¡No sé lo que piensas de esto! ¡No quiero obligarte a nada! Pero… ahora estas aquí… todo depende de lo que me respondas…

Estaban tan próximos que Rukawa podía sentir el tibio aliento de Sakuragi. Ojos a labios y labios a ojos. Hanamichi ladeo la cabeza pero Rukawa taponó su boca con sus manos y giró la cabeza para estornudar. Hanamichi sonrió con ternura, incluso con las velas colgando ese hombre le parecía el mas sexy de la faz de la tierra. Era como un dolor de muelas, siempre presente. Rukawa se sonó los mocos y escuchó a Sakuragi hablar con tono paternal

— ¿Te has tomado la pastilla zorro?

—Sí, —al cabo de un rato Rukawa añadió—Sakuragi, ¿Qué quieres de mi? Me refiero a la pregunta…—« ¿A qué tengo que responderte exactamente, do´aho?»

Hanamichi obtuso, pensó instantáneamente que todo, que era un mendigo de amor—lo que puedas darme.  

El zorro parpadeó. ¿Quién era ese chico moderado que tenía delante y donde se había dejado al Tensai?—Has cambiado

—Un poco

En todo caso ese chico no merecía al menos que fuera sincero—Yo no sé lo que yo quiero de ti Sakuragi

Hanamichi resopló de alivio, eso no sonaba a rechazo, al menos no del todo. Tomo su mano y se la acaricio. Aún ardía — ¿Te molesta?

—No

— ¿Te molestaría que fuera a mas, Rukawa?

—Se trata de eso, idiota—Rukawa mascó las palabras con rabia. Sonaba herido—igual que todas esas chicas. —Ante la perpleja mirada color avellana, el zorro esbozó una mueca sarcástica— Soy un objeto bonito al que mirar, un destinatario de fantasías, un cuerpo atractivo al que tirarse

Hanamichi se enfureció—¡NO! ¡Tenme Kitsune! ¿Por qué demonios piensas eso?

—Porque no me has visto en tanto tiempo, a través de la distancia puedo ser un producto de tu mente. ¿Qué diferencia hay ante una carta de amor y un retrato de mí que no es real? ¡Ese no soy yo! Puede que yo también haya cambiado Sakuragi, tú no me conoces

El miedo hablaba por la boca de Rukawa convencido, de que en cuanto, Hanamichi supiera que era un asesino no iba a querer saber nada de él y no iba a soportar un rechazo semejante

— ¿Eso es todo zorro? Pensé que cuando entré en esta habitación fue determinación lo que vi en tus ojos. ¿Es tiempo lo que necesitas? Así, creerás que puedo conocerte mejor. Todo tuyo zorro, pero dime aquí y ahora si tienes huevos de jugar a este juego porque no voy a aceptar que te eches un paso atrás, ¿comprendes?

Rukawa tosió de nuevo y abrió la boca para contestar. Un desafío de ese torpe terco. ¿Era él o parecía que volvían a tener quince años?—Si, los tengo

—Bien zorro, porque no solo yo te voy a convencer a ti de que te conozco, si no que te aseguro que te enamoraras de mi ¡Palabra de tensai!

—¡Idiota!

Hanamichi sonrió de oreja a oreja y guiño el ojo, de forma traviesa, a Kaede—puede que lo sea zorro, en este tiempo me he dado cuenta de que tengo momentos para todo, pero ¿te pones rojo por la fiebre o porque ya estás viendo mis encantos?

No dio tiempo a que Rukawa respondiera, un estornudo estruendoso se metió por medio de tan interesante conversación dejando la jeta del ex 10 del Shohoku chorreando mucosamente. La cara zorruna se coloreo hasta la raíz del pelo con evidente vergüenza, mientras que la del mono se ilustraba con una mueca de “que le vamos a hacer”. Robó un par de pañuelos de papel de la mesilla y se limpió. Hanamichi, tomo parte de una pequeña venganza y se inclinó para darle un candoroso beso de despedida en la frente. Sin embargo, sus labios no se despegaron de la cálida piel de Kaede, si no que, se deslizaron, sutiles, por la recta silueta de su nariz y quedaron a escasos centímetros de la apetecible boca del moreno —descansa zorro—susurró Hanamichi sin apartar su mirada más seductora de los ojos de Rukawa— mañana tenemos que excusarnos ante el entrenador y hasta yo tengo miedo de el Yakuza

Hanamichi se apartó, sin hacer esfuerzos por esconder la sonrisa traviesa que le inspiraba el zorro ahora mismo. Hace un par de meses habría pagado por ver la cara de estupor y turbación que tenía Kaede Rukawa en este preciso momento. Eran tan encantador.  Dándose la vuelta para irse definitivamente, se detuvo en a mitad del cuarto medio eufórico. Estaba convencido de que ese zorro no es tan indiferente a sus atenciones, pero tal como Ryota y Sendo dijeron hay algo que le preocupa o tal vez solo era así de hermético.

« ¿Es que tienes miedo de que todo sea una broma pesada? ¡Joder zorro! ¿Voy a tener que ganarme primero tu confianza para llegar hasta tu corazón?»

Resoplando como un buey salvaje, Hanamichi irrumpió en el cuarto de al lado y dijo a Miyagi de que podían cambiarse de habitación. Se despidieron con un hasta mañana. Antes de salir, Hanamichi, con una mirada solicita, avisó a su amigo de que Rukawa se había resfriado

El base entró a la habitación un poco a la expectativa. ¿Finalmente que habrían hablado ese tío afásico y Hanamichi? ¡Argh! Se moría de curiosidad. Rukawa estaba despierto, mirando al techo. Como mejor amigo del pelirrojo en kilómetros a la redonda, ya que no había nadie de la Gundam para arrebatarle el puesto y desde luego Sendo aún no había hecho méritos suficientes, se debatía interiormente si debía mandar un mensajitos para navegantes a Rukawa tipo “haz daño a mi amigo y te corto los huevos para ponérmelos de corbata”

Si. Ese témpano de hielo no se merecía dañar al visceral pelirrojo, asique puso el dedo en alto, advertencia en ciernes y abrió la boca de manera amenazante. Entonces,  Rukawa le dio la espalda

« ¡Será….!»

Movió la cabeza, de un lado a otro, resignado. Él no creía que el entrenador tuviera razón respecto a que se llevaran bien entre ellos, simplemente había labrado con Rukawa una relación de capitán-jugador de cuando estuvieron en Shohoku. Cordialidad, eso era todo. Carraspeó

—Rukawa, Hanamichi me ha dicho que te has puesto malo. ¡Mala suerte para el partido de pasado mañana!

Rukawa ni se inmutó, tan solo salió un quedo sí de su boca por respuesta. Podía parecer agrio, pero en realidad le carcomía una acida sensación que le hacía parecer más desabrido todavía. Solo de pensar, que Miyagi tenía mejor relación con Sakuragi de la que él tendría, le ponía de una mala ostia increíble.

—Como favor a él y al equipo, voy a cuidarte. Si necesitas cualquier cosa me la pides

Mas silencio por parte del moreno origino un fruncido de ceño por parte de Miyagi

— ¡Eh! Rukawa, no me da igual que no me quieras contestar. Le importas a Hanamichi, eso significa que me importas a mí, pero al menos demuestra un poco de educación por tu parte—al ver que el zorro seguía inmutable, el base se cabreó— ¿Qué pasa? ¿Acaso tu madre no te enseño modales?

Rukawa dio la cara a Miyagi de forma gélidamente amenazadora. Ryota se vio a si mismo asombrándose por haber despertado a la bestia dormida. ¿Era uno más como todos? ¿De esos que les mentabas a la familia y se ponía a la defensiva?

—Rukawa, no puede ser tan difícil que tú y yo no nos entendamos. No voy a tratarte como un idiota. Creo que eres consciente de que quiero hacerlo por Hanamichi

Miyagi se fue desnudando para meterse en la cama

—Hana y yo somos amigos. Vale, antes ya eramos amigos pero ahora somos compañeros de cuarto, vamos a la misma carrera… estamos más unidos  

«Y nos hemos pillado unos buenas mierdas por culpa tuya y de Ayako…No, esto no lo puedo decir»

Miyagi se dejo caer sobre el blando colchón. ¡Ufff! ¡Qué día! ¡Estaba molido psicológicamente! Y para acabar de rematar la faena, no sabía si Rukawa le estaba escuchando o le veía como un poste de correos: invisible

—Vale, captado cierro el pico—«a la mierda el plan de acercarse a Rukawa con una charlita… ¡si nunca ha funcionado al menos que fuera sobre baloncesto!»

— ¿Por qué un idiota como Sakuragi y tu elegisteis Bellas Artes?

Rukawa apretó el papel que escondía celosamente bajo la almohada. Un tesoro. Miyagi sorprendido sonrío para sí. ¿A quien quería engañar ese zorro?«¿Zorro? He pasado demasiado tiempo con Hanamichi. En todo caso es hora de que Rukawa sepa lo que tiene»

 

 

Hanamichi intentaba mantener su aliento, el sarro y la placa bucal a raya. Lavarse los dientes era todo un combate, sobre todo con Sendo metiendo su cara entre tu cuerpo y el espejo, más pesado que una vaca en brazos, repitiendo cansinamente “¿Qué ha pasado?, que ha pasado?, ¿Qué ha pasado?”

— ¡Joder erizo! —pero el pelirrojo se vio obligado, por el cable que le había echado, a responderle sin mosquearse—psss, bien—Rukawa no le había mandado a tomar por culo y…¡ohoh!—Mal—¿Qué había sido eso de retarle como si fueran los adolescentes de entonces? «¡Cagonlaputa! ¡Ya quedan menos de cinco semanas ¡No me va a dar tiempo!» Acojonado, se echo las manos a la cabeza frente a la mirada de Sendo, que flipaba en colores sin entender ni media

—Hanamichi, ¿bien?, ¿mal? ¿Bien y mal? Entonces regular. No me quedo satisfecho solo con eso… ¡detalles!

Sakuragi, con una mueca torcida en los labios dejo el cepillo a un lado del lavabo.

— ¿Suena como un…  —la palabra que le vino a la mente de manera automática fue do ´aho, pero se la guardo para sí—gilipollas, si digo que creo que la he cagado?

— ¿Por qué dices eso? Cuando has venido parecía que ibas a cagar un trofeo. ¿Te ha dicho algo como dame tiempo para responderte?

—No—salió estoico y conmocionado del cuarto de baño para sentarse en la cama—Cuando estoy cerca de él me siento como si tuviera de nuevo quince años

Sendo sonrío enternecido y se sentó en la cama continua mirando a Sakuragi

—¡Ooooh! Pero eso es… —espero varios segundos hasta que el adjetivo que más se le ajustaba apareció por su mente— bonito, ¿no?

Hanamichi alzó sus vivaces ojos marrones sin saber que pensar de la opinión de Akira

—En todo caso sería jodidamente empalagoso, y no, Sendo—echo su grandote cuerpo hacia delante, apoyó sus codos en sus rodillas y escondió su cara entre sus manos—no, cuando estaba tan contento de haber madurado, de que sus do´aho fuera más producto de un zorro gruñón que de otra cosa, de ir paso a paso pensando en que apenas tengo tiempo de estar con él para convencerle de que “nosotros” es una opción

— ¡Ah! Así que es eso

— ¿Eh?

—Más que suficiente Sakuragi. No se necesita más que veinte minutos para seducir a alguien y si quieres algo más… vendrá solo.

— ¡Ja! No seas ingenuo erizo, la realidad no es tan simple

—No seas avaricioso pelirrojo, ¿acaso no tienes más ahora que hace unos momentos—Akira sonrío al ver que la cara de Sakuragi se iluminaba— ¿o acaso te han roto el corazón tantas veces que no puedes pensar nada bueno acerca del amor? Además, si nos ponemos pesimistas siempre podemos tirar de plan. Hacer un cruce de Jack Bauer y el Dr Amor (13)

—No, no, no, no. Mas planes no. En serio, vale que seamos amigos pero no te metas Sendo—El pelirrojo se cruzó de brazos y entrecerró los ojos. Procedentes de su cabeza se escuchaban los engranajes de la gran maquinaria pensante— Además…. ¿Estás intentando sonsacarme sobre mi vida amorosa?

Sendo se hizo el sueco de manera exagerada. Sakuragi sonrío, ese erizo le había volado las nubes de tormenta de su cabeza

—Gracias Sendo

—Akira

—Gracias… Akira

La sonrisa de Sendo se hizo patente de oreja a oreja y con un gesto de manos indico que no pasaba nada

—Me debes una, venga cuéntame, ¿con quién saliste la primera vez? ¿Cuándo perdiste la virginidad?

Hanamichi puso mala cara, de verdad que no le apetecía nada remontarse a sus cincuenta y un rechazos. A su mente venía la imagen de Haruko Akagi. ¡Joder!  Era una hamburguesa comparada con el solomillo de Rukawa. «Ummm. Hincar el diente al zorro, jejeje»

—Ok, ok empiezo yo. Esto era una soleada mañana cuando vi a una chica preciosa…

—Akira, corta el rollo

Sendo sonrió divertido— ¿No tienes ni la más mínima curiosidad?

—Pues no, aunque ese tipo con el que nos enfrentamos… Walker. El día de la discoteca se te veía una cara de muerto total y el partido donde Rukawa y yo la cagamos. Prff. Solo se me ocurre la palabra “apocalíptico” cuando me acuerdo de tu cara

Como por arte de magia la faz del erizo cambio por completo a una sombría mueca de disgusto. Hanamichi le señaló

—Precisamente como esa. Es un gilipollas que te hizo vacío en el equipo desde el primer momento, ¿verdad? Olvídalo po…. 

Sendo interrumpió de manera repentina—Estuvimos juntos…—dijo lacónico. Apretó los dientes, era mejor dejar de engañarse a sí mismo. El primer partido con Miami había sido desastroso también por su parte, cayendo en sus provocaciones.  No podía quitarse de encima el lastre de Walker—o eso creía yo, luego resulta que fui uno más en su agenda para meterla en caliente cuando le apetecía

Hanamichi no sabía que decir, desde luego no se esperaba que Sendo saliera por la tangente con un argumento de dorama. Se regañó a si mismo interiormente. Akira se veía realmente afectado, no era un tema para tomarse a broma—lo siento erizo

—Déjalo…. Vamos a dormir—se rascó la cabeza pensativo— pasado mañana es el segundo partido. Baloncesto,  el único lenguaje que él y yo hablamos juntos ahora. Y quiero ganarle, Hanamichi. No voy a soportar su cerdo comportamiento de creerse un ser superior otro día

¡El otro partido con la universidad de Miami! El pelirrojo no sabía si su concentración estaba con él. Cerró los ojos cuando el erizo apagó la luz. Si no estaba con él, debería estarlo. Ante todo, él es un jugador.  Y no iba a cargarla de nuevo. «Yo no soy un jugador secundario. Soy el Tensai, todo irá bien»

 

 

A la mañana siguiente, Rukawa y Hanamichi se presentaron los dos juntos ante el entrenador un momento antes del entrenamiento y pidiéndole hablar con él en un lugar más apartado de la cancha. El resto del cuerpo técnico estaba encargándose de los demás jugadores.

—Lo sentimos—dijeron los chicos inclinándose al unísono

El entrenador se quedo pensativo mirándoles. ¿Qué hacer o que no hacer con ese par? Lo primero quitarles malas ideas de la cabeza. El Sr Saito, era partidario de un castigo ejemplar, pero él no tenía afición por la vía dura

—Hiro-san, vaya encargándose del entrenamiento. Yo hablaré con los chicos

—De acuerdo entrenador Kurumada

El entrenador no empieza a hablar hasta que no ve a Hiroyuki Saito marcharse y hablar con los chicos. Se giró mirando a Rukawa y Sakuragi

—Bien, bien, porque no empiezan por contarme la verdad, ¿deportivo o personal?

El pelirrojo parpadeo sorprendido, conocía la faceta del entrenador pero aún así esto significaba en rememorar escenas particulares entre él y el zorro. Miró de reojo a Rukawa cuya vista estaba tan pegada al suelo que por un momento llego a temer que se quedara allí para siempre

—Personal

—Gracias por ser sincero Sakuragi-kun,  en ese caso voy a hacerles otra pregunta, ¿Qué hacen aquí?

Esta cuestión les descoloco aún más

—Jugar—esbozó Hanamichi

—Ganar—aseguró Rukawa

—Pues entonces eso es lo que tienen que hacer, si quieren estar al 100% de su capacidad deben reservarse y no cometer imprudencias como las de Rukawa-kun. Ahora será trasladado al hospital para comprobar el alcance de ese catarro de verano tan tonto que ha pillado. Mañana tienen un amistoso, no puede parecer importante pero lo es más cuando perdimos el primero.

Rukawa apretó la mandíbula aguantando espartanamente las consecuencias de su error. El pelirrojo se adelantó impulsivamente—per…

—Nada de peros—contestó tajante el entrador—su estado de salud es lo primero, por él y para el equipo.

El pelirrojo dio un paso adelante, iba a decir que todo fue su culpa, que él debería ser quien no jugara a pesar de estar en mejor condición de salud, pero una mano le detuvo. « ¡Zorro!»

Así, Rukawa vio como se le llevaban al hospital y le imposibilitaba para jugar el amistoso contra la universidad de Miami dándole tres días de baja médica. Los suficientes para reponerse por completo en un resfriado leve como ese.

Por su parte el pelirrojo se unió al grupo de jugadores que daban vueltas alrededor del gimnasio. Calentamiento.  Una bala con los pelos de punta paso a su lado

—Estará bien

Otro, más bien un zombie con los pelos a lo salvaje, chocó al pasar contra él

— ¡Eh! ¡Mono! ¿Pero qué te pasa tío? Tienes pinta de que te hubiera pasado un tren de mercancías por encima

Kiyota no contestó, solo dejo caer un gruñido mientras corría a ritmo más rápido. No tenía ni putas ganas de andar en explicaciones con el mono pelirrojo a pesar de que si corría mas rápido era probable que vomitara un pulmón.

—¡Eh! Nob…

¡Joder! ¿Y a ese que bicho le había picado? ¿Todavía seguía con dando vueltas a lo de Jin? Como fuera así ese imbécil de Nobunaga se iba a enterar.  «¿Eh?» Hanamichi notó como una mano le dio unos pequeños toques llamando su atención

—Ryota

—Deja de tener esa cara de preocupación, parece que estás anunciando que sientes culpabilidad

— ¡Pero es que la siento! —a continuación bajó la voz—si no fuera por mi, Rukawa no se habría resfriado y encima el entrador estará pensando que somos unos irresponsables

— ¡Deja de darte tanta importancia! Estuvo a la intemperie porque le dio la real gana. Y el entrenador tiene razón al pensar así. No olvides donde estamos Hanamichi ni cuanto nos ha costado llegar aquí. Tu lesión… —Ryota entrecerró los ojos dejando las palabras en el aire. No le hacía ni puta gracia regañar a su amigo pero debía dejar de comerse el tarro por su bien—Oye Hana, creo que a Rukawa le pasa algo con su familia

— ¿Su familia dices?—La memoria del pelirrojo hizo un viaje recordatorio de un uno de enero años atrás. Las palabras del padre zorruno fueron hoscas y crueles.  Eso no era lo que se presuponía de una familia normal, aunque acabaran de pasar una discusión de las que hacen época

Hanamichi no tuvo, en parte, más remedio que dar la razón a su amigo. ¿Qué sería lo que se le escapaba? Tal vez un padre con esa mala ostia no llevaría muy bien tener un hijo homosexual. Y él no se lo había dicho a su madre tampoco. Era una de las cosas que estaban en su lista negra de la conciencia, de las que postergaba un día sí y otro también.

—¡Auh!—El pelirrojo recibió un balonazo en toda la cabeza.

—Estate a lo que tienes que estar

Cierto, mañana, a las ocho de la tarde era el partido contra la universidad de Miami capitaneados por Walker. No podrían permitirse perder. Eiji Sawakita lo sabía muy bien. Tenía su orgullo y quería ver a ese rubio por los suelos de una vez por todas.  Miro hacía él. Akira Sendo. Comprendía porque el ex jugador del Ryonan había fijado sus ojos en él. Tenía un físico de actor de Hollywood. Rubio, ojos esplendorosamente azules, porte seductora y una sonrisa en la que era posible ver brillar los dientes.  

«Todo lo contrario a lo que soy yo. Por eso nunca se va a fijar en mi»

Jadeando, se paró en seco. Tocaba hacer los ejercicios con el balón. Después visionarían un video y tocaría comentar las estrategias del partido. Estaba nervioso, un poco. Su estreno como capitán se había sumado a la lista desastrosa de aquel primer partido inaugural contra Miami. Se tomaba muy en serio su responsabilidad.  Negó con la cabeza, no iba a caer tan bajo de autoengañarse. Conocía demasiado bien su realidad emocional como para saber que no necesitaba camuflar su voraz deseo de ganar por restituir el honor del equipo. Quería pasar por encima de Walker por Akira. Un simple deseo egoísta motivado por la parte más oscura de sus sentimientos hacía Sendo.

«Ciego. Mi punto ciego»

Tiró a canasta fuera de zona. La pelota rebotó caprichosa en el borde del aro. Eiji chasqueó los labios y lúcidamente le vino a la mente una cita de Dostoievski. (14)

«Se sufre de dos clases de celos: los del amor y los del amor propio.»

¡Fabuloso! Multiplicado por dos. Eso era una fórmula fatal. Debería reflexionar si hacerse terapia a sí mismo. Volvió a tirar y está vez la pelota entró limpiamente. Por ahora, se conformaba con seguir encestando.

 

 

El día se sucedió sin contratiempos. La hora del partido había llegado, el cinco titular estaba a la espera de saltar a la cancha.  Base: Ryota Miyagi.  Escolta: Hiroaki Koshino.  Pivot: Akira Sendo. Alero: Eiji Sawakita. Ala-Pivot: Nobunaga Kiyota. Los demás calentando banquillo.

El entrenador les miro a todos con la pizarra en la mano

—Vamos a rotar, quiero comprobar otro tipo de esquema a los del primer partido. Vamos a empezar con un equipo basado en el juego rápido. Correr y encestar. Los únicos que no van a jugar son Rukawa, de baja médica e Ito por molestias en el muslo

—De pollo— Se oyó por ahí

Una mano voló a la nuca de Fukuda mientras los demás reían. Se acabó el tiempo de estar de broma. El partido era serio. El espíritu competitivo volaba entre todos los jugadores. En especial uno: Eiji Sawakita, quien, en estos momentos, miraba a Sendo con preocupación. ¿Era cosa de él o le veía cabizbajo? ¡No podía dejarse influenciar por ese memo yanki! ¡otra vez no! Necesitaban al Sendo que conocían.  A la hora de hacer el corro y poner sus manos dentro, se colocó estratégicamente al lado de Akira para susurrarle—Vamos a patear su culo

Akira giró un poco la cabeza, le llegaba el olor floreciente e iluminado de Eiji—Tu no te preocupes capitán

Sendo frunció la ceja, debía preguntar a Eiji por su perfume. Era atrayente y últimamente tenía en mente cambiar el suyo.

— ¡Japón!

— ¡Siiii! ¡A ganar!

Salieron a comerse el partido. Sendo tuvo que hacer el salto inicial frente al pivot contrario: nada más y menos que Walker.  El rubio se paso la lengua por los labios de manera lasciva. ¡Le estaba provocando! Y Sendo cayó bobamente, perdiendo la concentración.

La posesión se cobró en manos yanquis. Los compañeros habituales de Sendo demostraron,  otra vez, porque habían alcanzado los play offs en la combativa liga universitaria. Hanamichi lo veía desde el banquillo, comprobando como sus compañeros intentaban echar a rodar los engranajes de la maquina del equipo. Sin embargo, no era suficiente, estaban un poco verdes como compañeros. Aún se notaba la diferencia entre Ryota y Nobunaga, que jugaban en el mismo equipo. Estaban mejor compenetrados.

«¡Mierda! ¡Quiero jugar! Demostrar que la otra vez fue un error»

Era la pareja natural de Ryota. Sabía que el entrenador le mantenía en el banquillo por “entrenarse”  con el zorro por su cuenta. Miró a este de reojo, estaba en completo silencio pero sus ojos se destilaba la reacción química que le provocaba el baloncesto. Hanamichi aprovechó que todas las miradas estaban fijadas en el juego para poder seguir obnubilado en Rukawa. Cinco minutos más así e iba a comenzar a segregar la babilla del amor. ¡Dios! ¡Como deseaba desatar esa mirada en la intimidad solo para él!

Rukawa se percató de que había unos ojos pendientes de él. Ladeo la cabeza y el encuentro entre azul y castaño provocó que las cabezas de ambos giraran hacia otro lado avergonzadas con el rojo expandiéndose velozmente por sus mejillas.

« ¿Qué ha sido eso?»

Una sonrisa ladina conquistó el rostro del pelirrojo. «Zorro, ahora sí que sí, estoy convencido de que te gusto»

Y ante este pensamiento el corazón de Hanamichi bailaba de alegría.

Escuchó una bocina ensordecedora. El primer cuarto había acabado y él ni se había percatado de lo sumido que estaba en sus mundos interiores. Buscó el marcador «¡Cagontó! ¿Desde cuándo vamos 16-5?»

Sakuragi fijó la mirada en Ryota con la pregunta impresa en su cara. El base se encogió de hombros. Kurumada tranquilizó a todos y dio las órdenes pertinentes en la pizarra. Debían de seguir su propio esquema de juego, si no, no ganarían nada ni a nadie. Más concentración y determinación en el juego era lo único que les pedía hoy.

Sendo se quedó en el banquillo y entró Mikio Kawata en su posición. Su contundencia ayudaría a estabilizar la zona.

Sakuragi le miró—No estás en el partido

Akira no contestó, pero en su cara no había rastro de su habitual sonrisa. Era plenamente consciente de que él no estaba en el partido, ni siquiera en el estadio. ¡Mierda! Rara vez era ver a Akira Sendo cabreado. Apretó los puños viendo como Walker irrumpía en la bajo el cuadro con una penetración que acabó en un impresionante mate. Hanamichi se crispó

—Macaco de mierda

Nobunaga que acababa de salir por Fukuda. Se unió al corrillo limpiándose el sudor con la toalla.

—No, no es un macaco, es un mandril

—Si, es Rafiki no te jode

— ¡Ahhh! Estas picado de que he encontrado un simio mejor que el tuyo mono pelirrojo

— ¡Cierra el pico mono salvaje! No tienes ni puta idea de chimpancés y cosas de esas

—¡¿Queeee?! ¡Que no! Ahora verás:  lémur…—señalo a Hanamichi que le miraba con “¿Qué?” enorme pintando en su cara—vamos, tío te toca a ti. El primero que se quede sin decir pierde

—Ahhh, ¡ja! ¡Vas a perder contra el Tensai del zoo. Allá va: Gorila

—Orangután

—Ummmm, estoooo….—«Macaco, ya lo he dicho. Rafiki lo ha dicho él….ummm. ¡Lo tengo!— Takenori Akagi

Todo el banquillo miró a Hanamichi Sakuragi sin saber si descojonarse de risa o de pena. Hubo quienes optaron por lo primero y quienes lo hicieron por lo segundo. Nobunaga alzó los brazos triunfalmente—¡Gané! ¡Soy el rey de los primates!

El pelirrojo adujo con gesto burlón, imitando el tono del autodenominado Rey de los Primates—ñañañañaña, soy el Rey Primate

Una silueta amenazadora correspondiente al Sr Saito se alzó entre las sombras de detrás del banquillo cortando cualquier posible bronca entre los dos jugadores agarrándoles del cuello.

«Te está bien empleado do´aho. Si ese idiota y tú parecéis Tarzán y Chita»

Lejos de sonreír por tan tonta, y a la vez acertada, comparación. Rukawa se molestó aún más. Hanamichi tenía mejor relación con cualquiera del equipo que con él. Aunque la que más le repateaba el hígado era la de Akira Sendo. El sonrisitas no solo tenía palabras para el pelirrojo, si no que, si podía le dedicaba algún roce o una caricia furtiva.

Sendo, ajeno a los celosos pensamientos del zorro, no había podido dejar de reír durante toda el estúpido pique. Se murió a carcajadas viendo como Walker se transformaba en un mono con el culo pelado. Todo su mal humor quedó en otro sitio. Miró al entrenador no sabía cómo pedir que le volvieran a poner en el juego, lo que sabía es que lo necesitaban.  Sus compañeros se estaban recuperando en la cancha. Tanto Miyagi, como Sawakita, estaban con sus cinco sentidos en el partido y los otros tres no les iban a la zaja. Sin embargo, no fue necesario, después del segundo cuarto en que apenas pudieron recortar dos puntos la ventaja sobre los americanos. El entrenador cambió el cinco titular, colocando a Hanamichi y a Sendo.

El punto débil del equipo japonés era la forma física. No porque fuera mala o mediocre, si no porque los americanos eran verdaderas máquinas. No había otra palabra que no fuera increíble viendo como unas moles de dos metros y semejantes músculos corrían, saltaban y driblaban por toda la cancha.

Era necesario combatir la altura y que Hanamichi Sakuragi se encargara de su especilidad: los rebotes.

Tercer cuarto. «Este va a ser el mío. ¡Mírame Rukawa!» Hanamichi se encaró, defendió, reboteó como si le fuera la vida en ello. Pero no estaba en el partido, estaba más pendiente de Rukawa. «¿Qué coño le pasa a este?« Fue lo que pensó Sawakita, estaba hasta los cojones de esta gente. ¿No se daban cuenta de que como cada uno siguiera en su mundo iban a perder el partido otra vez? ¡Joder! Con lo que les había costado reducir la distancia a cuatro puntos.

« No, no perderemos» El monje se infundio valor a sí mismo justo cuando el gilipollas de Walker intentó taponar su tiro de bandeja. ¡Entró y el arbitro pitó personal en defensa! Dos puntos y dos tiros libres a falta de treinta segundos para que acabara el tercer cuarto.

Eiji metió limpiamente sus dos tiros a pesar de que creía que sus manos temblaban como si de un terremoto se tratara. Sin embargo, no se fueron al descanso iguales. El escolta del equipo yanqui les coló un tiro de tres al quedarse solo. «¡Mierda de error en defensa!»

Eiji, caminó con paso seguro al banquillo. Sólo diez minutos para que el árbitro pitara el final del encuentro. Sonrío ensimismado. Mentiría si este no era su momento predilecto del juego. Diez minutos podían ser escasos, pero para un jugador eran miles de oportunidades de hacerse con la jugada, de tener la pelota en sus manos y usarla de arma para desafiar y humillar al rival.

Con las palabras del entrenador colándose por sus oídos, Sawakita escrutó el banquillo rival. El número 3. Thomas Walker. Ese era su rival hoy.

—Controlar la jugada. Ya habéis visto que podéis hacerlo sin problemas. Vosotros tenéis el balón, no vuestros nervios. No sirve de nada meterse bajo zona si hay tres rivales que os superan en altura. Miyagi haz juego. Sendo, Sawakita y Koshino dedicaros al tiro exterior. Sakuragi los rebotes.

Los cinco en pista tenían claro su papel. Ahora solo tenían que jugar como uno. Balón para la selección japonesa. Sendo saca un pase al pecho que recibe Miyagi, quien levanta la mano indicando la estrategia. 

Ryota, es pequeño, por eso no tenía problemas en hacer gala de su velocidad y de sus reflejos.  Metiéndose en la boca del lobo que es la zona bajo el aro y haciendo creer a sus defensores que va a tirar a canasta, como un cañón, dispara hacía Koshino que espera a ras de la línea de tres puntos. ¡Tiro y dentro! ¡Iguales!

El banquillo se alborota, animando a sus cinco en la cancha—No os dejéis llevar por la euforia—matiza el entrenador. El rival no es para menospreciarle

Miami, dos arriba. Japón iguala. Miami, tres arriba. Japón coloca un mate. Miami, uno arriba, pierde la posesión con una canasta de tres puntos que rebota a un lado del aro y recoge Sakuragi con un impresionante salto. Fugaz, pasa a Miyagi, quien corre a la zona rival flanqueado de Sendo y el monje. Pase por la espalda directo a Akira, quien para librarse de la barrera rival hace un tiro en suspensión que baila alrededor del aro hasta que se cuela dentro. Japón, uno arriba.

«¡Siii! Vamos ganando. ¡Jódete rubio de mierda!»

Eiji no puede evitar rezumar euforia. Que, como previó el entrenador, a falta de un minuto y cincuenta segundos puede ser fatal. Walker, como buen hijo de puta manipulador que es. Busca a Sawakita al hacer una penetración en zona. Tiene al japonés pegado a su espalda, pose ideal para que sea solo él quien escuche su susurro—Cuando esto acaba me voy a volver a follar a tu compañero, amarillo de mierda

Con más imaginación, la grada hubiera podido visualizar como Eiji Sawakita se metamorfoseaba en Godzilla. Sólo le faltaba mas altura, escamas verdes y ojos de reptil, porque el fuego por la boca y las ansias asesinas ya se les estaban manifestando. Literalmente: arrolló a Walker. Y el árbitro fue implacable: personal y antideportiva. Cuatro tiros libres.

Sawakita lo ve todo distorsionado. Mira el tiempo y el marcador, una y otra vez. «¡Estúpido!» Se repite una y otra vez, canalizando toda su ira hacía sí mismo. «¿Cómo he podido caer en una trampa tan primitiva? ¿Tan irracional?» Se merecía que el entrenador le sacará, incluso que le despojara de la capitanía. Nunca, nunca, en toda su carrera deportiva había caído en una trampa tan despreciable.

—Eiji, Eiji—Sendo palmeó suavemente al alero con preocupación—El entrenador va a sacarte. ¡Joder! No le dejes, te necesitamos, te necesito para esto. Eres quien nos ha motivado con tu juego en este partido de mierda

Sawakita parpadeo, para instantáneamente, cerrar los ojos un segundo después. Atesorando ese "Te necesito" en el fondo de su ser. Ya tenía lo que necesitaba.  Su cabeza asintió con suavidad—voy a hablar con él mientras el cerdo hace sus tiros libres

El erizo le siguió con la mirada. Podía sumar a la lista de cosas extrañas del día, comprobar como el increíble y firme Eiji Sawakita, jugador estrella de la selección juvenil japonesa, por mucho que le doliera a Rukawa, podría mostrar una mirada tan perdidamente frágil.  Cada vez, le sorprendía más, encontrar sin esperarlo una faceta humana y sentimental de ese monje implacable. La mirada de Sendo se suavizó y sonrió cuando Eiji volvió a la cancha. Se alegraba de la peligrosa decisión del entrenador. Eiji necesita recobrar la confianza en si mismo. Reivindicarse, ahora que Walker había pasado a un segundo plano. Importaban ellos. Ganar por el equipo.

— ¡Sendo!

Akira volvió al partido espoleado por el saque que acababa de recibir de Miyagi. Como era de esperar Walker no había fallado ni un tiro. 85-81 y un minuto de juego.  Dio un par de pasos con el balón antes de devolvérsela al base, que ladinamente dribló a un tipo que le sacaba medio cuerpo antes de devolvérsela y provocar hiciera una canasta que les diera dos puntos vitales. Miami ataca de nuevo y los cinco integrantes de la selección juvenil japonesa ponen su energía en defender agotando el tiempo de los yankis. ¡Es su oportunidad para recuperar los dos puntos que restan! Balón para Miyagi. Corre en línea recta, a su lado izquierdo le espera Hanamichi quien recibe el limpio pase. El pelirrojo emplea su altura e impresionante forma física para meterse en zona sin despeinarse. Dos defensas van hacía él y aprovecha para deshacerse de la pelota por el hueco libre. ¡Posesión para Sendo! El erizo, libre, flexiona las piernas con ganas, salta con rabia y se cuelga de la canasta dejando allí las penas de amor por alguien que no las merece.

«85-85. Quedan treinta y cuatro segundos»

La mirada de Sawakita no era humana. Era un lince. Su visión de juego estaba allí y ahora. No iba a ser doblemente gilipollas de despreciar las oportunidades.  Palmeó cordialmente la mano del pelirrojo que jadeante, vuelve al banquillo por Kawata. Esta vez, él también lo ha hecho bien. Todos lo han hecho.  

—¡Defensa!

Los americanos no iban a pasar a su zona. Era la guerra. Veinte segundos. Y como tan bien lo habían hecho antes, su muro humano actúa inflexiblemente: se les estaba agotando el tiempo de posesión. La pelota pasa a manos japonesas. Diez segundos. El pase entre ellos vuela desesperado. Siete segundos. Eiji lo atrapa. Seis segundos.  Dos zancadas de sus largas piernas le colocan tras la línea de tres. Cuatro segundos. Flexiona. Su respiración se desboca, ensordeciendo cualquier jaleo por parte de la grada. Tira. Dos segundos. La pelota entra limpiamente. 85-88. Fin del partido.

—¡Yeah!

El banquillo japonés era una fiesta. El alborozo es colosal haciéndoles salir al campo a compartir la victoria con sus compañeros.

Sendo abrazó a Hanamichi completamente ido. «¡Por fin he demostrado que soy un Tensai! ¡Zorro! ¿Me has visto? ¿Zo…?. ¿Esa mirada de polo quiere decir que hemos ganado el partido?»

El pelirrojo se acercó con el gesto serio hacía Rukawa, mientras que Sawakita a tenía una sonrisa de oreja a oreja marcada con plena satisfacción. ¡Que se joda Walker! Quien ríe el último ríe mejor.  ¡Ja!. «Por un día, un poco de autocomplaciencia tampoco viene mal» ¿Eh? El monje se extrañó de que en medio del ímpetu de la celebración colectiva alguien le abrazará provocando que se diera la vuelta, solo para encontrarse con los misteriosos ojos azules violáceos de Sendo. En menos de lo que pudiera decir “zarzaparrilla” sus labios sintieron el efímero aleteo de los labios que pertenecían al chico de los pelos de punta.

Una estatua de Eiji Sawakita con los ojos abiertos a lo rana Gustavo y la boca con una mueca clavada al cuadro “El grito” de Edvard Munch hizo su repentina aparición en la cancha.

—Eiji, ¡ey!, Eiji, Eiji…

Hanamichi ajeno a los demás, se había llevado a Rukawa algo mas apartado y ahora estaba deslizando su mirada sobre él—¿Qué te ha parecido zorro?

—Insuficiente

Hanamichi sonrió. Probablemente ese zorro podría referirse a que él no había formado parte del partido, en la cancha, que a la forma de jugar del equipo— ¡Eh! Este Genio ha sido lo más, pero si, te doy la razón. Si vamos así al torneo nos patearán el culo—Exhaló un suspiro y decidió tomar la directa al ver que la implacable mirada zorruna seguía sin diluirse en el calor de la victoria—Venga, dispara kitsune que se te ve con ganas

—Sigues sin decirme, exactamente, que quieres de mí, pero yo hay algo que quiero de ti

—¿El qué?

—No quiero que Sendo se te acerque

La mandíbula de Hanamichi se descolgó pero sin llegar a la exageración de el, aún, marmoleo Sawakita. El pelirrojo se había quedado totalmente a cuadros—Eso…—el esfuerzo que tuvo que hacer para que sus labios no se curvaran regocijándose fue sobrehumano—… esta hecho zorro

Y es que el pelirrojo se visualizaba como un sacerdote al que no convenía hacer enfadar al dios a riesgo de sufrir la ira divina y quedarse sin recompensa para siempre. Rukawa tenía una expresión tan tensa que parecía que se iba a romper— ¿En serio no sabes que quieres de mi?—El entrecejo zorruno se frunció cuando vio a Hanamichi encogerse de hombros

—Novios, amantes, amigos, pareja…ummm… follamigos…. —Sakuragi se rascó la cabeza. No se le ocurría mas palabras descriptivas. Daba igual. Cuando había hablado con Sendo tuvo la respuesta. Sus ojos buscaron, solemnes, los de Rukawa—No necesito una definición Rukawa. Seamos solo tú y yo

La respiración del pelirrojo se contrajo angustiada al ver que Rukawa estaba pensativo.  Cada silencio zorruno le acortaba un día de vida como poco. Sin embargo, sonrío ampliamente, deslumbrando al zorro cuando este finalmente  por toda respuesta levanto el puño. Sakuragi, correspondió el gesto chocando el suyo. Eso, en su idioma deportivo, quería decir que estaban de acuerdo. Entonces serían solo él y el zorro.

Notas finales:

Aclaraciones:

1) Macaulay Culkin y "Solo en casa" (Home Alone), es una referencia a la escena en que el niño se echa after-shave y pega un grito de los que hacen época. He leído en la wikipedia que en Hispanoamerica el filme se tituló "Mi pobre angelito". Creó que cualquiera que ande de mi quinta (en la veintena) habrá visto la película un par de veces como poco.

(2) En efecto, en 1993, hubo otra versión de "Los Tres Mosqueteros" con Kiefer Sutherland en el papel de Athos y, en entonces, ídolo de las nenas, Chris O´Donell como D´Artagnan

(3) klingon es un idioma inventado que sale en la serie Stark Trek. La referencia al elfico es por El Señor de los Anillos

(4) Miki Koishikawa es la protagonista del shojo manga, "Marmalade Boy", creado por Wataru Yoshizumi. Yuu Matsura es su contraparte masculina

(5) No debes hacerlo, eres un deportista

(6) ¿Estás bien?

(7) ¿Quieres venir conmigo?

(8) Muzzy, es un extraterrestre verde, simpático y peludo creado por la BBC para ayudar a los niños a aprender idiomas. En el colegio vi miles de aventuras de Muzzy XDD

(9) Mi exótico salvaje, ¿que te preocupa?

(10) ¡Oh! Quieres olvidar

(11) Déjame todo a mí

(12) Terminator es el personaje perteneciente a la película del mismo nombre, encarnado por Arnold Schwarzenegger y creado por James Cameron

(13) Jack Bauer es la segunda mención a Kiefer Sutherland (XDD). Es su personaje en la serie "24", cuya característica es que es capaz de salvar al presidente de EEUU, desmantelar una amenaza terrorista o similares en el trascurso de las 24 horas del título.

(14) Fiódor Dostoyevski es un gran literato ruso del siglo XIX

(15) La rana Gustavo es el nombre español de Kermit the Frog, también llamada en Hispanoamerica Rana René. "El grito" de Munch ha que verlo para comprenderlo: clikear.


Y aqui hemos llegado a todo el material disponible por ahora, por lo que las actualizaciones serán mensuales y aprovecho para pediros paciencia conmigo. Pasar de semanal a mensual no creo que sea fácil ^^u

Solo me queda agradecer a Muchiko por su review del capítulo 9 :* y gracias por seguir leyendo hasta aquí.

 

 



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