¿Cómo pudiste ser tan dulce y yo tan insignificante?
Estoy llorando.
Llorando, solo en la habitación blanca, Kai se había ido en cuanto me había dejado su diario, me había dejado solo. Termino de leer el diario de Yuu, y, me siento patético.
Me amaba y según lo profesaba su lindo diario, incondicionalmente. Quizá tanto como yo lo hacía, lo único que me queda claro era que le hice daño al no notarlo, pero ya no puedo hacer nada, yo estaba muy ciego con Tora, él me impidió ver a Yuu, aun así me sentía un tanto culpable.
Pensando en Tora, es bastante trágico lo que les paso a él y a Shou. Tora, me imagino, que ya estaba mal, supongo yo, claro, meses después de lo que sucedió en el parque, mató a Shou. Ahora él se encuentra en un manicomio, dijeron que si iba a la cárcel, podría matar a alguien más. Supongo que se merece todo eso, aunque ciertamente, el merece morir por todo lo que ha hecho, no le tengo rencor, mucho menos odio, ¿Por qué no tengo esos sentimientos contra él? Fácil. No quiero dañar mi corazón con sentimientos para alguien que no debe ser recordado, porque aun así, el fue la persona que me enamoro y la que me destrozo. Aún me acuerdo cuando dije que había sido Tora.
~Flashback~
-Uruha… por favor, tu sabes que fue él, dilo.- me suplicaba Akira.
-…- estaba nuevamente llorando, estábamos afuera de un gran edificio beige que se abría paso por el centro de la ciudad, vestíamos todos de negro, y reposábamos en las escaleras de aquel lugar, acabábamos de salir.
-Reita tiene razón Uru-pon, no es bueno que Tora ande por ahí disparándole a la gente, debes parar eso, tú puedes… tu puedes hundirlo.
-Vaya Uke, nunca me imagine tanto odio hacia Tora – señalo Ruki.
-No es odio, pero Tora es una perra, merece morir. – dijo sarcásticamente, supongo yo para poder animar un poco el ambiente.
Todos teníamos semblantes tristes, rostros pálidos, y bueno, la lluvia solo había parado por minutos desde aquel día. Supongo que yo ya no era una persona. Era un cuerpo, o algo equivalente a esto, no había hablado desde “eso”.
-U-ustedes tambi-bien lo saben – gimotee. Mis amigos se impresionaron de que les hablara – también lo vieron – eso era lo que creía yo.
-Uru... ¿Tú no sabes cómo paso exactamente verdad?
Me habían “explicado” pero en cierta forma me había negado a creer cualquier cosa, era muy confuso. Negué con mi cabeza.
-Nosotros…- hablo Reita – nosotros tomamos fotos de cuando ustedes se comprometían – saco una cámara y me mostro las fotografías de cuando Yuu se había incado para pedirme matrimonio, mi llanto aumento y Kai me abraso – y cuando conseguimos la foto del beso, decidimos marcharnos, cuando dimos vuelta por la esquina del parque escuchamos… el disparo, y regresamos corriendo, encontrándolos en esas situaciones – hundí mi cabeza entre mis piernas, sentí como mis rodillas comenzaban a mojarse, “entonces era yo el único que lo vio”
-¿Por qué… porque tomaron fotos?
-Yuu no lo pidió, dijo que las… enmarcaría – dijo triste Ruki.
-Ya… Shima, tranquilo – todos comenzamos a llorar. La fuerza de la lluvia incrementó.
-Llama a la policía Kai.
Uke no me pregunto nada, y se limito a marcar. Me paso el móvil. Cuando contestaron con su típico “Buenas tardes, ¿en qué le podemos ayudar?” conteste:
-Amano Shinji fue el atacante de Shiroyama Yuu, yo, Takashima Kouyou, soy testigo – colgué.
-Bien hecho Uru – todos nos abrazamos, yo aun no podía asimilar bien las cosas.
~End of Flashback~
Ya no me gusta estar solo. Alice Nine, se fue a la mierda, por falta de vocal y porque el guitarrista era un psicópata… ¿Raro no? Pero fue lo que pasó hacer ya diez años.
Si diez años. Años en los que pasaron muchas cosas. The Gazette ya no pudo funcionar más, claro, perdió a sus dos guitarras, también, Kai, se casó con una chica y ahora tiene una familia, Reita y Ruki también se casaron, recuerdo su boda, fue hace ya cinco años, y supongo que yo la arruine un poco… claro, desmayándome en la mitad de la ceremonia, preocupándolos a todos por algo tan insignificante como yo. Años en los que me informaron que era portador del VIH o SIDA, como quieran llamarle, simplemente tómenlo como que ya casi muero. Hace cinco años, poco antes de la boda de Akira y Taka los síntomas se hicieron presentes en mí. Antes y ahora sigo amando a la misma persona, Shiroyama, lo extraño, y por esa razón no quise ningún tipo de tratamiento contra mi enfermedad, quería seguir a Yuu. Pude haberlo seguido mucho tiempo antes, el suicidio es una clara opción, pero yo lo prometí, prometí, aquel día que se me confesó, “jamás atentaré contra mi vida, otra vez, te lo prometo” y como se lo dije, lo cumplí.
Estoy tirado en la cama blanca, como el terminal que soy, con su libro azul turquesa, que tiene grabado en letras doradas “Aoi”, el diario de mi amor. El libro reposa entre mi brazos, lo cuales me abrazan. Él lo sabía todo de mí.
~Flashback~
Era más que obvio.
El médico se acercaba a nosotros, el mismo medico que hace unos minutos me había dado los papeles con mis resultados, los cuales aun no habría, claro, esto era mil veces más importante, incluso más importante de mi vida. Pero ciertamente la cara de aquel hombre de blanco me lo decía casi todo, todo lo que yo no deseaba saber, su expresión me lo indicaba. Seguía llorando, en ningún momento logre tranquilizarme, y aunque mi mente intentaba repetirse lo mismo una y otra vez (“No pasó, Tora no hizo eso, me quede dormido junto a Yuu en el parque”) mis lagrimas fluían con ganas, cada vez que mi llanto se intensificaba, escuchaba un tierno “no te preocupes, todo saldrá bien”
No lo soporte más.
Antes de que el médico pudiera abrir la boca yo salí corriendo. Corrí lo más rápido que mi cuerpo me dio. Aoi estaba en la habitación 67. “Habitación 65”, “Habitación 66” ESTA ES “67”. Escuche gritos lejanos con un “Shima vuelve”, los ignore y decidido, abrí la puerta, entré.
Una cama, una sábana blanca y todo lo que hay en una habitación de un hospital.
Me horroricé. “No, no es cierto”
-¡No! ¡Yuu! – grité. Vi como el doctor y mis compañeros de banda entraban por la puerta. Y me desmayé.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Cuanto desperté, lo hice en una cama, con Akira, Takanori y Uke alrededor mío. Vestía ahora una bata blanca, una bata de hospital.
-¿Estás mejor?
-…-
-¿Uruha estás bien?
-…-
-Shima… respóndenos…
Comencé a llorar silenciosamente. Oculte mi rostro en las almohadas de la cama.
-Shima, cámbiate, tenemos que asistir al funeral de Yuu.
“Funeral de Yuu”… era cierto. No me moví. Ya no tenía motivos para hacerlo, después de todo, mi razón de vivir me había abandonado, el “para siempre juntos” se fue a la mierda… entonces… ¿para qué? Nadie necesita de mí. Mi existencia estorba.
-Vamos Shima… no eres el único que se siente así…- dijo Taka caminando hacia mi – chicos, déjenmelo a mí, lo veo allá…- dijo con voz quebrada. Los demás le hicieron caso y se fueron. Takanori me quito la bata, y me vistió. Sentía como sus frías y temblorosas manos cubrían mi cuerpo con lo que se le llama “ropa” el abrigo de los humanos, mi abrigo real, era Aoi. Cuando termino de vestirme, me llevo a su auto, y de ahí al edificio grande.
Entramos.
Fue entonces cuando note mi atuendo. Todo negro. Y todas las personas ahí vestían de ese mismo color deprimente. Sus caras denotaban claramente que habían llorado. Mire al centro del lugar, y vi la foto de Yuu, y… justo a su derecha, un ataúd.
Un ataúd abierto, negro por fuera y rojo intenso por dentro. Donde estaba MI YUU.
¿Por qué a mí? Tora pudo elegirse a cualquier imbécil feliz. ¿! PORQUE CARAJOS A MI!? Takanori me limpio las lágrimas.
-Vamos…
Me llevo y me sentó en una silla. Nos sentamos junto con los demás, baje mi mirada.
-¿Escuchas la música de fondo Uru? – Me dijo Uke – es en honor a él, despídete de él.
Temblé. Era la canción que él había compuesto aquella tarde, la canción que me toco por teléfono, la canción que amo. Guren. Así fue como la lanzamos. Y ahora encajaba perfectamente con la situación.
Lo siento... después de un tiempo, déjame dormir con tu nombre.
Los días pasados nos acercaron
El dolor está mezclado con alegría
Ambas manos reflejan que
Lloro cuando pienso en ti.
Hay una lluvia de tristeza
Está bien sólo permanecer incógnito
Tiemblo en reposo, recordé
¿Qué vio ese ojo insuficiente?
No te desvanezcas, querido
Déjame oír, incluso un suspiro
Un pequeño latido, que no está ahí
¡Quiero que vengas aquí!
Sueños que no cambian, si esto continúa
Por favor, no detengas tu felicidad
Incluso si no necesita ser llamada, pero
Los días que ahogan están amontonándose sobre mí.
No te desvanezcas, querido
Déjame oír, incluso un suspiro
Un pequeño latido, que no está ahí
¡Quiero que vengas aquí!
Incluso las manos de salvación son también inciertas
¿Habrá un capullo en intervalos de segundo, sin la cuerda siendo rasgada?
Quiero oír, incluso un suspiro
Pequeño ritmo al sonido del latido
De las sentidas oraciones entregadas
Sostengo cerca el nombre que no puedo decir
Contando con mis dedos, no quiero que el mañana desaparezca
Escuchando con oídos tapados
El sonido de una cuna meciéndose.
La primavera nunca llegará de nuevo
El Lotus carmesí está en flor.
Tomé una rosa roja.
Me acerque aquel ataúd. Me movía por inercia.
Y entonces lo vi.
Su lindo cuerpo pálido, sin moverse, adentro de esa cosa…
Deje delicadamente la flor sobre su pecho y me incline, bese sus labios por última vez, estaban fríos, y no me correspondieron ¿Por qué Dios es tan injusto? ¿Por qué no puedo irme con él? No, aún no, se lo eh prometido. Levemente susurre un “te amo”.
~End of flashback~
El ya no está.
Y yo muero lentamente en esta habitación, mis ex compañeros de banda entraron por la puerta.
-Hola Uru-pon ¿sabes qué día es hoy verdad?
-Veinte de enero. – respondí y le sonreí.
-Ya tenemos tú permiso para ir al cementerio, así que cambiante – dijo Ruki alegremente.
Cada veinte de enero asistíamos a la tumba de Aoi. Por ser su cumpleaños, siempre lo visitábamos, era el único día, desde hace dos años, que me dejan salir del hospital.
Me cambié rápidamente y salimos del hospital. Había tomado ya unas cuantas pastillas para que el dolor bajara, pero desde hace 5 días me eh sentido fatal. En el camino le compre unas cuantas rosas rojas.
Cuando habíamos llegado al cementerio, baje rápidamente de la camioneta de Reita y camine lo más rápido que pude hasta su tumba. Cuando lo habían sepultado, la banda me pidió que yo escogiera la inscripción que quería que se grabara en la tumba, y así lo hice, escogí la frase que yo usaba con frecuencia, aquella frase que él me había dicho que le gustaba, y solo por eso, la puse ahí, la tumba lee esto:
“Porque la vida tiene un final, hagámoslo lo mejor posible. Maneja el tiempo con cuidado.”
Me senté frente a su tumba.
-Hola mi vida… ¿sabes? Hubiera venido antes… pero en el hospital casi no me dejan salir… espero tan ansiosamente el día en que valla contigo… te sigo amando…
-Shima… ponle las flores…
Coloque las flores en el inicio de la tumba.
-Te amo mi Yuu.- dije. - ¡Ah! – me quejé.
-¿Shima? ¡¿Shima qué te pasa?!
Me deje caer al suelo. El pecho se me oprimía, no podía respirar, me estaba mareando, mis amigos gritaban mi nombre una y otra vez, pero yo ya no podía responderles, cada vez, se hacían más lejanas. Gracias…
Cerré los ojos y ya no pude escuchar nada.
"Entonces abrí los ojos y allí estaba yo frente a ti observándote con una dulce sonrisa y mis brazos abiertos... me acerque a ti , tome tu mano y empuje tu dulce cuerpo hacia el mío, te abrace por la cintura y solo te susurre un te amo... Tú me respondiste lo mismo con ternura.
Observe tus ojos tan llenos de sentimientos que expresaban todo lo que sentías por mí, y sin delicadeza alguna bese con pasión tus labios, un beso que durara por toda la eternidad. Solo tú y yo.”
Takashima Kouyou
…FIN…