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Nubes en el Cielo por 8BitBoo

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Notas del fanfic:

Acá verán una mezcla de Vampiros, Hombres Lobos y Magia... pero quiero aclarar una cosa: Los vampiros NO brillan, siguen ciertas reglas de "La Mascarada" -google it-, los licántropos no son grandes lobos feroces, si no que son hombres lobos como los cuentan las leyendas colectivas, y los brujos no son como los de Harry Potter xD

Tan solo lean y punto ò.o

Notas del capitulo:

 

Prólogo:

La vida es extraña, y aunque me pregunte mil veces cómo es la muerte, sé que me falta mucho tiempo para llegar a conocerla. Me considero desafortunado, porque quizá ni sepa cómo es el sabor de la venganza... Desearía sacarme estos pensamientos de la cabeza, ¡más aún en este momento! Pero bueno: la vida sigue, luego mueres... es solo un juego, un macabro, macabro juego.

 

 

A veces pienso en distintas cosas que me hacer ser... especial. Me gustaría poder descifrar ciertas cosas en ciertos momentos. ¿Qué tal si pudiese leer mentes? Sería interesante saber quien miente y quien dice la verdad. Pero, como todos sabemos, el invadir mentes ajenas es completamente imposible.

Me llamo Furakawa Shunsuke, y hace poco tiempo aterricé en Roma, capital de Italia. ¿Sobre mi? Bueno, realmente no se diferenciar entre lo bueno y lo malo, aunque sea básico simplemente no lo sé. Es culpa de que existe un estereotipo que indica que los malos son apartados y callados... Otro, en cambio, postula que los de este tipo son tontos o nerds. Pues no es así, y lo digo porque yo soy una persona muy callada y apartada del resto. En realidad amo ser así y no mezclarme con idiotas sin cerebro...

 

Detestaría ser uno más del montón.

 

Como dije anteriormente, estoy en Roma... otra cuidad, otro país. Me siento algo extraño. Maldito status japones. Claro, como mi madre es Italiana prefirió abandonar ese país a quedarse amarrada a los constantes bocinazos que se escuchaban cada día en Osaka. Aunque fuese molesto, yo los amaba. De todos modos ya no teníamos que hacer allí. Mi padre muerto... una miseria de dinero. Al menos acá en Europa nuestra familia no nos culpará de la muerte del sostenedor y padre de la familia Furakawa... como odio a los Furakawa, son tan despreciables... ellos y sus tradiciones asquerosas sobre un buen comportamiento en templos y ceremonias, claro, como son Shinto, ¡quieren que todo el mundo sea Shinto! Ahora que lo pienso, estoy comenzando a amar Europa.

 

Bien, la historia comienza por aquí, en el momento exacto en el que mi madre me dio la gratificante noticia de que comenzaba a ir a clases... en un internado.

 

- Shunsuke... Como siempre te enseñé a hablar en italiano... pues... creo que lo manejas excelente.

- Gracias mamá. ¿Qué querías hablar conmigo?

- Ehh... Mi... mira -titubeó- Shun-kun, debo darte una noticia que no sé si te agradará o te molestará.

- Tan solo dila y ya, tengo prisa -quería ir a conocer aunque fuese lo más turístico de Roma.

- Mañana vienen por tí.

- ¿Vienen? ¿Quienes? -¿Extraterrestres?

- Shunsuke, mañana comienzas a ir a un internado -puso su mano en mi hombro.

- ¡¿QUE?! -casi caí de espaldas.

- ¡Se que es impactante! Pero Shun, entiendeme -y aqui vamos con el entendimiento-, yo quiero lo mejor para ti, y tu tía dice que ese internado es muy bueno, en serio. Shunsuke... de veras lo siento, pero quiero que seas alguien en la vida, y creo que ese internado es lo que mejor te haría.

- E... entiendo mamá... Pero...

- Hijo mío, de veras lo siento, pero si Marcella -mi tía- puede pagarte ese internado de excelencia entonces debemos aceptar.

- Sí -dije, cabizbajo.

 

Posterior a eso me abrazó y lloró. Intente calmarla pero lloró más fuerte, casi mugía. Bien, esa noticia si que fue extraña, pero si es por mi futuro puedo entenderlo. Realmente quería ser más que un Sacerdote Shinto -sí, odio la religión de mi familia paterna-... mis proyectos eran ambiciosos, y no iba a dejar que se derrumbaran por nada del mundo.

Me saltaré todas las formalidades, y me iré directamente a la parte de mi vida en la cual un auto blanco, bastante lujoso pasó por mí, con un conductor que tenía un uniforme rojo con cuerdas doradas colgando de sus hombros y una mirada extremadamente seria que, según mi tía, daba miedo. Dos horas en aquel cómodo auto me hicieron arribar en un verde parque con piletas y una infraestructura bastante antigua, que me atrevería a decir que era victoriana.

 

- Bienvenido al Istituto di Arti Umani Leonardo Da Vinci, ehh... ¿Shunsuke?

- Correcto -respondí.

- Bien, Shunsuke Furakawa -Furakawa Shunsuke, maldita sea...- Soy el director Cipriano Sabatini -dijo el flaco hombre- representante de esta institución, y tu guía por el momento -sonrió.

- Muchísimas gracias -me hice el caballero.

- Ven, acompáñame.

 

Comenzamos a caminar. Me confesó ser amigo de mi tía, y ahí capté por qué tan buen recibimiento. La verdad es que mi tía era una persona de bastante poder en las empresas romanas. Ella dirigía una empresa de productos lácteos, por lo que mi vida, como ustedes se pueden imaginar, dio un giro de 180º al abandonar Japón.

Me sorprendía que este hombre fuese tan flaco, es decir... tenía barba y canas, se veía de mas o menos 45 o 50 años, pero con una presentación envidiable, sin panza, aparentemente. Aparte era muy sonriente, muy lleno de vida que a veces llegaba a asustar.

 

En general el edificio era bastante oscuro, con muy poca iluminación. Finalmente el hombre este me condujo a mi cuarto, por lo que comencé a acomodar las cosas y pude observar otra cama en el lado contrario de la mía.

- Un compañero de cuarto... -pensé.

¿Era eso terrible? La verdad no tanto, o al menos eso creo.

 

Terminé de apilar mis cachivaches cuando de pronto abren la puerta.

 

- Hola, ¿eres nuevo?

- Ehm... -me volteé- Eh... eh...

- ¿Qué ocurre? -rió.

- Sí, soy nuevo -dije-. Ehm...

- ¿Eres oriental o tienes los ojos así?

- Soy japones. Me llamo Furakawa Shunsuke.

- Hola Furakawa, soy Alexander.

- Mi nombre de pila es Shunsuke, "Arekushander".

- Ah, lo siento "Shunske".

- Se pronuncia con una u corta, pero no es Shunssske -marqué la S.

- Lo siento -rió- Se nota que eres japones, por tu pronunciación. De todos modos es un bonito idioma.

- Dômo -le agradecí- ¿Tú eres mi compañero de cuarto?

- Sí... Y tu nuevo amigo.

- Vaya, qué rápido.

 

Alexander era realmente pálido, parecía enfermo de Leucemia o algo. De todos modos no quise preguntar ningún detalle aún, porque hubiese sido bastante... incómodo para él, si es que mis suposiciones eran ciertas. Con Alexander conversamos distintas cosas en un rato, es fluido y risueño, bastante amigable, aunque lo encuentro un tanto extraño. Mi primera clase comenzaba en 15 minutos y él me condujo hasta el salón. El profesor me hizo presentarme como todo estudiante nuevo. Los chicos y chicas del salón solamente me miraban y no decían nada, Alexander me sonreía gratamente, dejando mostrar su perfecta dentadura de marfil.

 

A medida que pasaba el día fui conociendo a varias personas, las cuales no eran todas italianas. Para mi suerte había otro japones en el colegio, pero no se me acercó en ningún momento, solo me miraba desde lejos y ponía cara de asco cada vez que me veía conversar cercanamente con mis nuevos amigos. Bien, formé buenas migas con Alexander, Patricia, Carlisle y Victoria. Al parecer Victoria era hermana de Alexander... lo deduje por su blancura y rasgos similares a los del pelirrojo, y Patricia era la hija de Cipriano, el director. Carlisle era un tanto callado, casi no hablaba y generalmente reía de los comentarios hechos por Victoria, de seguro le gustaba.

 

Alexander me estaba cayendo cada vez mejor, y me atrevería a decir que me ha apadrinado. Él cree que soy un estudiante de intercambio, de hecho todo el Instituto Da Vinci cree lo mismo, solo por el hecho de venir de otro país. Prefiero que así sea, y que no quede como el favorito del director por ser sobrino de Marcella LaFurcade. Dios, que bonito apellido llevaba mi madre de soltera... creo que le sugeriré hacer un cambio de planes, aunque el apellido de mi padre me gusta, está manchado por esa maldita familia que tenía.

 

Cayó la noche, y mi primer día en el Instituto Da Vinci había sido todo un exito. Suerte de encontrarse con un compañero de cuarto amigable. Antes de dormirme fui a lavar mis dientes al baño. Estaba tranquilamente en eso, cuando de pronto alguien me habla en un japones tan fluido como el mío. Escupí y volteé. Era el chico nipon que también andaba dando vueltas por el instituto (prefiero llamarlo así que internado).

 

- Hola, Shunsuke.

- ¿Cómo sabes mi nombre? -pregunté.

- Soy Aizawa Akira, un gusto.

 

Akira, pelinegro de tes cobriza y de un tamaño atlético. Me extendió la mano, y al estrechársela pude sentir un calor extraño en ella.

 

- ¿Qué se te ofrece?

- Dos cosas -respondió- La primera es saludarte, como compatriotas que somos -hizo una reverencia- Y bueno, la segunda es advertirte una cosa.

- ¿Advertirme? ¿A qué te refieres?

- Pues bien, te lo diré sin rodeos: Aléjate de Alexander y de Victoria.

- ¿Ah...? -contesté, aturdido.

- Eso, aléjate de ellos, no te convienen, son gente mala.

- ¿Qué dices? -reí- ¿Acaso estás celoso? Si te gusta Victoria por mi no te preocupes, no es mi tipo... y claro, si te gusta Alexander tampoco tengo problema.

- Serás imbécil, no me refiero a eso.

- ¿Entonces que mierda quieres decir?

- Tan solo es eso, ya verás por qué te lo digo... No sé que haces en este instituto, realmente no puedo entenderlo... Corres peligro.

- Ok... con permiso Aizawa-san, pero tengo que irme a la cama.

 

Caminé por el lado y él me tomó de un brazo. Realmente su mano ardía.

 

- Hazme caso, no te acerques a ellos.

- Alexander es mi compañero de cuarto -dije.

- ... -puso cara de espanto- Bien, haz lo que quieras. Lo único que te puedo decir es que yo ya te advertí: Este es un lugar peligroso. Pero haz la prueba, toca a Alexander.

 

¿Toca a Alexander? ¿Que mierda es lo que pasa por su cabeza?

De todos modos me entró la curiosidad, por lo que no pude dormir tranquilo hasta hacer la prueba. Me acerqué lentamente a Alexander, para que no me escuchara aproximarme. Lentamente acerqué mi mano a su cara, cuando de pronto sentí que no respiraba. Me asusté, sus ojos estaban cerrados y no respiraba... Esto no era para nada normal. Desesperado toqué su cuello para ver si tenía un pulso al menos... su piel era fría y dura, que casi podía sentir sus poros al contacto... y lo más importante: No tenía pulso. Me estremecí.

 

- ¿Qué crees que haces? -dijo, sin abrir los ojos.

- ¡Alexander! -me espanté.

- ¿Shunsuke...?

- Eh... yo...

- ¿...Qué hacías? -mierda, mierda, mierda.

- Ehm... No te escuché respirar.

- Ah... eso... -rió, nervioso- Bueno, verás... Es el medicamento que tengo que tomar para controlar mi enfermedad.

- ¿Estás enfermo?

- Sí.

- ¿De qué? -pregunté otra vez.

- Demasiadas preguntas, ¿no crees?

- Sí, sí... sumimasen deshita -le hice una reverencia.

- No te preocupes, no pidas disculpas, o al menos eso creo que hiciste -rió- Vuelve a dormir.

 

Debo confesar que esto pasó los límites de lo extraño. Ok, está bien, su medicamento relaja su pulso, y la verdad es que yo nunca he sido muy bueno buscando el pulso de la gente, pero... ¿por qué era tan frío? De todos modos tenía todo un año por delante para descubrir que mierda quiso decir el tal Akira con eso de que no me acerque a Victoria ni a Alexander... Esto, repito, pasa los límites de lo extraño.

 

Tanto pensar me trajo el sueño y finalmente me dormí, rendido por el insomnio que me atacó. Esa noche tuve un extraño sueño relacionado con mi padre y aquel incendio que me lo arrebató para siempre.

 

Notas finales:

Sé que no se entiende nada, pero ya van a ver que este fic tiene muuuuuchas cosas que aclarar, espero que lo sigan leyendo y que, aunque en mi blog me hayan dicho que se parece a Twlight, les aviso: NO SE PARECE EN NADA. Ya van a ver por qué ;D

Gracias :3

Deje review y Alexander no le morderá~ Y si deja, pero se lo pide, es cosa suya D:


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