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Capitulo 8. Un día de lluvia como aquel

Gris. El color intermedio entre un extremo y otro, así era el ánimo del cielo. Recubierto con nubes esponjosas que cargaban el aire con un inconfundible olor a humedad y que no dejaban filtrarse ni un mísero rayo de sol

Sendo dejó de mirar por la ventana emitiendo un suspiro ahogado. No le gustaban los días como esos, le impedían ir a pescar y le ponía insufriblemente nostálgico. Sin embargo, admitió que aquel día la cúpula celeste parecía en estar de acuerdo con su estado de ánimo.

Otro suspiro se oyó en el cuarto. Provenía de un gran bulto bajo las sábanas del cual sólo se distinguía una cabeza roja. Cambio de vista para mirar a su pelirrojo compañero que se encontraba tumbado apáticamente en su cama.

Hanamichi Sakuragi llevaba dos días como si fuera un muerto viviente.

Ya no se le ocurría nada. Ya le había dicho todas las palabras de animo y aliento que conocía. Y eso que había optado por no recurrir a frases manidas que sonaran huecas. Pero era inútil, Hanamichi continuaba, en apariencia, imperturbable con la mirada opaca y perdida en algún lugar de la habitación

¿Él hubiera estado tan afectado en el caso de que las cosas se torcieran de esa manera?

Los ojos de Sendo, llenos de afecto, se concentraron al mirar a Hanamichi

En la actualidad, él no sentía un amor tan fuerte que hiciera temblar los cimientos de su ser, pero entendía a ese idiota pelirrojo que estaba delante de sus narices. Además, no podía obviar que también estaba en su contra la esperada pareja Sakuragi-Rukawa en la cancha, fue un absoluto fracaso. Pero no aprobaba la actitud derrotista, que solo aletargaba un estado de ánimo que no era beneficioso para el pelirrojo y encima perjudicaba a todo el equipo

Tan solo le quedaba esperar que Miyagi regresara con buenas noticias

El teléfono vibró en la escueta mesilla. Sendo descolgó—Ok. Bajo en cinco minutos—El pelopincho tocó el antebrazo de Hanamichi—Sakuragi tengo que irme... — quería añadir alguna frase de esperanza, pero  las había agotado todas. Y se acababa de dar cuenta de la gran paradoja de ser mortal ¿Cómo iba a ayudar al pelirrojo si no fue capaz de arreglar su propia situación amorosa?

Durante un momento vio a Sakuragi moverse por fin. Se alegro de sobremanera. ¡Es que dolía ver a ese ser de energía pura convertido al significado más ínfimo! Pero este, con un mutismo irreal, pasó de largo y se metió en el cuarto de baño.

Impotente, enfadado por la pasiva actitud de Hanamichi. Akira se enfureció. Se negaba a quedarse de brazos cruzados: los mortales podían jugar a ser dioses, divinidades humanas que desean desplegar todo su poder para ayudar a un amigo

¡Estaba dispuesto a tirar la puerta cogerle de las orejas y llevarlo ante Rukawa!

De repente, se dio cuenta de que el famoso, y privado, cuaderno de dibujo de Sakuragi estaba abandonado sin cuidado a un lado de la cama

No lo pensó dos veces. Su curiosidad continuaba vigente. Lo tomó entre sus manos y lo desplegó ante sus ojos, que se abrieron como causa de la sorpresa

¡¡Maravilloso!! ¡¡Genial!! ¡¡Increíblemente hermoso!!

Lápiz y papel conjuntados bajo la mano de alguien que profesa mucho amor por el objeto retratado. Eso era lo que destilaba los dibujos de Kaede Rukawa: cada figura, cada sonrisa, cada brillo de ojos, cada línea que componía los trazos de su cuerpo perfilado.

Juegos de luces y sombras. Blancos, negros y grises, como el cielo de hoy, combinados de manera magistral. Contrastes de sentimientos y emociones resumidos en una simple hoja de papel.

Estaba impresionado, estupefacto. Las sensaciones traspasaban mas allá de las los dimensiones, de tal manera que su ira se calmó por completo. Lo que tenía en sus manos era fabuloso. Y le daban ganas de gritar para compartir el descubrimiento

Ese Rukawa era tan irreal como real. Era el Rukawa de fantasía que habitaba la cabeza de Sakuragi. El dibujo traspasaba el papel. Reía cuando Rukawa reía. Lloraba cuando Rukawa lloraba.

En ese preciso momento sintió como su conciencia le reprochaba lo que estaba haciendo. Era un vulgar voyeur en aquella demostración de amor que contenía el pelirrojo hacía el chico de ojos de zorro. No le extrañaba que Sakuragi lo guardara tan celosamente. Pero, a la vez estaba maravillado por todo ese arte y  por el amor que era capaz tal hermosura.

Aquello era demasiado importante, el valor que encerraban esos retratos era ser capaces de conmover corazones y derribar barreras

Una idea cruzó fugazmente su cabeza. Sonrío maquiavélicamente y satisfecho consigo mismo, mientras arrancaba cuidadosamente uno de los dibujos. Lo plegó y se lo guardó en el bolsillo trasero de sus jeans

Oyendo como se desbloqueaba el seguro del baño. Se giró presuroso, ocultando el cuaderno a su espalda. Hanamichi salió del aseo, miró a Sendo, pero bajó la cabeza, como un cachorro apaleado. El erizo tiró el cuaderno en la cama sin que su compañero se percatara

—Adiós Sakuragi. Anímate—se despidió presuroso, dando un par de  pasos para atrás.

—Sendo. Fíjate por donde vas—le regañó Miyagi, cuando corría por el pasillo a toda prisa.

—Lo siento. Llegó tarde—le gritó Akira, enfrente del ascensor— ¿Nada?

Miyagi negó con la cabeza

—¡Es mi turno!—dijo antes de meterse en el elevador

Miyagi suspiró antes de abrir la puerta del cuarto de su mejor amigo. ¿Cómo iba a decirle que no ha podido solucionar nada?

La primera vez que intentó hablar con Rukawa, cuando por fin apareció en la habitación que compartían, el ex nº 11 le interrumpió tajante antes de aclarar algo que no se preocupara, que no iba a delatarles sobre la relación que mantenían él y Sakuragi.  Ryota se quedó con la boca abierta.  A continuación el chico fue silencio absoluto. No hacía más que comportarse como un autista. Y a él le dolía todo el malentendido, que ese par de tontos, sobre todo el imbécil de Sakuragi no le confesará la verdad de una vez

—Hana...— Miyagi se acercó y se sentó en la cama. — ¿Vas a contestarme? ¿Vas a aclararme de una vez porque no corriste detrás de Rukawa y le aclaraste al menos que entre tú y yo no hay nada?

La ausencia de palabras se adueñó de la habitación

— ¿Y por qué sigues sin querer encararlo?

Lo único que se escuchaba eran unos críos armando bulla en el pasillo

—Sakuragi—la voz de Ryota era grave y profunda. Su rostro tenso no admitía contemplaciones. Agarró a el pelirrojo de las solapas de su chaqueta deportiva  — ¡¡¿POR QUÉ COÑO NO LE HAS DICHO NADA?!!

Hanamichi bajó su mirada para no enfrentarse a los ojos de su amigo. Miyagi lo arrojó sobre la cama—joder... necesito comprenderlo... saber lo que no me cuentas. Quiero ayudarte. ¿Acaso no confías en mí?

— ¿Qué piensas de la gente que deja a sus amigos cuando mas lo necesitan?

— ¿De que hablas?

— ¿Y si Rukawa salió corriendo porque no le gustan los homosexuales? ¿Y si le doy asco?

—Hanamichi...

—¿Y si para él siempre he sido una basura? ¿Y si ahora es demasiado tarde y no me cree?

—¡¡Hanamichi!!—Ryota no pudo contenerse más y su puño se estrelló contra la mejilla del pelirrojo

— ¡Pero que mierda haces Ryota!!

—Eso era lo que necesitabas para reaccionar de una puta vez. Y no te quejes porque debería haberlo echo antes. Y ahora vas a dejar de hacerte el mártir y explicarme de una jodida vez que es lo que te pasó con Rukawa.

—Nada

—Hanamichi Sakuragi. Te juro que me tienes hasta los cojones. Sabes a lo que me refiero... yo ya no estaba en el instituto pero si llegó hasta mis oídos que tu y Rukawa erais amigos... y estoy empezando a creer que  dejasteis de hablaros porque tu te empezaste a enamorar de él y te acojonaste. Y otra cosa: no acepto que me repliques una mierda. Yo siempre he ido de frente con Ayako, pero tú eres un gran cobarde. Y si en vez de quedarte ahí tumbado hubieras hablado antes conmigo te hubiera dicho que Rukawa no es homofóbico porque esta convencido de que nosotros estamos liados y ha accedido a ocultarlo sin dobleces.

Sakuragi cerró los ojos, apretó su mandíbula con fuerza, y a continuación restregó sus manos por su rostro.

—Sucedió algo...— Sakuragi miró hacia la ventana—Sabes, estoy seguro de que todos el mundo cree que tengo la cabeza hueca. Es cierto que cuando tenía quince años mi cabeza estaba en un mundo aparte—sus labios se fruncieron en una mueca amarga— Y cuando aparece algo crucial en mi  vida optó por ignorarlo, reforzarme en mis estúpidos pensamientos: “Soy un genio, nadie puede conmigo” —mientras pronunciaba estas palabras, una catarata había nacido desde la cuenca de sus ojos para perderse a través de sus mejillas—Un perdedor, un cobarde que se avergüenza de salir siempre corriendo. Eso es lo que soy

Ryota no intento interrumpir el nuevo silencio de Hanamichi. Sabía que estaba intentado encontrar fuerzas para seguir hablando

—Además—el pelirrojo se mordió el labio inferior. Su voz salió con un deje melancólico—Es extraño, sucedió en un día de lluvia como hoy

Ryota le escucho callado, aunque el pelirrojo se tomara su tiempo en relatarlo con pausas provocadas por la sensación de sentirse asqueado consigo mismo.

Hanamichi, estaba seguro de que ahora su mejor amigo también lo miraría de otra manera. Tal como él lo había echo, se sentía sucio. Ni siquiera se había dado cuenta de que no podía dejar de llorar hasta que su visión se volvió borrosa.

Miyagi, que hasta que Sakuragi termino de contar absolutamente todo, no solo el episodio del cementerio sino que volvió a maltratar a Rukawa, y salió con todo lo que se le puso a tiro, se levanto con el gesto preocupado.

‹‹Lo sabía. ¡Joder! ¡Lo sabia!›› Se dijo Sakuragi, dejando su rabia a través de los puños, que apretaban las sabanas.  Cabizbajo y roto.  Su mejor amigo y confidente le daba la espalda

Inesperadamente se encontró con un trozo blanco del un pañuelo de papel. Alzó la cabeza. La mirada de Ryota le recordaba a aquella que ponía su madre cuando confesaba sus travesuras infantiles.

El base suspiró, tendiéndole el pedazo de papel higiénico—Primero deja de moquear y segundo, mi madre suele decir que todo tiene solución menos la muerte.

—Gracias—Hanamichi aceptó el papel, pero pareció que lloraba aún mas —Eres un buen...

—No me interrumpas, que aún queda un tercero—Ryota dio un coscorrón en la roja cabeza de su compañero—Hanamichi Sakuragi eres un completo gilipollas y si vuelves a guardarte las cosas no me quedará mas remedio que darte una paliza

Miyagi le pidió que lo mirara a la cara

—Supera tus miedos. No dejes que aquello que te guardas te corrompa. Si hubieras echado un vistazo alrededor te darás cuenta que no eres el único afectado. Él también esta mal. Y debe de ser por algo. Estoy convencido de que sabrás hacer lo correcto, porque te dije que te iba a apoyar

Y Hanamichi Sakuragi, sonriendo tímidamente se echó a reír descargando toda la tensión acumulada.

 

 

Akira Sendo, charlaba de manera desenfadada con Sawakita mientras el furgón les llevaba a su destino: una sesión de fotos para Mizuno. Pero sus ojos estaban pendientes de Rukawa, sentado atrás del todo, quien había dejado la cabeza apoyada en las lunas tintadas del vehículo y estaba aislado del mundo por unos auriculares que transportaban la música a sus oídos.

¿Podría hablar con él durante la sesión de fotos? Aún estaba rebuscando en su cabeza, intentado construir las frases adecuadas para convencerle de que hablara con el pelirrojo

 ¡Cielos, esperaba que si! No le gustaba para nada ver como por un malentendido dos personas parecían caparazones sin vida. Creía que Sakuragi se negaba a regresar porque le resultaba doloroso sentir su rechazo... ¿pero Rukawa? No lograba comprender lo que se le pasaba por la cabeza, no demostraba nada. Porque Rukawa se cerraba aun más. Cierto que tenía un carácter en exceso introvertido, pero ni siquiera él parecía una máquina... ahora sí. Y eso era la prueba que Sakuragi le había afectado

Aún había esperanza

—Akira, Akira

— ¿Uh?

— ¿Piensas salir del coche alguna vez?—le preguntó Sawakita, ya fuera del vehículo

—Si, claro—sonrió de forma habitual—solo estaba pensando. Aunque no te lo creas, Eiji, tengo neuronas y están vivas.

‹‹Y sentimientos››Se dice a si mismo mientras se dirige hacia el estadio, ensimismado no se percata de que Eiji, con el semblante serio, ha clavado la mirada en su espalda ‹‹solo que ahora están muy preocupados por un amigo››

—Bien, chicos. Soy Julian Carter, vuestro fotógrafo, espero hacer una buena sesión con vosotros. ¿Es vuestra primera experiencia en publicidad?

—Si—contestaron los tres al unísono

—No os preocupéis. Según la descripción debéis de mostraros tal como jugáis habitualmente. Además, mi equipo os lo va a hacer muy fácil. Esta es Helen, mi asistente. Ella os lo explicará todo mientras preparamos el escenario

Dicho y hecho. Atendiendo a las explicaciones de la mujer, templando los nervios de primerizos mientras la maquilladora los retocaba

Sakawita lo hizo francamente bien saltando frente a la cámara, corriendo, driblando, encestando. Trato de imaginar que estaba inmerso en un partido dando todo de sí

—Estupendo—le felicitó el fotógrafo— ¿Quién quiere ser el siguiente?

Akira miró a Rukawa, quien titubeo un segundo. Sendo le hizo un ademán indicándole que le cedía el paso. Kaede recogió el guante y a continuación desplegó su catalogo de jugadas habituales. 

‹‹Posa como un autómata››observó Sendo acerca de Rukawa‹‹por lo menos, al ver como le brillan los ojos cuando bota la pelota se que es humano››

Uno de los técnicos se acercó al fotógrafo —Mr Carter, tengo que retocar la luz

 —Bien, aprovechemos para el descanso. Un buen trabajo a todos. Pausa de 45 minutos para comer

Helen se acercó a ellos—Allí tenéis el buffet de la comida, creo que han añadido algunos platos japoneses en vuestro honor y os han preparado una pequeña habitación para que estéis tranquilos. Os la enseñaré

Los jóvenes se dejan guiar, y una vez que están instalados en el discreto salón. Helen les dejó solos

Eiji se acerca a Sendo— ¿Vamos a por la comida?

—Ve tú, tengo que hablar con Rukawa

Kaede va cabizbajo hacia la puerta, pero se para al ver a Sendo enfrente de él.

— ¿Tienes un momento?

Rukawa intentó bordearlo. Sendo apoya una mano en su pecho y lo echa para atrás, encarándose con el zorro que levanta la cabeza desafiante y con el gesto agrio

—Hablo en serio Rukawa

 Un escueto “Apártate” sale de los finos labios de Rukawa

—No, tengo que hablarte de lo que pasa con Sakuragi. Lo estas echando a perder— le espeta Sendo, agarrándolo por el antebrazo

La mirada azul de Kaede se volvió más glacial aún si cabe al escuchar “Sakuragi”. Su cuerpo se tensó como la caña seca al notar la amenazadora presión de la mano de Sendo. No dudó en que su voz sonara tajante—Suéltame

—Sólo si me prometes que me vas a escuchar

La paciencia del zorro se ha agotó, no le gustan las exigencias y menos si vienen de alguien a quien no le corresponde tenerlas. Está tan agotado de contener la ira. Esa furia propia de un resentimiento al creerse burlado por el mundo, timado por la realidad y por las personas que la habitan. Que antes de que se de cuenta, su mano libre se ha cerrado en un puño y ha cruzado la cara de Sendo

Akira cayó al suelo. Se palpó el dolorido mentón y miró a Rukawa completamente perplejo.  Por fin ese chico que tiene enfrente emana al exterior un sentimiento: pura, dolorosa y primaria frustración.

Eiji intentó mediar. Se interpuso entre los dos jóvenes con las manos en alto—¡Basta!

Kaede mira a Sendo fijamente, un chispazo de dolor acudió a sus ojos y de inmediato se marchó por la puerta

Sendo se levantó presuroso, intenta ir detrás de él. Sawakita lo detiene negando con la cabeza

—Necesita estar solo. Reflexionar

—¡Venga ya! Eiji, lo que necesita es que alguien le diga las cosas claras

—Necesita su tiempo, tiene que darse cuenta él mismo—El tono de Sawakita se volvió más duro—Como tú lo necesitaste

— ¿Qué? Supongo que no debo retar a un estudiante de Psicología ¿no?

El aura del monje era dura y dominante—piensa lo que quieras Sendo. Pero es difícil sentir un desengaño. Eso es algo que tú sabes bien

— ¿De que hablas?

Sendo percibió una breve mueca en la cara de su amigo. Conocía ese gesto, lo hacía cuando se equivocaba y era demasiado tarde para rectificar

—Ahora no has lanzado la piedra para esconder la mano, Eiji ¿de que hablas?—bramó Akira, exigente

Sawakita ahogó un suspiro—Yo... os escuche

La boca del monje se curvó en una triste media sonrisa. Nunca había visto a Sendo con una cara de sorpresa como aquella y hubiera preferido no haberla visto nunca si pudiera dejar pasar la conversación que iba a suceder a continuación, pero el erizo fue contundente: “continua”

—Aquella vez en el baño

Sendo se tapó la cara con las manos. Aquella vez... Sawakita se refería a la primera vez que jugo el All Star Universitario. Ambos fueron seleccionados en la misma conferencia. Le sorprendió el pinchazo que zumbó en su pecho cuando se puso a revivir en su cabeza esos días. Estaba convencido que lo había dejado aparcado en el baúl de los recuerdos

Por aquel entonces su relación con Walker, era el sinónimo perfecto de sexo. Todos sus encuentros con su compañero de Miami empezaban y acababan en la cama. Él quería escapar de todo aquello, porque cada día que pasaba estaba convencido de que el americano sólo lo buscaba para follar con él. Pero esa relación era como una droga dura. Era insoportable la abstinencia de no tener su cuerpo, de no hacerlo con él. Siempre lo superaba

En aquel partido, tuvo que viajar hasta San Antonio. Y su sorpresa fue mayúscula cuando vio a Walker en las gradas. Pensó que tanto aguante había tenido recompensa, que mereció haberlo dado todo, que valió la pena soportar los desprecios y las humillaciones. Esas ilusiones sólo fueron un triste espejismo de su corazón enamorado.

 Cuando acabo el partido, y fue libre de ir a donde quisiera. Thomas lo arrastró a los baños, escondiéndose en uno de los retretes. El rubio se abalanzó sobre sus pantalones, le giró con violencia y le penetró sin cuidado alguno. 

Sentía como la ira le invadía la cara al revivir ese momento.

 ¡Que iluso fue!

 Creyó que Walker se comportó así por la pasión y el amor que sentía hacía él. Resistió cada uno de sus embates, hasta que sintió que se corrió y salió de dentro de él. Antes de que hiciera nada, Sendo lo abrazó, aún estaba erecto pues su placer no había sido saciado. Pero tan solo deseaba susurrarle lo mucho que lo quería, decirle lo feliz que se sentía de que hubiera volado a San Antonio

Los pinchazos en el pecho volvieron con fuerza. Nunca olvidaría las palabras de Thomas junto a aquella prepotente sonrisa que le dedico “¿Aún estás empalmado? Por eso me encanta follarte. No me cobras y eres más insaciable que cualquier modelo de tres al cuarto de las que se tiran a los brazos. Pero hoy no le puedo dar más a tu culo. El director técnico de los Spurs me ha invitado a una cena”

Allí le dejó. Desolado, como un muñeco roto. Esas palabras le habían abierto los ojos, pero no evitaban el inmenso asco que le invadían por todos los sitios. Había rebajado sus sentimientos de tal manera que pensó que no podría sobrellevar el dolor.

La verdad se le antojaba irracionalmente cruel: Nunca hizo el amor, solo fue sodomizado por alguien que le consideraba un juguete sexual.

Akira levantó la mirada del suelo, fue un alivio que Sawakita le estuviera dando la espalda. No soportaba la vergüenza de tener que mirarlo a la cara.

—Sendo, ¿ahora lo entiendes? Debes dejar que Rukawa haga frente a lo suyo. Esta convencido de que el mundo esta a su espalda cuando es el único que no se da cuenta de que Sakuragi tiene celos del aire que respira

Akira replicó con tristeza—Pero yo me sentí muy solo

Eiji se volvió. Sentía en el alma haber tenido que recordar algo doloroso a Sendo. Dio unos pasos hacia el erizo y atravesó su espacio personal. Cuando habló su tono era suave—Tú te avergonzabas de tu relación con Walker. Ese hijo de puta te hacía sentirte así. No aceptaste ayuda. No querías reconocerlo. Rukawa esta pasando por algo parecido

— ¡Pero yo estaba enamorado!

– ¿Y quien dice que el no? La diferencia es que está saturado de emociones, que no sabe diferenciarlas. Es él quien debe de descubrir lo que siente, sin influencias ni opiniones externas.

El erizo asintió. Ninguno se dio cuenta de que al no emitir sonido, se había creado un silencio embarazoso para los dos.

—Eiji, ¿por eso me empezaste a llamar después del All Star? ¿Y antes de ayer, en el partido, te encaraste tanto con Walker?

—Ya sé que piensas que no tengo sentimientos. Podría decirse que te tengo cierto aprecio

Desde hace unos días Sendo no lucía una sonrisa tan plena como lo estaba haciendo en este mismo instante

 —Eres mas maduro de lo que creía. Tendré que tomarte en cuenta

Eiji le sonrió tímidamente ‹‹Creo que eso nunca va a pasar››

 

 

Mientras la conversación entre Sakuragi y Ryota dejaba atrás el pasado. “Es inmutable” había dicho Miyagi. Las tripas del pelirrojo rugieron de tal manera, como un animal que lleva sin comer tres días, que interrumpió todo vestigio de conversación seria

—Supongo que se te puede aplicar eso de que tienes un hambre canina—rió Miyagi

—Ryota, ¿qué hora es?

—Las cuatro y diez. No importa tenemos el día libre, podemos comer cuando queramos ¿qué vas a pedir? 

—Estupendo porque prefiero morirme de hambre a encontrarme en el comedor y que alguno me reproche mí juego en el partido

—No seas imbécil, aunque perdiéramos, era sólo un partido de entrenamiento. No vas a quedarte aquí encerrado de por vida. Además todos somos profesionales. Podemos bajar a comer y seguir repasando los puntos de la “Operación zorro”. Recuerdas todo lo que hemos acordado hasta ahora

El gesto de Sakuragi se endureció y se llevó la mano a la frente—Está todo claro en mi cabeza de genio

—¡Pues vamos!

Salieron de la habitación y camino a las escaleras. Se cruzaron con un ramo gigante de rosas tan rojas como la sangre. Era tan enorme que tapaba medio cuerpo de la persona que lo llevaba.

Hanamichi y Ryota se miraron a la vez con la ceja levantada de forma suspicaz

— ¡Alto ahí!, aunque te escondas detrás de un ramo de rosas, sabemos que eres Nobunaga—habló Miyagi

—yo no sel, tu confundil—dijo una voz de falsete detrás de las flores

—Joder, nadie usa unas And1 amarillo fosforescente, excepto tú, mono salvaje

Nobunaga Kiyota se dejó descubrir mascullando molesto por haber sido descubierto

— ¿Se puede saber de donde has sacado el ramo?—preguntó Ryota—Es impresionante

Kiyota se ruborizó hasta la raíz del pelo—No lo sé, me lo han dejado en la habitación y en la tarjeta decía que era un anónimo

Hanamichi y Ryota se miraron suspicaces, y preguntaron a la vez— ¿Y que decía?

Kiyota gruñó— ¿Y a vosotros que os importa? Como siempre os comportáis como viejas cotillas

—Y tú como una quinceañera vergonzosa. Me apuesto a que vas a devolverlo en recepción—le replicó el base—Que triste, para una vez que ligas...

—Yo no soy como vosotros que van a por lo que sea. No quiero malentendidos

—¿Malentendidos?—inquirió Sakuragi, con las palabras de Nobunaga borracho en mente—¿Lo dices por Jin?

El mono salvaje notó como el calor subía a su cara, intento hablar pero sólo balbuceaba sonidos incompresibles

—Lo sé, Kiyota—El rostro del pelirrojo estaba serio. Miyagi cayó en la cuenta de lo que estaba pasando

— ¡Que vas a saber tu, mono pelirrojo!

Ryota y Hanamichi se volvieron a mirar de manera capciosa

— ¿Has comido? — le preguntaron al unísono

 

 

Almorzaban, fuera de hora, en los extensos comedores del lujoso hotel. Sakuragi engullía por dos mientras era Miyagi quien llevaba la conversación. Apenas quedaban comensales por lo que no tenían reparo en hablar sin disimulo, ni en dejar el enorme ramo aparcado en una mesa cercana

Kiyota admitió sus sentimientos por Jin, pero también creía que la confusión de emociones le gana ¾Y ahora si, reíros si queréis.

Ryota esbozó una sonrisa divertida y con el beneplácito de Hanamichi le cuenta todas sus aventuras y desventuras amorosas. Kiyota estaba alucinando en colores. Pero ahora no se sentía un bicho raro

— ¿Estás enamorado de Rukawa?—dijo Kiyota como una autómata y los ojos abiertos como platos mientras miraba a Sakuragi

El pelirrojo sin dejar de comer, asintió molesto fijando su mirada en otro lado

—Está enamorado de Rukawa—dijo Kiyota ido. Estaba claro que le estaba costando procesar esa información

Ryota asintió

— ¡Estas enamorado de Rukawa!

—¡Que si! ¡Pero no hace falta que se entere hasta el chef!—Le dijo Sakuragi intentando que bajara la voz

—Es que me resulta—Nobunaga se paró para buscar la palabra adecuada—increíble. Bueno me resulta más increíble todo lo que se ha montado por un malentendido pero tal como estabais en el partido me lo creo. Y ahora que lo pienso... ¡pero que lecciones me vas a dar a mi mono pelirrojo! ¡Si ni siquiera eres capaz de arreglarte con Ruwaka!

—Solo te lo he contado para que veas que no estás solo

—No me vengas con sermones, no tienes ni idea de lo que es estar solo.

Los ojos castaños del pelirrojo se tornaron duros—Juergas locas, sexo sin sentido, desprecio a la gente que se preocupa por ti.... ¿Quieres que siga, mono salvaje?

Kiyota bajó la cabeza

—Jin no me hace ni caso. Al menos no ese tipo de caso

— ¿Cómo estás seguro de eso? ¿Por como ha reaccionado con las flores?—preguntó Ryota después de engullir, con apetito voraz, un trozo de carne

—No, no las ha llegado a ver, de hecho me estaba deshaciendo de ellas cuando me habéis pillado vosotros. Aparte que yo sepa no es gay, ni nada por el estilo

—Pues vamos apañados

—Por creer creo que Sakuragi tiene más posibilidades que yo

— ¡Vamos listos!

—Analicemos el ramo de flores ¿Quién te lo habrá mandado?

—Podría haber sido Jin

—Mas quisiera  ¡No digas tonterías mono pelirrojo!

—Pues yo creo que tiene razón, debemos reducir el cerco, ¡debe de ser alguien que te conozca!

— ¿Fukuda?

—Sakuragi, ¿quieres que me corte las venas?

—Investiguemos. ¿Qué es lo que dice en la tarjeta? ¿En que idioma está escrita?

La faz de Nobunaga se tornó mas roja que la cabeza de Sakuragi y su mirada se clavó en el plato de pasta que estaba comiendo—No os la voy a enseñar

—Estupendo—dijo Miyagi sin contemplaciones¾Porque la acabo de coger y la estoy leyendo

Antes de que Kiyota saltara de su silla hacia el chico mas bajo, Hanamichi lo cogió del cuello de la chaqueta y lo obligó a permanecer sentado.

—Está en inglés, así que podemos descartar a los del equipo—Ryota le devolvió la tarjeta—Que original te declara su amor. Esto es bueno: te llama “mi exótico salvaje”

—Eso es sospechoso porque el único que me llama salvaje es Sakuragi—apenas terminar de decir esto, Kiyota recibió un cabezazo mortal

—Para que se te pongan en circulación las pocas neuronas que te quedan. Además con esos pelos que llevas cualquiera piensa que has salido de la edad de piedra

Una vez que hubieron dejado desvaríos a un lado, las tres cabezas pensantes empiezan a reunir los pocas pistas que tenían.

—Deberíamos de preguntar en recepción—afirmó Sakuragi

—¿Y eso porque?—preguntó Nobunaga

Hanamichi tomó el sobre que contenía el anónimo—Elemental querido mono salvaje. Este sello indica que ha pasado por la recepción. ¡Si lo sabré yo, que ya me han traído un par de paquetes!...

—Hana, no te quedes parado

—¿No os parece raro que con mis paquetes llamaran a la puerta y a Kiyota se lo dejen en la habitación? 

Ryota se puso en pie—Vamos, no perdemos nada preguntando. Por cierto Kiyota ¿qué tal andas con el inglés?

Como iba a andar, pues nivel “fifty-fifty”. Así llamarse recabar información a chapurrear un par de preguntas y entenderlas peor, era un gran despropósito.

—Lo que no entiendo—reflexiona Ryota en voz alta— es porque insistía tanto que nos pasáramos por las sesiones de masajes. Que pesado señalando el folleto, incluso nos ha dado unos bonos gratuitos

—Debe de ser porque pensaría que Sakuragi estaría estresado cuando es por la cara de palurdo que tiene siempre

—¡Mono salvaje, te va a ayudar tu puñetera madre!

Miyagi salvó la situación antes de que Hanamichi llegara a pegar al Nobunaga— Se nota que estamos todos tensos. ¡Voto por ir a relajarnos!— Dice blandiendo en el aire los bonos de masaje

Sakuragi se da la vuelta y se mete en un ascensor—Paso...

Los otros dos chicos le alcanzan antes de que se cierren las pesadas puertas de acero

— ¿Por qué mono rojo? Admito que me he pasado contigo, así que únete al plan. Nos relajamos y nos ayudará a pensar con claridad

—No tiene nada que ver con pensar con claridad—rió el chico de pelo rizado—Es por esto— continua Miyagi de improviso, subiendo la camiseta de Hanamichi hasta dejar a la vista todo su torso

Kiyota comienza a doblarse en dos y a llorar de la risa.

—Mono salvaje ¡o paras o te mato! ¡Y ni una palabra de esto!—Su mirada inyectada en furia se vuelva a Ryota

—Hana, piénsalo fríamente y reconócelo. Te has quitado un peso de encima

Después de autocabezearse contra la pared del elevador, el pelirrojo se dirige a sus compañeros—Iré con vosotros

 

 

Recorriendo la parte de ocio del complejo, más allá de la piscina, y pasando la sauna. Llegaron a la zona spa. Nada mas entrar, les atendió una simpática señorita a la que Ryota entrega los bonos. Intercambiando un par de palabras, la encargada les hizo entender que pasen, cada uno, a una cabina individual, donde se tienen que desnudar y cubrirse con la suave toalla de algodón

—Dejar que hagan que vuestro cuerpo descargue las tensiones

Antes de meterse en su cabina, Kiyota escuchó gruñir al pelirrojo como replica al comentario de Miyagi

‹‹Un momento de paz››pensó la cabeza de Nobunaga. Y es que deseaba, dejar la mente en blanco, por muy difícil que le resultara, dejar de pensar en Jin, en ese chico que se le había metido poco a poco con su tranquila manera de ser. Kiyota sonrió para si mismo, siempre que tenía a su ex compañero del Kainan en la cabeza le invadía un agradable calor por todo el cuerpo. Le gustaba ese sentimiento, había luchado mucho para aceptarlo y ahora no estaba dispuesto a que se lo arrebataran

Hi—Nobunaga, sobresaltado al escuchar una voz ajena, salió de “Jinlandia” en ese instante.

Quien lo había saludado era un joven moreno, de tez bronceada y unos llamativos ojos verde agua que por su exotismo exigían ser el epicentro del físico del muchacho. Kiyota pensó que un chico así tendría a la chica que quisiera, pues las cortas mangas del uniforme mostraban unos brazos trabajados

Nobunaga se ruborizó al percatarse de que lo estaba examinando con atención. La mano que sujetaba la toalla se cerró pudorosamente como intentando aferrar la tela a su cuerpo

I´m Victor, What is your name?—el joven al ver que la actitud de Nobunaga estaba a la defensiva. Insistió en su nombre, señalando su la placa que llevaba prendida en el pecho

Kiyota se sintió un estúpido integral. Se había sentido intimidado por aquel chico, cuando lo único que estaba haciendo era su trabajo e intentado ser amable. El dichoso tema del enamorado anónimo lo estaba trastornando

Sorry. My name is Kiyota Nobunaga

 Casi le da un vuelco al corazón cuando vio la sonrisa que le dedico aquel atractivo joven. Estaba apenas dos pasos delante de él. Percibía su aliento y un aroma dulce. Victor repitió su nombre cuidadosamente, con un acento japonés perfecto.

Kiyota asintió. Otra vez había notado esa aura extraña hacía él.

¡Tonterías! Era mejor que se tumbara en la camilla, cuanto antes empezara antes acabaría. Boca abajo, suspiró para abandonarse a la música chill out que sonaba desde el hilo musical.

Se estremeció al notar el tacto frio de un gel aromático en su piel. Esa estimulante sensación duró un segundo porque las manos de Victor, extendieron el cosmético por su espalda liberando a sus músculos con caricias firmes que repartía con sumo cuidado.

¡Que manos! ¡Si tan solo fueran las de Jin! 

Kiyota se mordió el labio. Estaba decidido a distraer su ánimo  no a que sus fantasías se adueñaran de él. Pero es que Victor estaba demostrando que era un excelente profesional del masaje. Lo estaba transportando a un mundo placer y relax. Le apetecía tanto dejarse llevar que cuando el masajista palpó sus omoplatos con fuerza, rozando su cuello, Kiyota ronroneo como un gatito feliz

No había quien parara las fantasías que producían las neuronas de Kiyota, intoxicadas de placer y bienestar. Quien tocaba su piel, ya casi febril, no era un masajista profesional. Era su compañero de cuarto. Aquel cuya mirada amable le inspiraba comerse a besos.

Deseaba que las manos mimaran sus gemelos. Se le cargaban mucho después del ejercicio. Como por arte de magia su deseo fue concedido. ¡Que alivio! Aquellas manos eran sabias, conocedoras del cuerpo humano. Cumplían con su cometido y con el de su dueño.

El joven americano, percibía que Kiyota se estaba deshaciendo con ese subyugador masaje. No dudo en subir hasta sus muslos, rotando sus dedos entre la carne, acariciando el músculo a través de la piel. Era hora de cambiar de ritmo. Se concentró en la cara interna de los muslos, separando las piernas del chico japonés. Sonrió al no encontrar resistencia, seguro que se encontraba tan excitado como él.

—Jin... eres tan...— susurró Nobunaga, perdido en un mundo de fantasía

Pero al contrario de lo que esperaba, Jin le susurró algo muy extraño—My exotic savage

¡¡Victor!!

Stop! ¡Para!—grita Nobunaga con todas sus fuerzas. Saltando de la camilla con una agilidad animal

Victor le observa con una mirada estupefacta y curiosa. Kiyota intenta recobrar la compostura, suavizando su agitada respiración.

¡Imposible! ¡Ese tío le estaba metiendo mano! ¡Y le había dicho la misma frase que el anónimo!

¿Por qué le clavaba los ojos de esa manera tan asfixiante?

Al bajar la cabeza a su entrepierna lo comprendió. ¡Estaba desnudo y empalmado!

Rápidamente sus dos manos cubrieron sus vergüenzas. Dio un paso hacia atrás cuando el masajista se dirigió hasta donde estaba. Sus latidos se aceleraron, el aroma a almendras dulces le embriagaba las fosas nasales

You ´re so beautiful, Kiyota Nobunaga—le dijeron esos carnosos labios antes de juntarse con los suyos

Nobunaga se sorprendió de lo dulce que podía ser un beso. Pero aquello no podía ser

Azorado, separó a Victor de su cuerpo—Sorry. I love other person

 El americano le sonrió, las aguas de sus ojos brillaban. Tomó una tarjeta que estaba cerca de las lociones, garabateó unos números y se la tendió a Kiyota—Call me—le dijo antes de despedirse con un casto beso en la frente

El japonés se quedo un buen rato mirando fijamente la puerta. Aún no procesaba lo que acababa de sucederle.

Acababa de ligar con un extranjero.

Un extranjero que está como un tren, y que le había mandado flores, le había excitado y besado.

Y tenía su número de teléfono en la mano.

Se vistió como pudo y salió de la cabina

 

 

—¡Vaya! Ya era hora—Sakuragi esta sentado junto a Miyagi—De tanto que tardabas empezábamos a pensar que te había raptado tu admirador secreto—Hanamichi se calló—¿Ha pasado algo?

—¡No!

—Te has puesto rojo en cuanto he dicho admirador secreto¾dijo Hanamichi para exclamar perspicazmente a continuación¾¡No jodas! ¡El masajista que hemos visto salir!

—De hablas mono, ¿por qué no podría ser una chica?

Ryota se metió en la conversación—Ya decía yo que insistían mucho con lo de los masajes. Nos lo estaban diciendo bien clarito

—Nobunaga—habló el pelirrojo muy serio—no te habrá echo nada, que como te haya tocado un pelo voy a por él

Kiyota negó con la cabeza—¿Me acompañáis a la habitación? La loción que han usado me ha resultado mareante

Miyagi a un lado y Sakuragi al otro, escoltaron fielmente a Nobunaga hasta su cuarto. Al llegar a la puerta, con una gran coincidencia les abrió Jin

—Hola—saludo el moreno—¿Nobu, estás bien?

—Si—contestó Hanamichi—es que ya sabes como es, con una coca cola se queda grogi

—Entonces ¿por qué no vienes conmigo al parque? Me gustaría contarte una cosa

Los ex componentes del Shohoku intercambiaron miradas

—Nosotros nos vamos por ahí también. Aunque deberíais volver pronto parece que va a llover¾dijo Ryota quitándose de en medio

—Ryota, ¿tú crees que se le va a declarar?—preguntó Hanamichi viendo marchar a Jin y al mono salvaje

—¿Los seguimos?

 

 

—Sabes Nobunaga—comenzó a decir Jin cuando se sentaron en un banco rodeado de frondosos matorrales— Eres una persona muy importante para mí

—Lo ves—susurró el pelirrojo detrás de un seto—se está decl....

Miyagi tapó la boca de su amigo, mientras se llevaba el dedo a la boca en señal de silencio. No estaban en su línea de visión pero no le apetecía correr riesgos innecesarios

Kiyota trago saliva. Lo que había sucedido en la cabina de masajes no era nada comparado con tener a Jin enfrente diciéndole eso. Se le salía el corazón por la boca

—Desde los tiempos del Kainan has sido mi confidente. Por eso no me cuesta contarte esto

Jin hizo una pausa. A Kiyota, los latidos de su corazón no le dejaban escuchar más

—Me he enamorado de mi prima

—¿Qué?—dijeron tres bocas a la vez. Aunque Jin solo escuchó la que tenía enfrente

—Si, de mi prima. Sabes que estoy viviendo en casa de mis tíos. Y me siento fatal por esto, creo que les estoy engañando. Si no fuera porque ella me corresponde...

—Jin, no me encuentro bien. Será mejor que descanse

—Es cierto, estás pálido—el tono de voz de Jin era preocupado—¿tienes fiebre?

—No—contestó Kiyota tajante, apartando la mano de Jin que estaba en su frente—Solo necesito tumbarme un rato

Intentando calmar las enormes ganas de llorar. Se levantó como pudo y con el tono de voz quebrado se despide de su compañero

—Hanamichi, deja de llorar y ayúdame a consolar a Kiyota—insta Ryota al pelirrojo al ver que Nobunaga se perdía de vista por el parque del complejo hotelero

 

 

No fue difícil encontrarlo. Acurrucado en la hierba, con la mirada perdida en el horizonte lleno de cúmulos deseosos de descargar el agua que portaban.

—Se acerca una tormenta de verano—Nobunaga habló como si su ser estuviera perdido en el más allá. Aunque conservando una pizca de realidad: unos truenos rasgaban la atmósfera y los rayos se asomaban en la lejanía

—Mono salvaje anímate el mundo no se acaba

—¡Que gran frase!—el tono del chico de pelo largo estaba lleno de ironía—seguro que te las repetido a ti mismo mientras la cagabas con Rukawa

Antes de que Miyagi pudiera remediarlo, los dos monos se estaban moliendo a golpes. Los dos descargando su frustración. Uno por el amor que nunca será y el otro por el que no se ha atrevido a enfrentar.

El primario desahogo funciona. Caen rendidos a la hierba, jadeando por la intensidad de la pelea.

—¿Os habéis cansado ya? —Preguntó Miyagi

—Dejadme en paz—exige Kiyota

—¿Para que? ¿Para que te compadezcas de lo pobrecito que eres?—dice Ryota con dureza, intentado que reaccione

—No—niega el mono salvaje con una grotesca mueca—para ir a liarme con el masajista

—¡Claro!—grita el pelirrojo—follatelo. Seguro que así te sientes mucho mejor

Los ojos de Nobunaga estaban resentidos, pero también dejaban traslucir una firme decisión¾¡detenlo Ryota!

El base, se enganchó automáticamente a la pierna de Kiyota, como un koala a un árbol.—Hanamichi, solo estaba siendo irónico. Liarte con alguien por despecho solo produce dolor por las dos partes

Nobunaga intentaba andar, arrastrando con dificultad la pierna en la que llevaba a Ryota—¡Quítate!

—Nobunaga—Hanamichi se puso delante de él, hincando las rodillas en el suelo, en clara posición de ruego—no tenemos la mejor relación del mundo. Pero no quiero que cometas un error que yo cometí. Por favor, recapacita

Kiyota dejo de forcejear, al mismo tiempo que estallaba en un llanto seco. Sakuragi le alborotó el pelo con cariño ¾ Vamos a descansar, has tenido muchas emociones por hoy. Si quieres me cambio de habitación contigo. Aunque entre tú y yo, debes de tener cuidado con Sendo.

Nobunaga se secó las lágrimas—Sakuragi, como metas más la pata con Rukawa, te daré una paliza como la de antes.—Sakuragi asintió, y Kiyota se volvió hacia Miyagi—Gracias. Me voy a dormir un rato. ¿Podéis ocuparos de que no me llamen para cenar?

—Cuenta con eso—le dijo Ryota

Mientras contemplaban a Nobunaga alejarse. Hanamichi acarició la cabeza a su amigo—Lo has hecho muy bien Ryota. Buen chico

Miyagi bufó— ¿Y porque me he sentido como Lassie?

 

 

En la puerta del complejo hotelero, a algunos metros de la escena, un furgón de cristales tintados traía de vuelta a Rukawa, Sendo y Sawakita, de su sesión publicitaria. Parecía mentira que les hubiera ocupado todo el día, pensó Eiji, que sólo tenía ganas de echarse a dormir un rato. Aquel día le había resultado muy tenso

Después del amago de pelea entre Sendo y Rukawa. Ninguna palabra había sido pronunciada entre los dos. Y para él era todo un alivio poder dejar de limar las asperezas. 

Rukawa había levantado una gélida muralla que se notaba incluso antes de invadir su espacio personal. Su alma exigía silencio, la cabeza calma. No quería ver a nadie, y sobre todo ese idiota pelirrojo. 

Sendo dudaba, a él le parecía que, cada minuto que pasaba Rukawa sumido en su mutismo, parecía más perdido. Alienado del mundo. Rukawa no iba a escucharle pero él no se rendiría. En un gesto despreocupado se metió las manos en los bolsillos traseros de su vaquero. Y de repente, sus labios se volvieron a curvar

Estaba palpando la solución

—Ah, estáis aquí— apareció Koshino en la planta baja del hotel. —Acabo de encontrarme con Sendo y ahora con vosotros—les dijo a Hanamichi y Miyagi

‹‹Eso quiere decir que Rukawa está aquí››. La hora de la verdad había llegado. Su corazón comenzó a bombear sangre con más fuerza

— ¿Venís a tomar algo?

Como ninguno de los chicos pronunció palabra, Koshino volvió a hablar —Sakuragi, no importa como lo hiciste en el partido. Es una tontería pensarlo, sabemos que somos un equipo

El pelirrojo tomo conciencia de sí mismo—Este genio no volverá a equivocarse en nada. Pero tendré que reclinar tu invitación, hay algo importante que debo hacer. ¿Has visto a Rukawa?

Miyagi sonrió. Por fin había vuelto el Hanamichi que conocía 

—Le he visto dar un rodeo para llegar al parque. Ese chico no va a cambiar, le gusta estar sólo

—Hanamichi, si vas fuera, coge un paraguas—le recomendó Ryota

—Es cierto. Nos vemos luego Koshino

 

 

El voraz quejido de los truenos era lo único que rompía el sonido sobrecogedor de la lluvia. Ruwaka a pesar de estar guarecido bajo un impresionante roble, no es impasible a la llamada de la naturaleza. Desde que se había desencadenado la furia líquida, hace apenas unos minutos, siente la humedad calar sus huesos.

 Mira hacia arriba, las gotas de agua resbalan a través de las ramas y se mezclan con el agua salada de su cara.

La tormenta se ha desatado. Exige su derecho de arroyar la tierra con lágrimas voraces. Alguien más implora su derecho a desahogarse sin contemplaciones. El azul de los ojos de Rukawa se convierte en un tono aguado que rivaliza con el del lago que esta a sus pies.

¿De donde vienen estas dudas que le ahogan?  ¿Desde cuando el silencio no es suficiente refugio?

¿Por qué no puede quitarse de la cabeza a Sakuragi por más que le maldiga en su interior?

Mientras la mirada del pelirrojo recorría todos los sitios imaginables. Corrió con completa y absoluta desesperación. La adrenalina corría por sus venas. Nervioso y asustado solo alcanzaba a suplicar que se le permita encontrar a Rukawa Kaede.

Ya no iba a dejar que nada ni nadie le hiciera el más mínimo daño

Iba a achacar la decisión que el zorro tomara por mucho que le doliera

Su respiración se aceleró. El corazón parecía querer parar y salir a través de su boca para tomar aire que necesita por sí mismo al ver la espigada silueta zorruna

Aspirando aire fuertemente y dando gracias mentalmente, va, con pasos vacilantes hacia el majestuoso roble que sirve de cobijo a Rukawa

La humedad ha cesado. Algo le cubre. Rukawa se gira sorprendido. El pelirrojo está allí, le dedica una sonrisa pausada, y le mira fijamente a los ojos. Rukawa siente que se tambalea. Sakuragi está tan cerca que sus maltrechos sentidos intuyen la calidez que emana. Sigue sin encontrar respuestas, sólo hay algo que le quema el pecho

Intenta que su voz suene impasible– ¿Qué quieres do´aho?

-¿Estas bien?

La actitud estoica de Rukawa está en entredicho. Por mas que quiera odiar a Hanamichi no puede, y mas cuando su comportamiento parece realmente afectado. Hanamichi insiste en su pregunta

‹‹ ¿Cuál es la respuesta que buscas do´aho? ››

Kaede se sorprende, cuando el pelirrojo no le vuelve a hacer una pregunta. Si no que le pide perdón

—Por aquel día —continuo el pelirrojo, sin apartar la vista de Kaed—mi comportamiento no fue correcto

Kaede no puede evitar que el resentimiento se haga con el control‹‹Era eso, quiere limpiar su conciencia››

—Estás perdonado, Sakuragi

El cuerpo del pelirrojo estaba temblando. Algo más había salido de la boca del zorro aparte de tres palabras. Un deje de crueldad fría. La actitud complaciente de Rukawa era un regalo envenenado

—Rukawa, te pido disculpas completamente en serio. Mi actitud contigo no tiene excusa, pero si me dejaras explicarte...

Rukawa hizo un ademán de silencio. El agua en vez de perder fuerza, repiqueteaba contra el árbol y el paraguas con agresividad.

Un luminoso zig zag partió el cielo en dos

— No—su tono calaba más que las lágrimas que caían del cielo—quiero perderte de vista

—¿No quieres que me quede contigo?

—¿Eres idiota o sordo? No quiero verte nunca más

—De acuerdo

La acometida de Rukawa se quebró totalmente. Jamás había esperado que Sakuragi reaccionará de esa manera: dándole el paraguas, mientras le rogaba que se cuidara y le aseguraba que no debía preocuparse porque nunca se cruzaría en su camino

La tormenta interior de Kaede Rukawa estalló de verdad, viendo a Hanamichi alejarse de allí mientras la lluvia lo engullía

 No era fría crueldad como creía Sakuragi, sino un dolor visceral al ver que no ha sabido retener a la única persona que le importa

¿Y ahora que se había dado cuenta, iba a conformarse sólo con eso?

 

Notas finales:

Aviso para navegantes: La primera quincena de Septiembre me voy de vacaciones, así que no habrá actualización dominguera hasta el próximo 19/09.

Pasarlo bien! Nos leeremos en el capítulo 9: "Tú"


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