Sasuke Sarutobi.
Prólogo.
Ese día desapareciste… de mi memoria.
Su madre y su padre nacieron en el pueblo del sonido. Ese lugar que parecía inhóspito pero que en su momento, brindaba alegrías y hermosos recuerdos a la mente de todos.
Estando muy lejos de la capital del país del fuego, el lugar transmitía para los lugareños comodidad y confort.
Las planicies del sonido estaban rodeadas de hermosa y vegetación, y grande manantiales. Aunque el peligro en ellos era muy bien conocido. Habían en uno piraña, y en otros los caimanes habitaban libremente. Las extensiones eran las más adecuadas para la ganadería, y su familia de eso vivía. Sus padres eran acreedores de una buen parte de las tierras del sonido, mas allá del pueblo, se encontraba la hacienda de los Namikaze. Y así es, era una hacienda ganadera, conocida como: Konoha.
Konoha era una de las dos haciendas ganaderas más importantes del sonido, junto con Raikirin, cuyos dueños eran la familia Hatake. Sus vidas eran tranquilas y pacificas, pero las apariencias engañan. Sonido podía ser todo lo que en sus sueños querían ver, pero era todo lo contrario. Y el día en que su primogénito cumplió los cinco años, lo descubrieron.
La fiesta esta preparada para esa noche, Kushina Uzumaki Namikaze, ultimaba los detalles finales. Era el cumpleaños de su pequeño, y el único detalles que faltaba era l padre. ¿Qué sabemos de él? Minato Namikaze era un hombre justo y benévolo, estaba en contra de la violencia y la tiranía. Así que eso fu lo que paso. Hubo una pelea en la cantina – dijeron muchas bocas luego del suceso – los dos hombres peleaban por la cuenta. El propietario y su cliente comenzaron una escaramuza, y nadie hacia nada para detenerles. Entonces, Minato se hizo presente. Y con ayudas de sus fieles sirvientes – que él más bien consideraba sus amigos – logro separar al dueño del otro sujeto. Pero lo siguiente no lo vio venir. El hombre que gritaba hace unos momentos que la cantidad de dinero era ridícula comparada a la que él había consumido, saco su arma y apunto hacia el dueño, pero ya sea por destino de azares o por la tremenda borrachera que el otro cargaba, termino dándole al buen Minato.
El día del funeral, Kushina sostenía en sus brazos a su pequeño Naruto, un lindo niño de piel trigueña, ojos azules y dorado cabello, era la viva imagen de su padre ya fallecido. Solo que el lindo muchachito tenia unas marquitas en ambas mejillas que lo hacían ver mas tierno. Y de seguro que cuando fuera mayor, seria un gran atractivo, ya que estas le darían un aspecto zorruno.
La mujer lloraba, y sus lágrimas cruzaban su rostro y se perdían en el suelo en que ahora seria enterrado su marido. Se juro a si misma largarse de una vez de ese lugar y llevarse consigo a ese querubín, para que no fuera manchado por la sangre que bañaba a todos los que habitaban ese maldito pueblo. Lleno – aunque no la mayoría – de serpientes. Y así fue, donde alguna vez estuvo lleno de gente, con el paso de los días desapareció para siempre la voces de alegría que inundaban las habitaciones, y que ahora solo eran ecos de tiempos mejores.
Naruto creció en la capital, codeándose con familias muy poderosas y haciéndose de amigos de buena familia. Incluido entre ellos al joven: Itachi Uchiha, los dos tenían la misma edad: 10 años.
El día en que fue a la mansión Uchiha, conoció al menor de la familia: el hermano pequeño de Itachi. El primogénito de los Uchihas era un niño de hermosura cautivadora, su cabello era negro, y en ese momento lo llevaba corto, sus ojos eran del mismo color pero estos eran bastante profundos, que te daban la sensación, si los mirabas directamente que estos veían todos tus secretos. A comparación de otros niños de su misma edad, Itachi era bastante alto, son seguridad serian un buen mozo cuando creciera. Al igual que al hijo de Minato, que iba creciendo para convertirse en un hombre tan apuesto como su padre.
En el momento en que cruzaron la puerta, un cuerpo pequeño se abalanzo hacia el azabache.
- Nii-san – escucho Naruto decir del pequeño. Bienvenido a casa. ¿quieres jugar conmigo? ¿eh? ¿a que quieres jugar?
Una sonrisa se implanto en el rostro de mayor. Itachi, a pesar de su corta edad era lo mas serio que podía mostrase frente a todos los que le rodeaban, pero jamás podía evitar – ni tampoco trataba de hacerlo- sonreírle a su hermanito. Golpeo al más joven en la frente con sus dedos, gesto que era muy familiar entre ambos, y que los dos sabían que significaba, pero aun así le dirigió la palabra a su Otöto:
- Lo siento, Sasuke. Pero he quedado con mi amigo para hacer los deberes.
En ese momento el pequeño uchiha noto la presencia del otro niño. Miro analizándolo por unos segundos con un tierno puchero inconforme ante este hecho. No le agradaba ese chico, que venia a quitarle la atención de su hermano.
El otro chiquillo, admiraba a la linda criatura que tenia enfrente. Parecia un angelito. Su cabello era, aunque casi del mismo tono que el de Itachi, ciertamente muy diferente. El cabello del pequeño era, para explicarlo de la mejor forma posible, azul-negro. La piel de chico era sin lugar a dudas más blanca que la de él mayor, y parecía tan suave al tacto que podría jurar que seria como la misma porcelana. Ah, y sus ojos, aun siendo negros como los de Itachi, mostraba la inocencia y ternura que un niño de cinco años poseía.
- No me gusta. Es muy dobe.
Y el lindo retrato que se hizo Naruto del niño, se desquebrajo en los siguientes segundos. Eso no era un ángel. Era un lobo con piel de cordero.
- ¡¿A quien le dices dobe, teme?!
El pequeño Sasuke, ignorando el reciente insulto, salio del recinto orgulloso, aunque se sintiera ofendido por el rechazo de su hermano. Y antes de desaparecer de la vista de los dos chicos, se giro para encarar al rubio y acto seguido le saco la lengua. Itachi sonrió ante gesto de menor, a veces Sasuke era tan infantil. Le hablo en tono conciliador al joven rubio que parecía que en cualquier momento fuese a estallar, y le obligo a irse a su habitación para hacer la tarea de una buena vez. Y así, mas tarde poder recompensar a Sasuke.
Desde ese día la relación del rubio y del menor de los azabaches, no fue la mejor. Siempre peleaban y discutían por todo. Los dos se observaban con bastante enojo, y Sasuke, a pesar de los pedidos de su hermano para que dejara de provocar a Naruto, no podía dejar de tratarlo con el mismo recelo del primer día. Hasta que finalmente todo cambio.
Ese día, Sasuke se había salido con la suya. Los dos niños accedieron a jugar con él. Aunque, a Sasuke no le gustaba la idea de que el dobe tan bien participara, por pedido de su hermano acepto. Era de mala educación sino lo hacia. Una carrera, propuso el niño pequeño, u los otros captaron. El jardín era bastante amplio para poder hacer una larga carrera desde un punto en concreto hasta el patio trasero. Naruto iba corriendo en ese momento, y muy a su pesar iba perdiendo. Sabia que no podía competir contra itachi, pero que el pequeñín le ganase también era patética. En un descuido, suyo, al no notar esa piedra en su camino, cayó sin remedio al suelo, lastimándose la rodilla que había empezado a sangrar. Los otros dos detuvieron su carrera e Itachi salio corriendo a la mansión en busca de su madre. Naruto trataba de no derramar las lágrimas que buscaban escaparse de sus ojos. Cerro fuertemente los ojos, en un intento de detenerlas, según el por que un hombre no lloraba. Así que no se dio cuenta, cuando el más pequeño se acercaba a él y le besaba la rodilla muy cerca de la herida. Cuando sintió el calido contacto de esos labios contra su piel maltrecha, abrió rápidamente sus ojos. Parpadeo, confundido al notar como el niño se acercaba de nuevo, pero esta vez le besaba en la frente. Y le sonreía con ternura.
- Uno para el dolor y el otro para que no llores mas – Sasuke repitió la misma acción y palabras que su madre le brindaba cada vez que se lastimaba. Naruto no pudo evitar sonrojarse ante la acción del pequeño, y sin notarlo su mano acaricio la mejilla del pequeño, comprobando lo que había pensando de esa piel a conocer al chiquillo: es como la porcelana. Sasuke también se sonrojo, sintió una calidez en es gesto que no pudo evitar sonreír de nueva cuenta, siendo correspondido al instante. Tal vez, si era un ángel.
Una nueva relación creció en ellos, el resentimiento y recelo que se profesaban cambio para entrelazar los lazos de amistad que estaban seguros que serian eternos. Pero esos momentos de felicidad no duró lo suficiente.
El hijo menor del clan Uchiha había sido secuestrado. Las autoridades estaban en brusquedad del responsable del atentado, sin obtener pista alguna. Según fuentes, el niño había sido secuestrado en el momento en que la niñera del Zinder garden lo había llevado al baño, y lo dejo solo para encargarse de otro pequeño que causaba problemas. Por más que buscaron algo en las cámaras de seguridad estas no notaron nada. Nadie entro después de la niñera, y el resto de la cinta fue dañada. Y aunque empezaron a sospechar de todos, los vigilantes y hasta de la niñera nada concluyente salio de todo esto. Los uchiha movieron mar y tierra para encontrar a su pequeño, pero este nunca apareció. Tampoco lo hicieron sus secuestradores que supuestamente debían pedir el rescate. Pero aun así, nunca se darían por vencidos.
Hasta que un día, la policía se presento ante los Uchihas, con una mala noticia. Había encontrado los restos de un cuerpo a la afueras de la ciudad. Pertenecía un niño pequeño, y según los análisis de ADN que se habían realizado, se confirmaba que el cadáver era ni más ni menos que el hijo menor de los Uchihas: Sasuke.
Con la confirmación de la muerte del niño, la familia entera se encontraba desconsolada. Tanto así que no tenían la fuerza suficiente de seguir en esa misma casa que días antes había visto corretear al pequeño Sasuke. Así que se marcharon, lejos muy lejos. Para olvidar. Destino: Europa.
Naruto recordaba escasamente cada uno de los acontecimientos. Su pequeña mente borro todo recuerdo de lo que conoció como del pequeño Uchiha. Tal vez por dolor. Y de ese suceso solo se permitió recordar una cosa: una tierna sonrisa.
El día en que Sasuke desapareció, lo hicieron también los Uchihas, y ese pequeño ángel se borro de mi memoria.