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Adicto a ti por Astrea

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Capítulo 11. Conciertos y canciones

 — ¡Mierda Yohei! ¿Hasta cuándo vas a estar restregándomelo por la cara? Perdimos uno y ganamos uno. ¡Deja ya de hablarme de la maldita apuesta!

Un feroz y agrio carraspeo proveniente de una anciana molesta con su tono airado, hizo girar la cabeza a Hanamichi, sacándole violentamente de su mundo interior y obligándole a percatarse en los escasos detalles de una vista desierta sobre el aeropuerto de Miami en horas nocturnas. Vale, estaba gritando por un teléfono público, en un lugar igualmente público pero es que… ¡no podía evitarlo! Le jodía sobremanera que su amigo le echara en cara la primera derrota ante la universidad de Miami. Aunque tuviera bien presente, en su cabeza, que en gran parte había sido por su culpa y causa, el hecho que se lo estuvieran recordando le llevaba los demonios. Había aprendido de esa derrota una lección muy dura para él: Rukawa poseía el enorme poder de desestabilizarle en un partido, y si no se lo tenía muy creído podría llegar a pensar que se podría aplicar a la inversa. Enojado, su mano raspó sus rojos cabellos con violenta rapidez, durante el camino que recorrió su brazo, fugazmente vio, en su reloj, que faltaban media hora para las once de la noche.

—Hanamichi—el tono de Yohei dejaba adivinar que tras la línea de teléfono desembocante en Japón, el moreno tenía una gran sonrisa estampada en su cara—convencí  a Mitsui de que estábamos empatados con la apuesta. Él apostó que perdíais ambos y yo que ganabais ambos. Hemos acabado uno a uno, así que nadie ha pagado por nada. He estado aplicando mis clases a los negocios—Yohei sabía que esto alegraría al pelirrojo de alguna manera, no en vano, tenían un acuerdo: Hanamichi sería un gran jugador y él su representante. Debía de ser un profesional a la altura del Tensai del baloncesto. Sin embargo, esto no parecía preocupar al pelirrojo en estos momentos. Yohei intentó aguantarse la risa cuando su temperamental amigo empezó a mascullar insultos contra el chico de la cicatriz. Se limpió una lágrima que salió a juego con una estruendosa carcajada y metió otro tema para que el pelirrojo no acabara  estampando su frente por algún lugar indebido—Por cierto, la novia de Mitsui está muy buena

«¡Y a mi qué coño me importa! ¡Ja! Rukawa le dará cien mil vueltas por donde sea» Elucubró la enamorada cabeza del pelirrojo — ¡Ja! Y se lo tenía callado el muy mamón, pues espero que le evite que le llegué el riego hasta el cerebro y que no le dé por hacer apuestas estúpidas

Yohei soltó una gran risotada, e inmediatamente después comenzó a cotillear de manera vil sobre la chica. Sakuragi, inyectado con un temible virus de nuestra era: el de la crónica rosa, se sujetó el auricular con la oreja perfectamente dispuesto a que le hicieran un reportaje de la desconocida novia de Mitsui. Segundos antes, se felicitó por la compra de la tarjeta para llamadas internacionales. Había sido un acierto si no quería acabar tirado en la calle por deudas telefónicas del móvil, con sus queridos gayumbos de Shin Chan remendados por toda indumentaria, la cara chupada por la falta de alimento y oliendo a la, ejem, agradable fragancia que los franceses (no) conocen como eau de porc.

Volviendo al tema anterior, en ocasiones la vida está compuesta de gente que se congratula de chismorrear sobre el prójimo, y a otros que no, supongo que estamos dentro de ese mismo primer grupo porque, justo, en este preciso momento, al lado de Hanamichi pasaba una avenida pareja con cierta venía, de la que seguramente haya interés por averiguar sus vicisitudes. De marujeo a marujeo y, sin lanzar los dados, tiramos por que nos toca

— ¡Vamos Eiji! ¿Cuándo vas a perdonarme? ¡No fue para tanto! ¿Te vuelvo a repetir que me salió solo por la euforia del momento?

Sawakita intentaba por todos los medios mirar hacia otro lado, para controlar la vergüenza que le embargaba cada vez que veía a Sendo cerca de él. Fue breve, más instantáneo que el cacao en polvo, pero sentía sus labios marcados a fuego para siempre. Akira, que tan solo suponía que el apodo de Eiji, el monje, podía tener una connotación literal, se colocó enfrente, haciéndole parar de improviso, sujetándole por los antebrazos. Por alguna razón, no aguantaba que Eiji estuviera remotamente enfadado más allá del pique momentáneo. Si, era completamente dual: le gustaba molestarle, solo por ver ese infantil e incordiante mohín en sus labios, pero no que fuera para siempre, ¿o no? Él controlaba este juego y en el fondo, le caía bien y no merecía que el chico se comiera el tarro por un pico espontaneo de nada, que además no vio ni Cristo.

—En serio, no sabía que fueras tan tímido. Te da mucho encanto—El erizo guiñó el ojo con picardía al ver que Sawakita alzaba rápidamente sus ojos hacía él justo cuando resonó en la sala de espera la palabra “encanto”. El estupor que dejaba traslucir esos grandes ojos oscuros no se pagaba ni con Visa, ni con Mastercard, ni con todo el oro que podía poseer el tío Gilito. Rió suavemente— ¡He conseguido que me mires! —una inclinación teatral fue el gesto de puesta en escena— ¿Y ahora su majestad revocará el decreto de destierro?

— ¡Que…Que destierro!—La mejillas de Eiji presentaban un espectacular 2x1 en tonos rojos. Cereza y pasión. — ¡Deja de burlarte de mi Sendo! — presa de las manos de Akira, dio un paso hacia atrás para liberarse de su amado-odiado— ¡No… no te entiendo! ¿Por qué tuviste que hacerlo delante de todo el mundo?

Los labios de Akira formaron una O sin sonido y su ceja derecha se enarcó hasta forma un arco casi perfecto sobre su parpado—Así que es… “eso”

— ¿”Eso”? ¿Qué quieres decir con “eso”?

Akira, retozón, se encogió de hombros, dejando a Eiji consumirse en las respuestas que fabricaba su cabeza. Una cabeza desesperada por saber que había querido decir ese hombre que quería, pero con gusto mataría en estos momentos. El monjecito espiro profundamente y se obligó a contar hasta cuatro. Le gustaba Sendo pero… ¿quererle? Eso es empezar a pasar a palabras mayores y no, no estaba preparado para eso. Ironía. Otra vez, “eso”. Entrecerró los ojos con los labios molestamente fruncidos, viendo como se alejaba la esbelta espalda del erizo.

Sendo canturreaba tan campante porque se había percatado de que Sawakita no estaba mosqueado con el beso en sí, si no con el hecho de que alguien lo hubiera visto. Eso era “eso”. Averiguar a que sabían los labios de Eiji le había agradado y tener la carta en la manga para saber que podía dar un paso adelante con él, le provocaba un excitante subidón de adrenalina.

Todo eso echaba leños a su estufa de travesura. ¡No! ¡Eso no estaba bien! ¿Y si molestaba al chico mas del cuenta y le mandaba a mamarla? Ummm, carácter. Esa palabra hizo tener a Sendo pensamientos juguetones. ¡Argh! No le gustaba estar en una encrucijada, estaba acostumbrado a hacer lo que le saliera de la punta de su tieso cabello. Recapacitó. No quería pasarse con Eiji Sawakita. Le respetaba. ¡Qué leches! Le caía bien el chaval, por alguna razón era de esos tíos con los que se puede conversar de todo.

«Un amigo de verdad, pero…. »

— ¡Sendo! Mic, mic, mira por donde vassssssssssssssssssssssssss

Quien iba arrastrando las palabras no era otro que Fukuda montado en un segway (1) a lo correcaminos style. Detrás iba el Sr Saito con los guardas de seguridad con una mirada que fulminaría a Godzilla. Ito, que era el obstáculo de Fukuda en medio de la carrera tuvo que hacer equilibrios y Koshino pegó un grito justo cuando su ex compañero de Ryonan se le cayó encima con todo el equipo.

Akira rió ante el esperpento de escena, y en ese preciso momento se fijó en Rukawa, apartado de todo y de todos como siempre.  « ¿No me digas que ese tío no había evolucionado nada? Vale, que solo han pasado unas horas  cuando confirmó a Sakuragi, pero más inexpresivo y tenemos un muñeco Action Man en vivo.»

Echó un vistazo al reloj, tenían que ir a facturar, conseguir los billetes y pasar a la zona de embarque. Aquí, decidió que era la ocasión perfecta de añadir otra tarea a la lista: Aramis iba a  lanzar a D´Artagnan a la aventura.

 

 

Algo más de una hora después y ya dentro del enorme Boeing, Rukawa se sentó en el lugar que marcaba su billete. No había esperado a nadie. No estaba de humor. No quería pensar en nada y mucho menos miraba a Sakuragi. No sabía cómo hacerlo. Vale, que había aceptado algo entre ellos, pero ¿ahora como le miraba a la cara? ¿qué debía hacer? ¿algo así como tener citas? ¿Y…y… esperaba que lo besara? Eso lo ponía verdaderamente nervioso. Tanta expectativa lo tenía inquieto y no podría controlarlo al menos de que evitara cruzarse con el pelirrojo, para profunda desilusión de este, que se contentaba con verle al otro lado de la línea de asientos.

« Te gusta ponérmelo difícil, ¡eh kitsune! Pues te vas a enterar porque me llaman Tensai. Si crees que voy a rendirme después de todo el tiempo que llevo pensando en ti… ¡Mierda!...Joooo, ¿Por qué no me has esperado? ¡Eres malo!, solo quiero sentirte lo más cerca posible»

— Psss… ¡eh!... ¡Ryota!...

El base se acercó con una gran interrogación pintada en la cara. Hanamichi tenía la pose de secretitos y no sabía a qué venía, bueno… que iba de Rukawa estaba claro, no le hacía falta ponerse capa y sacarse la bola de cristal transformándose en Ryodamus para sacar esa conclusión.

—Necesito saber quien tiene el asiento de al lado de Rukawa—Sakuragi hizo un gesto con los dedos, que inequivocadamente, significaba intercambio

Miyagi se cruzó de brazos, pobre de su amigo, el muy cabrón con suerte tenía una pinta de corderito desesperado que daba pena. Rukawa era un autentico quebradero de cabeza comunicativo, mucho más que picar piedra con la frente y eso era algo que sabía perfectamente al compartir cuarto con él.

—Pero vamos a ver, ilumíname, hombre de buena fe—Ryota susurraba sonriendo, sabiendo que estos momentos de tener ocasión de pinchar un poco a Hanamichi y que no te devolviera un cabezazo mortal eran tan escasos como aprovechables— ¿No me dijiste hace, apenas, una hora, que querías llevar esto con total discreción por el bien común de vosotros y del equipo?

Hanamichi, acorralado, asintió con la cabeza. Era cierto, no quería poner en problemas a Rukawa,y por añadidura a él mismo. Pocos deportistas han salido del armario. Las consecuencias no serían fáciles de digerir para nadie y si estaba en su mano, evitaría cualquier forma de dañar a su zorro. La pirámide de valores de Rukawa estaba coronada por el baloncesto y no quería convertirse el factor que le apartara del deporte.

— ¿Tan raro va a parecer que me siente a su lado?

Una lagrimilla solitaria y penosa, se escurrió presurosa de los tiernos ojitos de peluche, que un tristón y grandote pelirrojo ponía en estos momentos. Si hubiera tenido más pelo facial, el parecido con el Gato con Botas de Shreck intentando dar pena se podría sacar por algún lado.  No necesitaba esperanzas al vuelo, cuando estaba en plan emotivo se creía lo que fuera. Así que Ryota fue rotundo

 —Si

La mano temblorosa del pelirrojo se alzo al viento (imaginario), mirando al cielo abierto (imaginario) y dirigiéndose al todopoderoso …….. (Esto es cuestión de fe, en la línea de puntos podéis insertar a quien deseéis. Sakuragi es capaz de rezar a hasta a los Reyes Magos con tal de tener a su zorro)

«¡Porqueeeeeeeeeeee!»

El base empujó de su amigo para hacerle sentar en su asiento de una buena vez. Hanamichi aún tenía su impaciencia hiperactiva. Rukawa no le había dado boleto de tren a “corazón roto”, por lo que el pelirrojo iba a darlo todo y para él cada momento contaba, solo que ahora no era el adecuado. Mucha gente presente, el avión rumbo a Atenas iba repleto, además viajaban en clase turista y miraras por donde miraras, los componentes de la selección juvenil japonesa llamaban mucho la atención, sobre todo un asiático pelirrojo teñido de casi dos metros de estatura.

Al menos el pelirrojo se contentó, a medias, con la ventanilla que el base le ofreció en son de paz.

—Es de noche, no voy a ver una mierda—Protestó Hanamichi poniendo morritos

—El vuelo son más de ocho horas, seguro que en algún momento se hará de día y verás nubecitas para tu congratulación mi querida Heidi

—Ja, ja, ja. Gracias abuelito— Dejando mejor tiempo para el sarcasmo. Sakuragi empecinado y alicaído pegó su cogote al asiento. Gruñó un par de veces cuando Ryota, se sentó a su lado, con una expresión divertida.

El base se alegraba de su amigo y Rukawa tuvieran la oportunidad que él no tuvo con Ayako, pero el primer obstáculo apenas había sido derribado, la carrera continuaba y lo que era peor... ¡a contrarreloj!

Suspiró para sí ¿Por qué tenía que rememorar a Ayako? Ahora tenía un fantasma con el nombre de su enamorada rondando por su cabeza. Había veces que conseguía borrarla de sus pensamientos con facilidad, pero otras no. Era infernal.  ¿Qué estaría haciendo Ayako en estos momentos? Un ataque de celos lo asaltó sin defensa al recordarla entrar a la fiesta de la mano de ese desgraciado.

¡Porque las chicas se colgaban de los gilipollas de siempre!

Los más guapos, los que más dinero tienen. ¡Joder! Si se veía de lejos que era un miserable capullo arrogante. « Mas te vale tratarla bien o te las verás con mi cólera divina subnormal de mierda»

Una persona se sentó a su lado e interrumpió sus pensamientos.

—Hola Miyagi

—Capi

Sawakita sonrió. Capi venía de Capitán, un apodo que se esparció como la pólvora en la celebración en los vestuarios de su primera victoria como equipo.  Le gustaba, le hacía sentir parte del equipo. « Somos seres sociales. Los seres humanos llevamos de forma congénita anhelar ser parte de algo. Para tener un buen equilibrio personal es necesario tener la seguridad psicológica y afectiva que produce sentirse parte de un grupo» Psicología social, era algo que había aprendido bien, un sobresaliente en el pasado semestre lo garantizaba.

—Me ha tocado a tu lado—le mostró el billete de avión con su asiento. Por dentro, pensaba todo el rato en sentarse al lado de Sendo. Pero no. Hay una fina línea entre el amor y la obsesión. Debía controlarse.

—Mientras que en breves momentos no te importe tener a un compañero marmota

— Nah, tranquilo. Yo también caeré tarde o temprano. El vuelo es demasiado largo y hemos acabado muertos del partido

—Si, por eso llevó…—Ryota se sacó la Nintendo DS de la mochila— al profesor Layton o el Cooking Mama (2). Se lo he mangado a mi hermano, muajajaja

La azafata solicitó captar su atención explicando que hacer en caso de emergencia. Dando por hecho, que muchas lectoras han disfrutado de un agradable viaje en avión, todas sabéis que es demasiado fácil que se te valla la olla en cualquier gilichorrada a la menor ocasión que suena la voz en off.  Y nuestro tierno Ryota no es una excepción. El base se recreó mentalmente en el pequeño enano que tenía por hermano menor. ¡Ale! ¡Que echará de menos los juegos! Eso era para que se jodiera que siempre le estaba dando por culo y no se olvidara de quien seguía teniendo el poder, pero durante un momento, solo un momento pensó en Ryoki con nostalgia y cariño. Le gustaría volver a esa edad. Tienes tiempo de cambiar tantas cosas que según pasan los años resultan tan inevitables.

— ¿Qué crees que le estará contando Sendo a Rukawa?

Los ojos de Ryota se abrieron, desorbitados, de par en par cuando escucho la neutra voz de su capitán — ¿Queeeeeee? ¡Sendo!

Miyagi giró su cabeza de un modo aterrador, similar a la niña del exorcista. ¡Era cierto! Sendo en el asiento de al lado de Rukawa hablando amigablemente con él y lo más raro de todo no era eso, si no que Rukawa le estaba prestando toda su atención. ¿Estaría viendo cara de balón al erizo? ¿Entonces era un erizo naranja o una pelota con pinchos? ¡Oh, oh! ¡Peligro! A ese Akira Sendo le gustaba demasiado jugar a ser un periodista del faranduleo. Era capaz de sacarse la exclusiva de la boda, las fotos del futuro niño y el discurso del entierro armado con su característica sonrisa. Menos mal que Hanamichi estaba moqueando en plan crío penas por no sentarse al lado del zorro y miraba por la ventana esperando el momento en que el avión despegara. Ryota, en su fuero interno, reconoció que pagaría por escuchar la siguiente conversación

—Y bien Rukawa, he planteado la cuestión directamente para evitar que acabes escupiéndome a la cara. Ahora,  la pelota está en tu mano

La ceja, impetuosa, de Kaede, osciló hacia arriba, perdonando la vida a Sendo. Iba a contestar pero el erizo le interrumpió con los ojos brillando de diversión.

—No, no, ahora no, que nos perdemos el mejor momento…. ¡Vamos a despegar!

Comprobando que el cinturón ya estaba en su sitio. Sendo se desplegó en el asiento, adhiriendo su espalda al respaldo. Las ruedas se deslizaban, prestas, sobre la pista, con destino a colocarse listas para surcar los cielos intercontinentales. Akira se frotaba las manos.

 —Wowoooww

¡Primero, levitación! El estomago comenzaba a encogerse, intranquilo, averiguando la gravedad que estaba a punto de afectarle. ¡Segundo, mantenimiento! El aparato intentaba establecer un equilibrio, ganando altura y sosteniéndose en el cielo. ¡Tercero, volando!  A todo gas rumbo a Atenas, donde disputarían el importante torneo juvenil. Les esperaba un vuelo de más de diez horas, por eso, agradecían a que el benevolente entrenador les había confirmado que no les iba a poner a entrenar hasta que descansaran en condiciones.

—Me encanta volar, ¿a ti no Rukawa?

El zorro mudo hizo gala de su mejor opción: no contestó. Él tan solo esperaba que el luminoso aviso de obligado llevar cinturón se apagara. Entonces podía tranquilizarse con los cascos en sus oídos enviándole buena música. Le había dado a meterse toda la discografía de Radiohead (3) en el mp3 y esperaba por lo menos que la voz rota de Thom Yorke le ayudara a desintoxicarse del mundo. No tenía muchas ganas de pensar. En las paredes de su cabeza, Sakuragi rebotaba como una pelota juguetona y maliciosa. La voz de la guitarra acústica amansada por Ed O´Brien punteaba sus oídos. Ofuscado, él no sentía la llamada del riesgo por ningún lado, desde luego que no, le ahogaba encontrarse con él. Hanamichi no sabía mentir. Aunque ese pelirrojo estaba sujetando su lengua, sus ojos, siempre francos, radiaban el ansia que sentía cuando se encontraban cara a cara. ¡Era superior a él! ¡No podía aguantarlo!

And true love waits

In haunted attics

And true love lives

On lollipops and cribs (4)

Rukawa se atragantó con su propia saliva. ¿Qué demonios era eso? Si, vale, una balada, una canción de amor. Pero, el se refería a “eso”. El sentimiento. Hasta ahora, desde que tenía memoria, había vivido con las canciones, traduciéndolas para sus estudios de inglés en tercera persona. No había ninguna palabra, ninguna silaba, ninguna frase que fuera capaz de llegarle  como le estaba haciendo ahora. ¡Se veía personificados a él y a Sakuragi en esa canción! ¡No! ¡Peor aún! Thom Yorke tenía la voz del pelirrojo! ¡Joder! Angustiado, toqueteo los botones de su reproductor de música. Enseguida se arrepintió….

What a fool…

I don´t know ´bout tomorrow…

What it´s like to be

Ah…

 

I was sure.

Couldn´t let myself to go

Even though I feel…

The end (5)

Apago el mp3 sintiéndose cabreado por el karma. Se sacó los auriculares de un tirón

 —… porque nada tiene sentido. Es todo fruto de la casualidad. ¡Si nos ha tocado así que le vamos a hacer…

 Kaede, enarcó una ceja, estupefacto. ¿Sendo no había dejado de hablar en todo el rato? ¿Pero ese tío iba a pilas o qué?

 —… no tiene sentido lamentarse. ¡Eso es para perdedores! Los ganadores como nosotros siempre buscamos alternativas, allanar el camino que más nos convenga….

 —Sendo. ¿De qué coño estás hablando?

 —Del grupo que nos ha tocado en el Torneo, ¿de qué va a ser?—Akira batió sus parpados rápidamente como una avergonzada jovencita al ser pillada con las manos en sitios ajenos batiendo fuertemente para que salga mayonesa, ejem. — ¡Ah! Has dejado la música a un lado. Me alegro, aunque no dudaba de tu habilidad para escuchar bajo capas de instrumentos… ¿estabas escuchando a Koda Kumi (6) verdad? Está bastante buena

 El zorro resopló con los gestos de su cara endurecidos a base de años de entrenamiento. Sus pequeños ojos no se mostraban nada amigables

 Las comisuras de los labios de Akira se agrandaron al máximo, parecían burlonas y eso provocó un brillo más agudo en los gélidos ojos zorrunos

 —Rukawa, ¿eres un ninja verdad? ¡No! No me lo digas… ¡tus antepasados lo fueron! Tu abuela fue una sexy kunoichi (7)…. Me encanta que me mires con esos ojos… sé que me odias, pero el motivo ya no es el baloncesto. Hemos alcanzado un nivel similar, depende de quién de los dos tenga un mal día, pero… ¿Sakuragi verdad? Él es diferente…—Sendo echó un vistazo en derredor. Al otro lado de la línea recta de asientos se encontraba el alto pelirrojo. De un extremo a otro— ¿Por qué no le miras? Esta suspirando como un borrego tan solo porque no se ha sentado a tu lado. ¿No es adorable?

 —A ti no te incumbe

 —Prfffff— ¡Toma pedorreta con pinchos!—Me incumbe. Quería a Sakuragi para mí, pero resultó que, primero, había un habitante en sueños de amor: tú… y en su arte también…—el erizo guiño el ojo astutamente—y me incumbe cuando todavía soy su compañero de cuarto. ¿Crees que sigo queriendo pasármelo por la piedra cuando te estoy ofreciendo lo mejor de lo mejor? Porque vamos, si no lo aceptas, no sé si podre aguantarme… bueno, aguantarme puede, más que nada porque si intento algo me daría un buen mamporro, pero mirarle…—Akira movió el dedo índice negativamente delante de la mirada azul de Rukawa, que hipnotizada de celos y envidia, seguía al dedo dócilmente—no, mirarle es un placer…. Como diría Sarita Montiel (8)… genial, sensual… oh si… terriblemente sensual. Su torso es… woww…. No sabía cómo describirlo, porque delante de mi sí que se desnuda y…

 — ¡ACEPTO TU TRATO!

 —Ouhhh, vaya, vaya Rukawa, no te arrepentirás… El Corte Akira Sendo S.L, te lo garantiza o te devolverá el dinero  

 —Y cierra el pico de una puta vez…

 —Ahhhhh, vas a escuchar a Koda Kumi y no quieres que nadie te moleste, ¿no? Comprendo. Yo también prefiero imaginármela pegando saltos cuando canta—las manos de Sendo dibujaron una buena “pechonalidad” imaginaria en su propio cuerpo. Después, se rascó la cabeza mirando a un Rukawa lleno de pelusa, pero sin un buen polvo. Tal vez si soplaba un poco se podría ver quien andaba en el interior de esa capa de mosqueo receloso. Sendo discernía, que si alguien ajeno, suponiendo que esto fuera una historia de ficción, fuera espectador de la conversación que había tenido con Kaede Rukawa le darían un diploma con honores al más cabrón. Pero ya se sabe lo que dicen, quien ríe el último ríe mejor y nadie tiene total acceso a todo. «Al menos, habrá una persona que me lo agradecerá»

Pero si tenía espectadores, justo al otro lado de la nave, Sawakita y Ryota, se habían convertido en la Vicenta y Marisa, le faltaba Concha para convertirse totalmente en el Radio Patio (9), pero el candidato seguro al papel de vieja cotilla estaba durmiendo a pierna suelta al lado.

 —Yo creo que se ha molestado—Otra voz se superpuso a la frase con su propia opinión—Se ha pillado un cabreo del quince

 Las dos cabezas giraron hacía la misma dirección, las dos bocas abiertas de par en par y los dos pares de ojos expresando pura incredulidad. Dos voces a coro

 —Me muero de ganas de saber que le ha dicho

 —Es una suerte que Hanamichi este dormido. No sabes cuánto—suspiro Ryota aliviado volviendo a mirar a los dos morenos.

 —Oye Rukawa

 El zorro, un poco harto del erizo a decir verdad, estaba a punto de convertirse en lobo y zamparse a su compañero cual vulgar caperucita.

 — ¡Ey! No me mires así, solo quiero saber si me cambiarías el sitio—ante unos segundos de silencio incomodo y escrutador bajo la mirada zorruna, Akira se apresuró a añadir—Si vas a dormir de todas maneras, ¿Por qué no mejor tener solo un compañero en vez de estar en el medio?

 A regañadientes Rukawa admitió para sí mismo que Sendo tenía razón y sin mediar palabra se levantó e intercambió el sitio con él, deseando que lo dejara tranquilo de una buena vez.

 Ahora, venía la segunda parte de su fastuoso plan. Akira zarandeo a Koshino que le miraba con una cara de odio mal disimulado.¡Y pensar que iluso de él había llegado a creer que su ex compañero de Ryonan le había perdonado por que fue el primero en reconocerle cuando volvió a ver a sus compañeros japoneses!.

 —Sin rencor Kosh, sin rencor

 — ¡Vete a la mierda Sendo!

Akira resopló, pero sin borrar su encantadora sonrisa de la faz de su cara. Ese pedazo de alcornoque cabeza dura de Koshino no le iba a perdonar aquel desliz con su ex novia Minako. ¡Joder! El de verdad no sabía que la adorable, la encantadora, la inocente novia de Kosh era esa loba que le asaltó a escote descubierto la noche de graduación. Por unas y por otras, vamos por Hikoichi Aida, al final se enteró de que la chica era una fan recalcitrante suya y tan solo se había acercado al pobre Kosh para que le llevara hasta su persona. En realidad, Akira era plenamente consciente de que Hiroaki no le echaba en cara que su ex fuera una zorra  al cuadrado, si no que él, su amigo, se hubiera aprovechado de la situación. Ese era su delito: traición y su castigo era la indiferencia de Kosh.

 —Bien, si Mierda fuera un pueblo, de todas las veces que me la mencionan debería ser ciudadano de honor. Al menos no querrás estar a mi lado. ¿Por qué no cambias el sitio con alguien?

 — ¿Por qué no lo cambias tu?

 Sendo chasqueó la lengua— ¿Quieres averiguar quién es más cabezota, Koshino? Yo no te lo recomiendo…

 Hiroaki harto de ver esa sonrisa que se le antojaba falsa hasta la extenuación terminó claudicando.

 — ¿Y con quien cambio genio?

 — ¡Ah sí!—Sendo hizo un ademán de llamar a alguien. Alguien que estaba justo situado donde Sawakita y Miyagi—Psss, ey

 El capitán y el subcapitán se llevaron el dedo índice al pecho, con expresión perpleja, indicándose ellos mismos. Sendo rió y a grito pelado contestó

 —No, el otro

 Con la misma expresión vacilante, los chicos se señalaron el uno al otro

 —Frio, frio

 Eiji frunció el ceño y rechinó los dientes. Avergonzado por el espectáculo, su tensión se olía a kilómetros. Susurró en voz alta, cosa más rara se ha visto— ¡Sendo!—hizo un ademán de levantarse y volvió a controlarse, está vez sí, susurrando— ¡deja de jugar conmigo!

 Akira trató de aguantar la pujante risa al vez al comedido Eiji actuar así. Una vez que se había dado cuenta de que, de esta manera, estaba llamando más la atención, se había puesto más rojo que el pelo de Sakuragi y se había apresurado a quedarse fijo en el asiento rabioso perdido.

 —Kosh, por favor, cambia el lugar con Sawakita—al ver la mirada de asco que le dedico su ex compañero de Ryonan. Sendo apuntilló—total, el me quiere matar. Te complacerá ver mis entrañas esparcidas por todo el avión y la policía no irá a detenerte a ti

 Una sonrisa irónica se formó rápidamente en la boca de Hiroaki. Se levantó y dio un rodeo para llegar hasta el asiento del capitán

 —Sendo te reclama

 Eiji controló todo lo que pudo su cuerpo para no hacer notar ninguna emoción, como la ansiedad que azotaba su cabeza, el nerviosismo que le explosionó sin previo aviso en la boca del estomago y el rubor que amenazaba por anunciar su estado sentimental utilizando sus mejillas como soporte.

 —Emmm… dile que… —lo primero en que pensó fue pasar de Akira, pero le estaba poniendo nervioso que llamara la atención con grandes aspavientos. Sendo guiñaba el ojo como un vulgar descarado y señalaba el asiento libre de tal manera que todo el avión estaba pendiente de la escenita. Eiji surgió explosivamente, lo que antes había sido capaz de sujetar entre dientes— ¡Déjame en paz de una vez!

 Un segundo después de haberse incorporado y lanzado el grito al mundo, ya se arrepentía. Con las mejillas de color tomate y la cara donde se podía leer perfectamente: “tierra, trágame”

 «Mierda Sendo, puedes conmigo. Tu puedes conmigo»

 Y eso le resultaba tan fascinante como desesperante. Sobre todo porque empezaba a creer que era masoquista.

 — ¡Eh! ¡Eiji! Si no vienes todos te seguirán mirando

 Sawakita, acorralado, se levantó con la dignidad arrastrándose por el suelo enmoquetado del avión y  cabeza gacha dio un rodeo para sentarse al lado de Sendo, quien, amablemente pidió un aplauso para su amigo Eiji y después convino a todos a descansar por el largo viaje.

  — ¿Estarás contento?

 — ¡Claro! No lo dice mi sonrisa, creía que con tu poder psicólogo leías el lenguaje corporal

 Sawakita echó una mirada fatal a Akira en plan “no me toques los cojones”—Sendo, no me tomes por idiota. Una sonrisa puede ser falsa si es fingida y tú la has utilizado mucho—Eiji se mordió el labio enseguida. ¡Mierda! Había hablado sin pensar. Siempre le pasaba eso al lado del sagaz erizo.

 Sin embargo, Sendo no pareció sentirse molesto ni contrariado. Al revés, sus ojos se entrecerraron denotando un gran interés en las palabras de Sawakita—Asi que… ¿la he utilizado mucho? Entonces ahora sí que estamos hablando de tus poderes de psicólogo Eiji

 —Sendo, no tengo ningún poder. ¿Déjalo con eso vale? Mira, siempre llevas la conversación a donde tú quieres—Carraspeo. Estaba a punto de añadir un “me agotas”, pero recupero su lucidez en algún momento y se guardo esto en el bolsillo de frases que nunca hay que admitir— ¿Por qué me has hecho venir aquí?

 —Ok. Ya lo he pillado. Quieres ir directo al grano—Los rasgos de Sendo se tensaron— ¿Era cierto lo que has gritado antes?

 — ¿Uh?

 —Que si querías que te dejara en paz

 —Sendo… yo… —tras un corto momento de vacilación, Eiji contestó afirmativamente—Si, no me gustan estos rollos y tú no tienes concepto de vergüenza

 Era completamente cierto. No le gustaban los juegos bobos de ratón y gato. Quería que Akira Sendo lo tomara en serio y no sabía cómo. Al principio parecía que le tenía en cuenta, bien no eran los mejores amigos pero le respetaba, sin embargo de aquí… bueno, desde que se enteró que le escuchó tener sexo con Walker en los baños parecía que le tenía como un punching ball de bromas y cachondeito.

 El ex - jugador de Ryonan se repantigó en el cómodo asiento acolchado. Dirigió una breve mirada a su izquierda. Rukawa parecía sumido en el restituyente mundo de los sueños—Sabía que tú eras así

 Eiji parpadeó, cada vez más nervioso en su propia piel. ¿Hacía donde le llevaba esta conversación? — ¿Así como?

 —Formal, sensato, serio, responsable, educado, juicioso, prudente, —Sendo se encogió de hombros y de repente adoptó el punto interesante— ¿Nunca te he hablado de mi habilidad secreta?

 ¿Habilidad secreta? Si era por el uso de semejante don, el hecho de que el rubio gilipollas gemía como un descosido en el baño, más o menos se la podía imaginar. No. Corrección. Se la habían estado imaginando unas cuantas y solitarias noches… con todo lujo de detalles. Evadió la mirada—No

 Sendo extendió su mano ante Sawakita—Dame la mano

 Eiji se quedó quieto. Sin saber si había escuchado correctamente, pero sí, había escuchado perfectamente porque Sendo tomó su mano y el sufrió múltiples escalofríos que colapsaron su interior.

 —Tengo habilidad como lector de manos. Quiromancia si quieres ser más exacto

 —Sendo…

 —Shhhs—Sendo colocó un dedo sobre los labios de Sawakita. Este se cagó en todo lo cagable. La tentación de sacar la lengua y lamerlo era demasiado fuerte. «Si, si, tu sigue hablando, que en mi cabeza ya te he follado tres veces»—Cambiaste. Cuando estabas en Japón eras un chico fuerte, exitoso con las chicas, el perfecto niño mimado. Llegaste aquí, quedaste solo, aislado, incomprendido. Allí eras el mejor, aquí eres solo uno más. Te refugiaste en ti mismo

 Sawakita se quedo pillado. Sin saber que palabras escoger para su asombro, Sendo continuó hablando—Eres perfecto Eiji, tu novia debe estar contenta

 Un ligero rubor nació en las mejillas del capitán. ¿A qué cojones venía eso?— ¿No… novia?

 —Sí, no me digas que ninguna te ha echado el lazo todavía. Sorpréndeme

 — ¿Qué… que te sorprenda?

 — ¡Vamos tío! Estaba al tanto de los líos estos de secundaria: ¡Las fans!—Sendo señaló indiscretamente a su izquierda— Rukawa tenía un buen grupo y no te preocupes por él. Está durmiendo

 —No consigo relacionar que tiene que ver las fans con tener novia

 — ¡Vaya! También sabía que eras así… —Sendo apoyó su codo en el herrado apoyabrazo del asiento—tienes principios. Entonces lo tendrás más fácil, las chicas te verán como un caballero y no habrá una que te de una negativa

 En los labios de Sawakita se esbozó una sonrisa un tanto cáustica. Cada vez comprendía menos a ese chico que tenía delante y cada vez comprendía menos porque se había colgado de semejante mochuelo. Se humedeció los labios, pero solo fue para ganar tiempo y desviar su extraviada mirada a juego con el devenir de sus sentimientos en estos momentos de altos vuelos.

 — ¿Y cómo es eso de que estabas al loro de las chicas y la primera vez que nos vimos no recordabas como me llamaba?

 Sendo no puedo evitar reírse profusamente. Eiji tenía una carita tan, tan… ¡Dios como le gustaba hacer de rabiar a ese chico!  Era tan fácil. Si se sentía incomodo no lo ocultaba. Eso le gustaba de Eiji. No era como él, no tenía dobleces.

 — ¿Otro que me va a odiar toda su vida por el pasado?

 — ¿Lo dices por Koshino? Tranquilo, yo hace mucho que lo guarde en el cajón de mi memoria llamado “Gilipolleces de Sendo”

 — ¡Oh! Que interesante. Así que tengo un lugar privilegiado en tu memoria…

 Eiji se sentía desbordado de calor. ¡Maldito subconsciente y hablar sin pensar!— ¡No! No, vamos, quiero decir que necesitamos archivar las cosas para seguir adelante… olvidar! Eso olvidar!

 La expresión de los ojos de Akira era amable y tranquila. Su sonrisa lucía orgullosa ampliando las comisuras de su boca. Escrutaba a Eiji con interés—Ya, ¿me estás diciendo que no te acuerdas de cómo te llamaba?

 El capitán miró hacia otro lado con menguado resentimiento

 —Kitasawa… —unos segundos de falso silencio ondularon entre ambos—Quise matarte por idiota… —Eiji volvió sus ojos hacía el erizo, le estaba observando de una forma tan inalterable que se le encogía el estomago hasta hacerle insignificante—Me pregunto porque no lo hice….

 «Me hubiera ahorrado sentirme como un perfecto gilipollas ahora mismo».

 Eiji tragó saliva, aturdido consigo mismo. Todos esos veloces pensamientos, que le cruzaban en estos momentos, oscilaban entre la lujuria, el amor y el sentido común. Plenamente consciente de que ese fue el punto de partida: reencontrarse en EEUU después de ese partido entre sus equipos de baloncesto en la secundaria nacional. El tiempo fue la meta. A partir, de cuándo se había reconocido irremediablemente atraído por Sendo y su sorprenderte habilidad innata para sacarle de sus casillas. Cualquiera diría que era masoquista, él mismo lo pensó hacía un escaso rato, pero nada más lejos de la realidad de los sentimientos que hacían palpitar su corazón.

Aquello significaba más que sus nervios carcomiéndole desde dentro o su enfado porque el erizo se metiera con su persona. Sawakita no quería pensar en la desgastada y atávica palabra que empezaba por “a”. Estaba absolutamente convencido de que se volvería realidad en cuanto la pronunciara. Todo porque desde hace tiempo había pasado el encaprichamiento. O si no…. ¿Por qué pensaba en Sendo cuando estaba solo? No lo sabía, la única explicación que se le ocurría a bote pronto era porque necesitaba un referente, alguien en quien pensar que se encontraba en sus mismas condiciones y Sendo se hallaba en la misma situación. Solo en EEUU. En ese caso, ¿por qué no pensar en Rukawa? Estaba en el mismo plan, ¿o no?  «No, es Sendo». El encanto, el carisma, incluso el descaro que hacía gala de manera habitual. Le gustaba. Incluso, ahora mismo, hablando como un loro que no se puede callar debajo del agua, a él le parecía fascinante. Su manera osada de mirar a todo y a todos, la sonrisa llena de picardía. Si, le gustaba. Más allá del flechazo. Se preguntaba qué tipo de relación tendría con Akira Sendo en el caso de que el erizo aceptará… no quería un amor romántico, ni loco. Quería un amor consumado. Él haría todo lo posible para que no muriera.

 «Si, Akira, tu sigue hablando. Que mentalmente ya te he comido la boca tres veces»

 Eiji sonrío de forma forzada. Las palabras de Sendo había sido un arrullo completo, en sus oídos sólo había sonado puro bla, bla, bla. No se había enterado de nada de lo que le había dicho.

 —… ¿entonces no crees paradójico que estemos de nuevo, nosotros tres aquí sentados y los demás a su bola? Tal como empezamos pero sin tantas diferencias. Les necesitábamos. Tenía un poco de morriña. También te busco a ti por eso Eiji, comprendes mi situación, eres un tío legal, me has guardado un gran secreto, me gusta hablar contigo y prometo no hacerte enfadar nunca más…

 Así que eso iba a ser, el primer punto de la teoría del amor de Sternberg (10), cariño. Solo serían amigos. El estaba camino de ser un psicólogo entrenado, así que podría vivir con eso. Después de todo lo que más le gustaba era la sonrisa de Sendo, pero la de verdad, cuando sonreía sin fisuras emocionales entonces su cara entera se transformaba. Pura, igual que la de un niño sumido en las brumosas lagunas de la inocencia. «Sendo, ya has cruzado mi línea de peligro. Te estás convirtiendo en una adicción». El monje se cruzó de brazos, ladeo la cabeza y movió ficha para controlar el tema de la conversación

 — ¿Qué tal te va la carrera? A todo esto no me dijiste que estudias

 —Educación infantil

 Eiji se quedó mirando a Akira con los ojos como platos. Sendo guiñó su ojo complicidad  y ambos, al unísono, comenzaron a reírse

 

 

 «Ese estúpido está en el cementerio. Donde debería estar»

 Hanamichi, tenuemente, abrió un párpado. Se había quedado dormido unas cuantas de horas. Todo el avión estaba a medio oscuras, por lo que sus ojos no tuvieron que sufrir la violencia de enfrentarse de nuevo a la luz. Abrió la boca, de par en par, para bostezar como un animal salvaje. Según sus células grises fueron despertando, cayó en la cuenta de que había soñado con el padre del zorro, tal como se lo encontró la primera vez que acudió a la vivienda de los Rukawa. No se parecía mucho a Kaede. Su estatura era, más bien, estándar, el pelo estaba ya canoso y la mirada si, era dura, como la del zorro, pero Rukawa poseía unos ojos perturbadoramente azules. ¿De dónde los habría sacado? Era tan anormal como la mirada violácea de Sendo, pero seguro que Sendo era un extraterrestre del espacio sideral así que directamente no contaba en esta ecuación.

Oteó hacía donde estaba el zorro, oculto, tras las figuras de Sendo y Sawakita. No podía verle muy bien pero distinguía, leyendo su silueta, que se encontraba dormido. Problemas familiares, eso fue lo que pasó otra vez por su cabeza. No era tonto. Esas palabras no eran normales, no pronunciadas con tanto odio, no con tanto rencor. Entonces estaba claro, Rukawa tenía problemas con su padre. Hanamichi tragó saliva. ¿Y si el padre de Rukawa era un maltratador?. No era capaz de llegar a reflexionar de forma clara, su pecho se estaba retorciendo de angustia y hasta su garganta subió un nudo de tristeza que le impedía tragar saliva con normalidad.   

Por su bien, era mejor que desterrara esa hipótesis. No sabía a ciencia cierta cuál era la verdad en la vida del zorro. Lo único que sabía era que estaba poniéndose cardiaco tan solo de pensar que Rukawa lo había podido pasar mal en algún momento de su infancia. Él mejor que nadie sabía que la vida no era de color de rosa, pero siempre había tenido el apoyo incondicional de su madre. Y según podía comprobar hoy parece ser un lujo. Una nube de pesar empaño sus ojos marrones, se mordió el labio con fuerza. « Porque no me has visto en tanto tiempo, a través de la distancia puedo ser un producto de tu mente. ¿Qué diferencia hay ante una carta de amor y un retrato de mí que no es real? ¡Ese no soy yo! Puede que yo también haya cambiado Sakuragi, tú no me conoces »

Ahora era capaz de otorgar un sentido a esas palabras que el zorro le escupió a la cara. Hanamichi cerró sus puños con impotencia. No le importaba que tuviera razón, sus sentimientos no se habían esfumado. Iba a comprender cualquier cosa que tuviera que ver con su zorro.

Pero… ¿cómo se lo iba a preguntar? Aparte de con un par de cojones. Intentaba imaginarse la manera de encarar al hermético zorro sin que le echara una maldición a través de sus azules ojos. ¿O tal vez debería ser paciente y esperar que viniera el mismo de viva voz? Eso, sin lugar a dudas, significaría mucho para él. Vendría a decir que Rukawa confiaba en él y eso sería impagable.

 ¡Joder! ¡Qué dilema!

 —Eres tan preciosa—Hanamichi puso cara de sorpresa total cuando Ryota comenzó a acariciarle con ternura. Le daba en la nariz ese “bonito halago” no iba para él. Sobre todo por su cara de felicidad absoluta, su sonrisa boba y su hilo de babilla del amor que corría, por su barbilla, gritando “freedom yeah”. Al pelirrojo no le hacía mucha gracia despertar a su amigo en un estado así, pero sus sobeteos habían pasado al torso y se estaba empezando a sentir violado

 —Ryota—zarandeo suavemente al base—Ryota—y este seguía fantaseando en el mundo algodonesco de los sueños—¡Ryota!

 —¡Miyagi presente, señor si señor!

 —No te has dormido en clase

 Miyagi resopló con una lánguida expresión en sus ojos cansados— ¿No me digas?—frunció los labios en un gesto de resquemor. Recordaba toda la fantasía onírica—Si he dicho algo indebido no quiero saberlo

 —Ryota… —el pelirrojo no sabía por dónde empezar—Tú no estás llevando bien lo de Ayako

 Miyagi bufó—He dicho que no quería saberlo—luego cambió el tono. No quería echar la bronca al pelirrojo, total él no había hecho nada malo. Solo preocuparse—Lo estoy llevando, ¿ok? Normalmente todo el día tengo la cabeza tan ocupada que no me paro a pensar en ella pero tanto control no llega hasta mi subsconciente

Hanamichi acarició la rizada cabeza de su amigo con dos palmadas afables. Este a su vez miró a Hanamichi con los ojos entrecerrados— ¿Esta es tu venganza por escuchar algo indebido? No creo que sea peor que escucharme recitar los veinte poemas de amor hasta las tetas de tequila

Hanamichi rió de forma distendida. Aquel trabajo de lengua española les paso factura más que un par de tardes tirándose de los pelos en la biblioteca de Kanagawa —No, lo peor fueron los veinte poemas y la canción desesperada

 —Ya, lo que pasó es que tú, entonces, aún guardabas tu oscuro objeto del deseo en el más secreto de los secretos. — Miyagi comprobó que Koshino estaba roncando—Entonces, ¿Qué le dirías a Rukawa?—Ryota imitó la voz del pelirrojo para comenzar a recitar—“Me gustas cuando callas por que estas como ausente” (11)

 —No te pases

Pero el descafeinado tono de la respuesta puso la mosca detrás de la oreja a Ryota— ¿Y hasta ahí has llegado?—un suspiro monesco se interpuso entre los chicos— ¡Ah! Te está llevando por la calle de la amargura

 —No es eso, es que… creo, creo… que no sé cómo voy hacerle hablar, o hacer que confié en mí. He aprendido a tener paciencia, pero no creo poder controlarla. Y menos cuando sé que le gusto, aunque sea un poco

 Doblegado por las dudas y la inquietud, todo el cuerpo de Hanamichi se tensaba agitado. Pasó su mano por sus cortos cabellos pelirrojos mirando al vacío, perdido en sus pensamientos hasta que escuchó la respuesta de su amigo.

 — De verdad tío, lo siento, pero no tengo ni pajolera idea de cómo ayudarte

 Hanamichi miró a Ryota rozando la incredulidad. Al cabo de un rato resopló— ¿Sabes de qué tengo ganas?

 — ¿De qué?

 Hanamichi canturreo una conocida melodía—Vivir así es morir de amor

 — Estas de coña, ¿no?

 —Por amor tengo el alma heridaaaaaaaaaaaa, melancolíaaaaaaaaaaa

 Las mejillas de Ryota se hundieron formado sendos, y divertidos, hoyuelos. De perdidos al río, se unió a su amigo entonando en voz baja pero rítmicamente animado. Ambos se quedaron flipados cuando otra voz conocida en al siento delantero comenzó a cantar. ¡Kiyota!

 Ahora el dúo dinámico se había convertido en un trío de recién desespero

 Kiyota, unas líneas melódicas después, se apoyó en el respaldo del avión, colocándose de capa superheroica la manta que las azafatas habían proporcionado a los viajeros. Se levantó, muy dignamente, girándose para mirar al otro par y siguió cantando sacándose la letra de la manga, repitiendo la misma tonada. Parecía que la nave aérea fuera un escenario y él estuviera solo ante el peligro para entretener al selecto público— ¿Qué fue de aquel de quien estabasss enamoraoooooo?

 Hanamichi se quedo ojiplatico. ¿Qué letra era esa? ¿Qué le había dado a Kiyota? ¿Era posible que estuviera soñando? Y si no… ¿Por qué Dios no le hacía un favor, tiraba un rayo al avión y acababa perdido solo con Rukawa en una isla griega? Claro que, todo comenzó a tener sentido cuando Kiyota empezó a dar cabezazos hacía la posición de Rukawa. ¿Acaso el mono salvaje estaba loco? Ryota le contestó, cantando también, ¡faltaría menos!, continuando como si se tratará de una canción ya inventada y no un patinazo neuronal provocado por el sueño, el corazón roto y la gilipollez momentánea del mono salvaje—No es momento, no es lugar para una repuesta másssssssssss

 —¡Bravo ragazzo!—Un orondo y bigotudo viajero, con sospechoso gusto por las arias, se levantó de su asiento aplaudiéndoles todo emocionado

 Ante una mirada de advertencia del Sr Saito que les congeló en el asiento, decidieron terminar la improvisada función

Kiyota susurró—Luego hablamos—se sentó en su asiento de nuevo, tan solo para saltar y darse la vuelta de nuevo—pero prométeme que vas a darlo todo

 —Mono salvaje, para ya… ¡esto es incomodo coño!—Hanamichi, con toda su vergüenza, de Tensai, no sabía dónde meterse. Desvió la mirada solo para mosquearse porque Ryota estaba colorado de aguantarse la risa

 Miyagi, tropezó con las palabras entre sus carcajadas—Tranquilo, hay un factorcillo de nada que no te has percatado con esto de Rukawa… ¡Volamos a Grecia!

 

 

«¿Qué está pasando?» Rukawa tiró de sus auriculares, con un felino movimiento de muñeca, desenganchándolos de sus orejas súbitamente. Se había quedado dormido con tal no de no tener que aguantar las parloteadas de Sendo. ¡Ese tío! ¿Por qué no se metía a predicador? Y ahora, algún idiota estaba cantando o eso le pareció escuchar. Apoyó su morena cabeza en el asiento que tenía delante, de esta manera, tenía libre para ver a Hanamichi. Estaba gesticulando como el do´aho que era y sus mejillas parecían dos manzanas rojas a punto de caerse del árbol. Sendo tenía razón: se veía adorable. Rukawa se revolvió incomodo y se giró sobre su asiento, para volver a hacerse el dormido. Agotado de ver en negro, abandonó sus ojos al color crema de la persiana de la ventanilla del avión. Mordió su labio inferior haciéndose daño. Todo porque estaba aturdido por tener un pensamiento tan cariñoso hacía Hanamichi.

Confundido de cómo quería verle, intentó tomar el timón de sus pensamientos. Era tarde para dar un paso hacia atrás, sabedor de que no podía borrar al pelirrojo de su cabeza, desde mucho antes del momento que confirmó su aceptación de algo entre los dos. Todo ello se entrecruzó con un recuerdo de secundaria. Cuando ellos dos comenzaron a tratarse con cordialidad. Al principio el pelirrojo le recordaba todos los días y a todas horas de que se trataba por el bien del equipo, pero cuando ya tuvo más confianza con él, Hanamichi le avasalló con una pregunta. Es como si le estuviera escuchando ahora. «Zorro, ¿A ti te gusta Haruko?» En un primer momento ni recordaba quien era por el nombre completo. Esa niña, por mucho que se metiera a manager después del primer torneo nacional, no le había llamado la atención mas que cuando hacía su trabajo. Después de aquella pregunta, supo que al pelirrojo le había interesado esa chica. Aunque aún no entendía que tenía que ver que le preguntara si a él le gustaba. Pasaba del género femenino. No tenían mucho lugar en su vida, exceptuando la honrosa opción de Ayako. Fue una buena manager. Solo recordaba otra conversación entre chicas, precisamente hablando del do´aho. Las escucho en la terraza del instituto. Una de ellas, decía que era más bien del montón, otra que su cara le daba miedo y había la última, que le defendía diciendo que “que mas daba si le ponías una bandera y todo por la patria”, que con el cuerpazo que tenía se lo tiraba. ¡Las había odiado! Sobre todo, cuando esta última, empezó a enumerar los fuertes brazos del pelirrojo, que si su torso musculado, que si su tableta de chocolate…. ¡Qué bobas! Hanamichi era mas que un cuerpo. Hanamichi era guapo, verdaderamente guapo. Sus ojos eran autenticas moradas donde sentirte protegido, sus labios mullidos daban ganas de morderlos, la expresión de su cara indicaba que tenía una energía inagotable para todo tipo de cosas. Ahora, si que Rukawa se mordió el labio con razón. Él no pensaba en ese tipo de cosas. Al menos no hasta ahora, pero se estaba dando cuenta porque había odiado a esa última niña: la comprendía demasiado bien, pero él no necesitaba ninguna bandera.

 Hanamichi, en ocasiones, parecía peligroso, pero las alarmas se encendía en ese nivel de alerta proveniente de alguien que en cualquier momento puede comerte entero y tú disfrutar de ser su plato principal.

Las piernas de Rukawa se revolvieron molestas, avisándole de que tenía un deber de parar de pensar alabanzas sobre el pelirrojo o en menos de lo que cantaba un gallo iba a tener una notoria protuberancia en las piernas.

¡Mierda! Si hasta ahora no había paseado por esa acera, era porque sabía que no se merecía al pelirrojo. Cuando eran jóvenes, se veía atraído hacía él pero, ¿eso no era amistad? Hanamichi había sido su primer amigo en serio y él…. Dios… ¡No esto no tenía nada que ver con Dios! ¿Esto estaba bien? ¡No! ¿Cómo se supone que va a ser algo tomando a bueno cuando puede ser una fuente de problemas enormes para los dos?

Rukawa cerró los ojos con fuerza. Necesitaba dormir, otra vez. Pero no podía, solo tenía unos labios mullidos moviéndose en su cabeza acercándose peligrosamente hacía él. Y ya era consciente de que el rojo significaba peligro

 

 

Y así, unos cantando, otros dormitando, unos poniéndose al día y otros confesando secretos a la nada, aterrizaron en el país heleno.  Donde un autobús les llevó al hotel, bajo atenta vigilancia de que no montaran una nueva función, honor al mítico lugar donde se encontraban.

Entre tanto, el zorro, sentado, como siempre, en la parte de atrás del autobús no dejaba de cavilar y dar vueltas, vueltas y más vueltas a lo mismo. ¿Realmente estaba tomando la decisión correcta? Dejó caer su frente en el cristal, mirando por la ventana del vehículo. El país le parecía un granero tostado. Lo primero que había sentido era el sol dándole en la cara. Arrugó un poco la nariz, el sol le gustaba, así podía ir en bicicleta todo lo que quisiera, sin la sombría amenaza de un aguacero. Y si, era la resolución adecuada. Un bicho de nombre celos, le comía las entrañas con solo pensar que Sendo dormía en la misma habitación que Hanamichi. ¿Le daba igual las consecuencias? ¿Eh? No se había parado a pensar eso… ¿Desde cuándo tomar decisiones era tan difícil? Hace un par de días su vida era tan sencilla, solo había un objetivo: ganar en el baloncesto.

—Chicos, hemos llegado. Todos a recepción, les daremos las llaves de sus habitaciones

—Me meooooo

Salieron unos cuantos en tropel para el baño. Entre ellos Sakuragi y Ryota que cuando volvieron se encontraron con que ya estaban las habitaciones repartidas y el cuerpo técnico les encomendaba a que no perdieran tiempo en instalarse.

Hanamichi subió siguiendo a Sendo como un perrico. Mientras, el erizo iba partiéndose la caja. Ryota tampoco entendía nada, él solo iba tras Rukawa, su compañero de cuarto.

Cuando llegaron a la puerta de su nuevo cuarto, Sendo abrió, se metió dentro, pero cuando comprobó que Sakuragi le seguía le puso la mano en el pecho deteniéndole, parecía que hubiera estado ensayando el momento. El pelirrojo alzó una ceja insidiosamente

—Te dejaré elegir cama a ti antes, pero déjame entrar erizo

—No—Sendo se relamió los labios, en un intento de aguantarse una risa totalmente maligna y maquiavélica—Roncas como un elefante pasado de carajillos, así que he pedido un cambio de cuarto

— ¿Qué?

Hanamichi viró hacia Ryota, ¿acaso el sabía? No lo parecía porque tenía una cara de descolocado total—Akira…

—Si, así es Hanamichi, asúmelo, solo hay una persona que puede dormir aguantando tus ronquidos y amablemente me ha permitido cambiar de cuarto con Ryota

El corazón del pelirrojo comenzó a palpitar. ¡Más madera, que la caldera se está poniendo a tope! Ay, ay, ay, que le iba a dar algo. Si sabía que dos más dos eran cuatro. Si ahora Ryota iba a compartir cuarto con Sendo, entonces, entonces,…. ¡AY! ¡EL COMPARTIA CUARTO CON RUKAWA!

Se puso a saltar, en medio del pasillo, eufórico perdido. Contagiando con sus piruetas de mono a Miyagi y Sendo, que se alegraban por su pelirrojo amigo. Rukawa salió del cuarto apoyándose en el quicio de la puerta. Observando la escena con la estupefacción bailando secretamente en sus ojos. ¿Qué estaba haciendo esa panda de idiotas. Habló con su voz gélida habitual

— ¿A qué esperas para pasar do´aho?

Hanamichi se puso marcial— ¡Si!

Cogió su equipaje y se despidió de sus amigos como si se metiera en el humo de lluvia de estrellas. ¿Saldría esta vez convertido en un imitador de Camilo Sexto?

Ryota y Akira le devolvieron el saludo, como dos mamás orgullosas. El erizo se inclinó hacia Miyagi—UST a la mierda

El base enarcó una ceja. No tenía ni idea de a qué venía eso— ¿Perdona?

Sendo guiñó un ojo al chico mientras entraba en su habitación—“Unresolved sexual tensión” a la mierda…

— ¿Estás diciendo….?

Sendo terminó las palabras de Miyagi—Estoy diciendo que “Rufguagua” lo va a pasar mal, muy pero que muy mal…

Sendo rió maquiavélicamente mientras cerraba la puerta de su cuarto.

 

 

Cuando dejó la maleta encima de la cama se empezó a poner nervioso. «Calma, Hanamichi, calma. No hay peor que hablarse a uno mismo es de locos… ¡mierda!» Se estaba acordando del regalito de Yohei. Los colores subían a su cara. Tenía que pensar en otra cosa, otra cosa, por favor, sexo no. ¡Ay! Iba a dormir con Rukawa, ¡ay! Iba a ver cambiarse a Rukawa, ¡ay! Podía quedarse toda la noche hablando amorosamente con Rukawa. Hanamichi, con los ojos lagrimosos, miró al cielo como un borrego agradecido. «Gracias señor, ¡gracias!»

Rukawa seguía tan arisco, igual que hacer un par de segundos, cuando convidó al pelirrojo a pasar al cuarto. Tragó una bola de saliva. ¿Le estaban temblando las manos o se lo estaba imaginando?  ¡Joder! Ahora con la presencia del do´aho allí no estaba muy seguro de que lo correcto fuera haber aceptado el acuerdo concertado con Sendo. Fijó su mirada en la moqueta. Rojo vivo, como el cabello de su fuente de inquietud.

Sakuragi poseía la facultad de ponerle nervioso y a solas doblemente nervioso. Su mirada anhelante le hacía quedar en suspenso, esperando una pista de lo que necesitaba el do´aho de él para no decepcionar su ansías.  Su frente se frunció de manera suave al notar, que un inconfundible calor humano invadía su espacio personal. Olía a madera. Ámbar. Cálido. Alzó la cabeza y entreabrió los labios en un gesto de consciente asombro al encontrarse, en apenas milímetros de espacio, con una mirada de dulce chocolate y unos labios gruesos que le gratificaban con un suave aliento. Antes de que pudiera pensar en lo que estaba sucediendo, los saboreo vivamente en su propia boca.

«¡Do´aho!»

Si, no tenía que gritarse su apodo para creérselo: lo estaba besando. Aunque la frase que describiría el acto literalmente sería: Hanamichi Sakuragi estaba comiendo la boca a Kaede Rukawa.

Y el zorro, sumido en un agradable estupor, no era capaz de cerrar los ojos. Parecía que los párpados se le habían quedado pegados con pegamento extra fuerte en el preciso momento que sintió la recta de la nariz del pelirrojo rozar su misma prominencia y los carnosos labios entrechocar con los suyos. Una vez lo apodaron el rey del hielo, pues bien… ¡ni derretirle ni leches! Lo que habían conseguido era congelarle.

No podía, no era capaz de pensar. El pelirrojo lo estaba devorando de una manera que no iba a olvidar por mucho que tratara. No porque fuera su mitificado primer beso, que no lo era, si no porque los labios del pelirrojo le turbaban de manera increíble e inexplicable, colapsando su centralita cerebral. Miles, numerosas llamadas, anhelaban captar su atención, hablarle sobre la ternura, describiéndole el deseo, murmurando sobre la adoración . ¡Esto era mcho más de lo que hubiera llegado a creer en el avión!

¿La boca del do´aho era de fuego igual que su pelo? ¿Por qué su estomago parecía una lavadora en plenos labores de centrifugación? ¿Y que se supone que debía hacer él? Solo… solo se había quedado ahí, plantado, como un pasmarote con los ojos bien abiertos contemplando como Hanamichi se veía deliciosamente apetecible al más escaso de los espacios y sintiendo como sus labios eran un huracán húmedo que le estaba robando el aire.

«Yo….yo… ¡no sé que hacer! Esto es… demasiado… ¿Por qué? ¿No tuve bastante con dos besos robados? ¿Y ahora el do´aho? ¿Tan poco de fiar soy como para esperar a que yo quiera dar un beso o sólo soy un objeto de deseo cualquiera?»

La experiencia besuqueadora del zorro se limitaba a un beso afanados vilmente, con complicidad del factor sorpresa, por parte de una fan y una chica borracha en una fiesta universitaria. Dos usurpados y como no hay dos sin tres, el do´aho se había apropiado de sus labios reclamándolos para sí. La conclusión de esta idea, despertó a Kaede, hiriéndole dolorosamente, haciéndole sentir invadido. En medio de la tormenta de su confusión, mpujó a Hanamichi, con las fuerzas mermadas, sin mediar palabra, y salió del cuarto.

El pelirrojo se cagó en su impulso

¡Ay! Rukawa le iba a ver empalmado por que no lo iba a poder tocar ni con un palo ¡Ay! Iba a dormir cada uno en su cama. ¡Ay! Iba a ver cambiarse a su imaginación, ¡Ay! Iba a quedarse toda la noche llorando por Rukawa. Hanamichi, con los ojos cagandose en San Pito Pato, miró al cielo como un borrego abandonado. «Gracias a mi mismo, gracias, ¡por cagarla!»

 

 

Notas finales:

Aclaraciones:

(1)    Un segway es un vehículo de transporte sobre dos ruedas que puede que hayáis visto utilizar a algún vigilante de seguridad lorzas, creyendo que provoca envidia por el centro comercial por el mero hecho de no ir a pie (mis palabras no desprenden ironía, noooo, que vaaaaa )

 

(2)     El profesor Layton y el Cooking Mama son dos juegos para la consola pórtatil de Nintendo, el primero trata de resolver misterios a base de puzles y el segundo tienes que cocinar deliciosos platos. Ryota se lo pasa pirata :D

 

(3)    Radiohead es un grupo de rock inglés,formado por Thom Yorke (voz), Jonny Greenwood (guitarra principal, piano, ondes Martenot, toms, viola, armonica, sintetizador,teclado, otros instrumentos), Colin Greenwood (bajo, sintetizadores), Phil Selway (percusión) y Ed O'Brien (guitarra, segunda voz)

 

(4)     Los versos pertenecen a la canción de Radiohead, “True love waits” y dicen así:

 

Y el amor verdadero espera

En áticos encantados

Y el amor verdadero vive

De piruletas y patatas fritas

 

(5)     Estas líneas son de “Moon on the water” de los Beat Crusaders, un grupo japonés que llegó a la fama por participar en la BSO de la serie animada “Beck”.

 Qué idiota

yo no sé el nada sobre el mañana.

Lo que me gustaría ser

 Ah...

 Yo era tonto

No podía dejarme marchar

Incluso aunque yo sienta

 el final.

 

(6)    Koda Kumi es una cantante japonesa

 

(7)    Una kunoichi es el nombre que reciben las ninjas femeninas

 

(8)    Sarita Montiel… ejem, dudé hasta el final de meter referencias españolas, pero me salió solo (todo por imaginarme a Sendo poniendo los morritos “sepsis” de Sara). Para quien no sepa quien es, se trata de una actriz española de la época del hambre, actualmente una reliquia.

 

(9)    Otra igual, pero me venía como anillo al dedo: Marisa, Vicenta y Concha son tres abuelas cotillas que formaban parte de la serie “Aquí no hay quien viva”. Nada escapaba a su red de información conocida como Radio Patio (quien es quien?)

 

(10) Ahora y durante el párrafo anterior, Sawakita se estaba refiriendo a la teoría triangular de amor de Robert Sternberg que caracteriza el amor en una relación interpersonal según tres componentes diferentes: intimidad, pasión y compromiso

 

(11) “Me gustas cuando callas porque estas como ausente…” es el comienzo del poema nº 15 de Pablo Neruda, correspondiente a la recopilación: “20 poemas de amor y una canción desesperada”

 


¿Qué tal? ¿como han estado? A mi el tiempo se me ha pasado volando. Hay mucho Sendo en el capítulo, pero espero compensar al final con el esperado (creo yo...) primer beso.

Muchas gracias a Roo-Uchiha, wreck y Mar por sus reviews *_*. Respecto a esto, tengo un anuncio que hacer... ¡entre fanfiction y aqui he pasado de 100 reviews! GRACIAS! Os lo agradezco un montón y por eso, me gustaría que os pasarais por aquí (tralará, tralará...) Creo que puedo prometer que no os arrepentireis...

¡Besos y hasta el mes que viene!


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