Voy a incendiar este lugar
Hasta que no puedas respirar
¿¡Me estas jodiendo!?.
Fue lo único que Reita pudo gritar creyéndose víctima de una de las peores bromas que sus amigos le habían jugado, una de las peores sin duda alguna. Y es que lo último que Reita se esperaba para esa noche era terminar en un “Gay Stripper Club”, eso seria romper con cada una de sus reglas y principalmente con su moral. Claro que no estaría metido en dicho problema si no hubiera perdido una estúpida apuesta. Pero nunca pensó que Uruha – incluso borracho – fuera rápido.
- Vamos Reita también eres gay -
Aoi río dirigiéndole una mirada por sobre su hombro, tal vez debió considerarlo dos veces. Reita estaba mas que furioso por decir lo menos, si había algo que de verdad odiaba era “perder” y perder una apuesta con Uruha había sido una patada en el medio de sus partes nobles así como también lo fueron las palabras de Aoi. - ¡No soy gay! ¡Mierda no me compares con esta loca! -. Señalo al castaño a su lado que mas aya que molestarse, río teniendo en mente la clara idea de poner a prueba a Reita.
- Lo eres cariño sino ¿qué problema con entrar? -
Pregunto Uruha su castaño amigo al que sin dudas le arrancaría las plumas en cuanto tuviera la oportunidad, pero no ahora, ahora no era el momento y mucho menos el lugar. Había solo una razón por la que Reita seria capaz de entrar al club y es que lo retaran a hacerlo. Nunca perdería un reto y ni que hablar uno que pusiera en duda su “sexualidad”, si debía entrar para probar que tenía debilidad por las falditas, no se lo dudaría.
- Ganas, voy a ir -
Dijo justo antes de detenerse enfrente de la puerta de vidrio blindado del local, era una locura pero si de algo estaba seguro es de que ahora no había marcha atrás. Maldiciendo a los gays de sus amigos Reita dio el primer paso de lo que sin dudas seria la peor noche de su vida.
Decir que no pudo encontrar mucha diferencia de una discoteca normal esta demás, luces, música, gente bailando mas allá de que fueran hombres y Reita hubiera preferido no ver muchas de las cosas que vio, seguían siendo gente bailando, sin embargo a medida que se adentraba paso a paso en aquel lugar desconocido hasta ahora fue entendiendo porque las cosas era un “poco” distintas.
Los barman vestían de una de las maneras mas sugerentes que en su vida hubiera podido imaginar, es mas Reita de hecho creyó que no se trataba mas que de un body paiting. Su corazón latía tan rápido que lo único que quería era terminar con la maldita apuesta de una vez pero eso no estaba ni cerca de pasar, dio una mirada hacia su costado para encontrase completa y perdidamente solo.
Genial dijo recorriendo con la mirada el local, no podía sentirse mas miserable perdido en el medio de un infierno rosa con tipos que mas que insinuarse se lo “comían” con la mirada, no, la noche no podía ser peor. Haciendo uso de sus todas neuronas Reita se dirigió al bar donde sin dudas encontró a los borrachos de sus amigos, si de algo estaba seguro es de que la noche recién empezaba.
- ¡Reita tomate una cerveza el show va a empezar! -
Uruha le tendió una botella sonriendo tanto que Reita no pudo sino entender las intenciones del castaño y no, no iba a caer en su sucio juego. Dejo la botella sobre la barra del bar tomando a Uruha del brazo. - Me quiero ir… ¿¡me haces el favor Uruha!? -.
Grito al ver que el castaño movía la cabeza de un lado hacia al otro siguiendo el ritmo de la pegajosa música pero sin prestarle ni la mas mínima atención y eso no pudo sino terminar con la poca paciencia de Reita. Apretó un poco más el brazo del castaño como si eso lo fuera a salvar de pasar el resto de la noche entre plumas y alcohol. - No te oigo cariño, ¡diviértete! – fue lo que dijo antes de dejarlo – a su suerte – una vez mas.
No, Reita no podía creer lo que le sucedía. Se recostó contra la barra tomando un sorbo de su botella de cerveza esperando ver mujeres en vez de hombres pero la cerveza no hace milagros. Dejo que su mirada recorriera la pista de baile viendo como Uruha no hacia mas que menear su trasero de tal manera que conseguía arrancar piropos de cuanto chico que estuviera cerca.
- Que culo tiene -
Viro su rostro hacia el costado encontrándose con Aoi desnudando con la mirada al castaño que lejos de oírlo seguía meneando las caderas en la pista de baile, ese comentario fue lo suficientemente extraño como para que Reita le diera un sorbo a su cerveza. No mucho después con la imagen de Aoi tomando de las caderas a Uruha “sonriendo” como todo buen idiota que pone la escusa de bailar para meter mano Reita necesitó pedirse otra cerveza. Horrorizado, es la palabra indicada para describir su estado.
Para su suerte o no las luces del local se apagaron a no ser por dos focos que iluminaron el centro de un pequeño escenario sobre el fondo. Oh no lo último que Reita quería ver en su vida era un strip-tease gay y justamente era lo que estaba a punto de ver.
El escenario se transformo en rosa por algunos segundos mientras las primeras notas de una pegadiza melodía electrónica sucumbía cada rincón del local. Peleando contra su “curiosidad” – si así se le puede llamar – Reita bebía mirando cualquier cosa incluyendo el ridículo atuendo de los bármanes antes que el escenario.
Pero ¿quién dijo que la curiosidad se comió al gato?.
No se equivoco. Una pierna delicadamente decorada con un portaligas negro fue lo único que Reita vio antes de sentir como su corazón se trancaba en algún lugar de su garganta; no era una buena señal.
Y mucho menos lo fue cuando un rubio desfilo por la pasarela del escenario hasta detenerse a los pies de un poste de hierro. Reita no pudo sino sorprenderse del chico era… hermoso; si eso era y no podía negarlo. El rubio se aferro con una mano del poste caminando sobre el límite del escenario recibiendo gritos y aplausos de cada una de las personas que se desesperaban por estar tan cerca como se les fuera posible.
Bebé sácate esa ropita, molesta el rubio dio una vuelta mas alrededor del poste sonriendo de tal manera que Reita viro su rostro hacia el lado opuesto. El chico tiro del pequeño lazo que ataba su chaqueta dejando que cayera hasta el suelo, la pateo suavemente hacia la pista de baile sabiendo que un grupo de hombres se tiraron sobre ella. Con una sonrisa que poco le dejaba a la imaginación abrazo el poste con una pierna mostrando completamente el portaligas negro. ¡Menea ese trasero para mí!.
El rubio se balanceo moviendo sus caderas de un lado hacia el otro arrancando más gritos de su público justo antes de deslizarse lentamente hacia abajo viendo las reacciones que provocaba en cada uno de los hombres, algo que como resultado solo sirvió para satisfacer su ego. Giro su rostro por encima de sus hombros inclinando su trasero hacia arriba levantándose, siendo conciente de que les daba una muy linda vista de su pequeña tanga.
La cordura de Reita tocaba un límite crítico a estas alturas mientras no hacia más que seguir con su mirada cada movimiento del rubio en el escenario. Por más que quisiera, no podía dejar de hacerlo. Ni siquiera le importaba el perder la apuesta o el que Uruha se burlara de el por una semana, nada de eso tenia el valor que debería tener, no ahora.
El rubio sonrío agachándose sobre el borde del escenario, Reita fue incapaz de contar la cantidad de hombres que se abalanzaron sobre el con cientos de billetes que colocaban en su liga negra. Sácate esa tanguita bebé; introdujo la yema de sus dedos dentro de la pequeña pollera que tenia meneando sus caderas una vez mas al ritmo de la música, colocándose en cuclillas separo sus piernas tanto como pudo enardeciendo un tanto mas – de ser posible – al público.
Aferrándose del poste dejo que sus ojos recorrieran la pista de baile deteniéndose sobre un chico en la barra del bar. La mirada tan intensa que recibió disparo lo latidos de su corazón, suavemente deslizo su trasero contra el asta de hierro levantándose lentamente, pero no lo pudo evitar, de vez en cuando busco a aquel extraño chico que mas aya que mirarlo no hacia.
La música estaba terminando y Reita se creía arder en el mismo fuego. Las reacciones de su cuerpo había sido algo con lo que había estado peleando pero basto con una mirada más hacia el trasero casi desnudo del rubio y sintió la tela de su camisa pegarse contra la piel sudada de su espalda.