Backstage del concierto de Versailles en México, 13 de junio de 2010.
Me quedé con ganas de besarte. No puede ser cierto... me acabo de dar cuenta de eso, me siento desesperado, roto por dentro ¿cómo no me di cuenta antes? Un beso: al decir la palabra pienso en tu rostro contra el mío, los ojos cerrados, pequeñitos nosotros, en medio de un mundo al que no le importamos. Pacíficos, besándonos hasta quien sabe cuándo, sin pasar nunca a lo vulgar. Un beso nada más, sin perversión alguna, sin distorsión ¿cómo pude pasar por alto algo tan sencillo? ¿por qué no se me ocurrió darte uno antes? Pienso que tal vez tenía esto oculto, o que se me acaba de ocurrir y me estoy inventando que las ganas las traigo desde antes. Como sea, ahora mismo tengo esa - esa necesidad de mojar mis labios, de hacer ese delicioso "muak" con nuestras bocas en contacto. ¡Ah! Por supuesto, no ha de ser con otro que no seas tú.
Se me ocurre que, de ahora en adelante, besaré a todos para luego no tener de que arrepentirme. Al saludarles, o al despedirles, de imprevisto les robaba el beso y, dependiendo de la reacción, les respondería para que no lo tomaran a mal: "es que te quiero", "en caso de que no te vuelva a ver", "¡vamos! no es para que te pongas así"... pero ni todos mis amigos, mi familia, mis compañeros de trabajo, la gente que veo de casualidad ni mis fans, ninguno me daría lo que de él pido. Ya lo dije antes: me quedé con las ganas. Esta situación es irreversible, no cesará.
Quiero terminar este drama, casi me arrepiento de desencadenarlo. ¿Qué... qué fue lo que me hizo destapar este anhelo? Si yo no estaba haciendo nada que no hubiera hecho el resto de los días de gira. Recorro mentalmente este día de verano, desde en la mañana que me levanté, algo debió ser diferente, no creo que las ganas estallen así de repente sin razón. En el recinto todos siguen gritando, aunque exhaustos; acá hay mucho alboroto también, pero no presto atención a nada, porque nada es claro. Cierro los ojos y busco entre lo extrañamente cotidiano algo diferente. Busco...ya escucho a los otros llamarme para tomarnos una foto, pero no quiero ir porque saldré con esta cara de dolor y, luego que vea la foto el beso vendrá de nuevo a mi mente y sufriré otra vez, sin recordar el motivo de tal opresión... angustia... ya no sé que es...
Las luces, mi voz retumbando... ¡lo tengo! Vino flotando, estoy seguro, el deseo se apoderó de mí pero se ha amoldado tan bien que no puedo ignorarlo con la simple excusa de que no surgió en mi pecho. Todo porque me fijé en las rosas moradas sobre sus cabecitas: ellas querían ver a Jasmine y no hay poder que logre cumplírselos. Por eso, en segundo plano, mi mente se ideó su propia rosa morada y la transformo... en el deseo de un beso. Pero ni con sus cenizas cuento... qué barbaridad, Jasmine realmente se ha ido y yo preocupado por un ridículo beso. Casi me dan ganas de llorar...
...y de despedirme de su cuerpo, camino a las llamas de la cremación, con un beso.