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Capitulo 7: Tamaños y verdades

En ese preciso instante en que el cuerpo traspasa la barrera onírica de vuelta al mundo sensorial. Kaede Rukawa sentía como todo su sistema locomotor intentaba ponerse de nuevo en marcha, pero había una escisión. El sistema nervioso se oponía a despertarse por completo.

Se sentía muy a gusto dormitando. Hacia tiempo que no experimentaba tanta lánguida placidez al dormir, ya que en brazos de la oscuridad no suele conciliar el sueño, de ahí, que de día, se quede dormido en cualquier parte.

Sin embargo, esta noche, a reposado perfectamente, con un sueño profundo y sin sobresaltos. Por ello se resiste a abrir los ojos y dejar que esa sensación de calidez, que ha tenido durante su descanso, desapareciera.

Pero su reloj biológico se queja porque sabe que es hora de recibir la nueva jornada. Puede notar el golpe suave de los rayos de sol en su cara, como una paternal caricia por parte de las manos de Lorenzo, que hace que su cuerpo se vaya descubriendo a la luz, dándose cuenta de la reconfortante sensación, que creía producto del sueño, sale de su mano.

Abre los ojos pesadamente. Se incorpora con lentitud con la mayoría de sus sentidos aún en la inconsciencia. Nota, extrañado, el peso que carga sobre sus piernas y su mano atrapada ¡¿por otra mano?!

Kaede tiene la mente en blanco de la sorpresa. No puede procesar absolutamente nada, después de salir de su somnolencia y lo primero que se encuentra es a Hanamichi Sakuragi, profundamente dormido, tendido sobre sus piernas y sus dedos entrelazados a los suyos.

¿Todavía estaría soñando?

¡No!. Le gritan todos sus sentidos. Es real. Hermosamente real. Tanto, que ve como su pecho sube y baja rítmicamente, que puede percibir el tacto suave y caliente a través de su mano, que el almibarado aroma que desprende se cuela por sus fosas nasales llevando un mensaje a su cerebro

Le parece recordar esa intensa fragancia, pero su memoria lo ha enterrado en lo más profundo del subconsciente. Sin embargo, no le importa.  Acaba de darse cuenta de que le gusta recrearse en observar sin reparos a ese antiguo pandillero convertido en un ángel de la guarda a sus pies

Es extraño. Todos sus sentidos están pendientes de cualquier estimulo que proceda de Sakuragi. Cada inhalación, cada exhalación, cada pequeño movimiento, cada ínfimo gesto.

Ahora siente un placentero calor que nace en su estomago, ¿podría ser gratitud? Está terriblemente confundido, pues si solo fuera un sentimiento de agradecimiento, su corazón no le golpearía el pecho de esa manera tan salvaje. Se siente perdido. Es algo que no había experimentado nunca antes, así que es incapaz de definirlo 

Lo único que reconoce con exactitud es que ver al pelirrojo de esa manera le enternece de una manera que nunca hubiera imaginado

Su mano se movió impulsada por un resorte anímico que procedía de los más profundo de su interior, pasando, tímidamente, por los cortos cabellos rojizos. Era más suave de lo que imaginaba. Las hebras de pelo le cosquilleaban en la palma de la mano. Las comisuras de su boca se ensancharon levemente hacia arriba

No tenía muy claro si realmente el pelirrojo conocía su mayor vergüenza, pero ahora creía que la actitud de Sakuragi para con él no era un juego,  y tampoco podía negar que le gustaba sentirse merecedor de ese trato

Pero esos sentimientos acarreaban algo que no quería que saliera a la superficie

No quería padecer, no deseaba sufrir. Despertarse y descubrir que esa visión sólo era un espejismo en el melancólico y vasto desierto que era su existencia

—Kaede

¿Cómo? Sakuragi lo había mencionado en sueños ¿o acaso ha entendido mal?

De improviso sonó el estridente ruido del despertador alarmando sus divagaciones. Sakuragi ni se inmuto dejando al zorro asombrado al ver el sueño profundo que tenía el pelirrojo

Viendo como apenas quedaban cuarenta y cinco minutos para el entrenamiento matutino, le zarandeo un poco tratando de despertarlo

—Cinco minutos mas, mamá— protestó el bello durmiente que continuo con los ojos cerrados arrugando la frente y acurrucándose mas en las piernas del moreno

A Rukawa se le escapo una risilla y con su mano libre, acomodo, ahora sin miedo y con delicadeza, el rojo flequillo rebelde sobre la bronceada frente

Sus ojos no se apartaban del pelirrojo ¿Qué iba a hacer? Se sentía resquebrajarse en dos cada vez que comparte tiempo y lugar con Sakuragi.

Dudas, vacilaciones y más contradicciones se sumaban a aquello que le hacía sentir.

Y todo porque él recelaba de experimentar. Sabia por experiencia que sentir era abrir una puerta al dolor.

Había conseguido llevaba una vida cómoda desde que dejo Kanagawa atrás. Protegiéndose a si mismo de las emociones externas, pero Sakuragi conseguía ponerlo todo patas arriba con su mera presencia. No comprendía porque, tal vez fuera por su carácter excesivamente abierto. Y es que aquello que podía discernir entre las sombras de la confusión era que se sentía muy bien con Hanamichi al lado, pero también tenia un miedo visceral.

Una aprensión angustiosa le quebraba expandiéndose por todo su interior. Se sabía consciente de que su vida era como habitar dentro de una casa, oculto y resguardado del resto del mundo. Pero sus paredes son de un débil y frágil cristal. Estas se estaban resquebrajando al contacto de un elemento exterior que en ese preciso instante le había atrapado.

Tiene pánico porque no sabe lo que hay detrás. Teme a lo desconocido. No puede quitarse de encima la sensación de estar al borde del abismo. Y lo último que desea es volver a refugiarse solo en los escombros si la casa se derrumba.

Pero ver a Hanamichi tan dócil y amable, no hace mas que considerar si realmente quiere traspasar el umbral. Podría ser...  porque sabe que su corazón no le miente y esas sensaciones no son nuevas. Tal vez... si fuera de su mano se arriesgase a salir.

El ruido producido por la puerta del baño cerrándose abruptamente le sobresalto haciéndole dar un breve respingo que afecto al bello durmiente que yacía en sus extremidades inferiores.

Había estado tan absorto en Sakuragi que se le había olvidado completamente la existencia de su compañero de cuarto que por lo que acababa de comprobar se encontraba en el aseo

Hanamichi se incorpora, frotándose los ojos, en un ademán somnoliento, con la mano libre

Al principio no entiende muy bien donde se encuentra sintiéndose algo perdido en su ubicación

Cuando su retira enfoca correctamente y ve que delante tiene a la persona que da sentido a su vida, le viene a la mente todo lo sucedido la noche anterior. Sabe que esta perdido. Hasta ese momento había ahogado los impulsos de robar un beso a Rukawa, pero esta vez el deseo le aguijonea las entrañas. Y todo debido al aura de calidez que emanaba de su zorro.

Desconocía el porque, tal vez era por el color anaranjado de las cortinas que teñían la habitación y se reflejaba en la tez clara, o era esa apariencia de niño perdido que le confería el recién despertar y ahora lo comprobaba como espectador de lujo.

Su interior le gritaba que necesitaba resarcirse de esa calidez y hacer que se propagara desde su boca hasta el resto de su cuerpo como una fogosa llamarada

Kaede se agitó levemente. Un placentero escalofrío le recorrió la columna vertebral al sentir el tacto manso de los dedos de Sakuragi acariciando los suyos con parsimonia. Cada vez que percibía la viveza de la carne ajena su respiración se aceleraba.

¿Cuánto tiempo llevaban observándose como si no hubiera nada más? ¿Cuánto tiempo llevaba bombeándoles el corazón de tal manera que les hacia sentir mas vivos que nunca?

Ninguno lo podría decir, pero uno tenía presente su futuro y otro su pasado ¿habría un punto donde convergieran los dos en paz?

Hanamichi no apartaba sus ojos de los resecos labios de Rukawa, tan solo inclinándose podría humedecerlos con los suyos. Se fijo en el lacio pelo despeinado, no tenía que hacer nada más que levantar  su brazo y colocar los mechones azabaches en su sitio, su mano bajaría hasta la nívea nuca y atraería al pálido muchacho hacia si.

El moreno decidió que era suficiente. Le agobiaba la intensa mirada que le pelirrojo le dedicaba. El pánico hizo acto de aparición. No estaba preparado para que la situación se le fuera de las manos. No sabe que decirle ¿saludarle? ¿O actuar como siempre: llamarle torpe y decirle cualquier ironía?

Simplemente hizo un claro ademan, retrayéndose, queriendo liberar su mano, sin embargo Sakuragi la tenía fuertemente aferrada.

Un suspiro sale del pelirrojo, se acaba de dar cuenta, en esa extraña situación, de que su vehemente amor ha asustado a Rukawa. Quiere arreglarlo—Bu... buenos dias— pronuncia como puede, intentando no ruborizarse y sintiendo como los azules ojos de Rukawa le traspasan como el agua al papel

Kaede nota como su compañero parece mas tranquilo y el también se relaja. ‹‹ ¡Que estúpido!››, piensa    ‹‹ me he asustado por algo inexistente››. ¿Y ahora que iba a hacer? Esta claro: reponer su gélida actitud y echar a Hanamichi Sakuragi de su cuarto.

Pero algo le para y desconoce que es. El rubor se instala en sus mejillas al sentir que sus ojos color chocolate con leche se están fundiendo cuando, de nuevo, se pusieron en contacto con los suyos

—¿Me devuelves la mano Sakuragi?—Balbucea Rukawa. ¡Dios! Como poder obviar sentirse reflejado en esos ojos tan hermosos si sentía que encendían un botón oculto en su corazón que hablaba en murmullos que no eran inteligibles para su cerebro

—Si, si— asiente el pelirrojo azorado— Solo que anoche parecías tener una pesadilla y yo...

¡No se lo podía creer! ¡Hanamichi preocupado por él ¡.Viéndole mover  sus manos en esos toscos aspavientos tan característicos suyos, intentando hallar una manera de explicarse que fuera hilando palabras y construyendo frases coherentes, el benevolente sentimiento crece a pasos agigantados.

— ¿Te acuerdas de anoche?— oyó decir al pelirrojo

Kaede lo miro, mostraba un gesto impaciente y ahora fueron sus iris azules los que se clavaron en los castaños. Notó como su cuerpo se estaba empezando a derretir.

— ¿De cuando me invitaste a cerveza?

El pelirrojo lo miró expectante como si esperara algo más

—Después— dijo Sakuragi, mas explicativo— Sendo nos llevo a una discoteca

Si, lo recordaba. A Fukuda exhortándole a beber. A Ito y los demás dando buena cuenta del ronmiel. El tampoco puso reparos. Quería olvidar. Dejar atrás lo que le venia a la mente cuando estaba el pelirrojo cerca

Y a partir de ahí recuerda retazos, todo se vuelve borroso y le molesta porque intuye que se ha olvidado de algo sumamente importante

— ¿Hice algo?— pregunta Kaede intentando que el temor no se filtre a través de su voz

La mirada del pelirrojo se empaña y esboza una sonrisa sin ganas

—No, solo te traje a la cama. Te quedaste dormido zorro– le aclara el pelirrojo una parte de la verdad—será mejor que me marche a mi cuarto

Hanamichi le dio la espalda a la cama, rumbo a su habitación. Estaba desolado. Como era posible que estuviera a su lado y a la vez le sintiera tan lejos. Cada aproximación que hacia le sabia inútil. La sensación de sentir a Rukawa inalcanzable le destrozaba el corazón.

Justo antes de tomar el picaporte escucho algo

—Gracias Sakuragi

El pelirrojo se volvió. Su corazón latía rápidamente reaccionando a una palabra, aferrándose a la esperanza. Y más con la mirada que le devolvió el zorro. No había ironía, no había reproche, era una mirada limpia

—No hay de que. Sabes que soy tu amigo—le dijo el pelirrojo saliendo de la habitación conteniendo la  emoción

“Amigo”, fue el vocablo en el cual pensaron dos cabezas. Pero si una morena, que estaba más que descentrada, no podía negar que le había gustado que Hanamichi se definiera como su amigo. Mientras, el pelirrojo se tiraba de los pelos por la ocasión perdida. Aun así no se le quitaba la imagen de Rukawa agradeciéndole

Una rendija de luz en un muro que creía opaco

—¡¡Soy un genio!!— Exclamó alborozado Sakuragi con los brazos en alto volviendo a su humor habitual

—Me parece genial que te pongas a bailar claqué en el pasillo pero como sigas así llegaras tarde a entrenar—oyó que le decía Sendo apoyado cómodamente en la puerta del cuarto que compartían

—¡¡Puercoespín!!— Sakuragi dio dos zancadas en su dirección colocándose enfrente de él con una alegría inusitada. Le plantó sus grandes manos aplastándole las mejillas y haciéndole fruncir la boca—¡¡Di que soy un genio!!— Le pidió animosamente

—Eref un fenio—obedeció, pronunciando con dificultad y en un tono desconcertado por el comportamiento de su compañero

El pelirrojo le soltó, colocando los brazos en jarras y riéndose estruendosamente. Se metió sin mas en el cuarto cerrando la puerta. Dejo a Akira en el pasillo que miraba el rastro del pelirrojo con gesto pesaroso

Al ver que Sakuragi no regresaba, temía que hubiera pasado la noche con Rukawa y que hubiera sucedido algo entre ellos. Le costo conciliar el sueño, dando vueltas en la cama sobre lo que quería del amor y de Sakuragi en concreto. Replanteándose todo. No había llegado a nada con precisión, tan solo quería disfrutar de conquistar al especial pelirrojo. ¿Pero era una excusa suficiente?

Y después de ver como el humor de su compañero de cuarto cambiaba al júbilo absoluto con tan sólo pernoctar con Rukawa, estaba seguro de que los sentimientos de Hanamichi debían de ser mas profundos de lo que imaginaba 

Podía perder una batalla pero no la guerra, sentenció para sus adentros, pero... ¿realmente merecía la pena? Sabía que las emociones  que le inspiraba el pelirrojo, eran perfectamente definibles con un “me gustas” y eso distaba mucho de “un te quiero”. Pero le atraía demasiado ¿o era el amor que era capaz de sentir el muchacho lo que le hechizaba?

Lo que el no sabía que los días precedentes iba a comprobar la verdad del tamaño de sus emociones

 

Después de un desayuno silencioso donde se podría leer el cansancio en la cara de los jugadores de la corta, pero intensa, noche de juerga. Ryota se quedo rezagado con Sakuragi atrás aposta, cuando ya terminado de comer fueron para el gimnasio

—Enhorabuena campeón— le palmeo la espalda con suavidad el base

Sakuragi no entendía a que venia la felicitación, así que se limito a poner cara de incomprensión

—Lo vi todo, no te hagas el distraído. ¡Lo de Rukawa!—Le dijo Ryota al ver que su amigo seguía sin comprender

— ¿Lo viste? ¿Esta mañana? —La mente del pelirrojo comenzaba a atar cabos— ¿qué viste? cuéntamelo todo

—Tendrá que ser después del entrenamiento —contesto su amigo, ya que prácticamente estaban aparcados delante de la puerta del recinto deportivo mientras sus compañeros ya estaban dentro.

Hanamichi entro refunfuñando por quedarse con la miel en los labios y Ryota riéndose de él

 

En el entrenamiento el aire destilaba dos palabras: cansancio y sueño. El alcohol se reflejaba en las ojeras que lucían todos los componentes de la selección japonesa juvenil, con la curiosa excepción de Sakuragi y Rukawa que parecían estar frescos como una rosa.

Mientras los bostezos se sucedían por doquier y esperaban instrucciones del entrenador.

—Creo que quedo lo suficientemente claro que aquí no estamos para ir de excursión— les regaño con tono severo el entrenador cuando hizo acto de aparición, dejándoles a todos pasmados pues ninguno tenia ni idea de cómo se había enterado, pero ahora eso era lo de menos.

—Entrenador—comedido, Sawakita se vio obligado a ofrecer una explicación

—No quiero excusas. Solo espero que entiendan que no son niños de primaria. He mandado al Sr. Saito a ultimar los detalles de su amistoso y que sepan que no saldrán al menos en lo que queda de concentración Y ahora a trabajar, póngase a correr hasta que diga basta. Y cuando termine quiero ver a Miyagi y Sawakita en el despacho

Totalmente desganados empezaron a dar vueltas. Se pudo oír decir a Kiyota por lo bajini dentro del pelotón, al rato de comenzar el ejercicio “o  boto o corro pero estoy matado”

‹‹Kiyota›› Hanamichi lo miro de reojo ‹‹ ¿de verdad siente algo por Jin o era fruto de alcohol? ¿Debía decirle que podía confiar en él? ››

— ¡dejad de dar vueltas! — ordenó Kurumada

Sakuragi estaba tan absorto que no oyó al entrenador y siguió corriendo, llevándose por delante a alguien

Al principio, fruto de la confusión del golpe, Hanamichi no tenia ni idea de quien era el dueño del cuerpo que estaba debajo de él, pero ese aroma zorruno era inconfundible y mientras sus oídos registraban las risas de los demás, no pudo evitar que el calor del sofoco le subiera a la cara.

Tumbado sobre Rukawa podía acaparar prácticamente el tamaño de su cuerpo. Sintiendo sus músculos firmes y su recta espalda. Temía que las hormonas empezaran a jugarle una mala pasada, porque anda que no había fantaseado sobre estar encima (y abajo, y al lado, y al otro) del ex nº 11 de Shohoku. Tantas veces que era imposible contarlas. Por supuesto, que no exactamente en esa manera y en ese lugar.

‹‹Mente limpia, mente limpia›› se repetía con sufrimiento para controlarse

Se aparto con cuidado y se dio cuenta de que había algo raro: ni un torpe ni un idiota o algo por el estilo había salido de boca de Rukawa, tan solo se comportaba de una manera más rígida de lo normal.

El pelirrojo le tendió la mano avergonzado y preocupado— Lo siento. ¿Te he hecho daño?

Las risas cesaron para dejar paso a los gestos de incredulidad

Kaede se quedo mirando fijamente la mano que le ofrecía el pelirrojo. Hanamichi aguanto la respiración, sintió como sus latidos se aceleraban y su mano empezaba a sudar. Percibía como si fuera a suceder algo crucial y ocurrió:

Rukawa aceptó la ayuda, aferrándose a su mano firmemente y levantándose del suelo  Quedaron frente a frente. La atmósfera especial entre ellos dos había vuelto

— Seguid calentando. Vamos a hacer ejercicios por parejas— dijo en entrenador Kurumada

Hanamichi buscó a Ryota con la mirada. No podía calmarse, su corazón iba a mil. Sin embargo una silueta se planto detrás de él y se dejo oír una voz en tono poco seguro

—¿Te pones conmigo Sakuragi?

A Hanamichi le temblaron las piernas de tal manera, nada mas terminar de procesar la frase, que creyó que se caería en redondo al suelo

—Claro zorro— pronunció como pudo dándose la vuelta

Si antes había miradas perplejas, ahora las mandíbulas de los presentes rozaban el suelo. El entrenador sonrío complacido

—Excelente— se acerco a los dos —Precisamente quería discutir una parte táctica del partido porque centrare la ofensiva en parte de su buen hacer. Ya me dijo Anzai que si se unían eran capaces de hacer grandes cosas

Las palabras de Kurumada llegaron muy lejos a oídos de Hanamichi. En su mundo solo existía un muchacho de penetrantes ojos azules que se internaban en su cuerpo produciéndole una sensación de vértigo en su estomago. Hubiera jurado que a Rukawa también se le puso la piel de gallina con el chispazo que se produjo cuando tomó su mano

Aparte del entrenador solo había otros pares de ojos que los observaban sin sorpresa, unos muy contentos y  otros, apenados, a los que su mente le gritaba que si diera cuenta de una vez. Ryota respiraba mas que aliviado, y con algo de envidia en referencia en su mala suerte con Ayako. Sendo prefería mirar a otro lado, negándose a reconocer lo que era evidente.

Tuvo oportunidades para aceptarlo antes de que se lo sirvieran en bandeja, ya que a raíz de que esos dos trabajaran juntos la táctica de ataque y durante los dos días siguientes a los que se celebraría el partido amistoso, se podía ver a Sakuragi y a Rukawa conversando, bueno mas bien el ex nº 10 parloteaba y el zorro parecía escuchar. Poco a poco los seleccionados asimilaron que esos dos viejos rivales podría comportarse como dos compañeros sin fisuras.

 

Fueron días en los que la concentración para ganar el evento deportivo lo inundo todo... bueno... todo no, sin duda ocurrirían sucesos interesantes y revelaciones inesperadas.

La primera tarde estaban relajándose en una gran sauna, todo el equipo con la excepción de un tatuado pelirrojo. Que seguro que se arrepentiría para los restos de no ver a Rukawa apoyado relajadamente contra la pared, en una esquina, afianzando su actitud solitaria, con las gotas de líquido corporal naciéndole en la frente y que se perdían por su impecable nariz, y su admirable torso cual cincelado en mármol pero con la viveza espléndida de la carne.  Con miles de gotas haciendo relieves por sus fibrosos músculos. ¡Hubiera muerto fulminado por exceso de deseo!

Los demás se sentían como pescadillas en aceite. Tan solo los ojos de Kiyota se rebelaban mirando furtivamente a su ex compañero de instituto, que para que negarlo: era una visión demasiado libidinosa

Sendo se comportaba de manera inusual. Cualquiera hubiera pensado que disfrutaría con el cuadro homoerótico que se le presentaba ante los ojos:

Un montón de hombres con formas atléticas, rasgos armoniosos (reconozcámoslo hay para todos los gustos) sentados en las bancas de madera. Tan sólo con una escueta toalla blanca recubriendo sus partes nobles. Completamente sudados, con los torsos sensualmente brillantes. Los cabellos pegados al rostro de la humedad. Muchos de ellos resoplando y jadeando por la alta temperatura del lugar... pero al único que observaba era a Miyagi como un periodista ávido de preguntas

Comenzaron a hablar distendidamente entre todos, comentando el tema de la salida de la otra noche y lo mal que se lo tomo el entrenador. Querían saber lo que les dijo a Sakawita y a Miyagi, pero parece ser que no fue nada grave

—Yo nunca le he visto así— repuso Jin— menos mal que el Yakuza estaba fuera, que con la cara de rottweiler que tiene nos hubiera mordido a todos

—Si—afirmo Koshino— menos mal que al entrenador se le ha pasado el enfado y no dijo nada al Sr. Saito

—Pues yo lo que celebro— continuo Kiyota cambiando de tema— que Sakuragi le diera un cabezazo a Fukuda. Porque si no si se hubiera puesto en plan plasta “alabadme mas”. No le hubiera aguantado ni su madre ¿de verdad se parece a Ryota? Joder, entonces no me extraña que hayas salido mas feo que Michael Jackson

Kicchou se enfado, levantándose y poniéndose en pose Superman—¡pero que dices tío!, si yo soy una obra de arte ¡y con mi madre no te metas que te avío!

—Si, por supuesto— habló Ryota en tono jocoso— de arte abstracto. Ahora sé que hay algo peor que verte en gayumbos. ¡Verte sudado con una toalla!

—Habló el del tatuaje— se defendió Fukuda —Por cierto ¿dónde está ese mono de Sakuragi?— cayó en la cuenta

—Miyagi—terció Sendo de forma capciosa— ¿es cierto que Sakuragi esta enamorado?, han llegado rumores de que os emborrachabais juntos por que os habían dado calabazas y por eso has acabado con “eso” tan bonito- dijo señalando al comienzo de su trasero

Ryota contestó enfadado, ya que no le gustaba para nada hablar del tema,  que el tatuaje de Ayako fue un error y mintió protegiendo a su amigo diciendo que Hanamichi no tenía ninguno

—Pero ¿no niegas que este enamorado?— continuó hostigando Akira, satisfecho de poner a Miyagi en evidencia

‹‹ ¿Que le pasa a este? Estoy convencido de que lo sabe ¿por qué fuerza la situación? ››, reflexionó la materia gris del base en relación a Sendo. No le gustó nada la mirada que se dejaba ver tras los iris violetas. Sintió como si le atraparan arenas movedizas. Pero no iba a quedarse quieto y esperar que se lo tragaran

—Pues yo no he visto que ese mono rojo pierda la cabeza con ninguna de su facultad— sentenció Kiyota

Rukawa parecía indiferente a esta revelación, con el rostro inescrutable, sin embargo el azul de sus ojos se tornó mas profundo y agudizó su oreja con discreción

—Lo cierto es que ese mono se comporta raro— dictaminó Koshino— ¿dónde se mete?

—Nunca viene a las duchas— se percató Jin

‹‹ Peligro, peligro›› apareció en la cabeza del chico de rizos, encendiéndose la luz de emergencia, con una excusa rápida —Pues veréis...

 

Miles de partículas de saliva salieron violentamente de la boca del pelirrojo a toda velocidad a la vez que unas punzadas agudas le taladraban los oídos ‹‹Mierda, otra vez, esto debe de ser preocupante››, pero el pelirrojo siguió a lo suyo, risueño, con cara de niño adorable. Ahora que por fin estaba a solas podía dibujar a su “muso” sin tener que esconderse.

Además había estado pegado a él a todas horas. No se podía creer su buena suerte. Si, debía de ser eso, su suerte estaba cambiando y había dado un gran paso en su relación con el zorro.

En cuanto apareció el nombre y la imagen de Rukawa en su cabeza, su cara adquirió un tono bermejo estupendo y se empezó a reír nerviosamente.

Los esfuerzos sobrehumanos por controlar su libido habían provocado una explosión ahora que ya no tenía que contenerla. Recordó a Rukawa moverse en la cancha: sudado, respirando entrecortadamente, con los sedosos cabellos pegados en la curva final de su cuello... Su deliciosa nuca. El pelirrojo suspiro de deseo ¿quién fuera sudor para pasar resbalando sin impedimentos por su cuerpo?

Tenía calor. Mucho calor. Y  pensar de esa manera no le estaba ayudando demasiado. Se liberó de su camiseta de algodón. Se palpó el zorrito que habitaba en su pectoral izquierdo con las yemas de los dedos. Bajo la carne, el corazón le golpeaba el pecho con fuerza.

Su otra extremidad vagó por su cuerpo. La sangre de su cara recorrió hasta bajar y concentrarse en su entrepierna. Su mano se deslizo bajo los shorts deportivos, apartando sus slips. Agarró vigorosamente su enhiesto miembro. Cerró los ojos y permitió que su mente creyera que la mano que subía y bajaba, dándole un grato placer, fuera del color de la nieve inmaculada. Abrió sus ojos castaños a la luz. Su éxtasis dio alas a su fantasía, Rukawa cobró vida fuera de su cabeza, con sus increíbles ojos azules devorándole y los finos labios quemándole la piel del cuello.

Entre los jadeos roncos pronuncio su nombre y paró de manera repentina. No era bastante. No era suficiente. Se mordió el labio inferior. A su lado Kaede Rukawa le observaba desde el papel. Sabía que ahora era tarde para contener sus sentimientos. Podría  mantener esto como algo platónico mientras estuvieran separados por kilómetros de distancia, pero no viéndole todos los días y comprobando que las emociones se intensificaban si estaba cerca.

Los testículos le dolían. Necesitaba descargar. Sería una estupidez manchar la sábana. Se le ocurrió en ir al baño y terminar la faena de manera mecánica. Tampoco le costó mucho, pues estaba a punto de caramelo. Antes de salir, se lavó las manos y se echo agua en la cara y en el cuello. Se quedo algo absortó con su propio reflejo que le devolvía le espejo y se habló en voz alta, pasando los dedos por el dibujo de su piel.

—¿Qué voy a hacer contigo?— sonrío de oreja a oreja— ¡Quererte mucho!— se autorespondió con la certeza de que podría conseguirlo

Salió del baño con los ánimos renovados — No sé de que me preocupo. ¡Si soy un Genio! ¡Y en el amor también lo seré!

—Bonito tatuaje—le sorprendió la voz del  erizo que acababa de llegar y paso a su lado metiéndose en el baño

En apenas unas milésimas de segundo, Akira Sendo, puso una cara de impresión como jamas la tuvo en su vida. Retrocedió sobre sus pasos señalando y mirando fijamente el pecho de Sakuragi, que estaba congelado en la misma postura que se lo había encontrado

La ojos violetas estaban tan abiertos que parecían ocupar media cara y llevaba un buen rato con la boca desmesuradamente abierta. No era capaz de articular palabra. Por lo demás, su cerebro le iluminó por fin: estaba claro no seria por casualidad que el pelirrojo llevara un zorro tatuado y denominara, a Rukawa, zorro

— ¿Es una calcomanía?— fue lo único que atino a decir, aun con el dedo apuntando al animal de piel y tinta que ahora se veía algo burlón

Sakuragi no había previsto la embarazosa situación. Lo ultimo que quería era que Sendo le descubriera, pero su silencio hablaba por si mismo

Akira suspiró comprendiendo. Se había dado de bruces con la realidad. Y se sorprendía a si mismo no tomárselo tan mal como cuando se dio cuenta de que Walker  solo le buscaba cuando quería sexo.

En aquel trance de su pasado, le arrancaron el amor de las entrañas simplificándolo a un acto carnal. Entonces había sido un horrible sufrimiento que devoraba su realidad como un monstruo hambriento de dolor. Un padecimiento que creyó inhumano. Pero en esos momentos, cara a cara, con Hanamichi Sakuragi tatuado ¡nada más que con un zorro de ojos azules! No sentía más que alivio al concretar la verdad .Quitándole un peso de encima. La situación le parecía muy cómica, al saber la tirria que el pelirrojo tomó al zorro en la secundaria que terminara perdiendo la cabeza por él era ¡El colmo de los colmos!

Se desquitó cayéndose a la cama mas cercana con sonoras carcajadas, mascullando “Así que era por eso”

El pelirrojo frunció la boca y su la frente se llenó de arrugas. Se colocó la camiseta de nuevo con malas maneras

—¿Se lo vas a decir?— le preguntó el ex jugador del Ryonan limpiándose las lágrimas y hundiendo el colchón con su trasero a la vera de su compañero

—¿Qué?— preguntó a su vez Sakuragi todo enfadado y cruzado de brazos

—A Rukawa

—No lo sé

—Si te da calabazas yo te consolare y lo digo literalmente— sonrió Sendo. Tampoco era imbécil para ponerse a negar a estas alturas que el pelirrojo estaba tremendo. Además se ponía monísimo cuando pillaba pataletas como esa—. Sakuragi, si yo me enterara de que te has tatuado un erizo, me tiraría sin pensarlo a tus brazos

—No me había dado cuenta— le respondió con tono irónico que cambio al momento en uno interesado— ¿piensas que Rukawa lo haría?

—Yo siempre creí que era asexual— Sendo rió al ver la cara que puso Hanamichi— nunca jamás le he visto interesarse por nada mas que fuera el baloncesto. ¿Podría ser “baloncestofilico”? —bromeó Akira

Sakuragi le dio un cabezazo que tuvo efecto nocivos en Sendo, pero a él le libero del cabreo. Señal clara de que no le había echo ni puñetera gracia y de que él quería que hablara en serio

—Vale, sin bromas—captó el moreno— La verdad es que nunca le he visto reaccionar ante alguien fuera del deporte excepto ante ti

Sakuragi sonrió con cara de tonto ante la evidencia de las palabras — No le digas nada

— Tranquilo, que seré una tumba— ‹‹pero no le he prometido que no me fuera a inmiscuir›› apareció la  “eriza” conciencia maligna. Había encontrado una nueva diversión

 

Aquella ajetreada jornada dio paso a unas nuevas veinticuatro horas. Tan solo quedaba una tarde para el partido que les enfrentará a la Universidad de Miami.

En el entrenamiento de hoy, la concentración alcanza sus cuotas más altas. No hay nada más en la cabeza de la selección japonesa que darlo todo y ganar. El ejercicio ha sido intenso y el entrenador considera que ya ha sido suficiente. No quiere que estén desgastados para el juego. Les manda para las duchas.

Sakuragi decide poner en marcha el plan que aplicó el tercer día: se va al baño, quedándose en la zona de urinarios, y cuando desaparece el entrenador y su mano derecha, sale por la puerta principal, mientras todos están en las duchas.

‹‹He bebido demasiado Pocari Sweat››, considerándolo se sitúa en el urinario de en medio. Al rato Kiyota se coloca su derecha y poco más tarde Fukuda a su izquierda.

Hanamichi esta concentrado en su labor, pero se da cuenta de que con movimientos de cámara lenta, tanto el mono salvaje como Fukuda alzan la cabeza por encima de los separadores de cerámica, hacia su descargante situación

‹‹¿Pero esto que es?›› piensa mirándoles furibundamente, lo que provoca que los dos giren la cabeza con celeridad, antes de ver nada y se vayan con prisa a la zona de duchas

Salió del aseo, despotricando contra los dos ¿a qué venían esas caras de pena y comprensión?

El recinto esta sumido en el silencio, expectante. Parecía que lo llamara y a él le apetecía seguir practicando. Cogió un balón y se acerco al área de tiro. Se le vino a la cabeza su primer año de Secundaria. El momento en que aprendió a tirar al aro. Fue la primera práctica que disfruto. Pero no fue el primer lanzamiento a la canasta que aprendió.

Lanzó la pelota. Rozó el borde del aro. Estaba más concentrado en sus memorias personales. Había corrido un tupido velo sobre la forma que trató a Rukawa.  Lo avergonzaba terriblemente y aquel aprendizaje a hacer “lay ups” no era una excepción

Volvió a fallar. No se preocupo de ir a por el balón. Absorto en sus pensamientos. Nunca pidió perdón a Rukawa por aquello, claro que el zorro nunca había reconocido que él era un genio. Estaba hasta las cachas por Kaede pero su orgullo de Tensai permanecía intacto.

El esférico naranja voló por encima de su cabeza y en una curva perfecta se metió limpiamente en la canasta

Los hilos de luz que entraban por las ventanas se encontraron con un cabello endrino, acentuando sus reflejos azulados. Rukawa aun vestía la ropa de entrenamiento. Escueto como siempre. Recogió el balón y se acerco a Hanamichi

—¿Puedo?

El pelirrojo embobado tan solo asintió con la cabeza y musito — hoy ganaré yo

Desde el primer uno a uno antes del nacional de primer año habían jugado algunos mas pero Sakuragi siempre perdía, aunque en cada encuentro la diferencia se reducía.

Dribles. Tiros. Amagos. Movimientos perfectamente ejecutados se sucedieron en los siguientes treinta minutos. El marcador igualado. Ninguno quería ceder en el duelo con el balón, tampoco en el otro juego. Ambos ojos provocaron estragos al contrario. Ambas manos hicieron que el otro temblará de la cabeza a los pies. Y los labios deseaban abrirse para algo mas que fuera “no me ganarás”

Kaede tenía la posesión, si encestaba se pondría en cabeza. Dribló hacía la derecha, pero Sakuragi apareció imponente, defendiendo, por su ese mismo flanco. Hubo un choque potente que hizo que al zorro le flanquearan las piernas

La capacidad de resistencia de Rukawa se mermó frente a la de Sakuragi. El zorro apoyo medio cuerpo sobre sus piernas y trato de aspirar el máximo de aire que le permitían sus pulmones.

Hanamichi se acercó preocupado, bajo su cuerpo hasta la altura del moreno, este oyó como el pelirrojo le preguntaba que se encontraba bien. Su interior se sacudió violentamente al notar que el aliento cálido y seco de Sakuragi le golpeaba el rostro

Decidieron descansar sentándose en los bancos de madera. Uno al lado del otro. La cercanía era tal que sus piernas se rozaban. El pelirrojo ofreció una toalla a Kaede con una gran sonrisa y una mirada muy dulce.

El zorro la aceptó secándose el sudor. Se la colocó de modo que le cubría por completo la cabeza y le tapaba la cara. Las emociones que florecían ocultaban el miedo, a su vez él las escondía de su ex rival. Las grietas de su cristal interior daban paso a una sensación plena y acogedora. Antes de que pudiera evitarlo de su boca salió:

— ¿Qué se siente al estar enamorado?

Hanamichi se quedó sin habla. Si Rukawa se hubiera quitado la toalla hubiera comprobado que los iris castaños de su compañero reflejaban una amorosa sinceridad— Es difícil meter todo lo que el amor te hace sentir en una frase. Pero yo diría que ante todo quieres hacer feliz a toda costa a esa persona — reflexionó en voz alta. Su voz fluía suave y tranquila. Al pelirrojo le resultaba tan extraño: los nervios lo estaban destrozando el estomago pero por otra parte se sentía en el cielo. La personalidad estoica y tranquila de Rukawa tenia un efecto sumamente tranquilizador en él. Kaede era un río que fluye despacio y el se estaba dejando arrastrar dócilmente por la corriente—Además la persona a la que quiero es genial—dijo esperando que el otro se diera por aludido.

Rukawa deslizó el textil hasta depositarlo en su cuello, mientras Hanamichi se explayaba en numerar las virtudes de su enamorado. ‹‹ ¿ Es posible amar tanto a alguien sinceramente? ¿Sería ese caos emocional que provocaba que su espíritu creciera y se sintiera libre?›› Apareció en el interior de Kaede. Hasta ahora, ha acatado con una tenacidad espartana los designios del destino, su pasado fue desdichado. Pero es la primera vez que experimenta un deseo voraz de ser otra persona: aquella que hace los iris castaños de Hanamichi chispeen con inmensa alegría. Y le da igual todo: ser hombre, el baloncesto y la distancia.

‹‹ Lo sabe, estoy seguro›› Cree el pelirrojo a la vez que las palabras cesan de su boca. El moreno siente la mirada del muchacho sobre él. Le quema. Le aprisiona. Ya no hay nada de ternura en esos ojos, hay vehemencia, hay pasión. Y muchos anhelos

El tiempo deja de correr. La atmósfera esta sumida en otra dimensión. Hanamichi sabe que es el momento de confesar sus pecados de amor. 

—Sakuragi... — susurra con voz tenue Rukawa— yo... creo...

El pelirrojo asiente, dejándole continuar con el corazón en la boca

—Deberíamos volver— termina el zorro con dificultad, levantándose

—Claro, como quieras—dice Sakuragi totalmente descolocado, yendo con él a la salida

Un silencio tirante les envuelve de camino a sus habitaciones. Kaede se maldice interiormente por volver a aterrorizarse por nada. Se siente culpable sin saber porque, pero tiene la sensación pegada a la piel de que interrumpió algo muy importante. Antes de desaparecer tras la puerta de su cuarto quiere consolar al pelirrojo

—Por cierto.  Sabes que no es para tanto. Déjate de tonterías y vuelve a las duchas

Hanamichi enarca una ceja, no entiende nada de nada. Lo cierto que desde que se fueron a la sauna, ya le han dicho varios comentarios que no sabe a que vienen.

Pero ese tema desaparece de su mente, cuando revive el cercano encuentro. Al final no había pasado nada pero había sido sugestivo. El pelirrojo no iba muy desencaminado: Rukawa estaba fascinado por él y Hanamichi estaba realmente inspirado.

 

Esa noche en el ascensor, para ir a la cena, Hanamichi y Ryota bajan a reunirse con los demás, que ya llevan un buen rato en el comedor. Durante el camino el pelirrojo se muestra impaciente, hasta que por fin suelta, lo que se guardaba, frotándose las manos

—Ryochin, esta noche desaparecerás de tu cuarto. Ya sabes por que

Miyagi sufre un escalofrío— solo fue una mentirijilla piadosa— musita con voz débil y una gota de sudor frío deslizándose por su frente

— ¿Mentira? ¿Piadosa?— pregunta, como un loro, Hanamichi descolocado, hasta que sus neuronas le dan una deducción — ¿no sabrás porque están todos tan extraños?

El más alto acorraló a Ryota, al lado del puesto de mandos del elevador–habla, conozco esa mirada arrepentida ¡me estas ocultando algo!

—Me preguntaron por que no venias a las duchas—empezó a explicar el base con voz dubitativa— Se pusieron muy pesados. Tuve que pensar una excusa y les dije que era porque tenías complejo... — paró Miyagi adrede

—Sigue— exhortó, colérico, Sakuragi

—Esto... bueno... un complejo cualquiera ¿no?— Ryota se iba por las ramas, hasta soltar susurrando— que la tenias pequeña

—¡¡¡¡COMO!!!—Bramó Hanamichi con los ojos desorbitados y la cara totalmente roja de ira— pero... pero... pero...  ¿pequeña? ¿Yo?¡ Si soy todo un semental!

—Oye, tampoco exageres

Sakuragi calló a su amigo nada mas mirarlo, algo normal si sabemos que tenía los ojos inyectados en sangre

— ¿Y como de pequeña?— preguntó el pelirrojo a su amigo,  en un tono que de amigable no tenía nada

El base escenifico el tamaño con sus dedos pulgar y anular

—Ryota, ¡eso es lo que mide una moneda de 100 yenes¡ ¡TE MATO!— exclamó iracundo Hanamichi con un aura de fuego alrededor

—Y que querías que dijera: que te habían operado de fimosis— se defendió el chico de rizos

—Pues yo que sé, que tenía hemorroides y que sufría en silencio— le replicó enfadado el pelirrojo

—Hana, las hemorroides no se tienen “ahí”

—Y a mi que me cuentas— súbitamente la cabeza de Sakuragi recordó algo ‹‹ostia, Rukawa me dijo que debía dejarme de tonterías ¿se ha fijado en mi paquete? ›› Con lo que puso los ojos en blanco y dejó pasar el tema de complejos centrándose en lo que verdaderamente le interesaba — Me debes una

—¿Qué piensas hacer?—le reclamó el base aliviado de no haberse llevado un cabezazo mortal, sabiendo en que pensaba su amigo—so pervertido, no atacarás a Rukawa

—Pero que dices—y a continuación habló en tono confidencial— Lo presiento Ryota, hoy es el día. Voy a declararme

—Que susto, creí que me pedirías que robara unos calzoncillos a Rukawa o algo así— continuó Miyagi con la broma—no lo niegues, eres un fetichista de Rukawa

‹‹Estaría bien tener una prenda interior del zorrito›› asintió la cabeza pelirroja. ‹‹¡No! Esa no es la cuestión››, agitó Hanamichi la cabeza para que salieran las ideas producidas por sus calenturientas hormonas

— Ryota, amigo, no vayas esta noche al cuarto—Hanamichi pone un puchero

El mas bajo ironiza— claro, claro como ahora me necesitas soy tu amigo. Antes te he salvado tu culo y me querías matar

—Por favor, porfa porfi, porfi— suplica Hanamichi en tono pasteloso

—Ni hablar, ser tu amigo del alma es muy duro y tu no lo aprecias. Quiero compensación: dime que me quieres

—Ni de coña— el tono de Sakuragi se vuelve grave de repente 

—Que bien voy a dormir esta noche en mi camitaaaaaaa— canturrea Miyagi con sorna

—Vale, te quiero— traga el pelirrojo con un suspiro de “por que a mi”

—Pero tío, con mas garbo que parece que se lo estas diciendo a un chucho— Ryota esta partido de la risa— Hazlo como si se lo dirías a Rukawa. Te puede servir de entrenamiento para luego

—Ni compares ¡eh! Ni compares— amenaza el mas alto, riéndose también, ya siguiendo la broma de su mejor amigo. Se hinco de rodillas—¿también quieres que te pida que te cases conmigo?— En el fondo él esperaba que fuera algo profético, y dentro de unas horas, con otra persona, se volviera realidad.

La faz del pelirrojo se volvió tan solemne que Miyagi creyó que se moriría de un ataque a carcajada limpia

—Ryota Miyagi, eres el hombre de vida. Cásate conmigo

Normalmente uno no haría este tipo de gracias en un sitio público, pero dado que los únicos que sabían japonés estaban en el comedor del hotel, se lo podían permitir.

Claro, que no se debe de dar nada por hecho, la casualidad es caprichosa. Y eso quería decir que el componente mas atractivo del equipo, a ojos del pelirrojo, podría estar igual de perturbado por él. No tener apetito y retirarse antes a su cuarto. Ir a tomar el ascensor y encontrarse con una escena rocambolesca cuando se abrieron las grandes puertas de metal. Sin embargo, para él, inequívoca, que señalaba como amor de Hanamichi a Ryota Miyagi.

La fatal sorpresa no dio tiempo a más reacciones que un gran malentendido.

Kaede dio la espalda súbitamente, alejándose a paso rápido de allí, con el corazón en un puño y la visión nublada. Todo encajaba, esa era la gran verdad: esos dos eran inseparables, y como Ryota renunció a Ayako pues Hanamichi se le declaró por fin.

Hanamichi Sakuragi, de piedra, seguía desolado como la espalda de Rukawa se perdía de su campo de visión. Se estaba desintegrando viendo como lo conseguido hasta ahora se derrumbaba como un castillo de naipes

Nada lo remediaba, ni siquiera las palabras de consuelo de su amigo que le llegaban muy lejanas.

No hay nada más terrible que sentirse dolorosamente vacío al saber que lo has perdido todo.

 

Notas finales:

Aclaraciones:

- Lorenzo es el nombre que se le da al sol en una cancion popular infantil española

-La bebida Pocari Sweat es un guiño a la serie. Seguro que ya  sabeis que Mitsui aparece bebiendola en un capítulo, aparte es una bebida real.

Gracias a mil a Muchiko (de verdad, me has comentados todos los capitulos, te debo unas cuantas sonrisas ^^) y a anyu_u. Y los que siguen leyendo

Hasta el domingo que viene con "Un día de lluvia como aquel"


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