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Love is war por Yoru Eiri

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No sabía que era lo que más me dolía, en esos días de lluvia siniestra, sentía que mi ser era arrastrado hacía el abismo sin aviso alguno. Sentía que mi corazón no era más que un hueco cuerpo hecho de materiales inexistentes. ¿El amor duele? Me preguntaba día con día al ver las nubes grises en el cielo.

 

Tenía catorce años, no podía ver más allá de los peligros y malas decisiones que pudiera tomar en un respiro, no podía llegar a ver más allá de la falsedad de Kaito, de sus frías manos y su sonrisa encantadora.

 

No sabía lo mucho que me equivocaba, pero es que mi mente nunca estuvo unida a lo que yo sentía. Rin gritaba y gritaba en mi mente, como si estuviera presente. Ella gritaba en mis pesadillas y yo despertaba llorando en mi habitación.

 

Aquel día caminé por la casa, hacía tiempo que ninguno nos mirábamos a los ojos, hacía tanto tiempo que todos caminaban por encima de los demás y no les importaba. Yo sólo miraba a Kaito por encima del hombro de Miku, y trataba de controlar mis sentimientos mientras los ojos de todos los demás me juzgaban y odiaban.

 

-Soñé con Rin- le dije a Teto ese día- ella gritaba, y es lo único que hacía.

 

-¿Qué gritaba?

 

Sus ojos rojos centellaron con interés. Ella siempre solía decirme que encontraría de nuevo a Rin, que nosotros éramos gemelos y siempre tendríamos un hilo invisible que nos unía para toda la vida. Ella decía que no podría pasar mucho tiempo antes de poder volver a abrazar a mi hermana gemela; y cuando eso pasara, yo quería que Teto también estuviera allí, aunque sonara muy egoísta de mi parte.

 

-Decía que tuviera cuidado- sentí un escalofrío.

 

Estábamos en la casa, tomando tazas de café frío en una tarde que amenazaba con ser la más terrible de toda mi vida. No había nadie, todos habían salido a hacer sus solitarias vidas, sufriendo poco a poco en sus terribles pensamientos.

 

-¿Cuidado?-Teto se llevó las manos al rostro- Yo pienso igual que ella porque...- no pudo terminar lo que tenía que decirme.

 

Sus ojos se llenaron de impotencia cuando vio que ya no estábamos solos. Yo volteé la mirada para encontrarme con los ojos de Kaito, justo entraba a la cocina y la estaba mirando de la manera más horrible que yo hubiera conocido en él.

 

-Hola Kaito- mencioné con un poco de miedo, tratando de aligerar la tensión.

 

Pero él no respondió, sólo siguió mirando a Teto de esa manera que me molestaba. Aunque Kaito fuese el amor de mi vida, Teto era mi mejor amiga, y ella siempre había estado allí, no soportaba que le mirara de esa manera.

 

-¿Qué haces aquí?- le preguntó. Pude notar lo enojado que estaba, y no podía saber por qué.

 

-Sólo vine a hacerle compañía a Len- ella dijo con desconfianza, podía ver esa preocupación en sus ojos.

 

-Pero ya estoy yo aquí, te puedes ir- aún estaba molesto, y estaba molesto con ella.

 

¿Con ella? Yo no podía entenderlo. Me estaba comenzando a sentir incómodo cuando mantuvieron las miradas fijas por un largo periodo.

 

-Ella no tiene por qué irse- interrumpí el silencio.

 

-Si tiene- dijo Kaito sin más explicaciones.

 

La tomó del brazo por la fuerza y la guió hacía la salida. Yo simplemente me quedé pasmado, no podía moverme, ¿Por qué Kaito hacía eso? ¿Por qué estaba tan enojado? ¿Qué es lo que Teto quería decirme?

 

Escuché que ella se quejaba y murmuraba cosas.

 

-¡No teatrevas!- gritó ella.

 

Y luego escuché que la puerta principal de cerraba de golpe; entonces comenzó a llover fuertemente, como si alguien llorara desesperadamente. Teto había gritado como Rin gritaba en mis pesadillas. Ahora estábamos Kaito y yo solos en la casa, y eso de cierta manera, me daba un poco de miedo.

 

-Ya se fue- escuché la voz de Kaito detrás de mi.

 

-¿Por qué?-lo miré enfadado, encontrando sus ojos llenos de rabia.

 

¿Qué era ese sentimiento?

 

¿Por qué nii-san? ¿Por qué me miras de esa manera? ¿Acaso hice algo malo para que te enfadaras conmigo? Puedo escuchar las gotas de lluvia golpeando la ventana y no se si es mi corazón que corre apresurado por el amor que te tengo o el miedo que siento de tu enojo injustificado hacía mi. Kaito... ¿Serías capaz de hacerme daño? ¿Por qué te acercas de esa manera tan horrible?

 

Retrocedí cuando lo sentí acercarse.

 

-Ella no tenía nada que hacer aquí- sonrió de lado- además, ¿no te alegras de que estemos los dos solos?

 

¿Acaso sabía que me gustaba? No, no era la manera en que yo quería que se enterara ni mucho menos. ¿Qué había pasado con el Kaito amable del que yo me había enamorado? ¿Quién era la persona enfadada que yacía frente a mis ojos?

 

Comencé a temblar descontroladamente y sentí las ganas de llorar, de correr a mi habitación y envolverme en las sábanas. Cerrar mi cuarto con seguro y no saber nada más. La puerta comenzó a tambalearse, Teto aún estaba afuera, estaba golpeando con fuerza, con esa lluvia. Entonces lo comprendí... yo estaba en peligro.

 

Miré a Kaito, quien se acercaba más y más hacía mí, hasta que me dejó arrinconado entre la pared y su pecho. Puso una de sus manos a la altura de mis hombros y se acercó demasiado. Cualquiera hubiera podido sentir el cielo en esa situación, pensar que era un sueño hecho realidad el que el hombre de mi corazón se acercara de esa manera; pero no, fueron sus ojos los que le habían quitado todo el encanto, yo... tenía tanto miedo.

 

-¿Me vas a decir la verdad?- siguió mirándome de esa manera tan horrible.

 

¿La verdad? ¿A qué te refieres con eso?...

 

-La... ¿verdad?- tartamudeé, estaba temblando.

 

Mis rodillas flaqueaban y no podría sostenerme un minuto más en esa situación. Kaito se enfadó más y dio un golpe en la pared justo por arriba de mi hombro.

 

-¡Quiero la verdad Len!- el coraje consumía sus entrañas- ¿Seguirás haciéndote el niño inocente sólo para conseguir lo que quieres?

 

Acercó una de sus manos y acarició mi mejilla con tanto morbo que comencé a llorar. Y eso lo enfadó aún más.

 

-A mi no me engañas- murmuró.

 

¡Kaito! ¡No se que de que hablas! ¡Por favor dame tiempo de explicarte, dame el tiempo de decirte que no se lo que está pasando! Yo no soy culpable de ningún pecado más que amarte tanto, jamás te haría daño.

 

-Ella tiene razón- fue lo último que dijo que alcancé a captar antes de sumirme en el miedo y el terror.

 

Yo lloraba, pero sabía lo que seguía, sabía lo que mi querido Kaito planeaba hacer; y lo que siempre deseé comenzó a darme tanto miedo y me llenó de angustia. Así, el sonido de la lluvia y los gritos de Teto fueron acallados por mis propios lamentos.

Notas finales:

:)


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