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Sasuke Sarutobi por lirionegro

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Notas del capitulo:

Bueno, gracias aquellas que amablemente me han dejado reviews.

inner: de que hablas tonta, solo tuviste un reviews ¬¬

lirio: uu Bueno, entonces q sea asi, gracias a mire-chan por dejarme reviews, y a todas aquellas que me leyeronhasta el final, pero no dejaron reviews, tambein a aquellas que comenzaron a leerlo, pero posiblemente no les gusto, y pues lo dejaron a medias. lo positivo es que no me debo deprimir porr eso, tal vez se deba a los antidepresivfos que me estoy tomando al darme cuenta que no soy tan buena como esperaba.

De todos modos te agradezco mucho mire-chan por tu apoyo, y espero que este capi, sea de tu agrado, y que lo veas, tambein.

Los personajes no son  mios, son de kishimoto, yo solo los uso a mi beneficio, y la ide4a principal tampoco es mia, pero todo lo demas si, parcticamente yo la he convertiod en algo nuevo.

que lo disfruten.

 

Capitulo 1: El Sharingan y La Promesa.

 

 

-   ¡PADRE!-el grito provino segundos después del primer disparo.

 

Otro cuerpo, se abalanzo hacia el suyo protegiéndole, y apartándole del que yacía en el suelo, muerto.

 

-   Vete, de aquí. ¡Huye!

 

Un nuevo disparo se dejo escuchar, y otro cuerpo cayo, también muerto.

 

-   ¡¡Sasori!!- y risas, lágrimas. Y los pasos de alguien huyendo rogando por ayuda, seguidos por otros detrás. Y más allá la oscuridad de la noche.

 

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 Sonido, pueblo ganadero, tierra de hombres que se levantan a los primeros ases de luz. Tierra inhóspita. De belleza salvaje, de rachuelos nacientes, de ríos crecientes, y lagunas de agua potable. Cuevas oscuras, selvas peligrosas, animales feroces, y potros sin dueños. Gente amable, y algunas peligrosas. Y a las afueras de este, el gran rio que cursa por toda la región, que separa Sonido del pueblo de lluvia, donde se decía que se establece el pueblo de la gente de la selva.

 

Con la amabilidad que caracterizaba al pueblo, el hombre recién llegado tuvo la bienvenida esperada. Hace mucho tiempo que nadie aparecía, mucho menos para realizar la buena obra de ese hombre. Su meta: una escuelita para la gente de bajos recursos. Entre esas personas, una le brindo posada. Decía que trabajaba en una de las haciendas más importantes del pueblo, pero ahora estaba abandonada. Los dueños se fueron hace más de 20 años, y volvieron. Ellos vivían de lo que la tierras les daba, aun no estando con ellos, los patrones le dieron la libertad de vivir en una de las casas que les pertenecían.

 

Fue conducido en una camioneta, muy lejos del pueblo, y finalmente a su vista llego a la entrada de la hacienda, que ahora conocía como: Konoha.

 

El Jove, de tez blanca, cabello largo y castaño, y ojos de grises, muy curiosos por cierto, le ayudo con el equipaje, y lo condujo dentro de la humilde casa. Durante el camino, el chico que le contaba que en la casa vivía con sus primas, y hermana, al igual que tenia un primo, y su viejo abuelo.

 

El joven que le brindo su ayuda se presento como Neji Hyuuga, y el hombre le dio su nombre: Iruka Umino.  Al poner un pie en la entrada del hogar, a sus oídos llegaron las voces de jóvenes que venían a darle la bienvenida al buen samaritano. Inspecciono cada cabeza que se abalanzo al joven Neji. La primera era una chica muy parecida al joven. De cabello largo y negro, ojos grises, igual de particulares, tez blanca, y muy bonita, y supuso que se trataba de su hermana, recordó que le dijo que se llamaba Hinata.

 

Las otras jóvenes, supuso que serian las primas: una linda joven de larga cabellera, pero esta era rubia, ojos azules, y piel blanca, ella se llamaba: Ino. La otra, era de cabellera castaña, no sabia que tan largo podía ser su cabello, lo llevaba en moños. Sus ojos también eran negros, y según recordó la mirada que el joven tenía, al hablar de ella, se notaba que la quería. Neji le comentaba que en realidad no eran primos, pero su abuelo la había adoptado como una, la chica no tenia familia, pero ahora era parte de una, su nombre era: Ten-Ten.

 

 

-   Muy bien mocosas, sáquense de aquí. Fuera, anden a terminar sus quehaceres. – El profesor Iruka dirigió su vista a la silueta del señor que venia también a saludar al chico de tez blanca. Las muchachas a regañadientes obedecieron el mandato. Reservándose para ellas, reclamos para su abuelo.

 

Ya cuando las muchachitas izaron el vuelo, el señor se presento a su invitado. Mando a unas de las jóvenes por una bebida, e Ino presuroso se la llevo de inmediato. Se hacia llamar Azuma. E Iruka, le llamo Señor Azuma.

 

Neji se acerco a su abuelo, y este recordó el mandado que le habían dejado:

 

-   Ey, neji. Shikamaru me ha pedido que te diga que vayas a la fronteriza de las dos haciendas, otra vez nos están robando la tierra.

 

Neji frunció el seño, no otra vez, se dijo. Esta vez tenían que hacer algo. Salio apresurado al encuentro de su primo, no sin antes despedirse del joven profesor, una vez fuera del alcance de la vista del castaño, este hablo, preguntando mas por curiosidad que por otra cosa.

 

-   ¿Cómo es eso que les están robando la tierra? – se atrevió a inquirir. Se sentía bastante comodidad en el ambiente del hogar, que posiblemente esa era la razón por la cual se había olvidado que el sentido del recato lo obligaba a no inmiscuirse en lo que no lo llamaban. Segundos después vio su error, pero en lugar de reprocharle, el viejo Azuma le sonrió.

-   ¡Ah! Pues, se trata sobre los hombres de la otra hacienda, como no tenemos separaciones entre ambas tierras, solo una pequeña chocita, que mas parece palos y hojas de palma; siempre logran hacernos la jugada de andar cambiándola de posición para que, inútilmente, pensemos que es así.

-   Pero eso esta mal – hablo Iruka desconcertado – Deberían hablar con el Jefe de civil del pueblo.

-   Pss. Eso no sirve de nada señor Umino. Si ese, esta de lado de esos gambaros. Ese muchacho hace lo que quiere, pues es su compadre, después de todo.

-   ¿Cómo así? – pregunto de nueva cuenta.

 

Ino se acercó a verter más líquidos en los vasos vacios de los dos sujetos, y se atrevió a contestar por su abuelo.

-   Pues, la serpiente blanca es el compadre del jefe de civil, y el dueño de Sharingan, antes se llamaba Raikirin.

-   Oye, niña quien te dijo que podías intervenir, vete con sus primas, y deje de andar chismorreando.

-   OH, así que si yo lo hago es chismorrear, pero si usted lo hace ¿Qué es? ¿eh?

-   Oh dale, sáquese, le digo. Fuera.

 

La rubia se retiro indignada, e Iruka nuevamente le presto atención al viejo, que parecía analizar las palabras que le diría. Al ver que el viejo, no se dignaba a continuar, intento aclararse sus dudas, pero el viejo hablo de nueva cuenta, para su sorpresa cambiando de tema rápidamente.

 

-   Por cierto, Joven Umino ¿Qué lo trae por estos lares?

 

A pesar de lo desconcertado, el castaño obvio el cambio tan abrupto de tema, y procedió a contestar.

 

-   Soy maestro, y quiero fundar una escuelita aquí, en sonido. Se que aquí no hay para la gente que lo necesita, y me encantaría poder lograrlo.

-   Oh, eso es bueno, si muy bueno. Hace ya casi diez años que nadie se aparece con esas ideas.

-   ¿ya lo habían intentando antes?

-   Si, pero ocurrió una tragedia, y no se pu…do. – repentinamente se callo, al ver en el error que había cometido. Esperaba que el castaño, no preguntara demás.

-   ¿Qué tragedia ocurrió?

 

El viejo suspiro resignado, y se dijo a si mismo que tarde o temprano se iba a enterar, así que era mejor que lo supiera ya.

 

-   Fue asesinado. – dijo con calma, e Iruka se sorprendió. Vaya jamás pensó que eso ocurriría.

-   Pero ¿Quién..? – no continuo con la frase, no podía de la impresión que se había llevado. Quien hubiese querido asesinar a alguien que solo quería enseñar a los pueblerinos necesitados.

-   Eso, no se sabe, se dice que fueron unos tipos. Sucedió al mismo tiempo en que ocurrió la muerte del Viejo Sarutobi y la desaparición momentánea del hijo de este. Para mí, que esos hombres estuvieron ligados en esos acontecimientos también.

 

Iruka estaba sorprendido, por no decir exaltado. ¿Cómo era la cosa? La muerte de ese profesor, ¿El viejo Sarutobi y su hijo? ¿Qué era lo que le decía, ese hombre?

-   El chico, por que no aparentaba más de 20 años, se la pasaba con los Sarutobi, especialmente con el más joven. Estaban enamorados ¿sabe? – siguió recordando, hablando mas para si, que para su invitado. – era una bonita pareja, lo que ocurrió fue horrible. Pero jamás se pudieron capturar a los culpables, aun ahora no se saben quienes fueron.

-   ¿El maestro y un joven? ¿Habla de un doncel?

-   Pues, claro. – le respondió Azuma con animo – Es mas, hasta le puedo decir que es el único doncel que tenemos por aquí. Aunque eso aun no esta bien visto por aquí.

-   Pero los donceles ya no son considerados una aberración humana como antes, es más, son bastantes aceptados en la sociedad.

-   Pues, eso debe ser el las grandes ciudades en la que usted esta acostumbrado. Pero estos pueblitos, aun viven a costa de sus prejuicios. Aunque nadie se mete con el jovencito. Un año después de la muerte de su padre y del joven profesor, este volvió al pueblo.

-   ¿Qué le paso?

 

El viejo se puso nervioso por un momento, pero  se recompuso rápidamente para no hacer sospechar a Iruka. Pero el castaño lo noto, mas no dijo nada.

 

-   Pues, quien sabe. La cosa es que le chico apareció mas apuesto que nunca, y rápidamente llamo la atención de muchos hombres.

-   Supongo que habrá tenido bastantes pretendientes – hablo mas relajado Iruka, olvidando el nerviosismo del viejo.

-   Uy, si yo lo contara. Tenia a montones, pero al final se decidió por el viejo Kakashi.

-   ¿El viejo Kakashi? – inquirió, bastante intrigado por el relato, tenia bastantes dudas.

-   Era el antiguo dueño de Raikirin. Bueno, antes de que fuera a parar en manos del que se convirtió en su esposo.

-   ¿se casaron? – pregunto extrañado, Azuma hablaba aun del chico como alguien bastante joven, mientras que de ese Señor Kakashi, sin duda se trataba de un viejo, pero todo se ve en los pueblos pequeños.

-   Si, lo hicieron. El chico a penas tendría como dieciséis años. Mientras que Kakashi, ya estaba bastante enfermo, y solo tenía un hijo pequeño, su mujer había muerto ya hace muchos años. Y lo único que tenía era al pequeño Konohamaru. Hasta que llego serpiente blanca.

-   ¿serpiente blanca? – repitió extrañado el castaño, era cierto, la chica esa, Ino, había llamado así al dueño de la Hacienda… El Sharingan si mal no recordaba, ¿serian la misma persona?

-   Uy, la maña de estas chicas se me pega. Así le llaman al chico, pero no le importa. Es mas, creo que hasta le divierte que le digan así. Yo hasta ya me acostumbre.

-   Pero. ¿Por qué lo llaman así? – estaba asombrado por ese “apodo”. ¿Por qué alguien llamaría a una persona serpiente blanca?

-   Ah, eso tiene su historia pero vayamos con calma, veo que es bastante curioso, joven – Iruka se sonrojo al verse descubierto, pero era tonto de su parte pensar que el otro hombre no lo hubiese notado. – Veamos, en que me quede… así, se casaron y el chico paso a ser parte de los Hatake. Yo conocí muy bien a Kakashi, y muchas veces iba a visitarlo. No me cabe duda que el chico lo trataba bien, a pesar de las malas lenguas que decían que solo estaba con él por interés, posiblemente así era, pero de que le tenía cariño, le tenía. – exclamo con fuerza Azuma

-   ¿Y que paso después?

-   Bueno, pues pasaron dos años, y finalmente el viejo Kakashi se nos fue.

-   ¿Murió?

-   Si, pero de enfermo, muchacho. El ya estaba en sus últimos días. Y creo que el chico se los hizo los más felices.

-   ¿Qué pasó con ellos, es decir el hijo, y serpiente blanca? – se sentía muy raro al decir ese apodo, pero no tenia idea de cómo se llamaba el chico, y no se atrevía a interrumpir al anciano para preguntarle, por algo no se lo habrá dicho aun.

-   Pues, el hijo quedo al cuidado del ahora, viudo de Hatake, y todas las tierras de los Hatake pasó a sus manos también. Konohamaru, aun es muy joven para hacerse cargo de ellas, así que como los establece la ley, estas les pertenece, por el momento, al chico. Tiempo después, empezaron los rumores.

-   ¿Rumores? ¿Qué rumores? – pregunto ansioso Iruka, luego se abochorno, por su desfachatez. Se comportaba como un niño.

 

El viejo sonrió complacido, estas historias siempre les gustaban a los visitantes, sin duda alguna serpiente blanca seria toda una leyenda algún día. Antes de poder continuar con su relato, el viejo se vio interrumpido por sus dos nietos, que llegaban de la trifulca.

 

Iruka noto a neji, y observo al otro joven de apariencia bastante despreocupada. Parecía cansado, y pensó que el pobre chico había gastado toda su energía, en vaya saber qué cosa hubiese ocurrido en la fronteriza de las dos haciendas.

 

-   ¿Cómo les fue? – fue lo primero que les dijo el viejo al verlos

-   ¿Cómo nos va a ir Azuma? Pues mal otra vez el idiota de Gai no nos hizo caso – le contesto despreocupado el chico, Shikamaru.

-   ¡Pues, ocupen los mapas territoriales, que para eso están!- grito el viejo ofuscado.

-   ¿Qué más quisiéramos, abuelo? – contesto esta vez, Neji – pero el secretario no está, y solo el tiene las llaves donde están los documentos, y mientras vuelve, hay que esperar.

-   ¡cielos, que Inútil es Gai! ¡No entiendo como es todavía nuestro Jefe Civil! Creo que deberíamos avisar a los patrones.

 

Shikamaru, que parecía bastantes ocupado observando los cielos, fijo su vista somnolienta en el viejo, con un bostezo se atrevió a hablar.

 

-   ¿Crees que sea buena idea? Hace mucho que no se aparecen.

-   Estoy de acuerdo con el abuelo, si los Namikaze no quieren perder sus tierras será mejor que se presenten. Después de todo no somos los dueños, y no tenemos la autorización para presentar reclamos.

-   Está bien, está bien – respondió bastante desgano el chico de coleta, Shikamaru – Ve mas tarde al pueblo, y envía un telegrama, urgente ¿de acuerdo, Neji?

-   Así será – respondió el mencionado.

 

Iruka no participo en ningún momento en la plática, mas que nada perdido en sus pensamientos de lo que había estado platicando con el viejo, que otra cosa. El joven Shikamaru al notar al invitado, se presento. Le pregunto si había comido a lo que este negó con la cabeza.

 

-   Que despiste de mi parte – hablo el viejo Azuma – Pero venga con nosotros Joven Umino, vamos a comer adentro, que de seguro las muchachas nos han preparado un delicioso almuerzo.

 

Los hombres se dispusieron a seguir al más viejo de ellos dentro de la casa. La verdad es que Iruka había olvidado el hambre con la atrayente historia que este viejo le había relatado. Recordando estrepitosamente, que el viejo no termino su relato, en cierta parte de si, la curiosa, se desalentó, el quería saber mas. Aprecia un niño. Como si el viejo Azuma le hubiese leído el pensamiento, este hablo otra vez.

 

-   Y no se preocupe, que mas tarde le termino el relato. – Iruka sonrió complacido, y un tanto abochornado, al verse descubierto.

 

Los dos jóvenes se observaron intrigados, pero el único que pregunto fue Shikamaru.

 

-   ¿De qué hablas, Azuma?

-   Oh, de nada, de nada. Vamos que me muero de hambre.

 

Ninguno pronuncio palabra alguna, y se dirigieron a su destino. Lo ultimo que paso en la mente de Shikamaru fue que de seguro era bastante problemático.

 

 

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Termino de vestirse, colocando el sombrero negro en su cabeza, ocultando a medias su cabello azabache, los últimos botones de su camisa fueron colocados, dejando los primeros dos abiertos, las botas vaqueras se oyeron resonar al compas de sus pasos, que se detuvieron para admirar su arma en su mesa de noche, y envainarla en su cintura. Unos brazos se posaron a su cintura, obstruyéndolo su camino, su vista se poso en el obstáculo que ahora tenia enfrente. Era tan cansado que siempre hiciese lo mismo de siempre luego de tener sexo.

 

-   ¿Por qué te vas, si aun podemos seguir divirtiéndonos? – le aseguro el tipejo con el que hace unos minutos habían compartido cama.

 

Sonrió socarrón ante la soberbia del hombre peliblanco, en momentos como esos seguía dudando por que aun seguía acostándose con esa alimaña. Oh, si, porque de entre sus hombres era el mejor amante, y por sobre todo, lo tenia comiendo de su mano de esa manera, y seguiría utilizando esa forma a su favor.

 

-   Vamos, que eres una delicia en la cama – continuo insinuándole cerca de su oído, susurrándoselo, supuestamente, tentativo.

-   No lo creo – le sonrió de igual manera, al mismo tiempo que le apuntaba con su fiel compañera en la cabeza – hasta aquí llegamos, Suigetsu, vete a montar a unas de tus yeguas, que yo ya he terminado contigo.

 

El otro se alejo del joven con el arma, y este solo sonrió, sintiendo delicioso al poder manejar a los otros a su antojo.

 

-   No te creas que te necesito tan urgentemente, puedo conseguir lo que yo quiero cuando quiero, así que es mejor que te des cuenta de cual es tu lugar.

 

Y salio de su habitación, advirtiéndole al otro de que no lo quería ver más en sus aposentos, mientras su figura se perdía de la vista del contrario.

 

-   Maldita serpiente blanca, un día te arrepentirás de los rechazos que me das – murmuró el peliblanco con resentimiento. Borrando las huellas de su encuentro y desapareciendo rápidamente del lugar de encuentro.

 

El joven, que en estas circunstancias, se veía como el patrón de todo, llego a la sala, al encuentro de sus dos más fieles hombres que tenia bajo su mando. Se sentó, observando uno después del otro. El primero de ellos, era un joven pelirrojo de unos hermosos ojos aguamarinas, piel blanca, y bastante atractivo; el otro, un poco mas lato que el primero, era de tez morena, y cabello naranja, sus ojos eran mieles, y bastantes fornido.

 

Encendió un cigarrillo y lo poso en su boca aspirando el humo que de este emanaba, y exhalándolo segundos después, saboreando lo gratificante sensación, que esta simple acción acarreaba.

Finalmente, minutos después, de que notaron que su amo estuviese mas relajado, el más alto de ellos hablo.

 

-   Tenemos el área cubierta, y no nos cabe duda que es él. Esta emborrachándose en la cantina de la esposa del secretario del jefe civil.

 

Se tomo unos segundos digiriendo la noticia que le traían, y sonrió con complacencia, saboreando de poco una victoria que ya hacia como suya.

-   Excelente, Juugo – le alabo escuetamente el chico, aspirando otra vez el delicioso humo de su cigarro. – Ya saben que hacer.

 

Esta vez les hablo a los dos hombres, cada uno asintió a su señor, y se prepararon para realizar su trabajo.

 

-   ve alistar los caballo, salgo en un momento – hablo esta vez, el pelirrojo, el otro asintió, y salio con la intención de obedecer las ordenes que le habían dado.

-   Llévalo a lugar acordado, Gaara. Y no lo olvides que nadie te vea, y no parezcas sospechoso. – le rectifico sus ordenes, ese era el plan y no podían fallar.

-   Lo sé, no te preocupes.- hablo de nueva cuenta, el pelirrojo, llamado Gaara. – Pero lo que no entiendo, es por que te debes acostar con el inmundo de Suigetsu. ¿No sé que ganas con eso?

-   Me relajo, un poco de sexo no le hace daño a nadie – respondió con simpleza, calando de nueva cuenta el humo de su cigarrillo. – No me estés dando sermones tu también, Gaara. Que suficiente tengo con la vieja para escuchar tus alegatos también.

-   No te estoy, reclamando – alego el pelirrojo, con falsa seriedad, y el muchacho sonrió con malicia, al notar la falsedad de sus palabras – Simplemente, lo digo, por que Suigetsu se esta tomando bastante libertades por el hecho de que… compartes cama con él.

-   Ve y encargarte de tu trabajo, Gaara, que de Suigetsu me encargo yo. No olvides que me prometiste cumplir mi deseo.

-   Lo sé, y puedes estar seguro que así será – la sonrisa que hace unos minutos aun estaba impuesta en sus facciones, aumento, siendo oculta al instante, por la  calada que le dio a su, ya casi, extinguido cigarro – Incluso si tenga que morir por ello, haré lo que sea para que tengas lo que quieras… Sasuke.

 

 

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El cuarto se haya casi vacío,  otorgando la privacidad que un suceso como ese ameritaba. La enorme habitación, decorada con pequeños detalles primaverales, de colores pastales, se apreciaba de todo en el, tanto los cuadros, como especialmente, las fotografías que en la mesa de noche descansaba. Una de ellas, llamaba la atención más que las otras, y en esta ocasión era aquella que la mujer moribunda sostenía, contemplándola. En ella se veía un hombre rubio de ojos azules, muy apuesto y de gran porte. A la par de este, una mujer de cabellera larga rojiza, de hermosos ojos verdes, y de belleza simple, pero encantadora. En los brazos de esta, se contemplaba con orgullo, el rostro risueño de un bebe, parecido bastante al que suponemos – bastante correcto, en realidad – que era su padre. Y sin duda alguna sería muy apuesto, cuando se hiciera un hombre. Y, faltaba más, que no podríamos estar equivocados, a la par de la mujer, de un hombre de calculados ya 28 años, mostraba lo apuesto que el niño había llegado a ser. Siendo educado como un gran hombre por la mujer, luego que su padre hubiese muerto en una terrible tragedia que la familia muy pocas veces llegaba a nombrar, pero aun tenia, especialmente de parte de la mujer, muy buenos recuerdos del hombre que más amo en su vida. Su deseo más ferviente es que su hijo fuera un gran hombre, como lo fue alguna vez su padre, y que encontrará a alguien a quien amar, y que esta persona también lo amará con igual intensidad. Pero sobretodo, que fuese feliz, sin importar que.

 

-   ¿Puedes prometérmelo? ¿Puedes hacerlo, Naruto? – le rogaba la mujer, cuyo nombre era Kushina, a su único hijo, que se había vuelto su razón de ser.

 

El rubio, de gran porte, y muy apuesto, observo a su madre moribunda con lágrimas en los ojos. Ella había sido su guía, en la falta de una figura paterna, pero había hecho un gran trabajo con él, y haría cualquier cosa por ella. Su madre, durante los últimos años había recaído en una dolorosa enfermedad que la iba agotando poco a poco, y que lo doctores, de buenas a primeras, pensaban que se recuperaría. Pero él sabía que su madre partiría muy pronto, estaba cansada, y viendo que ya había cumplido con él, convirtiéndolo en un hombre hecho y derecho, y por el cual no iba a preocuparse por qué pasará penurias, había optado por dejarse vencer por la extraña enfermedad que le acaecía. Y Naruto, a pesar de que sentía que la extrañaría mas que nada en el mu7ndo, lo aceptaba. El más que nada quería darle la paz que su madre deseaba. Y estaba segura que su madre deseaba más que nada, irse al lugar en el que su esposo reposaba ya hace tantos años.

 

-   Así será, madre – la tranquilizo el rubio – Me convertiré en un hombre civilizado, un gran hombre como mi padre. Jamás dejare que los inocentes sean castigados injustamente, y lograré que la justicia prevalezca y que castigue a los culpables, pero sin usar violencia. Como lo hacia mi padre.

 

La mujer sonrió, con la poca fuerza que aún conservaba, acaricio la mejilla del chico, repasando las tres líneas que compartían ambas mejillas, una hermosa característica de su hijo, al igual que los ojos, como los de su padre.

 

-   Te amo, Naruto, no lo olvides.

-   No lo haré, Madre. Yo también te amo. – Trató de sonreírle, aun con las lágrimas bañando su rostro.

La mano, que la mujer tenía acariciando el rostro de su hijo, cayó como peso muerto en la acolchada cama, y la luz de sus ojos se fue apagando, un último pensamiento se apodero de su mente antes que partiese por fin: Te veré otra vez, Minato.

 

Y los ojos de Kushina Uzumaki Namikaze se apagaron para siempre.

 

Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado, si hay algun error ortografico o gramatical me avisan, que con gusto aceptare cualquier comentario suyo con tal de que me dejn un reviews. M etarde en actualizar pero es que rtengo tanto que hacer, y no se cuando podre actualizar, es que no escrito nada, todavia, y tengo mucho que estudiar, y no decir que aun tengo que actualizar otro fic, abandonado.

espero de ante mano que hubiese sido de su agrado.

dejen reviews si? ToT QUE SON LO QUE ME INSPIRAN A CONTINUAR LO QUE HAGO.


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