Shun:
Hola, te extraño, aquí en Siberia todo es aburrido sin ti.
He estado muy ocupado y no he podido hablarte, siento mucho esto.
Espero que me perdones, se que necesitas mucho mi compañía pero por ahora no puedo estar ahí.
Pronto regresare, tal vez en unos días, es una promesa.
Con cariño.
Hyoga.
………………
Aquella era la primera carta que recibía en mucho tiempo, pensaba que todos lo habían olvidado, sin embargo, aquella persona de la que menos esperaba apoyo, por su personalidad, fue la que lo había ayudado a seguir adelante.
Siempre pensó que se sentía en deuda con el por lo que paso en la casa de libra, en aquella pelea en las 12 casas. Pero con el tiempo fue leyendo cada carta y lo que percibía no era un sentimiento como ese era más como cariño, cada carta que recibía le traía un poco de felicidad a su corazón.
Esta sin embargo le había traído mucho más que felicidad, le emocionaba el que Hyoga volviera y día tras día esperaba y ansiaba verlo. Sin darse cuenta un sentimiento creció en él, y cada que tocaban la puerta de la gran mansión esperaba que fuera Hyoga el que estuviese detrás de la puerta.
Aun así se sentía triste Hyoga, el caballero mas frio del santuario, le enviaba cartas cada que podía y su hermano no había dado muestras de interés en él y no lo culpaba, ser hermano de la reencarnación del dios de laos muertos no debe ser fácil.
Paso una semana y esperaba ansioso el día en el que el caballero de los hielos llegara.
Se escucho como tocaban la puerta y bajo las escaleras como un rayo, inconscientemente se miro en el espejo y acomodo sus cabellos verdes.
Pero cuando abrió la puerta no había nadie, eso lo extraño, siempre aunque no fuera Hyoga había alguien ahí esperando que abrieran para entrar. Avanzo unos pasos, al momento unas manos se posaron en sus ojos impidiéndole la visión, no se asusto ya que sabía perfectamente de quien se trataba.
-Hyoga.
Las manos que cubrían sus ojos se retiraron y volteo a ver a su amigo.
Sus ojos de un azul hermosos, reflejaban una inmensa felicidad y tenía una radiante sonrisa, muy rara en el, que hizo que saltara a abrazarlo con todas sus fuerzas, abrazo que el rubio correspondió rápidamente, el encuentro era de lo más feliz, pero el peli verde no pudo reprimir sus lagrimas.
Tenía tanto tiempo que no recibía una muestra de cariño, y aun no entendía como era que Hyoga estaba ahí y su hermano no, pero así era el fénix y nadie podría cambiarlo. Eso lo hizo llorar aun más.
-Tranquilo pequeño, ya estoy aquí, no te dejare, no otra vez.
Se sentía culpable por querer que su hermano fuera el que le dijera esas palabras, pero al escucharlo de Hyoga, el sentimiento que había sentido hace poco volvió a vibrar en su interior.
Alzo su rostro y se encontró con un Hyoga que lo miraba sonriente.
Miro sus ojos que no reflejaban rencor ni tampoco lastima, los miro y se perdió en ellos.
Estaba completamente seguro, y no le cabía la menor duda.
Se había enamorado.
Su amigo lo había conquistado.
Lo beso.
Y no se dio tiempo para pensar que era lo que hacía, solo se dio cuenta hasta ya muy tarde.
Sin embargo no rompió el contacto, solo espero una respuesta, la cual, no tardo en llegar.
Ya sin aliento se separaron. Y buscaron sus miradas. Los dos se entendieron.
Para Shun ya no había más dudas, ya no se sentía solo. Hyoga poco a poco fue recogiendo cara fragmento de su corazón roto y lo había cuidado hasta que sano, y ahora le pertenecía y ahora lo amaba.
Hyoga salvo su alma de la obscuridad, pero más que eso, también salvo su corazón.